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Utopia: captulo 9


 

Utopía

Lotus

..:: 9 ::..

 

 


 

 

 

Nadie sabe o nadie debería saber, de esas lagrimas que se esconden en el interior de tus ojos

 

 

 

—Es algo parecido al cáncer… ni siquiera yo lo sé bien.

 

Yunho movió sus manos, intranquilo, como si el cuerpo entero sufriera escalofríos mal repartidos por cada lugar que él pudiera sentir. Pero su padre tan solo continuaba frente a él, con esos papeles entre las manos y la mirada puesta en el suelo, su rostro desgastado y sus ojeras cansadas. Yunho ni siquiera recuerda haberlo visto tan delgado en el pasado.

 

—¿Es hereditario?

—Lo es —Dijo el mayor, con su voz ronca y ajena— He luchado tanto por encontrarte. Pensé que si lograba advertirte a tiempo, tendrías una oportunidad.

 

Jung respiró hondo una vez más, exhaló irregularmente, con los ojos nublados repentinamente. El hombre frente a él estaba muriendo y aunque lo sintiera como un extraño, al cual su indiferencia lo golpeaba, una parte interna suya no podía desligar la sangre que terriblemente los unía.

 

¿Acabaré como él? ¿Mucho más pronto que él?

 

—¿Mamá lo sabe?

—Sabe que existen posibilidades de que lo hayas heredado.

 

Yunho cerró los ojos con fuerza. No. Su madre no debería saber. Ella menos que nadie.

Su padre había desaparecido años atrás, no tenía ningún derecho de llegar y alterar a su madre así, debía viajar hasta donde ella se encontraba para calmarla, debía ocuparse de ella y su salud.

 

Yunho empezó a enojarse, cerrar los puños y mirarlo con dureza.

 

—Vete de aquí.

—Hijo…

—¡He dicho que te vayas! No quiero verte más, ¡vete!

 

Yunho, luego de ello solo recordaría su espalda alejarse frente a sus ojos, ni siquiera pudo ver bien su rostro masculino luego de años de ausencia, no pudo percibir su voz grave y abrasadora que en su niñez lo hizo sentir seguro, no pudo notar sus manos magulladas por el trabajo ni sus ojos pequeños que siempre lo hicieron pensar que iba a ser su modelo a seguir.

 

Yunho siempre pensó que si lo volvía a ver, sería débil, y terminaría por perdonarle el abandono y el dolor que su ausencia provocó.

 

 

 

Yunho logra despertar en el medio de la noche, en el silencio de esa habitación, con la respiración de Changmin cerca de su cuerpo; abre los ojos confundido y con las lágrimas que no ha sentido resbalando por su mejilla, es seguramente muy tarde por que la oscuridad de la noche se cuela imperturbable dentro de la mediana habitación que ocupa, mientras abraza al menor frente a él, quien duerme tranquilo, sin sentir la intranquilidad de su mente que juega a revolverle los recuerdos de semanas atrás.

 

Piensa en él últimamente.

En su padre y cómo estará sobrellevando su enfermedad.

 

Pero mucho no importa ahora, porque tiene a Changmin entre sus brazos e inevitablemente las lágrimas salen con mucha más rapidez que antes; Yunho así solo atina a esconder el rostro en la espalda de Shim, apretando suavemente su cintura, y muerde sus labios porque es ahora cuando piensa que no debió echarlo así, que al menos debió dejar un contacto para ubicarlo; porque puede que esté solo.

 

Y nadie merece morir así.

 

Changmin empieza a moverse, Yunho limpia velozmente las lágrimas que han resbalado por sus mejillas, y espera que la oscuridad de la noche sea su ventaja, recuerda haber besado a Changmin hasta el cansancio, recuerda que se hizo demasiado noche como para regresar a casa, apenas contestó un mensaje de Junho y luego aceptó quedarse a dormir en la habitación del menor.

