Entre el Cielo y la Tierra
Más del poder que puedes llegar a obtener
..:: 6 ::..
Seungho de pronto se sentía envejecido.
Como si el padre tiempo de pronto se hubiera pasado frente a él, dejándolo en un despojo humano, en cuanto Rain se hubiera marchado, una debilidad fatal azotó sus piernas y cayó de rodillas en el suelo, como si la respiración de pronto ya no fuera la misma, como si no circulara adecuadamente.
La vista se nubló y un mareo repentino llegó.
¿Estaría muriendo?
Luego descartó la posibilidad cuando el ruido de aquella maquina que indicaba los latidos del corazón de Yoohee empezó a marcarse con más normalidad, ya no era tan desbaratadoramente lento.
Ahora, sin embargo su cuerpo entero se balanceaba.
Como si hubiera perdido de pronto el equilibrio total, se agarró de un pequeño sillón y trató de levantarse. Como pudo tratando de visualizar la imagen de su esposa en aquella cama.
No veía bien, la respiración le fallaba, pero a medio metro de distancia de la cama de ella pudo verla, Yoohee abrió sus ojos. Con una expresión algo confusa. Y la puerta de la habitación se abrió, era una de las enfermeras que con carpeta en mano lució asombrada de pronto.
Soltando las pertenencias en el suelo al ver a la mujer despierta, y por supuesto luego reparó en él, y los pasos apresurados de la enfermera más su pequeño grito de alerta fue lo último que escuchó antes de perderse en la inconsciencia.
—¡Señor, Kim!
…
…
A pesar de lo mucho que luchaba por resistir, Yoochun sentía que sus alas no estaban respondiendo adecuadamente. Llevaban horas sobrevolando las nubes, y no podían encontrar nada aún.
Mientras se deslizaba lo más cuidadosamente que podía, pensaba si en verdad, en algún momento. Los espacios causados al caer no se cerraban con el tiempo, tal vez había encontrado una solución demasiado tarde. Pero Yoochun quería convencerse de que no era así.
Agitó un poco más las alas, y una punzada fuerte en la espalda lo hizo doblegarse un poco. Llevaba mucho tiempo volando, respiró profundo, pero el dolor solo se acentuó, negó por inercia, y voló lo más rápido que pudo hasta la superficie.
El tiempo no fue suficiente sus rodillas se arrastraron dolorosamente y apenas pudo colocar su mano en el dolor de aquel profundo dolor, con una mueca de angustia y desesperación. ¿Qué le estaba pasando?
—¡Yoochun!
Jaejoong llegó hasta él, aterrizando más grácilmente que él. Con la preocupación marcada en sus facciones. Tocando suavemente su brazo para poder llamar su atención.
—Estoy muy cansado, el ala derecha me duele.
—Es por el esfuerzo, seguramente estas a punto de tener un calambre. Es mejor que te relajes.
Poco a poco, Yoochun fue cediendo al tacto de Jaejoong, las manos del muchacho que poco a poco lo recostaron sin problemas, para que quedara boca arriba, con ambos brazos extendidos y la mirada hacía arriba.
—Creo… que no estoy siendo de mucha ayuda.
—No digas eso, Yoochun. Has hecho más que yo, intentando buscar a Yunho.
Leves masajes en su hombro y brazos fueron proporcionados, las manos de Jaejoong le proporcionaban menos dolor y suspiró bajamente, cerrando un rato los ojos, mientras intentaba que el dolor desapareciera.
—Llevamos horas volando, lo mejor será regresar.
Yoochun asintió, levemente adormecido ante el cansancio. Pudo sentir la mirada de Jaejoong un rato más, un suspiro de sus labios y finalmente un imperturbable silencio que se extendió por bastante tiempo.
Seguramente Jaejoong se había quedado mirando hacía las nubes, perdido entre sus deseos por volver a volar, y buscar. Y pendiente de que él se encontrara mejor. La verdad es que el cielo era tan basto, que Yoochun no podía asegurar el tiempo que en realidad les tocaría encontrarlo.
