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Prisma de inocencia: cuarta parte


Prisma de Inocencia

Tantos juguetes en el mundo, y la gente elige los sentimientos para jugar.

Cuarta Parte

Luego de que Yunho vomitara, muchas cosas no quedaban entre ellos, al menos no lo suficientemente decentes como para que Yunho las recordara. Donghae había empezado a reír e incluso había caído sentado por la borrachera que llevaba encima. Al siguiente día, por supuesto y cómo era de esperarse Donghae se quejaba a morir por el dolor de cabeza y no recordaba absolutamente nada. Recuerda que Changmin le dijo algo antes de que llegaran sus amigos y lo llevaran a la casa de Hyukjae a pocas casas de ahí.

Era impresionante como a pesar de haber pasado un día por medio, aún sentía un poco de estragos en el cuerpo y había justificado aquello con que le había sentado mal alguna comida. A estas alturas, ciertamente le importaba muy poco muchas cosas, y sin embargo seguía pensando en que contra todo pronostico Changmin realmente se había presentado ahí. La mesa ese día, durante la hora del almuerzo era inusualmente callada, la mayoría parecía haberse pasado demasiado con el licor, probablemente porque había sido una de las últimas fiestas antes del final del ciclo escolar.

Yoochun junto a él en cambio lucía como si nada, tranquilamente mascando una manzana verde mientras miraba distraídamente el celular. Por su cabeza pasaron muchas cosas, entre ellas el porque Park parecía la gran parte del tiempo tan lleno de misterios.

—Suéltalo.

—¿Hmm?

Yoochun no lo miraba, pero efectivamente le hablaba a él.

—Lo que me quieres preguntar. Suéltalo.

—¿Cómo es que no tienes resaca?

Esta vez, Park giró, lo miró con una ceja levantada y luego de unos segundos le sonrió, negando sutilmente con la cabeza. Ignorándolo por completo volvió a su celular y Yunho aún pensaba en si seria demasiado invasivo preguntar si era cierto lo de que había salido con una profesora en su antiguo instituto. Pero llegó a la resolución que si, además no era tanta su curiosidad, ahora simplemente quería ver a Changmin.

Cerca de la hora de salida finalmente lo pudo encontrar. Shim guardaba un par de libros en el casillero y mientras caminaba hacía él, contempló brevemente sus pequeñas orejas y la cola moviéndose parsimoniosamente. Fuera de ello Changmin era realmente atractivo, era algo fácil de notar y faltando tan poco para terminar el ciclo escolar, Yunho sintió que moriría sino podía besarlo de nuevo, hasta quedarse sin aire, hasta el último día que le quedara en ese lugar.

Cerró la puerta del casillero del menor y este lo miró con sorpresa. Yunho se acercó, lo suficiente como para que Changmin lo alejara, pero no lo hizo y él no sabía muchas veces como funcionaba aquello, que tan sano era. Si realmente había algo, muchas veces dudaba incluso de lo que él mismo sentía ¿cómo podía entonces pedirle explicaciones por lo que el menor sentía por él?

—No hagas eso.

Changmin alejó un poco la cabeza, pero no la cercanía de sus cuerpos.

—La fiesta fue un desastre.

—No tenía ni quince minutos ahí cuando empezaste a vomitar.

El menor sonrió burlón y él se sintió terriblemente avergonzado. Tanto que cerró los ojos, con una mueca entre divertida y azorada, pegando su frente a la de él. ¿Por qué actuaban así?

Esto que crecía dentro de él, era culpa tanto de Changmin como de él.

—¿Puedes venir a mi casa? ¿A las seis?

—¿Por qué? ¿Necesitas clases de matemáticas? — Changmin bromeó un poco, pero luego recordó y sonrió —Ah, no. Cierto que al final no tienes un maní ahí dentro. — Tocó su cabello un poco y lo miró – Señor beca de primer nivel.

Yunho se sintió regocijado. Changmin reconocía algo que para él parecía ser digno de nombrar, era la segunda vez que lo hacía y sentirse orgulloso frente a sus ojos, lo hizo sonreír.

—¿Vendrás?

—¿Estarán tus padres?

—No.

Changmin dudó un poco, lo miró fijamente y entonces la campana de finalización de clases dio anuncio a que en pocos segundos los estudiantes empezarían a salir de sus aulas. Yunho se alejó y Changmin mordió su labio inferior, como si luchara por responder veloz. Pero cuando las puertas empezaron a abrirse, Shim asintió. Yunho sonrió y en algún momento se perdió entre los estudiantes que anhelaban salir cuanto antes de ahí.

Yoochun fue hasta su casa esa tarde, tenían una tarea de química pendiente y Park decidió que sería buena idea terminarla ese mismo día, por alguna razón Yunho no se pudo negar, quizá principalmente porque le había dicho que se tendría que ir cerca de las cinco y media. Sin embargo la tarea la habían terminado cerca de la cinco de la tarde y Yoochun tenía que quemar tiempo hasta las cinco y media por lo que ahora se encontraban por alguna razón, recostados en la alfombra de la habitación de Yunho mirando el techo sin mirarlo en realidad.

Yunho tenía la cabeza en otro lugar y Yoochun no hablaba demasiado, parecía pensar en sus cosas también. Le resultaba curioso la facilidad con la que podían estar en silencio sin una pizca de incomodidad, algo que en el inicio de su ¿amistad? Fue algo difícil de sobrellevar. El olor del cigarrillo se esparcía entre las paredes, Yoochun fumaba cada tanto y seguía mirando el techo, como si estuviera realmente relajado y la música lo relajara un poco más.

De fondo sonaba Strange, muy bajo, pero la música le hizo pensar a Yunho que era relajante estar así, incluso aunque la compañía fuera inesperada. La imagen de Changmin llegaba frecuentemente a su cabeza, lo que el menor quería, lo que el menor pensaba de él. Le daba tantas vueltas en la cabeza su nombre que se sintió terriblemente atacado por aquello.

—¿Alguna vez te has enamorado?

—No creí que fueras del tipo romántico.

Yunho casi pudo adivinar la sonrisa en el rostro de Yoochun.

—No lo soy, pero es curioso como uno pierde la cabeza de la noche a la mañana y de pronto pierde el norte por completo. Sentirse así de desubicado, perdido, es horrible y aún así la gente siempre habla maravillas del amor.

Colocó las manos en su estómago, nuevamente había sentido la presión de la imagen de Changmin en sus recuerdos.

—Quizá ellos lo viven de manera distinta.

—Yo una vez lo estuve. — Yunho en realidad no esperaba aquella confesión – Se llamaba Junsu.

—Creí que no salías con chicos.

—No lo hago, él ha sido mi única excepción. Teníamos quince, él era terriblemente hermoso y dulce. Su sonrisa era todo lo que estaba bien en el mundo y por alguna razón coincidimos en esta vida. Tenía muchos sueños y esperanzas, quería hacer tantas cosas y era bueno en todo lo que te puedas imaginar, en los deportes, cantando, en los estudios. Literalmente podía hacer lo que le diera la jodida gana.

El tono de voz de Yoochun era amargo, no sonaba dulce o emocionado. Ni siquiera ligeramente nostálgico.

Yunho supuso que las cosas no salieron bien, y lo dejó seguir.

—Comenzamos a salir a escondidas, sus padres jamás le hubieran permitido estar con alguien como yo, muchos menos siendo hombre. Pero él era maravilloso. Dios, me gustaba tanto. — Esta vez lo miró de reojo sonreír amargamente mientras ponía una mano sobre su frente – Un día estábamos en su habitación, nos besábamos con tranquilidad cuando su padre entró en la habitación. Se suponía que no estarían ahí esa tarde. El hombre enloqueció y Junsu… Él me echó la culpa de todo, dijo que yo lo había besado a traición y no había tenido tiempo a reaccionar.

—Pero que… — Yunho se sentó, mirando a Yoochun quien continuaba con la mirada en el techo de su habitación, con continuas pero lentas caladas entre su historia — ¿qué hiciste?

—Estaba tan sorprendido que no pude decir nada, su padre me dio un golpe y me sacó a empujones de ahí. Junsu me bloqueó de todos lados y cuando por fin pudimos hablar al día siguiente en la escuela simplemente me pidió que lo dejara en paz, todo se había acabado, él jamás arriesgaría su futuro por alguien como yo y solo fui su experimento de salir con el chico malo. Nadie se debía enterar jamás.

El cigarrillo se había terminado, por lo que Yoochun se levantó, para poder terminar de pagarlo y echarlo al tacho de basura. Yunho lo seguía con la mirada, esperando que terminara de hablar.

—Así de dulce e inteligente fue capaz de darme la puñalada por la espalda. Iba a dejarlo así, no quería lucir realmente herido o imbécil, lo iba a dejar pasar. Pero el muy cabrón comenzó a escribirse con otros tipos, su papá lo descubrió en conversaciones impertinentes y con fotografiás indecentes que otros le mandaban y dijo que era yo, que yo lo acosaba. Su padre armó todo un escándalo en la secundaria y yo pues era el “chico malo” y él, probablemente el mejor estudiante de nuestra generación, ni siquiera se tomaron la molestia de ver si el de las fotos era realmente yo, aunque claro no se les veía la cara a los de las fotos, pero ni siquiera las miraron ¿entiendes? — Yoochun masajeó un poco su sien – Como si se les fueran a caer los ojos por ver a otro hombre desnudo.

—Entonces te expulsaron.

Yoochun asintió, para ese momento Yunho se había sentado sobre su cama y Yoochun decidió sentarse en la silla junto al escritorio, había empezado a alterarse ante el recuerdo y ahora buscaba la calma de nuevo, volvió a respirar hondo y lo miró.

—Pegué con algunos amigos cientos de fotos de él junto a mi, todas aquellas que nos habíamos tomado en citas, en la parte trasera del colegio y en su habitación. Fuimos una pareja después de todo, él al menos nos “permitía” tener fotos, si no podíamos hacerlo publico, al menos me dejaba tener eso – Dijo con ironía – Me contaron que su padre casi estalla del coraje y finalmente lo mandó a un colegio militar. Le conté todo a mamá, fui honesto con ella respecto a lo mío con Junsu y su traición, nunca le dije lo de las fotos pero se enteró, se que sabe que fui yo el que pegó las fotos, pero esa noche solo llegó con pizza y helado, vimos una película y me abrazó. Creo, que por esta vez lo dejó pasar.

—¿Vives solo con ella?

Yoochun asintió. — Jamás conocía a mi padre. Ella ha sabido criarnos sin problema a Yoohwan y a mí.

—¿Y no peleó porque no te expulsaran? Digo, fue injusto.

—El director en esos momentos estaba cerrado a que era yo y punto. Mi madre lo mandó literalmente a la mierda – En esta ocasión Park sonrió divertido – Y le dijo que le pondría una demanda. En medio de todo el caos le ofrecieron a mamá un traslado a esta ciudad en su trabajo y con un mejor sueldo, por lo que simplemente hicimos el traslado.

Yoochun lucía más calmado, Yunho lo miró directamente a los ojos.

—¿Por qué me has contado todo eso?

—Por que quiero que sepas, que el primer amor no es el último. Ten cuidado con las personas que piensan demasiado, suelen tener el control desde el inicio, incluso sin que te des cuenta. A la gente por naturaleza, le gusta herir. Además se notaba que morías por saber si era verdad lo de la profesora.

Park había empezado a recoger sus pertenencias, Yunho lo siguió, bajando las escaleras. Ni siquiera se había podido percatar que eran más de las cinco y media.

—Nos vemos mañana.

Yoochun le sonrió y Yunho asintió, un poco más tranquilo y sintiendo que de algún modo empezaban a crear algún tipo de lazo. Yoochun bajó los cortos escalones al salir de su casa y Yunho alzó un poco la voz.

—¿Entonces no es cierto lo de la profesora?

Esta vez Yoochun rió fuerte, continuando con su camino y alzando la mano a la distancia.

—No, idiota.

A Yunho realmente empezaba a agradarle Yoochun.

Changmin había llegado ligeramente tarde, Yunho no sabía si había sido apropósito o era habitualmente impuntual, pero cuando llegó, desde el minuto uno Changmin lucía tenso. Ingresó con pasos lentos, sin mirar demasiado alrededor y Yunho sintió una abismal distancia a cómo se había sentido minutos atrás. Changmin logró transmitirle un poco de su inseguridad y desconfianza.

—¿Quieres beber algo?

Shim negó, sentado en el sillón de su casa, con la mirada en la pequeña mesita de centro, pensando en algo que parecía tratar de acomodar con las palabras adecuadas.

—¿Para qué querías que viniera?

—Me atraes – Fue directo, sentándose junto a él y por primera vez en un rato, los ojos de Changmin se posaron en él – Y sé que al menos un poco, yo te gusto también.

—¿Y que quieres que hagamos con eso?

—No lo sé, dímelo tú. Yo más o menos se lo que quiero, tú, eres un completo misterio para mí.

Changmin lo miró fijamente, como si pudiera atravesar su mente y leerla por completo.

—¿Y qués es lo que quieres?

—Sé que quiero besarte cada vez que te tengo enfrente.— La brutal sinceridad de Yunho, provocó que el menor se pegara al brazo del mueble, aturdido y con una expresión que Yunho no podía descifrar del todo — ¿Qué es lo que tú quieres de mi?

Esta vez, Changmin no se alejó, se acercó despacio. Su mano sobre el rostro de Yunho y un leve titubeo entre los labios, con su mirada pasando de sus ojos a su boca en pestañeos breves.

—Quiero que me beses, quiero estar contigo. Y quiero quedarme la noche entera si me dejas.

Yunho miró sus ojos, sabía que había algo en medio de sus palabras que no lo hacían sentirse seguro, aún así lo besó. Porque no mintió cuando le dijo que ansiaba fuertemente besarlo, que sus sentimientos se alborotaban cuando estaba cerca de él no se lo dijo, pero sintió que ya tendrían tiempo para eso. Acercó el cuerpo de Changmin y lo besó. Quería besar sus labios hasta sentirse saciado de él, quería sus manos tocando el cuerpo entero del menor.

Y quería, más que todo que al menos por un momento Changmin dejara de mirarlo con esos ojos fríos y devastadores.

Quería un poco de la calidez que Yoochun le transmitió tan solo en minutos, con tan sola una conversa.

Porque Changmin seguía sin derrumbar del todo sus paredes ante él, incluso si lo besaba y le arrancaba el alma entera.

Fin de la Cuarta Parte.

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Prisma de Inocencia: Tercera Parte


Prisma de Inocencia

En la vida he aprendido que el demonio se viste de cosas bellas.

Tercera Parte

Alguna vez cuando era muy joven, a los nueve años, aunque muy prematuramente, Yunho comprendió que cuando sus padres hablaban sobre una cena formar con sus socios, donde él debía ser educado y amable, realmente debía serlo era importante y únicamente debía comportarse, era como estar y no estar al mismo tiempo. Su presencia pasaba casi inadvertida porque muchas veces los adultos se enfrascaban en sus conversas y apenas lo miraban para decir lo bonito que era, luego de eso, Yunho era un mueble más en la estancia.

Cuando cumplió los quince, comprendió que ciertos negocios de sus padres se manejaban a través de las apariencias, el negociante o el negocio dependían de que su madre luciera amorosa y dulce, cuando pocas veces incluso lo abrazaba, y que su padre fuera cálido y orgulloso de él, cuando ciertamente rara vez lo veía en casa. Así que Yunho era cordial y afable, bueno en la escuela, bueno en los deportes, atractivo, cuando en realidad en ocasiones odiara serlo. Pero era lo que sus padres querían de él y se había acostumbrado a recibir buenas recompensas por su actuar de acuerdo a la ocasión.


A veces, solo a veces parecían sentirse orgulloso de él.

Por eso es que la conversación de hace unas horas lo hizo sentir casualmente incómodo, pero cuando su madre mencionó la cena, lo entendió todo.

Así que cuando Changmin atravesó la puerta de su casa, con una expresión estoica y algo molesta; luego de una mirada de su madre, suspiró y lo saludo cordialmente, no como si fueran amigos, Yunho sabía que jamás lo serían pero Changmin parecía adecuado a obedecer incluso aunque se viera un poco más reticente, su madre había aparecido unos segundos después y todos se habían saludado con afabilidad, como si el negocio estuviera casi cerrado y esto fuera meramente cortesía.

Ahora podía escuchar la conversa lejana de los adultos mientras cortaba la carne y Changmin frente a él parecía completamente ajeno a todo lo que sucedía en la mesa, las palabras de su madre por un momento estuvieron a punto de enloquecerlo “Cada uno recibe al amor a su ritmo” pero no había posibilidad alguna que algo así le pasara con alguien como él. Aunque algo en él le atrajera, sabía que jamás pasaría algo más que sexo entre ellos.

—¿Qué?

La voz desganada de Shim por un momento logró sorprenderlo, honestamente no sabía cuanto tiempo llevaba mirándolo que incluso el menor parecía hastiado.

—¿Disculpa?

Changmin viró los ojos, molesto, cansado y a punto de explotar.

—Llevas mirándome como si fuera un mono de circo, y de paso actuás como un lindo monito educado.

—Entonces, quizá siendo de la misma especie ¿deberíamos conocernos mejor?

Atacó sabiendo lo mucho que le molestaba al otro que coqueteara con él. Y de hecho, resultó como esperaba. Resopló molesto y volvió a su comida, dejándolo solo con sus pensamientos de nuevo. Empezaba a temerle un poco, porque quizá su madre tenía un poco de razón.

Cerca de las nueve de la noche sus padres se metieron en una conversación que parecía seria, ese era el momento silencioso en que los menores debían ir por ahí. Así que se acercó a Changmin en frente de sus padres y le ofreció ir al conversar al jardín. Entonces al menor no le quedó de otra que aceptar.

— Te puedes ir.

Changmin apenas había atravesado la puerta corrediza sacó un pequeño cigarrillo y lo encendió a una velocidad impresionan, el humo salió de sus labios y Yunho sintió un doloroso retortijón en el estómago. Maldición así era más que imposible ignorarlo.

No estuvo seguro de cómo ni porqué Changmin lo permitió pero se acercó a él, quitándole el cigarrillo de las manos hasta ponerlo de espalda a la pared, lo suficientemente cerca como para que no pudiera escapar con facilidad. Miró sus labios porque siempre le habían parecido demasiado agradables de mirar y notó como el menor miraba aún el cigarrillo en sus manos y de repente lo miraba de nuevo a él.

Changmin era apenas de su porte, incluso aunque él llevara un año de ventaja.

—¿Por qué no me alejas?

—¿Por qué no lo haces tú?

Fue un breve momento, él miró sus labios también y luego regresó a sus ojos, como si con esa pequeña acción lograra frenarlo. Yunho nunca entendió ese tire y afloja que ambos tenían. Changmin parecía despreciarlo por algunas de las múltiples razones que merecía, era válida su actitud. Su reputación ampliamente reconocida lo validaba. Aún así Changmin jamás lo distanciaba por completo.

Jamás soltaba esa pequeña cuerda de la que jalaba de él.

Y cuando él lograba distraerse con alguien más, los ojos de Shim lo seguían, Yunho lo sabía bien, lo sentía el tiempo entero. Un paso más, el cigarrillo se consumaba en sus manos y su cuerpo ya rozaba el otro.

—No lo hagas.

—Vete entonces.

Podía sentir su aliento cerca y si se inclinaba un poco más rozaría su boca. Sin embargo las manos de Changmin fueron más veloces, lo tomaron de la quijada y con un inspiración profunda hizo que su cuerpo se sintiera sin fuerzas. Sus labios apenas se posaron sobre los suyos, tiró el cigarrillo y lo jaló del pantalón hasta él, abrió la boca para poder sentirlo intensamente, Changmin no se negó, no lo evitó e incluso sus manos rozaron su cuello.

Había un sentimiento embriagante en medio del beso, Yunho en el fondo sabía que algo así pasaría y sin embargo por dentro sentía que debía detenerse. Pero su cuerpo rozaba el de Changmin y las voces en su cabeza desaparecieron, Changmin lo atrajo a su cuerpo con fuerza, y su boca buscó el cuello del menor como si pudiera devorarlo entero , Changmin gimió bajito porque sus entrepiernas se rozaron y cuando su pierna logró colarse entre las de Changmin sintió como el otro suspiró apoyando la quijada en su hombro.

—Vamos a mi habitación.

Changmin no respondió, pero volvió a halarlo con fuerza. Esta vez lo besó diferente, fue muy diferente. Fue con hambre, con premura y como si planeara dejarlo sin aire. Yunho no fue diferente y en algún momento con las manos en la espalda de él, sus cuerpos no pudieron estar más cerca.

—¿Yunho?

Ambos se alejaron, Yunho lamió sus labios un poco, lo miró arreglarse un poco la puerta y su madre apareció entre ambos, confundida y un poco confusa.

—¿Todo bien?

—Si, madre. ¿Me buscabas?

—Por supuesto, los señores Shim ya se van.

Se miraron brevemente y Changmin solo tragó despacio.

—Bueno, entonces es hora de que me vaya. Ha sido un gusto conocerla señora Jung.

—Por supuesto, para mi también.

Changmin asintió, se despidió brevemente. Su madre lo miró y alzó una ceja, pero Yunho prefirió sonreírle tranquilamente. Y regresar a la sala común donde aún se encontraba su padre, conversando con el padre de Changmin, él no volvió a mirarlo a los ojos hasta que se fueron de ahí, y mientras caminaban hasta su auto le dirigió una breve mirada como si le sorprendiera que él aún lo siguiera con la mirada.

Yunho se despidió con una sonrisa, y Changmin solo se irguió un poco más y lo ignoró.

Los días siguientes a eso, fueron bastante extraños. El primer día lo evitó por completo, Yunho suponía que algo así estaba a punto de pasar. Changmin a veces, muy pocas, podía ser predecible, por lo que se entretuvo con sus amistades y los planes de fin de semana que incluían la fiesta en casa de Soohae. Yoochun de alguna manera se había integrado en su grupo era algo que suponía pasaría, por alguna razón le agradaba a Park y evidentemente la gente la popularidad de Yoochun tan solo crecía.

No estaba muy seguro el tipo de persona que era Yoochun, era bastante misterioso, hablaba poco de su vida pasada. Y tampoco conversaba mucho de si, no parecía realmente cercano a nadie y él tampoco hacía esfuerzos por averiguar sobre él. Quizá esa era una de las razones por las que Yoochun se sentía cómodo a su lado. Aunque incluso los rumores que viajaban por todos lados, decían que Park había sido transferido por meterse con una profesora, casada y todo lo demás. Él no le preguntaba y Yoochun jamás lo mencionaba. Pero todo el mundo hablaba de él.

El día después a ese, descubrió a Changmin mirando a Park disimuladamente, se encontraba guardando unas cosas en el casillero, pero de vez en cuando, en especial cuando Park reía, Changmin giraba apenas su rostro y lo observaba. Yoochun estaba unos pasos más allá, conversando con Donghae y Hyukjae. Él apenas iba llegando ese día, entretenido como estaba por haber sorprendido a Shim en eso, que el llamado de Donghae lo tomó de sorpresa.

—¡Hey, Yunho! —Sonrió hacía ellos y Yoochun tenía por primera vez una sonrisa en el rostro, producto seguramente de su risa anterior, parecía de buen ánimo ese día— Hyukjae tiene que contarte lo que le pasó con Yuri el día de ayer. Es la mejor historia del año.

Donghae pasó su brazo por encima de sus hombros en tanto Hyukjae empezaba a relatar su impresionante historia que incluía a la policía y los padres de Yuri. Los cuatros se dirigieron al salón, y pudo sentir la mirada de Changmin esta vez sobre él. Eso, no quitó el sabor amargo en su boca.

No estaba muy seguro cómo era ahora su relación, pero luego de aquello se lo topó en uno de los pasillos y lo ignoró, cuando lo enviaron a pedirle a la secretaria que fuera por un informe y que le sacara copia para cada uno de sus compañeros quiso hacer lo mismo. En la sala de profesores había una fotocopiadora, de libre uso para ellos. Solían enviar a estudiantes de confianza a sacar copias ahí, así que no le sorprendió encontrar a Changmin contando las copias que muy probablemente acababa de sacar.

No había nadie más.

Pero Yunho no le habló, no estaba muy seguro de cómo se sentía todavía, pero había decidido dejar de enfrentarlo y evitarlo, en unos meses se iría de ahí, viajaría al extranjero gracias a su beca, presionó la cantidad de copias que necesitaba y la máquina empezó a hacer su trabajo. Changmin ordenó las copias en su mano, terminando de contar aparentemente y el silencio de pronto fue demasiado incluso para él.

—Vi el tablón de anuncios.

Yunho unicamente giró un poco el rostro, Changmin estaba de espaldas a él, con las copias en los brazos.

—No sabía que tenías cerebro, una beca en el extranjero es bastante impresionante.

De repente, Yunho en verdad temió cuando lo vio sonreír sardónicamente y su cuerpo se movió solo, porque le quitó los papeles de la mano y Changmin abrió bastante los ojos, pero lo dejó hacer, siguiendo con sus ojos cada uno de sus movimientos, incluso cuando se acercó a él, solo retrocedió hasta quedar sentado sobre la mesa a su espalda. Yunho ni siquiera pronunció palabra alguna y con una mano que acarició su cuello empezó a besarlo profundamente.

Él se puso entre sus piernas y con su otra mano lo atrajo a su cuerpo, nuevamente demasiado cerca el uno del otro y él completamente expuesto de nuevo. Dejándose hacer.

Yunho percibió que algo muy malo pasaba entre ambos cuando sus reacciones eran completamente físicas el tiempo entero, haló de su labio inferior cuando el beso estuvo por terminar y Changmin únicamente inclinó la cabeza hacía atrás.

¿Qué se suponía estaba haciendo?

Lo contempló un rato y miró su cola moverse cadenciosamente, un poco mas alto que su cabeza.

—Nos vemos en la fiesta de Soohae.

—No iré.

Yunho giró, para tomar las copias que se encontraban listas. Y decidió salir de ahí cuanto antes. Así que antes de salir de ahí lo miró, todavía un poco agitado , mirándolo de pie del lado contrario de la mesa.

