Amores Perfectos
Trozos de melancolía
Segunda Parte
—¿Y si le presentamos a un amigo mío a Key?
Minho de pronto sonrió, con esa sonrisa que parecía valer un millón de dólares, abrazando todavía con fuerza a Jinki, con sus piernas alrededor de la cintura del mayor mientras este se afirmaba un poco más contra él, con su espalda pegada al pecho de Choi.
—No lo sé… Key suele ser muy complicado.
—Pero Jonghyun es en cambio demasiado des complicado. Yo creo que congeniarían a la perfección.
Onew tenía todavía sus dudas, jugaba con la yema de sus dedos palpando la piel de Minho, un poco suave y a la vez gastada por el trabajo y el diario vivir.
—Jonghyun no es ningún idiota ¿verdad?— Preguntó de repente, sintiendo la barbilla de Minho posarse con cuidado sobre sus cabellos –No quiero que le rompan el corazón otra vez.
—Se portará decente, lo prometo.
Pero Jinki suspiró, sutilmente antes de asentir y sonreír, provocando que Minho ampliara su sonrisa tanto que fuera inevitable un beso de esa boca que se encontraba tan cerca de él, de esa pequeña proporción de cariño entre sus brazos, sobre aquel sillón cualquiera que Onew hubiera comprado hace tantos años atrás.
…
…
—¡Jinki!
El cuerpo de Onew se repuso al instante, su cabello un poco alborotado y su espalda de pronto dolía, disimular la mueca de dolor que aquello le provocó fue un poco más que imposible. Pero aun así sonrió y fingió que el grito de su jefe no lo había desubicado de repente.
—¿Estabas dormido?
—No, solo…— Mordió su labio de repente, sintiendo la mirada de soslayo de Key mientras pretendía hablar por teléfono –Ha sido un día difícil— Musitó de repente –Lo lamento mucho.
Maldita su poca capacidad para mentir. Apretó los puños y bajó la cabeza, pero Joon continuó ahí mirándolo con el entrecejo arrugado y las manos firmemente colocadas a un lado de su cuerpo.
—Deberías saber desde hace mucho que tu vida personal no puede interferir con la laboral.
—Lo sé, yo de verdad…
—Al término del día te quiero en mi oficina.
Los pasos del hombre se escucharon de pronto. El aire volvió a sus pulmones aunque el pesimismo pesaba de pronto sobre sus hombros, aquellas palabras de su jefe no podían ser el indicio de algo bueno. Entonces una bola de papel pegó en su cabeza y la mirada afilada de Kibum lo regañó directamente.
—Ya te he dicho que aprendas a mentir.
Luego de eso, Jinki solo alzó los hombros y sonrió.
…
…
—Entonces volverás a ser un soltero codiciado…
Minho sonrió, el pequeño comentario del Gerente seccional mientras bebía un poco de agua y dejaba pasar el tiempo un rato al menos, descuidó un poco sus expresiones, como si lo suyo fuera una noticia vieja que extrañamente a nadie sorprendía.
—Bueno, he estado tanto tiempo con Onew que difícilmente recuerdo lo que es ser un soltero codiciado.
—Vamos, hombre. Eres joven y apuesto. Seguro no estarás solo por mucho tiempo.
Eso iba en contra de su plan oficial. Minho en realidad se estaba divorciando por que el agotamiento exhaustivo había llegado a su matrimonio y de pronto Onew parecía estar igual de cansado como para luchar por la causa. Volver a salir con otra persona no era lo recomendable, por lo menos no en un par de años.
—Minho— El hombre volvió a llamarlo, sus pocas canas denotaban la experiencia y su sonrisa divertida mientras lo sacudía por el hombro lo hizo despertar —¿Andas en las nubes? ¿Qué sucede?— De pronto la voz del hombre pareció compadecerse un poco –No me digas que en realidad es Onew el que quiere divorciarse. ¿Tiene a alguien más?
—¿Qué? ¡No!— De pronto sonó indignado.
¿Por qué la gente no solo entendía que era un amor desgastado?
No había nadie más para él…
—Tranquilo— Volvió a hablar el hombre –Últimamente pareces fuera de este mundo, esto del divorcio no te está sentando bien. Deberías tomarte unas vacaciones.
—A nadie le siente bien un divorcio.
—Bueno, deberías hacerte a la idea que un mal día podrás encontrarlo de nuevo y quizá esté con otra persona.
El consejo que supo amargo en sus oídos se deslizó tan fácilmente que Minho casi tambalea en su camino de regreso a la oficina, el Gerente únicamente había continuado su camino hasta su propia oficina atareado entre papeles e inversionistas. Pero Minho fue otra historia, medio ausente, medio alicaído.
