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Juega conmigo: prologo


 

 

Juega Conmigo

 

Prólogo: Escrúpulos.

 

 

 

 

Escrúpulo (del latín, scrupulus)

Es la inquietud de ánimo provocada por la duda acerca de si algo es bueno o malo, correcto o incorrecto, verdadero o falso.

 

 

 

 

 

Escuchaba los pasos, lentos, tranquilos, inmunes.

 

Su ser se agitaba ante la anticipación de ese cuerpo, de su ser entero que proclamaba por la presencia del contrario como vil esclavo a sus deseos. Como si de pronto hubiera perdido la voluntad y hubiera dejado de pensar.

 

Cuando la puerta se abrió y aquel rostro masculino se asomó, Yoochun incluso sintió su estómago encogerse, como si apretujaran todo su ser y de pronto olvidara todo lo que alguna vez había defendido, como la moral y las buenas costumbres, algo a lo que lo habían acostumbrado, algo que no compartía.

 

Y esa sonrisa vislumbro desde su lugar, altanera y confiada como siempre. Esa sonrisa hizo acto de aparición, y Yoochun se sintió débil, por que sabía lo que pasaba por la mente del menor.

 

—Has vuelto…

 

La declaración exacta y acertada atravesó por sus pensamientos. Indicándole que era un débil que no debía continuar jugando a tensar a su suerte y sin embargo estaba ahí, preso de aquella expresión segura y esa sonrisa que ahora era sensual.

 

Por que aquel rostro podía ser a veces aniñado, otras veces angelical, otras veces podía ser simplemente un demonio. Y Yoochun casi enloquecía, por que Shim Changmin era un matiz cambiante, como un camaleón que se adapta a su conveniencia.

 

Y Yoochun a veces no sabía que era lo que más le enloquecía de Changmin.

 

—Dijiste que no volverías, ¿qué ha pasado Yoochun?

—¿De verdad quieres que lo admita?

 

La sonrisa en esos labios no desapareció, el menor solo se dedicó a caminar dentro de la habitación, y buscar la botella con champagne que había sobre la hielera, a observarla con cuidado de que fuera la que él prefiere.

 

—Eso elevaría un poco más mi ego, así que sí.

—Te deseo.

 

La facilidad con la que salieron esas palabras de su boca, sorprendió incluso al mismo Yoochun que de pronto se vio atravesado por aquella mirada fija del muchacho que en estos momentos ya no sonreía, más bien se había sentido complacido con saberlo entre sus manos.

 

—¿Me deseas? Eso no es algo que no escuche a diario.

—Eres demasiado presuntuoso para mi gusto, Min.

 

Y el cuerpo de Yoochun no resistió demasiado tiempo lejos del de Changmin, como si un imán lo jalara, hacia unas cadenas asiduas a las manos del menor que lo atraían sin ningún problema.

 

Aquellas manos fuertes, tomaron por el rostro a Changmin, y lo apresaron entre la pequeña mesa a su espalda y el cuerpo de aquel hombre que ahora se pegaba a su ser casi hasta el punto de querer que sus pieles se fundieran.

 

La boca de Yoochun fue bien recibida entre movimientos apasionados y sensuales, como si a pretendiera llevar el control. Tal vez era por que le sofocaba cuando pasaba demasiados días intentando fingir que esa necesidad asidua que sentía por el menor no rayaba en la obsesión, pero Yoochun sentía que a cada beso, a cada roce de su piel volvía a estar bien.

 

Como si la ansiedad desapareciera de repente y rebotara en una pasión que lo consumía mientras sus manos viajaban por ese rostro, se prendían de ese cabello y tocaba esa amplia espalda.

 

Por que le encantaba, veneraba cada parte de ese cuerpo a su disposición por un par de horas en esa noche. Yoochun enloquecía y perdía el control tan solo con verlo, como si el resto dejara de existir.

 

—Espera…

 

Las manos de Changmin se colocaron sobre su pecho. Sin demasiada presión y con sus labios rojos e hinchados por la intensidad con la que fueron apresados, Yoochun no entendía, ¿qué era lo que pretendía ahora?

 

—Changmin no tengo tiempo, mi vuelo sale en dos horas y media. No debería estar aquí incluso.

—Pero estas, y antes que nada quiero decirte que…

—Changmin ahora no.

 

Yoochun solo abrió esa camisa negra, desprovista de botones luego de que jalara de ella con demencia, teniendo frente a sus ojos aquellos abdominales marcados y esa piel bronceada producto de las últimas vacaciones de Shim.

 

El impulso de su cuerpo, como si de pronto fuera llamado por el otro. Sus manos tocaron esa piel y el pequeño gemido casi insonoro que salió de esos labios fue gratificante, por que Changmin a veces no pretendía demostrarle lo mucho que lo excitaba.

 

Su rostro se escurrió con cuidado por aquel largo cuello, con pequeños besos que arrancaron gemidos en el menor. Yoochun tenía una forma de saber cuan real podía ser Changmin entre sus brazos, aunque el menor aún no se diera cuenta.

 

‘Tenía prohibido gemir’

 

Yoochun se lo había dejado claro desde el principio, desde el inicio de sus esporádicos encuentros. Así que cada sonido errante que salía de esos labios era tan real, como el dinero que Yoochun depositaba en las manos de ese insolente.

 

—Maldición… espera…

 

La voz acongojada de Changmin era deliciosa, como si no pudiera pronunciar adecuadamente y la respiración no diera señales de vida en su cuerpo. Yoochun disfrutaba de ese rostro exasperado por no poder controlarse entre sus manos.

 

Era como un desafío, un duelo entre ambos donde el que perdía, era el que terminaba suplicando por más. Y ni a él ni a Changmin les gustaba perder. Fue cuando las manos de Changmin se perdieron dentro de su camisa que Yoochun entendió que el menor empezaba a desesperarse también.

 

No le gustaba ese desatino por hacerlo todo rápido, por que unas veces pensaba que era pasión otras que quería deshacerse de él, pero justo en ese momento a Yoochun le dejó de importar.

 

Sus manos que antes tocaban esa esplendida espalda pasaron a la cintura, repasando con cuidado la piel a su disposición hasta que tocaron el cinturón de cuero negro que pronto se encargó de abrir.

 

El sonido algo leve del metal en contacto cuando la hebilla fue desajustada provocó que Changmin cerrara los ojos, que un suave jadeo se perdiera entre los pliegues de esa habitación y la boca de Yoochun que ahora volvía a invadir la suya fuera devastador para si mismo.

 

Sin un ápice de control, Changmin apenas alcanzó a medio abrir uno de los cajones, su mano buscando aquel pequeño bote de lubricante, que justo en ese momento parecía esconderse para él.

 

Pero Yoochun estaba vestido, y Changmin tenía ganas de tocarlo, inconsciente aún de por que había aprendido a disfrutar de aquello con él, el cuerpo de Yoochun se pegó al suyo, casi sobre él, y cuando vio el pequeño frasco en las manos de Park entendió el motivo.

 

La sonrisa ladina en ese rostro mientras lo colocaba sobre la mesita y volvía a prácticamente devorar su boca, obligó a Changmin a optimizar el tiempo que sus manos viajaran hasta el pantalón de Yoochun y lo abrieran del mismo modo que Yoochun lo había hecho con los suyos.

 

Sus manos pronto se embarraron de aquel frío lubricante que contrastó de inmediato con el miembro semi erguido de Yoochun, con el quejido que salió de esos labios, de esa voz profunda y alucinante.

 

A Changmin siempre le había encantado esa voz, esa increíble y sensual voz que siempre escuchaba en la radio antes de tenerlo en vivo y en directo gimiendo para él, y mientras su mano apresaba el miembro de Yoochun, con movimientos acompasados y lentos que desesperaban al mayor, Yoochun se apoyaba en él. En esos hombros a su disposición.

 

La respiración de Yoochun golpeaba contra su cuello, sintiendo el peso de él en su cuerpo, con esos gemidos que excitaban todavía más a Changmin. Y cuando perdió el contacto de esas manos en sus hombros, por que pasaron a su cintura, Changmin apenas fue consciente del momento en que Yoochun lo había hecho girar contra la pared, apenas sostenido por la mesita interpuesta entre su cuerpo y aquella fría pared de cemento.

 

—Dos semanas… estaré fuera dos semanas…

 

Yoochun apenas había podido hilar sus pensamientos, respondiendo a lo que seguramente Changmin había querido preguntarle en un inicio y que él acalló con sus besos. Consciente de que Changmin ahora no pensaba adecuadamente como para contraatacar con excusas burdas.

 

Las manos de Changmin se ciñeron a la madera de aquella mesa, con fuerza, mordiendo su labio inferior cuando empezó a sentir a Yoochun introduciéndose en él, intentó relajarse un poco, que su respiración al menos se normalizara.

 

Y cuando el cuerpo de Yoochun estuvo prácticamente pegado al suyo, Changmin vio imposible no soltar aquel gutural gemido que emitió mientras cerraba los ojos con más fuerza. Con el sabor metálico en su boca producto de la sangre, con la incomodidad de Yoochun dentro de él.

 

Los labios de Yoochun besaron su nuca, con esporádicos besos mal dirigidos, como si lo hiciera mientras se cansaba de esperar para empezar a moverse. Usualmente, Changmin no estaba acostumbrado a que sus clientes esperaran a que él se sintiera listo para empezar con las embestidas, Yoochun era el único.

 

Quizá por eso, él era el único con el que sentía placer.

 

Antes de que sus pensamientos siguieran divagando la mano de Yoochun jaló de barbilla y lo hizo girar, al encuentro de sus bocas, desperdigando un sabor extraño entre ellos, indescriptible, confuso.

 

No había amor entre sus encuentros, había que ser muy iluso para pensar que los había, era pasión. El mejor sexo que ambos podían disfrutar, y que era la razón por la cual no se aburrían el uno del otro.

 

Y en medio de aquel beso, Yoochun empezó a moverse.

 

Lentamente que empezó a desesperar a Changmin, con la fricción y la sensación opuesta de calor y frío cada que Yoochun se alejaba y volvía a entrar, sacudiendo su cuerpo por completo.

 

Changmin necesitaba apretar algo entre sus manos, por que esos movimientos empezaban a descontrolarlo, y él tenía prohibido gemir. Su cuerpo entero sucumbió hacía adelante, cuando Yoochun empezó a moverse con más fuerza.

 

Con el sonido de sus cuerpos sudorosos, pegados el uno al otro, con esos jadeos profundos de Yoochun en su oreja y su cabello moviéndose en cada embestida, Changmin sentía incluso, producto del sudor en su frente, como los cabellos se pegaban y morder su labio ya no funcionaba, por que igual los quejidos salían de su garganta a su boca.

 

El momento en que la respiración es inconstante, llegó. Yoochun de repente entró en él con fuerza y Changmin volvió a romper las reglas como en sexta ocasión esa noche, por que el gemido que abandonó a su boca, fue tan fuerte que se sintió incluso hasta patético.

 

Sentía aún la fuerza de Yoochun mientras descansaba un rato contra su cuerpo, saliendo de él lentamente y Changmin sabía que quería, y sin embargo no tenía las fuerzas para moverse por si solo.

 

Así que sin problemas Yoochun lo agarró por la cintura, lanzándolo contra la cama y Changmin sintió sus cabellos agitarse una vez más cuando cayó sobre el mullido colchón. Las manos de Yoochun tomaron sus piernas y elevaron sus caderas.

