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Nirvana: episodio 5


 

Nirvana

Mimesis

Episodio 5

 

 

 

 

—¿Puedo?

 

Kibum levantó su mano, entre sus dedos el pequeño cigarrillo que era lo único que lo mantenía con cordura esas noches que se hacían largas y lo hacían trastabillar en la rutina, como un traspié sobre esa sombra que le pisaba los tobillos.

 

—Adelante.

 

Ni siquiera espero demasiado, en cuanto el hombre hubiera pronunciado esas palabras, asintiendo sutilmente con la cabeza en ese pequeño espacio de memoria condicionada, el vicio de Key era reactivo, uno que no debería tener y aún así poseía.

 

—Nombre.

—Kim Kibum

 

Inhaló el humo con cuidado, su mirada fija puesta en el rostro del hombre frente a él que por un momento pareció mirarlo con curiosidad.

 

—Su rostro se me hace conocido— Y rebuscó entre los papeles que poseía, revisando datos, haciendo que Kibum suspirara cansado –Es integrante de un grupo debutante, con razón su rostro me sonaba.

—Supongo que no querrá un autógrafo.

 

Sonrió ácidamente, como si hubiera tomado el control de la situación de repente y su codo apoyado en la mesa le diera un atisbo de poder tan mínimo que lo glorificaba. Esperó mientras el hombre fruncía el ceño y luego solo suspiró.

 

—¿Cuánto tiempo conoció a Jinki?

 

—El suficiente— Exhaló suavemente, jugando con los rastros de humo que quedaban en la habitación y que no parecían incomodar a su acompañante –Onew vivía con Jonghyun, mucho antes de que mi grupo debutara solía visitar a Jjong ya que éramos bastante cercanos, así que fue inevitable conocerlo.

 

—¿Onew y usted, qué clase de relación tenían?

 

Kibum sonrió –Él me agradaba— Confesó –Aunque era de esos tipos que parecían verlo todo como parte de un gran mundo en las nubes, como el típico muchacho de pueblo que llega a la ciudad con sueños y esperanzas.

—Pero usted también es de un pueblo de Corea.

 

—Así es— Key jugó con el cigarrillo entre sus dedos –Solo que suele disgustarme la gente que se niega a la realidad, y vive de sueños estúpidos que jamás van a cumplírseles por que no tienen ni idea de cómo es el mundo, ni que para lograr lo que quieren, hay que sacrificar más de lo que se gana.

 

—¿Onew entonces no congeniaba con usted?

 

—Todo lo contrario—  Apagó el cigarrillo con cuidado, respirando hondo y sintiendo un cosquilleo extraño en la garganta, probablemente producto de esa gripe que lo acompañaba desde hace días –Onew solamente  da la primera impresión de ser un soñador empedernido, descubrirlo en realidad es toda una aventura.

 

 

 

 

—Sonríe— Fue como una orden diferente a las escuchadas anteriormente mientras el hombre le entregaba el uniforme y Jinki le seguía los pasos presto y atento a todo lo que el hombre le indicaba mientras se movía de un lado a otro –El cliente siempre debe recibir una sonrisa de nosotros.

 

Su mundo se había basado en aquello toda la vida. Sonreía con una inercia que era casi hasta maravillosa sino fuera por el hecho de que en el fondo Jinki sabía que todo era bajo un mismo cause que se le escurría entre los dedos y lo hacía sentir utilizado.

 

—Y nunca olvides decir el lema de la pizzería.

 

Era común ver gente con trabajos como este, era común que su poco talento para conducir lo demorara en los primeros días y que conociendo tan poco Seúl, incluso se perdiera, sino fuera por Jonghyun quien se había prestado a darle unas intensivas clases sobre las calles de la dichosa ciudad.

 

Pero tenía un talento, uno innato que no podía ser copiado, mientras lucía apenas y estiraba las cajas de pizza con una sonrisa resplandeciente en el rostro y el enojo de las personas parecía desaparecer lentamente y luego simplemente lo dejaban pasar. Aunque no siempre funcionara y más de una vez se llevara un par de quejas y malas caras.

 

Entonces descubrió, que su sonrisa no era efectiva con todo el mundo.

 

—Lleva esto a la Universidad que está en el norte, en la Facultad de Economía, te esperan en la entrada.