 

—¿Estás despierto?

 

La voz de Changmin suena áspera. Cansada.

 

—Acabo de despertarme.

 

Changmin rasca una de sus cejas, un gesto pequeño antes de estirar su brazo hasta el celular.

 

—Son la una y más… sigamos durmiendo.

 

Vuelve a moverse poco y parece que es cuestión de segundos para que Shim consiga quedarse dormido una vez más, parece cansado, como si todo el peso de la vida hubiera sido liberado hoy y ya pudiera descansar tranquilo por primera vez en largas semanas de aturdimiento. Yunho mira su cuello largo y níveo tan estilizado como siempre.

 

Cada parte de ese ser que logra ser como un mundo pequeño. Uno que Yunho abraza para no dejarlo ir.

Uno al que se siente destinado a pesar de que el tiempo no le juegue a favor.

 

 

 

Detén el tiempo como si fuera un sueño y deja que la tristeza continúe dormida

 

 

 

Cerca de las siete de la mañana, Jaejoong ya está ahí. Con las piernas inquietas sobre la pequeña silla en la que le han pedido que espere mientras Junsu se desocupa un rato y los segundos se le hacen largos a cada minuto, le preocupa que Junho no se haya despertado cuando él salió, pero espera que lea su nota, y que Yunho no llegue tan temprano como espera. Arruga el papel entre sus dedos, el frio es cada vez más fuerte y él solo puede exhalar cada tanto.

 

Finalmente la puerta de Junsu se abre y Kim se encuentra estrechando la mano con un doctor del cual se despide, Jaejoong logra ponerse de pie sin demasiadas complicaciones, aunque sus gestos no parezcan en el mejor de sus estados.

 

—Hola Jaejoong, lamento la espera.

—No hay problema, venia por un favor, así que discúlpame por venir sin avisar.

 

Hay bastante educación de por medio. Jaejoong vuelve a apretar el papel entre sus manos y es como si aquello fuera suficiente para llamar la atención de Junsu quien mira directo hacía el lugar y frunce el ceño un poco, pasan incluso unos segundos antes de que la expresión del muchacho a punto de convertirse en doctor lo atraviese.

 

—¿De dónde has sacado eso?

—¿Tú… lo has visto antes? —Jaejoong solo alza la vista sumisamente, como si no terminara de captar ideas pronto y le resultara inevitable sentirse desconfiado— Por supuesto, tu hablaste con Yunho cuando enfermó… ¿podrías decirme de qué se trata?

 

Junsu de pronto se encuentra a la mitad de su pasillo, con Jaejoong esperando una respuesta y su compromiso con Yunho dándole vueltas en la cabeza.

 

—Se supone que él hablaría con ustedes ayer en la noche.

—No llegó, se excusó o algo por el estilo.

 

—Entonces espera a hablar con él, es importante que lo escuches de su boca.

—¿Qué diferencia hay? —Jaejoong ni siquiera se toma la molestia de evitar sonar molesto— Por favor solo dime de qué se trata todo esto, la salud de Yunho ha ido empeorando y yo… por favor…

 

Las manos de Jaejoong aprietan todavía más el papel que se extiende por las palmas cansadas y trabajadas.

 

—Debes hablar con él —Habla Junsu bajito— No es mi deber hablarlo contigo.

—¿Tan grave es?

 

Pero Junsu solo desvía la mirada, Jaejoong no obtendrá respuestas de ahí, sus pies salen de ese hospital  mucho más rápido de lo esperado, marcando el celular de Yunho que ya se sabe de memoria, llamando sin descansar hasta que el otro le contestara, no piensa esperar más, y no quiere esperar más.