Pero al menos no era tan amplio para ellos, Jaejoong aún recordaba el lugar donde todo empezó, el problema era ahora, encontrar el lugar exacto donde Yunho cayó, el lugar sin que las nubes que se hubieran colocado encima taparan.
…
…
—¿Estás rezando?
Yunho salió de su pequeño trance un momento. Apretando con menos fuerza aquel collar que poseía desde que tenía memoria, tan pegado a él y su esencia, como si nadie pudiera usarlo, como si nadie debería tocarlo. Junsu sin embargo lo continuó viendo, esperando su respuesta.
—No, solo pensaba.
La manera en que Yunho agachó la cabeza un poco, hizo a Junsu suspirar. Changmin permanecía dormido, reposando la cabeza en sus piernas, algo encogido por la posición que ocupaba en aquel pequeño sillón en la sala de estar.
—¿Crees… que mamá se recuperará?
Yunho mordió su labio inferior, un poco confundido sobre como responderle exactamente. Pero de un modo u otro. Sentía que tampoco podía quedarse callado. O eso solo empeoraría la situación.
—Ella es fuerte, lo sé. Yo… no creo que se deje vencer.
—No es como si estuviera batallando, ella está enferma.
El momento, se pausó un instante. Yunho suspiró y alborotó los cabellos de Junsu, atrayéndolo un poco a su pecho, dejando que reposara ahí por un instante. Tan solo un momento, para que escuchara los latidos de su corazón y confiara.
—No tengo las respuestas Junsu. Solo sé que quiero cerrar los ojos y esperar por verla bien otra vez. Solo eso quiero, no sé nada más fuera de eso.
—Yo también.
Junsu apresó su mano. Antes de que el teléfono sonara y Yunho se moviera de inmediato corriendo hacía él, dispuesto a contestar, esperando escuchar la voz de su padre de inmediato.
—¿Papá?
Junsu estuvo atento, las expresiones de Yunho no cambiaban en lo absoluto, y no fue hasta un leve segundo en que un suspiro y posteriormente una gran sonrisa asomó en los labios de su hermano que finalmente pudo tener un poco más de esperanza.
—¿En serio? Salimos para allá de inmediato, papá. No te preocupes.
Antes de enterarse de algo, lo primero que Junsu sintió, fue a Yunho corriendo hacía él, abrazándolo con fuerza, sacudiendo su cuerpo en el proceso, riendo, despertando a Changmin.
—Ella está bien, Junsu. ¡Despertó! De pronto abrió los ojos y despertó.
…
…
Cuando los tres menores ingresaron en la habitación.
Casi a tropezones y empujones, la sonrisa resplandeciente de Yoohee los recibió, su rostro tan resplandeciente que apenas Changmin saltó a abrazarla ella ni siquiera se quejó por la fuerza con la que el menor se había lanzado.
Junsu apretó su mano y Yunho un poco más alejado solo sonrió, sosteniendo entre sus manos aquella cadena que colgaba de su cuello, costumbre se le había hecho que aquello pasara, que sus sentimientos se refugiaran en aquel lugar.
—¿Qué pasa, Yunho? Ven…
La mano de Yoohee se estiró cuidadosamente y con peños pasos Yunho camino hasta ella, como si sus manos al tocarla pudieran causar algo imprevisto, pero el contacto fue maravilloso, reparador y tranquilizador.
Yoohee volvió a sentir esa extraña paz, que cuando era más joven y estaba a punto de dar a luz a Changmin, cuando su embarazo se complicó y el tacto de Yunho lo calmó todo, en esta ocasión fue lo mismo, y tenerlo a su lado la hizo feliz una vez más.
Seungho respiró hondo, aún un poco contrariado con su desmayo extraño de hace un rato, que había bastado con oler un poco de alcohol y sus fuerzas habían regresado, como si nada, como si su malestar solo hubiera sido momentáneo.
Miró a su esposa, al montón de doctores que no lograban entender lo que sucedía. El milagro, como los llamaban mucho estaba allí, en aquella cama, rodeada por sus tres hijos. Pero Seungho sabía, que el la palabra ‘milagro’ estaba mal empleada.