—Enseguida.

 

Las chicas que entregaban las órdenes a los repartidores se habían adaptado a él, solían darle encomiendas cercanas y de lugares accesibles, Jinki sonreía en agradecimiento y de vez en cuando, si el dinero era el suficiente solía invitarlas a comer cualquier cosilla por ahí.

 

Cuando iba a lugares como ese, en aquellas universidades grandes que asemejaban sueños y extravagancias, Jinki pensaba seriamente en estudiar una  carrera, en emprender un futuro con los pies sobre la tierra, ¿pero quien decía que sus sueños no eran reales?

 

El tiempo se acumulaba en el calendario. Sus ojos conocían y leía cada cosa que podía, miraba el reflejo de su imagen en el espejo mientras su cabello crecía como nunca antes lo dejó crecer. Antes, cuando usualmente lo llevaba corto, en Seúl parecía ser algo tan común entre los personajes frente a las cámaras que el cabello se llevara de esa forma que cuando conducía y el casco salía de su cabeza, solo podía enfadarse con repentino énfasis que le había tomado a un simple peinado.

 

Solía caminar por las calles de Seúl buscando algo que lo alejara de esos momentos en los que se sentía estancados, como si llegar a Seúl no bastara.

 

—Buenas tardes— Saludó cordial, frente aquel hombre de estatura baja y mirada severa –Vengo a entregar este pedido, ¿se encuentra el señor Cho Kyuhyun por aquí?

—¿Cho Kyuhyun?

 

El hombre pareció confundido, habló por un momento a través de su intercomunicador y luego de un rato lo miró con duda.

 

—¿Está seguro que es para un estudiante de esta facultad?

—¿Es la facultad de Economía, no?— Inmediatamente Jinki sacó un pequeño papel y corroboró la información –Es aquí donde me pidieron que viniera a entregarla.

 

—Señor— Kyuhyun bajó las escaleras rápidamente, con su mano en alto para llamar la atención del hombre que llevaba sobre las manos las cajas de pizza –Lo siento, me distraje y olvide que estaba por llegar— Sonrió apenado –Lamente la confusión— Dijo mirando ahora al guardia –No soy de esta facultad, estamos buscando unos libros en su biblioteca, es por eso que no me reconocen.

 

Rascó un poco su nuca. Y luego sacó su billetera, extendiendo los billetes hacia el repartidor.

 

—Tenga, muchas gracias.

—De nada, que tenga un buen día.

 

Kyuhyun sonrió poco, tomando las cajas de pizza entre sus manos mientras veía al hombre guardar el dinero cuidadosamente, con la cabeza baja,  concentrado en buscar la factura que tenía que entregar. Observó a Minho pasar detrás de él sin notar que la pizza había llegado, concentrado en las copias que había sacado hace un instante. Su mirada lo siguió hasta que hubiera entrado en la puerta a unos pasos de él.

 

—Tenga muchas gracias.

 

Regresó su mirada al repartidor, a ese muchacho que ahora le sonreía y que de pronto tenía la sonrisa más estupenda que sus ojos hubieran visto. Asintió casi por inercia, mientras recibía la pequeña factura y él le sonreía un poco más. Finalmente, el hombre se colocó el casco y se volvió a ir. Dejando a Kyuhyun con esa agradable sensación en el día.

 

Visualizó entre sus manos la factura, el nombre de la mujer que había atendido su pedido, y un poco más abajo, casi al final de la factura, en letras pequeñas el nombre del repartidor que le había regalado esa sonrisa. Lee Jinki, motorizado número 4.

 

 

 

 

—¿Y a ti que te sucede?

 

Minho sonrió divertido, como si el rostro de Kyuhyun de pronto le asomara divertido.

 

—Nada…— Sacudió un poco su cabeza –Tonterías mías— Kyuhyun depositó las cajas sobre la pequeña mesa y la mayoría de sus compañeros que se encontraban ahí se dedicó a devorar la pizza que había llegado mientras Kyuhyun observaba concentrado la factura entre sus manos —…Un hombre no debería tener esa clase de sonrisas.

 

—¿Qué hablas?

 

Minho se había acercado y casi por instinto, se había alejado.

 

—¿Qué sucede contigo?— Le reprochó Minho de inmediato —¿Tanto te dolió pagar las pizzas?