 

Changmin apenas abrió los ojos cuando Yoochun volvía impregnarse en su ser, con mucha más intensidad que la primera vez.

 

—Agh… Yoochun… ¿no tenías que irte… pronto?

 

Él sabía, sabía lo mucho que le jodía a Yoochun que lo apresurara. Por eso lo incitaba, por que le gustaba el Yoochun agresivo que ahora lo hundía contra la cama, que golpeaba sus caderas con fuerza en cada embestida como si pretendiera fundirse dentro de él.

 

—¡Maldición, Yoochun!

 

Sentía el placer recorrer su cuerpo entero, por que Yoochun estaba golpeando en el lugar indicado, desatando su casi extinto autocontrol que ahora pugnaba por desaparecer por completo.

 

Changmin entonces llevó el antebrazo sobre sus ojos, mordiendo su labio inferior y con el vaivén de su cuerpo siendo empujando por el de Yoochun constantemente sobre la cama, desarreglando la cama, haciendo fricción entre sus pieles.

 

—Diablos… Changmin…

 

Esa voz, Shim la podía reconocer sin problemas, cuando Yoochun transformaba su voz en ese quejido lastimero es por que estaba a punto de llegar al orgasmo, y Changmin lo odiaba por eso, por que Yoochun siempre lograba resistir más que él.

 

Justo como en ese instante.

 

Fue una de las embestidas de Yoochun, una de las más intensas que repicó en todo su ser que Changmin llegó al orgasmo. Que otro gemido salió de su boca y se escuchó como si fuera casi un grito. Changmin odiaba ese descontrol en su ser, provocado por el orgasmo que pocas veces tenía.

 

Su cuerpo entero perdió la tensión que pudiera haber retenido y su brazo incluso perdió fuerzas, sus ojos se abrieron lentamente, mientras sentía a Yoochun todavía entrar y salir de su cuerpo, con aquella estúpida sonrisa victoriosa en el rostro al haberlo hecho perder en esta ocasión.

 

Su cuerpo aún era sacudido por las embestidas del mayor y de pronto esa imagen casi etérea de Yoochun sobre él, lo capturó, aún más cuando Park cerró los ojos, y se aventuró sobre su cuerpo en un último despojo de fuerza, en un último gemido más discreto que los de él.

 

Yoochun se dejó caer sobre Changmin, y él vio algo dificultoso que su pecho siguiera subiendo y bajando con la misma regularidad ante la recuperación de su respiración habitual.

 

El calor de sus cuerpos unidos, y el sudor que los envolvía lo hizo a Changmin volver a cerrar los ojos. Ante la excitación y el exquisito sabor de un orgasmo recién consumado.

 

Changmin apenas había sido capaz de sentir el momento exacto en el que Yoochun había terminado, su cuerpo aún estaba un poco entumecido, acalorado, desprovisto de una reacción normal en sus cinco sentidos.

 

Y esos intentos de respiración que Yoochun tenía, lo hacían todo un poco más difícil para que Changmin recordara siquiera en que día estaban. Sus manos subieron por esa espalda de Park, tocaron lascivamente cada espacio que pudieron, pero cuando Yoochun levantó la cara, hubo un problema.

 

—No tengo tiempo, Min. Tengo que tomar el avión.

 

Changmin no replicó, Yoochun podía hacer uso del tiempo que pedía como a bien quisiera, después de todo, si optaba por irse antes de que acabara su tiempo, no era su problema.

 

Lo vio levantarse, primero con algo de cuidado hasta encaminarse al baño, y decidió que luego de que Yoochun se duchara, lo haría él, que no saldría de esa habitación hasta que la hora que Yoochun había pedido terminara, solo por que deseaba descansar.

 

Palpar cuidadosamente ese sentimiento post orgásmico que lo albergaba de satisfacción, esa abolición a sus emociones, que tan pocas veces llegaba a su ser.

 

 

 

 

A Yunho le encantaba ese daiquiri que Junho preparaba.

 

Lo bebía prácticamente todos los días, sentado frente a la barra, conversando de cualquier cosa con el muchacho que se encargaba de proporcionar el licor en el club, enfundado tras aquel chaleco y pantalón negro, que combinaba con la camisa blanca.

 

Yunho a veces envidiaba el trabajo de aquel muchacho que con el tiempo se había convertido en su amigo. Por que él podía hacer algo que Yunho no podía, negarse a tener sexo con los clientes.

 

—No es como si tú te acostaras con el primero que te ofrece cien billetes, Yunho.

 

Justo en ese momento, Yunho soltó una pequeña sonrisa, observando el vaso ahora vacío que se posaba entre sus manos, y los cómodos hielos que apenas se movían ante las leves sacudidas.

 

—Buen punto, tengo el privilegio de escoger a mis clientes y no que ellos me escojan a mí. Pero eso no quita el hecho de que de una manera u otra, son ellos quienes tienen el poder sobre mí, gracias al dinero, los escoja yo o no.

 

Junho sonrió, limpiando uno de los vasos con aquella toalla de tela blanca.

 

—Pagan mucho por ti, y yo no sé que tienes de bueno…

 

Yunho levantó la mirada, sonriente y con atisbos leves de fingirse indignado por el comentario del menor, que solo sonrió divertido. Petulante, Yunho le siguió el juego.

 

—Pues para que te enteres, hay quienes han pagado hasta en dólares por mí.

—Es decir, eres un puto internacional.

 

Yunho le lanzó un par de maníes secos por la cabeza al muchacho tras la barra. Pero él solo emitió una carcajada, divertido con las expresiones en Jung que en ese momento solo rodó los ojos.

 

—Oh, tu adorado tormento ha llegado~

 

Instantáneamente Yunho levantó la mirada, por la entrada venía Jaejoong. Vestido de negro como la mayoría de veces cuando iba a verlo. Buscándolo con la mirada entre el montón de gente que había, que iba y venía con expresiones diversas en sus rostros.

 

Yunho no terminaba de entender a ese muchacho que desde hace dos semanas venía seguido al club. De pronto un día Boa se acercó, diciéndole que aquel muchacho lo quería contratar. Yunho siempre tenía que aprobar primero a sus clientes.

 

Y la verdad es que Jaejoong a primera vista no parecía fuera de lo normal, incluso tenía el aditivo de ser agradablemente atractivo, así que no representaba problema. Pero la experiencia le había enseñado a no confiarse de las caras bonitas.
Así que probaba, y si el tipo no era en verdad extraño. Lo dejaba volver por él cuantas veces quisiera.

 

Pero lo extraño de Jaejoong no era malo, al menos no TAN malo, por que en las dos semanas que lleva viéndolo, en total cinco encuentros. Ellos no han tenido sexo, Jaejoong solo lo ha llevado hasta la habitación, se ha quitado la chaqueta se ha recostado en la cama y le ha pedido que lo abracé.

 

Yunho es consciente de la cantidad de billetes que sus clientes pagan por él.

 

¿Cuan podrido en plata puede estar aquel misterioso sujeto como para gastar tanto en él, solo por un abrazo?

 

Eso, ¿o cuan atormentado para necesitar del abrazo de un desconocido?

 

Yunho nunca le ha preguntado las razones por las cuales lo eligió a él. Era extraño pero no le molestaba, es decir, ganar dinero sin hacer nada. ¿Quién no deseaba eso? Pero aún así, a veces Jaejoong incluso le daba lástima.

 

Por que parecía muy solitario.

 

Y Yunho incluso en medio de la vida que llevaba, podía decirse que tenía algo así como una familia, en los pocos amigos que había encontrado.

 

Levantó su mano derecha, para poder llamar la atención del mayor, y Jaejoong casi inmediatamente caminó hasta él. Con esa expresión seria en el rostro, jalándole por el brazo hacia una de las habitaciones en el piso superior.

 

Jaejoong pocas veces le hablaba, solo iba hasta él, se recostaba en la cama y esperaba por que lo abrazara. Era un tipo en verdad extraño…

 

Yunho incluso pensaba a veces, que sabía su nombre por que Boa se lo había dicho, y en ocasiones dudaba que ese fuera su nombre real. En otras ocasiones, cuando no podía dormir mientras abrazaba a su cliente poco convencional, pensaba que Jaejoong a lo mejor ni se sabía su nombre, mucho menos su cara.

 

Por que Jaejoong apenas lo veía, jalaba de él, se encerraban en la habitación. Y dormía las dos horas que siempre pedía. Yunho a veces no conciliaba el sueño, pero Jaejoong entre sus brazos caía profundo.

 

Seguramente si algún día se cruzaban en algún lado, Jaejoong no lo reconocería, por que en verdad, a Jaejoong parecía importarle muy poco su ser, su rostro o su nombre. A Yunho no le importaba, estaba acostumbrado a eso.

 

A lo que no estaba acostumbrado es que a sus clientes no les interesara su cuerpo, como parecía pasar con Jaejoong, a quien solo le interesaban sus brazos. Lo intrigaba, y Yunho no comprendía por que siempre que Jaejoong lo visitaba, llegaba con un sutil olor a vainilla.

 

Otra vez estaban en la habitación, Jaejoong se quitaba la chaqueta, se recostaba en la cama, siempre de perfil. Y como en cada ocasión, Yunho se acostaba a su lado, lo envolvía en sus brazos y Jaejoong se quedaba dormido en esos cortos cuatro minutos.

 

 

 

 

—Cuidado con irte de fiesta, Minho.

Tranquilo, hyung. Te prometo que en verdad vamos a estudiar. Es un examen muy importante de bacteriología.

 

Siwon suspiró, con el celular en sus manos, y moviendo un poco el pie.

 

—De acuerdo, confío en ti, mocoso. ¡Y espero que saques un cien!

¡Lo prometo! No llegues muy tarde hoy a casa, y no te olvides de cenar, te deje la comida en el microondas.

 

—Está bien. Espero que hayas hecho bien esa comida.

—¡Lo intento! Sabes que no soy bueno en la cocina… Me voy, hyung.

—Ve con cuidado.

 

En cuanto el menor hubiera colgado, Siwon guardó el celular en el bolsillo y entró de regreso al club. Junho servía un par de whisky a otros de los muchachos, y él se sentó frente al más joven.

 

—¿Problemas con el hermanito menor?

 

—No, Minho es un buen chico… Es solo que está estudiando medicina, quiero que se esfuerce al máximo. Y pedirle sinceridad cuando sale de noche me parece a veces tan hipócrita de mi parte.

 

Siwon vio el vaso que Junho colocó sobre la barra, sirviéndole un poco de Vodka.

 

—Siempre puedes decirle a que te dedicas, ser sincero con él.

—Aún no, apenas tiene dieciocho. Quiero… que madure un poco más.

 

Junho suspiró un poco contrariado por esa expresión de abatimiento en el mayor, pero apenas el Vodka hubiera entrado en el organismo de Choi, debido a que la noche apenas empezaba, Siwon inmediatamente dibujó una expresión más afable en su rostro y sonrió.

 

—Bien, Boa me llamó como hace unos quince minutos. Supongo que alguien me ha pedido. Nos vemos luego.

—Siwon, no olvides que el fin de semana es el cumpleaños de Min.

—Anotado.

 

Siwon se empezó a alejar tranquilamente, con aquella expresión conquistadora que tan bien se enmarcaba en él. Con aquello de lo que subsistía desde hace tiempo.