—Irás.

Y luego no quiso volver a mirar hacía atrás.

—¿Es cierto?

Yoochun lo miró de reojo mientras comía la manzana entre sus manos y dejaba el libro por un instante.

—¿El qué?

—Que no andas con chicos vírgenes.

—No ando con chicos en general.

Fue algo que salió tan natural de su boca, que Yunho se sintió un poco abrumado. Durante la hora del almuerzo usualmente se encontraban rodeados de gente, pero Hyukjae había perdido una apuesta con él y le tocaba comprarle el almuerzo mientras que Yoochun rara vez solía comer en el almuerzo, así que esos primeros minutos mientras el resto hacía fila en la cafetería había sido el momento adecuado que había encontrado para preguntar.

Yoochun había regresado su mirada al libro en sus manos. Y Yunho trató de buscar con la mirada a Changmin, sin embargo no lo encontró por ninguna parte. La vida era bastante curiosa, aún más cuando el no movía pieza alguna para que las cosas estuvieran en su favor.

Cerca de las ocho de la noche llegó a la casa de Soohae, ella se encontraba verdaderamente hermosa y con una sonrisa grande lo recibió con los brazos abiertos. Conversó con ella un rato, el suficiente para que su presencia no resultara incómoda, en especial porque ni el mismo sabía porqué estaba ahí, se quería ir. De alguna forma sabía que estaba a punto de cometer un grave error.

Cuando dieron las once, el lugar había enloquecido un poco.

Tal vez un poco, no eran las palabras adecuadas, había enloquecido demasiado. Yunho bailaba con una muchacha, de un internado o algo así le había dicho ella, la música estaba a todo lo que daba y él estaba en la etapa de recuperar su vida anterior y exterminar sus deseos fuera de lugar. Changmin jamás apareció y se descubrió así mismo deseando que apareciera. Era una absoluta desgracia su cabeza para ese instante, así que decidió matar las voces en su cabeza con mucho licor.

Probablemente de la misma forma que lo había hecho Yoochun, él no estaba muy seguro porque Park había accedido a ir, finalmente unos días atrás le había dicho que las fiestas ya no eran lo suyo. Yoochun lucía un poco abrumado hasta que se cargó el solo media botella de vodka y entonces todo fueron sonrisas y bailar, había cambiado de chica siquiera cuatro veces, como si ninguna le convenciera porque pasaba de ellas luego de bailar.

A Yunho le consternaba que se parecieran tanto y él estuviera tan al pendiente de ello.

—Hey… — la chica con la que bailaba posó su suave mano en su mejilla y lo regreso a la realidad, ni siquiera se había percatado que había estado mirando durante un largo rato a Yoochun, riendo en uno de los sillones en medio de dos chicas más – que tal si… — ella acarició su estomago lentamente y le sonrió – ¿Vamos arriba?

Debía estar loco. Mucho.

Porque volvió a perderse cuando lo vio entrar por la puerta principal, algunos de los amigos del menor celebraron el que realmente hubiera llegado y fue como si realmente supiera donde se encontraba. Changmin lo miró directamente, y Yunho dejó de escuchar la música a su alrededor.

—¡Oye!

La chica esta vez ¿Junhee? ¿Kahee? Gritó molesta, y su cuerpo un poco mareado llego al punto en que se odio por haberse emborrachado a pesar de la des inhibición que sentía ahora.

—Si no te interesa, solo dilo. — Esta vez ella se cruzó de brazos, con un pequeño puchero en la boca – Es humillante que simplemente te pierdas completo de vez en cuando ¿estás drogado o algo así?

—Laehee…

—¡Sohee!

—Perdón, Sohee, creo que deberías ir a bailar con alguien más.

Ella abrió mucho los ojos, pero Yunho solo le sonrió y trató de ubicar al menor quien parecía haber desaparecido de repente, en apenas unos segundos. Decidió ir a la cocina, por algo que le bajara un poco el licor. Cuando entró Changmin estaba con un vaso en las manos y volvió a mirarlo directamente a los ojos, haciendo que le doliera el estómago de nuevo.

—Haces que me queme el estómago… — habló con honestidad, pero Changmin solo sonrió – En la vida he aprendido que el demonio se viste de las cosas más bellas.

—¿Por eso estabas con ella? Porque tan bonita no me pareció…

Le quitó el vaso y lo dejó el mesón, volvió a besarlo, como si lo necesitara luego de horas enteras deseándolo. Beso con su lengua recorriendo la boca entera de Changmin, quien le permitió todo el acceso que quiso y luego finalmente capturó su último aliento antes de separarse.

—Sabes perfectamente que hablo de ti.

Changmin de pronto alzó la mirada. Los ojos de Donghae, abiertos de par en par los observaba desde la entrada de la cocina. Y Yunho de repente sintió ganas de vomitar.

Fin de la Tercera Parte.

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Almas Gemelas


 

 

“Los seres como él no podían.

Tenían su talón de Aquiles, esa mal llamada alma gemela, que más bien era una condena

No valía la pena, no lo valía.

Arriesgar todo lo que él es, por eso que tanto se le parece a la obsesión y otros mal llaman ‘amor’.”

 

~ Yunho & Yoochun ~

 

 

 

 

 

Almas Gemelas

Capítulo Único

Nesly

 

 

 

 

Año 1994.

 

 

Yoohee abrió los ojos, tan repentinamente que la enfermera a su lado pareció sorprenderse y dejar de lado lo que sea que estuviera haciendo, con el rostro aliviado, y una pequeña carpeta entre las manos.

 

—Señora Park, que bueno que despierta. ¿Siente algún malestar?

 

Le pesaba el cuerpo, sentía incluso la lengua un poco entumecida. Pero eso sin duda no sería algo que pudiera contarle a la mujer, principalmente por que encontrarse en ese estado vulnerable fácilmente la alteraba.

 

—Mi hijo… Quiero ver a mi hijo.

 

La muchacha pareció tomarse unos segundos antes de mostrar alguna expresión, pero finalmente suspiró. Con una tenue sonrisa en los labios antes de enderezarse y asentir.

 

—Enseguida, deme unos minutos.

 

Y la muchacha salió presurosa de aquel lugar, como si su cuerpo no pesara y se deslizara con total facilidad sobre el límpido suelo. Saliendo de la habitación. Yoohee entonces se permitió suspirar y aflorar un pequeño gesto de dolor que nadie más vería.

 

 

 

 

Cuando Hansae pudo entrar en la habitación de Yoohee eran las dos de la tarde aproximadamente, el parto había sido durante la madrugada, y a pesar de que habían pasado horas, le aliviaba saber que su esposa por fin había despertado.

 

La vio pálida, un poco adolorida todavía, cansada. Y con su hermoso cabello a medio recoger mientras una de las enfermeras la ayudaba a sentarse adecuadamente.

 

—Amor…

 

Yoohee levantó la mirada, dirigiéndose directo hacía él, con una sonrisa en los labios. Un poco más aliviada al verlo ahí. Hansae tomó su mano, estaba un poco fría, tan débil que le era difícil reconocerla como tal.

 

Pero ella cerró los ojos, como si su contacto la revitalizara, aunque en realidad no fuera así.

 

—Aquí está.— La enfermera que habría hablado con Yoohee entró nuevamente, con el pequeño bebé entre sus manos. Logrando que ambos padres vieran con anhelo al pequeño, que aún con sus ojos cerrados apenas se movía. –Yoochun también estaba impaciente por ver a su linda mamá.

 

Yoohee sonrió más, mucho más que nunca antes cuando esa pequeña vida estuvo entre sus brazos. Los pequeños guantes que cubrían las manos del pequeño. Sus quejidos bajos y suaves, su piel, su escaso cabello. Todo en aquel bebé era hermoso. Y Yoohee no pudo detener aquella lágrima que salió de sus ojos.

 

—Ha valido la pena.— Hansae acarició con suavidad la frente del niño. Con tanta veneración que Yoohee únicamente pudo asentir. –Es lo mejor que hemos hecho en nuestra vida.

 

—Lo sé.— La mano libre de Yoohee apretó con suavidad la de su esposo, con esa sonrisa dependiente en los labios. Sintiéndose tan frágil y humana, que eso ahora no importaba, por que esa vida que habían creado robaba el aliento a cualquiera. –Yoochun es lo mejor que nos ha pasado.

 

 

 

 

Año 1999.

 

 

—Yoochun, ¿qué te he dicho de dejar tus juguetes en el suelo?

 

El televisor en la sala principal estaba encendido, el pequeño de cabellos largos giró hacía donde su mamá se encontraba recogiendo las cosas y sonrió apenado.

 

—Lo siento mami, pero te prometo que no lo hago de nuevo.

 

Yoohee sonrió enternecida, besando la frente del pequeño. –Está bien, por esta vez te la dejo pasar. Y ya ve a dormir que son las nueve de la noche y no debes quedarte tanto tiempo despierto.

 

—Pero la película ya mismo termina.

—Falta como una hora todavía, la puedes ver mañana.

 

Yoochun se valió de su pequeño puchero para tratar de convencer a la mujer, pero ella únicamente puso las manos en su cintura. Y lo miró seriamente, a Yoochun no le quedó de otra que suspirar resignado. Y apagar el televisor.

 

—Está bien, buenas noches mami.

—Buenas noches amor, ya subo a arroparte.

 

—¿Y papá?

—Está en el estudio, yo le digo que te vaya a visitar luego. Ahora está ocupado.

 

El pequeño asintió, con una sonrisa en los labios. Subiendo las escaleras de dos en dos cuando podía, con sus manos sosteniéndose con fuerza del barandal. Tarareando aquella canción que había escuchado en el televisor.

 

Cuando el timbre de la casa sonó. Yoohee pareció extrañada, era muy tarde para visitas y Hansae no le había avisado sobre alguna en especial. Dejó los juguetes de Yoochun sobre el sillón y se encaminó directo a la puerta.

 

—Padre…

 

El susurro de sus labios salió como una mezcla de miedo y sorpresa. El hombre frente a ella caminó imperturbable, con sus facciones serias y sin nada que acotar en tanto acortaba el camino hacía ella.

 

Yoohee por instinto retrocedió, con su labio inferior temblando, intentando hablar o al menos poder pronunciar algo.

 

—Han sido varios años, Yoohee.— Los pasos resonaban en el silencio de aquella estancia, hasta que la espalda de ella chocó contra el barandal de la escalera. –Te has vuelto una mujer verdaderamente hermosa, casi como tu madre.

 

Pero las manos de ella habían empezado a moverse, temblorosas.

 

Cuidadosa de que el hombre no lo notara las escondió tras su espalda, tratando de demostrar una tranquilidad que no sentía. Colocando en su rostro una máscara de seguridad que al menos no dejara sentirse a su padre tan seguro de lo que hacía.

 

—¿Qué haces aquí?

—Me enteré que engendraste un heredero.

 

—Creo haber entendido que desde que me fui con ese ‘repugnante’ humano. Dejé de ser tu heredera.

—Pero mi nieto, no tiene la culpa de tus errores.

 

Los ojos de Joong atravesaron a Yoohee, esta vez sus manos se cerraron en un puño. Tratando de que su cuerpo no la traicionara y el miedo no fuera tan notable. Pero el silencio se rompió, cuando Hansae abriendo una de las puertas. Salió del estudio y posó sus ojos en los presentes.

 

—¿Yoohee?

 

Pudo respirar tranquila, al menos un poco. Sin embargo la mirada de Hansae se deslizó por entre las personas, por aquel hombre mayor de porte elegante y los otros que lo acompañaban. Yoohee sin embargo solo se irguió un poco más. Sabía lo que venía. Sabía lo que su padre buscaba.

 

—Es mi padre, se ha enterado de Yoochun.

 

Las palabras susurrantes de Yoohee sonaron cerca del oído de Hansae, y el hombre se tensó, aún más cuando volvió a capturar la imagen de aquel imponente hombre.

 

—Ya veo…— Se quitó los lentes del rostro, con una expresión parca. Caminando apenas un par de pasos hacía Joong. –Si, nuestro hijo se encuentra durmiendo seguramente. ¿Qué desea con exactitud?

 

—Conocerlo, ¿no es obvio?

 

El rostro de Joong era serio, abstente de cualquier emoción que pudiera revocar su idea. Hansae lo sabía, tenía muy pocas posibilidades de que esto saliera bien. Observó la cantidad de hombres que escoltaban al padre de Yoohee. No había escape.

 

Y se resignó.

 

—Yoohee ve por el niño.

 

Los ojos de la mujer se abrieron absortos, agarró el brazo de su esposo. Lo apretó con fuerza, como si el aire hubiera abandonado sus pulmones, y abrió la boca dispuesta a hablar sin que una idea cruzara por su cabeza.

 

—¿Qué?

—Solo ve por Yoochun.

 

Esta vez, Hansae la miró directamente a los ojos. Fue un breve contacto de apenas segundos. Y los ojos de Yoohee captaron la esencia de esa petición. Su alma entera lloró y entendió. Bajando la cabeza, con los ojos clavados en el suelo.

 

—…Está bien.

 

Joong pudo sentirlo, palparlo en la resignación de su hija mientras subía las escaleras. Había ganado, su fuerza se había impuesto sobre aquellos dos. Y la estúpida debilidad de su hija, que ya había optado por sobrellevar.

 

Miró el rostro de Hansae, su mirada perdida en la pared, su espalda apoyada en la misma, no se mostraba preocupado ni angustiado, un leve indicio de sudor en la frente. Sus ojos solamente se perdían entre los decorados a unos metros.

 

Frunció el ceño. Su cerebro trabajando un mundo de posibilidades.

 

—Kang, sube a ver a Yoohee y al niño.

 

La mujer no tenía ni dos minutos desde que había subido las escaleras, pero cuando notó el cuello de Hansae tensarse ante la petición, lo descubrió. El hombre apretó ligeramente  los labios, y Joong pudo predecirlo mucho antes de que su guardaespaldas regresara.

 

—¡¿DÓNDE ESTÁN?!

 

Su voz emergió desde lo profundo de su garganta, su mano asidua en el cuello de él. Molesto ante la burlesca sonrisa que el hombre le regalaba en esos instantes.

 

—¡Señor! ¡La señora Yoohee no está! ¡Se ha marchado con el niño!

 

Joong solo apretó aquel endeble cuello, tan fácil era asesinarlo que era incluso patético. Pero Hansae solo escupió sus palabras con todo el resentimiento que pudo encontrar.

 

—¿Crees que somos idiotas? Viniste por el niño. Quieres llevártelo.

—¡¿Dónde han ido?!

 

Hansae rió, brevemente. –No lo sé, pero de ningún modo tus aristocráticas manos tocaran a mi hijo. Él es mucho mejor que ese mundo donde criaste a Yoohee.

 

El odio desmedido volvió a resurgir, aquel humano descarado que había cometido la osadía de enamorarse de su hija. La heredera absoluta, y su hija que tonta le había correspondido. ¡A él! ¡Un humano!

 

Hansae había matado a su hija.

 

Por que desde que Yoohee abandonó su hogar por estar con él. Joong perdió una hija.

 

—Pues si Yoohee quiere alejar a su hijo de mi. No podrá verte en mucho tiempo.— El agarre de su mano aumentó, y Joong disfrutó con la imagen del rostro de Hansae, compungido por la falta de aire y fuerza. –Así que tardará mucho en saber que has muerto.

 

Los ojos de Hansae se abrieron con sorpresa. Pero Joong no mancharía sus manos. Lo soltó con desprecio. El cuerpo del hombre incluso rebotó en el piso, y sus manos con movimientos suaves buscaron un pañuelo para poder limpiar el contacto con aquel ser.

 

Las limpió con cuidado y avanzó entre los pasillos de aquella discreta casa, tan común y simple. Que cuando escuchó a Hansae toser, recordó que aún estaba con vida, miró a Kang otra vez. Y sonrió.

 

—Encárguense de él.

 

El asentimiento de su guardaespaldas fue inmediato, Joong abandonó aquella casa sin mirar atrás. Sin comprobar si aquel humano perdía la vida o no. Por que sabía mejor que cualquier otra cosa, que sus más simple palabra era una orden. Y que Yoohee pagaría caro por su atrevimiento.

 

 

 

 

Yoohee recordaba haber estado cansada cuando mandó a Yoochun a dormir, ahora solo sentía la adrenalina en todo su cuerpo. Sus piernas corrían apresuradas y Yoochun se aferraba con fuerza a su cuello, casi con vehemencia.

 

Trataba de maquinar el lugar al que huir, donde esconderse, alejarse lo suficiente hasta que contactar con Hansae fuera seguro otra vez. Pero su mente solo podía pensar en aquel pequeño que rodeaba su cuello con aquellos pequeños y débiles brazos.

 

No iba a volver de ningún modo a ese mundo, donde el amor no estaba permitido.

 

Del que había huido años atrás.

 

Por eso se detuvo un momento mirando el rostro de Yoochun que lucía asustado, con sus cejas juntas y los labios tiritando por el frio.

 

—Amor necesito que cierres los ojos.

—Pero mamá…

—Solo hazlo, cariño.

 

Yoochun obedeció. Y ella colocó las manos sobre esos parpados, sintiendo como la fuerza del pequeño disminuía casi en su totalidad. Lo necesitaba así, dormido por completo, donde la fuerza de sus viajes no lo afectaran.

 

Respiró profundo. Tenía años sin hacer aquello.

 

Pero aferró el cuerpo dormido de Yoochun al suyo. Cerró los ojos y se concentró. Casi como en una exhalación, en la que su cabello y ropa se sacudieron. El impulso y la fuerza regresaron, acompañados por un leve mareo indicio de su tiempo sin ser pretender que es humana.

 

 

 

 

Año 2015

 

 

Cuando finalmente se detuvo, entre tiempo y tiempo. Entre el pasado y futuro. Tratando de que le perdieran el rastro por completo, se asentó. Los viajes que su cuerpo realizaba la estaban dejando agotada, casi sin fuerzas más que para sostener a Yoochun entre sus brazos.

 

Eran tantos años junto a Hansae, siendo una humana más, o al menos pretendiendo serlo. Que el dolor de cabeza era intenso, y los viajes de año en año que realizaba la dejaban agotada y agradecía que Yoochun continuara dormido por sus manos.

 

Respiró con dificultad, había pretendido quedarse en el pasado. Pero su padre era incluso más poderoso en ese tiempo, era mejor arriesgarse a un futuro. Lo único que esperaba es que su esencia no estuviera tan marcada como antes.

 

Caminó entre las personas de aquella mañana, apenas había unas cuantas, caminando de un lado a otro, conversando. Demasiados ocupados como para al menos prestarle un poco de atención, pensó que estaba segura. Que su huída había surtido efecto. Y que le habían perdido la pista entre tantos viajes que realizó de un tiempo a otro.

 

Pero se equivocó.

 

Al cruzar la calle estaban aquellos hombres, con aquel pequeño escudo en el brazo izquierdo de su pequeño traje. Tan reconocibles que su instinto propio gritó de terror. Los hombres miraban de un lado a otro y ella paralizada por el miedo y la sorpresa retrocedió.

 

—…Rastreadores.

 

Susurro sus suposiciones, angustiada, girando lo más tranquila que pudo, pretendiendo que era una persona más entre la multitud. Y ya a unos metros su velocidad aumentó, tratando de buscar un lugar alejado de personas donde pudiera ir a otro tiempo. Donde no la alcanzaran esta vez.

 

Aquel callejón era húmedo, oscuro y terrorífico.

 

Cerró los ojos. Y pasó.

 

Otra vez, el malestar, el desgaste físico. Los mareos y constantes punzadas en la cabeza a consciencia de su falta de práctica.

 

 

 

 

Año 2008

 

 

—¡Ahí está!

 

Escuchó el grito de alerta de aquel hombre y su desesperación aumentó en niveles insospechados. Corriendo entre el espeso bosque en el que se había internado. Tratando de huir todavía. Gastando sus últimas energías en que Yoochun se mantuviera dormido.

 

El sudor corría por todo su cuerpo, y su respiración se agitaba cada segundo. El peso de Yoochun no le permitía huir como debería. Entonces empezó a saltar lo más alto que podía. Para poder abarcar mayores distancia, por encima de esos poderes sobre humanos que aquellos rastreadores poseían.

 

Su linaje de heredera le permitía capacidades que los otros de su especia carecían. Y saltó, lo más alto que pudo, sosteniendo a Yoochun contra su pecho. Decidida a viajar hacía otro tiempo una vez más. Cerró los ojos, tratando de concentrar la esencia de su ser.

 

—Ya basta, Yoohee.

 

El impulso de sus pies que buscaban otra vez elevarse en los aires fue detenido, por el agarre de Joong en su brazo, y la exhalación que salió de sus labios fue de absoluta sorpresa, el cuerpo de su padre se había materializado de la nada. Y la palidez acudió a su rostro.

 

—¡Suéltame!

 

Se sacudió con fuerza, pero cuando pudo percatarse estaba siendo rodeada. Había sido una tonta al pensar que su padre no había mejorado con los años, que ella sin haber entrenado en tanto tiempo podía huir.

 

—¡Aléjense!

 

Fueron varios pasos los que su padre la dejo marcar distancia, con todos aquellos hombres alrededor de ella, pendiente de sus movimientos. Cuando uno de ellos buscó quitarle al niño, su mano reaccionó violenta contra el rostro del hombre. Y el rubio se alejó metros de distancia.

 

Evocando esa fuerza que ella siempre había obtenido y que ahora a ante esa inminente distancia volvía a poseer.

 

—¿No te das cuenta Yoohee?— Su padre se movió hacía ella, pero Yoohee solo se mantuvo alerta, confundida con su mano en alto hacía él. —¿No te parece extraño que apenas llevas horas lejos de ese humano y tus poderes han regresado casi en su totalidad?

 

Yoohee se movió hacía atrás. Con Yoochun pesando casi nada entre sus brazos de repente, siendo razonable, Yoohee tenía que admitirlo. Sus poderes estaban regresando demasiado pronto. Y frunció el ceño.

 

—¿Qué me estás haciendo?

—¿Yo?— Joong sonrió divertido. –A ti, nada. Tal vez es que la esencia de tu alma gemela ha desaparecido por completo de este mundo.

 

Los ojos de la mujer se abrieron con fuerza, perdiendo cualquier emoción en sus facciones incluyendo enojo. Vacío absoluto que recorría su ser y la compaginaba en aquel momento cuando su corazón por un instante dejó de latir.

 

Buscó esa conexión, ese lazo irreversible.

 

“Hansae”

 

Su mente alterada que gritaba ese nombre esperando respuesta, pero se encontró con el silencio asiduo y la expresión de victoria en su padre. En los hombres parcos que la rodeaban y su mente se estacionó.

 

“¡Hansae! ¡Responde!”

 

 

—No lo intentes más.— Los pasos de su padre resonaron en aquel bosque. Entre ese porte seguro y elegante. –Hansae después de todo era solo un humano absurdo.

—Tú… ¡Eres un monstruo!

 

Las lágrimas brotaron automáticas, apretando el adormecido cuerpo de Yoochun un poco más contra su cuerpo. Retrocediendo más, cada que podía. Tratando de concentrarse en viajar otra vez. Pero en esta ocasión. Su padre la agarró con fuerza, firme de su brazo.

 

 

 

 

Año  1989

 

 

El viaje fue agitado, y sin embargo su padre parecía inmutable.

 

—¡Déjame!

—Ya basta, Yoohee.

 

Volvió a correr, entre aquel desierto lugar, entre la oscuridad de la noche y lo deshabitado que se encontraba. Tratando de no saltar para que le perdiera el rastro. Rogando por escapar, por un segundo de tranquilidad para poder pensar adecuadamente.

 

—Deténganse, señorita.

 

Pero los rastreadores estuvieron frente a ella, tan inesperadamente que sus nervios lograron aumentar y cuando quiso huir nuevamente, se descubrió rodeada otra vez. Las manos de aquellos tipos trataban de agarrar a Yoochun. Pero ella, violenta los alejaba, lo más lejos que podía.

 

No importaba si usaba sus piernas o brazo, su fuerza lograba que se alejaran lo suficiente y trataba de abrirse paso hasta que la mano de su padre en su hombro la tomó por sorpresa. Y ella voló lejos, demasiados metros en el aire, trató de agarrar a Yoochun pero el agarre repentino y su mano derecha que usaba para defenderse había jugado en su contra.

 

Su cuerpo reboto en el suelo varias veces, y desgraciadamente gracias a que su alma gemela ya no existía, su cuerpo no tuvo golpes ni sangrados, únicamente su cabello y ropa desarreglados por la brusquedad del golpe.

 

Cuando levantó la cabeza vio a Yoochun en manos de uno de los rastreadores.

 

—¡¡Maldito!!

 

Se levantó lo más rápido que pudo, pero su cuerpo fue sostenido de inmediato. Vio a su padre a unos metros de ella, y segura de poder contra cualquiera de esos rastreadores su puño se levantó, y esta vez a diferencia de las veces anteriores, su puño fue atajado con fuerza, deteniendo su golpe en seco, por el mismo que la sostenía de la cintura.

 

—Hola querida prometida, ¿qué ha sido de tu no vida en estos años?

 

La voz de Jaejoong se escuchó en su oído, siseante y peligrosa. Incluso pudo hasta sentir los labios del hombre casi rozando la zona debajo de su oreja. Con escalofríos ante ese cruel ser que ahora disfrutaba ante su única debilidad en manos de aquel rastreador.

 

—Es una verdadera lástima, tú tan hermosa y poderosa. Desperdiciarte con aquel humano.

 

Pero Yoohee se sacudió, tratando de que la soltara. Consciente de que el poder de Jaejoong casi igualaba al de su padre, era un heredero después de todo.

 

Yoohee no sabía para que querían a su hijo, y tampoco deseaba saberlo, solo quería huir con Yoochun, lejos de ahí, lejos de ellos.

 

—Suéltame, Jaejoong.

—Tu padre me ha pedido que lo ayude contigo, en verdad que eres escurridiza.

 

Jaejoong la sostuvo con más fuerza y Yoohee pudo ver a su hijo empezar a removerse entre los brazos del rastreador, seguramente empezando a despertar.