—No es eso— Se defendió, con el ceño fruncido y guardando la factura –Solo estoy pensando en los exámenes que están cerca.

 

Minho lo miró con duda, como si de pronto sus palabras no calaran y él tuviera que morderse la lengua si es que su amigo no deseaba hablar. Tomó un pedazo de pizza y suspiró. Kyuhyun en ocasiones podía resultar verdaderamente extraño.

 

 

 

 

—Hasta ahora no conozco a tu compañero de departamento.

 

Kibum jugó con su te entre las manos, ojeando la revista que Jonghyun le había prestado mientras el mayor se dedicaba a cocinar algo que empezaba a llenar con su aroma la pequeña estancia en la cocina.

 

—Trabaja mucho, es por eso que casi no nos cruzamos.

—¿Y cómo es?

 

Repentinamente Key parecía interesado.

 

—Normal…— Comentó Jonghyun, dejando las ollas tapadas y sentándose frente al muchacho de cabellos cortos –Aunque no he tenido la oportunidad de hablar demasiado con él.  Pero es amable, educado y le gusta ayudar aunque llegue cansado de trabajar. Y me dieron buenas referencias de él, así que estoy a gusto.

 

—Es extraño— Murmuró –Tienes viviendo casi un mes con él, y hasta ahora lo he podido ver.

—Hoy quizás puedas— Jonghyun pareció jugar con una servilleta sobre la mesa –Me comentó que saldría temprano, pero seguramente llegue muy cansado. Ayer trabajo hasta tarde y hoy salió muy temprano.

 

—Ya llegué.

 

La voz del muchacho hizo a Kibum mirar de soslayo a la entrada, con toda la prudencia que podía mientras lo escuchaba descalzarse en la entrada hasta que finalmente avanzó hasta la cocina y pudo divisarlo, con su cabello un poco largo y alborotado, delgado y ojos pequeños.

 

—Buenas noches Jonghyun.

—Hola Onew ¿qué tal el día?

 

—Sumamente pesado— De pronto Onew pareció determinarlo en la mesa –Oh, hola— Y sonrió, a pesar del cansancio que Kibum pudo leer en su rostro y la manera en que asentía con cuidado –Mucho gusto soy Lee Jinki, pero la mayoría me dice Onew.

 

—Kim Kibum.

 

Fue seco, como un golpe leve mientras sus manos se encontraban y Jinki aún sonreía, tan desprovisto de fuerza como el carisma que de pronto lo rodeaba. Como si tuviera una voz que se impregnaba en la mente a fuerza contraria.

 

—Iré a descansar, mañana también tengo que madrugar.

 

Jonghyun asintió un poco —¿Te guardo la comida?— Instintivamente Onew se detuvo, levantando un poco el puño con el pulgar en alto y luego entrando a su habitación en el más absoluto de los silencios.

 

—¿Come en la madrugada?

—Si— Jonghyun volvió a levantarse para vigilar la comida –Llega tan cansado que ni ánimos tiene de cenar, luego de dormir un poco se le despierta el apetito.

 

—Eso no es bueno para su salud— Comentó débilmente, sin la intención de que su amigo lo escuchara –Y al parecer trabaja demasiado.

 

Pero Kibum no era de preocuparse demasiado.

Mucho menos por alguien que apenas conocía.

 

 

 

 

El único día que Jinki tenía libre lo utilizaba en conocer Seúl, en visitar sus calles y sus centros comerciales, los espacios culturales que se le ofrecían y trataba, como podía en hacerse un espacio por mínimo que este fuera para leer y aprender cosas que le pudieran ser útiles.

 

Aunque todas los casting de los que se enterara fuera para ser cantante, modelo o actor.

Onew ya estaba planteándose en la posibilidad de que para ser presentador, quizá antes debería probar fama en otra parte y tal vez ahí todo sería un poco más fácil. Luego recordaba que su tiempo no era responsable de él y miraba las grandes pantallas donde los personajes salían frente a la cámara y dialogaban y se divertían y vivían todo aquello Jinki tanto añoraba.

 

—Muy bien, ahora acomoden ese cartel por acá.