 

 

 

 

 

Junsu odiaba los aeropuertos.

 

La gente, las multitudes, la sofocación.

 

Y aún más justo hoy, que le dolía la cabeza, ajustó las gafa a su rostro y siguió caminando entre la gente, jalando las maletas a su paso y con aquella bufanda negra revoloteando debido al viento de las puertas a la salida del lugar.

 

Se disponía a asentarse en aquel lugar para ver la hora, cuando un tipo bajando de un taxi se interpuso en su camino y chocó con él, torpe y abruptamente que lo hizo incluso trastabillar y que su maleta callera.

 

—Lo siento, estoy apurado. Bienvenido a Corea.

 

El sujeto asintió sonriente, con una gorra en la cabeza y gafas oscuras que tapaban sus ojos. Inusitadamente, el hombre lo observó fijamente de repente, incluso bajó las gafas para verlo mejor, y Junsu se sintió incómodo con aquello.

 

—¿Sucede algo?

—Lo siento, es que te me hiciste vagamente conocido.

 

Antes de que el cerebro de Junsu pudiera trabajar más rápido de lo que debía, el muchacho volvió a colocarse las gafas y empezar prácticamente a correr hacía el interior del aeropuerto.

 

—El vuelo me deja, lo siento nuevamente.

 

Y se marchó con paso rápido, perdiéndose entre la gente. Dejando a Junsu únicamente con un vistazo rápido, al nombre que llevaba una de las maletas ‘Park Yoochun’ por un momento trató de cavilar el lugar donde se podían haber conocido pero lo descartó cuando escuchó el grito estridente de su amigo.

 

—¡¡Junsu!!!

 

Heechul avanzó corriendo hasta él, con los brazos estirados y lanzándose a su cuerpo sin reparo. Se enganchó a su cuerpo y giraron un par de veces antes de que la risa alegre de Kim mejorara un poco su ánimo.

 

—¿Cómo has estado Heechul?

—Muy bien, ¿y qué trae al detective Kim por estos lares?

 

—En realidad, me transfirieron a Seúl.

—¿En serio? ¡Eso es grandioso!

 

Junsu levantó un poco los hombros, con una pequeña sonrisa entre los labios y Heechul rápidamente pasó un brazo por sus hombros.

 

—Ahora solo necesito un lugar donde quedarme hasta que me estabilice.

—Junsu, por supuesto que puedes quedarte conmigo.

—Gracias, Chul.

 

Amigablemente, Heechul se hizo cargo de una de las maletas, conversando trivialmente sobre cualquier cosa que entretuvo a Junsu lo suficiente como para olvidar el horrible viaje en avión y el encontrón extraño con aquel sujeto.

 

Guardada en su bolsillo, permanecía aquella imagen que había sido su motivo principal para aceptar ir a Seúl. Repleto de esperanzas por encontrar a su hermano después de tantos años.

 

 

Fin prólogo.

 

 

 

Yume!!

¿Cómo no me habías recordado que te había prometido un fic?

Soy olvidadiza por naturaleza, lo admito. Y me disculpo por hacerte esperar todo este tiempo. Te aseguro que vas a amar a este YunJae que tengo ideado, todo misterioso y ya verás como se va desarrollando su historia. Apenas lo estoy comenzando, y la historia de cada pareja me tiene con ganas de escribir más y más.

Así que, Yume, este fic va dedicado para ti manis. LoveU gracias por todo el apoyo de siempre.  =)

Espero que les guste, y que hayan disfrutado del capo.

Es mi primer lemon Dong Bang Shinkero.. xDD Sean amables… xD

Por cierto, coincidencialmente, el primer lime que hice fue un YooMin en SSN, y ahora, mi primer lemon también ha sido para ellos. ¡He completado el círculo! xDD En fin, espero que no haya sido tan desastroso. Ya iré mejorando supongo, ¡que horror! que cosas digo! xD

Se cuidan, y hasta el proximo capo!

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Juega Conmigo


El punto exacto, en que lo correcto y la moral quedan en el olvido.

Cuando el pulso se acelera, y la sangre te quema por dentro.

¿Quieres emociones fuertes?

Entonces, juega conmigo.

~ YooMin ~ YunJae ~ SuHo ~

Capitulos

Prólogo:  Escrúpulos

Capitulo 1: Efímero.

….

 

 

¿No se les hacía extraño que no hubiera publicado un nuevo fic? xD

Ya saben que cuando la inspiración se me va, si regresó es por que vengo recargada con un nuevo fic, y muchas ideas para mis capitulos. Así que esta vez mi inspiración se puso sexy y medio perver.. como su dueña.. xDD (Jajaja!~)

En fin, tengo ideas medio retorcidas/sexy/extrañas/medio lemonosas para este fic, ya veremos como sale. No sé que me dio, de pronto pensé en el YooMin todo sexoso o al menos muy sensual. Pero ya veremos que pasa.

Y por la pareja de Junsu no preguntén! No sé que ente extraño me ha poseído que me ha fascinado la idea de Junsu  con Minho… >//< No sé por qué, pero desde ‘Sería Feliz’ le tengo pica a esta pareja.

En fin, espero que disfruten de mi nueva locura, más tarde subo el capi. Bye~

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Sería Feliz


Sería Feliz.

El amor existe, por supuesto que si.

Ellos son seres disfuncionales.

Que brillan por fuera, pero se oscurecen por dentro.

Con el sabor a venganza en los labios…

…Este entumecido amor, es molesto a veces.

Sería Feliz.

One Shot.

 

La primera vez que lo vio, Jaejoong quedó encantado.

Era una noche fría y envolvente, sus ojos brillaron entre la oscuridad. Y si la memoria no le falla, distaba de aquellos años cuando la gente era “decente” mientras a escondidas de las miradas se podía ser real. Por más perdido que pudieras estar de lo que la gente consideraba “moral”

La sonrisa en sus labios dictaminó el deseo que circulaba por su sangre. El deseo que lo envolvió y sacudió sus sentidos fue único. Por que aquel muchacho de cortos dieciséis años que caminaba con libros en manos había despertado su lívido pocas veces manifiesto.

Con pasos lentos se acercó, desprovisto de compañía alguna; Jaejoong pensó que era un muchacho estúpidamente valiente para atreverse a caminar a solas por aquellas calles. Con los rumores de brujas, asesinatos, y vampiros en el pueblo.

Ésta, era precisamente la época preferida para Jaejoong… Por que las personas, eran tan ingenuas.

—¡Yunho!

Y los cabellos rubios de una mujer detuvieron sus pasos, afiló la mirada cuando el muchacho giró con una sonrisa en los labios. Y se entretuvo conversando con la recién aparecida. Decidió entonces que aquel cuello merecía el tiempo necesario.

De entre las cosas que Jaejoong podía soportar, era darle el momento previo a lo necesario. Y para cuando aquel muchacho estuviera entre sus brazos sería entonces el momento indicado.

Fueron cinco años después.

Entre los problemas que atravesaba su familia al haber perdido al último heredero de la familia. Jaejoong no tuvo oportunidad de degustar con cuidado aquel sujeto que alguna vez vio por las oscuras calles. Para él, el tiempo era irrelevante.

Así que mientras su madre huía de toda la sarta de vampiros que la buscaban, y se retorcía de gozo al saber que se había llevado con ella al último heredero de su clan.  Su padre solo gritaba que la asesinaran, y trajeran con vida al tercer heredero.

… Jaejoong y Yoochun solo fingían que buscaban más a su hermano que a ella.

La siguiente vez ‘Yunho’ se veía un poco diferente. Había crecido y su rostro se había vuelto más masculino. Pero aún poseía esa sonrisa amable que le provocaba repulsión a Jaejoong.  El viento logró sacudir la ropa de Jaejoong y la sonrisa estuvo en sus labios una vez más.

El que un humano sea tan deseable; Debe tener algo especial.

Sus pasos resonaron en la vereda por la que caminaba, terminado el día de trabajo ‘Yunho’ recogía las pertenencias de su pequeño puesto en la plaza, y aunque las miradas se posaron sobre su cuerpo, ninguna era la indicada.

Probablemente sea su esencia de buena gente, que pienso arrancársela a mordidas.

Cuando finalmente llegó a su lado, él no lo notó, y Jaejoong supuso que acostumbrado como se encontraba a ser sutil con su presencia, era algo normal. Tomó una de las manzanas que todavía no eran guardadas y recién entonces esos ojos expresivos se posaron en su rostro.

—Lo siento, pero ya estoy cerrando.

Amable, tal y cual imaginaba su voz. Yunho se dejó escuchar. Jaejoong solo mordió la manzana roja, sin despegar sus ojos de aquellos repletos de vida, tan distintos a los suyos. Su sonrisa ladina al parecer distrajo la atención del muchacho quien se irguió para enfrentarlo.

—Aunque bueno… Si quieres puedes tomarla. Aunque dudo que alguien como tú pueda necesitar que le regalen comida.

—¿Alguien como yo?

Masticó la fruta; Gustosamente sorprendido del tono algo molesto que usó ‘Yunho’ al hablarle.

—Alguien con tanto dinero, no debería tomar de esa forma lo que no le pertenece.

—¿Cómo sabes que soy ‘alguien con dinero’?

—Tu ropa.

Jaejoong no recuerda la última vez que rió. Y aunque en esta ocasión fue algo muy leve, le tiene que dar el crédito a Yunho por haberlo logrado. Le dio otra mordida a la manzana y movió un poco su cuello, la presencia de Yunho era imponente.

Podía notarlo en cada ocasión que lo veía caminar por la calle, por la forma en que lideraba a los trabajadores de la plaza, en la manera en que intentaba aplacar que el Rey subiera los impuestos cada vez que le daba la gana.

Yunho no había nacido para ésta época; Era demasiado rebelde.

—Como sea… Tengo que seguir guardando mis pertenencias, quédate con la fruta si lo deseas.

—¿No vas a cobrarme?

—Todos tenemos hambre alguna vez.

Yunho levantó una caja, le regaló una corta sonrisa que desconcertó a Jaejoong y la guardó dentro de la pequeña estancia detrás de lugar. Fue un breve momento, pero Jaejoong en esos segundos decidió, que le daría unos días más de humanidad.

Solo para que disfrutara un poco más del gran regalo que le daría cuando lo convirtiera.

—¿Piensas darle eternidad?

Yoochun arrugó el entrecejo. Sentado como se encontraba se apoyó en sus rodillas y acercó el rostro a su hermano mayor, quien solo movió las piezas en la tabla de ajedrez, con una extraña sonrisa en el rostro.

—Si, el gusto por Yunho puede durarme muchos años, y no quiero que ese cuerpo envejezca.

—Padre nos tiene prohibido convertir a un humano sin su consentimiento; Ya sabes los problemas que ha habido con los otros clanes.

—Lo sé, Yunho es diferente.

—No lo es. El lívido esta bloqueando tu raciocinio que es diferente.

Fue el turno de Yoochun entonces para clavar su mirada en el tablero y concentrarse un poco, mover una pieza y dejar que Jaejoong hiciera su siguiente movimiento.

—Como sea… De una u otra forma, habrá más que no son nacidos de vampiros legítimos.

—Te equivocas, por que Yunho sería superior a cualquier humano transformado. Somos herederos y su sangre será diferente.

