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Memorias prohibidas: capitulo 17


 

Memorias Prohibidas

Capítulo 17: ¿Cuánto falta para que el sol vuelva a salir?

 

 

—¿Has oído de él?

—¿De Jaejoong? ¡Por supuesto! Es como ese tipo que lo ha logrado todo vendiendo su alma, no quisiera ser como él, pero lo envidio muchísimo.

 

A medida que sus pasos se habían acostumbrado, avanzaba. Las baldosas eran un poco más ruidosas de lo normal para sus zapatos que hacían eco mientras avanzaba y su rostro frío solo podía marcar la distancia con los demás.

 

Si se abría camino a Leesang el resto solo observaba y la imagen de Jaejoong quedaba prendida en alguno de esos lugares ajenos. Tan ajenos como él y su estoica presencia mientras soñaba, como alguna vez lo hizo Heechul con un lugar muy lejos de ahí.

 

No estaba presente, no tanto como los silencios de Heechul cuando cruzaban miradas en algún lugar, porque era instintivo que no llegaran a llevarse bien. Pero Jaejoong en el fondo, a pesar de haberle vendido su alma a Leesang y no arrepentirse aún, si hubiera deseado un pasado distinto. De esos que la gente aburrida solía tener.

 

El peso de sus decisiones pesaba ya en su joven vida.

 

Solo a veces guardaba tanto silencio como la cantidad de pensamientos que burbujeaban en su interior, solo a veces cuando creía que nadie más lo podía escuchar. Y se lo prometió, sería la última vez. Shim Changmin sería la última alma en extinguirse frente a él.

 

—¿Estás de acuerdo?

—Lo estoy— Habló sin reparo, apenas observando la fotografía —Pero es la última vez.

 

Leesang no se molestó en mostrar más expresiones que las necesarias. Solo ocupó un pedazo de su tiempo en colocarse contra el sillón y suspirar, con las carpetas todas sobre el escritorio y Jaejoong correctamente vestido frente a él.

 

 

 

 

Jaejoong no creyó sentirse más perdido que justo ahora.

 

Aún persistía ese carácter suyo férreo y agudo. Sus entrañas quemaban ante la traición y sus venas frías lo obligaban a mantenerse impasible en aquel lugar, pagando por unas culpas que merecía, y de las que no necesitaba ser exculpado. Nunca lo hizo bajo la manta del odio, fueron recursos que cualquiera en desesperación hubiera decidido usar.

 

Pero entonces lamentaba sus pocos meses atrás, cuando esa sonrisa estúpida vislumbró desde sus labios, y portó como jamás lo hubiera esperado. Y sintió tantas cosas fuera de lugar por él.

 

—¿Aún no saben algo?

—Dicen que el enfrentamiento fue bestial, hay muchas bajas.

 

Jaejoong solo deslizó su mirada con cuidado, donde algunos guardias se encontraban reunidos frente al televisor. Su corazón pequeño, reducido a escombros lo molestaba, desde las primeras horas de la mañana cuando luego de pocas horas de sueño al fin despertó.

 

Pero se acumulaban ahí, y comentaban bajito, se preocupaban y compartían frases a medio entender para él. Yunho era como un recuerdo borroso que quería eliminar pero persistía en cada espacio de él.

 

En realidad, Jaejoong siempre fue consciente de que enamorarse, siendo la palabra más idiota de la historia, no era con lo cual él tendría que convivir, tal vez desarrollaría afecto por alguien en algún momento, tan fuerte como Yunho. Así de intenso y adverso por igual, pero hablar de amor aun le era repulsivo. No creía en las fantasías después de todo.

 

Así que respiró hondo y trató de cerrar los ojos, aunque ni así pudiera escuchar bien.

 

—Parece que Choi y Jung están en terapia intensiva.

—¿En serio?

—Algo así escuché, no han permitido a nadie saber exactamente lo que pasó.

 

Jaejoong de pronto se encontró en medio de un camino bifurcado, entre ese Jaejoong de esperanzas meses atrás y su naturaleza pobre y deformada por la realidad. Ambos igual de atentos a lo que la vida les podía dar, esperando aun por la sombra de Yunho entrando por aquel lugar.

 

Se llenaba de suposiciones su cabeza y prefería negarse a pensar, porque ahondarse en lo que había sucedido en realidad era recordar que dolía, tan fisiológicamente, que creyó, podría gritar de desesperación en cualquier lugar.

 

 

 

 

Mir entró corriendo, evitando la prensa, la gente y las enfermeras que parecían pulular por todos lados como si se hubieran propuesto no dejarle camino, pero cerca del lugar todo era un poco peor, había tantos policías como gente en la sala de espera y todos parecían encerrados en armaduras de acero.

 

Sin embargo miró de un lado a otro, espacios vacíos donde pudiera encontrar a algún doctor, uno que le diera señales de algo, pero su corazón solo se agitó un poco más. Giró de un lugar a otro desorientado todavía, sin siquiera entender las vertientes internas que lo habían arrastrado hasta ahí.

 

Pero tenía esa necesidad absoluta por saber de él, se conformaría con tan solo saber que al menos no estaba entre los nombres en lista que saldrían en un par de horas como víctimas de aquel terrible encuentro.

 

—Buenas tardes— Trató de que una de las enfermeras se detuviera, pero ellas solo se disculpaban con palabras a medias y corrían de un lugar a otro apresuradas —Señora— Tocó suavemente a una de las policías que habían reunidas y luego olvidó que decir.

 

—¿Sucede algo?

—Jung Jihoon— Pronunció despacio, como si la realidad acabara de golpearlo. Él no tenía razones lo suficientemente fuertes para estar ahí —¿Cómo está?

 

—¿Quién eres?

 

Ella lo miró con evidente desconfianza y Mir sintió de nuevo ese malestar en su estómago.

No tienes por qué estar aquí…

 

—No deberías estar aquí— La otra mujer alzó su rostro mirándolo directamente y Mir no quiso admitir las formas en que había logrado colarse por amistad de su familia con los del hospital, retrocedió nervioso repentinamente como si ellas pudieran con sus preguntas atravesar sus propios medios —¿Cómo te llamas?

 

Pero si él no lo quería admitir, ¿por qué ellas lo iban a obligar?

 

—¿Mir?

 

Giró instintivamente la voz masculina y gruesa de Rain hizo saltar sus emociones en un trampolín violento, lo descubrió sentado en una de las sillas en el pasillo, rodeado por más policías, con su ropa sucia y su rostro sucio y algo marcado por pequeñas cicatrices.

 

Y sin embargo fue como si se sintiera satisfecho solo con eso.

 

—¿Eres idiota?— Pateó su pantorrilla con descaro, sintiendo la tensión de los demás ante su imprudente actitud, ante su descaro y rasgo infantil —¿Cómo se te ocurre…?— Entonces no quiso hablar más, porque si lo hacía iba a dejar salir todo ese estrés transformado en lágrimas.

 

Apretó los puños y juntó sus dientes, mirándolo ahí, con sus ojos abiertos de par en par contemplándolo tan fijamente que cuando el mayor se levantó, Mir solo pudo retroceder un paso, y luego otro más.

 

—Por alguna razón— Habló el mayor —Yo también tenía ganas de verte.

 

Los brazos de Jihoon se cerraron sobre su cuerpo y Cheolyong descubrió que en verdad era un poco más bajo que él, que singularmente no le molestaba su ropa sucia y desgastada de ese instante ni le importó quedarse inmóvil mientras apreciaba que en verdad se encontraba bien.

 

Lo sabía bien, si hubiera hablado un poco más hubiera terminado por llorar, y estaba cansado de hacerlo frente a él. Estaba agotado de que todas sus emociones se vertieran peligrosamente sobre ese ser extraño que en cada encuentro esporádico se graba más y más en su cabeza. Como una lección que pronto podría arrepentirse en aprender.

 

 

 

 

Yoochun recordó las perspectivas completas de su vida muy tarde, cuando la imagen de Changmin dejó de brillar por un instante con tanta intensidad, cuando su corazón ya no saltó conmocionado y sus ojos al fin pudieron dejar de mirarlo así, con esa epifanía deliciosa, parecida al mejor de los regalos.

 

Pero luego se removió incómodo, con una presión enorme sobre él y un poco de fe en sí mismo perdido en algún lugar. Era como un escozor extraño que recorría cada parte de si y lo hacía sentir en conflicto.

 

Pero cada vez que marcaba el número de Junsu, sonaba y sonaba sin darle la más mínima oportunidad, entonces Yoochun decidió salir muy temprano de ahí, con la imagen de Changmin dormido muy marcado en sus ojos, apenas pudo hablar con Choihang y aclararle que volvería pronto pero cuando se encontró en recepción solo logró sentirse más inestable que antes.

 

¿Qué le podía decir?

¿Cómo podía mirarlo a la cara?

 

—Yoochun…— Junsu llegó con su ropa de dormir, y su mirada algo confusa, apenas las puertas del ascensor se abrieron y Yoochun volvió a caer en ese abismo horrendo de incomprensión. Era Junsu. Ese Junsu en toda su magnificencia, y la mirada de Yoochun se opacó. —Hablemos arriba.

 

Junsu jaló de su mano buscando una privacidad que en aquel lugar no iban a tener, pero el contacto duró poco, mientras las puertas del ascensor volvían a cerrarse, y luego el silencio mortal los abrazó.

 

Dentro de la habitación no había demasiado, solo las pocas cosas que Junsu había decidido traer y Park momentáneamente sintió unas intensas ganas de vomitar. De que el cielo se abriera y le permitiera una excusa valedera para no tener que alejarse de él.

 

—¿Entonces?— Junsu decidió darle la espalda, a unos pasos de él —¿Has venido a disculparte y decir adiós?

—No es así… Yo…

 

—Yo te entiendo.

 

Junsu machacaba una a una las excusas que pudo tener y no funcionaban, pasaba todo tan rápido que Yoochun se sintió mareado de repente, como si el cerebro lo traicionara y jugara con su estado físico. Como si incluso respirar fuera difícil.

 

—Junsu— Aclaró su garganta y respiró hondo —Cuando te pedí que vinieras conmigo en verdad tenía puestas muchas esperanzas en esto. Yo estaba seguro de que eras la persona indicada. Pero no puedo dejar a Changmin, yo no puedo simplemente dejar de lado a la persona por la que… No sé cómo hablar contigo sin hacerte daño.

 

—Yo sabía— Susurró despacio Kim —Sabía que esto terminaría así. Siempre es así, siempre me equivoco, nunca tomo las decisiones adecuadas ¡Todo pasó tan rápido! ¿Por qué no lo pude ver?

 

Junsu llevó las manos a su rostro. Exasperado y con un bufido que intimidó a Yoochun como pocas veces le podía pasar.

 

—Está bien, vete ya. Vive tu vida aquí en Corea que yo me regresó a Paris en unos días, Solo has como si nada pasó.

—Pero…

 

—¡¿Qué no lo entiendes?!— Gritó —Tenerte aquí, pidiendo disculpas me humilla más, me hace sentir peor. Mientras más pronto desaparezcas, más pronto te podré dejar como una mala decisión. No te quiero cerca, no quiero recordarte así, no de esta manera. No quiero recordarte en lo absoluto.

 

Yoochun asintió, con su boca apenas moviéndose en intentos de palabras que morían más rápido que las ideas.

 

—Yo nunca quise que esto terminará así.

—¿Nunca quisiste volver a verlo?

 

Junsu se escuchó tan lleno de resentimiento.

 

—Sabes que no me refiero a eso.

—Lo sé. Y no te culpo, que es lo más… terrible. Si estuviera en tú lugar, si lo amara tanto, yo que tú no lo dejaría ir de nuevo. Estas oportunidades no suelen ocurrir.

 

Junsu descubrió sus ojos húmedos, justo frente a Yoochun. Y a pesar de que respiró hondo su vista solo logró nublarse un poco más.

 

—Por favor, perdóname— Para el momento en que Yoochun se arrodilló frente a él, con las manos por delante, Junsu solo pudo desviar la mirada y borrar con sus manos las lágrimas que lo acosaban. Como si hubiera cometido el peor de los pecados —En verdad me siento horrible. No quisiera que estuvieras pasando por esto. Lo siento.

 

Kim mordió su labio inferior con fuerza “No llores, no te desbarates frente a él” Lograba pensar, apretando sus puños con intensidad. Yoochun siguió a sus pies un rato más y finalmente él pudo respirar hondo y suspirar.

 

—Vete ya Yoochun.

 

Park estaba ahí, de nuevo a su altura, sin saber qué hacer, ni que decir.

 

—Por favor cuídate mucho— Murmuró con pena —Y si necesitas algo…

—Serás la última persona a la que recurra, tenlo por seguro.

 

Junsu estiró un poco su mano y Yoochun asintió con sus pasos lentos a la puerta, con Junsu cruzado de brazos y la mirada lejos de él, esperando escuchar el eco de sus pasos fuera de ahí, las palabras suyas no habían alcanzado a Junsu, no había forma de que llegaran hasta él, cuando él mismo no sabía exactamente qué decir.

 

Salió atormentado por su corto pasado, por la sonrisa de Junsu que no recuerda la última vez que vio, con un dolor de cabeza angustiante y una felicidad encarnizada que lo hacía sentir todavía peor.

 

No podía simplemente dejarlo a un lado y abandonarlo ahí.

Pero tampoco podía acercarse sin que Junsu intentara la próxima vez que lo viera golpearlo.

 

Quería y a la vez no deseaba estar junto a él.

Temía por los pocos y escasos retazos de afecto que podía tener.

 

 

 

 

Recorrió la estancia con cuidado, Changmin procuraba no tocar demasiado para no sentirse involucrado, sin embargo veía las imágenes que permanecían repartidas por cualquier lugar, las fotografías y esos ojos que transmitían mil cosas a la vez.

 

Podía quedarse ahí, observando una sola de esas fotografías, tratando de descifrar a ser ese extraño que aparentemente era él y parecía tan estremecedoramente entregado a esas tres personas que parecían ser su familia sanguínea.

 

El lazo con Yoochun era mayor, mucho mayor, quizá por ser el único recuerdo desarrollado en su cabeza hasta la fecha y levantarse a solas fue como un terrible vacío sin ser expresado a continuación.

 

—Changmin— Cuando su madre, denominada así por las pruebas presentes llegó hasta él, envuelta en ese hermoso vestido y con sus pasos un poco indecisos, Changmin apretó los puños reticente ante la imagen de ella —¿Quieres hablar un rato?

 

Si bien sus emociones no definidas lo tenían atrapado. Changmin luchó porque su rostro no mostrar ni un ápice de esa terrible negación que quería exfoliar incluso a costa de romperle el corazón a la mujer.

 

—Claro.

 

No quería ni un poco de contacto humano desconocido, no quería sentirse mínimo e indiferente, con tan poco conocimiento que sentía que todo lo que se sentía a su alrededor eran puras mentiras. Esa desconfianza tan suya que no lo dejaba avanzar.

 

Contaba una a una las verdades que eran susurradas en sus oídos y pretendías separarlas y asimilarlas, tratar de darles argumentos valederos para toda esa sensación hueca y el espacio vacío de Minho, aquel que simplemente había desaparecido.

 

A veces Changmin pensaba que preguntar por él sería imprudente, pero de repente vagaba en sus propios desvaríos y pensaba que regresar con él movería las piezas de ese enorme juego de ajedrez. Minho no era un completo extraño en Seúl, tenía incluso a su hermano mayor aquí.

 

—Vamos al salón.

 

Choihang tomó su mano con soltura, su tacto cálido y agradable lo guio entre los pasillos vacíos y él solo pudo deslizar sus pensamientos hacía Yoochun, al hecho que lo había llevado lejos de él, dejándolo afrontar todo esto solo.

 

Porque podía estar ocultando sus miedos, pero de algún modo, internamente, deseaba su mano, su apoyo junto a él, lo único creíble en medio de tanto desconocimiento tan bestial que arañaba lentamente su cordura inestable.

 

 

 

 

—¡¿Dónde has estado?!

 

Changmin ingresó azotando la puerta de su habitación, Yoochun apenas alcanzó a terminarse de sacar la camisa que llevaba puesta cuando la mirada profundamente molesta del menor lo atravesó sin reparo, con sus puños apretados y sus cejas juntas por el enojo.

 

En un instante breve Yoochun se sintió acorralado, como si hubiera salido a hacer algo realmente malo y Changmin quien clamaba tanto su presencia solo lograba sentirse ofuscado y endeble al mismo tiempo.

 

—Tuve que salir un momento…

 

—¡Estuve esperando por ti!— Cuando Changmin gritó con fuerza, descubrió tarde que la pregunta anterior no necesitaba una respuesta en verdad —Esa mujer intentó hablar conmigo pero fue un absoluto fracaso, siento… que no hay ninguna conexión.

 

Finalmente esa fuerza intensa con la que Changmin había ingresado quedó disminuida a las cenizas y Yoochun caminó hasta él con un suspiro pequeño entre los labios, Shim era como un vacío interpolado y sus manos agarraron con ligereza los brazos de él.

 

—¿Hablas de tu mamá?

 

Changmin asintió con la mirada perdida de un lugar a otro, sin reparo ni astucia, solo despojos suaves de evitar su mirada ante el sofoco propio de la debilidad que caía sobre sus hombros. El desconcierto y el miedo envueltos por igual.

 

—Tendremos que buscar ayuda.

 

—No me vuelvas a dejar solo— Changmin se atrevió a abrazarlo, a que sus brazos rodearan a Park con débil fuerza —Eres lo único que recuerdo, lo único real— Se asqueó mientras lo pronunciaba, depender de otro lo hacía sentir infravalorado, pero Changmin solo suspiró moviendo un poco los cabellos de Yoochun ante el gesto.

 

Estaba envuelto por un giro constante, los recuerdos creados desde que hubiera abierto los ojos luego del accidente parecían dispersos ahora, Yoochun era lo único presente. Su único pasado al que podía mantenerse aferrado aunque su orgullo pisoteado lo odiara justo ahora, pero acorralado Changmin no podía vislumbrar la luz y sus miedos ante tantos cambios, tan rápido lo dejaban sin fuerzas y sin armas.

 

—No tengas miedo Changmin.

 

Y la manera en que Yoochun podía leerlo lo aliviaba y lo asustaba por igual.

 

 

 

 

Minho dio pasos suaves en medio de toda esa locura que eran los sujetos a su alrededor, sus ojos cansados y mitigados por los malos augurios lo llevaron hasta ahí, su corazón pequeño y destrozado lo hizo sentir más joven de lo normal. Tan pequeño e insignificante que acercarse al pequeño estado del vidrio frente a él lo hizo sentirse paralizado.

 

Cuando colocó la mano sobre el vidrio y observó el cuerpo de Siwon su cuerpo entero sintió el vacío emocional que venía suponiendo desde que recibió la llamada. Escuchó los susurros lejanos y una voz en su cabeza que le decía que algo debía hacer.

 

Madurar pronto nunca había sido lo suyo, su relación subjetiva con Changmin eran muestras de ello. Pero no era tiempo para pensar en él, solo podía sufrir del choque emocional que tenía mientras veía a la persona más saludable y fuerte que había conocido, lleno de tubos, heridas y moretones que lo hacían casi irreconocible.