 

—Yoochun me imagino no será tan poderoso al haber mezclado tu sangre con la de un humano. Pero sin duda, para algo servirá si lo entrenamos.

 

Las conclusiones llegaron veloces  la mente de la mujer. Tensa e incrédula de aquella razón por la que su padre había ido tras ellos. ¿Lo sabría? ¿Por eso quería tanto criar a Yoochun?

 

El cuerpo de Yoohee trató de soltarse, pero esta vez Jaejoong la arrojó contra el piso. Y el cabello de Yoohee se sacudió con fuerza. Y fue Jaejoong quien sonrió descabelladamente.

 

—Si hubieras seguido las pautas, y te hubieras casado conmigo. Nada de esto hubiera pasado.— Jaejoong se agachó un poco. Con la sonrisa ladina en sus labios. –Hubiéramos sido tan poderosos.

 

El objeto de cristal negro bailó en las manos de Jaejoong y Yoohee recordó con horror para que servía. Pero el peso de Jaejoong recayó sobre su estómago y a pesar de que trató de moverse él ya la había agarrado por los brazos y lanzado el cristal a uno de los rastreadores.

 

—Tu padre me ha dicho que no te matara, después de todo eres su hija.— Los ojos de ella se deslizaron hasta donde Yoochun se encontraba, Joong lo agarraba entre sus brazos, desapareciendo casi al instante.

 

—¡¡NO!!

 

Jaejoong sonrió, mientras las piernas de la mujer se sacudían. Y él implantaba su fuerza en ella, logrando que la de ella se redujera tanto, que incluso hasta parecía desvanecerse por completo.

 

—Solo me ha pedido que dejes ser una molestia.

—¡No! ¡Suéltame!

 

Y lo último que su mente puede recordar es un cristal negro muy cerca de su frente, una luz cegadora, una carcajada perturbadora. Y luego de eso su cerebro no puede evocar ni el más mínimo recuerdo.

 

Aquella imagen que aparece en pesadillas, sin descubrir por que se sentía tan indefensa, ni la razón por la que apareció en aquel bosque a mitad de la noche, perdida y sin una sola memoria que le permitiera ubicarse, más allá de esa cicatriz extraña que portaba en la frente.

 

 

 

 

 

Año 1999

 

 

Jaejoong frunció el ceño.

 

No demasiado molesto pero al menos si inconforme con la presencia del muchacho en aquellos territorios a los que ningún humano había logrado llegar. Sus puños se apretaron y Joong lo miró con seriedad.

 

—Ya te he dicho que no es un humano.

—Yoohee engendró con un humano. Esa cosa no es más que un debilucho.

 

Los labios de Jaejoong se torcieron, y sin embargo la sonrisa de Joong fue perturbadora. Jaejoong sintió que estaba perdiéndose parte de la historia, y sus pasos avanzaron hasta donde el menor dormía y Joong lo contemplaba con reluciente mirada.

 

—Ese Hansae no solo era un humano común y corriente. ¿No lo entiendes? Si se hubiera tratado de un humano cualquiera, su hijo me importaría menos que el mismo Hansae. Yoohee lo sabía, por eso decidió huir con él, a pesar de que yo me negué.

 

—Sigo sin entender.

 

Joong dejó de contemplar a su nieto un momento. Y miró a Jaejoong, el que fuera el prometido de Yoohee unos años atrás. Con su juventud tan intacta que era incluso hasta insolente.

 

—Yo me enteré apenas hace un par de años. Esperaba por este niño. Con muchas ansias, desde el primer momento que lo supe.

—¿Quieres dejar el misterio Joong? No entiendo que puede tener esta cosa de especial, para que hayamos trabajado tanto para quitárselo.

 

Jaejoong le dio la espalda, con sus pasos seguros en el lugar. Su mirada aburrida entre las paredes de aquella habitación.

 

—Hansae era el alma gemela de Yoohee, su alma perdida.

—La mitad.

—Exacto.

 

Esta vez los pasos de Jaejoong corrieron hasta el muchacho dormido, acurrucado bajo las sábanas, inconsciente de todo lo que él representaba. La sonrisa en los labios de Jaejoong se aventuró certera y ambiciosa.

 

—Este niño… Está completo. Es sumamente poderoso.

 

Como si temiera tocarlo, su mano sobre pasó por encima del rostro de Yoochun. Nivelando su fuerza, sus poderes. Y lleno de vitalidad Jaejoong mordió su labio inferior. Podía percibirse con facilidad. El poder borbotaba incontrolable en ese pequeño. Analizarlo era incluso hasta satisfactorio.

 

—Encárgate de su mente. Sé que eres el mejor en eso, Jaejoong. Y no uses el cristal, no quiero ninguna marca en mi heredero.

—Hacerlo personalmente y con mis poderes, me tomará muchos días.

 

—No me interesa. Quiero que olvide todo antes de llegar aquí. Te daré la gloria, Jaejoong.— Las manos de Joong se posaron en los hombros de Kim quien sonrió ante las palabras del mayor. –Serás quien crie y forme al más poderoso de todos nosotros. Harás de Yoochun, el perfecto heredero.

 

Y la sonrisa en los labios de Jaejoong, por un momento vaciló.

 

 

 

 

Año 2006

 

 

—¡Concéntrate más, Yoochun!

 

 

El grito de Jaejoong se escuchó con fuerza dentro de la zona de entrenamiento. El cuerpo de Yoochun se veía cansado, la leve capa de sudor en su frente mostraba las horas de entrenamiento que su joven cuerpo cargaba encima.

 

—Recuerda, no limites tu fuerza. Que precisamente para eso estamos entrenando, para que puedas controlarla en su totalidad.

—Si, padre.

 

La voz de Yoochun repleta de seguridad, mientras miraba a los otros guardias que agitados lo miraban atentos, sonó con fuerza. Su cuerpo se volvió a erguir y su mano derecha en alto logró que los adultos se colocaran en sobre aviso.

 

Jaejoong sonrió orgulloso, observando como Yoochun empezaba a usar su fuerza para eliminar por completo de combate a los guardias, su cuerpo se aventuraba a aparecer y desaparecer en sutiles viajes del tiempo de apenas segundos hacía adelante que confundía a sus contrincantes.

 

Ese poder en manos de Yoochun era alucinante, viajar en el tiempo para cualquiera de ellos representaba un trabajo complicado y molesto para los más débiles. Para los fuertes se requería un poco de concentración, y sin embargo Yoochun los realizaba con tanta naturalidad, como si de parpadear se tratara.

 

Uno a uno los guardias fueron cayendo con severos golpes, que en los de su especie era casi imposible obtener, pero que Yoochun lograba. Matar a los seres poderosos como ellos, requería de un ataque muy especial que solo ellos conocían. Pero a veces, pensaba Jaejoong, que solo con su fuerza, Yoochun podría matarlos.

 

—¿Qué tal, padre?

 

La sonrisa en los labios de Yoochun, anhelando una respuesta afirmativa fue evidente. Su cuerpo se irguió, cabeza en alto y actitud segura, hizo que los ojos de Jaejoong resplandecieran en orgullo. Yoochun era más hijo suyo, que de Yoohee y Hansae.

 

Él lo había moldeado, él había hecho de Yoochun ese ser majestuoso y poderoso que hoy era. Le pertenecía en muchos sentidos. Y ese poder, no iba a ser manejado por Yoochun sino por él, por él que era quien regía al menor. Ni siquiera por Joong que abiertamente se habría proclamado su abuelo.

 

—Perfecto. Sin duda cada día mejoras.

 

La sonrisa de Yoochun se amplió. Y su quijada en alto fue seña de su altivez.

 

—Ahora vamos donde tu abuelo, que quiere verte antes de partir a su viaje.

—Si, padre.

 

Resultaba curioso como la gente había aceptado una verdad a ciegas, creer que Yoochun, era el hijo de Jaejoong y Yoohee, quien había muerto durante un ataque enemigo, fue fácil. Su huida con Hansae nunca fue pública después de todo. Y los demás decidieron creer lo que se les presentó como verdad. Eso justificaba por qué razón Yoochun era tan fuerte teniendo apenas casi doce años.

 

Entre los pasillos de la fastuosa residencia donde habitaban, nadie hablaba al respecto y Yoochun hace cinco años, asustado, había creído en las palabras del que decía ser su abuelo. Asimilando la idea de que su madre había dado la vida por salvarlo, y que al menos su padre cuidaría de él.

 

—Abuelo, me dijo que ya que pronto ingresaré a la escuela media debería hacer la prueba para medir mi fuerza. Pronto cumpliré doce y seré abiertamente un alma gemela. ¿Debería cuidarme de no encontrar a esa mitad para no debilitarme?

 

Jaejoong entonces se detuvo.

 

No había pensado en esa posibilidad.

 

Yoochun al ser hijo, de dos almas que se habían encontrado, era un ser completo. Al menos en el sentido de sus poderes. ¿Tendría entonces él también un alma gemela, un ser que lo debilitara y lo redujera a ser un simple humano?

 

El menor creyendo que había cometido un error, tapó su boca y bajó la mirada.

 

—Padre lo siento, yo no…

 

—Si lo encuentras, destrúyelo inmediatamente.— Los ojos de Yoochun se abrieron sorprendidos ante la crueldad demostrada en las palabras de Jaejoong. –Tantos años de entrenamiento echados a la basura. No vale la pena. Tú estás destinado a ser grande, Yoochun. Y tu mitad, no va a destruir lo que hemos construido, ¿entendido?

 

La fría mirada de Jaejoong fue directa hasta el menor quien se enderezó otra vez y asintió obediente.

 

—Si, padre.

 

Jaejoong volvió a retomar el paso, e inmediatamente Yoochun lo siguió a su misma altura. Con el mismo exacto porte altivo y elegante de su padre.

 

—¡Eunhyuk, espera! ¡Devuélveme mi maleta!

—¡Atrápame si quieres!

 

Yoochun vio a un niño de cabellera alborotada correr justo a unos pasos de distancia de él, su cabeza lo siguió por instinto. Sin notar al otro muchacho que reclamaba por su maleta y que seguía al otro a unos pocos metros de distancia.

 

El muchacho chocó contra él y Yoochun apenas se movió ante el golpe, sin embargo el de cabello cortó cayó al suelo. Y el otro muchacho de cabellera alborotada sin notar que su amigo ya no lo seguía, siguió corriendo.

 

En ese pequeño instante cuando el muchacho de cabello corto se encontraba en el suelo, Yoochun lo contempló por apenas unos segundos antes de continuar su camino y alcanzar a su padre. No le preocupaba, por que los seres como ellos no sangraban, ni se golpeaban, el niño debería estar bien.

 

 

 

 

Solo por educación, Yunho se preguntó si el heredero tenía que ser tan prepotente.

 

Miró molesto hacia el lugar por donde el hombre junto a su hijo se marchaban y notó algo particular en su rodilla derecha, era como una punzada extraña que lo hizo flexionar su pierna y mirar el lugar exacto de donde provenía aquello.

 

Sus ojos se abrieron repletos de temor.

 

Sangre, había sangre en su rodilla derecha.

 

Un raspón ligero que había sido provocado por aquel choque que sin pretender había tenido contra el heredero mayor, sus facciones plasmaron el más grande temor antes de que sus manos mismas empezaran a temblar. Y sacudió su cabeza de un lado a otro.

 

No podía, no podía estarle pasando esto a él.

 

Acababa de cumplir los doce apenas hace unos meses. Tapó con vergüenza la sangre en su rodilla, trató de secarla y ocultar el raspón como fuera. Nadie lo vería, nadie debería saberlo.

 

Juró en ese momento, alejarse de Park Yoochun para siempre.

 

 

 

 

 

 

—¡Abuelo!

 

Yoochun cayó en los brazos del hombre quien con una pequeña sonrisa lo recibió. Sacudiendo su cabello viendo lo grande que se encontraba y notando toda esa fuerza asombrosa que sin duda se despertaba en cada parte de su ser.

 

Park Joong, había decidido hace mucho, que Yoochun llevaría su apellido. Muy aparte del trato de entregarle a Yoochun para que lo criara como a un hijo. Por que si Yoochun iba  a ser el mejor de su generación, entonces debía llevar el apellido de su familia.

 

—Pronto cumplirás los doce, y estarás expuesto. Debes tener mucho cuidado.

—Lo sé, abuelo.

 

Joong sonrió, con un leve suspiro en sus labios. Caminando por la estancia mientras Jaejoong a unos pasos se mantenía firme, escuchando atento las indicaciones adecuadas.

 

—Somos seres especiales, superiores a los humanos. Poseemos fuerza desorbitante, el poder de atravesar la línea del tiempo y capacidades más allá de lo que los humanos pueden imaginar.

 

Yoochun asintió orgulloso, consciente de ser parte de ello.

 

—Y ellos estúpidamente nos han nombrado de diversas maneras, superhéroes, magos, poseídos. De tantas ridículas formas por culpa de traidores que han dejado ver parte de nuestras capacidades para ayudar a humanos que en su mayoría son solo ingratos. Por eso, juntarse con ellos es despreciable. Tanto como con los traidores, como con los humanos.

 

Yoochun siguió los pasos de su abuelo, atento a sus palabras y Jaejoong únicamente se sentó, consciente de aquel discurso que su propio padre hace muchos años también le había dado.

 

—Los humanos como sabrás son muy débiles, mueren y se hieren con facilidad. A diferencia de nosotros que no sangramos ni salimos heridos.

—Lo sé, abuelo.

 

—Pero como todo organismo en este sistema. Tenemos un punto débil. Somos seres incompletos y cada uno compone una mitad, hay otro ser allá afuera que es tu otra mitad o complemento. Que es peligroso para ti Yoochun.

 

Finalmente Joong se sentó, mirando a su nieto directo a los ojos, para reafirmar sus palabras, para que él no cometiera los mismos errores que Yoohee.

 

—Puede que sea un humano, puede que sea uno de nosotros. Pero la línea que nos rige dicta que al estar en contacto con esa otra mitad, tus poderes son absortos por completo. Te vuelves débil, tan indefenso como un humano. En tanto más cerca estén, más débil te volverás. Perderás todos tus poderes. Serás un humano más. Ambos, si permanecen juntos dejarán de ser inmortales. Sangraran, envejecerán y morirán como los humanos.

 

Yoochun sintió un escalofrío terrible recorrerlo.

 

Solo de pensarlo, solo de asimilar que había alguien allá afuera que era su alma gemela, que de encontrarlo, estar en su compañía le quitaría todo por lo que ha entrenado y luchado. Que el contacto entre ellos los volvería simples humanos.

 

Lo enloqueció la idea, por descabellada, por imposible.

 

Por que no permitiría que esa persona se convirtiera en el acabose de su eternidad.

 

—No permitiré que eso me pase, abuelo. Cuando conozca si es que llego a encontrar a mi alma gemela, lo aborreceré por completo y lo eliminaré sin remordimientos de mi vida.

—Eres el heredero mayor. Nunca olvides lo que me has dicho hoy.

 

Jaejoong observó a Yoochun asentir seguro de sus convicciones. La que ellos habían acentuado tan férreamente en él. Sonrió levemente. Era interesante como sacrificar tu inmortalidad por concebir a un ser tan poderoso como Yoochun acarreaba tantos problemas.

 

Los padres verdaderos de Yoochun eran almas gemelas. Y habían credo al primer ser completo en muchos años. Jaejoong imaginó que jamás lo pensaron de es forma. Tal vez Hansae y Yoohee pretendían que Yoochun fuera un humano más, que era lo más seguro. Tan absurdo como ese tonto amor que los rigió, incluso antes de que supieran que eran almas gemelas.

 

 

 

 

 

—Bueno, bienvenidos a este nuevo año. Estamos empezando la escuela media. Así que espero la colaboración de todos ustedes para que este año sea mucho mejor que los anteriores, recuerden que muchos de ustedes seguramente ya tienen los doce años, y deben llevar con mucha responsabilidad, lo que ser un alma gemela activa representa.

 

Yunho, que se había perdido en sus pensamientos como se le venía haciendo mala costumbre, distrajo su atención de aquellos árboles fuera del salón, cuando escuchó de la boca de su maestra las palabras ‘almas gemelas’

 

Su cuerpo entero sintió el jalón interno,  los temores los miedos, la vergüenza de saber que su alma gemela ya había sido encontrada y que por sobre todo se trataba del heredero mayor y que además, de entre los dos, era obvio quien debía mantenerse intacto.

 

Temía incluso por su propia seguridad.

 

—Bueno, como a más de su maestra planeo guiarlos y ayudarlos en esta etapa tan difícil y decisiva para ustedes estoy dispuesta a responder cualquier pregunta sobre las almas gemelas.

 

Uno de los muchachos levantó la mano de inmediato y la profesora le cedió la palabra.

 

—¿Usted ya encontró a su alma gemela?

 

Hubo risitas esparcidas por todas partes, pero la joven mujer únicamente negó con sutileza y sonrió divertida.

 

—Por supuesto que no, ¿acaso no me ven fuerte y aguerrida todavía?

 

El leve ruido de la charla empezando a nacer se esparció por el lugar, y desde uno de los asientos finales una mano se levanto lenta y algo tímidamente. La mujer inmediatamente miró en su lista el nombre del muchacho que la miraba algo inseguro.

 

—Si, Jung. ¿Cuál es tu pregunta?

—Cuando uno encuentra a su alma gemela… Y pues, la otra mitad aún no cumple los doce, es decir aún no es un alma activa. ¿Los efectos son los mismos?

 

La mujer pareció orgullosa y sonrió ampliamente.

 

—¡Muy buena pregunta, Jung!— La mujer se desplazó por el salón, hablando naturalmente, contagiando a sus estudiantes del tema. Por que era algo que le importaba a todos. –En efecto, cuando una de las partes ya ha cumplido los doce los efectos son notorios, ya saben se vuelven humanos…

 

—Débiles~

 

Uno de los estudiantes canturreó burlesco y todos en el salón rieron, pero Yunho únicamente se movió incómodo en su lugar.

 

—Como decía. Cuando el alma activa se da cuenta de la conexión es por que seguramente tuvo problema con sus habilidades o sufrió alguna herida. Pero si la otra parte aún no es un alma activa los efectos no son notorios, son muy leves, casi inexistentes, cansancio, agotamiento, mucho sueño. Cosas como esas. Pero el alma activa si sufre los estragos, es decir se vuelve lo más humano que sus cabecitas puedan imaginar.

 

El salón parecía asombrado se escucharon más conversaciones sobre el tema, miradas esparcidas de un lugar para otro y Yunho trató de convencerse de que mientras el heredero y él no tuvieran contacto, entonces las cosas marcharían bien.

 

Si ellos no se juntaban, ambos serian inmortales y poderosos.

 

Todo estaría bien.

 

Hubo dos toques suaves en la puerta, la profesora detuvo sus movimientos y caminó con premura hasta la puerta de madera, abriéndola con una sonrisa en el rostro. Atenta al ver a uno de los guardianes de la familia superior.

 

—Buen día, vengo a dejar al joven Yoochun. Viene tarde por que el señor Joong tuvo que abandonar la zona este para ir hacía el sur por un tiempo, y el joven quería ir a despedirlo.

 

La mujer asintió gustosa, observando al pequeño del que todos hablaban, palpando con notoriedad, aunque el muchacho se encontraba a un metro de distancia, todo ese poder asombroso que llevaba sobre los hombros.

 

—De acuerdo, que ingrese. Apenas estamos comenzando con las clases.

—Muy bien, muchas gracias.— El guardia de inmediato se dirigió al menor. –Que tenga un buen día joven.

 

—Gracias Kang.

 

Yoochun sonrió, con un leve asentimiento antes de que la profesora lo empezara a guiar hacia el interior del salón. Sutiles pasos que marcaban una leve tonada de ingreso y anticipación, ante la mirada de los demás estudiantes que lo contemplaron absortos.

 

—Muy bien toma asiento frente a Lee.

 

El muchacho levantó la mano, justo junto a la ventana del salón. Yunho pudo respirar de nuevo, el asiento vacío junto a él seguía vacío y Yoochun, su mal llamada alma gemela se había sentado tres asientos delante de él. Todo estaba bien, o al menos quería convencerse de ello.

 

—Bueno, para que te pongas al tanto Yoochun, hablábamos sobre las almas gemelas.

 

Yoochun torció torció la boca, pero Yunho desde su lugar no lo vio.

 

—Lo odio, odio a mi alma gemela.

—Pero él no tiene la culpa de…

 

—¡Nos vuelve débil! Sea quien sea no me interesa, solo quisiera que se mantuviera lo más alejado de mi. O si es posible jamás descubrir quien es.

 

Los puños de Yunho se cerraron. Más por el temor ante la debilidad que haber encontrado la conexión significaba. Hubo un tenso silencio, antes de que la maestra retomara la palabra y decidiera por el bien de todos cambiar el tema.

 

Yunho apenas vio a Yoochun un par de veces ese día.

 

Distancia, era la única palabra que se repetía una y otra vez en su cabeza.

 

 

 

 

Año 2008

 

 

En los dos años que habían transcurrido, evitar a Park Yoochun había resultado ser sumamente difícil. Yunho tenía catorce años, dos de ellos viviéndolos con un estrés tremendo, luego de haber suplicado un cambio de estudios, sus padres se habían negado, y él se había consumido en un delirio de persecución casi absoluto.

 

Veía a Yoochun por todas partes, o tal vez era demasiado popular.

 

Como fuera, necesitaba un descanso, y este llegó unas horas a punto de empezar las clases del nuevo año, cuando la tabla de publicaciones anunció, que al menos este año. Él y Yoochun no compartirían salón.

 

Oh, Yunho se llenó de un regocijo asombroso. La sonrisa en sus labios iluminó por completo su rostro y la poca paz que sentía creció, tan vertiginosamente que su mirada ubicó prontamente tantas cosas, que fue más que plausible incluso ponerse a saltar de la emoción, aunque no lo haría.

 

—Tengo que comprar un chocolate.

 

La idea llegó fugaz, y arrebatadora. Sus momentos de felicidad, que usualmente no eran mucho gracias a su paranoia con Park, siempre eran bien sazonados por un chocolate. Dulce y delicioso que se le derritiera en la boca.

 

Giró dispuesto a comprar uno, cuando el cuerpo de un adulto, mucho más alto que él fue su primer impedimento.

 

—Auch…

 

Masajeó su cabeza con cuidado, con un ojo cerrado mientras elevaba la mirada y capturaba con sus ojos café al hombre parado frente a él, que inmediatamente se quitó las gafas para mirarlo con atención.

 

—¿Te dolió la caída?

 

El tono burlón pero amable, por más extraño que sonara. Hizo que Yunho abriera los ojos y se levantara de inmediato. Confuso del por qué aquello había dolido cuando Yoochun se encontraba cerca.

 

—Padre, ¿qué haces?

 

Oh.

 

Esa era la razón, Yoochun estaba a unos pasos de Jaejoong, con su mirada completamente desinteresada sobre él, justo como siempre debería ser.

 

—Nada en especial, pero creo que encontré a mi alma gemela.

 

Yunho abrió los ojos sorprendido, pero luego trató de sonreír disimuladamente cuando notó que el mayor lo decía en broma. No debía ponerse nervioso, no frente a Yoochun. Por nada del mundo podía demostrar esa conexión de almas que el destino había logrado jugar sucio en su contra.

 

—No dolió, solo fue la reacción.

 

Se inclinó un poco ante Jaejoong, tratando de ser educado necesitaba marcharse.

 

—Con su permiso, tengo que ir a comprar algo.

—¿Chocolate?

 

La pregunta, que casi sonaba a afirmación en los labios de Kim hizo que Yunho desviara la mirada un poco avergonzado, pero luego carraspeara como si nada. Pretendiendo que aquello no había pasado. ¿Era extraño que a un hombre le gustaran tantos los chocolates?

 

—Si, me relaja un poco.

—Es el primer día de clases, ¿y ya estás estresado?

 

Jaejoong se acercó, un par de pasos ante Yunho quien tuvo que levantar la mirada y sonreír.

 

—Son los nervios. Ahora si me disculpa…

—Kim Jaejoong, soy el padre de Yoochun. Supongo que son compañeros de salón.

 

—No en realidad.

—Si.

 

Las contestaciones de los adolescentes sonaron al mismo tiempo. Yunho y Yoochun compartieron una breve mirada antes de que Yoochun bufara y decidiera mirar hacía cualquier otra parte. Yunho solo sonrió apenado. Le preocupó un poco que Yoochun lo ubicara con tanta facilidad.

 

—Bueno, no lo somos este año.

—Oh, ya veo; Es un gusto conocerte…

 

Jaejoong estiró su mano y Yunho cerró el contacto. –Jung Yunho.

 

—Bien, Yunho. Ve a comprar tus chocolates. Compra ‘Primadonna’ me han dicho que son muy buenos.

—Si, gracias.

 

Tenía esa sensación de huir cuanto antes, por eso es que la mirada de Yunho no se deslizó hacía Yoochun ni una sola vez antes de girar sobre sus talones y alejarse de ahí. Jaejoong lo siguió con la mirada hasta que se desapareció entre la gente y sonrió.

 

Yoochun sin embargo frunció el ceño, mirando a Jung alejarse y con una expresión un poco indescifrable en el rostro. Cruzado de brazos ante el montón de personas que se habían acumulado aquel día, para el primero de clases.

 

 

 

 

—¡Muévanse de un lado a otro! ¡Al menos intenten que Jung no los golpee!

 

El entrenador siempre había tenido una voz fuerte y ronca. De esas que se escucha aunque te encuentres verdaderamente lejos. Ocurría una cosa curiosa que Yoochun había empezado a notar desde que comenzó el nuevo año.

 

Jung Yunho, el muchacho antes invisible en su salón, ahora parecía destacar con fuerza en sus clases. Era fuerte, mucho. Yoochun incluso sentía la imperiosa necesidad de pedirle que se enfrentaran en un duelo. Ver si lo sorprendía con sus viajes en el tiempo tan automáticos como un pestañeo.

 

Pero Yoochun no lo haría, por que Yunho a veces pasaba por su lado y ni lo notaba.