Jaejoong movió una de las piezas hasta llegar al extremo contrario y sonrió.

—Y es eso, lo que lo volverá todo más divertido.— Apreció el gesto de su hermano y se cruzó de brazos, apoyando en el sillón la espalda. –…Jaque Mate.

Yunho había escuchado los rumores.

Era peligroso caminar por lugares tan solitarios en la noche. La cantidad de asesinatos que se habían reportado era asombrosa. Pero había terminado tarde con sus pequeñas cuentas, y no había de otra. Después de todo, su casa no quedaba tan lejos.

Lo único malo de todo era tener que cruzar por aquel parque que acortaba visiblemente su llegada hasta la siguiente calle. Respiró profundo y llenó su pecho de valentía, con la sola idea de poder cruzar cuanto antes por aquel lugar.

El viento repentinamente se sacudió, los pasos de Yunho se detuvieron. Cada exhalación en su interior le provocaba un cosquilleo interno desagradable, que podía ser descrito como un leve temblor precedente a un sentimiento.

Pero antes de que las hojas de los árboles dejaran de agitarse, Yunho volvió a caminar, esta vez con un paso un poco más rápido. Buscando con la mirada la salida de aquel lugar. Cuanto antes mejor.

—Hey, Yunho. Nos volvemos a ver…

Y los ojos refulgentes de aquel muchacho que había aparecido en su puesto días atrás, lo hizo retroceder. Apoyado en uno de los árboles, con su sonrisa burlona. El castaño hizo su extraña aparición; Yunho solo arrugó el entrecejo.

—¿Cómo has hecho eso?

—¿Hacer que?

—Aparecer de la nada.

Una vez más el muchacho sonrió. Sacudió un mechón de su cabello con un leve resoplido y lo miró profundamente. Yunho solo apretó sus puños un poco, desde que lo vio por primera vez, sintió que ese muchacho era peligroso.

—Oh, ¿te refieres a esto?

Fue el viento abrazando a su cuerpo lo único que sintió antes de que el muchacho desapareciera frente a sus ojos y su voz sonando cerca de su oído, con el aire golpeando sensualmente en su oreja fuera lo siguiente que percibiera.

—…¿Qué? ¿Cómo… Tú..?

La mano del tipo que ahora estaba detrás de él, acarició descaradamente su pecho, aún demasiado cerca de él.

—Mira nada más, el corazón se te ha acelerado. ¿Me temes Yunho?

—¿Quien demonios eres tú?

Logró alejarse, evitando que lo tocara y marcando una distancia necesaria. Con sus pasos aún inseguros, retrocediendo indebidamente. Por que cada paso, lo hacía estremecerse un poco más.

—Mucho gusto Jung Yunho. Mi nombre es Jaejoong, soy el primer hijo heredero de la línea sucesoria de mi clan.  Un sangre pura por decirlo de alguna manera.

Yunho lo dudó, dudó seriamente que aquel muchacho pudiera ser un príncipe o algo parecido, por que sencillamente ningún heredero aparecía de la nada a hablar con el pueblo. Sin contar con que su corazón seguía latiendo desconsideradamente.

—¿Jaejoong? ¿Acaso no tienes un apellido? Es más, ¿cómo es que sabes mi nombre?

—Oh, por favor… Ustedes los humanos siempre quieren saber demasiado. Pero la verdad es que ustedes solo le temen a lo que conocen.

En el momento en que esas palabras salieron de la boca de Jaejoong, Yunho retrocedió un paso más. Presa del miedo que azotó bruscamente a su cuerpo.

—¿Hu..humanos? ¿Qué eres tú?

La misma sonrisa. Los labios de Jaejoong dibujaron la misma exacta sonrisa que hizo a Yunho retroceder un paso más, con la respiración irregular y el corazón latiendo violentamente contra su propio pecho. Jaejoong volvió a desaparecer, pero esta vez apareció mucho más cerca, con la punta de su nariz rozando la suya.

—Yunho… ¿Crees en los vampiros?

Los ojos del menor se abrieron con fuerza. Las pupilas dilatadas en sus ojos fueron la prueba fiel del temor que lo sacudió por dentro. Y antes de que lo hiciera, por la velocidad en que se escucharon los latidos de su corazón. Jaejoong supo que Yunho empezaría a huir.

—Oh, vamos. Esto es ridículo. ¡Sabes que te voy a alcanzar!

Yunho no lo escuchaba, sus piernas se movían lo más rápido que podía. El sudor empezaba a resbalar por su frente y la respiración agitada hacía su pecho subir y bajar  constantemente. Intentó abrirse paso como pudo sin demasiadas ideas en la mente más que la supervivencia.

—Yunho no huyas~

Jaejoong apareció de la nada una vez más. Retrocedió lo suficiente como para poder girar sobre sus pasos y emprender la huída en lado contrario, pero cuando Jaejoong volvió a aparecerse frente a él. La estabilidad y el equilibrio desaparecieron, haciéndolo caer sobre el suelo.

—No entiendo la maldita manía de ustedes por huir, saben que somos más rápidos y fuertes. Van a perder. Solo logran hacer sus últimos minutos más patéticos.

Desde abajo, Yunho miraba a Jaejoong. Se acercaba, agachándose con lentitud hacía él.  Yunho optó entonces por colocar una expresión determinante en su rostro. Era muy probable incluso que Jaejoong supiera lo que haría antes que él mismo.

—¿Vas a matarme?

—No, haré algo más divertido que eso.

Cuando Jaejoong se sentó sobre sus piernas, casi sobre sus caderas y colocó las manos  en su cuello. Forzándolo a que lo mirara Yunho tuvo ese mal presentimiento recorriendo cada ínfima parte en su ser.

—¡No!— Lo comprendió, cuando los ojos de Jaejoong centellaron de un extraño rojo que fue tenebroso. —¡No te voy a dejar convertirme en algo como tú!

—Pero, ¿qué dices? Sería un privilegio. Serías eterno.

Yunho se removió, o al menos lo intentó. Por que el cuerpo de Jaejoong no lo dejó. Y él solo aferró sus manos al suelo, por que de soltarse caería.

—¡No me interesa! ¡Prefiero morir a ser como tú!

Por primera vez lo vio molesto. Las facciones de Jaejoong cambiaron, lo vio arrugar el entrecejo, y apretar el agarre en su cuello. Agarre que se empezó a cerrar con más fuerza. Haciéndolo sacudirse con vehemencia por la falta de aire.

—Te atreves a hablarme de esa manera… Como si fueras mejor que yo. Como si valieras la pena.

Aunque lo intentó, ninguna palabra pudo salir de su boca. Solo ahogados lamentos que morían en las manos de Jaejoong. La vista comenzó a nublarse, un mareo repentino empeoró su situación y la fuerza en sus manos empezó a desaparecer.

…Yunho estaba muriendo.

Finalmente, antes de que el aire lo abandonara por completo. Jaejoong lo soltó, con fuerza, haciéndolo arrastrarse varios metros lejos de donde se encontraba. Tosió ahogadamente, con un dolor vertiginoso en el estómago, con el sabor a bilis demasiado palpable para su gusto.

La fuerza indiscriminada de Jaejoong no era de sorprenderse. Y con su vista aún nublosa escuchó los pasos de él acercándose. Lentamente, sabiendo que tiene la victoria en sus manos. Acarició su cuello distraídamente y para ese momento, respirar empezaba a crear un incesante dolor en su espalda.

—Vas a estar condenado a mí, para siempre.

La mano de Jaejoong se cerró sobre su tobillo, y cuando sintió su cuerpo siendo alzado con tanta facilidad su corazón volvió a latir bruscamente. Jaejoong lo lanzó con fuerza contra el suelo, su cuerpo rodó varios metros y él solo volvió a toser, con el cuerpo adolorido y empezando a perder la conciencia.

—Serás mío, de todas las formas posible. Por que cuando absorba tu vida, estarás atado a mi sangre. Y jamás podrás olvidarme.

Sintió el peso de Jaejoong una vez más, en esta ocasión sobre su estómago. Moviéndose lentamente, con su aliento empezando a golpear en sus labios. Y entre las muchas cosas que Yunho sentía, la principal era debilidad. No podía defenderse.

—Seré tu dueño así me odies. Así reniegues por siempre.

Poco a poco sus sentidos iban muriendo. Los gruesos labios de Jaejoong se deslizaron con sensualidad por sus labios, su quijada y cuello. No fue muy consciente de lo que sucedía. Solo que pudo levantar su mano e intentar con la poca fuerza que le quedara alejar a Jaejoong.

—Mátame… Por favor, bebe toda mi sangre.  Pero no me transformes… En eso…

No estuvo muy seguro de la expresión que pudo mostrar las facciones del mayor, Yunho solo rezó en secreto por que le hiciera caso y le brindara su último deseo.

—Voy a matarte, eso no lo dudes. Estarás muerto en vida a partir de ahora.

—¡Agh!

Fue un dolor indescriptible. Su cuello recibió a esos colmillos que entraron dolorosamente. Su cuerpo se irguió vertiginosamente. Y mientras los colmillos terminaban de entrar Yunho sentía toda la parálisis de lado derecho en su cuello extenderse por su hombro y brazo.

Y cuando la sangre empezó a abandonar su cuerpo, fue como si sus ojos perdieran orbita. Se abrieron en demasía, y mientras Jaejoong empezaba a succionar con fuerza la sangre, levantando su cuerpo en el proceso. Yunho perdía el hilo de sus pensamientos.

Yunho ya había empezado a dejar de sentir.

Fue unos minutos después, cuando ante la sonrisa victoriosa de Jaejoong.  Finalmente, el corazón de Yunho dejó de latir, y murió.

El pincel se deslizaba con suavidad sobre el lienzo.

La tarde fría de aquel día, obligó a Changmin a salir con una bufanda y una pequeña boina. Desde pequeño había contado con la terrible debilidad de enfermarse con facilidad, y siendo tan precavido, había optado por la ropa adecuada.

Sonrió levemente, acentuando una línea de color gris en el lugar adecuado, moviendo sus manos más por instintito que por técnica.  Embelesado por completo en su trabajo. Las personas a su alrededor solo observaban en silencio y aquello le brindaba la comodidad necesaria.

El viento pasó de ser leve a uno que sacudía ya su pequeña bufanda color vino. Miró hacía el cielo un poco más azul de lo normal. Las hojas de los árboles empezaban a desprenderse, Changmin ya lo suponía, comenzaría a llover en cualquier momento.

—Él es verdaderamente fantástico.

—Lo malo es que no pinta para cualquiera.

Los pequeños susurros que llegaron a sus oídos lo hicieron regresar a la realidad. Como si de pronto escuchara las risas de los niños corriendo de un lado a otro, el sonido de los autos trasportándose a unos metros de aquel parque donde se encontraba.

Los otros pintores, que también usaban aquel parque como su lugar para la inspiración comenzaron a percatarse del clima y empezaron a guardar sus pertenencias. Changmin optó por quedarse unos minutos más.

Limpió el pincel con cuidado, mirando el rostro hermoso que su arte había creado. Cuando el suspiró abandonó sus labios, pronto comenzó a empaparlo de otro lugar, un color café muy leve que serían los ojos de su pintura.

—Es un chico verdaderamente apuesto, ¿quién es?

Giró un poco,  y la sonrisa amable de Rain lo recibió. Algo inclinado sobre la pintura para poder verla mejor, con sus manos entrelazadas en su espalda.