Y notó en su muñeca, bajo la palma de su mano, cerca de sus venas, aquella flor negra que permanecía dibujada desde que hubiera estrechado su mano con la de aquel hombre, logró taparla un poco con su mano derecha, como si le quemara.
—¿Papá, que sucede?
Changmin se había acercado en algún momento, Seungho solo pudo despabilarse y sonreír lo más tranquilo que pudo.
—Nada… solo estaba agradeciendo por esto.
El pequeño solo movió un poco la cabeza y luego sonrió. Empezando a jalarlo por el brazo.
—Ven con mamá, ella te quiere cerca.
—Si, claro pequeño.
Sostuvo el cuerpo de su hijo menor entre los brazos. Y se sentó junto a ella, junto a esa mujer que le regaló la mejor de las sonrisas, la persona a la que amaba, por quien estaba dispuesto y había dado, la mitad de su vida.
…
…
Rain permaneció ahí.
Con sus manos bajo la barbilla, mirando un punto desenfocado. En total silencio mientras Junho caminaba de un lado a otro, aburrido, como si esperar de pronto no fuera de su agrada y solo quisiera salir de ahí.
Acababan de reducir la vida de un hombre.
Rain no lograba entender el porqué. Pero en su mano se había tatuado otra flor negra, en esta ocasión la del padre de aquel niño extraño. Su mente trataba de cavilar el por que su hermana le había pedido algo como eso, pero Boa seguía sin dar respuestas.
Cuando los pies, ahora descalzos de la mujer se dejaron ver. Rain prestó atención, Boa venía, en una curiosa bata de azul y plateado, con los dragones revoloteando de un lado a otro en su vestuario, con el cabello largo y suelto.
—¿Lo hiciste?
Rain se levantó, mostrando la palma de su mano y por tanto enseñando aquel tatuaje que reposaba en su piel, la sonrisa de Boa se amplió. Como si hubiera visto algo que en mucho tiempo la emocionaba.
—¿Para que querías su insignificante vida?
—Su hijo, es impresionante. El menor posee algo espectacular. Que debe estar en la sangre de su progenitor, ¿no?
Y la sonrisa torcida de Boa se amplió un poco más. Rain arrugó el entrecejo cuando sintió las fuertes manos de la mujer sobre su brazo, clavando sus uñas con fuerza, un pequeño gemido de su parte y Boa se acercó un poco más.
—No es para ti su vida, la quiero para mí.
Los murmullos de Boa lo hicieron abrir los ojos más allá de lo normal, y no fue hasta que la vio con precisión que entendió lo que pretendía hacer. Boa clavó sus dientes en la piel de Rain, dolorosamente, lo suficiente para que Rain hiciera una pequeña mueca de dolor, manteniéndose rígido por completo.
Y la rosa comenzó a desdibujarse en su piel como si se elevara y un humo negro los rodeara de pronto hasta desaparecer por completo. Las marcas y sangre en su piel, Rain solo colocó un mohín de disgusto y Boa sonrió. Lamiendo la zona herida que en cuestión de segundos fue restaurada, como si nada hubiera estado ahí.
—Es todo querido, puedes irte.
Boa limpió con su pulgar la poca sangre que se escurría por la comisura de sus labios, Rain permaneció un rato más ahí, observando como el tatuaje de la flor negra aparecería ahora en la frente libre de cabello.
La rosa no desaparecería, hasta que Seungho no muriera, y entonces la mitad de su vida, fuera a parar a las manos de Boa. Del mismo modo en que apareció, Boa no se preocupó en ver si iba hacía algún lado o no, simplemente desapareció y Rain volvió a sentir que algo andaba mal. Su hermana nunca sentía interés por los mortales.
—Ella planea algo macabro.— Y la voz de Junho a su espalda lo hizo mirar de soslayo al hombre que solo sonrió divertido, antes de saltar hacía uno de los sillones y mirarlo descaradamente. —Será interesante ver de que se trata.
Pero Rain pretendió que aquello no importaba, que lo que pasara con aquella familia hace mucho dejó de importarle, miró una vez más su muñeca y luego sacudió su cabeza, pretendiendo salir de ahí cuanto antes. Para estar solo una vez más.