 

Yoochun estaba acostumbrado a ser especial. Que todo el mundo lo notara y lo distinguiera mucho antes de que siquiera hablara. Pero ese muchacho era por demás extraño. Casi nunca lo veía. Y si mal no recuerda jamás cruzó palabra con él en los dos años que compartieron salón.

 

Apoyó la quijada sobre sus manos, aquellas que permanecían apoyadas sobre el barandal del balcón en el segundo piso. Observando como los otros estudiantes, trataban de vencer a Jung en aquel duelo en el que el entrenador los había colocado.

 

Miraba ausente la situación, incluso el momento en que Jung se paró en el centro de todos y cerró los ojos. Respirando hondo, con una expresión pacífica en el rostro que fue envidiable.

 

De pronto desapareció y en un lapso de tres segundos venció a los cinco contrincantes que le quedaban, apareciendo detrás de ellos. Yoochun se irguió asombrado, el silencio absoluto en el lugar fue perenne y Yoochun tuvo que admitir que aquello hasta ahora solo lo había podido hacer él.

 

Yunho se había trasladado en el tiempo por un cortísimo momento para poder tomar uno a uno por sorpresa. El entrenador rió con euforia ante el logro de Jung quien sonrió agradecido por aquello. Los compañeros lo rodearon y felicitaron.

 

Yoochun sintió algo parecido a una conexión.

 

Yunho era poderoso, era obvio. Llamó su atención.

 

Era tan poderoso, casi como él. Y deseó en ese preciso instante. Un duelo.

 

 

 

 

—Agua, por favor.

 

La empleada tras el escaparate le extendió la botella que Yunho aceptó sin problemas y con una sonrisa. Sonrisa que se borró casi de inmediato cuando notó a unos pasos de él a Park, con las manos en los bolsillos y esa mirada altiva que Yunho detestaba.

 

—Vi tu pelea de hace un momento.

 

Los nervios acudieron a él, precipitados e incómodos. Exactamente por eso decidió solo asentir y beber un poco de agua.

 

—¿En serio no hablas, o no quieres hablar conmigo?

 

Esta vez Yoochun había arrugado el entrecejo. Empezando a molestarse en realidad. Y Yunho decidió que lo mejor era marcharse. Pero Yoochun, terco como él solo. Caprichoso como lo habían consentido, se rehusó a ser ignorado y apresó el brazo de Jung con fuerza, sin medirla siquiera. No estaba acostumbrado a hacerlo. No, cuando los de su especie no sentían dolor con facilidad.

 

Yunho sin embargo ante el agarre de tanta fuerza estuvo a punto de doblegarse, de gemir de dolor al menos, pero solo mordió su labio, con la cabeza baja. Rogando por que Yoochun lo soltara. Por que a su lado era débil. Tan patéticamente que ese uso de fuerza desmedida dolía.

 

—¿Por qué no me hablas?

—No… te soporto.

 

Y se soltó, girando un poco para que no notara la marca de su mano en en el brazo. Por que sería peligroso y haría demasiadas preguntas. Temeroso de que alguien más si lo viera.

 

—¿Qué?

—Solamente aléjate de mí.

 

Y caminó lo más rápido que pudo entre la gente y los maestros. Deslingándose del lugar, escondiéndose tras unos arbustos. Para poder sentarse y observar con horror como el contacto con Yoochun le había afectado. La zona en que su mano se había posado había dejado una marca morada acentuada. Yunho exhaló con desesperación.

 

—Maldición…

—Yunho, ¿qué demonios haces aquí?

 

Eunhyuk apareció repentinamente e instintivamente escondió su brazo de él, pero el muchacho lo había notado y casi de inmediato lo agarró del brazo. Solo que esta vez no dolió. Esta vez su alma gemela estaba lejos, y él volvía a ser fuerte y poderoso.

 

Pero eso no evitó que la marca que Yoochun ya había dejado, Eunhyuk la viera. Los ojos de su amigo se abrieron con sorpresa, llevando una mano hasta su boca.

 

—¿Lo encontraste? ¿Encontraste a tú mitad?

 

Yunho no pudo evitarlo, y asintió. –Si.

 

—Pero, ¿quién?

—Prefiero llevarme esa información a la tumba.

 

Fue como un hueco en el estómago. Eunhyuk lo presintió. La marca parecía reciente, así que seguramente era alguien de clases. Se sentó junto a su amigo y suspiró. Tratando de transmitirlo un poco de calma y seguridad. Decidió entonces, no hacer más preguntas.

 

Estaba bien, mientras se mantuviera alejado de esa mitad. Yunho iba a estar bien.

 

Inconscientemente pasó una mano por los hombros de Yunho y lo abrazó.

 

—Todo va a estar bien.

 

Y sus palabras parecieron surtir efecto, por que en medio del abrazo, luego de unos segundos, el cuerpo de Yunho pareció empezar a relajarse. Y suspirar como en mucho tiempo no lo hacía.

 

Quizá eso le hacía falta. Descansar un poco de ese secreto que solo él llevaba sobre la espalda. Había seres que jamás encontraban a su mitad. ¿Por qué de entre todos, había tenido que ser él?

 

 

 

 

—Yoochun… ¿qué sucede?

 

Tuvo que levantar la mirada al escuchar a su abuelo llamarlo, el hombre desde su asiento parecía un poco contrariado, y cuando Yoochun vio su plato. Notó el por qué. No había probado un solo bocado.

 

—Nada, solo pensaba un poco.

—Pues entonces dudo que sea ‘nada’ si te quita el apetito.

 

Yoochun sintió un terrible hueco en el estómago al asimilar aquellas palabras, pero solo alejó el plato de su asiento y suspiró.

 

—Estoy cansado, es todo. ¿Cuándo vuelve padre de su viaje?

—Jaejoong está firmando unos tratados. No te preocupes estará de regreso para el final de las vacaciones.

 

De una manera u otra, Yoochun no podía decir que extrañaba los entrenamientos exhaustivos con su padre. Pero lo extrañaba a él, Jaejoong nunca lo había visto con algo parecido al amor o ese calor familiar que había visto en otros padres. Es más, Yoochun no conocía eso. Y tampoco le importaba.

 

Pero necesitaba tanto demostrarle a su padre que podía ser mejor de lo esperado.

 

El problema es que últimamente aquel muchacho extraño ocupaba su cabeza demasiado tiempo. Y eso terminaba por frustrarlo al final del día. Hasta ahora y en el tiempo que llevaba siendo consciente de sus poderes, Yoochun jamás se había encontrado con alguien que lo igualara.

 

Yunho tenía algo, Yunho era especial.

 

—Yoochun…

—Ya voy a comer abuelo…

 

Pero su orgullo dictaba que si el muchacho no quería hablarle, él tampoco rogaría.

 

 

 

 

Año 2010

 

 

—¿Lo has escuchado?— La voz de Eunhyuk sonando cerca de su oreja lo hizo girar de inmediato, como un impulso leve y reconocido. —¡Dicen que no va a haber clases durante toda una semana!

 

Yunho entonces sonrió. —¿Enserio? ¿Por qué?

 

—Dicen que se van reunir los príncipes de los cuatro estados. ¡Y va a ser aquí! Van a venir los dos príncipes del Norte y del Sur, y la princesa del Oeste. Tengo entendido que uno es hermano del padre del príncipe Yoochun, pero claro como Jaejoong se quedó por acá le cedieron el titulo al siguiente hijo.

 

Yunho asintió, poco o nada le interesaban esas cosas de la aristocracia. Su mundo iba en un paralelo muy lejano. Donde su posibilidad de vida ya casi llegando a los diecisiete dictaba, que si era posible irse a vivir entre humanos. Donde la distancia con el heredero estuviera más que marcada.

 

—Seguramente le están buscando pareja al heredero. Después de todo nuestro heredero es el más poderoso entre los cuatro de esta generación.

 

Por un instante, Yunho se quedó estático. Pero al poco rato solo sonrió. Ajeno a lo que esa noticia hubiera podido provocarle o asombrarle. Su mente viajaba mejor en todas las actividades que se realizarían debido a la visita de los tres herederos que seguramente venían en camino, y la fabulosa semana libre que llevaba por delante.

 

 

 

 

 

 

—Disculpa padre, ¿es que acaso escuché mal?

 

Yoochun se había abierto paso entre los guardias, sus ojos directo a la espalda amplia de Jaejoong que calmado contemplaba desde su ventanal las calles del lugar que habitaban.

 

—¿Qué has escuchado Yoochun?

—Dicen que de esos tres herederos que vienen en camino, uno será mi pareja.

 

—Pues has escuchado bien.

—¡Tengo dieciséis años!

—Es solo un compromiso, no es como si te fueras a casar inmediatamente.

 

La frialdad con la que su padre le había anunciado aquello, había perforado una parte de su alma. Tan mínimamente que apenas pudo apretar los puños y bajar la cabeza.

 

—¿Al menos puedo elegirlo yo?

 

—No necesariamente.— Esta vez Jaejoong se había girado, agachándose un poco para poder mirarlo a los ojos. –Entiende Yoochun, eres tan poderoso, que solo alguien igual de poderoso e influyente que tú, debe estar a tu lado.

 

La mente de Yoochun divagó por un momento. Y el nombre de Yunho voló en su cabeza instantáneamente. Yunho era poderoso, lo había constatado, era el único, aparte de él, que podía realizar los viajes en el tiempo con tanta facilidad. Nadie más podía.

 

El problema es que Jung lo despreciaba.

 

Y además de todo, Yunho no tenía esa influencia, que los otros herederos tanto se vanagloriaban.

 

 

 

 

 

—…¡Y presidiendo el desfile, el heredero del Este, Park Yoochun!

 

La gente se amontonaba de un lado a otro entre tanta gente que había en el lugar, Yunho sintió a Eunhyuk jalar de su mano entre la multitud mientras intentaban abrirse paso hasta la primera fila, donde se podía apreciar a aquellos herederos tan poderosos que poseían los cuatro estados.

 

Yunho lo vio, con aquella mínima sonrisa en el rostro y esas ropas tan ostentosas. Yoochun apenas saludaba, no muy conforme con estar ahí, escoltado por un montón de guardias, acompañado por su padre y abuelo.

 

—Mira, ¡mira!— Eunhyuk había levantado su brazo, emocionado. –Ahí están los otros herederos.— La carrosa que venía detrás llevaba del mismo modo a cada uno, con guardias y acompañantes, con una sonrisa mayor y diferentes expresiones en el rostro. Como si desde hace mucho supieran para que estaban ahí.

 

—La muchacha, es Sang Sunam. ¡Wow! Es realmente hermosa. El de cabello negro es Kim Kibum el heredero de Norte, y el rubio Kim Junsu, heredero del Sur. Dicen que son buenos amigos, y que siempre la pasan juntos. De la chica no sé casi nada es muy extraña y reservada según dicen.

 

Yunho suponía que era bueno que Eunhyuk siempre estuviera entretenido con ese tipo de cosas. Y su mirada se posó en Yoochun una vez más. En esa expresión vacilante, que se asemejaba tanto a la tristeza.

 

 

 

 

—Tu padre está tan emocionado con este trabajo.

 

La voz de su tía sonaba dulce mientras lo ayudaba arreglando la corbata en su ropa, logrando que se viera lo mejor que podía. Y Yunho agradeció por el esmero que ella ponía en arreglarlo. Desde que su madre hubiera muerto años atrás. Su tía se había convertido en un gran apoyo.

 

—¿Listo?

 

Su padre vestido con aquel uniforme de la casa principal, con esa sonrisa orgullosa en el rostro, apareció bajo el umbral de la puerta. Era el jefe principal de la seguridad durante la visita de los herederos y por tanto tenía permitido llevar a un invitado.

 

Yunho había querido negarse, hubiera dado todo por poder hacerlo, pero su padre brillaba en emoción y orgullo. Que negarse no era una opción. Así tuviera que vivir escondido de Yoochun y tratar de mejor la situación.

 

 

 

 

Sunam era aguerrida.

Kibum veloz.

Pero Junsu era hábil

 

Yunho estaba maravillado observando ese entrenamiento que los herederos habían decidido llevar en la parte trasera de la casa principal. Su poder y fuerza vislumbraba y hacía eco en todas partes, incluso agitados continuaban con el despliegue de sus fuerzas. Yunho en ningún momento se preguntó por qué Yoochun no se encontraba ahí, cuando era bien conocido que al heredero del este le fascinaba demostrar su fuerza.

 

Sunam había mandado a los dos chicos varios metros lejos de ahí, con una sacudida de aire que Yunho jamás había visto antes. La muchacha había mostrado una sonrisa en el rostro. Y Junsu y Kibum parecían incluso emocionados con poder vencerla ante esos poderes extraños que estaba mostrando.

 

Yunho en cambio estaba más que sorprendido.

 

—No sabía que tu padre fuera el jefe de seguridad.

 

Y la voz de Yoochun sonó cerca. Provocando que Yunho girara y lo mirara con algo parecido al miedo. Estaban muy cerca, Yoochun no podía percatarse de vulnerabilidad.

 

—No es el jefe de seguridad de ustedes, es de la seguridad extra que se contrató por los otros herederos.

 

Yoochun pareció asentir. Mirando desdeñoso hacía el lugar donde los otros tres muchachos continuaban con su lucha.

 

—Son tan… Huecos.— Yunho de inmediato supo que hablaba de los tres herederos. –Solo piensan en divertirse y ver quien es el más poderoso entre los cuatro. Ni siquiera el estúpido compromiso les importa. Si se cansan, bien. Si no, les da lo mismo. Unirse a otra persona es un protocolo que deben cumplir y ya.

 

—Es así como los han criado.

—¡A mi también!— La exaltación de Yoochun lo sorprendió. –Pero no por eso pienso igual que ellos… No por eso pienso igual que mi padre.

 

—¡¡Cuidado!!

 

Yunho apenas tuvo tiempo de girar la cabeza. ¡Eran débiles! Su instinto gritó de inmediato que ninguno de los dos sobreviviría a esa enorme roca que estaba a punto de caer sobre ellos, por más que Yoochun ni siquiera lo sospechara.

 

Sus manos apresaron a Yoochun con fuerza, impulsándose lo más que su estado de humanidad en este instante se lo permitía. Y los cuerpos de ambos rodaron varios metros en el piso sin cuidado mientras la roca destruía parte del piso a su camino.

 

Cuando finalmente el estupor pasó. Yunho levantó la mirada sus manos aún se aferraban al cuerpo férreo de Yoochun y los ojos de Park estaban fijos en su rostro. Poco más que sorprendido por su impulso.

 

De repente lo notó. Yoochun estaba intacto sin una sola marca en su cuerpo por los golpes que se habían llevado.

 

¿Se había equivocado acaso?

 

No. Era imposible, a él le dolía el cuerpo, le dolían los golpes. Su cuerpo estaba siendo débil al estar en tanto contacto con Yoochun. Entonces, ¿por qué Park parecía no haber sufrido ninguna herida?

 

—¡Yoochun!

 

Los otros tres muchachos se habían acercado en pocos saltos, confundidos y preocupado al ver la reacción por parte del que acompañaba al heredero. El mismo Yoochun, que no entendía lo que sucedía se había sorprendido. Había planeado golpear la roca y alejarla. Pero Yunho… simplemente los había alejado de ahí.

 

—¡Idiota, te dije que no materializaras nada!

 

Kibum había surtido un pequeño golpe en la espalda de Junsu quien solo rodó los ojos. Mirando al muchacho que seguía sobre Yoochun mientras él no hacía nada por alejarlo.

 

—¿Y tú por que reaccionaste así? ¿Eres humano acaso? Bien pudieron haber alejado la roca.

 

Yunho supo que le hablaban a él. Se movió inmediatamente de encima de Yoochun y escondió con temor la mano izquierda, aquella que estaba raspada y que tenía una sutil marca de sangre.

 

—Lo siento, fue un impulso.

 

Junsu le clavaba la mirada severamente, como si no terminara de creerle, pero en el momento en que Junsu estaba dispuesto a hablar de nueva cuenta. Los pasos de varios guardias se escucharon y Yunho se pegó un poco más a la pared.

 

—¿Qué ha pasado?

 

Jaejoong se abrió paso entre los presentes, observando como Yoochun empezaba a levantarse, limpiando un poco de su ropa.

 

—Los tres estaban jugando a ver quien era el más fuerte, materializaron una roca y casi nos cae encima. Es todo.

 

Los otros tres herederos compartieron miradas discretas, pero prefirieron callar. Yoochun estaba ocultando, por alguna razón el hecho de que el muchacho ese lo había empujado varios metros como si aquel golpe pudiera lastimarlo.

 

—Bien, Jung. Encárguese de que todo vuelva a la normalidad.

 

Yunho vio a su padre asentir y pronunciar un respetuoso ‘si’ ante el mandato de Jaejoong, pero se preocupó más en ocultar su mano, que en observar lo que ahí ocurría. Jaejoong sin embargo se detuvo un momento. Justo en el instante en el que pasaba frente a Jung.

 

Miró al hombre que seguramente tenía su edad y ese leve malestar parecido al mareo se hizo presente. Clavó los ojos en el hombre por varios segundos, pero luego sencillamente desapareció.

 

 

 

 

Yoochun observó la imagen de su cuerpo reflejado en el espejo.

 

Secaba su cabello momentáneamente mientras pensaba en aquel incidente extraño de la mañana. Yunho se había lanzado sobre él cuando antes parecía rehuirle por completo. Y había actuado como si pudiera salir lastimado.

 

El cabello todavía húmedo caía por su frente y fuera esperaban por él para empezar con la cena. Pero su mente divagaba en esa pregunta que quedó pendiente luego de que su padre ordenara que arreglaran todo y Yunho hubiera desaparecido de repente.

 

La duda empezó a carcomerlo, internamente. Por que Yunho siempre había sido un facto tan ajeno a él. Que lo desesperaba.

 

—Joven la cena ya está servida.

 

Cuando el mayordomo ingresó, lo único que pudo ver en ese corto instante, fue la ventana de aquella gran habitación agitarse fuerte contra el viento.

 

 

 

 

—Auch…

 

Yunho bajó la voz lo mejor que pudo, tratando de curar la herida en su mano y codo. Era tan difícil encontrar algo con lo que curar una herida, cuando ellos no solían salir lastimados. Pero al menos podría desinfectar un poco. Eso serviría.

 

La ventana de su habitación se abrió, y cuando vio a Yoochun parado en el umbral de la misma su cuerpo entero se tensó y escondió bajo sus sabanas lo mejor que pudo los implementos que estaba usando.

 

—¿Qué haces aquí?

 

Yoochun sin embargo no se amilanó. Camino con aquella pose segura hasta él, arrinconándolo contra la pared, sosteniendo su brazo con fuerza y Yunho trató de no quejarse de no mostrar dolor.

 

—¿Es por esto?— La voz de Yoochun era fuerte, segura y alterada. —¡¿Es por esto que nos lanzaste de esa forma?! ¡¿Es por esto que permaneces siempre tan alejado de mí?!

 

El miedo llegó cuando vio a Yoochun girar su brazo y contemplar la herida. Se posaba ante los ojos de ambos, como la muestra de culpabilidad y miedo que de pronto los había empezado a rodear. Pero esta vez Yoochun lo soltó. Y retrocedió.

 

—Eres…

 

Yunho solo escondió la mano otra vez. Y desvió la mirada. Malditos impulsos suyos.

 

—¿Desde hace cuanto lo sabes?

—Desde los doce.

 

Y la seriedad en los ojos de ambos fue evidente. Yunho ya no se molestó en esconder los implementos que usaba, los sacó de debajo de la sábana y guardó en un cajón. Indiferente con lo que Yoochun diría de ahora en adelante.

 

—Tócame.

Yunho giró de inmediato. —¿Qué?

—Necesito comprobar algo, tócame.

 

Yunho tenía vértigo, uno inestable y molesto entre la distancia que los separaba dentro de esa pequeña habitación. Pero aún así obedeció, caminó hasta él y poso su mano derecha en la mejilla de Yoochun. En esa piel tersa y pálida.

 

—Con razón.— Yoochun había cerrado los ojos, con un suspiro ahondando en su boca. –Con razón me sentí tan mareado cuando nos empujaste lejos de la roca.

—¿Por qué no saliste herido?

 

Yoochun sonrió, abriendo los ojos. Notando que ni el mismo Yunho se había percatado del contacto que persistía.

 

—Los herederos como yo, tardamos más. O algo así dijo mi abuelo. Yo no soy como los demás, hay algo en mí, diferente a los otros herederos. Por eso las circunstancias son diferentes, por eso aún no soy un alma activa.

 

Yunho sintió esa terrible comezón en el pecho. El contacto era tan acérrimo, suave pero parecía más bien una marca endeble capaz de abarrotar de pensamientos extraños su cabeza. ¿Era eso estar cerca de tu alma gemela?

 

Entonces, ¿por qué les habían dicho que solo los hacía perder sus poderes?

 

¿Por qué nadie les hablaba de lo gratificante que era estar cerca? De lo placentero del contacto. De esa energía que se propagaba tan velozmente que era incluso hasta alucinante.

 

—Cuando los humanos encuentran a su alma gemela, se glorifican más allá de las sensaciones y pierden el raciocinio, cuando nosotros encontramos nuestra alma gemela nos hundimos en las sensaciones y perdemos estos poderes que nos ponen por encima de ellos.

 

—¿Y cuando un humano y uno de nosotros son almas?— Yunho parecía hipnotizado por las palabras de Yoochun y Yoochun por el movimiento en los labios de Jung.

—Crean algo superior a todos nosotros, aunque nunca mi abuelo ha querido hablarme de eso. Mucho menos mi padre. Y el resto parece no saberlo.

 

Esta vez fue la mano de Yoochun palpando el rostro de Yunho. Ese toque casual que era como chispas ante el tacto. Como una recreación de fuegos artificiales en el estómago, como si el cansancio se marchara y se sintiera menos seguro que antes.

 

—Ven conmigo.

 

Antes de que Yunho pudiera responderle, Yoochun había agarrado su brazo y lo había jalado. Habían aparecido muy lejos de ahí. Cerca de un bosque lejano. En las afueras del lugar donde habitaban.

 

Yunho no entendió, luego recordó que Yoochun no era un alma activa. Por eso aún no perdía sus poderes cuando estaba con él.

 

 

 

 

Año 2006

 

 

—¿Dónde estamos?

—El día que nos conocimos.

 

Yunho abrió los ojos. Y cuando Yoochun empezó a dar saltos, alejándose de él. Yunho sintió que volvía a poder saltar. Que la fuerza regresaba mientras Yoochun se alejaba cada vez más y más.

 

Saltó primero un poco. Y Yoochun desde la distancia pudo verlo, sonrió al notar lo aliviado que al fin se sentía por volver a tener su habitual fuerza. Miró hacía el horizonte y pudo ver el instituto, quería llegar al momento en que se habían conocido.

 

Entonces regresó su mirada hacía abajo. Pero Yunho ya no estaba.

 

Bajó inmediatamente y pudo verlo tranquilo, contemplando un poco el lugar. Aquel lago y la zona contraria a él. —¿Pasa algo?

Yunho pareció sorprendido de tenerlo cerca. –Solo me pareció ver a alguien.

 

—Imposible, nadie anda por aquí.

 

Yunho asintió, un poco convencido de haber visto a alguien ahí. Pero decidió negar un poco y alejarse de Yoochun.

 

—No es justo. Tú sigues siendo el mismo, yo en cambio sigo siendo vulnerable.

—Es hasta que me convierta en un alma activa.

 

Un silencio extenso se propagó. Yunho observó la herida en su mano y pensó que no le gustaría ver a Yoochun con esas heridas. Que no le gustaría que Yoochun llegara a ser un alma activa, por que entonces estar juntos implicaría mortalidad.

 

—¿Sabes? Siempre me pregunté por que eras tan fuerte. Es por que eres el complemento. Lastima.— Yoochun sonrió levemente, pateando una pequeña piedra que había. –Me hubiera gustado luchar contigo y medir fuerzas.

 

La sonrisa en los labios de Yunho apareció.

 

—Cuando seas un alma activa, podríamos estar hablando. Entonces, estaremos al mismo nivel.

 

—Jung Yunho.— Escuchó su nombre en la boca de Yoochun, y fue extraño, como si las posibilidades se acortaran y esa sensación extraña en el pecho se acentuara. –Cuando era pequeño decía todo el tiempo que te destruiría.

 

—¿No vas a retarme a duelo?

—Sería injusto, yo aún tengo mis poderes. Tú eres tan frágil como un humano a mi lado.

 

Yunho rodó los ojos. Lanzando una piedra al lago y suspirando.

 

—¿No querías mostrarme algo?

—Oh, si. Vamos. Te veo en la escuela media.

 

Yoochun se levantó de un salto. Yunho respiró profundo. Esperando un par de segundos en el que Yoochun se encontrara lo suficientemente lejos como para poder tener de vuelta su inmortalidad fuerza. Entonces, saltó. Y trató de encaminarse al mismo lugar.

 

 

 

 

Trataba de recordar el lugar exacto, fue por los pasillos y cuando reconoció el pequeño paisaje sonrió. Pero su mirada lució extraña cuando aquel hombre de vestimenta negra y gafas oscuras pasó a su lado.

 

No recordaba haberlo visto aquel día, pasó a su lado sin problemas y Yoochun lo siguió con la mirada por un largo rato. Era alto y delgado. Con su andar seguro, y Yoochun estaba seguro que para pasar por ahí debió haber pasado frente a él en esa época, o tal vez en ese tiempo no lo notó.

 

—¿Y bien?

 

Yunho ya lo había alcanzado, y Yoochun sacudió sus pensamientos.

 

—¿Sucede algo?

 

—No, nada.— sonrió un poco y jaló a Yunho de la mano, directo al lugar donde se habían chocado. Escondiéndose inmediatamente tras un pilar cuando vieron al Yunho de hace doce años, limpiar su ropa y levantarse del suelo. –Diablos, era un poco antes.

 

—¿Qué?

 

Yunho sintió solo un pequeño sacudón. Fuerte y arraigado antes de que todo pareciera vacío nuevamente y Jaejoong y Yoochun de unos doce años aparecieran justo detrás de ellos en ese momento. Escondidos pudieron observar.