 

 

En esta mano sostengo mis esperanzas, una historia que nadie sabe ha comenzado

 

 

Yoochun despertó temprano esa mañana, salió a correr un rato y se preparó un poco de café poco habitual mientras agarraba el diario y se encaminaba al pequeño balcón de la sala de estar; sabía que Changmin estaba acompañado y esperaba que fuera del tal Yunho que tanto dolor de cabeza le provocaba al menor, sin embargo sabía que no podía preguntar hasta que el otro se marchara y estuviera seguro que Changmin no terminaría por romperle algo en la cabeza.

 

Eran cerca de las nueve de la mañana cuando finalmente la puerta de Changmin se abrió, y él salió de ahí con la ropa arrugada y el cabello revuelto. Yoochun logró escrutarlo velozmente con la mirada; Changmin parecía perdido y algo adormilado todavía, miraba de un lado a otro y finalmente suspiró antes de sentarse en un sillón frente a él, con las piernas en alto y un suspiro en los labios que finalizó con una sonrisa pequeña, de esas casi imperceptibles que tan bien lo hacían sentir por el menor.

 

—¿Buen despertar acaso?

—Probablemente.

 

Yoochun sonrió un poco, Changmin había cerrado los ojos y no parecía demasiado de mal humor como para que una de sus preguntas inoportunas empeorara su estado de ánimo casualmente estable.

 

—¿Yunho ya se ha ido?

—Como hace una hora, pero he preferido dormir un poco más —Yoochun sonrió y sin abrir los ojos y tan solo con un movimiento de mano, Changmin volvió a hablar— Y antes de que digas algo, si, dormimos juntos. Pero nada más.

 

—Entonces… ¿hay algo?

—Probablemente.

 

Yoochun sonrió de nuevo, sabía que ese probablemente tan ambiguo no lo era tanto, si Changmin se encontraba de ese humor tan estupendo que hace mucho tiempo no veía en el menor, así que deja el café sobre la mesa y sacude los cabellos del otro mientras piensa en darse una larga ducha antes de ir algún lado ese particular día de verano en el que todo parece pintar en los colores más impredecibles y bellos.

 

—Bueno, creo que me sentaré a escribir.

 

Changmin pega un brinco desde el asiento en el que tan cómodamente se encontraba y estira su cuerpo y se queja un poco cuando sus huesos suenan, pero en realidad poco le importa, tiene planeado su día entero en la cabeza, piensa darse una ducha, comer algo ligero y escribir casi todo el día, luego piensa llamar a Yunho y salir un rato, quiere volver a incorporarlo en su rutina diaria, lo quiere todos los días, aunque suene cansado e impensable, pero quiere aprovechar por esos día que no estuvo y que aún le hacen falta.

 

 

 

 

La idea de ver a su padre solo le ha dado vueltas en la cabeza todo el día, Yunho no puede concentrarse demasiado en su trabajo esa mañana que le ha tocado reponer por lo de la noche anterior y se detiene cada dos metros entre divagaciones y postulaciones que no tienen sentido fuera de su cabeza, tal vez no es tan sencillo como parece, pero mientras toma una decisión que parezca sana prefiere dejar el tema y pensarlo poco a poco antes de que todo se vuelva a una locura y ya no pueda con ella.

 

No ha visto particularmente a Junsu y suele encontrárselo la mayor parte del tiempo; piensa que está ocupado y que no es la gran cosa, pero en el fondo sabe que ese presentimiento suyo cuando se despidió de Changmin temprano no es por simple casualidad. Cuando avanza entre los pasillos los niños del área de Oncología se encuentran entre risas y aplausos que lo hacen sonreír también. A veces no se siente cansado o resignado, simplemente siente una paz tan interna que es abastecedora y que incluso lo hace sonreír con lágrimas en los ojos.

 

—¿Es hermoso, cierto?

 

La enfermera a su lado sostiene un montón de toallas mientras mira hacía el mismo lugar que él hace un instante, pero Yunho solo asiente y suspira, a veces hablar es más difícil de lo que parece.

 

—Por cierto, el doctor Junsu me pidió que si te veía te dijera que anda queriendo hablar contigo.