…
…
—¡Bienvenida~!
Un par de días después, con los respectivos exámenes que inexplicablemente la liberaban de aquella enfermedad que la acongojaba, por fin pudo pisar su hogar, sentir el calor de su familia, y ver el gracioso pastel de bienvenida.
—Mami, hay que ver alguna película. Ya sabes, para volver a los buenos tiempos.
Changmin había jalado del brazo a Yoohee, llevándola hasta el sillón. Como si de pronto nada más importara. Seungho solo había sonreído, dejando la poca ropa de su esposa en un sillón, junto a ellos en la sala de estar.
La noche se había ido pronto, entre risas, el pastel y la dichosa película de ‘Romeo y Julieta’ que tanto le gustaba a Yoohee, pronto, cuando Junsu pudo percatarse, su padre llevaba a Changmin en brazos a su cama, y Yoohee lo acompañaba.
Apagó el televisor y buscó a Yunho, pero su hermano como siempre, se encontraba sentado en las pequeñas escaleras del patio, mirando el oscuro cielo, sosteniendo en su mano derecha, el collar que caía por su cuello. Tan concentrado, que a veces parecía que buscara algo.
—¿Qué haces, Yunho?
—No lo sé, solo espero.
Junsu arrugó un poco la nariz, sentándose junto a él.
—¿Esperas? ¿A quién esperas?
Yunho sacudió un poco la cabeza, y pareció salir de su letargo.
—¿Qué?— Junsu lo miró confundido y Yunho solo soltó el collar. –No se de que hablas, Su.
—Te acabo de preguntar que haces, y me dijiste que ‘esperas’ ¿Qué esperas?
—¿Yo te dije eso?— Junsu asintió y Yunho rascó su nuca avergonzado. –Lo siento, no me di cuenta, creo que te respondí por inercia.— Rió un poco y Junsu solo rodó los ojos.
—Siempre haces eso.
—¿Qué cosa?
—Miras el cielo, como si buscaras algo o sencillamente esperaras a alguien, desde que éramos pequeños, siempre mirabas mucho el cielo y siempre te han gustado los ángeles.
Yunho suspiró. Mirando una vez más el amplio y oscuro cielo sobre ellos.
—Es que… es hermoso, ¿no crees? Se ve tan ajeno y majestuoso, tan lejos de nuestro alcance. Lo suficiente para que no lo podamos lastimar.
—¿Seguimos hablando del cielo cierto?
Yunho rió divertido, codeando un poco a Junsu.
—Si, idiota. El ser humano por naturaleza destruye. Pero el cielo es tan inalcanzable, que no vamos a poder destruirlo así queramos. Por eso me fascina.
Junsu asintió, viendo junto a su hermano el cielo, apoyando las manos en la escalera en la que se encontraban sentados.
—¿Y los ángeles? ¿Por qué te gustan tanto? Recuerdo que cuando viste al ángel Gabriel, cuando éramos pequeños casi te brillan los ojos.
Yunho esta vez suspiró, tan fuerte, que parecía más bien un deseo incompleto.
—Tal vez será por co relación.— Junsu arrugó el entrecejo confundido, pero Yunho continuó. –Los ángeles, pueden volar. Ellos pueden estar cerca del cielo sin lastimarlo. Ellos cuidan, protegen. Están cerca de él.
—Te recomendaría que te hicieras astrónomo, pero eso solo incrementaría tu obsesión con el cielo, ¡prueba siendo astronauta!
Yunho rió. –No están fácil, Junsu.
—¡Pero puedes intentarlo!
—Tenemos dieciséis, Junsu. Todavía tenemos tiempo para pensar en que estudiar cuando nos graduemos.
—Pues yo voy a ser doctor y me voy a casar con Jesica. He ahí mi plan de vida.
Esta vez fue el turno de Yunho para rodar los ojos y luego levantarse.
—¡Oye! ¿Por qué me dejas hablando solo?
—Por que me aburren tú y tu parolata de lo perfecta que es Jesica.
—¡Es que lo es!
—No se por qué te gusta tanto. A mi me parece muy normal.