 

Eunhyuk fue el primero en aparecer, pero el grito de Yunho fue el primero en escucharse.

 

—¡Eunhyuk, espera! ¡Devuélveme mi maleta!

—¡Atrápame si quieres!

 

La cabellera alborotada de Eunhyuk pasó junto a Yoochun, aquel pequeño que giró para observar al apresurado muchacho, sin que Yunho se percatara y sus cuerpos se chocaran. El de Yunho fue a dar al suelo y Yoochun a pesar de mirarlo un instante, solo continuó.

 

—Fue en este momento, ¿cierto?

 

Yunho giró un poco, deshaciéndose de la imagen angustiada que reflejaba su rostro de doce años ante el descubrimiento de su herida. Y asintió, con un tranquilo suspiro mientras se arrimaba en la pared.

 

—¿Cómo lo supiste?

—Por que luego de eso, casi no te volví a ver.

 

—¿Casi?

—Te me desaparecías todo el tiempo.

 

Yunho supo que las palabras de Yoochun escondían algo más, como la razón por la que de repente sentía tantas ganas de acercarse. Quizá esa unión. Tan fuerte entre almas que proclamaba un poco de proximidad.

 

—Llévame a casa.

 

Yoochun frunció el ceño, confundido. —¿Pasó algo?

—No me siento muy bien…

 

 

 

Año 2010

 

 

Casi de inmediato, Yoochun asintió, tomando por el brazo a Yunho. Y en cuanto volvieron a estar en la habitación de Jung, con unos pocos saltos, Yunho se alejó, con una mano en la cabeza.

 

—Tú dijiste, el primer día de clases que odiabas a tu alma…

—No te odio. No ahora.

—¿Y si no fuera yo? ¿Odiarías a tu alma?

 

Esta vez Yoochun calló, por un par de segundos. –Es distinto.

—No lo es. Estás destinado a cosas grandes, Yoochun. Todo el mundo lo dice, yo tengo mi vida planeada mucho antes de que tú descubrieras esto.

 

Cuando las facciones de Yoochun cambiaron a serias, Yunho inhaló con fuerza.

 

—No está entre mis planes ser débil. Lo odio. Soy fuerte, hábil, poderoso. Y Yoochun tú lo eres mucho más que yo. Esta conexión que sientes es solo producto de que somos almas unidas. No quiero que estar cerca de ti me limite.

 

Los pasos de Yoochun, fueron los que se alejaron en esta ocasión.

 

—Creí que eras distinto a ellos.— Una exhalación profunda y Yoochun sonrió. –Finalmente eres igual todos, lo único que importa es poder. Vanagloriarse y todo lo que eso conlleva. A veces realmente pienso que no pertenezco aquí.

 

—Yoochun abre los ojos.

 

—¿Abrir los ojos?— El coraje se reflejó en la voz de Yoochun. —¡Somos pocos! Y en vez de conservar a nuestra raza nos destruirnos entre nosotros por preservar y destruir las mitades de nosotros mismos. Somos humanos cuando nos encontramos. ¿No somos nosotros estando separados, los inferiores?

 

—He vivido huyendo de ‘esto’ como no tienes idea.— Yunho se acercó, con su mano en alto. Directo hacia esos ojos de Yoochun que lo miraban expectante. —¡No intentes cambiar las cosas de repente! ¡No me conoces, no sabes quien soy! No me vengas con que de pronto deseas abandonar lo que eres por sentirte completo. ¡NO ME USES COMO EXCUSA!

 

Y esas palabras de pronto sonaron tan cruelmente reales.

 

Yoochun estaba parado ahí, buscando huir de la mano de Yunho, lejos de ese mundo que de pequeño lo maravilló, y ahora solo lograba sofocarlo. Estaba usando su mitad para escapar lejos de ahí.

 

Yunho se sentó en la cama, con las manos en el rostro. Y la expresión vacía.

 

—No quiero ser humano. No quiero.

—…Yo no quiero esto. No quiero ser el heredero ni casarme y manejarlos a todos como lo hace mi abuelo.

 

—Pues que dilema más cliché y burdo.— Los pasos de Yunho lo rodearon. Como si lo analizara por primera vez. –Conozco cada cosa de ti, Park Yoochun. Tus gustos, a dónde prefieres ir, donde no frecuentas. Necesitaba saberlo, para poder huir de ti sin llamar la atención, sin que se percataran del por qué lo hacía. ¿Qué sabes tú de mí para que yo lo arriesgue todo por ayudarte?

 

Yoochun cerró los ojos, perdido por un instante entre la mirada fuerte que Yunho le enviaba en ese instante. Y lo inseguro que él se sentía.

 

—Que tú en mi lugar, harías todo para evitar un destino que no gustas.

—Pues estás en desventaja. Por que no pienso brindarte ayuda.

 

Yunho se cruzó de brazos, y Yoochun capturó su rostro serio y distante con la mirada, grabando esa simplicidad con la que Jung se negaba. Esa decepción que de repente lo carcomía al ver en ese rostro. Yunho tenía razón no lo conocía. Debía marcharse.

 

—No te preocupes, seguiremos tu plan. No nos acercaremos para evitar complicaciones.

 

La imagen de Yoochun desapareció tan instantáneamente que apenas se asemejó a una débil ráfaga de aire que sacudió sus cabellos. Yunho apretó los puños y trató de recordar como respirar. Se lo había propuesto desde un inicio, desde que lo descubrió.

 

Alejar a Park Yoochun, era la mejor solución a sus problemas.

 

 

 

 

Cuando Heng caminó por los pasillos en aquella noche, ante el llamado de Kim Jaejoong, no pudo suponer las implicaciones de aquello. Solamente se dirigió hasta el hombre que esperaba por él en aquel callejón, a las afueras de la residencia Park.

 

—¿Me estuvo buscando, señor?

—Jung Heng, ¿cierto?

 

Afirmó de inmediato y Jaejoong pareció dibujar una sonrisa en su rostro. Algo cínico, mientras apoyaba la cabeza en la pared, con los ojos cerrados. Como si no pensara en realidad y más bien saboreara los segundos.

 

—Ven acá.

 

Contrario a lo que esperaba, en cuanto se acercó. Jaejoong asestó un fuerte golpe en su mandíbula. Tan fuerte que su cuerpo entero sucumbió ante las repercusiones de ello. Retrocedió aturdido y el sabor metálico probó deslizarse con facilidad entre sus labios.

 

Comprendió entonces, y sus ojos desorbitados entendieron la situación.

 

Pensó en Yunho, en su hijo. Tan inmediato, que ni siquiera la cínica sonrisa de Jaejoong logró desestabilizarlo. La sonrisa entonces se desdibujó. Y Heng lamentó no haberse podido despedir de adecuadamente de su único hijo.

 

—¿Quiere un duelo?

—Obviamente.

 

Los pasos de Jaejoong sonaron suaves, y los oídos de Heng captaron esos movimientos sutiles pero certeros. Mortales y peligrosos. Antes de que sus minutos empezaran a acortarse, de las manos de Kim.

 

 

 

 

—¡¡Papá!!

 

Yunho corrió, lo más rápido que pudo, saltó y alcanzó niveles insospechados. Llamando la atención de muchos ante el despliegue casi absoluto de su fuerza. Y se abrió paso entre la gente, con las lágrimas corriendo por las mejillas.

 

Trató de tocar a su padre, pero las manos de los otros adultos lo detuvieron.

 

Ahí estaba Heng, con su cuerpo inerte sobre aquel suelo. El llanto pasmoso de Yunho acaparó el sentimiento de perdida de muchos. Y sonaba por todos lados. El motivo por el cual Heng había dejado a su hijo solo.

 

‘Había encontrado a su alma gemela’

 

‘Seguramente un duelo’

 

‘Probablemente era muy poderoso’

 

Todos debatían, todos parecían interesados. Cada uno pretendía que aquello en verdad le era relevante. Pero el mundo de oportunidades de Yunho se acababa de reducir tan mínimamente que resultaba increíble.

 

Estaba solo, más solo que nunca.

 

 

 

 

No tenía una afición especial por las manzanas.

 

Pero le aliviaba un poco comerlas, el sabor dulce y el color verde de la misma. Mientras sus dientes atravesaban la tersa fruta. Y su mirada se perdía en la pared plomiza frente a él.

 

Cuando la puerta del estudio se abrió, cerró los ojos.

 

Había pedido que no lo molestaran. Y Junsu, impulsivo como siempre parecía no haber captado la idea. ¿No podía irse con su amigo Kibum a recorrer el lugar y a él dejarlo en paz? Al menos Sunam no eran tan molesta. La muchacha probablemente se encontraba en su habitación ajena a todos los demás.

 

—Resultaste un mal anfitrión. Casi ni te hemos visto la cara desde que llegamos.

 

La molestia de Yoochun se elevó, pero lo ignoró. Siguió comiendo de aquella manzana, podía escuchar los pasos de Junsu hasta él, suaves y calmados. Pero el hecho de que le quitara de las manos la fruta, logró que al fin posara sus ojos en él.

 

—Escuché que ese muchacho de la otra vez, perdió a su padre.— No fue difícil saber que se trataba de Yunho, pero sus expresiones no cambiaron y a cambio solo suspiró, regresando su mirada a la pared, resignado a no terminar de comer. –Dicen que se encontró con su alma.

 

—¿Y eso en qué me concierne?

—Pensé que te importaría. Aquel día tus ojos no dejaban de verlo a él. Aunque sinceramente ese tipo es muy débil.

 

—No lo es.

—Lo es, pude notarlo en sus movimientos, su fuerza ni siquiera era percibida. Sumamente débil en verdad.

 

Yoochun se mordió la lengua. No era culpa de Yunho que se mostrara tan débil aquel día. Estaban cerca, era obvio. Juntos, Yunho no podía mostrar ni la mitad de lo que era capaz. Pero no dejaría entrever a Junsu, lo que Yunho significaba en verdad.

 

—¿Es todo lo que querías decirme?

—¿Sabes, Yoochun? Es extraño que alguien como tú se junte con alguien tan débil. ¿No será tu mitad, cierto?

 

Las deducciones de Junsu, tan asertivas y peligrosas. Incluso el tono audaz en la voz pasmosa del menor hizo que Yoochun se levantara y caminara por el estudio. Tratando de fingir que lo que le molestaba era en realidad su cercanía.

 

—Por supuesto que no, ¿o viste que tuviera alguna herida luego de eso? Mi fuerza no disminuyó en ningún momento.

 

Junsu pareció no poder luchar contra esa lógica y sonrió.

 

—Entonces, ¿solo es tú amigo por caridad?

—Eso no te interesa.

 

Junsu desvió la mirada al jardín. –Mi alma la encontré hace un año o más. Como sabrás no podemos convivir. Alguien como yo, un heredero, no puede tener puntos débiles. Así que nos enfrentamos, y es obvio quien ganó.

 

Yoochun apretó los puños. Tan ajeno a ese sentimiento que alguna vez de niño hubiera proclamado compartir. Junsu sin embargo lucía seguro de sus palabras. Y la sonrisa en su rostro vislumbraba placer y victoria.

 

—En todo caso, ten cuidado. Entre más inofensivos parecen, más peligrosos son.

 

Junsu le dedicó su última mirada y lo dejó solo otra vez. Cuando aquello sucedió, Yoochun suspiró. Y trató de fingir. Que toda aquella visita, terminaría en unos días, cuando su destino quedara marcado por su nombre junto a Kibum, Sunam o Junsu.

 

 

 

 

Era de noche, cuando el viento se agitaba con fuerza.

 

Que Yoochun al fin lo encontró.

 

Yunho estaba frente al lago, sentado en el poco césped, con sus piernas flexionadas y la mirada perdida. El lugar donde él lo había llevado. Bajó del árbol con tranquilidad, sin intentar ocultar su presencia. Solo caminar hasta él y tratar de no ser alejado.

 

—¿Qué haces aquí?

 

Respiró profundo y se sentó junto a él. Notando la fuerza de Yunho disminuir considerablemente mientras se acercaba más a él. Pero Yunho solo suspiró y Yoochun sacó el pequeño chocolate de su bolsillo. Aquella memoria que aún recordaba del primer año que ya no compartieron salón.

 

—Pensé que estarías solo. Y eso no es bueno.

 

Yunho miró con recelo el pequeño chocolate, pero lo tomó, apretándolo un poco entre sus manos. Regresando su mirada hacía el otro lado del lago. En un sumido silencio que compartieron por varios segundos.

 

—Puedo retroceder en el tiempo y ver quien lo hizo, ¿sabes?— Yunho sonrió, bajando un poco la cabeza. Notando lo atento que se encontraba Yoochun a sus palabras. –Pero, ¿para qué? Son las leyes de esto que somos nosotros. Entrometerme sería contra ley. ¿Debo resignarme?

 

Yoochun guió sus manos hasta él, tratando de abrazarlo, pero al sentir el contacto. Yunho inmediatamente se removió, tratando de soltarse. Sin embargo Yoochun se aferró con más fuerza, y entre el rechazo y la fuerza. Finalmente Yunho cedió, con un suspiro áspero y prolongado.

 

—¿Por qué eres tan terco?

—Por que soy un heredero consentido que está acostumbrado a obtener lo que quiere.

 

Yunho sonrió. El tono burlón en las palabras de Yoochun fue gratificante. Y su alma volvió a sentir ese vacío abandonarlo. Repletarse de un sentimiento extraño y reconfortante. No le daban la oportunidad a acostumbrarse cuando el cuerpo de Yoochun se tensó.

 

—¿Qué sucede?

—No hay rastreadores por esta zona.

 

—¿Y?

—Que siempre los hay. Han sido asesinados. Salgamos de aquí.

 

Demasiado pronto como para reaccionar. Y pudo darse cuenta de que corría, guiado por la mano de Yoochun. Tratando de salir cuanto antes de ahí, pero lo notó de repente. Esa pequeña gota de sudor cayendo por la frente de Park. Y sus ojos se abrieron estupefactos.

 

¿Se estaba convirtiendo en un alma activa?

 

—Yoochun detente…

—Ahora no, tenemos que salir.

 

Yoochun se paralizó cuando no salieron de ahí, y sus poderes no lograron llevarlo fuera de ese lugar. Logró notar entonces, fuera de la adrenalina. Que ya no podía percibir nada, que se encontraba agitado. Que incluso estaba sudando por haber corrido tanto.

 

No. Ahora no.

 

Apretó la mano de Yunho y cerró los ojos. Pero no funcionó. —¡Maldición!

 

Yunho escuchó los pasos de algo rodeándolos, se podía sentir el pesado ambiente a su alrededor. Pero Yoochun consternado con su reciente humanidad ante la cercanía. No se podía percatar.

 

Así que Yunho se soltó. –Tenemos que separarnos, es la única forma de salir.

—¡No voy a dejarte solo!

 

—¡No seas irracional, maldición! Hay algo raro aquí, y juntos no somos más que simples humanos.

—Pero…

 

—¡Yoochun ya basta, tenemos que…!

 

Yunho no alcanzó a terminar de hablar cuando el aire se le atoró en el pecho. Y el lugar entero se sacudió. Las ramas de los árboles se rompieron y agitaron alrededor de ellos. Lo último que Yunho vio antes de que todo se ralentizara fue aquella fina rama rasgar la mejilla de Yoochun y emanar sangre.

 

Luego sintió una fuerte sacudida, sus brazos siendo apretados con fuerza. Y una mano que tapó por completo sus ojos.

 

—¡¡Yunho!!

 

El gritó de Yoochun perforó con fuerza el lugar, y sus piernas corrieron lo más rápido que podían. No podía saltar, no podía alcanzarlo. Y no fue hasta que desapareció por completo de su campo de visión, que en su impulso finalmente pudo saltar fuerte y lejos, tanto que su cuerpo se estrelló varios metros más allá.

 

Pero era todo, Yoochun tenía su fuerza, por que Yunho había desaparecido.

 

 

 

 

—¡Padre!

 

Yoochun apareció. Justo a unos pasos de Jaejoong, quien conversando junto a Joongg giró sorprendido por la imprudencia de su hijo. Y sobre todo lo que más llamó su atención fue el estado de Park.

 

Su ropa sucia, y mal arreglada, su cabello alborotado, pero en cuanto vio aquella raya en la mejilla de Yoochun, marcando su rostro con una muestra fina de sangre. Arrugó el entrecejo y sus manos buscaron el rostro de él. Con la mirada profunda y furiosa.

 

—¿Qué te ha sucedido?

—¡Se han llevado a Yunho! ¡Tienes que ayudarme, por favor!

 

—¡¿Quién te ha hecho esto Yoochun?!

 

Parecía que ninguno de los dos se encontraba en la misma línea de conversación. Las miradas enfrentadas y en la cabeza de Yoochun solo se repetía una y otra vez ‘Yunho’ cuando Joong se levantó. Atento a la herida impertinente en el rostro de su heredero. Las cosas parecieron mediarse.

 

—Primero cálmate, Yoochun y dinos que ha pasado.

—Estábamos en el bosque. Yunho y yo. Y unos tipos han aparecido de la nada y se lo han llevado. ¡Desapareció por completo!

 

—¿Y por qué ninguno de los dos hizo nada?

 

Yoochun bajó la cabeza, con la respiración agitada y apretando los puños. Necesitaba ayuda, y no la conseguiría a menos que hablara con la verdad.

 

—Por que no pudimos.

—¿Por qué no?

—Por que somos almas complementarias.

 

Jaejoong entonces se alejó, tomando asiento a unos metros de Yoochun. Con su rostro parco y serio otra vez.

 

—Entonces no hay nada que hacer. Lo mejor para ti, si es que no quieres mancharte las manos es que dejes que las cosas sigan su camino.

Yoochun se sintió aturdido. —…¿Qué?

 

Esta vez su abuelo se paró junto a él. –Entre Yunho y tú. Es obvio quien debía sobrevivir.

—¡Pero Yunho no…!

 

—¡BASTA YOOCHUN!— Sintió miedo, el grito feroz de su padre hizo eco en el lugar. Y sus pasos volvieron a escucharse, muy cerca de su rostro Jaejoong continuó. –Sé como te sientes cuando lo encuentras, es una atracción extraña e irrefrenable. Pero debe pugnar sobre tu cabeza, el raciocinio. Es Yunho o tú. De estar juntos, de seguir tus impulsos. Perderás la inmortalidad.

 

Yoochun retrocedió.

 

Primero un paso. Luego otro. Y finalmente su brazo derecho tembló.

 

—No lo abandonaré.

—Yoochun…

—¡No lo haré! Así tengan que desterrarme.

 

El poder se escapó de las manos. Joong lo sintió así en cuanto vio a su nieto salir de ahí con el paso firme y seguro. Revivió emociones viejas de su hija siguiendo el mismo camino. Frunció el ceño entonces. No dejaría que Yoochun arruinara su vida de la misma forma. No cuando Yoochun era el ser más poderoso de los últimos tiempos.

 

 

 

 

—¿Qué crees que estás haciendo?

 

Junsu le quitó de las manos la ropa, la poca que pensaba guardar en esa maleta. Y arrugó el entrecejo ante el entrometido muchacho que lo veía con sorpresa e indignación.

 

—Me voy, ¿no es obvio?— Junsu seguía estático y Yoochun comprendió. –Oh, ya sé. Estoy arruinando tus planes de poder y gloria. ¿No? Pues no sé, que te comprometan con Sunam o Kibum. A mi me da igual.

 

—Hablas como si me hubieran escogido.

—Ibas a ser el escogido Junsu. Eres evidentemente mejor que Sunam. Y más astuto que Kibum. Mi abuelo ya te tenía como mi futura pareja desde que pusiste un pie aquí.

 

Le quitó de las manos la ropa y empacó lo poco que encontró a su paso. Pero Junsu lo agarró del brazo. Y le sostuvo la mirada por un largo rato antes de decidirse a hablarle.

 

—Eres valiente, en verdad lo eres.

Yoochun se sintió confundido. —¿Por qué lo dices de esa forma?

—Por que has podido negarte al mundo que te lo ha dado todo.

 

El agarre de Junsu se aflojó y Yoochun lo miró un rato más. –Quiero enseñarte algo.

 

Yoochun sentía que no tenía tiempo. Pero Junsu lo agarró del brazo y cerró los ojos. Un viaje en el tiempo supuso. Y el apenas sintió el lugar moverse un poco.

 

 

 

 

Año 1991

 

 

—No podía llegar hasta aquí, sin que un miembro de la familia me lo permitiera.— Junsu pudo ver en el rostro de Yoochun lo perdido que se encontraba. –Existen barreras, para que no cualquiera pueda ingresar en el pasado de un determinado lugar. Tu casa, tiene una barrera por todas partes. Y solo tiene acceso a los de tu familia. Hay un secreto que tu abuelo está empeñado en ocultar.

 

Yoochun caminó por aquella casa que tan bien conocía. Pudo ver que las cosas habían cambiado bastante. Y que las cosas se habían movido de lugar.

 

—Este año, es importante. Se escuchan cosas, como que tú madre se fugó con un humano. Pero nadie lo repite. Es un secreto. Y yo sé que puede ser real. Fue unos años antes de tú nacimiento.

 

—¡NO TE IRÁS DE AQUÍ YOOHEE!

—¡No vas a detenerme!

 

Yoochun observó con horror como su abuelo le lanzaba una bofetada en el rostro a su madre. A aquella imagen que él solo había percibido en los cuadros que había en su hogar. Y ella salió volando por los aires. Sin ninguna herida aparente.

 

—Él la desapareció, unos años después de que tú naciste. Mató a tu padre también, él era humano. Pero tus padres eran almas complementarias. Y tú naciste de esa unión. Por eso eres especial, diferente. Más poderoso que cualquiera de nosotros. Naciste de la unión de dos almas completas.

 

 

 

 

Año 2010

 

 

Se volvía a sentir mareado.

 

Pero esta vez no era por el viaje en el tiempo. Eran por las emociones que galopaban en su interior. La confusión, decepción. Rabia, coraje. Todas pugnando con fuerza. Estacas en su alma deteriorada. Gritos mudos de desesperación.

 

—Yoochun…

 

Pero las manos de Park agarraron con fuerza por la camisa a Kim. Estrellándolo contra una de las paredes. —¿Quién eres? ¡No puedes sencillamente haber dado con la fecha exacta de cuando mi madre huyó!

 

—Llevamos años investigando todo esto.

—¿Llevamos?

 

Los ojos de Yoochun por un momento se desorbitaron. Soltando al menor de inmediato.

 

—En mi reino hay un movimiento. Todo se lleva a escondidas, y soy yo quien lo lidera, queremos erradicar la ley de matar a nuestra alma gemela. ¡Somos pocos! En unos años… No quedaremos suficientes para subsistir. Los humanos serán los únicos, y acabarán con este mundo. Si tu abuelo sigue en el poder nunca cambiarán las cosas.

 

—Por eso accediste a venir. Unir nuestras almas implicaría tomar el poder absoluto de los cuatro reinos, como el que llevaba mi abuelo. Lograrías que tu grupo erradique los duelos de almas completas.

 

—¡Tenia que mostrarte lo que pasó con tus padres! Para que entendieras el daño que todo esto nos hace. Eres poderoso y nadie entendía por qué. Serías uno de los que reinaría. Tenía que haber una razón. Por eso te investigamos.

 

Por fin, en ese momento. Yoochun capturó la idea de que Jaejoong no era su padre. Y volvió a sentir que perdía la dirección de su mente.

 

—Yo… no tengo cabeza para esto ahora.

 

—No puedes ir solo.— Yoochun detuvo los pocos pasos que había empezado a dar. –Por si no lo sabes, hay un grupo de humanos que han logrado diseñar un artefacto en el futuro. Y se están basando en ello para asesinar a los de nuestra raza. En este tiempo, ahora que no somos tan poderosos y no los vemos como una amenaza.

 

Yoochun frunció el ceño. —¿Por qué no sabía nada de eso?

 

—Por que la gente piensa que son solo asesinatos. Duelos de almas complementarias. Pero nosotros que estamos descubriendo e investigando sobre eso, acabamos de descubrir que no es así. Son humanos. Humanos con una tecnología muy avanzada. Atacando el pasado.

 

No podía no tenía tiempo para cosas como esas.

 

No podía jugar al altruista con Junsu cuando Yunho estaba perdido en algún lugar.

 

—Ellos podrían tener a Yunho.

 

Yoochun volvió a prestarle atención. Y Junsu suspiró. –No estoy seguro, pero podría ser así.

 

—¡Yoochun!

 

Joong apareció, enfundado en una actitud molesta y severa. Con Jaejoong atrás, pero Jaejoong en cambio parecía desinteresado, con las manos en los bolsillos. Y la mirada desdeñosa de siempre. Que esta vez hizo sentir más solo que nunca a Yoochun.

 

—¡No irás a ninguna parte! ¿Me has escuchado?

—¿O qué, destruirás a Yunho y a mi me desaparecerás por completo?

 

Los ojos de su abuelo se abrieron con sorpresa.

 

—Tú…

—¿Tanto significa el poder que asesinaste a mi padre y desapareciste a tu propia hija?

 

Joong no se amilanó, solo levantó la mirada y su frialdad abarcó cada parte de su ser. Junsu sin embargo se mantuvo a raya. Observando a Yoochun y su determinación por ir tras Yunho.

 

—No saldrás de aquí.

 

Yoochun sintió tantas cosas en ese momento. Un miedo férreo apoderarse de cada parte de su ser y al mismo tiempo la innegable posición de vencer a toda costa. Sin embargo antes de que algo pudiera hacer. El cuerpo de Joong salió volando por los aires. Tan fuerte que tanto Junsu como él tuvieron que hacerse a un lado.

 

Jaejoong tenía la mano en alta. Y su expresión vacía una vez más.

 

—…Padre.

—Vete.

 

—Pero…

—Viví equivocado. Matar a tu alma gemela es como matar una parte de ti. Es consumirse y fingir que nada sucede.

 

Yoochun miró sus ojos un segundo. Leve y corto antes de percatarse de que Jaejoong había matado a su alma gemela hace muy poco. De otro modo ese estado de estupor no estaría tan latente en su actuar.