—Es alguien muy importante para alguien que conozco.

—Interesante… ¿Lo has visto alguna vez? Por que es un retrato casi perfecto.

—Una vez, en una fotografía.

—¿Y lo recuerdas así de fácil? Tienes una memoria privilegiada, Min.

El halago fue bien recibido, Changmin sonrió y empezó a guardar sus pertenencias con cuidado. Asegurándose de que todo fuera en el lugar adecuado. Rain sin embargo continuó observando la pintura, aparentemente muy interesado en ella.

—¿Tiene nombre?

—¿La pintura?— Rain asintió y Changmin suspiró. —…Micky.

Rain movió un poco la cabeza, sonrió levemente y decidió empezar a ayudar al menor. Changmin tosió levemente y supuso que el viento no le había sentado bien al menor. Por el momento intentaría que se mantuviera alejado del frío intenso de la tarde. Miró la hora en su celular y supuso que al ser las cinco de la tarde era normal que el frío le afectara de tal forma.

—Entonces, ¿qué dices? Puedo cocinar algo de comida italiana.

—No estoy seguro Rain, estoy algo cansado y solo quiero descansar.

Los pocos escalones que quedaban para su departamento, Changmin los terminó de subir con un ligero suspiro. Y un extraño dolor en la nariz. Seguramente había contraído un resfriado. Rain le extendió el pequeño bolso que había cargado por él y sonrió.

—De acuerdo, cuando te sientas mejor cenamos. ¿Bien?

—Por supuesto.

Ajusto la pequeña maleta en su espalda donde permanecía su cuadro. Y con el bolso en su mano izquierda, intentó como pudo abrir la puerta de su departamento bajó la mirada del mayor. Curiosamente un fuerte frío sacudió su ropa, cosa que al parecer Rain también percibió.

—¿Está todo bien…?

No tuvo la oportunidad de responder, por que sintió su cuerpo siendo impulsado hacía el interior del departamento. Con la puerta siendo cerrada con brusquedad. Changmin solo sintió un fuerte dolor de cabeza y suspiró.

Otra vez él…

—¡Changmin! ¿Estás bien? ¿Qué fue eso?

Los golpes en la puerta se escucharon con fuerza. Y por la forma en que la perilla era sacudida supuso que Rain quería entrar para comprobarlo. Encendió las luces y la oscuridad del lugar dejó de ser.

—Nada, solo me siento cansado Rain. Hablamos mañana.

—Pero… ¿Por qué cerraste la puerta así?

Changmin dudaba que entre la oscuridad Rain hubiera podido notar que en realidad él no cerró la puerta, por eso solo se apoyó un poco en ella y suspiró.

—Me duele mucho la cabeza, discúlpame. Dejemos la cena para mañana. ¿Bien?

—Si, supongo… Descansa.

Escuchó los pasos de Rain empezar a alejarse, respiró profundo y revisó velozmente con la mirada su departamento. Cuando divisó una silueta apoyada en la entrada de la cocina, con una manzana en la mano, arrugó el entrecejo.

—¿Qué haces aquí, Yoochun?

—Mira que ese tal Rain es un tipo molesto. Si ya le dijiste que no, ¿por qué insiste?

Changmin le quitó la fruta de las manos con brusquedad, obviando la sonrisa burlona en los labios del mayor y colocándola en su lugar.

—¿Qué no escuchaste? Cenaré mañana con él.

—No te atrevas.

Inmediatamente la sonrisa burlona en el rostro de Yoochun desapareció. Changmin pudo ver como dos de sus luces sencillamente explotaban, haciéndolo agacharse un poco ante los pedazos de vidrio que caían. Odiaba el carácter destructivo de ese ser frente a sus ojos.

—¡Deja de hacer eso! Arruinas mi departamento cada que estás molesto y me tienes cansado.

—Si me molesto, es por que tu amistad con ese tal Rain me tiene harto.

—Pues entonces márchate de una vez.

Sus ojos enfrentaron directamente a los de Yoochun, él solo arrugo el entrecejo. Changmin ni siquiera sintió miedo. A estas alturas, sentirlo era verdaderamente estúpido.

—¿Cómo puedes hablarme de esa manera? Ustedes no son más que un estorbo.

—¿Por qué demonios siempre hablas de los humanos como si fuéramos lo peor?

—Por que lo son.

Changmin rodó los ojos, cansado de esa conversación sin sentido. Empezó a caminar hacía su habitación, quitándose la bufanda en el camino. Pensando en la manera de deshacerse de Yoochun sin que su vida corriera peligro.

Cuando abrió la puerta, y observó a Yoochun sentado en la cama con una sonrisa. Arrugó el entrecejo.

—Deja de hacer eso.

—¿Hacer que?

—Aparecer y desaparecer de la nada. ¿No te das cuenta que estoy tratando de alejarme de ti?

Ciertamente las palabras de Changmin fueron conscientemente crueles. Yoochun solo sonrió. Levantándose de su lugar y caminando hacía el menor, como si de pronto, tenerlo enfrente aliviara la pequeña tensión por la que estaban pasando.

Changmin retrocedió. Pegando su espalda a la pared.

A Yoochun en cambio pareció divertirle aquello.

—¿Cuándo entenderás que ya soy parte de tu corta e insignificante vida?

Las manos de Changmin detuvieron a Yoochun, se posaron en su pecho, intentando marcar un poco de distancia entre sus cuerpos, si bien Yoochun se detuvo. La debilidad en los ojos del menor fue evidente. Por que Yoochun comprendió que la razón estaba perdiendo una vez más la batalla.

—¿Es tan complicado simplemente dejarse llevar?

—El sexo contigo ya se volvió aburrido.

—¿Por qué no me puedo enamorar de ti, es por eso? No sabía que fueras tan patético como para creer en el amor y esas cosas, Changmin.

—No es amor. Es que mientras tú continuaras viviendo, algún día mi tiempo se acabará y no quiero que mis únicos recuerdos sean contigo.

Yoochun atacó el cuello de Changmin, de improviso. Logrando que un gemido fuerte saliera de aquellos labios. Ocultó sus colmillos lo suficiente, como para que fueran sus dientes los que jugaran con aquel níveo cuello.

El cuerpo de Changmin se debilitó en sus brazos, encogiéndose un poco incluso. Mordió sin demasiada fuerza el cuello y los jadeos de Changmin en su oreja eran claramente percibidos. Rápidamente antes de que Changmin volviera a reaccionar, coló su mano por debajo de aquella camisa.

—No… Lo hagas… No quiero…

Impulsó su pelvis, con un brusco movimiento que logró que su virilidad chocara con la de Changmin. Otro gemido fue lo que recibió en respuesta. El cuerpo de Changmin volvió a encogerse, apoyando el rostro en su hombro, gimiendo cada vez que sus manos rozaban deliberadamente los pezones en su pecho.

—Eres… Un bastardo…

Las manos del menor se dirigieron alrededor de su cuello. Y cuando sintió ese contacto, Yoochun no dudó en buscar los labios de Shim. Apresándolos con fuerza, juntando sus bocas en un profundo beso que sacudió todos sus sentidos una vez más.

Sus manos se movían con velocidad, empezando a desabotonar el pantalón. Sintiendo el aire caliente que la boca de Changmin expedía, con su lengua degustando cada lugar que podía en la boca contraria. Moviendo inconscientemente su cuerpo, en un ligero vaivén que pretendía incitar a Changmin a que también lo tocara.

No fue hasta que Yoochun llevó sus manos al cuello de Changmin, que el menor empezó a reaccionar. Como si de pronto sus manos buscaran también tocar aquella piel caliente a su disposición. Abriendo los botones en la camisa del mayor.

Contra la pared. Changmin apenas podía moverse por que el cuerpo de Yoochun lo aprisionaba con fuerza. Sus manos apenas recorrían aquella amplia espalda, y cuando Yoochun empezó a lamer su cuello una vez más. Changmin levantó su quijada, cerró los ojos y suspiró.

—Agh… Yoochun…

Y volvía a perderse otra vez, entre las caricias, la pasión y ese sentimiento extraño que la voz sensual de Yoochun en su oído le provocaba. Aunque rara vez Yoochun le hablara cuando tenían sexo. Aún así, Changmin decidió dejarse vencer. Solo esta última vez.

Jaejoong está sumamente molesto.

Sus ojos no han perdido el destello rojo, dispuesto a atacar en cualquier momento mientras atraviesa los pasillos de aquel lugar. No importa cuantos años hayan pasado desde que transformó a Yunho en un vampiro. Jaejoong incluso perdió la cuenta de la cantidad de años en realidad.

Y Yunho aún así reniega de él, del regalo que le otorgó… Aún lo odia.

Su cabello se sacude en el viento, y la impulsividad de su apresurado caminar, firme y seguro. No corre, pero cada vez aumenta más los estragos que su presencia proporciona, mientras su rostro fácilmente podría competir con el de su padre en lo atemorizante.

Lo ha escuchado de uno de los sirvientes. Yunho se está reuniendo a escondidas con alguien, para escapar de él y desaparecer. Y ese alguien es Kim Junsu. Un muchacho demasiado influyente, a pesar de haber sido un humano. Yunho ha sabido escoger bien a su aliado.

Y mientras aquella habitación esta cada vez más cerca, las luces a su paso empiezan a explotar. El viento sacude las plantas que decoran el lugar y seguramente tanto Yunho como Junsu se han percatado de su presencia.

Abre la puerta con brusquedad. Casi dañándola por completo. La ventaja de no vivir entre humanos es que Jaejoong no tiene que fingir ser uno de ellos. Yunho sostiene una copa con vino en la mano, con la camisa abierta y mirando por el balcón, completamente solo.

Jaejoong no cree ni por un minuto que en realidad Jung haya estado solo. Las cortinas se sacuden y desde su lugar ve a Yunho beber el vino tinto, que entra lentamente a su boca.

—¿Dónde está?

—Eso depende.

Mantiene su pisar arraigado y firme. Como si pudiera amenazar a Yunho con su sola presencia.

—¿Depende de que?

—De a quien buscas. Si a Junsu, o a la mujer con la que me acabo de acostar.

Yunho le ha perdido cualquier tipo de temor; Al punto de ser rebelde e incluso suicida por la manera en que lo trata. Jaejoong no soporta que alguien le hable con tal altanería. Pero Yunho nunca ha ocultado lo mucho que lo desprecia.

Se supone entonces que debería estar acostumbrado; Debería haberlo matado al año cuando lo transformó y la actitud de Jung nunca se volvió débil. Pero Jaejoong todavía deseaba verlo doblegado ante él. Jaejoong quería que Yunho rompiera todas sus barreras y aceptara de una vez por todas que era de él.

—Eres patético, Yunho. Mira que acostarte con cualquiera.

—Al menos un cualquiera me despierta deseo. Y me asegura que no seas tú.

Jaejoong arrugó el entrecejo.  Golpeando con el dorso de su mano la copa que el menor sostenía. El líquido rojo se esparció por la alfombra de la habitación y los pedazos de cristal rompieron al hacer contacto en el suelo. Su mano sangró, apenas unos segundos.

Luego la misma herida empezó a cicatrizar. A una velocidad sorprendente, la lengua de Jaejoong se deslizó por su muñeca bebiendo la poca sangre que se había deslizado hasta ahí. Yunho únicamente giró, sentándose en la cama y apoyando la quijada en su mano derecha.