Junsu se indignó y Yunho rió mientras empezaba a subir las escaleras a su habitación con Junsu detrás vociferando y defendiendo cual caballero a la castaña. Siempre era divertido picar un poco a Junsu.
—¡Vuelve Yunho! Y Retráctate por tal ofensa.
—Ve a soñar con Jesica, solo dije lo que pienso.
…
…
Yoochun miró con disgusto hacía su lado derecho.
Volvió a rodar los ojos, un poco exasperado por el comportamiento de Jaejoong, tratando de concentrarse en lo que el ángel frente a ellos hablaba, sobre el hecho de ser considerados ahora ángeles reales.
Trataba, en serio que trataba de concentrarse, pero era imposible. Puso entonces su mano sobre la rodilla de Jaejoong, y por fin pareció tener la atención de su amigo.
—¿Puedes dejar de mover la bendita pierna, por favor?
Jaejoong sonrió divertido. Notando que afortunadamente para Yoochun, ninguno de sus compañeros había notado lo desesperado que estaba por que la clase terminara, sonrió y asintió. Yoochun pareció creerle y lo soltó.
Pero la mente de Jaejoong trabajaba vertiginosamente, probando que podía llegar, que podía encontrar el lugar donde Yunho había caído. Estaba seguro, estaban cerca. Ya había pasado un año y algo desde que estaban buscando aquella apertura.
Y esta vez estaba seguro, ahora si lo lograría, encontrarían ese lugar.
Y sin darse cuenta, su pierna volvió a moverse. Y Yoochun bufó exasperado.
…
…
Con los audífonos puestos, la canción a todo volumen, un par de panfletos sobre universidades en las manos, y los exámenes terminados. Yunho por fin podía decir que se sentía un poco más relajado en su vida.
El instituto terminaba en apenas unas semanas, y ya se acabaría todo, ahora solo quedaba ir al instituto para las practicas de graduación. Todo iba perfecto y la sonrisa en su rostro lo demostraba.
Sin embargo cuando se acercó a sus amigos, todos acomodados en la ventana del salón, colocó una mueca entre confusa y divertida.
—¿Qué hacen?
Su voz hizo a Heechul y Eunhyuk literalmente saltar del susto. Rió divertido y notó como Siwon sentado tranquilo a unos metros de ellos, solo suspiró y negó suavemente.
—Están espiando a tu hermano.
Yunho se confundió más. —¿A Junsu? ¿Y por qué?
Pronto la mano de Heechul estuvo agarrándolo por el cuello de la camisa, haciendo que también se agachara. Y mirara por la ventana, como Junsu se encontraba bajo un árbol del patio general, parado justo frente a una muchacha.
—Se le va a declarar a Jesica.
La voz de Heechul sonó en murmullos y Eunhyuk asintió ávidamente. En verdad, era un poco imposible que alcanzaran a escuchar algo por la distancia, pero con ver bastaba. Llevado por la curiosidad, Yunho se quedó mirando. Y Siwon solo negó, con una sonrisa en los labios.
La imagen era clara, Junsu delicadamente sonrojado, mientras le hablaba con firmeza a Jesica, con risas de por medio, todo parecía marchar bien. Hasta que aparentemente lo dijo, y Jesica por un momento se quedó estática, petrificada, como si en realidad no esperara aquello.
Fueron segundos largos, en el que incluso todos aguantaron la respiración, pero la reacción llegó por fin. Y no fue buena. Jesica le devolvió a Junsu un pequeño chocolate que le hubiera regalado hace unos minutos y negó suavemente con la cabeza baja, apenada pero segura de lo que hacía.
—Auch…
Eunhyuk suspiró en cuanto vieron a Jesica empezar a marcharse y a Junsu parado todavía bajo aquel árbol viendo el pequeño chocolate que había regresado a sus manos. El pesar fue genuino, y todos quedaron de acuerdo en dejar a solas a Junsu por un rato.
Un rato mientras asimilaba el rechazo de su primer amor, desde la escuela.
…
…
Rain entrecerró los ojos un poco.
