Precedentes de una Adicción no Controlada
Defensas bajas
Décimo Síntoma
Shintaro sintió la luz del sol golpear en su cara, hacía calor y de repente el dolor de cabeza le hizo darse cuenta que quizá aquella mañana no iba a mejorar, se revolvió entre las sábanas, y al no encontrar el cuerpo de Hikaru cerca, abrió los ojos pesadamente, el ruido recién entrando por sus oídos y los pasos apresurados del mismo Yaotome que guardaba sin orden alguno un par de cosas en la maleta.
—Solo digo que te desapareciste… Necesitaba hablar contigo.
Keito, a unos pasos de Hikaru hablaba distraídamente, peinaba su cabello con tranquilidad y su voz parsimoniosa que no logró engañar lo suficiente a Shintaro, se movió sin cuidado y pudo sentarse en la cama. La imagen de Yuma golpeó su cabeza vertiginosamente y por un instante, pequeño y leve, sintió haberse equivocado.
—Creí que te levantarías tarde —comentó Hikaru, Shintaro entonces no dejó pasar el hecho de que el mayor estuviera ignorando deliberadamente a Okamoto, y por la mirada del otro, al parecer Keito también se percató—. Aunque si quieres hablar con Ryutaro tendrías que apurarte.
—No lo necesito —de pronto la voz perdida de Shintaro se escuchó amortiguada—. Solo quiero irme de aquí.
—Por cierto —habló Keito, con sus pasos lentos hacía los dos—. ¿Qué hacías ayer en la noche por aquí?
—En realidad creo que sí tengo que hablar con él.
—Oh, vamos Shintaro. Ya déjate de juegos —de pronto Hikaru estaba colocando su maleta en la espalda, sin la menor intención de regalarle una mirada—. Ir y venir constantemente hará que tu hermano se aburra y adiós trato.
—No es como si las cosas fueran a ser diferentes si hablamos.
—Al menos si lo intentas…
—No —se negó inmediatamente—. Creo que solo quiero ir a casa.
Keito lo miró por un largo rato, esperando que Shintaro dijera algo más mientras jugaba con sus manos y luego dejaba el tiempo escapar. Suspiró lentamente y terminó por arreglar sus cosas velozmente. Casi distraído de su interés por preguntarle lo que había sucedido, sabiendo a la perfección que Morimoto no hablaría.
—Ten cuidado. Ya sabes, no puedes entrar y salir como si fuera tu casa.
—Siempre puedo violar la privacidad ajena.
La sonrisa juguetona en los labios hizo tanto a Hikaru como Keito sonreír, esa personalidad tan propia del menor cuando se sentía confiado de algo, pero Shintaro estaba ahí, un poco encogido todavía mientras esperaba porque sus amigos abandonaran la habitación y el tiempo se le hacía diminuto.
…
…
—Mañana tendré que ir a hablar con mis padres sobre esto. ¿No te parece emocionante? —Inoo miró distraído el pequeño panfleto en sus manos, aún adormecido por la reunión a primera hora que había mantenido con el director mientras su compañero de salón hablaba y hablaba sin cesar—. Si hacemos las cosas bien, quizá hasta nos den créditos para una universidad en el extranjero.
Kei lo miró un instante. Sus ojos pequeños y su cabello oscuro. Ni siquiera recordaba su nombre, así que asintió concentrándose una vez más en el papel que tenía aquellas letras molestas de algún concurso de matemáticas en el que no le placía verse involucrado, pero al otro le brillaban los ojos y Kei solo pudo aburrirse un poco más.
—Inoo~
La voz de Daiki causó un relámpago interno, trayendo color a ese momento incómodo de debate interno en el que luchaba por la manera adecuada de decirle al otro muchacho que no contara con él, y que mejor se buscara otro compañero.
—¿Qué haces por aquí?