—Era un vino costoso, ‘amo’ Jaejoong.

El tono despectivo de Yunho solo logró que la furia volviera al mayor, quien se deslizo con pasos cortos hasta donde él se encontraba. Basto de un leve empujón para que Yunho terminara recostado sobre la cama con el cuerpo de Jaejoong sobre él.

—Tú y tus insolencias están agotando mi paciencia Yunho.

—Mátame entonces. Si pudiera, hace mucho que yo hubiera acabado con tu sub vida.

Jaejoong rió; Con una carcajada que resonó en el interior de aquella habitación, acariciando el rostro perfilado del cuerpo debajo de él.

—Si pudieras, tú lo has dicho.

Fue cuando Jaejoong junto su boca a la de Yunho que la molestia principal dio a lugar. Por que Jaejoong intentó mover sus labios hábilmente, intentó incluso morder aquellos finos labios, pero Jung jamás abrió la boca, permaneció incluso inmóvil bajo su cuerpo.

Yunho era el único capaz de exasperar a Jaejoong, al príncipe heredero. Los demás simplemente no entendían, ¿por qué alguien como él seguía con  sub vida? Por que si Jaejoong no dudaba en asesinar a quien siquiera osaba mirarlo mal.

—¡Maldición, Yunho! Abre la maldita boca.

—…Me das asco.

La mano de Jaejoong voló con violencia hacía el rostro de Yunho. Automáticamente aquella boca se llenó de sangre, y la sonrisa devastadoramente cruel que emergió de aquellos labios la acompañó.

—Es inconcebible que alguien como tú me rechace.

—¡¿En todos estos cientos de años no has comprendido lo mucho que te desprecio?!

La voz de Yunho iba subiendo de tono. Terminando en un empujón llenó de fuerza que sus manos sobre el pecho de Jaejoong lograron hacerlo chocar contra la pared, sacudiendo todo su cuerpo en el proceso;  Sintiéndose liberado al fin, Yunho logró levantarse.

—¡Te odio por convertirme en esto! En un ser sin alma que muere cada día, no tengo un final… ¡¡Te odio por que no pude estar con mi familia!!

Las manos de Yunho chocaron contra su propio pecho con fuerza. Ni siquiera una lágrima salía de aquellos ojos. Yunho sencillamente había olvidado como llorar, como sentir algo más que no fuera odio por aquel ser frente a sus ojos.

—Te detesto por que me tocó ver a toda mi familia morir en el pasar de los años mientras me añoraban y buscaban sin descanso… Jamás, Jaejoong. Jamás podrás detener todo este odio.

Yunho terminó con su discurso de cada año empujando a Jaejoong con fuerza, haciéndolo estrellarse una vez más contra la pared. Y marchándose cuanto antes de ahí.

Con los cabellos sobre su frente, Jaejoong sonrió. El odio que Yunho parecía no cansarse de profesarle le parecía ahora incluso hasta divertido. Lo dejo marcharse en ese momento, por que sencillamente Jaejoong tenía que solucionar algo más primero. Yunho nunca huiría de él.

Finalmente, si se corta la cabeza, el cuerpo morirá.

Y estaba seguro, que Jung Yunho no era precisamente la cabeza tras todo este asunto de liberarlo de él.

Changmin movió su cuerpo apenas un poco.

Sobre las sábanas revueltas de su cama, con las almohadas en el suelo. Retorciéndose bajo el cuerpo de Yoochun y sus besos que parecían querer apoderarse de cada parte de su ser. Su cuerpo desnudo fue testigo fiel de cada palabra dicha por Yoochun: ‘Nunca podría deshacerse de él’

Su piel rozaba la desnuda de Yoochun. Sus cuerpos calientes parecían colisionar con cada contacto. Y Yoochun parecía degustar de su piel con un gusto que sinceramente Changmin no comprendía. La mano del mayor se cerró sobre su virilidad.

—Agh… Espera, Yoochun…

Su propio cuerpo se impulsó hacía adelante, el cabello se sacudió y su frente un poco sudorosa pegó el cabello a su frente. El pecho subía y bajaba. Los ojos de Yoochun destellaban de deseo. Con aquella sonrisa desafiante.

No tuvo el tiempo de negarse lo suficiente; Por que pronto sintió el vaivén impulsivo y convulsivo de aquella mano ciñéndose con fuerza, subiendo y bajando constantemente. Creando una burbuja a su alrededor,  completamente efímera y sofocante.

Como si el aire le faltara, Changmin se dejó caer en la cama una vez más. Abriendo la boca para poder recibir bocanadas de aire con algo de relativa frecuencia. Sus manos apretaron la sábana, encogiéndola un poco. Y arqueó su espalda cuando sintió los labios de Yoochun en su ombligo.

Fueron como agujas perforando su vientre, sintiendo con necesidad que el toque se afirmara en su cuerpo lo suficiente como para que lo terminara de enloquecer.

—Dime Changmin… ¿Estás excitado?

—De…Deja de… Decir tonterías… Yo no.. ¡Mmh!

Mordió su labio inferior con fuerza. Casi hasta el punto de hacerlo sangrar cuando la mano de Yoochun sobre su miembro empezó a moverse con más velocidad. Se volvió a retorcer sobre la cama, consciente de lo mucho que odiaba perder el control de su cuerpo ante el deseo.

Cerró los ojos con fuerza, sintiendo su corazón bombear bruscamente, chocando contra su pecho de una manera inexplicable. Los brazos empezaban a debilitarse y antes de que pudiera sentir el dulce sabor del clímax, su cadera fue impulsada por Yoochun hacía arriba.

—¡Yoochun  así no… Diablos!

Un jadeo ahogado salió de su garganta; Yoochun había entrado en él, sin avisarle, sin prepararlo. Toda la excitación desapareció tan bruscamente que incluso lo dejó mareado. Fue el dolor de sentir como Yoochun se impulsaba lentamente en él.

Los gemidos del mayor apenas se escuchaban, eran sutiles y bajos. Changmin sacudió la cabeza. Con el dolor subiendo por su cadera y bajando también por sus piernas. Las manos de Yoochun se posaron en su espalda y lo levantaron.

—Eres un…maldito…

Sus piernas rodearon a Yoochun por la cintura. Apresándose a él con fuerza. Sentado sobre Yoochun, Changmin solo pasó sus brazos por ese cuello. Empezando a sentir que el dolor se transformaba nuevamente en placer, solo que esta vez había demorado demasiado.

Sentía esas caderas moviéndose con fuerza. Sacudiendo su cuerpo por completo. Cerró los ojos entonces con las manos de Yoochun tocando lascivamente su espalda. Tocando  y permaneciendo en sus glúteos, logrando que el vaivén asincrónico de sus cuerpos fuera exquisito.

Por que había algo que debía admitir. El sexo con Yoochun era tan placentero, como si estuviera cometiendo un pecado. Una sonrisa se posó en los labios de Changmin, resultaba irónico pensar en eso, al menos cuando había perdido el horizonte de su vida hace mucho.

—Amo tu cuerpo Changmin…

La voz un poco ahogada de Yoochun en su oído lo impulso a buscar sus labios. Esos labios rojos y gruesos que en ese momento le resultaban apetitosos. Se encerró en ese beso, en sus bocas buscando el control. En sus manos recorriendo ese cabello que se deslizaba entre sus dedos.

El movimiento de sus cuerpos incluso fue hasta un causal más. Changmin se concentró en esos labios que tanto lo provocaban. Pero cuando una punzada en su vientre lo alertó. Changmin arqueó su espalda, siendo sostenido apenas por las manos de Yoochun.

Volvía a excitarse. A perderse en las caricias y la maravillosa sensación de que todo a su alrededor desaparecía. Cerró los ojos con fuerza. Yoochun volvía sus movimientos cada vez más frenéticos. Changmin sintió los labios de Yoochun en su hombro, fue una mordida, una brusca y dolorosa.

—¡Agh!

Gritó, aplacando a la excitación en su cuerpo y extrañamente cuando Yoochun lamió el pequeño hilo de sangre que había salido de su cuerpo Changmin abrió sus ojos abruptamente, desconociendo el destello rojo que los cubrió.

Para ese momento entonces todo dejó de existir a su alrededor, se perdió en el clímax de su cuerpo siendo tomado por Yoochun, de su mente nublada por la excitación y de sus músculos ahora adormecidos ante el placer acabado.

El viento sacudió las largas cortinas de la habitación.

Yoochun conoce de lo débil que es Changmin, de la facilidad con la que se puede enfermar. Por eso, ya de manera autómata. Mientras el menor yace dormido sobre la cama, con su cuerpo desnudo y ligeramente de lado. Yoochun aprovecha para taparlo con lo primero que ha encontrado, en este caso una ligera sábana.

Luego de un rato suspira; Eso no es suficiente.

Se levanta de la cama con cuidado. Changmin tiene el sueño ligero, la espalda le duele un poco. Cierra las ventanas con tranquilidad, sin importarle que alguien lo pueda ver en las mismas condiciones que Changmin. El cuarto se ha oscurecido, Yoochun mira la espalda semi descubierta de Changmin.

En esta ocasión Changmin parece profundamente dormido, como nunca antes.

Levanta un pantalón del suelo, se lo coloca a medias y saca un cigarrillo de uno de los cajones de Changmin. Shim no fuma. Pero él se ha encargado de marcar su presencia en aquel lugar, y sus cigarrillos están ahí. Changmin incluso los compra para él cuando va al supermercado.

Jala una silla hacia la ventana, abriendo una de las ventanas ligeramente mientras enciende el cigarrillo en sus manos. Cuando el calor ingresa a su cuerpo Yoochun cierra los ojos. Se preocupa en que el contaminado aire salga por aquella apertura.  Mirando distraído la gente que fuera sigue su vida normal.

Conoció a Changmin por un error, tres años atrás.

El debió morir en aquel encuentro. Unos hombres lo seguían desde hace unas cuadras, Yoochun no sabía con que exactas intenciones, pero tampoco era tan ingenuo como para no imaginarlas. Los hombres atacaron a Changmin, lo llevaron hasta un oscuro callejón. Y Yoochun sintió incluso diversión de permanecer como espectador.

Pero cuando Changmin levantó el rostro, intentando liberarse como podía de esos tipos. Yoochun en la distancia vio en esos ojos un magnetismo. Changmin debía morir esa noche, el destino lo había predestinado así. Pero Yoochun intervino. Probablemente Shim no lo recuerda bien, por que Yoochun hizo que perdiera el conocimiento, para privarlo de la masacre que continuó a su impulso.

Luego de eso, la cadena invisible entre ambos quedó marcando sus brazos con fuerza.

Lo que Changmin despertaba en él, era hasta desconocido, era muy diferente a la obsesión mal sana que Jaejoong siente por Yunho. Yoochun no cree en las buenas intenciones, los buenos sentimientos, las emociones o el amor.

Pero Changmin despierta en él, cosas que no conoce. Cosas a las que no puede ponerle un nombre. Y tampoco puede convertirlo en un vampiro, ha visto el odio de Yunho con el pasar de los años. Es testigo del desprecio que Jung destila hacia Jaejoong.

Yoochun no quiere merecer el odio de Changmin.