 

Pudo escuchar la voz de un hombre, la manera en que guindaban el pequeño cartel antes de que la gente que pasaba por ahí se hiciera paso a medio camino, el cartel inmenso que planeaba ocupar metros y metros y de aquel alto edificio parecía anunciar una nueva obra teatro, así que curioso mientras comía el pequeño helado entre sus manos Jinki se sentó a observar el cartel.

 

Las letras resaltaban con cuidado, y la imagen de los personajes tan grandes que podían ser capturados desde cualquier ángulo. Entonces la vio, su cabello largo y lacio como la última vez que la vio, solo que ahora se acentuaba en un castaño oscuro y un flequillo cubría su frente.

 

Tan hermosa, tan fuerte, tan sutil y agradable a la mirada.

Era Victoria, la misma Victoria que le había dado el impulso para estar ahí.

 

Corrió hasta donde estaba el cartel, por que necesitaba asegurarse que era ella, que su sonrisa era la misma y que dos personas no podían parecerse tanto. Pero era ella, con su nombre entre los principales y las fechas de presentación. El teatro cercano a dos cuadras de ese lugar, con los precios tan elevados que Onew tuvo que morder su labio y callar.

 

Por que tenía tanto dinero reunido que bien valía la pena, pero él, ambicioso de repente quiso verla en primera fila, observarla como no había tenido la oportunidad, con esa veta de admiración que sentía al ser ella la portadora de su destino. Por haber sido la que impulso sus pasos hasta Seúl completándole el dinero que le faltaba. Era ella, y Jinki necesitaba verla, así tuviera que trabajar más y más duro.

 

 

 

 

—Tienes un buen rostro. ¿Seguro que no quieres ser modelo?

 

La vida no siempre te otorga las oportunidades que deseas.

Y te aferras a las puertas cerradas, tan férreamente, que a veces olvidas que también hay ventanas.

 

—No, muchas gracias.

 

Jinki se había acostumbrado a que sus pasos lo llevaran por distintos caminos mientras las semanas iban en aumento y la estancia de la obra de Victoria en el teatro se hacía cada vez más corta. Llamaba a Luna cuando podía, y sus ojos se cerraban apenas posaba la cabeza en la almohada, tan cansado, tan exhaustivos los días.

 

Caminó con el frío viento del invierno por las calles, sus manos resguardadas en los bolsillos de su pantalón. Y las esperanzas cada vez más alicaídas cuanto podía. Llegó a su departamento temprano, cerca de las seis de la tarde mientras escuchaba una leve canción desde el interior donde Kibum y Jonghyun seguramente practicaban.

 

—¿Entonces esta es la prueba para mañana?

—Si, mañana escogen a los dos últimos chicos que integraran la banda que va a lanzar la empresa.

 

Incluso la voz de Key sonaba entusiasmada. Él que solía ser menguante con lo que demostraba.

 

—¿Te imaginas que podamos ser nosotros?

—Si, lo sé— Kibum suspiró –Pero no te entusiasmes demasiado, recuerda que tenemos poco tiempo entrenando. Hay otros que llevan años esperando una oportunidad así. Y tienen más experiencia que nosotros.

 

Dio pasos pequeños hasta la entrada, ahí donde Kibum y Jonghyun lucían cansados y extenuados por el ejercicio que llevaban practicando en sus pasos de baile.  La mirada de ambos se poso sobre si, y él apenas sonrió un poco.

 

—¿Todo bien Onew?

 

Jonghyun se acercó un poco y Jinki solo se despojó de su bufanda.

 

—Si, solo estoy cansado.

 

Kibum se movió desde su lugar y suspiró —¿Irás?

—¿Dónde?— Miró curioso a los muchachos y Jonghyun de pronto sonrió.

 

—Mañana en la noche habrá una presentación en la empresa en la que estamos entrenando, y de entre todos escogerán a los dos últimos muchachos para integrar la banda que van a sacar, dicen que ya han escogido a tres, uno es coreano pero vivió en Estados Unidos.

 

Jonghyun pareció entusiasmado tanto que Jinki se sintió plasmado de ellos.

 

—¿Es importante para ustedes?

—¡Por supuesto!

 

Replicaron ambos al unísono.

 

—Entonces iré a verlos, lo prometo.