 

—Vete.

—No dejes que te haga daño.

 

Jaejoong asintió y Yoochun salió de ahí cuanto antes. Sin importarle las paredes en ese instante y con Junsu siguiéndole los pasos. A pesar de las miradas que les enviaban. Y los otros dos herederos que no comprendían lo que terminaba de suceder.

 

 

 

 

 

—¿Hacia dónde?

 

Junsu se sintió un poco perdido. Mirando de un lado a otro y Yoochun trató de seguirle el paso cuando de pronto se encaminó hacía un lugar dentro del bosque. Luego de unos segundos, Junsu bufó, pasando una mano en su cabeza.

 

—Dame tu mano.

 

Yoochun obedeció de inmediato, a ciegas.

 

Tomó la mano de Junsu y se habían movilizado tan pronto que perdió el punto de perspectiva de donde se encontraban. La mano de Junsu lo jaló varios metros por entre lugares extraños, pilares casi derrumbados y la oscuridad por todas partes.

 

Sentía que algo iba mal, pero su mano siendo guiada con seguridad lo hacía aferrarse a la posibilidad de creer y poder encontrarlo ahí. El lugar estaba destrozado, casi por completo. En su fuero interno, Yoochun rogaba por que al estar separados, Yunho hubiera hecho todo por liberarse.

 

—Suelen esconderse aquí.

 

Por primera vez se detuvieron y la mirada de Yoochun se deslizó de un lado a otro. En cuanto vio un cuerpo sentado en el piso. Atado de manos y pies, con una capucha en la cabeza, sus pies corrieron sin pensarlo.

 

—¡Yunho!

 

No lo podía entender, ¿por qué Yunho no se soltaba?

 

Logró desatar las manos y quitar la capucha.

 

Pero entonces sus ojos se abrieron abruptamente con sorpresa.

 

Su estabilidad desapareció y cayó sentado sobre el frío suelo.

 

Sintió un cristal muy pegado a la cabeza, lo estaban apuntando.

 

—¡Mmh…!

 

El muchacho que acababa de liberar estaba sudado, y parecía temeroso. El muchacho frente a él era Kim Junsu. El heredero del Sur. Cuando Yoochun giró, pudo ver al Junsu que lo había guiado hasta ahí, con una sonrisa en el rostro, apuntándolo con aquel cristal que podía eliminarlo fácilmente.

 

—¿Quién eres?

—¿Yo?— El Junsu que los amenazaba, sonrió descarado. –Yo soy el clon del Junsu que se encuentra frente a ti, no soy más que una copia creada por los humanos.

 

—¿Tomaste su lugar?

 

—Hace apenas unas horas.

 

Yoochun por un momento no entendió, ¿por qué el verdadero Junsu no se había defendido?

 

…A menos claro, que en realidad nunca hubiera matado a su alma gemela.

 

Los aplausos hicieron eco en el lugar, Yoochun deslizó su mirada hacía la entrada. Lo distinguió de inmediato. Aquel muchacho que había visto cuando viajó con Yunho en el tiempo al día que se encontraron.

 

Alto y delgado.

 

Por la forma en que Junsu, el verdadero, bajó la cabeza pudo suponer con cuidado. Que aquel, era el alma gemela de Kim Junsu. El muchacho se acercó y le quitó la mordaza de la boca. Y Junsu, lo miró apenado.

 

—Él es Changmin, mi alma gemela.

—Dijiste que lo habías matado.

 

—No es así, yo estoy a favor de detener todo esto. Creo que mi… clon, te lo debe haber dicho todo para atraerte hasta acá y que confiaras. Que ocupara mi lugar unos minutos no cambia por lo que he luchado en años. Changmin es humano, pero este no es el Changmin que yo liberé.

 

El muchacho se paró junto al clon de Junsu y sonrió.

 

—Es sencillo, Yoochun. Los humanos no son tan tontos como ustedes creen. Ellos no iban a viajar en el tiempo para extinguir a los de tu especie. Todos los que somos enviados, somos clones estratégicamente escogidos. Este Junsu, por ser el único que podía quedarse junto a ti. Y yo, por ser la debilidad del verdadero Junsu. Somos clones, su misma esencia y ser. Solo que nosotros pensamos lo que nos ordenan pensar.

 

Yoochun agitó la cabeza con fuerza.

 

Por eso Junsu no se había podido defender.

 

—¿Por qué nos quieren destruir?

—Por que su especie solo estorba. Y solo traen problemas. Solo quieren poder.

 

La sonrisa de Changmin fue amplia. Acercándose al rostro de Yoochun.

 

—Yunho estuvo aquí, lo destruyó todo. Casi nos destruye por completo. Es muy fuerte en realidad. Lastima que nos obligara a usar el cristal.

—¡¿Qué le hicieron?!

 

El cuerpo de Yoochun se lanzó sobre el de Changmin. Agarrándolo por el cuello. Y de inmediato el clon había agarrado a Junsu por el cuello.

 

—En nuestro futuro, tú desapareciste. Y en algún momento moriste. Tu abuelo continuó reinando y ustedes se apoderaron del mundo de los humanos, asesinando, destruyendo. En busca de almas gemelas y no se qué tonterías más. Los humanos que han sobrevivido luego de tantos años lograron crear esta máquina del tiempo. Para poder cambiar el momento en que todo empeoró. Y destruirlos a todos ustedes.

 

—¿Desaparecí con Yunho?

—Es lo más probable.

 

El corazón de Yoochun sufrió. Un pequeño apretón ante el juego malvado que estaban jugando.

 

—Y ahora… ¿quieren eliminar a Yunho para que…?

—No es solo a él, es a todos ustedes antes de que comience el caos. Y empiecen a destruir humanos.

 

Yoochun ató cabos. Si él, antes de que se llevaran a Yunho ya pensaba fugarse con él, y Yunho en algún momento aceptaba. La historia volvía a repetirse. Y el destino de las almas complementarias volvía a cegar a su abuelo y encerrarlo en un odio atroz. En el que quizá se propondría destruirlo todo a su paso.

 

Desconoció por completo a aquel hombre que una vez trató con afecto.

 

Yoochun fue soltando a Changmin poco a poco.

 

—No es necesario. Ambos podemos vivir en paz.— Changmin arrugó el entrecejo. –Esto ya deben saberlo, Junsu quiere cambiar las cosas. Quiere erradicar el odio irracional a nuestro miedo por ser humanos al encontrar nuestra alma gemela. Si subimos al poder, Joong no destruirá su futuro.

 

La cabeza de Yoochun miró al suelo, apretando sus puños ligeramente, y el clon había empezado a soltar a Junsu lentamente. La idea bambaleando de un lado a otro.

 

—¿Qué estás proponiendo?

 

—Continuar viviendo como hasta ahora. Nosotros crearemos un nuevo mundo. Pero seguiremos manteniendo la línea de distancia entre humanos y nosotros. Los humanos no necesitan saber de nosotros. Aboliremos la ley de duelo.

 

—¿Y que me asegura que eso cambiará en algo?

—Es mi abuelo el que se encuentra en el poder, ¿no? Nosotros somos inmortales. Él debe seguir a cargo, ¿verdad?

 

Changmin asintió y Yoochun suspiró.

 

—Ese cristal negro no solo tiene el poder de borrar nuestras memorias, también la capacidad de quitarnos la inmortalidad si llegan a herirnos con él. Siempre y cuando sea a manos de otro de su especie. Si ustedes nos cortan con eso, solo perderemos la memoria, pero si Junsu me hiere con eso. Seré mortal.

 

Hubo un tenso silencio. Yoochun no miraba hacía ningún lado.

 

Solo bailaba en su mente el hecho de que la única forma de cumplir con su palabra es que Junsu y él subieran al poder. Y solo había una forma de lograrlo.

 

—…No soy capaz de matar a mi abuelo.

—Nosotros si.

 

El clon de Junsu se había adelantado unos pasos, depositando en la mano de Yoochun el cristal negro. Los ojos de Yoochun se posaron en él, en lo poco que pesaba entre sus manos. Y el hueco en el estómago que aquello le provocaba.

 

—¿Dónde está Yunho?

 

Changmin levantó la mano hacía el lado derecho y Yoochun caminó, primero lentamente, luego sus pisadas fueron cada vez más rápidas, terminó corriendo sintiendo poco a poco como esos vestigios de poder lo abandonaban. Y la imagen del cuerpo de Yunho en el piso fue devastadora.

 

Sus rodillas cayeron en el suelo.

 

Yunho tenía una marca en la frente. Una cicatriz que en unos años hasta podía pasar desapercibida. Inconsciente entre sus brazos. Recordó las palabras de Yunho, lo poco que se conocían en realidad. Lo mucho que sería capaz de hacer por él, a pesar de todo.

 

Cerró los ojos y suspiró.

 

—Seguimos a Yunho por mucho tiempo, él quería huir al mundo de los humanos apenas fuera mayor de edad.

Yoochun sacudió la cabeza. –Él me dijo que odiaba ser débil.

 

—Quería alejarte.

—Yunho descubrió muy pronto quien era su alma gemela. Y en su mente infantil solo deseaba alejarse. Por que sabía quien eras. Y lo que significabas.

 

—¡¿Por qué hablas como si en verdad lo conocieras?!

 

Yoochun gritó, fuera de si. Pero cuando un hombre apareció detrás de Changmin sus ojos se abrieron, con un par de lágrimas saliendo de sus ojos. Era él, un clon de él, parado justo junto a Changmin.

 

—Por que el Yunho que ha vivido contigo desde los doce años es un clon. Lo dejamos vivir creyendo que era real, que no era un clon. Para que se apegara a la idea de que se alejara de ti. El día en que Yunho descubrió que tú y él eran almas gemelas nosotros hicimos el cambio. En ese mismo momento en que Yunho vio la herida en su cuerpo. Nosotros lo secuestramos y pusimos un clon en su lugar.

 

Yoochun miró al Yunho que sostenía entre sus manos. La esencia de él estaba ahí. Su cuerpo entre sus manos. El Yunho que él conocía. Otra lágrima rodó por su mejilla. Y Yoochun sintió muchas, muchas ganas de llorar.

 

—¿Este no es el real?

—Nunca lo fue. En realidad solo has visto al Yunho de verdad, una vez.

 

El cuerpo de Yunho en sus brazos fue arrebatado por el clon de Junsu. Quien lo depositó sobre una pequeña camilla. Sin problemas, como si no pesara. Como si tu tiempo de vida hubiera caducado. Y fuera tan solo algo sin alma.

 

Pudo ver a Junsu caminar con dificultad hasta donde ellos se encontraban, pero fue uno de los clones quien lo guió hasta un pasillo iluminado. Su clon habló tranquilo. Iluminando el lugar con las luces que ahí había.

 

—Él es Jung Yunho. Tu alma gemela. Él no sabe nada de lo que ha pasado en estos cuatro años. Y lo único que sabe de ti es que eres su alma gemela. Solo te ha visto una vez. Luego lo pusimos bajo resguardo.

 

Aquel Yunho frente a sus ojos, en aquella camilla. Profundamente dormido lo perturbó. Su rostro estaba pálido, y cuando tocó su piel se encontraba reseca. Su cabello lacio estaba largo. Y las expresiones en su rostro no existían.

 

—¿Por qué está dormido?

—Era peligroso mandarlo al mundo de los humanos, cuando Yunho es plenamente consciente de sus poderes.

 

—A menos que no lo sepa.

 

Yoochun sacó de su bolsillo el cristal que había guardado, acaricio el rostro de Yunho y sonrió. Con otra lágrima por su rostro. Esta vez solitaria, que se perdió en su barbilla.

 

—Finalmente siempre tuviste razón, no te conozco.

 

Apretó los labios y pasó el cristal con delicadeza por su frente, en una pequeña herida que bien podía pasar desapercibida. Junsu a unos pasos apretó sus propios puños. Junsu no conocía a Yunho. Pero podía percibir con facilidad que ese mundo que le esperaba al despertar no era lindo.

 

A Yoochun y a él les tocaba trabajar mucho por lograr que el mundo se estabilizara.

 

Yunho tenía tanto que perder ahora, que comenzar de cero era lo mejor.

 

Miró con aprensión cuando la cicatriz en la frente de Yunho se acentúo y Yoochun apoyó la frente en el pecho de Jung. Palabras acortadas que formaban una despedida inestable.

 

 

 

 

—¡Pagarás caro por tu traición!

 

Jaejoong sonrió cuando vio a Joong tan furioso.

 

Craso error, dejarse llevar por la rabia siempre te ponía en desventaja, pero cuando vio al hombre mayor buscar entre sus cosas y el dichoso cristal negro estuvo a la vista, Jaejoong incluso retrocedió.

 

No podía dejar que lo tocara. De ningún modo.

 

Sus expresiones se volvieron más serias de lo habitual. Y trató de lucir calmado. La lucha había sido agotadora. Joong llevaba las de ganar desde el principio. Jaejoong lo sabía. Pero no esperaba que las cosas terminaran así.

 

—…Abuelo.

 

Yoochun había vuelto. Apareciendo justo entre los dos. Con Junsu a su lado, vistiendo unas ropas distintas a las que antes había llevado. Pero Jaejoong únicamente agradeció por aquello.

 

Joong sin embargo seguía alterado.

 

—¿Has decidido volver?

—He decidido unirme a Junsu.

 

Los ojos de Joong lo miraron incrédulos. Acercándose en pasos lentos y precavidos hasta él. Yoochun lo miró con la cabeza en alta y Joong sonrió.

 

—No te creo.

—Es verdad. El problema es que tú no cabes en ese futuro.

 

Cuando Joong frunció el ceño. La confianza lo había traicionado. Por que Yoochun había sacado el cristal de inmediato y rozado el brazo del mayor, pero antes de que el mismo Joong pudiera percatarse de algo, Junsu ya lo había empujado con extrema fuerza.

 

Atravesando las ventanas y rompiendo los cristales en ese mismo instante. Seguramente los clones se encontraban abajo esperando por él. Yoochun solo se abstuvo de reaccionar un buen rato. Y miró el lugar destrozado en el que se había convertido su hogar.

 

—Yoochun…

 

La voz de Jaejoong parecía aún no creer lo que acababa de suceder. Y Yoochun solo suspiró. Dejándose caer sobre uno de los sillones, con el vaho que salía de su boca calentando un poco sus labios.

 

Las manos por su rostro y esa expresión desamparada que cubría cada una de sus facciones. Junsu sintió la empatía tan latente, que no pudo evitar desviar la mirada y apenarse por él. Por lo injusta que estaba siendo la vida con él.

 

La razón por la que algunos jamás encontraban sus almas gemelas, era por qué era uno de ellos. De Yoochun haberse quedado entre los humanos jamás hubiera encontrado a Yunho, y tal vez Yunho nunca hubiera pasado por todo aquello.

 

Como si el destino dictara que no podían estar juntos a pesar de todo.

 

Junsu bajó los brazos. Ese corte inevitable de sus vidas no podía quedarse así.

 

Era injusto.

 

El lugar se repleto de gente en un momento. Gritos de asombros al descubrir el cuerpo de Joong pisos más abajo, muerto seguramente por una lucha que se había dado en el lugar. Una herida simple en el pecho. Mortal para él.

 

Nadie sabia nada, y todos supusieron que se trataba de un duelo.

 

Un duelo de almas. Una ley, que el mismo Joong había instaurado tantos años atrás.

 

 

 

 

Unos meses después, Yoochun exhaló con fuerza.

 

Las manos en los bolsillos, contemplando el lugar donde se llevaría acabo su unión con Junsu. Todos esperando por aquello, sin percibir los cambios que aquello representaría. Ni de cerca. De ninguna forma.

 

¿Tendría Yunho su vida normal?

 

Aquella que tanto había anhelado.

 

Suspiró una vez más, vestido de blanco. Movió un poco su pie, sintiendo que la juventud aún le jugaba en contra. Pero seguro de lo que estaba a punto de hacer. Los pasos de alguien entrando lo hicieron girar. Junsu llegaba vestido de blanco también, con una gran sonrisa en el rostro.

 

—No me odies.

 

Yoochun frunció el ceño. —¿Por qué habría de hacerlo?

 

—Por que he pensado algo que puede darte una nueva oportunidad y lo he hecho sin consultártelo.

—¿De que hablas?

 

Junsu sonrió un poco más.

 

—Sabes bien que no se puede alterar el tiempo en que alguien muere, es decir, no podemos asesinar a alguien que ya ha muerto en  nuestro tiempo, ni evitar su muerte. Pero si podemos cambiar el destino de las personas que aún viven.

 

Yoochun miró con interés a Kim.

 

—Jaejoong se encuentra ya haciendo los cambios respectivos. Yo puedo gobernar este mundo solo.— Yoochun empezó de repente a sentirse mareado. Y Junsu lo tomó de las manos. –Salúdame a tu madre, aunque quizá en este tiempo no me recuerdes. Oh, y sé feliz.

 

Lo último que Yoochun vio fue la sonrisa de Junsu.

 

Y entonces todo se desvaneció. Y él desapareció.

 

El futuro se fue acomodando y Junsu cerró los ojos.

 

 

 

 

Año 1999

 

 

Yoohee observó a Yoochun dormir.

 

Seguía sintiéndose vacía, había despertado un día en un hospital. Con sus recuerdos ausentes por completo. Pero aquel niño de cinco años era su única luz en aquel difícil momento. Su hijo era lo único que le quedaba.

 

A veces miraba la cicatriz en su frente y pensaba en qué había pasado con ella para tener ese golpe. Si tenía un esposo o familia. Pero cuando investigaba, era huérfana y su esposo había muerto en un atraco en el que ella había resultado victima y había perdido la memoria.

 

Ahora, Yoochun era lo único que le quedaba. Y ella haría de todo para que su hijo fuera feliz y tuviera una vida tranquila y llena de paz.

 

 

 

 

Jaejoong nunca tuvo la oportunidad de portarse como un verdadero padre con Yoochun.

 

No pensaba pasar por lo mismo con Yunho y esta oportunidad que la vida le estaba entregando. Suspiró mientras veía al niño dormir con la cabeza sobre sus piernas, la respiración pausada, Jung abrazando a su pequeña oso de peluche.

 

La vida de Yunho se había quedado estancada muchos años atrás. Habían tenido que pedir respaldo de los clones, y colocar un clon en manos de Joong para que creyera que era su nieto hasta el día en que muriera y entonces. Junsu podría alzarse al poder y al fin cambiarlo todo.

 

Pero mientras todo eso sucedía. Yunho y Yoochun tendrían su vida normal.

 

Acarició los cabellos del menor y sonrió.

 

Tenía tantos errores por los que pagar, tantas penas que calmar.

 

Que esperaba el tiempo lograra amortiguar.

 

 

 

 

Año 2006

 

 

—¡Changmin, espera!

 

La voz de Yunho se escuchó dentro de la escuela y la risa de Changmin también, mientras corría entre la gente con la maleta de Jung entre las manos. Sacudiéndola de un lado a otro, enojando más a su amigo.

 

—¡No me da la gana! ¡Atrápame, si puedes!

 

Yunho frunció el ceño. Con sus doce años de vida y nunca había encontrado la manera de controlar a ese demonio andante que era su amigo. Se suponía que era el primer día de clases, ¿no debería ser menos molesto al menos ese día?

 

El cuerpo de Yunho chocó contra el de otro niño y ambos cayeron al suelo.

 

—Auch…

 

Cuando escuchó la queja del otro muchacho. Yunho se levantó de inmediato y estiró su mano hacía el muchacho que seguramente era nuevo en el instituto.

 

—Lo siento mucho. Estaba persiguiendo al idiota de mi amigo.

El muchacho sonrió. –Está bien, yo también tengo amigos idiotas.

 

Changmin se le perdió de vista y Yunho bufó por lo bajo. Y decidió que entonces mientras tanto sería bueno portarse amable y ser buen anfitrión frente al nuevo estudiante.

 

—Mucho gusto, mi nombre es Kim Yunho. Soy del primero ‘A’

—Yo soy Bae Yoochun.— Y la sonrisa de Yoochun se amplió. –Y creo que estamos en el mismo salón.

 

—¿En serio? Eso es bueno, hay muchas caras conocidas este año. Así que no te sentirás como el único nuevo.

—Que bueno, siempre es asfixiante cuando eres el único al que llenan de preguntas.

 

Yunho sonrió divertido. Sin percatarse del momento exacto en que comenzó a caminar junto a su nuevo compañero hacía el salón de clases. En algún momento Changmin regresaría, con un puchero en los labios por que había dejado de seguirlo.

 

—Tenemos un equipo de lucha, yo estoy en él. Si gustas te lo puedo enseñar.

—¿También practicas lucha?— Yoochun pareció entusiasmado con la idea, aún más cuando Yunho asintió. –Tal vez me una, y tendremos un duelo para medir quien es el más fuerte.

 

Yunho sonrió. –Si, tal vez.

 

Y el resto del camino que les tocó emprender, hasta el salón fue gratificante. Ameno y divertido, como si la charla estuviera predestinada a darse y fuera tan fácil comunicarse con el otro.

 

 

..:: Fin ::..

 

 

Muchas gracias a todas las personas que lean este fanfic. Gracias a Tohobang quien me ha ayudó con las imagenes para el fic. Este oneshot lo escribí hace ya un buen tiempo. 😉

Gracias a todos~

Publicado en Fanfics

CTMA: capitulo 8


 

 

Crónicas de un Tonto Mejor Amigo

 

Capitulo 8: Soy un chico malo decente.

 

 

 

Yoochun apenas movió un poco la cabeza.

 

Un ligero movimiento apenas notorio, su mirada fija en la espalda de Yunho, aquella espalda ancha y fuerte que se mostraba apenas a unos metros de distancia de él. Y estaban sus brazos, esos brazos largos y un poco musculosos que apenas la noche anterior lo habían apretado con fuerza contra su pecho.

 

Esos brazos que ahora rodeaban a Jaejoong, las manos de Yunho que se posaba sobre las de Kim, apretando un dardo insulso que era tan solo la burda excusa de ese acercamiento premeditado. Yunho hablaba en susurros, muy cerca del oído de Jaejoong, con suaves movimientos de estiramiento, disque enseñándole como lanzar adecuadamente los dardos hacía la diana a dos metros de distancia.

 

Yoochun acentuó su expresión amenazante, a pesar de que ninguno de los dos dentro de la habitación lo miraba. Aquellos dos por supuesto que sabían que él estaba ahí, solo habían pretendido encerrarse en una burbuja y dejarlo a él de lado. Oh, a Yoochun se le ocurrían tantas cosas que podía decirle a Jaejoong en ese preciso instante.

 

—Ahora… lánzalo. Sin miramientos.

 

Yunho retrocedió, exactos tres pasos, Jaejoong cerró los ojos y respiró hondo, antes de fijar su mirada en la diana y lanzar el dado. Con fuerza y precisión, con la suficiente como para que si bien no quedó en el centro. Muy cerca si estuvo y Yoochun empezaba a preguntarse si toda esa excusa de ‘Me enseñas a lanzar dardos’ no habría sido una simple estrategia.

 

Por que Yoochun sabía de estrategias, y esas eran las mejores.

 

—¡Lo hice!

—Y muy bien, Jaejoong. Felicidades.

 

Jaejoong sonreía ampliamente, y Yunho sin problemas le sonreía de la misma forma.

 

Por eso caminó, anunciando sus pasos seguros hasta Jaejoong, con un ligero movimiento que apartó a Kim del cuerpo de Yunho, con un conocido empujón apenas notable, pero lo suficiente como para que Jaejoong arrugara el entrecejo, pero Yunho ni se percatara.

 

—Entonces, ya que eres tan buen maestro, ¿por qué no me enseñas a mí también?

 

Yunho sonrió divertido, jugando con los otros dos dardos en su mano.

 

—¿A ti? Pero si fuiste tú quien me enseñó esto de los dardos, Yoochun.

—Pero no he jugado en años. Tal vez perdí la práctica.

 

Jaejoong resopló, cruzándose brazos y desviando la mirada. Yunho solo sonrió un poco más.

 

—¿Desde cuando el perfecto Yoochun olvida las pocas cosas para las que es bueno?

—No lo hago intencionalmente. Anda, enséñame.

 

Yoochun, astuto, le quitó uno de los dardos de las manos.  Con una sonrisa triunfante en los labios, concentrado más bien en la expresión contrariada de Jaejoong en cuanto vio que Yunho se pegaba mucho más él, que bromeaba e incluso le daba pequeños golpes en la costilla a modo de juego.

 

Más que nada, Yoochun sabía que todos aquellos gestos eran comunes en los dos. Eran años de amistad. Que fácilmente podían confundirse con algo más. Y saberse por encima de los estándares de Yunho, de recibir un tratamiento especial por parte de Jung, por encima del mismo Jaejoong. Era un regocijo, un regocijo total que cuando falló en darle al centro de la diana, no fue con intención, falló por que sencillamente ganarle a Jaejoong y que él se retorciera de celos era cien veces más divertido.

 

Solo para ubicarlo,  y recordarle, que aunque su relación con Yunho fuera falsa. La preferencia que Jung demostraba hacía él, no lo era. Aunque Jaejoong no supiera que ellos dos en realidad no eran una pareja formal.

 

 

 

 

 

Rain encontró aquel te que la empleada les ofreció, delicioso.

 

Y Boa a su lado, sonrió gustosa cuando el sabor algo dulce de la bebida llegó hasta sus papilas. Resultaba interesante esa pequeña paz que se respiraba mientras ambos sentados en el portón de la finca disfrutaban de la hermosa vista. Ajenos a lo que el resto de sus compañeros pudieron estar haciendo.

 

Ella escuchó unos pequeños y cortos pasos, deslizándose por la esplendida madera que era el piso de aquel lugar, y giró con una expresión calmada en el rostro. Yunho venía, junto a Yoochun, hablando por lo bajo, sin rastros de Jaejoong al parecer.

 

—¿Y Jaejoong?

—Dijo que iría ducharse.