Sin embargo, la sola idea de que algún día Changmin comenzara a envejecer, que su cuerpo irá agotándose hasta el eminente final por el que pasan los seres humanos, lo enloquece. No quiere que desaparezca. Él aún no puede hacerse a la idea, que la vida de un humano es tan jodidamente corta que lo obstruye de un verdadero futuro.

Luego de varias caladas al cigarrillo, Yoochun decide apagarlo.

Cierra la ventana y camina hacia la cama una vez más. Ahí donde la respiración acompasada de Changmin es la paz verdadera. Se sube a la cama y se abraza a él. Tapando su cuerpo apenas un poco. Él no ama a Changmin, pero tampoco lo quiere dejar ir.

Junsu no es ningún ingenuo.

Los cientos de años que carga sobre su espalda lo han llenado de una sabiduría incomparable. No es un vampiro sangre pura como Jaejoong, pero es mucho más inteligente que él, a pesar de haber sido transformado hace muchos años.

Sus alertas internas han despertado. Tan pronto como huele el peligro cerca.

Su instinto reacciona.

La ira en persona se aproxima.

La ira disfrazada de Jaejoong se está acercando.

Cuando las cortinas en su habitación se sacuden, sus ojos enfocan al heredero primogénito en su balcón, con sus ojos rojos y una mirada amenazante. Destila rabia y coraje, con su paso acompasado y lento.

Jaejoong ha venido a cobrar venganza.

Es en ese momento, que Junsu decide apoyarse en el pequeño diván, cruzar sus brazos y sonreír ladinamente, como si en verdad no le temiera. Bloqueando cualquier indicio que le permitiera al mayor internarse en sus pensamientos.

—¿Qué te trae por aquí Jaejoong?

—Kim Junsu, ¿acaso no conoces las reglas?

La voz de Jaejoong es algo rasposa, como si luchara por no ahorcarlo en estos instantes. Hasta que finalmente se ha colocado frente a él.

—Sé que has estado ayudando a Yunho para que se marche del clan. ¿No sabes acaso que él me pertenece?

—Pues que rara manera de ser dueño de alguien, por que Yunho no te tiene ni el menor respeto, es más todo el mundo aquí sabe lo mucho que te odia. Y que es intocable.

Ha dado una estocada directa, por que el mayor ha arrugado el entrecejo, lo ha mirado fijamente y luego sonreído, fingiendo que en realidad sus palabras no le importan.

—Yunho no es como los demás vampiros, todos aquí lo saben. Incluso tú; Y por lo mismo, ponerte de su lado es como ponerte en mi contra.

—Si Yunho es un enemigo, ¿por qué es tan cercano al clan?

La disyuntiva fue puesta. Junsu es consciente de lo peligroso que todo eso resulta. Por que Jaejoong es ligeramente voluble, de una forma inexacta y contradictoria.

—Eres insoportable.

—¿Por mi personalidad o por que piensas que yo SI le gusto a Yunho?

Supo que era suficiente cuando los ojos de Jaejoong parecieron enrojecerse por completo, sedientos de venganza, de lastimarlo sin compasión, Junsu sintió incluso que el ambiente se había sobrecargado a su alrededor y antes de que pudiera darse siquiera cuenta, la mano de Jaejoong se cerraba en su cuello.

El cuerpo de Jaejoong lo empujó contra la pared. Un gemido ahogado fue lo único que Junsu alcanzó a exhalar, sorprendido más por el hecho de que el aire prácticamente hubiera desaparecido. Y por supuesto que su vista nublara.

La fuerza de Jaejoong había sido un factor que no había alcanzado a medir con cuidado.

—¡Jaejoong!

El aura de Yunho se hace sentir, cuando ha abierto la puerta, sacudiendo los cabellos de Jaejoong, detrayéndolo lo suficiente como para que Junsu tenga la oportunidad de alejarlo y llevar sus propias manos a a su cuello. Recuperando el aire que hasta hace un momento escaseaba.

—¿Qué crees que estás haciendo?

—Charlo un poco con Junsu. ¿Cuál es el problema Yunho?

El tono inocente de Jaejoong, es todo menos inocente. Yunho entrecerró los ojos entonces, acercándose un poco, escuchando el par de veces que Junsu tosió, por que siente la garganta rasposa y al parecer en verdad Jaejoong logró asustarlo.

—Charlar y matar son dos términos muy indistintos Jaejoong.

—De todas formas, no tienes nada que hacer aquí, vete Yunho.

—No, si me voy te vas conmigo.

—Es una orden.

Yunho es consciente de muchas cosas, entre ellas que el poder que Jaejoong ejerce sobre él es incluso hasta demasiado. Para su propio lamento y desdicha. Si Jaejoong lo ordena, por su bienestar. Yunho solo debe obedecer, por eso aprieta los puños. Molesto con su situación.

—¡Junsu!

La voz entrecortada de Minho, entra en la habitación como si nada, sin mirar a Jaejoong. Solo toma de la mano a Junsu y lo saca de la habitación. Jaejoong sonríe divertido mientras los ve marcharse, por que sabe que Yunho lo ha planeado.

—¿Por qué defiendes tanto a Junsu? No es más que un vampiro sin demasiado poder.

—Si no tiene tanto poder, ¿por qué te preocupas tanto por él?

Cuando Yunho al parecer no encuentra ninguna razón por la que obedecer la orden anterior. Decide cruzarse de brazos. Jaejoong juega con una manzana que ha tomado de la mesa, la lanza en el aire. Y eso irremediablemente le ha recordado a Yunho a la primera vez que lo vio.

Están exactamente iguales, el mismo aspecto. Aunque tantos años hubieran transcurridos.

—Dime Yunho, si te diera la libertad que tanto anhelas. Si rompiera el vínculo que te une a mí, ¿escaparías?

Las palabras de Jaejoong son tentadoras, Yunho las encuentra con un tinte de mentira. Por que nada es tan fácil. Y Jaejoong parece estar midiéndolo en ese instante, sus movimientos, sus palabras. Todo en él.

—No lo harías, ¿por qué te encanta torturarme con la sola idea?

—Por que es divertido.

Jaejoong sonríe, gira apenas para poder mirar a Jung, y que note la gran sonrisa en sus labios. Pero entonces ocurre algo que no había esperado, algo que en siglos sus sentidos jamás hubieran previsto.

Yunho se ha acercado, extendido las manos hacia su espalda, apretándolo contra su cuerpo, besando sus labios. La manzana en las manos de Jaejoong resbala, hasta caer en el piso y provocar un sonido espacioso.

El beso ha electrificado sus sentidos, es como Jaejoong lo había esperado, repleto de pasión y emociones que desencadenan en sus manos que buscan más que nada tocar a Yunho también. Sus ojos se cierran de a poco, luego de la sorpresa inicial.

Yunho parece entretenido en llevar el control, y las manos de Jaejoong desparecen entre el cuello de Jung y su espalda, con una necesidad absoluta y la adrenalina empezando por fin a recorrerlo en tantos años. Percibiendo el aroma de Yunho como nunca antes.

Los tropezones de Yunho lo impulsan hacía la cama que está cerca, a Jaejoong mucho no le importa, menos cuando su cuerpo cae contra la cama, su cuerpo rebota un poco, sobre los cómodos edredones que hay en la habitación, su cabello incluso se sacude.

Pero la sonrisa en sus labios, repleta de victoria es lo único que le muestra Yunho, quien no tarda demasiado en subir a la cama, con las rodillas sobre el colchón, mirándolo a los ojos. Como nunca antes, Jaejoong incluso presiente que hay algo incorrecto en la escena.

Sin embargo las manos de Yunho abren su camisa, se deslizan sobre su pecho. Ahora extrañamente cálidas, su fría piel reacciona ante el tacto. Jaejoong se odia así mismo pero su cuerpo entero se estremece con ese simple tacto.

Y cierra los ojos, complacido con el calor que empieza a recorrerlo, con el apagado gemido de sus labios que logra hacer sonreír a Jung. Es un sonido afilado, hueco y deslizante lo que llama su atención. Un sonido casi imperceptible lo que lo hace abrir los ojos de inmediato.

Lo ve ahí; Yunho sostiene en sus manos una daga.

Sus ojos se abren con sorpresa, y Yunho parece incluso anonadado al verse descubierto, pero nada logra impedir sus movimientos, es más, incluso parece que logra empuñar más la daga antes de intentar clavarla en su pecho.

Es un dolor que aumenta cada que la daga se interna más en su piel, abriéndose camino dolorosamente, veloz pero intenso al mismo tiempo. Jaejoong siente su corazón latir, aunque es imposible, como si el pecho de pronto le saltara.

Y antes que la daga llegue a tocarlo sus manos empujan con una fuerza descomunal a Jung.

El cuerpo de Yunho se estrella contra la pared, la pared se violenta, los cuadros se sacuden, el cuerpo entero de Yunho se dobla ante el golpe, por un momento, si se tratara de un humano definitivamente Jung Yunho hubiera muerto.

Una mano temblorosa toca su pecho, ahí donde la daga todavía está incrustada, su brazo entero tiembla. Rabia, impotencia, coraje. Todo se acumula. Yunho grita a los cuatro vientos lo mucho que lo detesta, pero jamás había intentado herirlo.

Aprieta los puños con fuerza, la habitación entera empieza a temblar. Como si un tornado se formara dentro, el viento lo sacude todo, las sábanas, los cuadros, las lámparas. Todo sobrevuela y muere en el suelo. Alrededor de Jaejoong se sacude su ropa y cabello, sus ojos están rojos.

Jaejoong está sintiendo una fuerza asesina dominarlo; Por que Yunho se ha atrevido a herirlo. Y a él jamás nadie lo había herido.

Jala la daga con fuerza, de un solo jalón que logra que esa sangre roja se derrame en el suelo. No es demasiada, pero esta parece brillar, ni siquiera se molesta en mostrar dolor, a pesar de que la punta de aquella daga hubiera tocado un poco su corazón, apenas un poco.

—Te has atrevido… Y yo que pensaba que no tendrías el valor. Creo que me confíe demasiado, ¿verdad Yunho?

La sonrisa de Jaejoong es perturbadora, Yunho aún se encuentra aturdido por el fuerte golpe que recibió su cuerpo entero y aún más por el hilo de sangre que corre por su frente. Que le nubla un poco la vista de Jaejoong enfrente de él.

Apenas puede enfocar la sombra de Jaejoong , se acerca con un paso lento pero firme.

Yunho no se encuentra en condiciones de enfrentarlo, por que todo a su alrededor da vueltas todavía, pero Jaejoong parece querer aprovechar esa desventaja. Por que lo toma por el cuello y lo levanta. Incluso siente la manera en que esos dedos lastiman su piel.

Sus pies dejan de tocar el suelo y apenas puede enfocar el rostro sonriente de Jaejoong. Yunho sabe que tiene solo dos opciones o muere o se queda eternamente encerrado a manso de Jaejoong. Y sinceramente, Yunho prefiere la primera.

—Todos estos años, ¿te tomó intentar solo esto?

—Y lo volvería intentar… Si pudiera…

Odia su voz en esos instantes, rasposa y ahogada. Jaejoong todavía tomándolo por el cuello lo lanza a la cama. Con una fuerza increíble. Que lo sorprende, por que hasta ahora no había medido la verdadera fuerza de él.

—Eres patético, insufrible… Un remedo de vampiro. Deberías morir en este momento Jung Yunho.