 

Su rostro completamente ausente lo hizo sentir que el mundo se abría frente a él y Siwon, un espacio que jamás podría ser saldado, luego la realidad cumplió su cometido y las lágrimas salieron solas, sin que su expresión variara demasiado. Su corazón se adelantaba a la fisiología de su cuerpo y Minho no sabía si agradecerle o no.

 

Solo salían, como pequeñas gotas rebeldes que escapaban de sus ojos, tan vacío e indispuesto que sintió la imagen de Siwon marcarse en sus ojos por un tiempo indefinido.

 

No lo vas a olvidar” gritaba su mente y Minho le daba la razón.

 

 

 

 

—Vamos hyung.

 

Heechul, débil todavía no lograba entender las acciones de Sungmin. Lo había sacado de la habitación sin tomar demasiadas cosas en cuenta, como su precaria salud que podía empeorar en cualquier momento.

 

Y no es como si Heechul quisiera hacer muchas cosas con su vida o no, pero las acciones del más bajo le dejaban entrever algo más peligroso todavía. El miedo en sus facciones mientras lo ayudaba a acomodarse en esa habitación repleta de cinco personas más, en una habitación de uso general.

 

Solía jactarse siempre de poder tener una de esas habitaciones privadas, pero Sungmin lo había llevado hasta allá, un pase implícito que no terminaba de entender.

 

—¿Qué está sucediendo? ¿Por qué pediste que me cambiaran de habitación?

—Aquí estaremos bien. Entre tanta gente hay menos riesgo— Sungmin parecía hablar solo y a veces miraba constantemente a la puerta.

 

—Sungmin…

—Tienes que recuperarte pronto, hyung. Tenemos que huir, no creo que él haya muerto, no tan pronto… no tan fácilmente.

 

—¿De qué hablas?

—Leesang.

 

Los ojos se le abrieron de par en par, en un movimiento que casi lo hizo sentir mareado, pero quizá era propio de su estado precario. Mientras Sungmin seguía nervioso y casi pálido frente a él.

 

—¿Qué hiciste Sungmin?

—Nada— Lee lo miró a los ojos y Heechul solo intensificó su mirada —Tú solo ocúpate de mejorar pronto, hyung.

 

Las muñecas vendadas de Heechul dolían todavía, no las podía mover demasiado y el apetito era menor que el habitual, sin embargo Kim parecía dispuesto a ignorar lo sucedido. Sungmin parecía comprometido con la situación.

 

Las alas de Heechul estaban tan rasgadas como sus brazos ahora, si miraba a Sungmin por ratos, su rostro cansado evidenciaba las noches sin dormir. Heechul se sabía importante para él, pero solía ser más egoísta de lo normal ahora. Y buscaba huir. Solo eso como base principal. Inexplicable y monótono. Como eso que Sungmin parecía tan empeñado en ocultar.

 

Suavizó un poco sus expresiones mientras los acompañantes de los que permanecían en otras camas hacían cosas para lograr animar al otro, suponía no estar en un lugar especial, solo en el lugar que aquellos a punto de salir solían usar.

 

Heechul se negaba a hablar con la psicóloga, pero tenía la firme idea de mentir hasta donde pudiera, si eso le otorgaba la salida inmediata de ahí.

 

 

 

 

Un paso tras otro Jaejoong caminó. Guiado por la desesperación y la insoldable caricatura que era él dentro de sus recuerdos, como un odioso video de amor: entre sonrisas desubicadas y sutiles roces, besos menguantes y situaciones que parecían vistas a través de la pantalla de un televisor.

 

Las sentía tan ajenas y tan parte de él, que se terminó por rendir.

 

—Guardia— Habló, aún con la mirada perdida y las emociones muertas. El hombre giró con la sorpresa dibujada en sus facciones, aunque velozmente las cambió por una indiferencia renuente que Jaejoong ignoró, agarrándose fuerte de los barrotes de la celda —Estoy dispuesto a confesar.

 

El guardia abrió sus ojos un poco más, todavía sorprendido por el hecho de oírlo hablar desde que fuera capturado, a pesar de las constantes iniciativas de la psicóloga porque diera un paso hacía ellos.

 

—Iré a llamar a mi superior.

—¡Espere!— Apenas estiró su mano, saliendo de los límites de su libertad pasiva —Antes necesito pedir algo a cambio.

 

—¿Crees que te encuentras en posición de exigir?

—¿Tienen alguien más?— Jaejoong sonrió advirtiendo la tensión en los hombros del otro —Vamos… No es la gran cosa en realidad. Será algo muy fácil de concederme.

 

 

 

 

Cheolyong solo observó de lejos a Jihoon la manera en que se mantenía con la cabeza un poco baja escuchando con atención a la mujer un poco más bajo que había llegado de urgencia a comunicarle algo sumamente importante. Rain tenía sus brazos cruzados y una expresión seria total.

 

Mir se había mantenido renuente a moverse de ahí, había llegado a casa a avisar, pero mientras Rain no saliera del dichoso hospital, Cheolyong sentía con el paso de los segundos que poco a poco su presencia era cada vez más innecesaria.

 

Lo contempló pensar durante largos segundos, hasta luego pronunciar pocas palabras y volver junto a él. La mujer en cambio solo había asentido moviéndose velozmente de ahí. Cuando llegó, la mirada de Jihoon había cambiado un poco, parecía tratar de leer en sus ojos algo y Mir intentó no desviar la mirada.

 

—¿Ocurre algo?

—Es hora de que vayas a casa, Mir.

—Pero…

 

—Yo estoy bien— Le cortó de inmediato Jihoon —Agradezco mucho que estés aquí, pero debo quedarme con mi escuadrón y luego atender cosas importantes del departamento ya que Siwon no…— Repentinamente la lengua de Jihoon se trabó —Bueno, creo que es mejor que vayas a descansar, por favor.

 

Mir asintió, tratando de no convertirse en esa molestia de la cual Rain se pudiera arrepentir, había tantos huecos en medio de ese abrazo y esa repentina frialdad con la que hablaba ahora. Por eso sonrió suavemente y luego respiró hondo.

 

—Cuídate.

 

Luego de eso los latidos sonaban en su cabeza, sus palabras agotadas morían mientras salía del hospital y recién entonces se avergonzaba por sus acciones impulsivas, por lo que el resto del mundo había podido contemplar y por Rain, en toda la extensión de lo que representaba inestablemente para él.

 

 

 

 

Jaejoong entró de la peor manera aquella noche, cuando el reloj marcaba las once y algo más y el lugar estaba casi desierto, casi porque la gente no estaba en todas partes y apenas y había unos cuantos dormidos en las salas de espera. Porque las enfermeras parecían ocupadas en revisar únicamente las habitaciones y porque afortunadamente la prensa había abandonado al fin el lugar.

 

Sus manos apresadas por las esposas molestaban, a su lado dos policías escoltaban su paso por el lugar y Jaejoong, inseguro de lo que iba a encontrar solo pudo morder su labio y tratar de eliminar esa contradictoria sensación de malestar total que lo recorrió de pies a cabeza.

 

Cuando llegó, Rain estaba ahí, con algunos rasguños y su expresión seria. Parecía esperar frente a la puerta, metido en sus pensamientos, desconfiando de él plenamente. Y cuando estuvieron frente a frente, Jihoon se tomó el tiempo de analizarlo, diestramente por un par de minutos antes de atreverse a hablar.

 

—Diez minutos— Le aseguró —Y no estarás solo.

—Yo pedí que…

—No te puedo dejar solo con él, eres un elemento demasiado peligroso.

 

Saberlo no era lo mismo que reconocerlo. Y Jaejoong sintió nuevamente el deseo impune de arrodillarse si era necesario con tal de que lo dejaran pasar. Ese desconocido allá dentro, ese que había jugado con su ‘yo’ ajeno e ingenuo sin pasado ni memorias lo estaba obligando a la más grande estupidez de todas.

 

Pero esa parte democrática suya no se rendía y clamaba por verlo otra vez.

 

—Tú decides Jaejoong— Habló otra vez Rain —Te acompaño, o te vas de regreso a la jefatura.

—Pues si me regresan no diré una sola palabra.

 

—De todas maneras irás a la cárcel— Rain era renuente —Es tu decisión. Solo tú sales perdiendo, yo puedo encontrar a más que estén dispuestos a hablar.

—Nadie como yo.

 

Jihoon pareció abrir un poco más sus ojos, Jaejoong por un momento pensó ganar, sin embargo Rain respiró hondo y luego solo dejó sus palabras escapar.

 

—No pienso cambiar de decisión.

 

Y Jaejoong tuvo que resignarse una vez más, todo por culpa de él.

 

 

 

 

Así que entrar fue poco más que devastador, extraño y asfixiante.

 

La habitación mantenía ese sonido mortal y constante, la vida de Yunho pendiendo de ese aparatoso ruido, su cuerpo sobre aquella pequeña cama y ese tubo grueso entrando por su boca, haciendo que cerrara los ojos un instante, tan intenso verlo así que cuando la puerta tras él se cerró, no pudo evitar girar de inmediato.

 

Solo estaban Rain y él acompañando a Yunho esa noche, solo eran decadentes diez minutos otorgados para todo lo que le hubiera gustado decir. Jihoon se acercó serio todavía, quitándole las esposas sin apuro y mirándolo directamente a los ojos luego de contemplar a Yunho un rato más.

 

—Es todo lo que puedo hacer.

 

Murmuró sin que él alcanzar a comprender, pero cuando lo vio sentarse en la cama vacía junto a Yunho y correr una cortina, Jaejoong sintió un pequeño espacio de privacidad casi inmune, caminó aterrorizado por las heridas que veía en su cuerpo, el ojo izquierdo lo tenía hinchado ¿perdería la visión?

 

Su pierna estaba inmovilizada y apenas cubiertas las heridas más graves en sus costados. Caminó abstraído por el pequeño momento que le fue entregado y analizó su estado de asombro total. Había visto a gente morir a sus pies, de todas las formas posibles, los había visto agonizar inclusive. Yunho era un nombre más en su larga lista.

 

Pero sus manos tocaron las ásperas de Jung con cuidado y sin interponerse entre todo aquello que lo mantenía con vida ahí, su cabello y sus facciones, todo tan diferente al Yunho que pudo ver días atrás.

 

Acarició su rostro y notó en ese momento que su mano temblaba, que estaba tan irritadamente molesto y nervioso a la vez que solo quería poder encontrarlo despierto, pero él no hacerlo solo ponía en declive todas las cosas que pasaban por su cabeza.

 

—Lo siento mucho. Soy dañino para todas las personas a mi alrededor, si te hubiera conocido con mis recuerdos en su lugar, ¿te lo hubiera llegado a decir? ¿Te hubieras alejado de mí? ¿Me habría alejado yo de ti?— Arregló un poco ese cabello despeinado y trató que su boca mostrara una sonrisa —Me debes una disculpa, Yunho. Pero si hablas conmigo, ahora que se quién soy en verdad ¿te decepcionarás?

 

Su monólogo estaba siendo pronunciando en las voz más baja que encontró. Yunho seguía sin mostrar reacción alguna y Jaejoong solo podía respirar hondo y olvidar como llorar.

 

—Llegó la hora de hacer lo correcto, aunque yo nunca creí en eso— Bufó de repente, alzando la mirada ante el blanco techo del lugar —En realidad yo solo quería huir y hacer como si mi pasado no hubiera existido jamás. Ahora es difícil con la policía sobre mí ¿no?

 

Rió repentinamente, tapando un poco su boca y luego volvió a respirar profundo, evitando tocar demasiado a Jung, porque su cuerpo parecía delicado incluso ante el más mínimo toque. —Si hago lo correcto, alguien como tú… ¿me podría llegar a querer?

 

La sonrisa tembló de repente y luego sacudió la cabeza con fuerza —¿Pero qué estupideces estoy diciendo?— Sonrió un poco más confiado y apretó deliberadamente la mano de Yunho —Si despiertas espero que te digan que estoy haciendo las cosas bien, y quizá así te atrevas a mirarme a la cara otra vez. Aunque sea para decirme adiós. Si estás vivo no me importa si te vas a otro país u otro continente ¿me oyes?— Jaejoong sintió la respiración fallarle porque fue incluso hasta inestable —Dentro de la cárcel de todas maneras no te voy a poder ver. Solo recupérate por favor, Boa seguramente ha de estar viajando para acá, ¿lo recuerdas? Ella siempre decía que nos veíamos realmente bien juntos.

 

Los recuerdos de sus paso jugaron deliciosamente con su presente, la imagen de ella tan presente en su cabeza mientras Yunho seguía inmóvil y sin parpadear.

 

—Yo nunca te lo dije… Pero eso me pareció tan real, como un anuncio del destino. Ya sabes, mi otro yo, sin memoria, que era un ridículo de lo peor. Este yo, el Jaejoong de verdad, con sus recuerdos y experiencias completas ¿te agradará? ¿Le seguiré agradando a Boa? Yunho… ¿recuerdas aquel globo que hiciste llegar hasta mí? Seguro ya reventó, pero ese es el mejor de los recuerdos que tengo, ahora, consciente de toda mi vida, te lo puedo decir: es mi más preciado recuerdo. Lo simboliza todo para mí. Y justo ahora quiero que ese deseo que pedí meses atrás se cumpla, que se haga realidad.

 

Se cansó de esas emociones revoloteando por todas partes en su interior y sencillamente pasó una mano por su rostro cuando al fin vio a Jihoon moverse, el tiempo se le había agotado demasiado pronto y Jaejoong únicamente quería quedarse ahí, junto a él hasta que llegara a despertar, pero su realidad lo alejaba cada día un paso a más.

 

—Despierta pronto por favor.

 

Besó sus labios sin reparo, con un toque breve a pesar de las heridas limpias que tenía Jung, luego solo dejó otro suspiro leve escapar. Y apretó sus puños sin cuidado. Trató de borrar esas expresiones de su rostro y que todo ese dolor se mitigara dentro de él.

 

—Ya es hora— Jihoon trató de sonar suave mientras abría las cortinas y miraba a Yunho una vez más —Espero que cumplas con tu palabra.

—Lo haré.

 

Las esposas volvieron a él, y su caminar fuera de la habitación fue más pesado de lo habitual, lo miró por última vez, justo antes de que la puerta se volviera a abrir y deseó, que el tiempo lo dejara llegar hasta él otra vez.

 

Fin Capitulo Diecisiete

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Memorias prohibidas: capitulo 16


 

Memorias Prohibidas

 

Capítulo 16: He aprendido tan pocas cosas del amor.

 

 

Donghae esa mañana se encontraba más atareado de lo normal, tenía sus manos puestas en demasiadas cosas como para poder centrarse en una sola tarea, y la aparición del hijo mayor del funcionario público solo había logrado revolucionarlo todo.

 

Hace mucho que no sabía de Heechul, porque la investigación por su parte con él ya había terminado, y Siwon ya no creía necesario seguir sus rastros, pero esa mañana en particular resultaba inquietantemente ligera, tanto que Donghae solo pudo suspirar resignado en un par de ocasiones.

 

Aún tenía esas emociones extrañas galopando entre la angustia y la desesperación porque no tenía noticias de esa persona que hace más de año y medio había desaparecido en una misión que él consideraba exageradamente riesgosa, pero que a su mejor amigo parecía sacudirlo todo y brindarle la oportunidad que tanto requería.

 

Pensaba en él y en lo mucho que lo extrañaba cuando salió de una de las oficinas y se encontró con aquel muchacho que tantas veces había visto salir con Heechul, su rostro fino y su piel blanca, su expresión vacía y las manchas de sangre en su ropa, acompañado por ese rostro con evidencias de llanto.

 

—Qué bueno que apareces— Una de las mujeres se acercó sutilmente hacía él, con voz baja y profunda —Ese muchacho necesita hablar con alguien de un rango superior. Es muy extraño, pero parece estar en estado de shock.

 

Donghae analizó cada facción de Lee Sungmin en ese instante, sin adivinar todavía lo que lo traía por un lugar como la jefatura de policía, ni mucho menos comprendía por qué repentinamente tuvo otro de esos presentimientos fuera de lugar.

 

 

 

 

—En verdad me sorprendió tu llamada— Siwon dejó lentamente las llaves sobre el pequeño mesón a la entrada de su departamento, Minho solamente cargaba sus maletas y las dejaba cerca del sillón, con ese inusual silencio alrededor de él —Ni tampoco esperaba que ese amigo al que querías que ayudara se tratara de Shim Changmin.

 

—Creo que ni siquiera yo pude medir la importancia de todo eso.

 

Minho tenía ese tipo de expresión en el rostro, lucía abatido y cansado mientras se dejaba caer en el sillón y suspiraba largamente. Siwon tenía tantos problemas en la cabeza como para regalar algunos de ellos y poder así aligerar sus penas, sin embargo Minho estaba absorto en algo, tan profundo y preocupante que solo pudo sentarse junto a él y mirar, el mismo exacto punto vacío que el menor contemplaba.

 

—Te extrañé mucho Minho.

 

No solía ser un hombre de muchas palabras, pero en ese instante parecieron ser las adecuadas cuando Minho tomó su mano fuertemente y luego asintió mordiendo sus labios, y con otro de esos suspiros nada reparadores.

 

Minho y él habían crecido prácticamente solos, sus padres con una temprana muerte habían dejado a Siwon a cargo de un muchacho joven y aventurero que gustaba vivir de los placeres de la vida a cargo propio, no pudo detenerlo cuando decidió abandonar Seúl algunos años atrás dejando atrás estudios, amigos y por supuesto a él.

 

Siwon no quiso detenerlo, Minho era tan libre y diferente a él, que regirlo era imponerle sentencias. Habían crecido solos a cargo de varios familiares, pero solos al fin y al cabo, pero aun así, sabían tan poco del otro que era gratificante descubrirlo todavía a pesar de los años.

 

Siwon siempre supo, que su hermano menor era como un libro abierto, por eso brindó apoyo y buscó apoyo por igual, abrazándolo suavemente al principio, dejando que Minho escondiera el rostro en su pecho y luego suspirara de nuevo.

 

Cansado y abatido igual que él.

 

 

 

 

—Bebe un poco de té.

 

Yoochun apenas tomó el pequeño recipiente entre sus manos, luego de que la prensa se marchara y la familia entera se reuniera en el salón. Sus ojos miraban fijamente la imagen de Changmin frente a él, casi etérea, casi como un alma.

 

Podía haberse golpeado en la cabeza y alucinar tan fuertemente, tan cruelmente que sus instintos podían bloquearlo todo por igual, sin embargo todos parecían ver lo mismo que él y podía notar que Changmin empezaba a incomodarse.

 

—Deja de verme así— Habló por fin y se levantó de su lugar, Changmin se movió de un lado a otro, exhalando con fuerza y luego regresando junto a él —En verdad eres tú— Yoochun vio sus ojos, la manera en que las manos de Changmin tocaron su rostro, reconociéndolo de nuevo —En verdad te veía… Mi mente es impresionante.