Changmin estaba ahí, charlando con los muchachos de su clase, siendo rodeado y admirado también por varias chicas, con una pequeña sonrisa en los labios, mientras a sus reciente doce años gozaba de una madurez inusual.
Era sorprendente como en verdad Changmin parecía alguien tan normal, excepto por que de repente Boa había mostrado interés en su ser. Y que por supuesto podía ver a los demonios sin el menor de los problemas.
Y es por eso que tenía que mantenerse, relativamente oculto, al menos lo suficiente como para que lo viera, y lo confundiera con un mortal más. Pero ese misterio continuaba ahí. Y Changmin seguía creciendo.
Pero Rain seguía sin entender, por que estaba con vida.
No debía, en esos doce años él no debió existir, simplemente debió extinguirse el día de su nacimiento. De pronto Changmin giró, y Rain se tensó. Pero fingió que buscaba a alguien, como si fuera un padre de familia más.
Sin embargo la mirada de Changmin persistió.
—¿A quien ves Changmin?
Uno de sus compañeros se acercó, y Changmin únicamente elevó un poco la barbilla, para indicarle aquel hombre vestido de negro que se perdía entre los alumnos.
—¿Sabes a quien busca?
—¿Quién?
—El hombre de negro, el que está junto al papá de Dannah.
Su compañero arrugó el entrecejo confundido, pero casi de inmediato pudo sentir el brazo de uno de sus hermanos alrededor del cuello.
—Hola, Min.
—Hola, Yunho. ¿Y Junsu?
—Afuera, no está de muy buen humor, así que por hoy omite tus sutiles comentarios sarcásticos.
Changmin rodó los ojos y empezó a caminar. —¿Por qué demos balancearnos a su estado de ánimo? Ni que fuera una chica.
Yunho rió, y Changmin pareció olvidar el pequeño incidente, despidiéndose de su compañero tan solo agitando un poco su mano.
…
…
Changmin miró a Junsu.
Inusualmente y fuera de su carácter, Junsu no se encontraba hablando o moviéndose siquiera de un lugar a otro, simplemente estaba ahí, caminando junto a ellos, con la mirada en el suelo, en el más absoluto de lo silencios.
Miró a Yunho, pero el mayor solo pudo levantar un poco los hombros y pedirle con un gesto de sus manos que respire, y deje en paz a Junsu. Era complicado, cuando empezaba incluso a preocuparse por el tonto de su hermano mayor.
—Junsu…
Y decidió desobedecer a Yunho quien solo bufó disimuladamente, Junsu levantó la mirada y Changmin trató de mostrarse afable, sin buscar enojar al mayor.
—¿Estás bien?
—No.
La respuesta fue cortante, no habían demasiadas de camino a casa, ni siquiera los suficientes autos como para que evitaran hablar o discutir por ello, por lo mismo, Changmin se adelantó, colocando una mano en el pecho de Junsu y mirándolo con fijeza, atravesándose en su camino.
—Entonces, ¿qué te pasa? ¿Podemos ayudarte?
—No, ni tu Yunho. ¡Yunho menos que nadie!
El repentino enojo en la voz y mirada de Junsu mientras relegaba a Yunho, hizo que Yunho interfiriera, Junsu hizo a un lado a Changmin, pero Yunho pronto logró agarrar a Junsu por la maleta, haciendo que girar y se detuviera frente a él.
—¿Y ahora por qué pareces enojado conmigo?
—No estoy enojado contigo, al menos intento no estarlo.
Yunho frunció el ceño.
—¿De qué diablos estás hablando?
—¡Que tu y toda tu perfección me enferman!
Junsu se sacudió bruscamente, empujando la mano de su hermano en el proceso, Changmin presintió que las cosas no iban a salir bien, y miró con aprensión a los dos muchachos frente a él.
—¡Detente ahí, Kim Junsu! ¿Qué sucede contigo?
—¡Ya deja de agarrarme como si fuera un maldito saco de papas!
Si Yunho volvió a agarrar a Junsu. Esta vez por el brazo, el contacto no duró demasiado por que Junsu volvió a empujarlo y golpear su brazo, logrando que Yunho empezara a acentuar la molestia en su rostro y lo retuviera nuevamente.