Jaejoong lo toma por los brazos, apostándolo contra la cama con fuerza, hundiéndolo con vertiginosidad. A Yunho todavía le duele el cuerpo entero y siente latir con fuerza las marcas de los dedos de Jaejoong en su cuello.

Los labios fríos de Jaejoong se pasean por su cuello. Yunho cierra los ojos. Lo odia, con una rabia ferviente que crece en su interior y que no puede evitar. Siente los colmillos de Jaejoong deslizarse por su clavícula, acariciando y cortando su fina piel luego de unos segundos.

Recuerda entonces que Jaejoong está herido; Con la poca fuerza que tiene cierra su puño y lo estampa con braveza en el pecho de Jaejoong, en aquel lado izquierdo donde la marca de su odio es visible todavía. Jaejoong grita de dolor.

Sostiene su pecho, y cae en el suelo, con los ojos cerrados. Jadeando un poco por el dolor. Yunho ve su única oportunidad en ese instante. Se levanta de la cama sin mirar atrás, todavía aturdido, todavía tambaleante.

Camina hasta al balcón y cierra sus ojos con fuerza. Respira profundo… Una… Dos veces.

Y sin pensarlo demasiado se lanza desde el balcón, desde aquel tercer piso, caer en cunclillas le resulta difícil, aún más por que está débil. Pero esa fuerza sobrehumana aún está ahí, aun recorre sus innecesarias venas.

Caminando como puede, todavía torpemente, se abre paso entre la gente. No le importa empujar a quien sea, o que alguien del clan se ponga en alerta por la ofensa directa que acaba de hacer hacía uno de los herederos. Solo huye, escuchando el grito descomunal  y rabioso de Jaejoong.

Que espera, sea la última vez que lo tenga que escuchar.

—¡¡YUNHO!!

La lluvia cae, ligeramente.

Las gotas que se esparcen por la ciudad han logrado espantar a los peatones. La gente se ha encerrado en sus hogares, buscando un poco de calor. Changmin en cambio se encuentra sentado en medio del parque, en una de las solitarias bancas.

Con la primer ropa que ha encontrado, con un abrigo encima. Con la capucha tapando sus cabellos.

Y la lluvia se cierne sobre él, copiosamente.

Su respiración pausada y el vaho que sale de sus labios es lo único que lo acompaña. Por que ha necesitado huir como sea de su departamento, del lugar donde Yoochun permanece dormido, donde él se cree merecedor de robarle la calma.

Seguramente si su madre lo viera, se enojaría. Con lo enfermizo que es, seguramente logre contagiarse de un grave resfriado, pero la lluvia mojando su cuerpo, la ropa húmeda que se paga a su piel, es como un factor secundario.

Si la eternidad lo ayudara, sería todo más sencillo.

Cuando conoció a Yoochun su vida tomó un rumbo distinto. No está ni seguro de cómo empezó todo, pero Yoochun se instaló en su vida, como un molesto habito que no puede dejar, descubrió un mundo que creía absurdo por las películas o los libros.

Amplió su mente y horizontes. Descubrió lo que no quería y se encontró frente a una encrucijada.

Pasionalmente hablando puede quedarse a su lado, dejarlo que termine por apoderarse de su vida y hábitos. De sus pensamientos y cada uno de los segundos que tiene en su vida. Conscientemente, Changmin sabe que eso es imposible.

Por que la vida es un ciclo, y quedarse junto a Yoochun es estancarse. Changmin no puede preferirlo, por que necesita una vida. Y Yoochun no es vida, Yoochun es el aire faltante en sus pulmones. Es como la víspera de su destrucción.

—¿Por qué te has ido? ¿Qué haces aquí?

La presencia oportuna de Yoochun no lo ha tomado por sorpresa. Su voz es cálida, como nunca antes, incluso deja de sentir la lluvia sobre su cuerpo, por eso cuando levanta la mirada puede verlo a él, sosteniendo una sombrilla sobre su cuerpo.

—Quita esa sombrilla Yoochun, quiero sentir la lluvia.

—¿Quieres morir? Esta lluvia puede provocarte una neumonía.

Yoochun parece incluso un poco molesto, pero Changmin entiende que solo hay una manera de continuar, caminar hasta que ese hilo que los une se rompa. Y para eso debe caminar, tanto como pueda, hasta que el hilo no resista y termine.

Golpea la sombrilla sobre su cuerpo, cae varios metros hacía adelante, rodando entre la lluvia y Yoochun ahora lo ve con molestia.

—¿Qué sucede contigo?

—Quiero que te vayas, y no vuelvas más. Y estoy hablando muy en serio Yoochun.

Cuando la mano de Yoochun se cierra sobre su brazo derecho, obligándolo a levantarse y mirarlo a la cara; No representa ningún problema para Changmin mostrarse frío, no se está sacrificando. Egoístamente Changmin solo quiere una vida para vivir.

Y no quiere, ni va a permitirle a Yoochun que siga robándole vida.

—¿Crees que me importa lo que tú quieras? Salve tu vida, por mí respiras hoy. Me perteneces, y no solo por que quieras me iré.

—¿Tanto valoras mi vida? Pues tómala, y márchate. Yo solo quiero deshacerme de ti.

Yoochun arruga el entrecejo, y aprieta el agarre sobre su brazo. Está molesto, demasiado.

—¿Sabes con quien estás hablando mocoso? Soy más fuerte que tú, soy poderoso, inmortal. ¿Y un humano como tú cree que puede venir a hablarme de esta forma?

Extrañamente su brazo entero duele, como si el dolor fuera ya demasiado. Changmin solo intenta soltarse, pero parece no funcionar. Incluso empieza a dolerle la cabeza, molestamente, como agujas ingresando en su cráneo.

—Ya déjame en paz…

—Escúchame bien Shim Changmin…

—¡Ya basta!

El grito de Changmin resuena violentamente, sacude las hojas de los árboles y parece que Yoochun es el único capaz de notarlo, por que sus ojos se abren con sorpresa. Por que un humano es incapaz de hacer algo así.

Sin embargo ahí está Changmin con sus ojos repentinamente rojos, empotrándolo contra la corteza de un árbol, colocando el brazo sobre su cuello, Yoochun siente una fuerza en Changmin que jamás antes había percibido.

…Y no entiende lo que sucede.

—Ya déjame en paz.

—¿Pero que diablos…?

Entonces la fuerza de Changmin es brutal, pero con la intensidad que llegó se marcha. Changmin pronto luce mareado, tambalea hacia atrás y Yoochun solo lo ve llevar una mano a su cabeza, cerrar sus ojos y empezar a perder el equilibrio.

Antes de que el cuerpo de Changmin toque el suelo. Una sombra hace su aparición, tomando el cuerpo de Changmin entre sus brazos. Es el mismo sujeto que acompañaba a Changmin en la tarde.

—…Eres un vampiro.

El susurro de sus labios alerta a Rain, quien levanta la mirada serenamente, verificando que Changmin se encuentre bien. Sonríe levemente con sus ojos rojos y colmillos visibles. Aparecer de ese modo, implica eliminar su apariencia humana.

—Lo mejor será que te alejes de Changmin, Yoochun.

—¿Eres un vampiro renegado? ¿Por qué proteges a un humano?

La sonrisa de Rain no se borra, es confiada y segura. Con el cuerpo inconsciente de Changmin en sus brazos logra levantarse, mirando fijamente a Yoochun.

—¿Sabes quien es la reina Heeyon?

Yoochun abre sus ojos; Da un paso hacia adelante. Levemente nervioso.

—Es mí madre…  ¡¿Quién diablos eres?!

—¿No lo adivinas? Soy el guardián de la reina Heeyon, y de su hijo también, por supuesto.

El hombre frente a los ojos de Yoochun parece no tener la intención de desafiarlo, Yoochun solo lleva una mano a su cara. No quiere a Changmin bajo la lluvia. Es demasiado tiempo.

—Mi madre no solo tiene un hijo, somos tres.

—En realidad, cuando la reina abandonó el castillo no solo dejó a su esposo atrás sino también a sus dos hijos mayores, por voluntad de tu padre claro esta. Él quería alejarla por completo de ustedes. Así que desterrada la reina solo vela por su hijo menor.

Es como si un aire frío lo recorriera, Yoochun mira a Changmin en los brazos de Rain. E incluso pierde el aire en sus pulmones, incapaz de formar alguna frase coherente.

—En serio, ¿no lo habías percibido Yoochun? Changmin es tu hermano menor; El que todo el clan anda buscando.

Y antes de que pueda hacer una pregunta. Rain desaparece frente a sus ojos. La lluvia se escucha todavía, y Yoochun siente que de repente la fuerza en sus piernas es demasiado poca.

Jaejoong se encontraba sobre el techo de alguna casa de algún humano esa noche.

Mirando el cielo oscuro, con los rastros de la lluvia que cayó casi desapareciendo. La herida en su pecho aún duele, no como debería, pero se hace sentir. De una manera inadecuada y latente. Es como si fuera a quedar una marca incapaz de borrar.

Puede ir tras Yunho, él posee una habilidad que Yunho desconoce, puede hacerlo sufrir el peor de los dolores, como agujas perforando en su cabeza hasta dejarlo inmerso en el dolor artificial de su conexión aún limitada.

Puede mandar a medio clan a buscarlo por el mundo entero si es necesario, si el caso lo amerita. Pero esta reticente todavía, por que aún su cuerpo está adolorido, y quiere pensar muy bien su siguiente paso. Por que Yunho es como una obsesión a sus sentidos y no se conforma con que sea suyo solo de la boca para afuera.

—¿Qué haces aquí?

Siente la presencia de Yoochun. Justo a su lado. Incluso sin verlo puede presentir a su hermano algo surrealista, como si su mente volara lejos. Absorto en sus pensamientos.

—¿Qué haces tú aquí Jaejoong? Odias a los humanos. Y por tanto odias su entorno.

—Digamos que ahora donde viven los nuestros me trae malos recuerdos también.

Es un silencio compartido, ambos sobre aquel techo lo suficientemente alto como que alguien más los pueda detectar. Yoochun permanece parado a su lado, con las manos en los bolsillos, mirando distraídamente el horizonte.

Jaejoong aún sentado, solo entrelaza sus propias manos, apoyadas en sus piernas un poco dobladas.

—Jaejoong… ¿Qué tanto recuerdas a nuestro hermano menor?

—Era un bebé cuando mamá se lo llevo, no mucho en realidad.

—¿Y cómo crees que se vea ahora?

—Han pasado cientos de años desde aquello. Y a diferencia de cuando un humano es convertido en vampiro, que se estanca en su apariencia humana. Nosotros tenemos la libertad de escoger la edad que queremos mostrar. ¿Por qué lo mencionas?

La pregunta muere en el aire. Por que Yoochun jamás contesta. Solo vuelve a sumergirse en sus ideas. Dejando a Jaejoong esta vez un poco intrigado, con su mirada permanente en el cuerpo de su hermano. Como si sacar aquel tema a relucir fuera innecesario.

Pero finalmente Yoochun no acota más sobre el tema. Y Jaejoong parece necesitar también, su tiempo único para pensar.

+—+— FIN —+—+

Bien, antes que nada, aclaro:

Este es un shot que tenía escrito hace ya algún tiempo. Por tanto lo dejo en sus manos si desean que lo continue como serial o no. Aunque creo que es algo que debería plantearme para un poco más adelante. 😉

Espero que les haya gustado.