 

Yoochun sonrió sin poder evitarlo, esa esencia de Changmin tan presente que solo podía creer que se estaba volviendo loco, o quizá ya lo estaba y solo estaba sumido en sus desvaríos personales sin poder ser rescatado.

 

Pero, si era así ¿qué importaba?

Changmin estaba ahí, presente, justo frente a él, tocándolo, probándole que era real.

Si había perdido la razón, sinceramente ya no le importaba.

 

—¿Qué te pasó?— Susurró sus palabras lentamente, tomando una a una las manos de Changmin, sentir su calor y su piel algo suave entre sus manos —¿Por qué desapareciste así? ¿Dónde estuviste?— Sin embargo la mirada de Changmin lució débil, gacha mientras movía un poco la boca y finalmente dejaba a un lado el valor para hablar.

 

—Es complicado…

 

Yoochun sintió que incluso empezaba a dolerle la cabeza. Quizá eran demasiadas cosas al mismo tiempo, pero el punto final a esa angustia dolorosa lo calmaba todo, era como si estuviera embelesado por el rostro de Changmin y su presencia, no quería siquiera cerrar los ojos y que luego la imagen de Shim se marchara, justo como en algunas de sus pesadillas.

 

—Luego tendrán tiempo de hablar— Choihang finalmente levantó la voz, tan suave y hermosa que Yoochun apenas pudo levantar el rostro y asentir, no le importaban las explicaciones en ese momento, si Changmin era real y podía permanecer con él —Será mejor que ambos descansen.

 

En verdad para Yoochun no existían las incomodidades con Changmin, siempre fue un gesto mutuo entre ambos y los ojos de Shim lo observaron plenamente, esperaban algo de él que Yoochun reconoció y se atrevió a intentar.

 

—¿Podríamos…?— Incluso se sentía inseguro —Ya sabe, quiero hablar con él, necesitamos hacerlo.

 

Miró a la mujer con suplica, como si fuera un adolescente pidiendo un permiso difícil, apretando la mano de Changmin con fuerza, y se sentía tan unido a él, cuando sintió al menor retribuyéndole casi con la misma fuerza el agarre. En la distancia, Mir apenas sonrió en silencio, reviviendo escenas viejas que ya habían sido contadas mientras su madre sus piraba y cedía como en cada ocasión ante ellos.

 

—Vayan, pero tómense las cosas con calma.

 

Yoochun llevaba la batuta en esa situación, parecía ser la mano líder que los guiaba, incluso en el momento en que asintió velozmente y caminó de la mano con Changmin, subiendo unas escaleras que el menor ya se sabía de memoria mientras desaparecían entre esos pequeños y suaves pasos en la residencia de ellos.

 

Hangsook suspiró sentado junto a él una vez su esposa estuvo a su lado, sonriendo un poco mientras ella parecía más bien conmovida por todo lo que estaba ocurriendo, todo tan pronto, tan rápido que él únicamente tenía espacio en sus emociones para sentirse agradecido, porque aunque los ojos de Changmin siguieran mirándolo con algo de vacío.

 

Era su Changmin al fin y al cabo, el que volvería en su totalidad en el momento indicado.

 

 

 

 

—Tienes visita.

 

Jaejoong en verdad tuvo la esperanza de que fuera era él.

 

—Hola Jaejoong— Pero sus ojos se alzaron al reconocer esa voz gruesa, que lastimaba a sus recuerdos mientras lo veía y su mundo entero se sacudía, confundido entre su pasado y el presente que había estado viviendo sin sus recuerdos —Mira que encontrarte vivo es una gran sorpresa.

 

Pero Jaejoong frunció el ceño, apretando con fuerza los barrotes entre sus manos, mirando a Leesang con desprecio mientras este sonreía abiertamente e incluso se permitía esconder las manos en los bolsillos de su pantalón, con esa expresión orgullosa y repleta de vanidad.

 

El mundo para él seguía dando vueltas, esa ingenuidad casi delatora con la que había logrado acercarse a Yunho, olvidando ese pasado que había hecho mella en el carácter compuesto por las manos de Leesang. Sin embargo seguían ahí, cada uno de sus sentimientos por Jung, pero también estaba ahí el Jaejoong que Leesang había moldeado.

 

Confabulaban ambos dentro de su cabeza.

¿Cómo exactamente debería comportarse ahora?

 

—¿No piensas hablarme?— Leesang parecía conmovido, con su rostro cerca, y Jaejoong solo pensaba, ¿realmente qué responderle? Pero el hombre solo suspiró y lo miró —¿Acaso perdiste la lengua?

 

No había compasión en Leesang por ninguna parte eso Jaejoong lo sabía tan bien que era incluso ridículo pensar que podía solo olvidarlo. Así que terminó por reír, a carcajadas completas, como no lo había hecho probablemente en años, apretó las manos contra su estómago e incluso se encogió un poco.

 

La mirada del mayor, repleta de espasmos y rechazo mientras lo miraba volverse loco en su misma inmundicia. Pero Jaejoong solo rio, una y otra vez como si las carcajadas fueran una necesidad igual que respirar para sus pulmones.

 

—Estás loco…

 

El deprecio de Leesang tan palpable que Jaejoong únicamente sonrió y lo miró marcharse, tan aturdido como confundido por igual y de algún modo extraño sintió internamente que estaba haciendo un buen trabajo.

 

No lo quería volver a ver. No quería nada de su pasado en su vida ahora.

No se quería así mismo… Ocho meses atrás.

 

 

 

 

Rain había tenido una de esas mañanas por demás contrariadas, su trabajo exigía tantas cosas en su vida que sentirse así de confundido y estresado era algo que definitivamente no iba con él, pero mientras Siwon parecía sumergido por situaciones ajenas a él y que prefería desconocer, supo que tomar el mando era lo adecuado.

 

Sin embargo Yunho parecía ser intencionalmente alejado de hablar con Jaejoong, a cada momento surgía algo que lo mantenía entre papeleos o visitas importantes que requerían de su atención mientras Shindong lo relacionaba con diferentes casos atrás.

 

Jihoon sabía poco, pero sentía la necesidad de Yunho por hablar con Kim.

Necesidad que hasta ahora había sido vetada por sus necesidades en el trabajo.

 

—Permiso— Dos toques en su puerta anticiparon la entrada de Cheolyong que parecía incluso un poco pasivo mientras ingresaba en la pequeña oficina llena de cajas con demasiados papeles a su parecer —¿Estás ocupado?

 

Y negarse a esos ojos fue un poco más que imposible.

 

Había aprendido con el paso del tiempo que Mir era diferente a las demás personas para él, y cosas como esas, un adulto como él solamente las debía resguardar sin quedar demasiado en evidencia. Por eso accedió a tomar un poco de café, aquel que vendían en la cafetería aledaña a la estación de policía y que parecía ser uno de los negocios más acertados en el lugar.

 

El frío era invasor e incluso pudo contemplar a Mir cerrando mejor su abrigo mientras se cubría y caminaba junto a él casi sin parecer demasiado apurado.

 

—¿Qué querías decirme?

 

—Es sobre los últimos días— Mir se escondía en ese abrigo, y parecía incluso más pequeño —Lamento haberme comportado de esa manera. Pero… todo era extraño, eran demasiadas cosas, todas pasando al mismo tiempo.

 

—Está bien— Sonrió —He tenido casos de familiares en peores situaciones.

 

Entraron en la cafetería casi al mismo tiempo y Jihoon pudo notar la pequeña sonrisa de Mir incluso a pesar de únicamente poder divisar su perfil, apenas un poco más bajo que él.

 

—Mi familia y yo estamos muy agradecidos por todo.

—En realidad no…

 

—Padre dijo que les enviara un presente.

—No es necesario— Su negativa absoluta hizo al otro levantar el rostro desconcertado —En verdad nada de eso es necesario.

 

Así que Cheolyong volvió a sonreír mientras buscaba la billetera en su abrigo y respiraba hondamente, como agarrando el valor necesario.

 

—Entonces al menos déjame invitarte un café.

 

Mir ni siquiera esperó una respuesta de su parte. Rain solo lo vio hacer fila mientras esperaba para poder hacer su orden y lo contempló tan poco tiempo, que la llegada brusca de Donghae lo tomó desprevenido y con los ojos abiertos de par en par al notar su rostro agitado y su respiración contrariada.

 

—¡Al fin te encuentro!— Lee parecía exasperado, casi rayando los límites de su propia tranquilidad mientras lo sostenía del brazo y Jihoon sentía la mirada de Mir en ambos en aquel instante —Ocurrió algo, es severamente importante.

 

—¿Tiene que ver con el caso principal?

—Totalmente— Donghae se permitió respirar hondo otra vez —Debemos movernos rápido, te necesitamos en la oficina ahora.

 

Rain asintió casi sin problemas, sin dudarlo un solo segundo —Ve, yo te sigo— La mirada de Donghae se resbaló delicadamente hacía el muchacho que continuaba a su lado y Rain solo movió un poco su cabeza, obligándolo a Donghae a obedecer mientras abandonaba la cafetería y él se encontraba con la mirada expectante de Cheolyong.

 

—Ya oíste— Se excusó —Debo irme, queda pendiente lo del café.

—De acuerdo.

 

Ni siquiera se molestó en más formalidades entre ambos y de pronto mientras caminaba de regreso a la estación de policía le resultó extraña la pequeña convivencia de ambos, compartiendo espacio y tiempo, de un momento a otro. Tan cercanos, que incluso el mismo Rain sintió escalofríos.

 

 

 

 

Yoochun empezaba a sentir que exageraba cada una de sus miradas, y sus actitudes, tan alejado de su realidad que incluso aunque lo pensaba y lo sentía así, prefería ignorar las voces y continuar, con su mano cerca del rostro de Changmin, recostado en la cama frente a él, ambos contemplándose, con palabras cortas y frases pequeñas.

 

—¿En verdad lo olvidaste todo?

 

Era más fácil si tocaba suave el tema, aunque su estómago quemara y se sintiera incluso decepcionado al verlo tan vacío a ratos.

 

—No todo en realidad— La voz de Changmin no había cambiado, era su tono algo previsivo que Park reconocía como el tono que el menor usaba antes de que fueron amigos —Hay cosas, que me venían a la cabeza todo el tiempo.

 

—¿Cosas como qué?

 

Hablaban casi en susurros, dentro de la habitación de Changmin, como si el lugar les perteneciera desde hace tanto.

 

—Te recordaba, todo el tiempo— La sinceridad de Shim lo atacó brutalmente, lo suficiente como para dejarlo paralizado —Primero era tu voz, y hasta hace unas semanas al fin pude ver tu rostro. Identificarte de entre todas las manchas borrosas que se me aparecían entre sueños— Tan pequeño frente a él, que llorar hubiera sido tan patético, estaba abrigado por la sensación más maravillosa de todas.

 

Changmin seguía en medio de su propia ignominia buscándolo, recordándolo a él, Changmin continuaba en el fondo, con sentimientos fuertemente arraigados y los brazos de Yoochun se movieron suaves hasta la camisa de Shim, apretando la tela entre sus puños y respirando muy cerca de su cuello.

 

Era un poco menos patético si lloraba lejos de la mirada de él.

Y con suerte Changmin ni lo notara.

 

Pero el letargo breve de ese abrazo complicado lo hizo permanecer así demasiados minutos, con tantas cosas en la cabeza que cuando se pudo dar cuenta, la respiración de Changmin había sido calmada, tan lenta y pausada que cuando se alejó, se encontró con su rostro adormecido, bajo la misma tranquilidad de su rostro apacible y portando toda esa belleza que siempre le pudo ofrecer.

 

Yoochun no creía haber sido tan bueno en esa vida.

Pero estaba infinitamente agradecido, tanto, que podría fácilmente dudar de su cordura de vez en cuando. Aunque Changmin fuera más real de lo que pudiera aceptar.

 

 

 

 

Minho sabía que Siwon había pedido ese día para estar con él, y aunque no se había atrevido a hablar más allá de lo debido, poco había conversado con él sobre Changmin, pero cuando el teléfono sonó, su mirada lo siguió en cada paso, y miró con un mal presentimiento en todo el cuerpo la manera en que el mayor bajaba la voz y se movía inquieto.

 

Notó la manera en que apretaba su puño, su voz aún más disminuida y pensó seriamente en decirle que no saliera, porque era como leer cada una de sus expresiones, en los próximos segundos lo único que sabría de él era que tendría que salir, y quería pedirle que no fuera, que se quedara.

 

Pero luego se arrepintió.

No era un niño llevado por impulsos.

 

—Minho, me tengo que ir— Demasiado veloz para su gusto, Siwon ya había agarrado una chaqueta y la ponía sobre sus hombros.

—¿Es necesario?— Intentó detenerlo sutilmente, sin hallar las excusas necesarias —Porque…

 

—Son cosas del trabajo, en verdad debo ir.

 

—Siwon— Lo detuvo justo antes de que tomara las llaves y miró sus ojos, fijamente durante varios segundos, de pronto se vio así mismo como un niño pequeño corriendo hacia él por cualquier tontería —Por favor ten cuidado.

 

Embebido por esos recuerdos, que parecieron también tocar a Siwon, Minho se permitió suspirar un poco y dejarlo marchar tranquilo, con una pequeña sonrisa en los labios.

 

—Ve a acostarte temprano.

—Te voy a esperar.

 

Siwon se negó de inmediato.

 

—Es un operativo, probablemente no regrese hasta mañana— Con un gesto que no tenía desde hace años, Siwon se acercó y besó su frente, dejándolo impávido con los ojos abiertos de par en par —Descansa.

 

Minho solo pudo asentir, viendo su espalda ancha abandonar el departamento y esos hincones en su pecho, persistiendo como nunca antes.

 

 

 

 

Sungmin caminó despacio y lento.

 

La habitación sola y blanca apenas iluminada, llegó con su rostro cansado, sin haber conciliado el sueño en tantas horas que solo pudo arrastrarse sin vida de regreso al hospital, luego de intensas horas de interrogatorio y miedos que ya no tenía.

 

Como si estuviera vacío otra vez.

 

Solo pudo verlo ahí, con esa palidez exagerada y todavía durmiendo, con la sangre cayendo en cuentagotas hacía su cuerpo, sintió su cuerpo temblar un rato, y terminó devastado otra vez, sentado en aquel sillón y con las piernas flexionadas como si fuera un niño pequeño y asustado.

 

Lloró de nuevo y hundió su rostro lo mejor que pudo, asustado y cansado por igual, tapando su boca para evitar el ruido, Heechul dormido a unos pasos de él, salvado por un milagro que él no entendía, pero que agradecía.

 

Convencido de haber hecho lo correcto, lloró un poco más. Era hora de terminar con todo, no importaba si Heechul lo odiaba luego, él solo lo quería ver en paz, lejos de él, aunque su traición fuera suicidio, y aunque por sobre todo ahora su invisible existencia por fin hubiera servido de algo.

 

Al menos como vía, de salvamiento para los demás.

 

 

 

—Este muchacho nos proporcionó toda la información necesaria, cosas que incluso nuestro contacto desconocía todavía, cosas de Leesang que solo Heechul le había contado a él, podemos ponerle fin a todo esto, y tenemos que hacerlo de una vez. Leesang está muy confiado, incluso se apareció por aquí, es ahora o nunca, porque seguramente luego de haber visto a Jaejoong se pondrá mucho más en alerta.

 

Yunho apretó los puños descuidadamente, lastimándose en el camino, a pesar de la mirada de discreta de Jihoon sobre él por un par de segundos, Siwon sin embargo permanecía con el ceño fruncido y los brazos cruzados.

 

—¿Por qué ese repentino cambio? ¿Por qué el amigo de Heechul hablaría así de fácil?

—Luego hablaremos de eso, por ahora vayan a prepararse, ya he arreglado los equipos necesarios y la gente. Salimos en un par de horas. Este es quizá nuestro último intento.

 

Choi asintió, mirando de soslayo a Yunho que seguía inmóvil frente a Rain.

 

—Siwon sigue por favor, necesito hablar con Yunho.

 

Recién entonces Jung levantó la mirada y cuando la puerta se abrió Rain suspiró, rodeando el escritorio para poder sentarse en el borde de este y mirarlo fijamente. Yunho no supo atinar a las cosas que pasaban por la cabeza del mayor.

 

—Si necesitas verlo antes de ir, te concedo exactamente veinte minutos. Luego necesito que te empieces a preparar.

 

No pudo acotar algo más, ni siquiera estuvo muy seguro de que decir algo fuera lo más adecuado, así que solo asintió y caminó fuera de ahí, lo más despacio que pudo mientras acariciaba sus manos y caminaba inseguro hasta el lugar donde no se había atrevido a verlo.

 

Pero el lugar a oscuras, y el libre paso que le dieron a pesar de las horas le hizo saber que Rain lo conocía incluso mejor que él mismo. Se acercó despacio, y lo encontró dormido, apenas tapado por la pequeña manta en su poder.

 

Quiso tanto poder hablar con él, más que sea un par de palabra, ver sus ojos y pedirle perdón por tantas cosas que pasaban por su cabeza. Pedir perdón por cosas que ni siquiera sabía que debía pedir perdón. Sin embargo otra vez no tuvo el valor.

 

Más bien se conformó con verlo un rato más, contemplar su imagen aunque fuera lejanamente. Jaejoong seguía sin hablar, no quería hablar con nadie y Yunho se prometió, que si salía con vida de aquella última carta que estaban a punto de jugarse con Leesang, entonces volvería con él, culpable o no, a rehacer una vida a su lado.

 

Una promesa muda entre su mirada alicaída y el silencio de esa noche.

 

Yunho luego se marchó, tratando de hacer el menor ruido posible, sin notar siquiera la forma en que Jaejoong desde su lugar fruncía el ceño y apretaba con fuerza la manta, arrugándola tanto, arrepintiéndose por no haber hablado cuando tuvo la oportunidad.

 

 

 

 

Junsu no recordaba muchas cosas de Corea.

 

Tenía años sin pisar su país natal, sin embargo sus instintos lo habían llevado sin problemas a un bar cualquiera y entonces había bebido todo lo que podía. No solía beber, no solía comportarse así, y ahora se encontraba en la peor de las situaciones.

 

Relegado tan cruelmente que solo pudo sentirse tan equivocado.

Aunque desde el inicio fue así, nunca debió esperanzarse, nunca debió pero lo hizo.

 

Así que llegar al hotel fue fácil, en cuanto se subió al taxi y le entregó la tarjeta del hotel, fueron apenas diez minutos de viaje, con todo dándole vueltas alrededor, recordaba haberle insistido a Yoochun por dejarlo hospedarse en un hotel mientras tanto.

 

Y al menos, por eso se felicitaba, porque aunque fuera temporal, esa noche tenía un lugar al que regresar. No quería pensar en Park, en su desconsiderada desatención, en su llanto, o en su felicidad extraña.

 

Por Changmin…

 

Estaba perdiendo tanto, que solo pudo llegar con dificultad a la habitación y dejarse caer en la cama, abatido y mareado, sin ánimos de perder lágrimas innecesarias, únicamente esperanzado con que el sola pareciera pronto, se compadeciera de él y le demostrara que todo había sido parte de una gran pesadilla.