—Oh, ¿en serio? ¿Sabes dónde está?

—Lo acabo de encontrar cerca de la cafetería.

 

Yunho asiente de inmediato y se apresura en terminar lo poco que le falta, deja las cosas en el armario cercano y luego simplemente apresura el paso, Junsu todavía está en la cafetería, tiene un sándwich a medio comer en el plato y un libro frente a él, parece concentrado en leer aquellas numerosas páginas que se le presentan, de algún modo, Yunho lo mira con admiración, siempre tuvo esa vaga esperanza de poder hacerlo también. Sin embargo sonríe, respira hondo y se acerca, con una sonrisa incluso más amplia.

 

—Hola.

—Yunho, he estado buscándote todo el día.

—He trabajado bastante el día de hoy.

 

Junsu asiente sin problema alguno, deja el libro a un lado y acomoda un poco su cabeza, parece más estresado de lo habitual. Suspira y extraño tanto preámbulo.  Yunho sospecha aún más cuando Junsu fija su mirada en la mesa y luego de un par de segundos lo mira directo a los ojos, hablando con ese tono que más bien parece una orden.

 

—Yunho, debemos empezar con las quimioterapias.

 

Odia esa palabra y recién parece percatarse de ello, su puño derecho se cierra inconscientemente y el brazo entero tiembla un instante, sabe que sus uñas cortas lastiman las palmas de sus manos, y extrañamente lo siente como un amortiguador, uno que cubre lo duro que esas palabras de Junsu han logrado afectarle.

 

Es ahí cuando prefiere mirar la taza junto al plato de Junsu, él jamás creyó tener que usarla. Es un vuelco de emociones repentinas, de recuerdos infames que se pasean por su cabeza. Su niñez, la manera en que solía salir a jugar con sus amigos. Su adolescencia, la vez que descubrió a ese muchacho de cabellos cortos que lo besó por primera vez y con él cual descubrió lo que realmente era sentir algo desconocido, algo que no había sentido antes. Hasta que conoció a Changmin. Esos amores cortos y disparatados, todos aquellos a los que sobrevivió y con los que murió. Todo hasta Changmin.

 

Junsu parece tener toda la paciencia el mundo, Yunho no ha medido el tiempo, pero sabe que han sido minutos antes de que volviera a alzar la mirada, y su mano derecha se abriera de nuevo.

 

—Quiero… un poco de tiempo, Junsu…

—No hay más tiempo Yunho. He respetado el tiempo que me pediste al principio, pero ya no hay más espera. Mañana mismo comenzamos.

 

Otra vez siente ese escalofrío terrible recorriendo su cuerpo; Una mano se pasea por su cuello y Junsu lo mira implacable.

No planea esperarlo más. Yunho no quiere enfrentarlo, teme por ello.

 

—Junsu…

—No más Yunho. —Junsu intenta sonar suave en esta ocasión, pero Yunho solo se remueve en su lugar— Además tengo que hablarte de una cosa más. Jaejoong estuvo aquí por la mañana… él tenía tus pruebas en las manos.

 

Logra apoyarse en el respaldo de la silla, Yunho exhala como si de pronto le faltara el aire y los ojos comienzan a nublarse sin compasión, trata de respirar hondo y controlar esa vorágine de emociones que parecen mal distribuidas en su interior, pero ocurre igual que tiempo atrás, porque termina derrumbándose frente a Junsu, con una mano tapando su rostro y un sollozo suave apenas detectable, antes de que Junsu lo abrigue entre sus brazos y él deje un llanto largo que desde la madrugada le hace falta soltar.

 

Con esa opresión fría en el pecho, Yunho parece no tener nada más que decir.