Si bien su voz apagada y su expresión un poco cansada fue lo único que recibió Arioka como buenos días, eso no pareció molestarle, porque únicamente alzó un poco sus hombros y le sonrió todavía un poco más amplio de lo normal, con toda esa vitalidad y regocijo que hasta ahora únicamente había encontrado en esos ojos.
—Bueno, decidí levantarme temprano —Daiki caminó hasta él con las manos en su espalda y a una prudente distancia porque bueno, aquel muchacho de mirada seria se encontraba cerca de ellos y los observaba como si fueran completos desconocidos de repente —Pensé que podíamos desayunar juntos. Hola Okina—. Le sonrió lo menos falsamente que pudo, mirando a aquel muchacho con el que compartía un par de clases y tratando de evitar esos impulsos suyos por pegarse a Inoo cada que lo tenía cerca.
—Hola Arioka —el otro muchacho miró fijamente a Daiki y luego deslizó su mirada hacía Inoo, que parecía todavía concentrado en el papel que le habían entregado—. No sabía que ustedes fueran cercanos.
—Oh, bueno —Daiki tomó velozmente la palabra, especialmente porque Inoo levantó la mirada tan rápidamente que incluso para Okina fue extraño—. No tanto así, más bien somos algo así como amigos.
—Vaya, siempre pensé que eras de esos que guardan bastante sus amistades —esta vez Okina se dirigía en exclusividad a Kei y Daiki incluso sintió esa rabia tan suya borbotar por todos lados queriendo gritar y si era posible exigirle a empujones al otro para que le explicara el porqué de sus palabras—. Ya sabes, no te ofendas Arioka —lo miró desdeñosamente, con aquella sonrisa más falsa que la suya—. Pero no tienes la mejor reputación que digamos, y alguien como Inoo pues…
—Lo pensaré.
La repentina aparición de la voz de Kei tomó por sorpresa a ambos, Kei levantaba un poco el panfleto entre sus dedos y sonreía brevemente antes de darles la espalda y continuar caminando como si nada hubiera pasado en realidad, pero Daiki solo esperó a que Inoo se alejara un poco y luego encaró al muchacho que aún miraba sorprendido la tela de duda en que Kei había dejado su participación para las Olimpiadas.
—No vuelvas a repetir eso —sus palabras pronunciadas con lentitud llamaron la atención del otro que parpadeó un par de veces antes de sonreír y arreglar mejor su camisa.
—No sé de qué hablas. Que Inoo Kei te tenga pena y acepte que lo vean a tu lado, no quiere decir que el resto omita tu… divertida vida dentro y fuera del internado.
—Pues mi divertida vida te importa un carajo. Así que ve cerrando esa linda boquita tuya —Daiki se atrevió incluso a pasar la yema de su pulgar debajo del labio inferior del más alto—. Si no quieres que yo te la cierre a golpes y tú y tú divertida competencia de números se vaya a la mierda.
Daiki sonrió un poco más, solo como advertencia mientras le quitaba de las manos el dichoso panfleto y se lo estrellaba con brusquedad contra el pecho. El sujeto guardó silencio mientras Daiki se alejaba y procuraba alcanzar a Inoo en el lugar que se encontrara, su cabeza daba vueltas, incluso podía sentir las ganas intensas que tenía por golpear a alguien. Sin embargo, cuando se encontró a Inoo apoyado en una de las paredes cerca del comedor, su rostro perdió todo rastro de emoción y repentinamente, cuando canalizó la idea, volvió a sonreír.
—Tardaste —comentó el más alto—. Creí que habías dicho que desayunaríamos juntos.
—Si —reconoció alegre una vez más—. Solo quería aclararle unos puntos a tu compañero de Olimpiada.
—¿Cómo sabes de eso? —Inoo lo miró extrañado.
—Ese panfleto soso habla por sí solo, Kei.
Inoo retomó el paso a su lado y la gente y su bulla hizo al mayor respirar profundo mientras se adentraba en el lugar y metía las manos dentro del pantalón.
—Bueno —comentó bajito—. En realidad aún no me decido a participar.