 

 

 

Mir despertó esa mañana de lunes de estupendo buen humor, su padre leía el diario y su madre desayunaba tranquila, mientras la ausencia de Yoochun y Changmin era evidente, ni siquiera se tomó la molestia de preguntar por quienes seguramente continuaban dormidos, agotados no solo física sino también mentalmente.

 

Cuando entró en la cocina, tenían encendido el pequeño televisor, varias empleadas bastante atentas a las noticias de esa mañana, pero Cheolyong solo agarró una manzana y la limpió, proporcionándole una mordida pequeña antes de acercarse curioso a aquello que tenía a todos tan pendientes.

 

—Y en los últimos reportes recibidos: el gran allanamiento realizado durante la madrugada de hoy ha terminado con muchas muertes y varios heridos que aún no han podido ser contabilizados, la información todavía es reservada. Pero el lugar ha quedado prácticamente en escombros, es asombroso lo poco que ha podido capturar nuestra cámara en el terreno y los destrozos causados por lo que parece ser una bomba pueden ser vistos desde nuestra cámara área. Los moradores a varios metros de distancia pronunciaron que todo habría comenzado alrededor de las…

 

Mir abrió los ojos en demasía, era ese muchacho, sin miedo a equivocarse, era el mismo que había entrado por Rain en la cafetería la mañana anterior. Ahora la televisora mostraba imágenes de la entrada del hospital donde estaban las ambulancias metiendo a los heridos que podían.

 

Lo vio entrar en el hospital, cojeaba un poco y estaba completamente sucio. Tan velozmente y aun así lo reconoció. Lo supo como si hubiera visto al mismo Rain en el peor de los estados. Y no pudo resistir un instante más ahí, salió de su hogar casi sin despedirse, con sus pasos apresurados hacía el auto y con el corazón latiendo acelerado.

 

 

 

 

Minho despertó relativamente temprano, y lo primero que pudo hacer fue ir hasta la habitación de Siwon y decaerse en cuanto la descubrió vacía, caminó todavía preocupado, con esa molesta sensación en el pecho que no lo había dejado dormir tranquilo.

 

Caminó hasta la cocina con el apetito nulo y apretó la toalla de cocina sobre el mesón. Algo malo estaba pasando, lo podía presentir casi con cada entraña que tenía y cuando el  celular en la mesa de centro sonó, sus ojos preocupados se levantaron directos hacía él.

 

Observando asustado de contestar.

Con ese malestar incrementando tan velozmente que incluso sintió nauseas en ese mismo lugar.

 

 

Fin Capitulo Dieciséis.

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Memorias prohibidas: capitulo 15


 

Memorias Prohibidas


Capítulo 15:
Esperó, ese tardío reflejo opaco de luz.

 

 

Los tacos de la mujer se escuchaban a lo largo de la habitación. Jaejoong no se acostumbraba, nunca iba a hacerlo, encogido en aquel lugar, abrazado a sus piernas vio la puerta abrirse y esporádicos como nunca antes vinieron a su mente los recuerdos de horas atrás. Los golpes: uno tras otro sobre su puerta y finalmente sus muñecas apresadas por aquellas esposas, la vergüenza, la incomprensión y el sin sabor de no poder ver a Yunho, de pensar aunque quisiera colgarse por hacerlo.

 

Ella entró, dentro de su ropa pulcra y lo suficientemente decente como para mirarlo con pretendida comprensión y sus lentes cayendo sutilmente por el puente de la nariz. Tenía los ojos marcados por la experiencia y una boca pequeña que apenas se abría cuando le dirigía la palabra.

 

Jaejoong no confío en ella un segundo, ni en los títulos de psicología que decía tener, ni en su voz suave y las veces que intentó sacarle palabra alguna. Sencillamente se quedó ahí, justamente como lo había hecho desde que esas rejas lo hundieran sin salida, sin poder ver la luz del sol.

 

—Jaejoong…— Le volvió a hablar, con el mismo ritmo pausado de su voz —Sino me dejas ayudarte, no podremos avanzar.

 

Pero Jaejoong solo desvió la mirada, ella suspiró y pronto el aroma dulce de su perfume abandonó el lugar. Tan rápidamente como llegó, la mujer solo abandonó resignada y suspiró, mirándolo de reojo mientras le abrían las rejas y él solo sentía su profunda mirada. Oscura y determinada a la vez.

 

—Volveré pronto, pero espero que hayas pensado mejor las cosas.

 

 

 

 

—Maldita sea…— Yunho exhaló con fuerza y torció sus gestos, como si el licor apaciguara una paz que no podía ser encontrada. Pero Siwon a su lado únicamente repitió el mismo movimiento de sus manos, llevando el vodka a su boca y realizando muecas después de ello.

 

Jung lo miró, como si lo descubriera de repente. Pero Choi estaba inmune, con su uniforme correctamente puesto y su mirada más perdida de lo habitual mientras parecía estar empecinado igual que él por borrar lo que pudiera de ese día.

 

Conocía a Siwon en base a los años de experiencia en el departamento de policía. Su posición siempre seria y determinada. Los logros que portaba con orgullo y su mirada escrutiñadora para lograr todo lo que se proponía. Esperó un rato, el instante adecuado porque él lo mirara y pudiera descubrir un poco de ese estado tan fuera de lo común en el menor.

 

—¿Por qué tú ganas de beber?— Terminó preguntando cuando las conclusiones no llegaron por si solas hasta él —Tú nunca bebes así.

—Ha sido un día difícil.

 

—No creo que sea igual que para mí.

 

Se dejó al descubierto, bebiendo otro poco de vodka mientras el sabor amargo resbalaba por su garganta y el otro solo parpadeaba confundido. Yunho de pronto sintió que incluso el olor del vaso lo mareaba y restaba ganas de continuar.

 

—¿Por qué?— Preguntó unos segundos después Siwon, sus ojos perdidos todavía —Al fin terminó tú suplicio con Kim Jaejoong ¿no?

—Él es el motivo absoluto de mis problemas.

 

El vaso se estacionó con fuerza en el mesón y Siwon sacudió su cabeza.

 

—Disculpa, ¿qué?

 

—Cometí un error tras otro, Siwon…— Las penas de su pecho golpetearon consecutivamente, buscaban ser expulsadas, y Choi era lo más cercano que tenía. Lo más confiable a sus ojos —No debí involucrarme e incluso cuando me di cuenta de que no estaba haciendo las cosas como debía… Aun así… No dejé de acercarme, soy un absoluto imbécil. Pero él era como…

 

—…Como sino pudieras dejar de mirarlo, porque inexplicablemente todas tus barreras solo desaparecían— Que Siwon bajara la mirada, que susurrara sus palabras con aquel aliento a licor, hizo sentir a Yunho un poco menos desafortunado —Tu lo mirabas y él te miraba analizando tu alma entera.

 

—Era perder sin intentar ganar.

 

Yunho observó entonces esos ojos de Siwon alzarse hasta él. Otra vez esa sensación esparcida en su interior. Quemaba igual que vodka pasando por su sistema, pero era diferente al encontrar la similitud, al notar los ojos vacíos de Choi.

 

—¿Quién es?

—Kim Heechul.

 

Yunho dejó que una sonrisa atravesara sus labios, su cabeza confundida formando teorías comprensibles que Siwon captó sin el menor problema.

 

—¿Tú crees que fuimos estúpidamente usados?

—Es lo más probable.

 

Aceptarlo dolía un poco más. Yunho tenía esa sensación de estar caminando en reversa cuando lo miraba, cuando escuchó en boca de los demás que Jaejoong había llegado y había sido encarcelado, que una psicóloga real hablaría con él para tratar su caso, pero Yunho se habían enfundado en sus confusiones y ese amor in extremis que profesaba por él.

 

—Ha sido el peor día de mi vida…— Siwon pronto se colgó de su hombro y susurró las palabras cerca de su oído, a punto de desfallecer y con sus palabras mal sonadas cerca de terminar en espasmos —Solo quiero abrir los ojos y olvidarme de él. Lo quiero de verdad, quiero que desaparezca como llegó— Siwon agitó sus manos con un bufido de sus labios —Quiero que desaparezca en medio de la nada y me deje en paz.

 

—No es tan fácil… Ser adulto significa cargar con el peso de tus decisiones. Y Jaejoong fue una decisión que tome hace mucho tiempo.

 

Ni siquiera estuvo muy consciente de en qué momento Siwon se había emborrachado más que él. Solo sintió que era su deber palmear la espalda de Choi mientras este murmuraba cosas poco entendibles. Tal vez hablar de Jaejoong lo traía de regreso a la realidad.

 

O simplemente su vida acortada por los hechos, le revolvían la poca esperanza que quedaba en él. Esa pérdida en medio de la oscuridad, apartada exclusivamente para él y su historia con Jaejoong.

 

 

 

 

Había sido un caos total a su alrededor.

 

Tan fácil se había ido Changmin de su lado, que el vacío era un hueco vacío entre su pecho y el aire que no parecía llegar a sus pulmones, como si la vida llegara a darle una fuerte bofeteada por ser tan ingenuo y pensar que podía llegar a tener un retazo, por mínimo que este fuera, de la vida del mayor que ahora seguramente ni pensaba en él.

 

Todo se movió muy pronto, de pronto llegaba ese muchacho agarrando a Changmin, mirándolo a la cara, tocando su rostro, como si sus ojos pudieran descifrar un código secreto entre ambos. Y esas lágrimas no podían ser falsas. Ese rostro aferrado a la esperanza en tanto lo abrazaba con fuerza y Changmin lo miraba esperando que le dijera que hacer.

 

Pero Minho había estado más paralizado que él, luego la policía había llegado, un muchacho joven siendo custodiado entre algunos policías, y notó por supuesto que notó la manera en que Changmin y aquel hombre cruzaron miradas. Changmin parecía seguir vacío pero el otro se confundió y luego todo fue caos.

 

Uno de los agentes se había acercado, el joven aferrado a Changmin había logrado alejarlo todo mientras jalaba a Changmin aún más lejos de él, entonces la policía rodeó a Changmin y luego de eso no lo volvió a ver más.

 

Llevaba sentado en aquella silla más de media hora, sintiéndose más pequeño de lo habitual. Esperando porque Siwon apareciera en cualquier rato o que al menos Changmin diera muestras de vida.

 

Pero no sucedía nada, y el celular en sus manos le indicaba la hora que lograba ponerlo más nervioso todavía.

 

—Disculpa— Es agitada mujer, de rasgos finos y definidos se paró frente a  él y lo miro con los ojos rojos, seguramente a punto de derramar lágrimas —¿Tú eres quien llegó con Changmin?

 

Luego Minho solo recordaría el dolor de estómago tan intenso que lo hizo sonreír tan falsamente como podía. Egoísta y cruel, solo podía pensar en estarlo perdiendo tan velozmente que hasta su vacío repentino parecía un castigo justo.

 

 

 

 

No entendía mucho de lo que sucedía, de repente estaba junto a Minho ingresando a la estación de policía, y de pronto se encontraba encerrado en la oficina de uno de los policía a cargo. Miró el lugar confundido y nervioso, sus manos se movían y esperaba por ese joven, por aquel que había saltado hasta él y lo miraba con la esperanza en la mirada.

 

Habían llegado a revisarlo, un doctor que había hecho su trabajo bastante rápido o era quizá el encontrarse en perfecto estado. Pero su memoria vacía únicamente lo había hecho asentir con un gesto comprensivo y profesional antes de que lo dejaran solo otra vez. Y finalmente lo trasladaran a una oficina extraña para él.

 

—Bien, Changmin— Finalmente apareció uno de los oficiales, todavía con su chaleco puesto y una expresión cansada en el rostro —Mi nombre es Jung Jihoon. Soy detective y no tienes la menor idea de lo afortunado que eres.

 

Apenas asintió, reconociendo cada expresión en el rostro de mayor. Desde alivio hasta empatía por su confusión y estado de desconfianza.

 

—¿Quieres que hablemos un poco de todo lo que está ocurriendo?

—Se lo agradecería muchísimo— Soltó aliviado, acercándose un poco más al borde de su asiento para poder mirarlo a la cara —Primeramente me gustaría saber quién era ese muchacho que me reconoció hace un par de horas.

 

—Él es Cheolyong. Tú hermano menor.

 

Sus pulsaciones aumentaron, velozmente mientras asentía confundido. Parpadeando a cada instante y sus manos buscaban ávidamente ese collar que colgaba de su cuello, tan pretendido entre sus deseos más ocultos y sus miedos por más pequeños que estos fueran.

 

 

 

Mir volvió a tapar su boca y sentir las lágrimas salir de sus ojos cuando miró a través del espejo antirreflejo la imagen de Changmin, su rostro atento a las palabras de Rain mientras asentía, cual niño pequeño ante cada cosa que le era explicada.

 

Estaba ahí, como un regalo de la vida que no alcanzaba a medir.

Se había cansado de llorar, de actuar como si se negara a verlo en verdad.

 

Pero su madre abrazaba con fuerza Hangsook, lloraba en su pecho abiertamente y él solamente apretaba con sus puños cerrados el abrigo de la mujer, calmando esas lágrimas que pugnaban por salir de golpe. Esperando sin paciencia por entrar y verlo, por abrazarlo, tocarlo, verificar que era real, que todas sus lágrimas derramadas solo habían sido un mal suplicio de la vida.

 

La charla se alargaba y Cheolyong no sabía cómo ingresar, como acabar con esa conversación incesante, miraba el techo y pasaba las manos por su rostro. Esperando y esperando, volver a abrazarlo para no soltarlo más.

 

Cuando Minho llegó, con sus pasos suaves solo se ubicó detrás de la familia de Changmin, lo suficientemente escondido como para ser visto, los brazos Choihang, la madre de Changmin lo habían abrazado sin reparo. Agradeciendo una y otra vez por ese milagro que él representaba. Tantas palabras hermosas, tantos agradecimientos que no creía merecer.

 

Permaneció callado hasta que finalmente el momento llegó. Jihoon, el detective que parecía estar a la cabeza de todo salió y habló con la familia, minutos después entraron todos y Minho se acercó, observando cual espectador tras el espejo.

 

Era una escena de esas perdidas en el tiempo, que él no había tenido la oportunidad de disfrutar a cabalidad con su familia. Fueron pasos pequeños hasta allá. Los vio, los tres frente a Changmin mientras Rain hablaba entre ellos y Changmin temeroso apenas asentía. Desconocido a sus ojos, Changmin parecía un poco renuente.

 

De lejos la situación era tan hermosa que Minho apretó los labios y bajó un poco la mirada. Los brazos de la mujer habían apretado con fuerza a Changmin, rodeado en un abrazo, en un mundo sin palabras. Un mundo de promesas y comprensión, que Changmin acepto cuando cerró los ojos y se dejó querer.

 

Si la vida le otorgaba un poco de consideración.

Minho esperaba que ese mal presentimiento desapareciera de su interior y lo dejara sentirse infinitamente feliz por él.

 

 

 

 

Estás pasando por un golpe mental muy fuerte, necesitas hablar con alguien.

 

Si las memorias se sacudían en su interior era algo que Jaejoong esperaba sucediera. Había anochecido tan pronto, que una de las cosas que más agradecía era estar solo en aquel lugar. Llevó las manos a su cabeza y suspiró, la imagen de ese hombre en la entrada de la estación taladrándole la consciencia.

 

—¿Quién era?

 

Lo sabía, había una conexión, tan grande como el espeso tiempo que se le iba entre las manos y la voz de aquella mujer que había abandonado el lugar horas atrás. Traspasaba las barreras propias de su ingenuidad creyendo en que Yunho aparecería al menos una vez.

 

Pero Jung nunca llegó.

 

Entonces Jaejoong volvía forzarse, a que esos sueños extraños que tenía vinieran y lo ordenaran todo. Que su consciencia le gritara si era culpable o no. Pero no importaba cuanto tiempo pasara, nada parecía pasar.

 

Y sus lágrimas en silencio resbalaban.

Desesperado y angustiado por igual.

 

 

 

 

Sungmin últimamente lucía cansado, apenas y había recordado aquella cita pactada con el muchacho de la tienda de vinos que Heechul solía visitar. Con pesar había tenido que cancelar, luego había salido a comprar algo de comida y entre sus bostezos propios, esa horrible sensación de no dejar a Heechul demasiado tiempo solo lo impulsó a volver.

 

Heechul había sido fuerte, con una personalidad arrebatadora. Era de esas personas a las que bien podías amar u odiar bajo la misma intensidad, Heechul era tantas cosas hasta que dejó entrar a Leesang en su vida y entonces las cosas cambiaron completamente, todo ese ser deslumbrante que era Heechul se perdió y se ocultó bajo las sombras.

 

Pero había llegado a un punto crítico días atrás cuando lo encontró en aquel lamentable estado y por el cual no quiso abandonar jamás el departamento. Sungmin nunca había sido tan fuerte como Heechul. Y por eso en ocasiones se encontraba llorando por él, deseando una libertad tan fuera de su alcance que aunque suplicara una y mil veces, ni siquiera así sería escuchado.

 

Abrió la puerta esa noche, con una sonrisa en su rostro. Leve y comprensiva, tratando de borrar todo rastro de pena y tristeza que pudiera alterar ese estado tan voluble en el que permanecía Kim.

 

Lo encontró sobre la alfombra del salón, casi a oscuras y con la mirada puesta en el gran ventanal, en la hermosa noche que le era entregada. Miró su perfil, la manera en la que el mayor no parecía reaccionar ante su llegada y curioso caminó hasta él, Heechul entonces levantó su mano derecha, temblaba y sus labios separados y secos llenaban de un mal presentimiento a Sungmin.

 

Esa mano delgada y fina se levantó con esfuerzo, directo hacia la luz de la luna que golpeó en su piel y Heechul contempló su piel siendo bañada por esa luz. Parecía hipnotizado, completamente ajeno a que Sungmin caminaba confundido hasta él.

 

Cayó una primera vez, al menos frente a los ojos de Lee.

Una gota precisa y resplandeciente. Tan roja que los ojos de Sungmin se abrieron sin contemplación y esa muñeca rasgada lo hizo correr y gritar sin reparo.

 

—¡Hyung!— Miró horrorizado la alfombra blanca, completamente manchada de sangre. Ambas muñecas cortadas, prendió la luz con velocidad y sus ojos abiertos más no poder. Sintiéndose más débil que nunca, sin saber que hacer —Hyung… Por favor… No debiste hacerlo… ¡Hyung!

 

Pero Heechul solo sonrió, acariciando despacio su rostro, manchando la camisa de Sungmin con más gotas de su sangre. Tan pálido que Sungmin odió a la oscuridad por no haberle dejado notar antes su estado.

 

—Siempre fuiste un buen dongsaeng… Min…

 

Sacudió su cabeza con fuerza y actuó lo más rápido que pudo, sus pasos nerviosos fueron por un par de toallas a la cocina, de esas completamente limpias y largas, amarrando con premura y cuidado las muñecas del mayor que parecía solo desvanecerse entre sus brazos.

 

—Hyung, abre los ojos. No los cierres, por favor.