 

Boa inmediatamente reconoció esa sonrisa triunfante en el rostro de Yoochun, esa sonrisa esplendida y ganadora, mientras se cruzaba de brazos y se arrimaba un poco a Yunho. Jung miró curioso de un lado a otro.

 

—¿Y Changmin? ¿Aún no ha llegado?

—Pues no al parecer…

 

Rain levantó la cabeza un poco, dirigiendo su mirada directo al lugar entre los árboles por donde Junsu y Changmin venían caminando, con sus camisas un poco levantadas, puesto que sobre ellas tenían varias manzanas, sostenidas por sus manos y la tela de la camisa, entre sonrisas y esporádicas risas.

 

El cabello mojado de ambos muchachos, la ropa un poco pegada debido a la humedad visible del agua en sus cuerpos. Rain recordó que no había llovido y sin embargo la expresión sorprendida y feliz de Yunho mientras terminaba de bajar los pocos escalones en la entrada le hizo ver que no era el único sorprendido por aquellos dos.

 

—¿Desde cuando Changmin sonríe de esa forma?

 

Yoochun pronto se había colocado junto a Yunho, quien había levantado un poco los hombros. Ansioso por abrazar a su hermano, por ver esa sonrisa que desde hace tantos años no veía. El pecho de Jung latió acelerado, feliz de ver a su hermano con esa vitalidad propia, que hace mucho parecía haber perdido.

 

—Hyung, trajimos manzanas.

 

Una vez lo suficientemente cerca, Changmin levantó un poco las manzanas en su poder. Con esa sonrisa que había dejado una marca en todos. Junsu detuvo sus pasos, con una expresión tranquila. Y Yunho caminó los pocos pasos hasta Changmin, lo atrajo entre sus brazos y sonrió.

 

Las pocas manzanas que cayeron y las otras que hicieron presión en el estómago de ambos, ante el sorpresivo abrazo de Yunho hizo que Changmin arrugara el entrecejo confundido.

 

—¿Hyung?

—Me alegra verte así, desde… bueno desde ese incidente que no te veía así.

 

Las palaras cortas, hicieron que Junsu los mirara confundido. Recordando que no sabía tanto de Changmin como para admitir que entendía lo que sucedía, pero Changmin solo rodó los ojos y ajustó las manzanas en su poder para que no volvieran a caer.

 

—No exageres, Yunho.— Changmin miró a la mujer a unos metros de él y movió un poco su cabeza. –Boa, ¿dónde podríamos dejar todas estas manzanas?

—Oh, vengan con nosotros. Las dejaremos en la cocina.

 

Casi inmediatamente Boa y Rain se levantaron de su lugar. Con Junsu y Changmin siguiéndole los pasos. Un breve instante que Yunho aprovechó para ver a Changmin caminar con tranquilidad, con esa sonrisa vacilante todavía en los labios.

 

—Ha sido bueno verlo sonreír así.

—¿Crees que se trate de Junsu?

 

Yunho giró hacía Yoochun apenas escuchó aquella pregunta y sus rostros cerca pareció tomar por sorpresa a ambos. Antes esa cercanía no premeditada que logró que ninguno se moviera por un lapso de varios segundos. Luego, Yoochun arregló un mechón de su propio cabello y dio un paso hacía atrás. Carraspeando suave y discretamente.

 

—Eh, bueno yo creo que me voy a duchar también. Pronto estará la cena.

—Si, claro.

 

Yoochun caminó de regreso al interior de la finca, y Yunho se quedó un rato más ahí, sin  terminar de comprender que había sido ese contacto visual tan inadecuado que había durado quizá demasiado.

 

 

 

 

La cena había sido deliciosa.

 

Junsu jamás había probado tanta comida buena y en un solo lugar, y lo mejor de todo, sin que tuviera que pagar precios excesivamente caros por ella. En resumen, aquellos dos días en la finca del amigo de Rain, habían sido las mejores vacaciones que había podido tomar, aunque pronto tuvieran que volver a la ciudad.

 

Miró momentáneamente a Changmin, bebiendo un poco de vino y tuvo que reconocer esa elegancia que era notoria en el menor, hasta en el más mínimo movimiento. Y pronto sintió que ellos no combinaban en lo absoluto, aunque más curioso que eso, fue el hecho de siquiera haber pensado en eso.

 

—La cena has estado espectacular.

 

Jaejoong levantó un poco la mirada cuando escuchó a Yunho cerca de su oído, no demasiado pero si lo suficiente como para que una sonrisa saliera de sus labios.

 

—Por supuesto, me encanta este vino.

—Hablando de vino, que te parece si luego de la cena nos sentamos en el patio de la hacienda un rato. Después de todo te debo esa botella con vino, ¿no?

 

Los ojos de Jaejoong por un momento parecieron brillar, masticando la comida en su boca que tenía en ese instante. Y limpiándose casi de inmediato.

 

—Me encantaría.

 

Había muchas cosas que Rain había dejado pasar durante el viaje. Una de ellas esa relación extraña y dudosa entre Jaejoong y Yunho, puede que Yoochun en esta ocasión no lo hubiera notado por que se encontraba enfrascado en una conversación con Boa, pero seguramente cuando se enterara eso no representaría nada bueno.

 

Con un pequeño suspiro, decidió que debía hablar con Jung.

 

 

 

 

Empezaban a retirarse, uno a uno para hacer algo distinto.

 

Rain encontró su oportunidad cuando vio a Yunho caminar solo por el pasillo principal.

 

—Yunho, ¿tienes un  minuto?

—Eh… claro, ¿sucedió algo?

 

Respiró profundo, mirando al muchacho frente a él, con aquella expresión tranquila.

 

—Quería hablarte sobre tu relación con Jaejoong. Bien sabes que yo me enteré de lo tuyo con Yoochun no de la mejor forma, pero… si lo suyo va en serio. Te recomendaría que marcaras cierta distancia con Jaejoong.

—Pero Jaejoong y yo solo somos amigos.

 

—Pues a veces no lo parece.

 

Yunho momentáneamente pareció caer en cuenta a lo que se refería, se quedó estático por unos segundos antes de desviar la mirada y rascar un poco su nuca, aparentemente un poco incómodo.

 

—No quiero que lo tomes a mal Yunho, pero una de las razones por la cual tú y Yoochun se la han pasado peleando ha sido por tu cercanía a Jaejoong. Tú puedes pasar el tiempo que quieras con él, pero a veces cuando se hablan, cuando se miran… es obvio que hay una atracción entre Jaejoong y tú. Y eso crispa los nervios de Yoochun. No digo que tú y Jaejoong tengan algo, pero cuando hay atracción  la hay. Deberías poner en orden tus prioridades.

 

Rain palmeó levemente el hombro de Yunho, con sus pasos sonando un poco mientras se alejaba de ahí. Y Yunho de pronto perdió el gusto por esa botella con vino que le había prometido a Jaejoong y que repentinamente parecía que le quedaría debiendo otra vez.

 

 

 

 

A Jaejoong no le molestaba tanto el hecho de que Yunho le hubiera cancelado la pequeña reunión en su última noche en la finca, por que según él estaba un poco cansado. Le molestaba el hecho de que seguramente lo había hecho por Yoochun, casi estaba seguro de eso.

 

Pero había preferido no alegar demasiado y mejor imitar a Yunho y también irse a descansar. Cuando sus pies recorrieron la pequeña estancia, camino a su propia habitación, los susurros entreverados lo hicieron detenerse. Era la voz de Yoochun, obviamente acompañada por la de Boa.

 

Trato de seguir de largo, pero instintivamente su cabeza se asomó cuidadosamente por la pequeña apertura que había entre la puerta. Los ubicó de inmediato. Boa reposaba en el suelo, con sus piernas flexionadas y la cabeza de Yoochun sobre sus piernas, con sus manos delicadas acariciando el cabello de él.

 

Jaejoong apretó sus puños. Era injusto, Yunho lo dejaba de lado por Yoochun, por evidentemente no dejarse llevar por la atracción que mutuamente sentía. Y ahí estaba Yoochun, entregado a las caricias apretantemente inocentes de Boa. ¿Dónde estaba Rain? Quien menos que cualquiera merecía un engaño de tal magnitud.

 

—Es que no es justo Boa…

—Tranquilo Yoochun, sé como te sientes, pero así son las cosas. Debes tratar de quejarte menos y no ser tan evidente.

 

—¡Pero es difícil! Todo lo que estoy haciendo, y… ¡agh!

—Ya verás como todo se soluciona, siempre he pensado que ese lugar lo debes ocupar solo tú.

 

Yoochun cerró los ojos envuelto por la comodidad de las caricias de Boa, quien sonrió al verlo así.

 

—Eres muy cálida Boa, Rain tiene mucha suerte.

—Tú también la tienes, Chun. Tú también.

 

Jaejoong respiró profundo y decidió alejarse. Con los puños apretados y el entrecejo arrugado, vio la habitación de Yunho, aquella que compartía con Yoochun, lugar donde seguramente Yunho ya se encontraba dormido hace unos minutos.

 

Había optado desde un inicio no acercarse por que Yunho tenía una relación de por medio, pero desde que el viaje comenzó, desde que vio a Yoochun con aquella mujer, y aún más desde ahora, no estaba dispuesto a dejar que Yunho continuara con tipo así.

 

Si Yoochun jugaba sucio, él también podía hacerlo. Iba a quedarse con Yunho.

 

Ya no tenía miramientos que lo detuvieran, por que Yoochun no se merecía a Yunho, de ninguna forma.

 

Iba a meterse entre los dos, en medio de esa relación absurda, y no iba a dudar más.

 

 

 

 

Changmin salió de la ducha con una toalla secando su cabello.

 

Los sacudió con fuerza, con la otra toalla que cubría parte de su anatomía, sabiendo que estaba a solas en medio de su habitación. Sacó una pijama de entre su equipaje y miró curioso que la cámara reposaba sobre su cama. Sonrió divertido, y decidió sentarse un momento en la cama.

 

La prendió, descubriendo que no tenía mucha batería. Pero se concentró en las fotografías, entre las suyas y las de Junsu que se deslizaban de un lado a otro cada que cambiaba de imagen, entre las pocas que tenían los dos juntos, mostrando la altura de uno de los árboles en los que se habían quedado.

 

Junsu había tenido la cámara por un buen rato, y las fotografías enfocaban hermosos paisajes que él incluso no había notado. Se encontró con la fotografía que él le tomó a Kim, aquella en la que Junsu miraba hacía los árboles, con una expresión tranquila y las gotas de agua cayendo por su cabellos y rodando por su rostro.

 

—…Eres verdaderamente apuesto Kim Junsu, ¿por qué a veces parece que no lo supieras?

 

Miró la fotografía por un rato más, contemplando la imagen de Junsu, de ese muchacho que a veces lo sacaba del rictus extraño en el que se había convertido su vida.

 

 

 

 

La salida al día siguiente, había ocurrido algo temprano.

 

Todos tenían cosas por hacer, trabajo al día siguiente, y debían llegar relativamente temprano para dejar todo preparado para el siguiente día. Así que pronto, los siete visitantes se había encontrado una vez más subiendo sus pertenencias a la pequeña furgoneta que Rain había alquilado, complacidos de la pequeña estancia y descanso.

 

Y sin embargo Yoochun lucía algo inquieto, la noche anterior cuando había ido a dormir, Yunho ya se encontraba en la cama, profundamente dormido, los recuerdos lo habían invadido, pero aún así, aunque muy entrada la noche, se había acostado a dormir junto a él.

 

En el desayuno apenas y cruzaron palabras, pero Yunho no parecía molesto con él, más bien parecía entretenido con Jaejoong.  Y justo ahora ni siquiera lo encontraba. Su mirada se deslizaba por todos los lugares que encontraba, y aún así no encontraba pistas ni de Jaejoong ni de Yunho.

 

Junsu y Changmin hablaban, apoyados en la furgoneta, y Rain parecía revisar que todo estuviera bien con el auto, mientras Boa le hacía compañía. Nadie parecía preocupado por la ausencia de aquellos dos, entonces decidió caminar un poco, de un lado a otro hasta que logró internarse un poco en aquellos árboles a los laterales de la finca.

 

Jaejoong estaba ahí, justo frente a Yunho, ambos bajo aquel árbol frondoso que parecía ser el preferido de los dueños, por que sin duda era el más hermoso y lleno de flores que había en el lugar, Jaejoong miraba a Yunho, directamente y Yunho parecía no estar incómodo con aquello.

 

Sus pasos disminuyeron de velocidad, lentos y cuidadosos mientras se acercaba y la voz de Jaejoong era un poco más audible.

 

—Creo… que me estás gustando Yunho.

 

Los ojos de Yunho se habían abierto, un poco más de lo normal y Jaejoong aprovechando ese pequeño descuido, había tomado a Yunho por las mejillas, cerrado sus ojos y juntado sus labios. Internamente, Yoochun sabía que Yunho terminaría por alejarse, por que lo había tomado por sorpresa, solo tenía que alejarlo y Yoochun estaría tranquilo.

 

Pero eso no pasó.

 

Las manos de Yunho, un poco nerviosas se movieron hasta la cintura de Jaejoong, cerrando los ojos y empezando a corresponderle. Transformando esa unión de labios en un beso de verdad, y las expresiones en el rostro de Yoochun desaparecieron.

 

Perdió la consciencia necesaria, sus puños se apretaron, y sus pasos se reanudaron, con más fuerza.

 

—¡¿Es qué tú no entiendes, demonios?!

 

Le importó muy poco su había empujado a Jaejoong con más fuerza de la necesaria, por que el muchacho lo vio con el entrecejo arrugado y una molestia mal disimulada.

 

—¿Qué demonios pasa contigo Yunho? ¿Se te ha olvidado lo que soy yo en tú vida?

 

Yunho de pronto pareció confuso, y la mirada de Yoochun lo paralizó.

 

—Yoochun yo…

—No puedo creer que tú seas la persona en la que más confío…

 

Yoochun lo empujó, con sus manos en el pecho de Jung, lo suficientemente fuerte como para que él retrocediera, y su furia disminuyera un poco. La cabeza de Yoochun dio vueltas un rato, entre su amistad, en que supuestamente Yunho lo estaba ayudando a cubrirse de Rain, en que ahora se besaba con Jaejoong.

 

…En que Jaejoong le gustaba lo suficiente como para dejarlo de lado a él.

 

—¡Eres un imbécil!

 

Y volvió a empujarlo. Pero esta vez Yunho lo agarró por los brazos. Sus miradas se encontraron una vez más, como en la tarde anterior, pero esta vez no había nada más que reproche entre ambos y Jaejoong parecía de pronto relegado en medio de todo eso.

 

—Oigan… ya nos vamos, ¿está todo bien?

 

Rain hizo acto de aparición.  Yunho apretó un poco los brazos de Yoochun, pero él solo se sacudió agresivamente, antes de caminar de regreso por el lugar donde había llegado.

 

—No pasa nada, Rain. Nunca pasa nada.

 

Cuando Yoochun pasó a su lado, molesto y caminando directo a la furgoneta, supo que nada, era lo menos que ocurría, miró severamente a Yunho y giró de regreso a su lugar. Él no podía hacer nada más, había cumplido con advertirle a Yunho que las cosas solo se pondrían peor.

 

 

 

 

Había un tenso silencio.

 

Junsu y Changmin habían vuelto a sentarse e los últimos asientos. Y Jaejoong estaba frente a los dos, Yunho sin embargo había optado por sentarse junto a Yoochun luego de que él y Jaejoong entraran últimos, pero Yoochun solo se había alejado de él, pegándose a la ventana y fingiendo que le importaba el paisaje.

 

Yunho había suspirado, decidiendo no moverse luego de que el pequeño susurro de ‘Tenemos que hablar’ que Yoochun había ignorado marcara ese incómodo silencio que ahora todos vivían. Boa y Rain parecían un poco más ausentes a todo, sentados en los asientos delanteros.

 

Yunho no paraba de mirar a Yoochun, cada tanto, como si con aquello pudiera llamar la atención de Park, y Jaejoong estaba cansado de eso, moría por gritarle a  Yunho que Yoochun no merecía ese repentino remordimiento que lo acosaba, y que Yoochun era un hipócrita al armar toda esa escenita. Pero no era el momento.

 

Así que bajo la gorra en su cabeza y se acomodó en su asiento, dispuesto a dormir un poco cuando las gotas de lluvia comenzaron a mojar los vidrios de la ventana.

 

Cansado de aquello, Yunho se movió un poco hacía Yoochun y él lo miró amenazante.

 

—Aléjate.

—Deja de portarte como un niño, Yoochun.

 

—¿Un niño? Mi mejor amigo me acaba de traicionar, ¿y yo soy el niño?

—Por si no lo has olvidado nuestra relación no es real.

—Pero tú prometiste ayudarme con lo de Boa, ¿me estás dejando a mi suerte por… él?

 

Los susurros en los que se habían convertido sus reclamos, afortunadamente no llegaban a los demás, y que tuvieran que acallar los gritos, solo hacía que se enfurecieran todavía un poco más. Inconscientes del momento en que la furgoneta se detuvo.

 

—¿Todo siempre se tiene que reducir a ti, verdad Yoochun?

—Ah, claro… Ahora yo soy el egoísta.

 

Boa miró confundida hacía atrás, ante la pelea que Yoochun y Yunho mantenían, pero de la cual difícilmente se podía escuchar algo, cuando Rain le confirmó que el auto no quería encender, ella solo alcanzó a bufar, antes que las voces de esos dos fueran un poco mas audibles, pero aún así no se podían entender sus palabras.

 

—¿Qué sucede Yunho? ¿Dos semanas y estás enamorado de Jaejoong? Eres patético…

—Maldición, ¿por qué todo el tiempo tienes que ser así?

 

Fue un leve empujón uno quizá sin demasiada importancia, la mano de Yunho golpeó el brazo de Yoochun, y este se encogió, con una mirada aún más molesta que antes y Yunho comprendió que no podían estar siquiera juntos en ese momento. Levantó la mirada y se percató que se habían detenido.

 

No le importó nada más en ese instante. No quería a Yoochun cerca, no quería decir cosas de las que después se podría arrepentir. No, no quería verlo un segundo más. Abrió la puerta de la furgoneta y el sonido de la lluvia sorprendió a todos, el viento que entró y finalmente Jaejoong despertó. Yoochun solo apretó sus puños y lo siguió.

 

—¡¿Ahora huyes de mí?!

 

Era quizá por la lluvia, a Yoochun no le gustaba mojarse bajo la lluvia. No le gustaba peor aún cuando difícilmente podía mantener los ojos abiertos. Pero a Yunho parecía no importarle por que siguió caminando como si intentara alejarse lo más posible.

 

—¡Yunho!

—¡Déjame en paz Yoochun!

 

Cuando Yunho giró, ambos se encontraban ya demasiado lejos de la furgoneta. Ante los ojos de sus amigos, que no se atrevían a intervenir, mucho menos salir de ahí.

 

—¡No, ahora me vas a escuchar! ¡Estoy harto de esta tontería! Todo el maldito tiempo te la pasas con Jaejoong, al final de esta historia ¿como voy a quedar yo? ¿Como el imbécil al que dejaron por otro sujeto?

—¡¡Todo no se centra en ti Yoochun!! ¿Qué quieres de mí? No voy a esperar a que tú tengas los pantalones para enfrentar ante Rain y el resto lo que tienes con Boa, ¡por que yo tengo una vida si se te olvida!

 

Yoochun entrecerró los ojos, con el ruido molesto de la lluvia perforándole los oídos.

 

—¡No desvíes el tema! ¡¡Jaejoong está arruinando nuestra amistad!!

—¡No es Jaejoong quien está arruinando nuestra amistad! ¡Eres tú!

 

Yunho incluso golpeó con su dedo índice el pecho de Yoochun, remarcando sus palabras y mirándolo intensamente.

 

—¡Tú y esta absurda mentira que se te ocurrió!

—¡Pero me estás dejando de lado por él! ¿Por qué con Jaejoong? Todo este tiempo has estado solo, ¡¿por qué justamente ahora se te mete querer estar con alguien?!

—¡¿Y a ti que demonios te importa con quien salgo?!

 

Hubo un escaso silencio con el pecho de ambos subiendo y bajando debido al poco aire que les estaba llegando, ante ese ruido molesto y su propia rabia que estremecía las miradas que en cualquier momento podían llegar a golpes. Que estaba afectando al resto.

 

Las cejas de Yoochun se juntaron, Yunho supo que había dicho algo muy malo para que ahora Yoochun lo mirara así, y sin embargo estaba llegando al límite. Y Yoochun con su actitud no estaba ayudando. Hasta que claro una pequeña sonrisa extraña salió entre los labios de Yoochun, mientras pasaba una mano por su cabello.

 

—Esto es estúpido, fue un error pedirte que me ayudaras con esto. No debí involucrarte.

 

Y eso dolió, esas palabras secas de la boca de Yoochun, atravesaron el pecho de Yunho de manera cruel y permanente, al punto de que sus pasos se dirigieron hacía Park. Certeros y firmes. Hasta que su rostro estuvo lo suficientemente cerca del de Yoochun y sus frentes se rozaron. Siendo innecesario levantar la voz.

 

—Tienes razón, todo esto fue un desastre desde el inicio. Y nada de esto hubiera pasado si te portaras como un hombre de verdad y afrontaras lo que tienes Boa, la hicieras decidir entre tú y Rain. Y a mi me dejaran a un lado de todo este asunto.

 

Esa cercanía logró que la molestia en el rostro de Yoochun se borrara, que sus ojos se encontraran otra vez, y que sus puños fueran apretados como la muda seguridad de no expresar lo que pensaba. Yunho supo que no le contestaría, lo supo por que conocía a Yoochun como la palma de su mano.

 

Cuando escuchó el sonido del carro finalmente siendo encendido después de varios intentos, Yunho no se molestó en decir algo más. Subió al carro otra vez y se sentó en su lugar, en el mismo que había ocupado desde el inicio, Yoochun ingresó un par de segundos después en un estoico silencio, que los acompaño en la gran parte de tiempo que le restaba al viaje.

 

 

 

 

Boa tuvo que reconocer que el incidente aislado de esos dos, que difícilmente alguien más conocía, la había intrigado, no había tenido la oportunidad de hablar con Yoochun, mucho menos con Yunho, y no habían podido tampoco escuchar casi nada de la pelea.

 

Así que un par de horas después, Rain había optado por detener el viaje y que bajaran a estirar un poco las piernas. Aprovechando estar cerca de un puesto de comida y artesanías a mitad de la carretera, Yoochun y Yunho se habían quedado dormidos en sus lugares, y eso era mejor a tenerlos gritándose.

 

Le intrigaba el hecho de que Yoochun explotara de esa forma y que Yunho se estresara en esos niveles.

 

Ella sabía, que algo verdaderamente grave estaba sucediendo.

 

Y solo esperaba que fuera, lo que ella hace tiempo deseaba que sucediera.

 

 

 

 

Cuando Yoochun abrió los ojos, la luz de sol le daba de lleno en el rostro.

 

Arrugó un poco la nariz, y entre el calor que de repente tuvo, y su ropa un poco mojada, supo que no podría seguir durmiendo. El clima loco de ese día lo sorprendió, justo ahora había un buen sol, la furgoneta a excepción de Yunho y él estaba vacía.

 

Vio a los demás entretenidos en los puestos que había a un lado de la carretera y sonrió. Yunho a su lado se movió, sus ojos se abrieron y Yoochun bajó la cabeza.

 

—…Lo siento.

—Yo también. No debí decirte todo eso Yoochun.

 

Yoochun movió sus manos, justos sobre el asiento, de la misma forma en que lo hacía cuando estaba nervioso. De la misma forma que Yunho conocía tan bien, por eso cuando las manos de Jung se posaron sobre las suyas, solo entonces se pudo calmar un poco más.

 

—No quiero que peleemos así otra vez Yunho.

—Nunca había tenido una amistad así y no quiero perderla por cosas así. Si lo deseas me alejo de Jaejoong por el tiempo que te tome hacerle frente a Boa.

 

Yoochun calló, ese breve instante cuando sus miradas se cruzaron. Antes de que los brazos de Yunho lo rodearan en medio de esos abrazos cálidos que tanto le gustaba recibir.

 

—¿Tanto te gusta Jaejoong?

—No lo sé… Solo sé que tú eres mi prioridad ahora. El número uno en mi lista.

 

Yoochun cerró los puños alrededor de la poca tela de la camisa de Yunho a su disposición, apoyando la quijada en su hombro y cerrando los ojos. Con esa paz que solo Yunho le traía en sus momentos más difíciles. Que resultaban ser muchos en el historial de sus eventos desafortunados.

 

—Gracias por seguir junto a mí Yunho, a pesar de que te haga morir de coraje cada tanto.

 

Yunho emitió una pequeña sonrisa, una casi diminuta antes de cerrar los ojos y aferrarse un poco más a él.

 

No tenía que sentirse tan bien estar junto a él así, no tenía que sentir su corazón así cuando le hablaba. Yunho sabía que no debía, pero ahí estaba su corazón de rebelde, haciendo justo lo que no debía. Pero Yunho estaba seguro de poder controlarlo. Por que Yoochun era su amigo, por que él estaba enamorado de Boa, así que su corazón a las malas, pero debía seguir el trayecto único y exclusivo de la amistad. Le gustara o no.

 

 

 

 

Eran aproximadamente las tres de la tarde.

 

Jaejoong luego de que hubiera visto la reconciliación entre Yoochun y Yunho prácticamente ni había hablado. Se había concentrado en su codo apoyado en el alfeizar de la ventana. En el paisaje que estaba frente a él. Y nada más. A pesar de lo nostálgico que se sentía.

 

A veces, cuando nadie se percataba, los miraba. Yunho miraba a Yoochun mientras dormía. Y cuando Yoochun finalmente se levantó, unos minutos antes de llegar a la ciudad, ambos habían sonreído, habían empezado a conversar. Con Yoochun apoyándose en el cuerpo de Yunho, moviendo sus manos y Yunho observando esas manos que se movían inquietas.

 

Lo sintió tan lejano en esos momentos.

 

—Listo, chicos. Espero que la hayan pasado bien.