—Minho ¿estás bien?— Si pasó una hora o más, Minho no lo sabe bien, solo sabe que Jonghyun abrió la puerta e ingresó de repente, con su ropa igual de elegante que siempre y su mirada sobre todos esos documentos que Choi había empezado a acumular —¿Qué es todo esto? ¿No has estado haciendo tu trabajo?
—Deja ahí— Bloqueó de inmediato los intentos de Kim por ojear los papeles y que se percatara de las fechas que iban desde una semana atrás más o menos –Solo estoy un poco más atareado de lo normal.
—Esto no es un poco más atareado de lo normal— Jonghyun torció un poco sus gestos —¿Por qué no le pides a tu secretaria que te ayude con un par de sub contratos? Porque a este paso te llega fin de año y no terminas.
—Sí, eso estaba a punto de hacer— Minho ni siquiera lo meditó demasiado —¿Necesitas algo?
—Hablé con el Gerente— Minho respiró hondo –Dijo que te había visto un poco… afectado.
—Estoy bien— Sonrió un poco, intentando convencerse incluso así mismo —¿Por qué la gente ha cogido esa maldita costumbre de sentir pena de mí?
—¿Quizá porque te ves realmente lamentable?— Jonghyun suspiró un poco, sentándose en el asiento justo frente al escritorio de Minho que ya masajeaba su sien como cuando se le venía haciendo mala costumbre –No puedes esperar que el mundo sencillamente no se dé cuenta de que esto te está afectando, antes eras todo sonrisas y cursilerías— Minho sonrió, como si el bálsamo de ese humor negro de Jonghyun le aligerara un poco el peso sobre la espalda –Escucha, sabes que no soy partidario de estas cosas del matrimonio o pedir disculpas, o retractarse, o agachar la cabeza, o…
Minho de repente alzó su mano derecha —Ya entendí el punto, ¿a dónde nos llevan todas tus maravillosas cualidades?
—A que si quieres estar con él, entonces habla con él.
Minho sintió ese frío de nuevo, ese que se esparcía sobre todo su cuerpo y lo hacía sentir aún más culpable.
—No quiero eso.
—¿No quieres porque Onew ya no quiere intentarlo o realmente eres un maldito bipolar?
Minho mordió su labio, lanzándole el primer bolígrafo que encontró y Jonghyun rió un poco.
—Es que si me dijeras que Onew no quiere nada contigo y tú no quieres rogarle hasta te entendería, pero tus argumentos son que de repente fuiste perdiendo el amor y Onew era más un hermano, que tu pareja— Jonghyun se acercó un poco –Créeme yo jamás vería a Key como mi hermano, eso desde el primer momento en que lo vi.
—Lo tuyo con Kibum es más pasional que cualquier otra cosa.
—¿Y lo tuyo con Onew?
—Yo lo amé desde el primer momento.
Jonghyun volvió a torcer sus gestos, con una exhalación de su boca que fue más como una mueca mientras Minho sonreía, aun sorprendido por la impulsividad de sus palabras.
—Si despierto a su lado y continúo así, entonces empezaremos a tener problemas. No quiero tener recuerdos horribles de él. Peleas, malos entendidos, quiero cortar por lo sano antes de que todo se derrumbe.
—Eso es ser exageradamente precavidos— Jonghyun entonces cruzó su pierna, mirando de soslayo la expresión de Choi —¿Si sabes que mañana o en un mes, o en quien sabe cuánto tiempo, Jinki podría pasar enfrente tuyo con otra persona de la mano?
—Si…— Susurró bajito –Woongu me lo mencionó, pero… No sé.
—¿Qué no sabes?
—Solo… No sé— Minho de pronto se encontró sobando delicadamente su propio brazo izquierdo –Sería extraño. Ni siquiera lo había pensado.
—Por favor, Minho. En el fondo sabías que eso tendría que pasar y lo tendrás que asumir. Es como si tú pretendieras pasártelo soltero por más de dos años.
—Yo pensaba hacer eso…
El susurro bajito, casi dicho entre dientes por suerte no llegó a los oídos de Jonghyun mientras Minho todavía acariciaba su brazo y Jonghyun jugueteaba un poco su celular. A ratos sonreía, y no fue difícil para Minho saber que hablaba con Kibum.
…
…
Para las cinco de la tarde con veintidós minutos, Onew salía de las oficinas y suspiraba cada tanto como si no pudiera ni con su vida y solo tuviera malos momentos entre la conciencia.