Y Daiki por un momento no supo definir, si eso era bueno o no.
…
…
—¿Has perdido la razón?
Inoo sintió que incluso podía sonreír un poco mientras Daiki revoloteaba a su alrededor con ideas locas en su cabeza, y Kei mientras tanto se dedicaba a buscar ese libro de química que no encontraba por ningún lado dentro de su diminuto casillero.
—Tienes que admitirlo es una buena idea —al fin Daiki dejó de moverse, cruzándose de brazos, con esa expresión tan llena de seguridad que le quedaba tan bien en el rostro. —Nadie tiene por qué darse cuenta que no estoy.
—No, para nada. Excepto por la lista de asistencia que toman los profesores a diario. Y –oh, por supuesto– por el hecho de que Okina estará dando vueltas por todas partes. Pueden descubrirnos.
—Olvídate de Okina, yo me encargo de él.
—Deja de amenazar gente, Daiki —la sonrisa en el rostro de Inoo hizo que Daiki no se tomara tan en serio la pequeña advertencia e incluso se acercara suavemente, esperando que a nadie se le ocurriera pasearse por ahí—. Hablo en serio.
—Pero será divertido. Serán como vacaciones.
—Es una olimpiada de matemáticas, dudo que te vayas a divertir.
Daiki movió un poco su cuello, sonriendo nuevamente y arreglando un poco la corbata del mayor que repentinamente se le antojó se encontraba desarreglada.
—Yo lo haré divertido —habló en susurros, lo suficientemente bajo para que Inoo sintiera su cuerpo entero sacudirse por esa mirada que Arioka le envío directo a sus ojos—. ¿Qué tienes ahora?
—Química.
—Bueno… —Daiki sonrió un poco más, mirando de un lado a otro—. Es una clase patosa de todos modos.
Cuando Inoo pudo reaccionar, Daiki ya jalaba de su brazo y lo llevaba por pasillos por los cuales él no había caminado, recordó a mitad del camino que tenía una clase a la que asistir, que el timbre ya había sonado y sin embargo dejó que los pasos de Daiki lo guiarán. Sin importar el lugar que fuera.
…
…
—Creo que voy a ingresar a algún deporte.
Cuando Takaki soltó aquel comentario de la nada, y en medio de la clase de Literatura, Yabu no pudo evitar soltar el bolígrafo entre sus manos y abrir sus ojos de par en par como si a Yuya le hubiera salido otra cabeza repentinamente y ambos le hablaran al mismo tiempo.
—¿Tú? ¿Qué? —Estaba asombrado, incluso a pesar de que Yuya lo miró con aquel gesto despreocupado y aburrido mientras mantenía las manos bajo su quijada, tratando de disimular que le prestaba atención a la profesora de turno—. ¿Esto no es por Chinen, verdad?
—¿Yuri? —Por un momento Yuya no pareció entender, pero luego torció un poco sus gestos y viró los ojos—. Claro que no, Yuri no es el eje de mi vida ¿sabes? Además él está en el club de baile. Yo tengo pensado meterme en natación.
—¿Yuya si estás cien por ciento consciente de que meterte a un deporte implica esfuerzo físico, entrenamiento después de clases y obviamente reducción de una de tus múltiples siestas?
La ironía de Yabu hizo al otro fruncir el ceño antes de que golpeara duramente su muslo y Kota se quejara bajito, antes de que la profesora notara su pequeño escándalo.
—No seas borde Yabu, por supuesto que lo sé. Es solo que… He pensado que hacer algún deporte me mantendrá ocupado y así no andaré pensando en tonterías.
—Como Chinen Yuri.
Takaki le envío una dura mirada que para el otro fue suficiente para que se decidiera por dejar el sarcasmo fuera de la conversación al menos por un instante.
—¿Tú cómo vas con Morimoto?