 

Era algo tan implícito como jugar con niños, Onew sabía muy bien que Jonghyun no se lo pediría y mucho menos lo haría Kibum, pero sabía que con solo mencionarlo, Onew ya tenía un compromiso pactado. Él era, sin darse cuenta, como esa familia que aquellos dos le faltaba.

 

 

 

 

—¿Otra vez a la misma universidad?

—Si. Solo que esta vez en la facultad de Jurisprudencia.

 

Haku era de esas mujeres jóvenes y llenas de vida, quien por alguna razón se había mudado desde Tokio hasta Seúl sin que nadie supiera los causales y la llenara de un misterio que desenvainaba en su día a día mientras hablaba largas horas por celular. Y que no denotaba cada que avisaba de los pedidos que faltaban por entregar.

 

Onew miraba el reloj, cual cita pendiente mientras los minutos pasaban y él recordaba que tenía que ir a ver a Jonghyun a Kibum esa noche durante su presentación. En tanto conducía por las calles todavía iluminadas de la ciudad.

 

—¡Eres un imbécil!— Apenas había llegado a la dichosa facultad cuando las puertas principales fueron abiertas por la esbelta muchacha de cabellos oscuros que salía enfurecida de ahí con sus tacones haciendo ruido al pasar —¡Y quédate con tus estupideces de entradas!

 

La voz de ella resonaba como gritos histéricos mientras Onew se encogía en su lugar y se aferraba a las cajas de pizza que debía entregar mientras el hombre salía apresurado tras ella y a mujer solo sacaba unas entradas de su cartera y las estrellabas contra el pecho del hombre.

 

—Sooji, espera— Jinki se hizo para atrás, viendo a la mujer pasar a su lado, dejando una fragancia de vainilla a su paso mientras su cabello se sacudía en el viento –No exageres las cosas— Entonces él también paso a su lado y Onew lo reconoció de inmediato, aseverando sus dudas cuando el muchacho incluso se detuvo junto a él.

 

—Kangta…

 

Jinki susurró su nombre como si no pudiera creerlo de repente aunque Kangta lucía más bien confundido, luego todo volvió a tomar sentido, la mujer se alejaba indignada y Jinki pudo notar que el hombre quería decirle algo, pero al final no pudo, solo lo observó ir corriendo tras la bella muchacha que ya empezaba a abrir la puerta de su auto y rechazaba el contacto del mayor.

 

—Lamento el espectáculo— Esta vez fue distinto, Jinki no lo sospechaba, pero algo internamente le impedía mostrarse sorprendido, las puertas fueron abiertas otra vez por el muchacho de cabellos cortos que rebuscaba dinero en su billetera –Pero mi primo y su futura ex novia son…

 

Los ojos grandes de Minho estuvieron sobre su rostro, prestos a mostrar más cosas de las que deberían, paralizado con los billetes contados entre sus manos y sus labios pronunciando el único nombre que secretamente había anhelado desde hace meses.

 

—…Onew.

 

 

 

 

Kibum de pronto sonrió, con un suspiro intercalado que tuvo tintes de adoración.

 

—Jinki no era bueno cumpliendo promesas—  Y jugó con el cigarrillo entre sus manos –Aunque a diferencia de mi, él en ocasiones tenía buenas excusas.

—¿En algún momento hubo inconveniente entre ustedes?

 

—Hubieron y muchos— Rió Key, como si de repente eso le resultara casi un deseo perdido entre los recuerdos que se aventuraba a despertar –Pero él nunca se quejó. Él nunca se quejaba.

 

El hombre frente a Kibum escribía, desenvainaba su bolígrafo y anotaba cosas que ni siquiera lograban despertar la curiosidad en Kim mientras él solo dejaba entrar la nicotina en su cuerpo y la exhalaba como si quisiera expulsar todos los males.

 

—¿Cuántos sueños pueden romperse antes de que al menos uno de ellos se cumpla?

 

Fue un impulso de la consciencia, atacando sus labios mientras el hombre delante de él escribía.

 

—¿Disculpe?

—Lo siento— Susurró con cuidado, apagando finalmente el cigarrillo —Onew solía decir eso…— Y su boca jugó un momento con el portador de sus sueños —…Por un instante pensé en él.

 

 

 

Fin Episodio Cinco

 

2 comentarios sobre “Nirvana: episodio 5

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