—Sungmin… Lo siento tanto…

 

Pero prefirió no escuchar, la voz débil de Heechul era algo que prefería no reconocer. Llamó lo más rápido que pudo, pidió la ambulancia, sollozó desesperado ante el montón de datos que solo retrasaban más la ambulancia y terminó por gritar y exigir una ayuda que supuestamente llegaría pronto.

 

Soltó el teléfono desesperado, sus manos temblorosas alejaban el cabello de Heechul de su rostro y esa palidez lograba que la preocupación solo aumentara.

 

—Hyung… Por favor… No me dejes aquí, no lo hagas.

 

Se abrazó a su cuerpo asustado, sintiéndose únicamente como un niño pequeño, aturdido y confundido a la vez.

 

 

 

 

Junsu no estuvo muy conforme cuando bajó del avión, ni cuando recogió su equipaje, su mirada se perdía por ratos y tenía esa escandalosa sensación de que regresar sin mirar atrás era la mejor de sus ideas, pero calló como cada vez que veía a Yoochun con esa actitud callada y tranquila. Era una paz irreconocible para él, una que no había visto en él antes.

 

Sentía con cada pasar del tiempo y gracias al largo viaje, que finalmente no lo conocía lo suficiente, que estaba arriesgando demasiado por unos latidos de su corazón y una persona que había sacudido su vida en tan poco tiempo. ¿Y si se equivocaba, si salía lastimado otra vez?

 

—¿Listo?

 

Yoochun se acercó con sus maletas tras de él y esos ojos buscando la respuesta mayormente en sus ojos que en sus palabras, por eso asintió, tratando de ocultar las reacciones propias de su cuerpo cuando vio el collar en ese cuello, apenas visto por la camisa que llevaba puesta.

 

—Sí. Solo estoy algo nervioso.

—No te preocupes— Le sonrió Park —Te aseguro que esto pasara pronto.

 

Quería guardar recuerdos con él, que la vida le sonriera por primera vez y le otorgara la sensación de hacer las cosas correctamente, pero no se permitió llegar más allá cuando Yoochun apretó su mano despacio y jaló de él hasta un lugar fuera del aeropuerto.

 

Tomaron un taxi que no parecía tener problemas en ir demasiado veloz, porque Yoochun se encargaba de decirle y enseñarle lugares que le mostraría después, se llenaba de promesas que Junsu esperaba pudiera cumplir.

 

Mientras tanto, cuando Yoochun no lo podía ver, Junsu apretaba fuerte sus manos y mordía sus labios, preocupado y angustiado todavía. Perdiendo la seguridad en cada kilómetro que recorría junto a él.

 

 

 

 

Yunho abrió los ojos con el brazo de Siwon cruzando su pecho, y el calor exfoliando de su piel con molestia, cada gota de sudor esparcida por su frente, habiendo olvidado prender el aire acondicionado, pero el rostro adormecido de su compañero contra la almohada solo lo hizo cerrar los ojos y abrirlos otra vez.

 

Después pasó una mano por su rostro y el malestar llegó como si fuera una mala broma de su cuerpo. El sol pegaba directo en su rostro como cada mañana y recordó instantáneamente, el haber bebido de más junto a Siwon. Luego el trabajo que representaba llevar a Choi hasta su departamento para al final acabar ambos en la misma cama empujándose el uno al otro por espacio y finalmente caer rendidos sin moverse un centímetro de su lugar.

 

Movió con molestia su ropa mal puesta y arrugada, esa desagradable sensación de la resaca repercutía en cada espacio de su cuerpo, se levantó golpeando sin intención a Siwon, pero este solo murmuró un par de cosas y se movió, mareado todavía, Yunho caminó hasta el baño, su estómago revuelto y las náuseas a primera orden esa mañana.

 

El celular sonó, Jung difícilmente lo escuchó mientras se encerraba en el baño y eran vencido por el malestar.

 

—¿Diga?

 

Escuchó la voz rasposa de Siwon. Perdido por unos instantes, un silencio pasmoso mientras el vomitaba con la respiración pesada y sus ojos distorsionados.

 

—¡¿Qué haces en Seúl?!

 

Siwon no terminaba de gritarle a quien sea que estuviera al celular, cuando el de Yunho empezó a sonar y el mayor solo se sostuvo del lavabo con esfuerzo. Y el peor de sus temores se cristalizó a sus oídos. Gracias a la voz descompuesta de Choi.

 

—Yunho… Es Rain.

 

 

 

Su nombre es Shim Changmin. ¿Podrás solo? No creo que represente un gran problema para ti.

 

Jaejoong se removió sobre el espacio que parecía estar destinado para dormir, frunció el ceño agitado y con el sudor por su frente, se movía incesante y su memoria jugó con fuerza, sacudió las debilidades de su cuerpo otra vez.

 

Curiosamente odias a Heechul hyung porque tiene algo que ni tú mismo sabes si de verdad quieres.

—Deja de entrometerte, Sungmin. Que si Heechul es la puta de Leesang es por elección propia, no porque alguien lo haya obligado.

 

Se encontró solo en la mitad de la nada, con las voces dando vueltas en su cabeza, con las paredes blancas tomando formas y mostrándole rostros y visiones de su pasado, caminando fugaz hasta un lugar que no terminaba de determinar.

 

¿Qué esperas que no le disparas?

 

Recordó brutalmente, incapaz de controlar el dolor de cabeza que aquello le provocó, de sus ojos abiertos en demasía mientras sostenía su cabeza y gritaba de dolor. Interrumpía la mañana silenciosa sin percatarse de que las lágrimas corrían por sus mejillas.

 

La soledad, y el orfanato donde todo había sido penumbras para él. Ese resentimiento extraño con la vida y esa juventud prendida por la ambición, la envidia de aquel que lo obtenía todo por el método más fácil, mientras él se ensuciaba las manos y el otro solo tenía que sonreír.

 

Se aseguró de que su cuerpo se encogiera, que las lágrimas ante cada mirada vacía que dejó atrás no lo atormentara, de su mano sobre un arma cargada cobrando favores y vertiendo trabajos que luego Leesang agradecería con creces.

 

Jaejoong lo recordó todo.

Cada instante, más fulminante que el anterior.

 

Y la imagen de Yunho se desmaterializó, tan pronto como su esperanza, pequeña y casi mínima de verlo llegar. Porque era exactamente todo, por lo que Jung Yunho jamás lo querría volver a ver.

 

Tan aturdido e inferior, como esa vida que hace tanto había decidido llevar.

 

 

 

Cuando el taxi al fin se estacionó, Yoochun le hablaba sobre los padres de Changmin, sobre la idea firme de que ellos eran como una familia para él, al haber perdido a la suya cuando apenas era un niño.

 

Se acentuaba entonces la imagen temerosa de Junsu sobre no ser el momento indicado para enfrentarlo, sin embargo otra duda cubrió los ojos de Junsu cuando bajaron del auto y Yoochun miraba asombrado de un lado a otro el montón de autos que habían estacionados fuera de la residencia Shim.

 

—¿Qué está sucediendo?

 

Pronto se vieron rodeados por un montón de reporteros e indudablemente Junsu se sintió extrañado, pegándose sutilmente a Yoochun cuando las rejas de la residencia fueron abiertas y unos guardias los dejaron pasar solo a los dos, encargándose algunos empleados de las maletas.

 

Junsu se sintió tan fuera de lugar…

 

—Yoochun…

—¿Será porque ya apresaron al… asesino de Changmin?

 

Y todavía se le dificultaba a Park pronunciarlo, las puertas grandes de la casa fueron abiertas y la casa grande logró que Kim se sintiera más intimidado si eso era posible. Pero la sala principal parecía estar repleta de más reporteros y Yoochun de inmediato frunció el entrecejo. Junsu solo apretó su mano con más fuerza. Que no lo suelte,  era lo único que el menor pedía en silencio.

 

Sin embargo el corazón de Yoochun latía desbocado, escuchaba los susurros desubicados y las miradas del mundo entero sobre él, como si el tiempo pasara lento, Yoochun ni siquiera se preocupó en mirar atrás. Soltó a Junsu sin problemas, usando ambas manos para poder abrirse paso entre todos y que el aire volviera a él.

 

Porque sus oídos no le podían fallar así, no podía ser vilmente engañado.

 

Así que caminó sin importarle las quejas por sus empujones, quejas que luego morían y el flash de las cámaras lograban aturdirlo todo. Hangsook y Choihang tomados de las manos estaban encabezándolo todo y junto a ellos estaba Mir, acompañado por alguien más.

 

Trató de vocalizar palabra alguna, pero solo logró que su boca se abriera y cerrar, sus ojos parpadearon velozmente, llenándose de lágrimas al reconocerlo incluso de espalda mientras escuchaba atento a Mir. El discurso de Hangsook ante la prensa se detuvo al verlo ahí.

 

Y fue como si el silencio se volviera presa de él, el resto desapareció y sus pasos torpes y apurados corrieron hasta él. Hasta su presencia atenta y sus ojos que se abrieron reconociéndolo sin saber hasta qué punto lo hacían. Pero Yoochun estaba al borde del colapso. Tocaba el rostro de Changmin, y lo miraba de pies a cabeza, enteramente.

 

Luego su llanto amargo lo venció y perdió la poca fuerza que le quedaba, tapando su boca y cayendo de rodillas frente a él, justo a sus pies. Como si la vida disfrutara jugar con él y su eterno amor profesado al hombre que se encontraba observándolo con presta atención.

 

Entonces Changmin se arrodilló frente a él y sus ojos parecían contemplarlo con un anhelo impresionante, Yoochun solo pudo llorar, con un montón de espinas atravesando su corazón.

 

—¿Eres Park Yoochun?

 

No importaba que su corazón se hundiera más y más. Solo le bastó con escuchar su voz. Su maravillosa voz deslumbrándolo todo a su alrededor. Lloró entregado a él, a su imagen, a las noches enteras sin dormir llorando su pérdida. A su ausencia que lo sacaba del infierno de repente y lo jalaba sin pensar en lo demás.

 

Pronto esos brazos delgados de Changmin lo envolvieron, lo encerraron en un abrazo. El menor hundió su rostro en el cuello de Yoochun y suspiró, como si aquello fuera lo único que hubiera estado deseando desde tanto tiempo atrás. Como si sus cuerpos se reconocieran automáticamente.

 

Y el resto del mundo fuera insignificante para los dos.

 

 

Fin Capitulo Quince.

Bien… Les aseguro que tenía muchas cosas que decir, pero con tantas cosas prácticamente las olvidé. u_u

Bueno, hay varias cosas que destacar de este capitulo, primeramente no estoy muy convencida del resultado, pero en verdad espero, y pongo mi fe que no tengo en ello, en que haya quedado mediana y decentemente bien. En especial por el asunto de Jaejoong, el YooMin y Heechul (especialmente Heechul)

Este fic ha sacado cosas de mi, que ni yo esperaba, y espero estar haciendo un buen trabajo y por supuesto que ustedes lo estén disfrutando.  Lamento la hora en la que publico (00:31) ya es prácticamente Martes, pero no quería irme a dormir sin actualizar lo que tocaba el lunes.

Por alguna razón disfruté escribiendo todo el capitulo (especialmente las partes de Siwon y Yunho) Sé que soy un poco contradictoria, pero diría yo, que me siento complacida con lo que ha quedado, finalmente desde que empecé a escribir este fic, esta fue una de las partes más culminantes a las que quería llegar y me descubrí a mi misma disfrutando con lo que quedaba mientras avanzaba.  Pero eso no quiere decir que tenga el bichito de que hubiera podido haberlo hecho mejor… (u_u)

Como sea, espero que no las haya decepcionado, que sigan por aquí leyendo. Y agradezco infinitamente sus comentarios. Es la manera de saber que el fandom sigue vivo. Y por supuesto que leo cada uno de ellos. Disfruto mucho haciéndolo  ya saben ‘es mí único sueldo’ xD

Nos leemos en la próxima actualización.

Abrazos de oso de Yunho~~ xD  ((Ando repartiendo mucho amor y madurez hoy)) xDD

Publicado en Fanfics

Memorias prohibidas: capitulo 13


 

 

Memorias Prohibidas

 

Capítulo 13: Trauma.

 

 

Desvió por completo el poco equilibrio que le quedaba, Heechul apenas escuchó el timbre de su departamento sonar, media hora después de que Siwon se fuera y corrió a abrir, pensó que sería Choi nuevamente y el escalofrío subió velozmente por todo su ser cuando descubrió a Leesang tras la puerta.

 

Entonces el primer golpe llegó.

 

Era distinto, llegaba con su guardia personal a los lados y su cuerpo se estrelló de lleno contra la mesa pequeña cerca de la entrada, cayeron varios de esos floreros pequeños al piso, su cabello tapó por completo su rostro, le temblaban las manos de repente y antes de que pudiera siquiera reaccionar, Leesang lo había tomado del cuello de la camisa.

 

Fue agresivo, brusco y demente. Lo arrojó contra el piso sin la menor indulgencia que pudo encontrar. Heechul descubrió el horror de su cuerpo maltratado cuando el hombre lo comenzó a patear. Fueron tantos lugares que lo único que se escuchaban eran sus gemidos apagados, gemidos de dolor que en algún momento se transformaron en sollozos extraños y consumidos por las lágrimas.

 

Los brazos, el estómago, Heechul tapaba su rostro sin entender.

Hasta que finalmente los golpes se detuvieron. Solamente le quedaba el dolor lacerante y la piel que parecía quemar en cada espacio vacío,  punzaba dentro de su cabeza y las lágrimas frías se paseaban por su rostro.

 

Abrió sus ojos con temor. La imagen del hombre parado frente a él mientras remangaba las mangas de su camisa lo hizo llorar otra vez: No se había detenido. Y su cuerpo débil y delgado lo anclaba al suelo, sus temores propios resurgieron. Alzar la voz, reclamar, reprochar y contestar estaba prohibido. Pero Leesang hasta ahora jamás lo había tratado así, merecía una explicación, merecía retorcerse en su miseria a consciencia propia.

 

—¿Por…qué?

 

Ni siquiera se molestó en ocultar su miedo y el horror que ver a Leesang en ese estado le provocaba, él solo sonrió y se agachó, con las piernas flexionadas cerca de su rostro y esa sonrisa petulante que Heechul tan bien conocía.

 

—¿Tienes el descaro de preguntar por qué?— Esas manos grandes y masculinas lo tomaron por la barbilla. Alzaron su rostro sin restricción, su piel sudada y cansada. Sus ojos temerosos y cansinos —Rata repugnante…

 

Y ocurrió de nuevo, el hombre lo lanzó contra el piso, unos pocos centímetros más lejos, pero esta vez fue distinto. Los puños de Leesang se incrustaban en sus costados con fuerza, parecían querer hundirse en su piel y traspasarla. Heechul abría su boca en cada golpe, sentía su cuerpo a punto de romperse sin misericordia.

 

Sintió el horror más grande de todos…

Podía fácilmente morir en sus manos, sin que nadie hiciera algo por él…

 

—Bas…basta…— Lloró de nuevo, agarrado del suelo y encogido en su lugar, rogaba por una clemencia que no tenía mientras los golpes del otro se acentuaban todavía un poco más —¡Basta por favor!

 

La risa, casi a carcajadas, de Leesang hizo eco en su cabeza.

 

—¿Cómo pudiste? ¡¿Eh?!— Sus cabellos fueron el nuevo marco de horror, Leesang lo levantó sin cuidado, su cuerpo adolorido y maltratado no soportó el impulso de ese agarre y gritó con más fuerza que antes. Con la esperanza de que alguien lo escuchara, de que alguien lo pudiera salvar —Te lo di todo, absolutamente te todo. Nadie jamás te podrá proteger y tratar como yo lo he hecho… ¡Asquerosa rata!

 

Una cachetada se impactó en su rostro, dolía tanto, que curiosamente no sentía más dolor.

 

—Leesang…

—¡Y te atreves a hablarme de esa forma! Como si no me hubieras traicionado así…

 

Heechul se aferró de su brazo, ese que sostenía su cabello y miró al hombre sin entender con sus ojos abiertos de par en par.

 

—Leesang… por favor para…— Su voz sonaba extraña y su labio partido le daba un mal sabor a cada frase que salía de su boca —Yo… Yo no sé de… de que me hablas.

—¿No sabes?— Sonrió el mayor —¿En verdad no sabes?

 

Heechul solo cerró los ojos, negando férreamente con su cabeza.

 

—Choi Siwon ¿no te suena?— Tembló instantáneamente, sus ojos abiertos de par en par mientras miraba el suelo con pánico —¡Dímelo!

—Yo… No… No tenemos nada ¡lo juro!— Se aferró con más fuerza a ese brazo. No quería morir, no así —…Apenas nos conocemos.

 

Pero Leesang esta vez lo hizo levantar la mirada otra vez, incrustaba sus dedos en cada espacio de su mejilla, dolía como si fueran cuchillos contra su piel, sin embargo Heechul no desvió la mirada esta vez.

 

—No me mientas, planeabas echarme de cabeza con la policía ¡¿verdad?!— Su grito se esparció sin miramientos —¡Después de todo lo que hice por ti!

—¿Po…policía?

 

Sus cejas se juntaron y la incredulidad en su rostro debió ser tanta que por un instante Leesang se detuvo y le otorgó el maravilloso beneficio de la duda. Cortos segundos de silencio mientras el hombre analizaba cada espacio en sus ojos. Bullía su sangre en rabia todavía, sin embargo su coraje pareció aplacarse un poco.

 

—Interesante… ¿No lo sabías?— Pronunció repentinamente —Entonces ¿solo andabas hecha la zorra?— Heechul temblaba todavía, las manos de Leesang seguían apretando su vida sin cuidado y él no se veía capaz de hablar, ver su sangre en el suelo lo atemorizaba —Dime Heechul ¿en verdad no lo sabías?

 

—No…— Lo soltó en un suspiro con esas lágrimas impertinentes abandonando sus ojos, esas lágrimas que fácilmente se mezclaron con el sudor y la sangre de su cuerpo —No sabía casi nada de él.

 

—¿Y qué es lo que te he enseñado yo durante estos años, eh?— Esta vez fue la otra mano de Leesang presionando con fuerza los costados lastimados de su cuerpo, haciéndolo gemir de dolor —Maldito seas… Casi haces que la policía me caiga encima y todo por andar hecho el caliente.

 

Un pequeño movimiento de cabeza por parte de Leesang y Heechul sentía su cuerpo ser levantado del suelo por manos externas. Quedó con la espalda pegada a la pared y su visión un poco borrosa, sus manos sostenidas por esos guardias que no parecían tener una sola expresión en su rostro.

 

—¿Acaso no tienes suficiente con lo que te doy?

 

Leesang se levantaba despacio del suelo, limpiando su ropa y Heechul temía adivinar lo que ocurriría, su cuerpo maltratado así no le permitiría un solo aire de descanso, un solo maltrato más. Le repugnaba esa mirada tan oscura que el hombre le enviaba ahora.