La pregunta de Yuya lo tomó desprevenido. Kota empezaba a acostumbrarse a levantarse y ya no encontrar a Ryutaro por ningún lado, apretó un poco el lápiz que reposaba junto al cuaderno y mordió su labio inferior pensando seriamente en buscarlo durante la hora de receso. Porque ese vaivén descontrolado que mantenían de algún modo debía aplacarse. Su inestabilidad con Ryutaro era aún más fuerte que con Shintaro. Y se sentía más vulnerable por eso.
—¿Sin palabras? —Takaki lo miró sonriente y burlón por igual—. Al parecer fue una buena noche. No llegaste al dormitorio.
—Ryutaro estaba mal, solo lo acompañé. Es todo.
Yabu al principio no entendió el por qué Takaki había girado por completo hacía él y esta vez ni siquiera disimulaba mientras lo miraba expectante y con sus ojos sumamente abiertos.
—¿Ryutaro?
Y cuando aquel nombre salió de los labios de Yuya, Kota comprendió que había cometido un grave error.
…
…
—¿Dónde estás?
En esta ocasión Ryutaro no se había tomado la molestia de siquiera disimular que se encontraba deambulando entre los jardines cuando se suponía que debería estar en clases. Pero ni siquiera llevaba el uniforme puesto, y solo cargaba una pequeña maleta sobre la espalda con aquella expresión indescifrable mientras esperaba por la respuesta de Shintaro que estaba demorando más allá de lo esperado.
—No esperaba que me llamaras.
—Shintaro ¿dónde estás?
Lo tajante de su voz hizo al menor suspirar mientras él continuaba por su camino esperando que Shintaro se dignara a responderle aunque luego de un instante escuchó su voz otra vez y esta sonó demasiado cerca de sus oídos.
—Creo que atrás de ti.
Shintaro estaba a unos pocos pasos, con su mirada dedicada por entero hacía él y parecía no haber dormido demasiado bien, porque después de todo Shintaro no solía ser de esos que se mostraron exhaustos a primera hora de la mañana a pesar de lo mucho que odiara despertar temprano.
Ryutaro respiró hondo, sin tomarse la molestia de preguntarse siquiera porqué su hermano se encontraba ahí, solo caminó en dirección a donde se encontraba y fue como si el odio insano se reviviera y de repente se encontró golpeando su barbilla y recibiendo en esta ocasión varios golpes de vuelta, como si en realidad fuera necesario. Como si eso calmara un poco la inestable tabla sobre la cual se encontraba su hermandad.
…
…
Finalmente lo había llevado a una de las azoteas tan desprovistas de privacidad que Inoo tanto evitaba, y cuando la puerta se cerró detrás de él, Daiki había tomado su rostro con apremio, encerrando sus manos sobre ese rostro suave y limpio que solo el mayor poseía, apoderándose del espacio corto que quedaba entre sus labios y el aire que desapareció entre sus bocas esa mañana.
Los besos de Daiki eran justo como él, llenos de pasión y adrenalina. De esa sensación asombrosa que sacude el cuerpo de Inoo y lo hace aferrarse al menos a su cintura, porque Arioka es como un torbellino de emociones y sensaciones a su alrededor. Un mundo nuevo que sigue descubriendo mientras para Daiki todo parece ser un juego.
—Espera —habla luego de unos minutos cuando los labios de Daiki ya están seguramente muy rojos por la fricción de sus bocas juntas y este le regala una sonrisa impresionante —¿Me has traído aquí solo para besarnos? Entérate que estamos perdiendo horas de clases.
Daiki ríe ampliamente, sin molestarse en ocultar lo barata que le parece su excusa. Y por un momento Inoo piensa que un rostro como el de Daiki está hecho para regalar sonrisas todo el tiempo.
—Te traje aquí para demostrarte lo que podemos hacer durante el viaje a tus Olimpiadas.
—Mis horas libres debería ocuparlas en practicar matemáticas entonces.
Daiki se aferra a su cuello, esa desventaja leve entre sus estaturas pesa un poco mientras Kei puede darse cuenta que a Daiki le gusta mucho hablar cerca de su boca.
