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Odio: parte 16


Detrás de estos ojos

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—¿Te vas a quedar callado?

—Solo estoy sorprendido.

 

Yunho movió poco sus manos, apenas levantó una vez la mirada, incluso sus respiraciones se podía escuchar. Era ese silencio de sus bocas la que le permitía hundirse un poco más en el sillón. Era el cerebro de Junsu procesando la información, y Yunho decidiendo que su alma preocupada no tenía salvación.

 

—¿Estás seguro de lo que sientes? —Junsu ahora lo miraba, con sus ojos fijos en él, como si esperara ansioso una respuesta de él—. ¿En serio es la persona indicada?

—Yo, creo que sí.

 

Sin embargo Junsu negó de inmediato, y el pecho de Yunho sufrió un doloroso apretón.

 

—No basta con creer, debes estar seguro. Tú puedes estar con muchas personas en el camino de tu vida. Pero elegir a un chico, por encima de la novia que tus padres han aceptado, es una decisión por la cual debes estar seguro. Si no lo amas entonces detén esa relación, pero si amas a este chico, entonces piensa bien lo que vas a hacer.

 

—Y eso es lo que me tiene loco… No saber qué hacer con todo esto que siento por él.

—Yunho… —De repente Junsu se escuchaba más maduro de lo normal—, deja a Namin y piensa correctamente sobre este chico al que dices querer.

 

—No quiero dejar a Namin…

—Deja de usarla como tu barco salvavidas, deja de ser cobarde y esconderte tras su protección y su cariño seguro. Deja de ser un cobarde de una buena vez por todas.

 

Otra vez sintió el golpe en su estómago, infame y acalorado.

 

—Ella es lo más importante que he tenido en estos años, si la dejo ir, mi vida pierde equilibrio.

—¿Entonces la amas? ¿La quieres más que a él?

 

Yunho negó de inmediato, como si la sola idea quemara en su cabeza.

 

—Lo quiero a él, pero no sé hasta qué punto es amor y hasta qué punto es necesidad. A veces pienso que solo es esta sensación de nunca haber podido tener una relación de verdad con él  como la que  tengo con Namin.

 

—…Y tienes miedo que al escogerlo, al descubrirse como pareja, al final del día Namin se convierta en la persona adecuada para ti.

—¿Cómo sabes tanto de esto?

 

Junsu sonrió.

 

—Yo también he vivido Yunho, yo también he amado y me he equivocado.

—¿Qué harías tú?

 

—Lo escogería a él. —Los ojos de Yunho se abrieron de par en par—. Porque Namin debe estar cansada de ti, de tu amor a medias. Y si al final de todo no resulta, al menos podrás haber amado por completo a la persona que elegiste.  No llegues al final de tu vida habiendo amado a medias a todas tus parejas.

 

Yunho esta vez exhaló, con un poco de cansancio y la mirada de Junsu puesta en él todavía.

 

—Hablas como un anciano.

 

—Hablo con la experiencia. Si él es, él es. No hagas a todos sufrir. Solo ve hacía la persona que guía tu vida, si te equivocas aún te quedan muchos años por vivir. Nadie muere por amor, sino por sus decisiones.

 

 

Abrazó con fuerza ese cuerpo delgado a su disposición, el cuerpo menudo de Jaejoong que Yunho no había podido notar antes se encontraba menos liviano que ahora. ¿En qué momento había perdido tanto peso? ¿Desde cuándo su piel era tan suave que podía fácilmente perderse entre caricias de horas?

 

El cabello castaño de Jaejoong estaba cerca de su boca, el cuerpo de Kim acomodado al suyo en medio de ese abrazo que habían formado sobre las sábanas mientras veían una película que hace varias horas terminó, que venció a Jaejoong y mantuvo a Yunho pendiente hasta el último minuto.

 

Pero la película había terminado y los pensamientos de Yunho volaron tan apresurados como sus recuerdos, como la voz de Junsu haciendo eco dentro de él, ¿qué hora podía ser? ¿Por qué Namin no había llamado?

 

Odiaba el silencio abrumador, se llenaba de pensamientos que no quería tener, así que apresó con más fuerza el cuerpo de Jaejoong, un quejido apenas audible lo tomó desprevenido y Yunho solo besó su cabello, con los ojos todavía abiertos y el murmullo de Jaejoong muy cerca.