 

—Debería matarte— No se podía liberar, pero sintió a pesar de su piel golpeada la mano de Leesang paseándose por su rostro —Pero ¿por qué no puedo?— Sollozó despacio, cerrando los ojos en medio de la dignidad inexistente mientras su cabeza era sostenida en alto por otra de esas manos ajenas.

 

Vergüenza y pudor que no le quedaban de repente hicieron acto de aparición.

 

—No más…— Suplicó —…Por favor…

 

—Dame una razón— Habló en susurros el hombre, con esa sonrisa lasciva entre los labios, mientras ya jugaba con los espacios de su piel que quedaban a la vista entre su ropa mal acomodada —Una sola que te permita respirar por un tiempo más.

 

—Jae…Jaejoong…— Heechul no midió el poder de sus palabras, mucho menos cuando Leesang abrió sus ojos de par en par y pareció perder de perspectiva sus intenciones —Jaejoong… está con vida… Yo lo vi…

 

—¿Qué?

 

De pronto se alejó y el reloj de vida en su cuerpo pareció resurgir de repente.

Leesang volvió a dar una de esas indicaciones muda y Heechul dejó de sentir la presión de esas manos. Su cuerpo irremediablemente cayó, sus rodillas dobladas le permitieron un doloroso respiro.

 

Su corazón latía lento y no tenía muchos ánimos de respirar.

 

—Repite lo que dijiste— Leesang sin embargo lo trajo a la vida, su voz en alto muy cerca de su oído —¿Cómo es eso de que viste a Jaejoong?

—Lo vi… hace poco— Mintió —Conducía y lo vi caminando, estoy seguro que era él.

 

—¿Y por qué no me lo dijiste antes?

—Apenas ayer… lo vi.

 

Dolía cada espacio de su cuerpo. Solo quería que Leesang se marchara de una vez, porque todo daba vueltas a su alrededor y su cuerpo se debatía entre las náuseas y perder el conocimiento al fin.

 

—¿Dónde?— Leesang lo tomó por el cabello otra vez —¿Dónde lo viste?

 

Pero los ojos desorbitados de Heechul fue lo único que recibió. El cuerpo débil de Kim cayó entre sus brazos al fin y Leesang exhaló con fuerza, con su paciencia agotada y el ceño fruncido.

 

—Vámonos— Dejó a Heechul sin miramientos en el suelo —Que no salga de aquí por ningún motivo— Miró a dos de los guardias y estos asintieron de inmediato —Vamos a la oficina que tengo una búsqueda muy importante que hacer.

 

Cuando la puerta al fin se cerró. Heechul se encogió un poco más, su cuerpo herido latía por todas partes y sus lágrimas empezaron a salir sin compasión alguna. Tirado en el suelo por completo y con los golpes matizando su estado completo. Las lágrimas, el sudor, y la sangre no importaban, de repente su mundo se había cerrado por completo.

 

No iba a salir jamás de ahí.

Siwon le había mentido, igual que los demás.

 

 

 

 

Fueron pocos días antes de que Mir pudiera poner los pies otra vez sobre su país, llevaba unos lentes recién comprados, esos que Joon le había comprado un día atrás, cargaba la misma maleta con la que había ido y un pequeño bolso para sus padres.

 

Su estado de ánimo había mejorado en pocos niveles, los mínimos como para estar frente a sus padres y tratar de seguir adelante, lo suficiente como para ver otra vez a Yoochun otra vez, cuando el mayor decidiera regresar y darle un fuerte abrazo.

 

Quería un poco de esa paz que tanta falta le hacía, sonrió un poco y miró la pequeña bolsita entre sus manos, aquel pequeño detalle que había traído para la señora Dong, aquella a quien le prometió visitar apenas regresara. Respiró hondo y agarró el taxi que estuvo más accesible, dispuesto a comenzar otra vez, lentamente hasta que toda esa historia se pudiera levantar despacio.

 

 

 

 

Yunho respiró despacio, lo más despacio que pudo, apuntó firmemente y afiló su mirada con una velocidad impresionante antes de jalar del gatillo una y otra vez hasta agotar las balas de práctica en su arma.

 

Pronto Jihoon estuvo tras él, arrimado tranquilo en el pequeño pilar a unos metros de distancia mientras el otro se sacaba los lentes y esperaba que la tabla de práctica llegara hasta su lugar para poder mirar los espacios de su puntería.

 

—¿Qué sucede?— Yunho apenas giró, mirando directamente a Rain mientras este caminaba hacia la pequeña plataforma —Ni un solo error, excelente como siempre.

—Odio este caso.

 

—Ser un policía siempre es difícil Yunho. Fingir lo es todavía más— Rain jugaba con el arma que Yunho hubiera ocupado y luego solo suspiró —¿Qué es exactamente lo que te preocupa?

 

—Jaejoong cree totalmente en mí, piensa que en verdad soy un psicólogo… Yo…

—Al final ¿lo sabes, verdad?— Jihoon lo interrumpió —Jaejoong tiene más del ochenta por ciento de posibilidades de ser culpable.

 

—Lo sé… Pero aun así…

 

—Que le hayas tomado afecto no cambia las cosas, que haya perdido la memoria, si realmente es así, y que ahora sea una persona completamente diferente a la que era antes, no lo exenta de los delitos por los que tiene que pagar.

 

—No es justo.

—¿Y es justo para la familia de Changmin?

 

Yunho cerró los ojos en esta ocasión, la verdad golpeando contra su rostro otra vez.

 

—¿Hay algo más, cierto?

—No— Mintió —Solo me preocupa.

 

—De todas formas, culpable o no por lo de Shim Changmin, será encerrado.

Yunho sacudió su cabeza. —¿Por qué?

 

—Se lo inculpa de varios crímenes más como ya sabrás, afortunadamente ningún otro asesinato, pero robo, narcotráfico y demás también se paga con cárcel. Algunos ya han sido comprobados, en realidad lo único que lo mantiene en la calle todavía es que a través de él podemos llegar hasta Leesang.

 

Pasó una mano por su rostro y deseó tanto un poco de licor, estar a solas y despotricar contra su propia estupidez. No había forma de ser justificado, jamás debía involucrarse: Regla de oro. Y a cambio va y le jura protección a un ser que probablemente no lo merece.

 

—Mientras tanto deberás seguir fingiendo ser solo su psicólogo— Rain suspiró de repente, soltando el arma y empezando a salir del lugar —Después de todo, fingir es algo que se te da muy bien ¿no?

 

Definitivamente le fue difícil medir el nivel de esas palabras, de aquella mirada por parte del mayor mientras abandonaba el lugar y lo dejaba atrapado en medio de sus dudas y poco convencimiento.

 

 

 

 

—Así que están saliendo.

 

Hyun Joong sonrió un poco en cuanto vio a Junsu asentir despacio, sosteniendo entre sus manos la pequeña taza de café que había sobre la mesa. Era difícil medir el nivel de ese rostro algo despreocupado mientras mordía su labio inferior e interiormente Hyun Joong sentía esa acción por parte de Yoochun algo apresurada.

 

—¿Y cómo ha sido?

—Bien, supongo…— Junsu suspiró y decidido miró al otro —Es complicado ¿sabes? Con todo esto de… Changmin. En definitiva a veces no sé muy bien como sentirme.

 

—¿Piensas que serás su reemplazo?

—No tanto así— Junsu movió un poco su cabeza, inseguro y complicado —Es que… A veces siento que Yoochun no está preparado. Pero otras veces pienso que nunca lo va a estar.

 

La actitud de Junsu cambiaba bastante a ratos, como si se mantuviera en un limbo desconocido, aún no lo comprendía y en medio de su lógica se aventuraba a pensar que si Yoochun no iba a estar listo jamás ¿qué había de malo en intentarlo justo ahora?

 

Joong entonces suspiró.

 

—¿Se han besado ya?

—¿Disculpa?

 

La atención de Junsu pareció despertarse de repente.

 

—¿Se han besado? ¿O lo han intentado acaso?

—Bueno— Junsu titubeó —Aún no… Es complicado, todo lo es.

 

Kim exhaló con fuerza, sacudiendo un poco sus cabellos. Hyun Joong entonces sonrió.

 

—Para Yoochun los besos son muy importantes— Comentó el otro tranquilo, jugando de pronto con su propia taza —Un pequeño mundo, totalmente cerrado para los demás. Si se llegan a besar: Yoochun en verdad está dispuesto a intentarlo.

 

Junsu mordió su labio inferior, inseguro de saber si podía tomarlo como un consejo o algo parecido a la resignación, respiró hondo y cerró un segundo los ojos. Necesitaba saber el lugar exacto en el que se encontraba parado gracias a él.

 

 

 

 

Después de haber tomado la decisión por más interesado e insulso que podía parecer. Changmin finalmente lo había decidido, tomó poca ropa y se vistió velozmente, justo un poco antes de que el sol apareciera por completo, porque bueno, Minho siempre salía demasiado temprano a pescar.

 

Cogió de los pocos alimentos a su disposición y se encontró paralizado en más de una ocasión sin saber muy bien que hacer, porque la cocina no podía recordarla a la perfección sin embargo hizo lo más rápido que pudo y lo más fácil que en algún momento observó a Choi preparar.

 

Después de cerca de media hora, quedó algo medio decente, incluso sonrió ante el extraño platillo que se veía muy bien, pero que no sabía tan bien, aunque tampoco estaba tan mal, Shim subió sus hombros sin mucha preocupación y sonrió abiertamente empezando a llevar los platos a la mesa, con el sol empezando a amenazar con despuntar en cualquier momento.

 

—Curioso… Para ser un tipo que gusta tanto de comer, se me hace raro que no se te dé muy bien cocinar.

 

Escuchó su voz, su risa contagiosa y su cuerpo entero se paralizó, tenía miedo de girar. Porque su cuerpo entero sintió el escalofrío, y su mente jugó sucio en cuanto giró y lo miró sentado sobre el mesón jugando con una manzana roja entre las manos justo un poco antes de que le diera una mordida.

 

El ambiente cambió de repente, ya no era la cocina pequeña de Minho, era una espaciosa  y grande de tonalidades blanca y negra por todas partes, sus pasos pequeños fueron hasta la imagen de Yoochun que sonreía divertido mientras esperaba por él y sus cejas juntas mostraron una preocupación por la que el espejismo de Park no se preocupó.

 

—Yoochun…

 

Pero la imagen desapareció con la misma velocidad, dejándole únicamente una sonrisa vacilante y una mano extendiéndose hacía él, una que él estuvo a punto de tomar sino fuera porque la realidad lo trajo de vuelta y el recuerdo tan vivido lo hizo desesperarse de repente.

 

Lo quería, quería esa vida, querías esos ojos y esa voz que le hablaba con tanto afecto.

Esa perturbadora vida que todavía no la sentía como suya.

 

—¿Changmin?— De pronto Minho abrió la puerta de su habitación, listo para salir y sorprendido con lo que observaba entre la cocina y el comedor, sonriendo con gratitud ante la sorpresa aunque él no le pudiera responder con la misma emoción —¿Preparaste todo esto tú solo?

 

Changmin, incomodo todavía, solo asintió, mordiendo su lengua, con las suposiciones de esa imagen de Yoochun que lo atormentaba aun.

 

—Es grandioso, muchas gracias.

 

Minho se sentó a comer con una sonrisa en el rostro y Changmin solo sintió su propio estómago revolverse. De pronto las preguntas más aterradoras habían acampado sobre él ¿y si Yoochun y él ya no estaban juntos? ¿Y si Yoochun había estado en el mismo accidente y solo él había alcanzado a sobrevivir?

 

—¿Changmin?

 

De pronto llevó una mano a su pecho, abriendo mucho la boca para poder respirar, porque el aire le estaba haciendo falta y no parecía introducir el aire necesario para sus pulmones, soltó los platos en sus manos y Minho se levantó de inmediato para agarrarlo.

 

Pero Changmin solo se apoyó un poco más y llevó la mano a su pecho, faltándole la respiración como nunca antes hasta ahora.

 

 

 

 

—Fue un ataque de ansiedad.

 

El doctor respiró tranquilo, guardando sus pertenencias mientras Minho apretaba sus propias manos preocupado, mirando a Changmin recostado sobre la cama, profundamente dormido luego de aquel momento en que Minho se había quedado completamente paralizado sin saber muy bien qué hacer.

 

—Pero ¿le va a volver a ocurrir?

—No lo sé…— El doctor solo miró a Shim respirar tranquilo y dormir pacíficamente al parecer —Debe estar más tranquilo, aprender a manejar su situación ¿pensaste en lo que hablamos?

 

—Sí, si…— Minho pasó una mano por su rostro y suspiró —Viajaremos a Seúl pronto, para arreglar todo esto y averiguar qué es lo que sucedió en realidad.

—Eso es bueno, muchacho. Changmin definitivamente lo necesita.

 

—Pero ¿por qué le dio eso? Estaba bien.

 

—Hay muchas cosas en su cabeza aunque no lo parezca, se está atormentando él solo. Su personalidad aunque no la tenga definida todavía por su pérdida de memoria seguramente le persiste por volver a la normalidad. Depende mucho de él.

 

—Me asusté mucho— Minho se encogió en su lugar —No sabía lo que le pasaba, temía que fuera algo de su corazón, se agarraba el pecho y yo…— Minho mordió su labio —De verdad me asusté.

 

—Tranquilo— El hombre mayor abrazó sutilmente a Minho y este solo cerró los ojos con fuerza —Todos estos ataques debes manejarlos con calma ¿de acuerdo?— Choi solo asintió —Las personas suelen recordar de a poco, o de golpe varias cosas, a veces pasa con pequeñas cosas que evoquen un recuerdo, o sencillamente ocurre. Otros, como Changmin pasan por episodios como estos. Su psiquis está tan forzada que lo poco que van recordando en verdad les afecta.

 

—Entonces ¿pronto va a recuperar la memoria?

 

—Bueno, no sabría si decirte si pronto— El hombre volvió a contemplar a Shim —El cerebro después de todo es el órgano más estudiado del cuerpo humano y del que menos sabemos en realidad. Así que darte un tiempo sería irresponsable de mi parte, pero al menos no se ha estancado, Changmin puede tardar años, así como puede tardar meses en recuperar su memoria, todo depende de lo que acá arriba— Señaló su propia cabeza —Suceda.

 

Minho asintió, con ese sin sabor en la boca, las manos un poco afectadas por el hecho de todo lo que sucedió minutos atrás. Trató de enfocar sus prioridades de nuevo y prepararse, aunque doliera, a lo que pudiera pasar en cuanto Changmin pisara Seúl.

 

 

 

 

Junsu tenía muchas cosas en la cabeza, si los besos eran tan importante para Yoochun era predecible saber porque hasta ahora no había podido ocurrir, sin embargo Park le sonreía de una manera indescifrable y le hacía creer en más cosas de las debida.

 

Muchas veces se encontraba contemplando ese rostro blanco y en ocasiones distraído pasaba tanto tiempo así que luego sonreía avergonzado cuando el mayor lo dejaba en descubierto con una frase tonta en la boca, Junsu disminuía la importancia de la circunstancia y cambiaba de tema de inmediato.

 

Pero eran dos semanas ya, salidas de un lado a otro, pequeños paseos, largas comidas, a veces juntaban sus manos y la sorpresa duraba poco, de vez en cuando apretaba esas manos frías y esos dedos largos apresaban los suyos y todo parecía demasiado encantador.

 

Hasta que Junsu se veía rodando los ojos y apoyando la quijada en su mano.

No era una chica, no tenía quince para valerse de citas y tomadas de mano que en un inicio sonaron verdaderamente ¿adorable?

 

Veía a los demás salir, divertirse y abrazarse sin problemas, compartir besos en una compenetración que ni de cerca compartía con el mayor ¿qué tanto le faltaba por escalar para llegar hasta él?

 

—Hace frío.

 

Yoochun de pronto se encontró abrazando sus propios brazos, exhalando sutilmente mientras miraba hacia el cielo con sus mofletes inflados, era una expresión pequeña y desapercibida, sin embargo Junsu sintió su corazón latir.

 

—Dejaste la chaqueta en el carro— Dijo tranquilo —¿Quieres ir por ella?

—No, mejor vayamos al cine.

 

Junsu sonrió ante la intempestiva propuesta de Park.

 

—¿Y ese cambio?

—No lo sé…— Parecía dubitativo —Simplemente quiero hacer algo diferente. Este ambiente tan bohemio de nuestras salidas ya está un poco gastado ¿no?

 

Se encontró sonriendo una vez más, asintiendo sin problemas mientras lo miraba levantarse. Caminó junto a Yoochun los pocos tramos hasta su auto e ingresaron como de costumbre, tomó el volante entre sus manos y esperó porque Yoochun se acomodara junto a él.

 

—Yoochun…

—¿Mmh?

 

Actuó rápido, antes de que Park tuviera la oportunidad, pasó un brazo sobre los hombros grandes del mayor y lo abrazó con fuerza, respirando bajo en medio de ese vaho que había dentro del auto gracias al frio. Yoochun no se movió demasiado, ni siquiera habló y Junsu se alejó lo suficiente como para verlo solo a él.

 

—¿Qué sucede?

 

Y Yoochun no parecía muy dispuesto a colaborar.

 

—Nada, solo quería abrazarte— Mintió, con una de sus sonrisas en el rostro.

 

Parecía que Yoochun le había creído, parecía que su cercanía no le inspiraba la mínima sensación de un beso. Entonces el estómago se le contraía y volvía a pensar que todo este asunto de las oportunidades era solo un lamento continuo hacia un camino sin final que el mismo se había encargado de construir.

 

 

 

 

Otra vez tenía ese rostro vacío. Tan apagado y lejano que Sungmin únicamente mordió su labio y reprimió las lágrimas osadas que pretendían salir de sus ojos, contemplar el cuerpo de Heechul en ese estado era casi devastador. Su piel sin espacios demasiado sanos, la sangre seca entre su quijada y la boca.

 

Había tanto daño en él…

 

Tocó con suavidad cada pequeño espacio que le quedaba de humanidad al mayor y trató de ocultar esa lástima que pugnaba por salir ahí mismo, miró cada uno de los golpes, cada hematoma repartido en su piel, cada encogimiento que tenía el otro cuando trataba de curar. Sin embargo Heechul no decía palabra.

 

Era un muñeco sin alma, no hablaba, solo cerraba mucho los ojos y apenas se movía. Se había dejado limpiar, cambiar de ropa y finalmente que cada pequeño conocimiento de Sungmin sirviera para sanar esas heridas abiertas que pudieran quedar por ahí.

 

La mente de Heechul se distraía a ratos, construía a Siwon en su cabeza, justo un par de horas atrás, escasos treinta minutos antes de que Leesang llegara. No le importaba mucho cómo se había enterado. Pugnaba muy dentro de él que horas atrás Siwon había llegado con su mirada insegura y sus ojos perdidos, dudando en cada espacio que le fue permitido.

 

Él le había abierto la puerta, ingenuamente lo dejó pasar y Siwon se acercó para abrazarlo, tan fuerte que Heechul creyó perder una parte de sí mismo en ese abrazo. Choi murmuraba cosas, hacía promesas que eran inválidas ahora. Heechul no había entendido demasiado, por eso había tomado su mano, conduciéndolo a la cocina para que se sentara a beber algo que fuera capaz de calmarlo.