—Claro, puedes practicar tus números todo lo que quieras. Siempre y cuando yo haya quedado satisfecho.
—¿Satisfecho respecto a qué?
—A tantas cosas…
La frase de Daiki queda volando por el aire, porque ha acercado su boca nuevamente y Kei no se niega, ni un poco, recibe los labios de Daiki y procura apoderarse de ellos justo como hace un minuto Arioka lo hacía, con esa burbujeante sensación dentro del pecho nuevo.
Pero Inoo la mata, de la misma forma que revive cada vez que se besan. Mata cualquier meticulosa sensación que amenace su tranquilidad mientras deja que el aroma de Daiki se quede prendado a él. Porque Inoo acaba de percatarse tantos días después que la fragancia de él es fresca y masculina.
Está descubriendo tanto de él, que involucrarse demasiado, empieza a ser una opción poco consciente.
…
…
Yuto pelea una vez más contra la computadora, rasca un poco su cabeza y exaspera volátil mientras ve con frustración esa tonta escala de programación que finalmente no ejecuta como debería. Odia la clase de computación o como sea que se llame, porque en realidad no le ha prestado más atención de la necesaria en las pocas semanas que tienen desde que se hubieran iniciado las clases.
Pero las dos chicas junto a él ríen lo más bajo que pueden mientras se acomodan la una a la otra y de vez en cuando le lanzan miradas que repletan de confianza el pisoteado ego que Okamoto Keito deja a su paso cada que se encuentran, pero esta vez las risitas y las miradas son menos disimuladas de lo normal y Yuto muere en curiosidad.
—Hola —habla despacio y tratando de sonar incluso amable—. ¿Sucede algo?
Las dos ríen un poco más mientras niegan un poco y señalan la pantalla de su computador.
—Solo mirábamos las nuevas fotos de tu revista.
—Oh, ¿ya salieron?
Luce incluso animado de nuevo, a pesar de estar en medio de una tarea que él ya ha olvidado en tanto se acerca un poco al monitor de las dos muchachas que le dan un pequeño espacio mientras él deambula un rato y observa lo bien que ha salido en las dichosas fotos y las muchas que hay de él.
Eran un grupo bastante numeroso y Yuto en verdad siente su pecho refulgir de orgullo cuando ve la cantidad de fotos publicadas que hay de él, y de Okamoto, claro. Hay tantas de él, como suyas, y casi sin pretenderlo hace un pequeño puchero con sus labios mientras baja en la página y continúa encontrándoselo en cada foto como la peor de las plagas.
—Estúpido Okamoto…
…
…
—Pensé que podríamos salir juntos este fin de semana —Keito no está muy acostumbrado a planear las salidas o siquiera organizarlas, porque en realidad Hikaru es el bueno en eso, pero en esta ocasión siente a Yaotome tan disperso, que se ve en la obligación de hacerlo mientras caminando por los pasillos, a la hora del receso—. Al cine y quedarnos a dormir en la casa de mis padres.
—No lo sé… —Hikaru parece bastante entretenido con ese tonto juego de piezas que encontró en el salón de artes y Keito empieza a fruncir el ceño porque se siente completamente ignorado—. Escuché que habría una fiesta este sábado. ¿No sería genial ir?
—No suelo ir a fiestas y lo sabes.
—Sí, pero es bueno relacionarse con otras personas.
—Ya tuvimos nuestra pésima experiencias con una de esas fiestas y…
—Ah, pero es que está fiesta no va a ser aquí. Va a ser fuera en la casa de Kimaro si no me equivoco.
Hikaru parece concentrado en recordar de quien es la casa que le habían mencionado y Keito respira hondo, se lo merece, probablemente. Ha dejado a Hikaru de lado durante mucho tiempo, y quizá su amigo únicamente esté jugando con él, pero a veces lo ve tan simple, que se rehúsa a la idea y entonces concluye que en verdad Yaotome solo lo está ignorando.