 

—¿Estás dormido?

 

Sabía que el mayor no abría los ojos todavía, por eso apenas se removió, con un quejido bajito y abrazándolo un poco más.

 

—¿Mmh?

 

Jaejoong interpretó aquel sonido como un no, por lo cual únicamente se movió un poco más junto a él y Yunho pretendió cerrar los ojos. Intentar conciliar el sueño al menos por un par de hora, antes de que el sol de la mañana lo regresara a la realidad.

 

 

 

 

—¡Eso es una fiesta, diablos!

—¡Shh! —Namin de inmediato sacudió sus manos, con los zapatos de taco alto en las manos—, haz silencio Yoona, los vecinos se van a molestar.

 

—¡Pues que me oigan! ¡Que sepan que somos jóvenes y aún nos sabemos divertir!

 

El cuerpo de Yoona giró en un par de vueltas infructuosas que terminó con la mujer cayendo aparatosamente en el suelo y con las piernas abiertas, Namin corrió preocupada hacía la mayor, pero cuando llegó Yoona ya reía escandalosamente y su cabello atareado por la pulsera de su muñeca la hacían ver como una niña pequeña e indefensa.

 

Para Namin no fue difícil reír de nuevo, como una contestación y una liberación propia que el alcohol ingerido esa noche les parecía ofrecer.

 

—Esto… es molesto —Yoona continuaba peleando con su cabello— ¡Ayúdame!

—Ya voy…

 

Para ese momento Namin ya se encontraba luchando contra su propia embriaguez intentando liberar el cabello de la más alta que pareció quedarse quieta un instante.

 

—Tus manos son muy suaves —susurró repentinamente Yoona y Namin sonrió.

—Lo sé.

 

—Es injusto, yo tengo que usar muchas cremas y aun así mis manos no son así de suaves.

—A lo mejor es porque casi no bebo, ni fumo. Al menos no todas las semanas.

 

—¿Estás asumiendo que yo sí?

—No pongas palabras en mi boca Yoona.

 

Yoona la miró un instante, un largo rato que hizo a Namin demorarse más de lo debido en su tarea debido al profundo escrutinio de la mayor, cuando finalmente pudo liberar su cabello, el brazo de Yoona cayó diligentemente en el suelo y un suspiró fue lo único que se pudo escuchar.

 

—Tendrías que vivir lo que yo, para saber porque lo hago.

 

Namin apenas se pudo mover incómoda, sin querer profundizar en el tema ahora, así que solo se levantó con dificultad y estiró sus manos a ellas una vez más.

 

—Vamos a dormir, mañana te vas a sentir horrible.

—Ni lo creas —bromeó Yoona— mi cuerpo ya está acostumbrado al malestar.

 

La mayor tomó su mano y se apoyó en ella. Namin no supo cómo interpretar esas palabras. A veces sentía que hasta el más ínfimo tema de discusión parecía despertar ese pasado de dolor y maltratos que la mujer vivía en su hogar. Un pasado, que parecía presente todavía.

 

—Yunho sigue siendo muy apuesto —Namin ignoró el tiempo de aquella oración y abrió la puerta de la habitación mientras Yoona hablaba muy cerca de su oído— ¿Es bueno en la cama?

 

Las mejillas de Namin se colorearon de inmediato.

 

—No creo que sea un buen tema para hablar.

—¡Oh, vamos! Ni que fueras una niña de quince años, y ni así… —Namin la dejó caer en la cama y Yoona sonrió— ¿Lo es?

 

—Sí, y ya deja el tema ¿de acuerdo?

—¿En serio? ¿Cuándo fue la última vez que lo hicieron?

 

Se movió incómoda, quitándose los aretes y demás joyería que le pudiera molestar, sintiendo la insistencia de Yoona perseguirla por toda la habitación, a pesar de que no se moviera de la cama, su mirada pesaba incluso más que sus palabras.

 

—Hace unas semanas.

—¿Semanas? ¿Cuántas exactamente?

 

No quería responder, no quería que una mujer como ella ahondara en esa vida privada que desde hace tanto se venía cayendo en pedazos.

 

—No lo sé… Dos o tres.

—Pues por tu voz no parecen solo dos o tres.