—Detente, Junsu. Lo que sea que esté pasando no tienes que desquitarte contigo, no ves que le das un mal ejemplo a Changmin.
Junsu rodó los ojos, con la desesperación en su rostro.
—Ahí está. El caballero perfecto Yunho.
Junsu se soltó con un empujón más fuerte que el anterior, pero esta vez había empezado a caminar, cruzando la calle, dispuesto a alejarse, sin embargo a mitad de la misma Yunho le dio alcance, empujándolo con algo de fuerza.
—¿Se puede saber que diablos pasa contigo?
—¡Déjame en paz, Yunho!
El empujón de Junsu llegó otra vez, pero en esta ocasión Yunho agarró por las solapas a Junsu, elevándolo un poco. Y Junsu en cambio se mostró vulnerable. Como si la molestia se hubiera ido y la conciencia de pronto pesara, mordiendo su labio inferior.
—Jesica te prefiere… Ella me rechazo por que está enamorada de ti.
Los ojos de Yunho se abrieron con sorpresa.
Changmin respiraba agitado, mirando a sus hermanos empujarse, a punto de entrar en golpes, tenía doce años. Él no podía controlar a esos muchachos de casi dieciocho años, aún así, planeaba intervenir si los muy imbéciles empezaban con los golpes.
—¡Por eso quiero que me dejes en paz!
Junsu se soltó, con un empujón más fuerte, pero Yunho lo atajo por el brazo.
—¡Junsu, espera!
Y todo ocurrió demasiado rápido, de la desolada calle de pronto se escuchó el estridente grito de una mujer en uno de los balcones.
—¡¡Cuidado!!
Los ojos de Changmin viajaron directo hacía la parte superior de la calle, donde un carro a toda velocidad se dirigía directo hacía sus hermanos, demasiado rápido, demasiado cerca como para que pudieran reaccionar.
Los pies tropezaron y ambos cayeron en el suelo. Changmin se desesperó, como si sus sentidos se hubieran desconectado y solo pudo llevar las manos a su cabeza y cerrar los ojos.
Entonces, el tiempo se detuvo.
—¡Ya basta! ¡Deténganse!
Los ojos de Junsu se abrieron con terror, el auto frente a sus ojos se detuvo exactamente a unos centímetros de su cuerpo, su cabello incluso pareció sacudirse por el improviso movimiento, como si todo se ralentizara de repente.
Y en ese corto lapso, en el que Yunho miraba al igual que Junsu el auto frente a él, de repente su mirada se deslizó a Changmin, el muchacho permanecía en la misma posición, con sus manos en la cabeza y los ojos cerrados.
Luego el tiempo volvió a su ritmo, y el chofer paralizado por completo sostenía aún el volante, sin comprender por qué su auto se había detenido de pronto. Tan rápido que era hasta imposible, por que apenas acababa de poner el freno.
La gente salió curiosa y Changmin miró sus manos extrañado, como si de la nada. Se sintiera completamente desubicado. Teniendo como único espectador a Yunho, quien clavaba sus ojos en él.
…
…
Jaejoong llevaba horas sobrevolando, seguro de que estaba ahí.
—No hay nada, Jae.
—Lo sé, está aquí. Puedo sentirlo.
Nuevamente las alas de Jaejoong empezaron a agitarse y Yoochun lo siguió, con toda la habilidad que poseía. Jaejoong parecía seguro de que ese era el lugar, que por ahí se encontraba el lugar, sin embargo no se percató cuando chocó contra el cuerpo de él y un par de plumas se esparcieron.
—Avisa, cuando vayas a detenerte.
—Es aquí, Yoochun.
El corazón de Yoochun se aceleró, bajó la mirada y justo bajó sus pies se encontraba aquella apertura que tanto habían estado buscando, era pequeña, pero lo suficiente como para que ambos pudieran pasar arrojándose de cabeza, sin agitar las alas por supuesto. O si no tocarían las nubes y las perderían por completa.
Los ojos de Jaejoong brillaron con anticipación y Yoochun pudo leerlo como si de un libro se tratara.
—¡No! No, Jaejoong. No podemos bajar así como así. Tenemos que asegurarnos de que… ¡JAEJOONG!