—Me pregunto si Ryosuke irá…
La voz suave de Hikaru es baja, aun perdido en sus pensamientos, Keito está a punto de preguntarle por qué lo ha mencionado cuando el muchacho alza su brazo por completo y luce una gran sonrisa en el rostro. Igual de escandaloso que siempre, abriéndose paso entre la gente que hay alrededor.
—¡Hey, Ryosuke!
Keito lo mira únicamente irse, acercarse a Yamada con la mayor de la tranquilidad mientras el otro muchacho con los libros en la mano sonríe y parece asentir un par de veces mientras Hikaru habla y habla como suele ser su costumbre, en medio de bromas tontas y ese movimiento de manos que Keito reconocería de aquí al fin del mundo. Hikaru es tan transparente para él, que en ocasiones se sorprende así mismo.
Siente una nebulosa extraña a su alrededor y se percata, que tal vez Hikaru ha estado haciendo algo más que esperar por él mientras se desaparecía, por más egoísta que eso suene en su cabeza.
…
…
Tal y como se lo había propuesto, Yabu espera que el timbre que anuncia el receso suene para poder salir directo hacía la habitación de Ryutaro, esquivando por completo a Takaki y su interminable interrogatorio sobre: ¿quién es Ryutaro? Que él ha esquivado hábilmente diciendo que solo se le habían cruzado los nombres. Pero Yuya no era tan fácil de despistar y con una sonrisa solamente lo había atosigado ahora con la razón por la cual había pensado en él mientras hablaban de Shintaro.
Y Kota en verdad no estaba muy convencido de si Yuya le había creído la excusa de que había sido sencillamente espontaneo. No estaba seguro aun de confesarle que Shintaro tenía un hermano gemelo y mucho menos contarle sobre el intercambio que los hermanos Morimoto habían realizado.
Pero Yuri y su sonrisa adorable hicieron acto de aparición en el momento indicado. Rodeado de personas como era su mala costumbre, Chinen había aparecido sin razón alguna frente al salón de tercer año y reía en voz alta mientras su mirada se deslizaba por cualquier otro lugar excepto las personas con las cuales supuestamente se encontraba conversando.
Takaki había sido veloz, apenas lo había visualizado había girado en la primera esquina que encontró y había huido cobardemente sin darle tiempo a Kota de preguntarle el porqué de sus acciones. Como fuera, Takaki había escapado de la dulzura mal disfrazada de Yuri y con eso había terminado el incómodo interrogatorio sobre Ryutaro.
Ahora, Kota caminaba los pocos pasos a la puerta de Ryutaro y respiraba hondo, planeando seriamente en hablar con él y matar esa inestabilidad profunda que ambos tenían. En realidad de la manera más amable Yabu pretendía mandar al demonio la sombra de Shintaro y pedirle a Ryutaro que intentaran una relación, por más amorfa que esta fuera, o sonara.
Sin embargo cuando abrió la puerta Ryutaro estaba de espaldas arreglando un poco de su ropa y ni siquiera se había dignado a girar ante su ingreso, cuando generalmente siempre saltaba ante la invasión a su privacidad. Pero Yabu decidió ignorar aquello y cerró la puerta tras de él, moviendo un poco el cuello porque de pronto se sentía estresado.
—Ryutaro.
El rostro molesto de él fue lo primero que recibió, observando su ceño fruncido, y el terrible morado debajo de su barbilla y otro muy cerca de su ojo. Yabu se tomó un par de segundos para analizarlo, incluso su peinado desordenado y esos refulgentes de una rabia insensata que lo hizo sentirse agotadoramente vacío.
—¿Shintaro?
Verlo ahí de nuevo fue como sentir que Ryutaro se había marchado. Sin despedirse ni preocuparse por él y sus intenciones.
…
…
..:: Fin del décimo síntoma ::..
Muchas gracias a todas las que leen , espero que disfruten el capitulo.
Se las ama ♥