 

Yoona rió bajito y Namin se sintió inmediatamente humillada y el alcohol como compañía no fue su mejor opción.

 

—¿Te divierte? ¿Humillarme así te divierte?

—Yo nunca he querido eso…

 

Los ojos grandes de Yoona la miraron fijamente, justo como una niña pequeña que no acaba de entender su equivocación, repleta de una inocencia increíble que hizo a Namin desviar la mirada otra vez y apoyarse en la pequeña mesita frente a la ventana de la habitación.

 

—…Tal vez ha sido un mes. No lo sé, ya no lo puedo recordar bien. —Sus puños se apretaron ligeramente y Yoona seguía ahí, persiguiéndola con la mirada mientras su voz apagada se esparcía por el lugar—. Últimamente las cosas con él se han puestos raras.

 

Los pies desnudos de Yoona deslizándose sobre el piso del departamento fue lo único que escuchó antes de sentir esos brazos delgados abrazándola por la cintura y apoyando su rostro desnudo sobre su espalda.

 

—Sé cómo se siente… No sentirse querida, o dudar de él todo el tiempo. A veces no se sabe que es peor: saber o dudar.

 

Namin calló, porque por primera vez estaba hablando con alguien sobre aquello, por primera vez estaba recibiendo un abrazo, recibiendo consuelo.

 

—Vamos a dormir.

 

Fue lo único que pudo decir luego de unos minutos cuando agarró a Yoona del brazo y la guio hasta la cama otra vez, Yoona ya bostezaba y caminaba autómata. Namin debió sospechar que cuando regresara de cambiarse de ropa la mujer ya se encontraría completamente dormida.

 

Por un instante se sentó en el piso junto a la cama baja que tenía, observando a Yoona ocupar inexplicablemente la cama entera. Sonrió apenas, abrazando sus piernas y con el cabello tapando un poco su rostro. Recordar el abrazo de Yoona, le hizo percatarse que hace mucho no se sentía amada por alguien más, ni querida, ni protegida. Ni abnegada, ni respetada.

 

Y la ausencia de Yunho pesaba al igual que esas imaginarias imágenes confusas que se le presentaban a diario cuando él desaparecía y ella se quedaba sola en aquel lugar.

 

 

 

 

A Namin nunca le gustaron los ruidos bruscos, por eso cuando el golpeteó incesante y agresivo que su puerta principal sufría la despertó, un escalofrío impertinente recorrió su espalda, y aturdida abrió los ojos, viéndose recostada a medias en la cama, con su cabeza mal apoyada y los brazos sobre la cama, con las piernas mal dobladas sobre el suelo, apenas miró a Yoona dormir acurrucada cuando nuevos golpes la hicieron despertarse entre asustada y molesta.

 

Sus pasos fueron veloces hasta el recibidor, tenía el cabello alborotado y ni siquiera podía imaginarse a la persona tras la puerta. Por eso abrió la puerta sin reparo, con su pantalón corto y la blusa blanca dos tallas más grandes de lo habitual.

 

Pero ese hombre apenas la miró, su estatura evidentemente la sobre pasaba, su mirada filuda y su traje ostentoso la hicieron rememorar a alguien que le parecía haber visto antes, pero no pudo asimilar quien. La presencia abrumadora del mayor la hizo apretar el pomo de la puerta y después de unos segundos parpadear confundida.

 

—¿Qué desea?

 

Trató de sonar molesta, que se evidenciara lo mucho que le molestaba la falta de educación de aquel hombre lleno de lujos por fuera.

 

—¿Dónde está Yoona?

 

Sus ojos se abrieron de par en par y los pasos de la mayor tras de ella la hicieron girar. Yoona estaba encogida al verlo ahí, con el vestido que había llevado la noche anterior todavía puesto y sus piernas retrocediendo repentinamente.

 

—¿Qué… haces aquí?

 

Y Namin no necesitó más palabras para saber de quien se trataba.

 

 

 

 

Yunho despertó temprano, luego de dormir casi nada abandonó el departamento de Jaejoong con una pequeña nota que no explicaba nada y que lo hacía esclavo a esa palabra vacía que algún día empezaría a odiar: nada.