 

Jaejoong levantó la cabeza y giró hacía el lugar donde se encontraban. Fijándose apenas que estaban ya en la casa de Junsu.  Giró para ver a su hermano y Junsu movía la cabeza de Changmin con cuidado. Shim ya se había quedado dormido, al parecer, en el hombro de Junsu y por eso él se movía con cuidado.

 

Cuando bajaron del auto, ambos con maleta en mano, Jaejoong agradeció a los demás. Y antes de que el auto se marchara vio a Yunho agitando un poco su mano con una sonrisa, y cuando el auto arrancó, Yunho volvió a concentrarse en Yoochun. Jaejoong suspiró. Justo ahora sentía que algo más que la distancia los separaba.

 

 

 

 

—Changmin se quedará conmigo, no se preocupen.

—Tienes que llamar a papá, que yo llego y caigo rendido en la cama.

 

Changmin bostezó restregando un poco sus ojos, mientras Yunho cogía todas las maletas y sonreía.

 

—Gracias por todo.

 

Hizo una pequeña venia antes que el carro empezara a arrancar una vez más. Yoochun se pegó a la ventana. Con una sonrisa en el rostro y la mano apenas moviéndose en señal de despedida. Yunho ocupado con las maletas como se encontraba solo amplió su sonrisa un poco más.

 

—Hyung, ya vamos…

 

Changmin empezó a jalar de su brazo, encaminándolo hacía el edificio y a él no le quedó de otra más que suspirar. Con ese sentimiento extraño bullendo dentro de su ser. Inexplicable e inequívoco.

 

 

Fin Capitulo ocho

 

 

Bien, en vista de que la segunda chica que mencioné en el post de actualizaciones no me contestó, opté por actualizar CTMA que me venían pidiendo varias chicas desde hace un tiempo. Este capi ha sido base, se vienen un par de cosas que le daran un poco más de seriedad a la historia, ya saben… no todo puede ser humor siempre.. =)

 

Pero tampoco habra exceso de drama así que no se preocupen… xD
Espero que les haya gustado. Nos vemos en la próxima actu. =)

Publicado en Fanfics

Mas alla de ese cursi amor de fantasia: segunda leccion


 

Más allá de ese Cursi Amor de Fantasía

No le tengas miedo a lo desconocido

Segunda lección

 

 

 

—¡¿Que el, qué?!

 

Yunho movió un poco su mano pidiéndole a Heechul que bajara la voz y el muchacho de inmediato tapó su boca y movió su cabeza afirmativamente. Entonces, Yunho tomó el vaso una vez más y lo llevó hasta sus labios.

 

El licor entró por su boca y quemó incluso hasta su garganta.

 

¡Maldito Jaejoong y sus ideas absurdas!

 

—Pero Yunho… tú… bueno, ¿estás seguro? ¿No habrá sido una broma de mal gusto de parte de Jaejoong?

 

Oh, a Yunho le gustaría creer tanto que las cosas eran así, y sinceramente se debatió entre aquello y la cruel realidad por mucho tiempo, pero a veces la realidad supera a la fantasía. Y Jaejoong se había llevado el premio a la sorpresa del año.

 

—Por supuesto que estoy seguro.

—Y… exactamente, ¿qué pasó?

 

Yunho solo tomó otro poco de whisky que el barman, le acababa de servir, y suspiró. Sentado en aquel bar a unos minutos del centro.

 

 

..::..::..::..

 

 

—¿Te has vuelto loco? ¿Por qué golpeaste así a Yoochun?

 

Yunho abrió la boca, indignado, sorprendido.

 

—Disculpa, ¿de verdad me estás reclamando? ¡Dios! Jaejoong, ¡¿esto de verdad está sucediendo o solamente estoy alucinando?!

 

Changmin había optado por sentarse, cruzando una de sus piernas. Observando divertido la zona de gritos y reclamos, mientras Junsu ayudaba a Yoochun con un pequeño pañuelo en su nariz.

 

—¡No tenías por qué golpear de esa forma a Yoochun!

—¿Ah, no? ¿Entonces a quien debería golpear? ¿A ti? ¿Cómo pudiste hacerme esto? ¡Creí que me amabas!

 

—¡Te amo, Yunho!

 

Yunho rodó los ojos, estupefacto y todavía más molesto, intentando caminar de un lado  a otro, aprovechando el hecho de que se había alejado un poco de la multitud luego del partido.

 

—¡¿Qué clase de retorcido amor es este entonces?!

—Yunho estás muy alterado, escúchame…

 

—Él no va a entender…~

 

Changmin canturreó descaradamente, moviendo un poco su pierna y con una sonrisa en los labios que ya empezaba a exasperar a Jung, quien impulsivamente ya había intentado acercarse al menor, pero por supuesto Jaejoong lo había detenido, con las manos sobre su pecho.

 

—Yo te amo Yunho, igual que amo a Yoochun, Junsu y Changmin. Los amo por igual.

—¡¡NO ERES SU PADRE PARA QUE VENGAS CON RIDICULECES ABSURDAS DE ‘LOS AMO A TODOS POR IGUAL’!!

 

Yunho gritó molesto, a lo que Jaejoong solo abrió mucho los ojos.

 

A Junsu no le quedó de otra que golpear a Shim en el brazo cuando comenzó a asentir, dándole la razón a Yunho.

 

—Cálmate, ¿si? Creí que eras un poco más moderno, Yunho.

—Soy moderno, no libertino. Quédate con tu estúpido amor y tus disque amores afortunados y déjame a mi en paz. Por que no te entiendo, no entiendo… todo esto.

 

Yunho los miró con desprecio y casi de inmediato giró, caminando lo más rápido que podía para poder alejarse de ese lugar, de Jaejoong y de lo extraño que le resultaba que más que dolor, sentía rabia.

 

Confuso, por que más que su corazón, era su orgullo el lastimado.

 

 

..::..::..::..::..

 

 

Heechul asintió.

 

Viendo el perfil de su amigo, mientras sostenía el vaso ahora vacío en sus manos y suspiró.

 

—Entonces, ¿eso quiere decir que ya no me vas a dejar tu departamento?

—¡Heechul!

 

—Bien, bien… escogí mal las palabras. Es solo que, me parece tan increíble. Jaejoong no parece de ese tipo de personas.

—Dímelo a mí… Yo… creí en él.

 

Las cosas se pusieron extrañas cuando Yunho pasó de la rabia y la indignación a los suspiros y pequeños lamentos, de las ilusiones perdidas. Heechul se sintió un poco perdido, por que nunca había visto a Yunho así.

 

Y no pudo evitar que la empatía recorriera su ser.

 

—Lo vas a superar, Yunho… pronto Jaejoong y su tonta relación será solo un mal recuerdo.

 

Heechul no estaba seguro de si esas palabras eran ciertas o al menos tenía un voto de confianza, pero pensó que eso sería justo lo que a él le gustaría escuchar. Eso, y un abrazo igual al que le estaba dando a Yunho en ese instante.

 

Uno conciliador y repleto de paz.

 

 

 

 

 

—Agh… ¿qué tiene ese tipo de especial?

 

Changmin bufó con molestia, arrimado en la pared y cruzado de brazos. Mientras Yoochun le respondía, apenas levantando los hombros. Y Junsu continuaba con esa cara de perrito abandonado, todos tres frente a la habitación de Jaejoong.

 

—Me preocupa que hyung no haya salido de su habitación desde que llegamos del partido.

 

La voz de Junsu sonaba bajita, repleta de lastima e inseguridades. En cunclillas en el suelo junto a Yoochun que solamente permanecía sentado, limpiando un poco sus uñas de la tierra que podía haberle entrado.

 

—¿Y si vamos a buscar al tal Yunho, para que deje de portarse como idiota?

 

Changmin sonrió ladinamente.

 

—¿Quieres que te peguen de nuevo?

 

Yoochun inmediatamente levantó la mirada, posándola fija en el menor, que desafiante levantó un poco la barbilla.

 

—Oh, por favor… No vayan empezar a pelear.

 

Cuando Junsu habló, unos segundos después Yoochun y Changmin parecieron olvidar que estaban mirándose acusadoramente, por lo que Junsu rodó los ojos. Levantándose del suelo.

 

—¡Hyung, tenemos hambre!

 

Changmin golpeó la puerta, Yoochun dejó escapar una risa, y Junsu volvió a golpear a Changmin en el brazo, igual que en la mañana.

 

—¡Min, sé considerado! Jae hyung no se siente bien.

—¡Pero yo me muero de hambre!

—¡Pues lárgate a buscar comida!

 

Yoochun se levantó del suelo, con un pequeño bostezo en los labios, estirando su cuerpo. Y exhalando un poco del aire en sus pulmones.

 

—Bueno, yo me cansé de esperar a que Jaejoong se le pase la depresión por su nueva conquista perdida, voy a salir a comer algo, ¿vienes mocoso?

 

Changmin enarcó una ceja. —¿Tu pagas?

—Eres un maldito interesado… Esta bien yo pago, todo con tal de no tenerte quejándote toda la noche.

 

—¡Si! Voy por mi billetera y el celular.

—¡¿Para que quieres una billetera si me estas casi obligando a pagar?!

 

—¡Jódete Yoochun!

—¡Mejor hazlo tú! ¡Es más divertido!

—¡IMBÉCIL!

 

Yoochun rió divertido mientras veía a Changmin perderse por los pasillos hacía una de las habitaciones. Sintió la mirada de Junsu, ahora cruzado de brazos y sonrió.

 

—¿Qué?

—Lo malcrías demasiado.

—No es cierto.

 

Junsu solo negó suavemente, y se apoyó en la pared, con un pequeño suspiro de sus labios que hizo que Yoochun apoyara una de sus manos en el hombro de Kim.

 

—No te preocupes demasiado, Su. Ya verás que se le pasa enseguida…

—Ojalá.

—¡Ya estoy listo!

 

Changmin apareció casi de inmediato, con una sonrisa en los labios y verificando un par de mensajes en el celular.

 

—¿No vienes Junsu?

—No, vayan ustedes. De todas formas no tengo mucho apetito.

 

Yoochun miró extrañado a Junsu, pero cuando Changmin empezó a jalarlo del brazo por que se moría de hambre. Decidió olvidarse del asunto y continuar con su habitual pelea con el menor.

 

 

 

 

—¿Tenías que traerme un bar?

—Bar restaurante, cosa que mientras tú engulles la comida, yo al menos me entretengo con un buen whisky.

 

Changmin rodó los ojos, caminando junto a Yoochun dentro del lugar, decorado con tonos oscuros, predominando el negro casi por todas partes, excepto por las luces que se extendían por todo el lugar.

 

Cuando los pasos de Changmin se detuvieron, Yoochun lo hizo también.

 

—¿Min?

—¿Ese no es Yunho?

 

Y los ojos de Park viajaron casi de inmediato a la barra, ahí dónde en verdad estaba Yunho, sentado junto a un muchacho que parecía hablarle con calma, que tomaba sus manos y que parecían tan cercanos.

 

—Mira tú… y él que se hacía el digno.

 

Yoochun colocó una mueca en sus facciones, mirando fijamente a aquellos dos, y cuando sus pasos empezaron a escucharse, Changmin regresó a la realidad.

 

—¡Yoochun! ¿Qué vas a hacer?

—Decirle las verdades en la cara.

—¿Qué…? No, Yoochun…

 

Inevitablemente Changmin fue tras él, sosteniéndolo por el brazo, tratando de alguna manera que se detuviera, con excusas absurdas como que se moría de hambre o algo por el estilo, todo con tal de evitar un escándalo o algo parecido. Al menos en un lugar como ese, donde Changmin podría encontrarse con alguno de sus amigos.

 

Oh, maldito Yoochun que lo hacía pasar vergüenza ajena.

 

—Hey, Yunho, ¿cierto?

 

Y como siempre, Yoochun hizo lo que le vino en gana, se colocó entre Yunho y el sujeto a su lado, y sonrió abiertamente.

 

—¿Qué hacen aquí?

 

La voz gruesa y profunda de Yunho, acompañada por la molestia en su rostro hizo que Changmin soltara el brazo de Yoochun y lo dejara hacer lo que le diera la gana. Por que ese tal Yunho empezaba a caerle peor.

 

—Nosotros vinimos a comer algo, lo que me sorprende es encontrarte aquí… bien acompañado. Luego de habernos gritado hace unas horas que vivíamos una vida de libertinaje y toda esa sarta de estupideces.

 

Heechul se removió incómodo en cuanto sintió la mirada de los dos recién aparecidos y Yunho solo bufó, con una sonrisa cansada en el rostro. Dándoles la espalda y regresando a su bebida.

 

—Lárguense de aquí.

 

Yoochun entonces pareció molestarse, por que tomó a Yunho por el hombro haciéndolo girar y Yunho arrugó el entrecejo.

 

—Eres patético, haciéndote el decente y apenas puedes buscas consolarte con el primero que encuentras.

—¡Demonios, cállate!

 

Yunho se levantó, dándole un empujón a Yoochun, que logró que el menor trastabillara, con Changmin alejado unos pasos para no resultar golpeado por el cuerpo de Park.

 

—Ustedes no saben nada de mí, así que mejor aléjense.

—Tú eres el que no sabe nada de Jaejoong, patético moralista. Si lo amaras en verdad, al menos lo escucharías.

 

Y las palabras de Changmin por fin se dejaron escuchar, con fuerza y seguridad. Con la mirada posada en aquellos ojos que de pronto se mostraron un poco menos fuertes.

 

—Vámonos de aquí, Yoochun. Se me quitó el apetito.

 

Changmin agarró por el brazo a Yoochun y empezó a jalarlo para salir de ahí, ante la mirada de algunos comensales que habían notado el pequeño alboroto provocado por ellos. Cuando los dos estuvieron fuera del alcance de sus miradas, Heechul suspiró.

 

—Así que ellos son dos de los amores de Jaejoong.

—Así es.

 

Yunho volvió a sentarse, y Heechul colocó una mano sobre su hombro.

 

—No parecen chicos malos, solo un poco desubicados. Nos vieron juntos y pensaron mal. Digo, les dices de todo y luego te ven haciendo lo que precisamente tu rechazas, creo que estaban más bien indignados.

 

Yunho solo rascó un poco su nuca y bufó. Hastiado de toda esa situación.

 

 

 

 

—¡Es un grandísimo imbécil!

—¡Claro que lo es, pero la próxima vez que lo vea le cobro el golpe de esta mañana!

 

La puerta del departamento fue cerrada con algo de fuerza, Junsu levantó la mirada y por el tono de voz de aquellos dos, optó por apagar el televisor y levantarse del sillón.

 

—¿Qué sucedió?

—Nos encontramos con Yunho en el bar al que fuimos.

 

—Bar restaurante.— Corrigió Yoochun.

—Lo que sea…

 

Changmin agitó su mano despreocupadamente, dispuesto a continuar con su relato, cuando la puerta de la habitación de Jaejoong se abrió y el mayor salió, con el cabello un poco alborotado y los ojos hinchados.

 

—¿Vieron a Yunho, hablaron con él?

 

Sorprendió a los tres el hecho de que de pronto Jaejoong se mostrara tan preocupado por alguien. Así que Yoochun fue el primero en acercarse a Kim.

 

—Será mejor que te olvides de él, Jae. Es un imbécil.

—¿A qué te refieres?

 

—Después de que te dijo libertino, lo encontramos con un tipo en el bar.

—Bar restaurante.

—¡Lo que sea, maldita sea!

 

Jaejoong exhaló un poco de aire y masajeó su sien.

 

—¿Era un muchacho de cabello castaño, un poco largo, delgado, más bajo que él?

—Si… ¿cómo sabes?

 

Yoochun miró sorprendido a Jaejoong y él solo rodó los ojos.

 

—Ese es Kim Heechul, su mejor amigo.

 

Junsu dejó escapar una risita divertido y Yoochun solo desvió la mirada. Con Changmin rascando un poco su brazo.

 

—¿Qué hicieron?

—Nada.

 

Y el sonido unísono de las voces de Yoochun y Changmin lo volvió todo solo un poco más sospechoso. Fue entonces que Jaejoong suspiró y volvió a colocar esa expresión triste en el rostro.

 

—De seguro me odia… sabía que debía decírselo desde el principio.

—Espera, Jaejoong. No vuelvas a… encerrarte.

 

La puerta se cerró frente a la cara de Yoochun y este solo pudo acariciar un poco su nariz antes de que Junsu suspirara y Changmin se cruzara de brazos una vez más.

 

 

 

 

 

Siwon levantó la mirada de su laptop y divisó a Heechul, con un montón de folders entre las manos, atareado, intentando hallar el correcto entre toda la estantería dentro de su oficina.

 

—¿Ya encontraste el presupuesto de los nuevos pedidos?

—No, ¿está seguro que están aquí?

—Por supuesto que si.

 

Heechul suspiró cansado, colocando los folders sobre una de las sillas y buscando todavía el que seguramente no estaba ahí, por que Heechul sabía que era imposible que una información así se encontrara entre archivos del mes pasado.

 

Siwon sonrió divertido.

 

Nada mejor que empezar un lunes, con aquellas expresiones molestas de Kim Heechul.

 

—Oh, ahora que lo pienso… tal vez se los haya dado a Jaejoong el día viernes.

 

Siwon elevó la mirada al techo, fingiendo haber recordado aquello. Y Heechul aprovechando que estaba de espaldas a él, movió sus labios, pronunciado varios insultos insonoros hacía su jefe de departamento, apretó los puños y respiró profundo.

 

—Entonces iré a preguntarle al señor Kim.

 

Heechul estaba dispuesto a abandonar la oficina de Choi, cuando la voz de él lo detuvo.

 

—Espera Kim, ¿no pensarás dejar mi oficina desordenada, verdad?

—No, claro que no.

 

En la mente de Kim se barajó la posibilidad de lanzarle todos esos folders por la cabeza a Choi, pero necesitaba el empleo, así que eso definitivamente no era una opción. Colocó la más falsa de sus sonrisas y regresó a su lugar, para colocar los folders en sus respectivos puestos.

 

Desde su lugar, tras el escritorio, Siwon negó suavemente, con una sonrisa divertida en los labios, regresando a su laptop y la importante reunión que tenía esos días con los socios.

 

 

 

 

—¡Es un grandísimo imbécil! ¡LO ODIO MALDICIÓN!

 

Yunho se encogió un poco ante el grito de Heechul, y los quince minutos que llevaba ya despotricando contra el jefe de departamento.

 

—¡Y para el colmo me manda con Jaejoong por los presupuestos! Y cuando llego, ¡su secretaria me dice que Jaejoong no llegará hasta las cuatro de la tarde por que hoy se iba a reunir con unos inversionistas españoles! ¡Te aseguró que Choi sabía que Jaejoong no estaba en las oficinas! ¡Es su mejor amigo! ¿Cómo no va a saberlo?

 

Por un momento Yunho se desconcentró de las palabras – gritos – insultos de su amigo. Y pensó si en algún momento Siwon también habría participado en ese tipo de relación que Jaejoong mantenía con los otros tres chicos, o si eran solamente mejores amigos y ya.

 

—¡¡Lo único que quería era hacerme subir y bajar por el ascensor!! ¡Cómo si no tuviera cosas más importantes que hacer! ¡¿Sabes lo que le hace falta a ese idiota?! ¡SEXO! ¡Una buena sesión de sexo! A ver si así se lo pasa lo molesto y la cara de estreñido que tiene.

 

Yunho volvió a la realidad cuando Heechul bufó molesto y sentó sobre el pequeño pilar en la azotea del edificio, mordiendo con fuerza la manzana en sus labios. Murmurando un par de insultos más. Que ya era poco menos que inentendibles.

 

—Tienes suerte de que no estemos en un lugar donde alguien más te pueda oír.

 

Heechul solo levantó los hombros, con una mueca molesta en el rostro. Viendo a Yunho parado frente a él, bebiendo un poco de jugo de naranja. Recordó entonces la situación de su amigo y suspiró.

 

—¿Y tú como estás Yunho?

—Bien, se puede decir que he tenido suerte. Al menos no he visto a Jaejoong en lo que va del día.

 

De repente las expresiones de Yunho se pusieron serias. Heechul entendió a la perfección, que por lógica ese era aún un tema difícil para Jung.

 

 

 

 

—Buenas tardes, el seños Jung Yunho.

 

La recepcionista levantó la mirada y señaló inmediatamente uno de los escritorios donde el castaño se encontraba digitando un par de cosas en la computadora, con un reporte junto al teclado.

 

—En el tercer escritorio desde la derecha.

—Muchas gracias.

 

Junsu avanzó con paso seguro, directo hasta el escritorio del mayor, quien parecía muy concentrado en lo que hacía, jaló de una de las sillas y se sentó junto a él, con una sonrisa en los labios y correctamente sentado.

 

—¿Si, desea… algo? ¿Qué les ha dado a ustedes por seguirme?

—No te estamos siguiendo, bueno al menos lo de ayer fue coincidencia. Me disculpo por ellos, Yoochun a veces es muy impulsivo y Changmin demasiado directo.

 

Yunho se encontró repentina y agradablemente sorprendido por la voz tranquila y pasmosa del muchacho frente a él. Así que decidió guardar los cambios en el documento que trabajaba y suspiró.

 

—De acuerdo, ahora. Por favor, en serio déjenme en paz.

—Solo quiero decirte algo. Y me iré.

 

A Yunho incluso empezaba a dolerle la cabeza, pero por el bien de su propia salud, y por que Junsu parecía no venir a hacerle un escándalo decidió dejarlo hablar. Por lo que movió un poco su mano y el menor entendió al instante.

 

—Yo sé que lo nuestro te tomó por sorpresa. Es normal, siempre le dije a hyung que debía decírtelo desde el inicio de su relación, pero él decía que tenía miedo que lo dejarás, que en verdad le gustabas. Así que quería que tus sentimientos por él fueran más fuertes, para que lo aceptaras como es.

 

—¿Te estas dando cuenta que no estamos hablando de una forma de ser, sino de una forma de vida que no comparto?

 

Junsu asintió, arreglando un mechón de su cabello.

 

—Jaejoong no es una mala persona. Él solo ama demasiado, y no es como si se metiera con cualquiera que se le cruce por el camino, él nos ama, cuida de nosotros, a todos por igual. Y si siente algo por ti no es por lujuria o ego de tener tantos amantes como pueda.

 

Yunho suspiró, desviando un poco la mirada y Junsu entendió que no debía abusar del tiempo que Jung le había otorgado.

 

—Mira, yo no he venido a explicarte su filosofía de vida, pero si he venido a pedirte que al menos lo escuches. Antes de alejarlo definitivamente de tu vida, escúchalo. Ya es tu decisión si nos entiendes o no. Pero, Jae hyung ha estado muy deprimido por lo de ayer. Solo… escúchalo, ¿si?

 

Esa preocupación, el amor en distintas expresiones. El amor dulce de Junsu, el impulsivo de Yoochun, el intenso de Changmin. Fue como si de pronto pudiera verlos de una manera diferente. Por que su amor por Jaejoong era profundo.

 

Entonces, ¿cómo los amaba Jaejoong?

 

Junsu se levantó de su lugar, con una pequeña venia y una diminuta sonrisa en sus labios, a consciencia del deber cumplido. Yunho lo vio alejarse, lo observó por un largo rato hasta que esa silueta desapareció.

 

Y sus palabras quedaron sonando en su cabeza.

 

 

 

 

Eran casi las nueve de la noche.

 

Jaejoong movía el cuello dentro del ascensor hasta su oficina, cansado por el pesado día que había tenido. Se suponía que a las cuatro regresaría a la oficina, pero luego había pasado lo de la reunión de socios y había tenido que asistir junto a Siwon.

 

Así que apenas y se había desocupado, de alguna manera le resultó extraño llamar al departamento y no tener que llamar a Yunho para justificar por que no lo vería en todo el día. Lo extrañaba… mucho.

 

Sus pasos lentos se dirigieron hacía su oficina, ya no quedaba casi nadie en el edificio, y la única razón por la que estaba ahí era por que necesitaba unos archivos importantes que debía leer para el día siguiente.

 

Cuando ingresó y encontró las luces de su oficina encendidas, elevó una ceja, dejó su maletín sobre el escritorio, cuando giró la silla principal tras el escritorio, retrocedió sorprendido.

 

Yunho, dormido profundamente, acomodado como podía, estaba ahí.

 

Sus ojos se abrieron más de lo normal, y el perfil dormitado del menor hizo que su pecho se repletara de añoranza, de lo acostumbrado que estaba a esa imagen cuando se quedaba a dormir en el departamento de él.

 

Acarició con cuidado su rostro, y por suerte Jung no despertó.

 

Se acercó a su rostro y sus respiraciones jugaron a mezclarse, la cabeza de Yunho se empezó a mover, con un pequeño quejido de sus labios, pero Jaejoong no se alejó, por que esos ojos se abrieron, y sus miradas se encontraron casi de inmediato.

 

—Yunho… ¿qué haces aquí?

—Quiero que hablemos…

 

Y sus susurros se perdieron un momento, por que Jaejoong se vio tentado a besarlo. Pero sabía también que presionar la situación no era una opción, y al menos Yunho estaba dando el primer paso. Quería escucharlo.

 

 

Fin de la Segunda Lección

 

 

 

 

 

 

¡Volví!~

Oh, extrañaba tanto escribir. Y estar en contacto con ustedes… xD

Me tomó un buen tiempo recuperar el ritmo de la escritura otra vez, pero ya ven. I’m here again! xD

 

Por cierto, sé que no es el fic que me tocaba actualizar, pero la inspiración vino repentina y caprichosa, prácticamente de la nada. Así que no pude evitar escribirlo, no terminaba de publicar Sabores cuando las ideas para este fic comenzaron a revolar por mi mente con insistencia, iba a actualizar mañana, pero tenía que escribirlo.. xD

 

Las extrañaba, a ustedes y esos comentarios que me matan de risa. Poco a poco iremos viendo lo de las parejas, dejen que convivan nada más. Aunque ahora que lo noto es algo un poco difícil.. xD yo y las locuras en las que me meto, en fin.

Gracias por las ideas, son bien recibidas. =)

Se las quiere un montón. Se cuidan~

Hasta el próximo capo!