—¿Cómo te fue?— Kibum saltó sobre él casi de inmediato, con su pequeño bolso a un lado de su cuerpo y su mirada preocupada sobre él —¿Te dijo algo malo?
—Tengo una advertencia— Musito cuidadosamente –Con dos más y me pueden despedir.
Key chasqueó la lengua, rezongando bajamente mientras levantaba el puño en dirección a la oficina del jefe.
—Solo es un amargado— Trató de animarlo –No le hagas caso, solo procura no dormirte otra vez Jinki.
—Si… No sé qué me pasó hoy. Estaba muy cansado supongo.
Kibum reanudó el paso —¿Cuándo tienes cita con el consejero matrimonial?
—Mañana.
Por un instante los ojos de Kibum se deslizaron por ese rostro de Jinki, un poco cansado y devastado.
—¿Sabes qué?— Preguntó sonriente –Hoy no vas a llegar temprano, ¡vamos a beber un poco!
—Key no tengo ánimos para emborracharme…
—¡No me interesa! ¡Tú vienes conmigo!
Y de pronto Onew se encontró siendo arrastrado por el menor, hacía algún lugar lejano que el otro al parecer conocía y que aparentemente, según Kibum quien era el que le vendía la idea, olvidaría todas sus penas.
…
…
—¡Flashback~!
Minho se levantó en un impulso, los pies sobre la alfombra y sus ojos se encontraron de frete con la luz de la sala de estar cuando escuchó la voz de Jinki y recordó que se había quedado dormido en el sillón preocupado al no saber nada de él hasta las once de la noche y que por encima de todo jamás le contestara el celular.
Se levantó molesto, tratando de aguantar sus ganas por iniciar una pelea.
Evitado reproches, porque después de todo, era la primera vez que Jinki le hacía algo como eso.
—Ah… Me muero de sed…
Onew se movía un poco tambaleante dentro de la cocina, regaba agua en el suelo dentro del infructuoso intento por beber decentemente un poco de esa agua, tenía el uniforme desarreglado y el cabello alborotado. ¿Qué clase de vida iba a llevar Jinki cuando él se fuera?
—Jinki…
—¡Oh, Minho!— Saltó el mayor de repente —¡Me asustaste! No te había visto…
Hace mucho que no ves, hyung…
—¿Dónde estuviste?— Trató de ser sutil, tapando la botella de agua que Jinki había dejado sobre la mesa –Me tenías preocupado, nunca sales sin avisar que llegaras tarde ni desvías mis llamadas.
—Pero ya estoy aquí ¿no?— Onew estiró sus brazos, con una sonrisa bobalicona en los labios –Sano y salvo. Sin un solo rasguño que lamentar.
La voz de Onew era extraña, sus ojos sus pasos torpes y su aliento a licor. Minho ni siquiera tenía intenciones de lidiar con eso. Antes, cuando bebían juntos era divertido, ahora sentirse aislado por él, solo lo volvía incómodo ¿cuántas posibilidades había que solo en esta noche Onew hubiera conocido a alguien?
—Vamos a la cama, es mejor que descanses, mañana tienes que trabajar.
—Tú también…
Onew señaló su mejilla y rió. Minho hace tanto no lo escuchaba reía, que incluso en ese estado fue refrescante, lo tomó por la cintura, como si encaminarlo fuera lo más fácil. Jinki sencillamente se desplomó en la cama, tarareando todavía esa canción que traía en la boca.
—¿Sabes Minho?— Habló el mayor mientras Choi ya empezaba a quitarle los zapatos –Siempre tuviste un talento especial para desnudarme.
Minho entonces dejó escapar una risa —¿Ah, sí?
—Si…— Aseguró Onew, sentándose torpemente, únicamente para poder tomarlo por el rostro y contemplarlo fijamente –Siempre fuiste tan apuesto.
La sonrisa desapareció de sus labios al instante. Las palabras de Onew golpearon en su cabeza, casi al mismo tiempo en el que el mayor volvió a lanzarse contra la cama y seguir con sus balbuceos y movimientos poco delicados. Minho suspiró, porque de pronto no le placía dormir junto a él.
Cogió un par de sábanas y una almohada, lo suficiente como para que Onew pudiera dormir cómodo si así lo quisiera, si al menos lo dispusiera. Pero a Minho, la justificación de Jinki todavía le daba vueltas en la cabeza…
Siempre fuiste tan apuesto.
¿Para Onew, él solo se reducía a eso?
..:: Fin de la Segunda Parte ::..