Observó con horror, como su amigo sin miramientos ni temor, sencillamente se arrojó por aquel donde Yunho hubiera caído tantos años atrás, simplemente se colocó de cabeza y dejó de agitar sus alas. Se dejó caer.
Los ojos de Yoochun se abrieron excesivamente, con su mano estirada hacía donde Jaejoong hubiera estado, pero pronto lo vio volar por aquella apertura, justo debajo de las nubes.
—Agh… ¡Dios!
Exhaló con fuerza, cerró los ojos y repitió lo que Jaejoong hace un momento hubiera hecho. Caer fue tan vertiginoso, más que aquellas veces cuando empezaba a aprender a volar y debía chocar hasta que sus alas se agitaran correctamente.
Sus manos temblaron, y entonces apretó los puños con fuerza. El viento golpeaba en su rostro y cuando atravesó el espacio de las nubes, sus ojos se abrieron abruptamente.
—¡Yoochun vuela!
Aunque el grito de Jaejoong se oyó lejos, Yoochun pudo sacudir la cabeza a tiempo y agitar sus alas. Se retuvo a tiempo, todavía muy lejos de la humanidad o de que siquiera pudiera ser visto. Levantó la mirada, y Jaejoong unos metros más arriba que él lo esperaba con una enorme sonrisa.
—¡Lo logramos! ¡Yoochun lo hicimos, al fin lo hicimos!
Voló hasta su amigo, y por fin respiró, colocando su mano en el hombro de Jaejoong, como si el aire fuera diferente y todo ese nerviosismo volcara en su estómago. ¿Cómo podía Jaejoong estar tan tranquilo ante el hecho de infringir tantas reglas y todas al mismo tiempo?
De pronto un aleteó fuerte se escuchó y ambos miraron hacía arriba, con sus rostros serios y preocupados. Había un ángel muy cerca de por donde ellos habían bajados. Yoochun se preocupó de inmediato, pero Jaejoong se colocó tras él, tapándole la boca rápidamente.
—Guarda silencio… Puede que nos hayan visto cuando estábamos buscando el lugar.
Yoochun asintió y Jaejoong lo soltó. Lograron salir del campo de visión de por donde habían bajado. Con sus corazón latiendo aceleradamente. Como si estuvieran en un peligro inminente.
—¿Alexander? ¿Buscas algo?
Ambos se miraron con preocupación al descubrir que se trataba de Alexander, uno de los ángeles más cercanos a los ángeles mayores, tomaron sus manos con fuerza, mirando disimuladamente hacía arriba. Rogando por no ser visto.
—No, solo me pareció haber visto a alguien por aquí.
—Eso es imposible. Los ángeles saben que está prohibido que lleguen hasta aquí.
Hubo un pequeños silencio, seguramente los ojos de Alexander inspeccionando el lugar. Y en ese momento, tanto Yoochun como Jaejoong sostuvieron la respiración.
—Si, tienes razón. Seguramente me equivoqué.
Pronto los dos ángeles parecieron alejarse, el silencio reinó y Jaejoong y Yoochun pudieron respirar otra vez. Jaejoong con una sonrisa en el rostro y Yoochun con el entrecejo arrugado, golpeando en el brazo a su amigo.
—Esto es tú culpa.
—Tienes dos minutos en la tierra, ¿y ya te portas agresivo como ellos?
Yoochun rodó los ojos y Jaejoong rió agradecido, abrazando con fuerza a su amigo. Como si ya nada más importara.
…
Fin del Quinto Capitulo
…
¡Actualización temprana! ;D
Ya saben, yo que usualmente actualizó a las diez u once de la noche… xD
Me acabo de dar cuenta que este capitulo también terminó en un abrazo JaeChun… Jejeje.. bueno, ya los tenemos en una edad más apropiada podría decirse, les ha tomado años a los niños salir del cielo ¿no? X’D
¿Les ha gustado? Espero que si, gracias a todas las que dejan sus comentarios, y a las que aún se acuerdan de mis fics. Nos leemos en la siguiente actualización. Se cuidan~! =D