 

¿Tú no jugarías sucio conmigo, verdad?

 

Heechul hubiera querido reír en ese momento. Ahora que la verdad había azotado contra su rostro literalmente. Siwon que había mentido y engañado en primer lugar, ¿cómo se atrevía a mostrarse atormentado frente a él? ¿A suplicarle que no jugara sucio?

 

—Hyung…

 

Pero las sombras de Choi daban vueltas en su departamento todavía, aunque el hombre hubiera permanecido apenas unos minutos y luego se fuera, con otro abrazo de por medio.

 

—Hyung por favor háblame.

 

Miró a Sungmin porque parecía preocupado, porque su rostro compungido por el dolor le heló la sangre, Lee se aferró a su camisa, a su pecho delgado, cerrando los puños sin cuidado y sollozando sobre él. ¿Tan mal se veía?

 

—Hyung ¿por qué te ha hecho esto?

 

Acarició casi sin pretenderlo su cabello, tan despacio que Sungmin sollozó todavía un poco más. Había perdido la conexión entre su cuerpo y el dolor. No importaba. Las pocas alas que Siwon le había presentado, esa mísera libertad con la que había empezado a fantasear habían solo desaparecido.

 

Ya nada importaba en realidad.

 

Heechul había aprendido la lección.

 

Las personas como él no merecen la libertad, la única libertad a la que pueden llegar es la salida más cobarde de todas. Pero si tanto dolor se acabaría ¿entonces porque tiene que ser tan mala opción?

 

Sungmin quizá no entendería, su llanto amargo lo hace incluso arrepentirse. Pero Heechul sabe que esa vida ya no es suya hace mucho. ¿Qué más da llevarle la contraria a Leesang por vez primera y que él no pueda hacer nada por detenerlo?

 

Sería vengarse de la vida por ser injusta con él.

Si ella no le pudo conceder un espacio pequeño de fe, él le dará la espalda en esta ocasión.

 

Heechul en verdad creyó que podría huir. Pensó que Siwon sería el camino.

Ahora solo le quedan esas alas distantes y dolorosas a las que no hubiera querido recurrir.

 

 

 

 

—¡Yunho! ¡Rain!— Shindong giró de inmediato, con el trasmisor entre las manos mientras trataba de darle la espalda al pequeño restaurante que vigilaba gracias a Kim quien debería haber salido hace más de diez minutos —¡Contesten, maldición!

 

—¿Qué sucede?— Fue la voz masculina y seria de Jihoon la primera que se dejó escuchar —¿Por qué Jaejoong no ha llegado? Se supone que su consulta debió empezar hace un rato.

—El restaurante está completamente llenó quizá eso lo retraso. Pero eso no es lo importante ahora, los necesito acá de inmediato. Es un asunto de emergencia.

 

—¿Qué pasó?

 

Esta vez Yunho fue la voz en alto que alertó a Shindong mientras miraba al muchacho parado frente al restaurante hablando tranquilo por celular.

 

—El hermano menor de Shim Changmin está fuera del restaurante. No tengo la menor idea de qué hace aquí, pero si ve a Jaejoong no creo que cosas buenas puedan ocurrir— De repente Mir había colgado, guardaba su celular y los ojos de Shindong se habían abierto de par en par —¡Está entrando! Apresúrense.

 

—¡Yunho, espera…!

 

La comunicación se cortó antes de que Shindong lo imaginara, apretó sus puños despacio mirando incapaz de mediar en la situación al estar con las prendas del departamento de policía. Pero el hospital estaba cerca, lo suficiente como para que mordiera su labio inferior y esperara.

 

Sin embargo fue más rápido de lo esperado. Lo observó desde la esquina anterior, con su bata ondeándose ante sus pasos veloces y su desesperación al esperar que el semáforo cambiara. Yunho había llegado corriendo sin reparo y apenas unos metros atrás Jihoon intentaba darle alcance.

 

 

 

 

—Señora Dong, muy buenos días~

 

De pronto la voz cantarina de Mir fue como un regalo, la mujer levantó los ojos de entre su atareada libreta y sonrió, feliz de verlo nuevamente ahí, tal y como había prometido varios días atrás.

 

—Oh, pequeño. Qué bueno que hayas regresado— Acarició débilmente el rostro del menor y este sonrió un poco más —Y pues, ya ves. Con bastante clientela el día de hoy, ni siquiera he podido dejar salir a mi mesero estrella.

 

—Cierto… No lo conocí la vez que vine. Hablas demasiado bien de él— Mir colocó un pequeño puchero en su boca —Me pongo celoso.

—Oh, no digas eso pequeño.

 

Mir rio y cuando las pequeñas cortinas de la cocina se agitaron sus ojos se alzaron de inmediato. La sonrisa se borró tan veloz que incluso Mirah notó esos aletargamientos extraños que el cuerpo del menor sufrió.

 

Fue cuestión de segundos. Su cuerpo impulsivo llegó hasta Jaejoong, poco le importó los tazones de kimchi que el hombre llevaba en la bandeja, estos cayeron estrepitosos al suelo y Mir se encargó de cerrar sus puños en el cuello de aquella camisa sin reparo. Lo estrelló contra la pared cercana y el grito alertado de Mirah se escuchó demasiado lejano en ese instante.

 

—¿Qué demonios haces aquí?— La voz arrastrada de Mir hizo a Jaejoong abrir sus ojos de par en par, las palabras no circulaban por su cabeza todavía —¡Responde maldición!— Agitó con fuerza el cuerpo del mayor y este se estrelló contra la pared una vez más —Eres un asqueroso asesino ¡Deberías estar pudriéndote en la cárcel!

 

Otra vez Jaejoong inestable y confundido retrocedió y abrió mucho más los ojos, con el terror inundado en sus facciones, afortunadamente la puerta del restaurante se abrió, segundos antes de que Mir levantara su puño e intentara incrustarlo en él. Las manos de Mir fueron fácilmente apresadas por Jung y el menor se revolvió agresivo entre esos brazos ajenos que lo separaban de Kim.

 

—¡Suéltame!— Gritó desesperado —¡Quiero matarlo!

 

Yunho palpó entonces esa rabia y desesperación que el otro exfoliaba en cada parte de su ser por su hermano mayor. Esa pérdida que no parecía ser superada y que ahondaba al otro en un estado catatónico de sufrimiento.

 

Jaejoong resbaló con facilidad en el suelo, mirando perplejo al muchacho que se removía con frustración entre los brazos de Jung, pronto llegó Jihoon y pudieron al menos controlarlo un poco. Aunque siguiera inestable y tembloroso, Jaejoong tapó su boca y se hundió en su lugar.

 

¿Él le había dicho asesino?

 

 

 

Fin Capitulo Trece

Lunes de memorias prohibidas xD

Bueno, llámenme retorcida y todo lo que quieran pero amé escribir sobre Heechul en este capitulo. Y digamos que la calma se acabó, llegó la hora de la tormenta señores y señoras xD

Espero que hayan disfrutado del capitulo y cómo siempre espero sus bellos comentarios. Saludos. 😉

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Memorias prohibidas: capitulo 11


 

 

Memorias Prohibidas

 

Capítulo 11: Sigues ahí.

 

 

A veces Minho se sentía egoísta.

 

Como si no pudiera dar pasos hacia adelante por culpa de él, por ese amor esclavista que lo ataba a Changmin, no pensaba correctamente y se reducía a querer mantenerse en la ignominia, porque a veces las cosas mientras menos las conoces, menos te lastiman.

 

Su mundo entero daba vueltas alrededor de esa imagen de Siwon, su hermano residido en Seúl que podía ser la llave para llegar a ese pasado que no lo convencía, sabía que podía, pero estaba ahí, dudando todavía.

 

Lastimosamente no podía continuar así, sabía que el viaje a Seúl podía resolverlo todo y si no lo hacía al menos su alma quedaría calma. Si Changmin se iba, si Changmin encontraba su vida lejos de él, él ya nada podía hacer.

 

Se le revolvía el estómago, le pesaban los pies, pero sabía que lo debía hacer.

Frenó sus sentimientos por primera vez y suspiró.

 

—¿Pasa algo?

 

Changmin se levantó al fin del sillón, dando pasos tranquilos hasta él, su mirada curiosa mientras ojeaba la fotografía que él había estado observando desde hace bastante tiempo.

 

—Nada importante— Mintió –Pero el cumpleaños de mi hermano se acerca. Me gustaría ir a visitarlo a Seúl.

—Oh, ¿en serio?— Changmin apenas mostraba verdadero interés, pero tenía una pequeña sonrisa, tan mínima que podía ser incluso hasta real –Pues vamos.

 

Sonrió, porque tenía ese rostro de Minho cerca, acarició su rostro un poco y luego solo suspiró. Se le iba de las manos ese sentimiento de amor que no había tenido antes.

 

—Claro. Además quiero presentártelo.

—¿Él sabe?— Habló bajo el mayor –De mi condición.

 

—Bueno, no sabe mucho en realidad— Minho sentía otra vez las cosas irse por el lugar equivocado –Hablaremos con él sobre eso. Y le pediré que me ayude a buscar a tu familia, ya sabes, él trabaja con la policía y esas cosas.

 

Changmin sonrió, suavemente se acercó y lo besó, como esas muestras de gratitud pequeñas que el otro le sabía mandar, Changmin cruzó sus brazos alrededor de su cuello, quería alargar ese beso todo lo que podía, quería alargar ese amor, hasta que el día se lo permitiera.

 

Changmin tenía tan pocas cosas que agradecer, que solo podía dejarse besar y fingir que esa situación no le estaba destrozando el corazón.

 

 

 

 

No podía, de ningún modo podía ser cierto.

 

Llegó a su departamento y cerró la puerta con fuerza. Arrojó las llaves tan lejos que incluso escuchó el peso de algo caer ante el brusco impacto de su agresividad. Era Jaejoong, en toda la extensión de su presencia. Eran sus ojos y su voz, su tono odioso que retumbaba con frustración en la cabeza de Heechul.

 

—¡Maldito!

 

Agarró lo primero al alcance de sus manos, no le importó el caro jarrón importado, lo lanzó y se hizo pedazos contra la pared, los restos regados por el piso, sobre la alfombra roja su grito hizo eco fuertemente en el lugar.

 

Respiraba mal, porque estaba agitado, planeando tantas formas de vengarse de él, sus puños cerrados dolían, las uñas relativamente largas se enterraban en su piel, dejaban marcas y su pulso galopaba inestables entre las paredes de su piel.

 

—No puedes… No puedes…— Mascullaba, a punto de morderse la lengua, empujando la mesa sin importarle el suelo que quedaba maltratado por su impulsividad —¡No puedes simplemente hacer una vida nueva! ¡¡NO PUEDES SER FELIZ MIENTRAS YO ME QUEDO AQUÍ!!

 

Gritó hasta que la garganta ardió, con ese hincón que azotó a su pecho repentinamente.

 

Era indigno, injustificado.

Jaejoong no podía simplemente armar una vida nueva porque se perdió entre los recuerdos, no podía tener lo que él tanto ansiaba solo porque parece no recordar.

 

Ni siquiera se puede confiar de esa escoria.

 

—Puede estar fingiendo— Reflexionó de repente –Y como lo descubrí debe estar fingiendo. El muy maldito se debe estar burlando de mí.

 

Agarró sus llaves otra vez, entre el piso y el agua regada que quedó de aquel florero que empujó, salió tan rápido que no está muy seguro como pudo conducir así, su expresión desesperada y llena de rabia lo llevó hasta las oficinas de Leesang.

 

Ese lugar maldito para él.

Quemaban las manos sobre cada apretón que le daba a las llaves cuando finalmente llegó, el viaje ascensor fue largo, tedioso y sobre cargado de ideas que no iban a ninguna parte.

 

Era insulso pensar que Jaejoong simplemente había podido olvidar.

Era estúpido pensar que se trataba de alguien completamente igual a él.

 

Era Jaejoong, no había duda.

Su pecho rabioso clamaba por traerlo de vuelta al infierno. A que no escapara así como así. No, cuando había deseado tanto quitarle sus privilegios.

 

—Oh, señor Heechul— La secretaria brincó ante su presencia, esa voz sumisa de siempre mientras sus pasos se abrían camino hasta los pasillos, hasta la oficina de puertas grandes –El señor Leesang se encuentra ocupado…

 

—No me interesa— Habló grave –Tengo que hablar con él.

 

Fue a dos metros de llegar, cuando las puertas se abrieron otra vez y el cabello rojizo del muchacho lo hizo detenerse, su porte delgado y fuerte frente a sus ojos, esa juventud repentina lo azotó. Y la mirada de Leesang parecía entretenida de repente en algo que no era él.

 

—Oh, Heechul. Las coincidencias son buenas— Leesang caminó hasta él, con esa sonrisa grande en los labios, y su brazo alrededor de los hombros –Te presento a Lee Hyukjae, será de ahora en adelante algo así como tu discípulo.

 

—¿Mi qué?

 

Su voz amarga y seca hizo al otro reír.

 

—Bueno, últimamente no han pasado cosas buenas por aquí, perdí a uno de mis mejores muchachos y aunque indudablemente nunca ocupara tu lugar, puede cubrir el de Jaejoong e incluso ayudarme con esos trabajos que hacía para mí.

 

El más joven se movió poco, su expresión seria y vacía era lo único que podía ver Heechul, miró sus brazos armados por músculos sutiles y frunció el ceño reaccionando otra vez.

 

—¿A qué te refieres con haber perdido a Jaejoong?

—Bueno, yo sé que ustedes nunca se llevaron bien. Pero al parecer lo perdimos en un último encargo que le hice, fue mucho para él supongo.

 

Cuando Heechul se pudo dar cuenta, la secretaria ya no estaba, Leesang lo hacía ingresar en la oficina y Hyukjae se mantenía a una prudente distancia de los dos. Podía sentir las manos del mayor acariciando sus brazos, pero se forzó a hablar, aunque su cara impávida no dejaba mucho a la imaginación.

 

—¿Murió?

—Eso parece.

 

Frío, todo su cuerpo no aguanto la información. Y lo obligó a sentarse, pasando una mano por su rostro.

 

¿Quién era él?

 

—¿Te sientes bien?— Preguntó Leesang de repente, acercándose a su rostro y con el entrecejo arrugado –Creí que no se llevaban bien.

—¿Murió? ¿Estás seguro de eso? ¿Tienes pruebas? ¿Su cuerpo? ¡Algo!

 

Hyukjae abrió mucho los ojos, sorprendido por esa confianza innata con la que Heechul se dirigía al mayor, la forma en que agarraba las solapas de su leva para exigirle respuesta y como el hombre no parecía molesto por ello.

 

—Cayó al mar— Leesang tomó las manos de Heechul suavemente, haciendo que lo soltara despacio –Fue el reporte de mis hombres. Ahora, ¿podrías decirme porqué estas actuando así?

 

Heechul negó. Sacudió su cabeza y exhaló con fuerza, confundido y aturdido por igual.

 

—Es la impresión.

 

El hombre no pareció creerle demasiado, pero Heechul únicamente apretó los puños y bajó la cabeza. Como si la información recibida, de repente fuera demasiada para él.

 

 

 

 

—Hoy pasó algo extraño.

 

Jaejoong ni siquiera se percató del momento en que se sentó junto a Yunho en la mesa, sirviéndole el plato que había pedido en el restaurante, sus ojos parecían un poco perdido, pero Jung lo miró con atención.

 

—¿Aquí en el trabajo?

—Si— Murmuró Jaejoong –Llegó un tipo, muy elegante por cierto y se me quedó viendo por un largo rato, ¿crees que me conozca?

 

Los tintes de voz en Jaejoong parecían emocionados, con una sonrisa pequeña mientras los ojos le parecían brillar. Pero Yunho recordó a la perfección las palabras de Shindong, ese tipo llevaba por nombre Heechul, tan peligroso como el pasado del mismo Jaejoong.

 

—No lo sé, ¿te dijo algo?

—No exactamente, se me quedó viendo perplejo como si me conociera, pero al final solo pidió kimchi, medio probó el plato y luego se fue.

 

Yunho asintió, enrollando los fideos en los palillos.

 

—Tal vez solo te le hiciste parecido a alguien más.

—Sí, tienes razón…— La voz de Jaejoong aún era intranquila –Supongo que de haberme reconocido me hubiera dicho algo.

 

No era fácil, sentía la presión de las mentiras sobre él, quizá todo sería un poco más fácil si le decía la verdad a Jaejoong. Estaba siendo egoísta tal vez, deseando tan fervientemente que ese no fuera el Jaejoong que conocía, ese asesino a la par de Kim Heechul.

 

—Yunho…— De pronto la voz del otro fue baja, casi susurrante, acercando su rostro a él —¿Irás a mi departamento hoy?

Sonrió por inercia, ese rostro hermoso de Jaejoong a su disposición –No lo sé, a lo mejor tu novio se enoja si me ve por ahí.

 

—Nah, tranquilo— Jugó Jaejoong –Él nunca se va a enterar.

 

Yunho esta vez no lo pudo evitar, estiró su mano al cuello de Jaejoong, lo atrajo suavemente,  y besó sus labios. Esos que parecían dispuestos a besarlo desde que entró. Tomó con gracia su boca, como un regalo de los dioses y la sonrisa de él en medio del beso lo hizo retroceder.

 

—¿Qué es tan gracioso?— Preguntó con un pequeño gesto engreído.

—Oh, nada. Es solo que se siente bien tenerte en mi vida.

 

De repente, cuando Jaejoong era tan sincero, cuando lo miraba así, sentía que no estaba jugando a favor de nadie. Ninguno se conocía en verdad. Jaejoong era un muñeco vacío, y él una mentira a sus ojos.

 

Aún no se habían quitado las máscaras.

Y la conclusión a la que llegaba, era siempre la misma: No era amor.

 

—Voy ayudar a la señora Dong, me avisas cuando termines.

 

Se levantó sin problemas, con esa sonrisa en el rostro que hizo a Yunho hundirse en su lugar. Cuando llegó, sintió la mirada de la mujer mayor sobre él, con esa sonrisa divertida que lo hizo sentirse nervioso de repente, pero Jaejoong trató todo lo que pudo disimular.

 

—Así que esa es la razón— Dijo Mirah –Por la que estás tan feliz últimamente y por la cual rechazas a toda alma se atreve a pedirte una oportunidad.

—Señora Dong…

 

—¡Oh, pero que suerte tienes muchacho!— La mujer de pronto se apoyó en el mesón –Es muy guapo. En mis tiempos mozos, yo capturaba a hombres igual de apuestos que él, con ese porte de caballero y sonrisa encantadora— La mujer suspiró y Jaejoong se vio atrapado entre la vergüenza y el orgullo mínimo instalado en su pecho –Pero ten cuidado, cuando son tan hermosos por fuera, la mayoría de la veces es porque no se han preocupado por arreglar su interior.

 

Jaejoong se bastó de esa confianza ciega, sonrió y miró a Jung, con esa tranquilidad tan suya mientras comía y parecía leer un pequeño libro entre las manos.