 

Recorrió velozmente las calles de Seúl, fue a cambiarse de ropa y vigiló que su estado de ánimo estuviera completamente bien o que al menos fingiera que era así, cuando llegó al edificio donde vivía Namin respiró profundo varias veces antes de entrar al ascensor, la charla más importante de todas se estaba a punto de dar.

 

Sin embargo en cuanto las puertas se empezaron a abrir nuevamente para dejarlo salir de ahí, los gritos eufóricos de Namin fueron lo primero en recibirlo ahí.

 

—¡Déjala en paz! ¿No ves que no se quiere ir? ¡SUELTALA!

 

La escena era por demás extraña, aquel hombre alto y sin emociones en su rostro jalaba del brazo de Yoona que reacia intentaba soltarse con su mano libre y su vestido mal acomodado no hacían juego con aquel maquillaje desordenado en su rostro. Namin en cambio intentaba con sus piernas y manos que el hombre soltara a la mayor; vociferaba y se sacudía ante una temblorosa Yoona que apenas se podía defender.

 

—¡Déjala!

 

Yunho llegó para sostener con fuerza el brazo de aquel hombre, miró esos ojos oscuros con fijeza y desnudó velozmente las intenciones del hombre que pareció reconocerlo con presta ironía. Yunho solo apretó el agarre en cuanto sus recuerdos volaron veloces dos años atrás. Aquel empresario correcto e intachable que parecía ser el esposo de su antiguo amor, de la hermosa Yoona que solo sollozaba mientras Namin hacía lo que podía porque la soltara al fin.

 

—No creo que le convenga hacer este tipo de espectáculos.

 

El mayor pareció analizar a Yunho durante varios segundos, y automáticamente el mayor soltó a Yoona, Yunho lo hizo con él, fue un despiste de miradas atravesadas mientras Yunho escuchaba a Namin y Yoona refugiarse en el departamento y una vez estuvieron solos, lejos de las miradas de los pocos vecinos que se habían asomado, Kang tomó la palabra.

 

—No es bueno que se involucre en cosas como estas abogado.

—Lo mismo le digo señor Kang.

 

Fue breve, el hombre solo acomodó mejor su traje y subió al ascensor dejando a Yunho sumido en los gritos de desesperación que Namin arrojaba hace un instante y la destrozada Yoona que apenas podía reaccionar ante el tacto ajeno que no quería tener.

 

Cuando ingresó en el departamento Namin abrazaba con fuerza a Yoona en el suelo, la mayor tapaba su rostro envuelta en lágrimas y su cabello largo y sedoso ahora estaba despeinado e irreconocible, Namin susurraba cosas, trataba de calmarla, pero Yoona se sacudía, parecía más nerviosa que antes y sumida en la desesperación.

 

Yunho solo cerró la puerta tras de él y se sintió atrapado por él, por su mundo revuelto y el acabose que representaba tener que enfrentar a ese hombre más peligroso que poderoso.

 

 

Ahora todo lo que queda de mí, es lo que pretendo ser

Las partes de mí parecen haberse quedado juntas, pero en realidad estoy rompiéndome por dentro.

 

 

Fin de la Parte Dieciséis

 

 

 

La canción pertenece a Kelly Clarkson: Behind these hazel eyes.

Sé que demoré bastante, disculpenme por eso. La vida no está de mi lado últimamente, pero espero haberles entregado un buen trabajo. La verdad iba a ser un capitulo mucho más largo, pero se iba a extender demasiado y recordemos que los capitulos de este fic son relativamente cortos.

Un gran abrazo para todos y gracias por seguirme leyendo. 😉

11 comentarios sobre “Odio: parte 16

  1. Woooo Mi querida Nesly esto fue genial Junsuuuu se ha visto tan maduro y serio que mabera de trazar un dialigo tal. «Yo tambien he vivido Yunho, yo también he amado y me he equivocado»wooo todo su discurso fue estupendo y en definitiva Yunho ni se lo esperava, quede facinada y no sabes el gusto que me dio el que no dejaras de lado ese momento, me toca retirar mis palabras porque no dejas de sorprenderme😄😄😁😁😁. Ay Yunho tu y tus inseguridades espero que todo cuamto escuchaste de boca de Jae y lo que salio de tu propia boca no queden solo en palabras. Al menos Namin ya capto que lo suyo con Yunho hace tiempi que se estanco mas de lo que queria asceptar.

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