 

—Estoy seguro de que puedo confiar en él.

—Siendo así, ve y dale esto de mi parte— La mujer sostuvo entre sus manos un pequeño postre, guiñándole el ojo a Jaejoong en cuanto este lo tomó –La casa invita.

 

Para ese instante la risa de Jaejoong fue lo único que se escuchó.

 

 

 

 

—Y si nos dirigimos hacia este lugar, podemos ver la otra cara del monumento que este maravilloso escultor francés creó cerca de la segunda guerra mundial— La voz de Junsu como siempre se escuchó cálida y amigable, con esa sonrisa en el rostro mientras tenía sobre sí la atención del grupo de turistas a su cargo –El objetivo de su obra era poder reflejar los dos lados de la guerra: la gente con el poder, y la gente que los ayuda a obtener ese poder.

 

Las cámaras empezaron a disparar flash, calló por un momento esperando que el grupo se esparciera un poco, sacando las fotos que deseaban y comprobando la hora en su reloj, pensó que en pocos minutos sería bueno llevarlos a almorzar a un buen lugar.

 

—¡Junsu!— El lugar estaba abarrotado de gente esa tarde, le fue difícil identificar de  dónde provenía esa voz, pero pudo ver ese brazo alzarse entre las personas y su voz fue un poco más audible entonces —¡Junsu!

 

Yoochun llegó como si nada directo hacía él, agitado y cansado al parecer, con una mano sobre su pecho y tratando de darse un poco de aire ante el calor que seguramente correr de aquella manera le había provocado.

 

Sonrió, con esos labios finos y esos ojos que parecían atravesarlo, pero Junsu se quedó estático, recordando a la perfección su incorrecta y vergonzosa confesión de la noche anterior a través del celular.

 

—¿Qué haces aquí?

 

—Llamé a tu agencia, pero me dijeron que habías salido con un grupo— La voz de Yoochun todavía era extraña –Tuve que ir a rogarle a una de tus compañeras para que me dijera dónde estabas.

 

Junsu miró a su grupo de turistas y reaccionó, no debía entretenerse con Yoochun, hoy menos que nunca.

 

—Lo siento, Yoochun. Hablamos otro día.

—Espera…

 

Las manos de Yoochun apresaron su brazo, no parecía muy dispuesto a dejarlo ir.

 

—Es mi primer grupo— Admitió con un hilo de voz –Es la primera vez que estoy solo como guía de un grupo, y es muy importante para mí, por favor. Hablamos después.

 

Si era miedo o no, Yoochun no lo pudo identificar. Junsu solo se alejó y soltó como si nada, reuniendo al grupo a su cargo hablándoles al parecer sobre llevarlos hacía otro lugar a comer, y Yoochun bufó desesperado.

 

Mordió su labio inferior y sonrió cuando vio a la mujer con su altoparlante móvil entre las manos, guiando a un grupo de estudiantes y con su voz escuchándose por todo lo alto.

 

—Señorita, disculpe— Trató de verse todo lo decente que pudo, la mujer se detuvo mirándolo sorprendida.

—¿Si?

 

—¿Me podría prestar su altoparlante?

—¿Cómo?

—Prometo devolvérselo en menos de diez minutos, sino se va a ir.

 

—¿Qué? ¿De qué habla?— La mujer empezaba a fruncir el ceño y Yoochun decidió sonreír amable.

—Es que necesito pedirle una cita, pero no quiere escucharme, si él se va…

 

—¿Él?— De pronto la mujer parecía curiosa —¿Quiere pedirle una cita a un chico?

 

Yoochun sonrió nervioso entonces.

 

—Bueno…

 

—Muy bien, chicos— La mujer llamó la atención de los estudiantes quienes volvieron a mirarla y dejaron de conversar –Vayan a comer algo rápido en el patio de comidas y nos vemos aquí en treinta minutos.

 

Los estudiantes gritaron emocionados, separándose en grupos de inmediato, la mujer giró hacía él y sonrió –Son muy jóvenes para presenciar este tipo de cosas— Le guiñó un ojo y le extendió el altoparlante. Yoochun solo sonrió y asintió levemente antes de salir corriendo hacia las pequeñas escaleras a unos metros de donde se encontraba Junsu.

 

Estaba hablando con su grupo, concentrado en lo que hacía, pero cuando habló su voz no retumbó como esperaba y el grupo ya se empezaba a jalar.

 

—¡Es con el botón azul!

 

La maestra gritó desde abajo, señalándole el lugar exacto y él ni siquiera sabía en qué momento había ido corriendo tras él, pero solo sacudió su cabeza y volvió a intentarlo.

 

—¡JUNSU!— De acuerdo, sonó más fuerte de lo esperado, pero no quiso preocuparse por nivelarle el volumen, porque Kim giró directo hacía él, con su cara impávida y el resto de su grupo mirando en la misma dirección –No me dejaste otra opción, si sigues huyendo así de mí, ¿cómo esperas que te pida una cita decentemente?

 

El rostro de Junsu se coloreó casi de inmediato. Era como si todos siguieran la mirada de Yoochun directo hasta él, sintió todas esas miradas y las palmeadas suaves de sus turistas sobre la espalda animándolo a caminar hacia adelante, aunque él hace mucho hubiera dejado de oír y sentir.

 

Sin embargo Yoochun dio los pasos que hacían falta, con el altoparlante entre las manos y una estupenda sonrisa en los labios.

 

—Entonces, ¿qué dices?— Era una bendición escuchar la voz de Yoochun en un sonido normal sin ese altoparlante que incluso hizo su corazón detenerse por un segundo —¿Aceptas?

 

Pero Junsu exhaló con fuerza y sonrió.

 

—Idiota— Masculló –Claro que sí.

 

Yoochun sonrió un poco más –Perfecto, en el restaurante al que íbamos a ir la noche anterior. Ocho en punto.

 

Junsu asintió –Debo volver a mi trabajo, nos vemos— Alzó un poco su mano, porque despedirse de otra forma era extraño, sintió las miradas y las sonrisas, los bufidos por el poco contacto y sus pasos se dirigieron hacía el grupo que de pronto lo abarrotaban de preguntas personales que lo hacían avergonzarse cada vez más.

 

¡Maldito Yoochun!

 

 

—Muchísimas gracias— Le sonrió a la mujer, que volvió a tomar el altoparlante con una sonrisa, asintiendo repetidamente –Fue de mucha ayuda.

—Lo sé. Creo que hoy de verdad hice algo bueno.

 

Yoochun solo sonrió y asintió una vez más, antes de empezar a caminar en dirección contraria y respirar hondo, su pecho se infló y sintió un pequeño cosquilleo en su interior, como si el viento empezara a mover sus cabellos otra vez, como si lo sumergiera en esa paz asombrosa de nueva cuenta.

 

 

 

 

—Su café— Habló el muchacho dejando la taza sobre la mesa —Si desea algo más solamente me llama.

 

Jaejoong se inclinó educadamente, con la bandeja contra su pecho y la sonrisa amable en su rostro, Heechul solamente lo miró y agarró la taza de café entre sus manos. Esa inestable sensación en su pecho otra vez.

 

Kim entonces se alejó sin problemas y los pensamientos de Heechul daban vueltas en su cabeza una y otra vez, el sabor amargo del café sin una pizca de azúcar resbalaba por su lengua y atravesaba más allá de sus sentidos, sus emociones.

 

Cayó al mar.

 

Las palabras de Leesang todavía lo atormentaban, todavía no comprendía, y no importaba cuantos días fuera hasta ese restaurante sin elegancia, Jaejoong seguía con la misma mirada vacía del primer día, pero con esos gestos de amabilidad que únicamente le provocaban nauseas.

 

Finalmente la puerta se abrió y la mirada insegura de Sungmin se abrió paso en el lugar hasta que lo identificó, caminó rápidamente, quitándose el grueso abrigo negro que había llevado, sus ojos un poco confundidos todavía.

 

—¿Por qué me has citado en un lugar así?

 

Sonaba claramente a reproche, pero Heechul solo alzó un poco su mano y habló –Espera un momento y verás.

—Buenas tardes, ¿desea algo más?

 

Los ojos de Sungmin se abrieron de par en par ante la llegada de Jaejoong, pero Heechul solo hablo parco otra vez.

 

—Una porción de mandú, por favor.

—De acuerdo ¿algo de beber?

—Agua está bien.

 

Jaejoong asintió, anotando en la pequeña libreta y mirando extrañado la manera en que el muchacho de rostro fino lo miraba, casi con la boca abierta y luego regresando al mayor que aún bebía café.

 

—¿Qué está pasando aquí?— Sungmin habló bajito, mirando de un lado a otro —¿Qué hace alguien como él en un lugar como este? ¿No se supone que la pobreza le da urticaria? Además, ¿por qué actuó como si no nos reconociera?— La mueca de Sungmin fue evidente, pero Heechul solo sonrió.

 

—Eso, ni siquiera es lo peor.

—¿De qué hablas?

—Leesang cree que está muerto.

 

Nuevamente los ojos de Sungmin se abrieron de par en par.

 

—¿Se está escondiendo?— Esta vez la voz de Sungmin se alzó un poco más —¿Está estúpido? ¿Por qué no se esconde en un lugar alejado o algo así? Si Leesang lo descubre, lo mata.

—¿No te das cuenta? Ni siquiera nos reconoce.

 

Heechul se acercó un poco más y Sungmin parpadeó desconcertado.

 

—No creo estar entendiendo.

 

—Hay dos posibilidades: O este sujeto es el hermano gemelo perdido de Jaejoong o algo muy malo le paso, porque nadie es tan idiota como para no salir huyendo si sabe que soy lo más cercano a Leesang que tiene.

 

—Pero si está fingiendo su muerte…

—Es como si ni siquiera supiera quien es él.

 

Sungmin frunció el ceño, cortando la conversación en cuanto Jaejoong con el plato y la botella de agua sobre la mesa en medio de los dos.

 

—¿Cómo te llamas?— Heechul fue directo y Kim parpadeó un par de veces antes de contestar.

—Mi nombre es Jaejoong. ¿Desean algo más?

 

—No. Gracias.

—Con permiso.

 

Sungmin se cruzó de brazos de repente y parecía pensar bastante –Dijo su nombre sin problemas, ni siquiera se molestó en ocultarlo o inventar algo. Está burlándose de nosotros Heechul, claro que es el mismo Jaejoong.

 

Pero Heechul solo negó suavemente –No lo es— Mordió su labio y se hundió en su asiento –No es de ninguna manera el Jaejoong que tú y yo conocemos. Es como si fuera alguien más.

—¿Amnesia?

 

Heechul de pronto alzó la mirada.

 

—¿Qué dijiste?

—Alguna vez vi algo así, pierden por completo la memoria, no saben ni cómo se llaman en los casos más severos, pero son casos muy extraños y severos.

 

—Pero ¿cómo sabe su nombre?

—La policía lo debe haber encontrado, o a lo mejor cargaba sus documentos consigo cuando despertó. Dijiste que Leesang lo cree muerto, ¿cómo llegaron a esa conclusión?

 

—No lo sé. Solo me dijo que lo envió en una misión importante y todo salió mal.

—Quizá no murió Heechul— Sungmin miró de soslayo a Jaejoong –Tal vez solo salió bastante herido de ahí.

 

 

 

 

Cuando Minho llegaba, Changmin solía ponerse a escuchar música a un volumen bastante alto, su humor mejoraba bastante e incluso andaba de un lugar a otro en la casa, ojeaba los cd del menor y se detenía a escucharlos, descubría un mundo nuevo y esos pequeños gestos hacían a Minho sonreír.

 

—En verdad te gusta la música.

—Eso parece— Decía Changmin con una sonrisa en la boca –Aunque no sé ni cuál es el tipo de música que me gusta en verdad.

 

—Pues evidentemente algo entre el rock y todas sus versiones.

 

Changmin sonrió y Minho se sentó a ojear la revista en sus manos, esa donde el artículo sobre el tras cámara de una película había llamado su atención. Le había apetecido ver esa película hace mucho, aunque aún no hubiera tenido el tiempo de ir a verla.

 

Shim llegó junto a él luego de poner el cd que sonó a todo volumen. Los ritmos marcados por la batería y el bajo distrajeron a Minho lo suficiente como para que Changmin asomara un poco su cabeza y le quitara la revista de las manos.

 

De repente los ojos de Changmin se habían posado inevitables sobre una esquina de la hoja, su rostro serio y su entrecejo arrugado había puesto en alerta a Choi —¿Changmin que pasa?— Pero él solo lo ignoró, su expresión cada vez más grave y sus dedos tocando la mediana imagen donde un pequeño grupo se abrazaba y sonreía divertido.

 

—Él…— Habló de repente señalando al sujeto de cabello largo y lentes de marco de negro —¿Quién es él?— Alzó la revista para que los ojos de Minho la observaran pero Choi solo alejó un poco la cara y frunció el ceño.

 

—No lo sé, no parece ser un actor porque no aparece en la película creo… Debe ser el director o algo así.

—Sí, pero ¿cómo se llama?

 

—Aquí debe estar— Minho bajó la revista lo suficiente como para que ambos la pudieran ver. Y los nombres de los involucrados en la fotografía se encontraba en una esquina de la página, numerada de acuerdo al orden de las demás –Si, es el director: Micky Yoochun.

 

Changmin abrió sus ojos de par en par, corriendo directo hacía su habitación ante la estupefacta mirada de Minho que lo siguió lo más rápido que pudo, Changmin revolvía entre sus cajones, parecía desesperado de repente.

 

—¡Mi collar!— Gritó —¡¿Dónde está mi collar?!

—No lo sé…— Habló preocupado, jamás lo había visto así –Tú te encargaste de guardarlo.

 

—Maldición— Changmin siguió con su destructiva búsqueda, lanzaba cosas por todas partes, y finalmente, entre las toallas arrumadas en su clóset lo encontró, cuidadosamente guardado ahí –Aquí está— Y lo giró directo hacía la inscripción –Park Yoochun…

 

Releyó con anhelo, con una sonrisa en sus labios mientras acariciaba su nombre y él del desconocido en el mismo lugar.

 

—Es él…

—Pero— Minho estaba inmóvil –Su apellido no es…

—¡Dudo que su apellido real sea Micky!

 

Minho no dijo nada más, se dejó caer en la cama de repente y Changmin se obligó a calmarse cuando eso sucedió —¿Minho estás bien?

—¿Qué?

 

Pero en ese momento cuando alzó la mirada solo pudo ver el collar que Changmin tan fuertemente apretaba entre sus manos. ¿Era él?

¿En verdad su mundo se podía reducir a solo él?

 

 

 

—Trata de calmarte— Habló Sungmin, conduciendo lentamente por las calles ya oscuras de Seúl, su mirada seria y sus manos firmemente puestas sobre el volante –Él ni siquiera merece que le de tantas vueltas al asunto. Si está fingiendo o no es su problema, tarde o temprano Leesang lo va a encontrar y entonces en verdad la va a pasar mal.

 

Heechul ni siquiera se molestó en asentir, solo continúo con su mirada en la calle, en las luces de la ciudad que ya estaban encendidas, su estómago rugiendo de repente, recriminándole por no haber probado comida en el restaurante.

 

—Sungmin— Lo llamó con voz parsimoniosa –Arrímate a esta vereda.

—¿Qué? ¿Estás seguro?

 

—Sí, estoy cerca del departamento, me puedo ir caminando.

—Pero…

—Voy a estar bien— Sonrió –Quiero comer algo y caminar un rato.

 

Sungmin se estacionó con cuidado y lo miró con algo de preocupación. Heechul apenas levantó un poco su mano al salir del auto, ajustó el abrigo a su cuerpo y caminó despacio.

 

¿Esta era la forma que tenía la vida para burlarse de él?

 

Jaejoong que solo había deseado poder tener sus privilegios y quitarle su lugar, mientras él solo deseaba huir de esa cárcel, ahora Jaejoong tenía la oportunidad de ser libre, y ni siquiera parecía ser consciente de ello.

 

Heechul odió su vida una vez más, sus ganas descontroladas en la juventud por el poder y el dinero, eso que lo arrastró a los brazos de Leesang y que ahora lo mantenía esclavizado a él.

 

Identificó la carretilla de hotdog y sonrió. El lugar donde conoció a Siwon, si pudiera enamorarse de él tan intensamente como para salir huyendo sin importarle Leesang, morir en el intento de esa ansiada libertad abrigada por el amor, de pronto era un futuro aceptable para él.

 

Pero la vida pareció compadecerse de él, porque Siwon estaba ahí, sentado en uno de los pequeños asientos, con un hotdog entre las manos y su abrigo cubriéndolo del frío, dio los pasos necesarios entonces, justo hasta quedar frente a él, y esos ojos oscuros y pardos lo miraron al fin.

 

Fueron cortos silencios antes de que Siwon le cediera una sonrisa y se moviera un poco para cederle un pequeño espacio a su lado –Es mi segundo hotdog— Confesó repentinamente, sin que Heechul se atreviera a sentarse a todavía –Algo me decía que ibas a venir.

 

Si huía. No iba a desear la libertad con tanta desesperación como cuando está cerca de Siwon, sin embargo Choi solo fingió buscar la salsa de tomate ocultando su rostro nervioso de él.

 

Suspiró inseguro. Y cuando se sentó a su lado, fue como marcar una pequeña sentencia de muerte, que la sonrisa de Siwon parecía amortiguar.

 

—¿Quieres uno?— Ofreció –Yo invito.

—Está bien.

 

Puede que Siwon no lo sepa. Pensó. Pero en ese instante, en ese pequeño momento, Heechul decidió que si la vida era injusta con él, entonces iba a despreocuparse de ella y obtener eso que le había sido negado por tanto tiempo.

 

Quería una sonrisa así en su vida, y como un niño pequeño y caprichoso, se olvidó de las consecuencias, pensando en él y solo en él. Porque si Siwon sonreía junto a él, si le hablaba de cosas simples y lo miraba a ratos, Heechul sentía que tal vez, así como con Jaejoong, la vida estaba dándole momentos pequeños y volubles de felicidad, antes del atroz final que parecía destinado para los dos.

 

 

Fin Capitulo Once

 

 

 

 

¡Hola, gente!

No ando con mucho tiempo la verdad pero les agradezco a todos los que leen y comentan, en verdad me fascina saber que aún hay gente interesada por el fic aunque haya estado tanto tiempo sin actualizar xD

Por cierto en un comentario me mencionaron que el YunJae a veces no parece protagonista y lo sé, pero es que a veces me meto tanto en la trama, que  olvido las dosis de amor xD Me disculpo por eso, pero también es cierto que  en el fic no solo el YunJae es el protagonista, en realidad todas las parejas del fic lo son (SiChul, YooMin, YooSu, ChangMinho) Al menos esas, si lo son, por lo tanto el fic debe estar centrado en todos ellos por igual. Jaejoong es el punto de partida, pero no el protagonista total.

En fin, muchas gracias a todos por leer y seguir por aquí. ¡Lunes de memorias prohibidas! xD

He cumplido, me despido. Un abrazo fuerte para todas 😉