 

 

 

Incluso ahora los recuerdos parecen guardados dentro de una copa rota, aún no he aprendido como ponerle esperanzas al futuro

 

 

 

Para las seis de la tarde el día no ha acabado y parece cada vez más eterno, no tiene un lugar al que ir porque no quiere enfrentar a Jaejoong ni Junho, camina lentamente y no ha prendido el celular en lo que va del día, pero sabe bien que Junsu ha hablado con Jaejoong para tranquilizarlo y decirle que él se presentó en el trabajo sin problema alguno, sabe de su cobardía, es consciente de ella, pero sus pasos se dirigen a un solo lugar; A esa puerta blanca a tantos kilómetros de distancia de su hogar.

 

Cuando le dijo a su madre, se le partió el corazón, nunca la había escuchado gritar con tal desesperación, esas manos delicadas que lo abrazaron en algún momento soltaban golpes en diferentes direcciones y ese llanto amargo lo hizo llorar luego de haber resistido tanto tiempo, temió en medio de esos gritos y lágrimas que la mujer echaba desesperadamente, pero ¿qué podía hacer? ¿qué le podía decir? ¿Lo siento? ¿Tenía él acaso la culpa de algo? ¿Cómo podía calmar ese dolor en la mujer?

 

Finalmente ella había caído rendida entre sus brazos, durmió junto a ella tantas horas como le fue posible. Y cuando despertó ella acariciaba con delicadeza su rostro otra vez.

 

“Había tenido la esperanza de que esto no te pasara a ti… Mi Yunho, siempre fuiste un niño tan hermoso, tan lleno de vida y felicidad, tan luchador… No te mereces esto, si yo pudiera entregaría mi vida entera por ti, cariño… Eres lo mejor que me ha pasado en la vida”

 

Sentía las palabras de su madre cerca todavía, la vio llorar durante los días que duró su visita en el pequeño pueblo, Jaejoong jamás se enteró, apenas supo de su ausencia como una visita normal a Gwandu, desde entonces trata de escribirle a su madre todos los días, trata de contarle que todo está bien y que su tratamiento va por buen camino. Yunho le pidió que no viniera en los primeros meses, al menos los primeros en que su artritis mejoraba. Yunho no quiere dejar a su madre sola, siente que tiene tantas cosas pendientes aún.

 

¿Sería igual cuando hablara con Jaejoong?

Él no quería verlo sufrir así.

 

Pero todo era hasta cierto punto decente cuando se trataba de Changmin, no sentía esa necesidad por contarle la vedad, no todavía. Pero hoy con el anuncio de su quimioterapia, se sintió el peor de los estafadores, había prometido a Changmin que le mostraría esa clase de amor que desconocía; pero no podía permanecer junto al menor así. Tenía a su madre a punto de llegar a Seúl, tenía los asuntos con su padre y su propia salud. No podía herirlo inclusive cuando el tiempo para ambos terminara.

 

El tiempo que parecía haber corrido más veloz que lo habitual hizo que llegara al anochecer, en medio de las calles oscuras a la puerta blanca que esperaba por él. Luego solo golpeó la puerta y la sonrisa de Changmin lo recibió oportunamente.

 

—¿Se te va a hacer costumbre eso de venir sin avisar?

 

Yunho no esperó más, se lanzó a los labios de Shim, eso que tantas veces había deseado probar, y estos lo recibieron con la sorpresa inicial esperada, antes de que las manos de Changmin se acomodaran lentamente sobre sus hombros y su beso fuera enteramente correspondido. Recuerda más que todo la primera vez que lo vio, ese parque, la mañana soleada, su expresión seria y sus ojos extrañamente cálidos.

 

Fueron segundos eternos y brillantes en los que ni siquiera tuvo la oportunidad de bajar la mirada. Y Changmin entró en su vida con la misma facilidad que un huracán. Inevitable y devastador. Pasó la mano entonces por su cuello, ese cuello largo y níveo que había aprendido a venerar, mordisqueó su labio con un poco más de suavidad y Changmin parecía dispuesto a corresponder cada una de sus caricias.  Yunho sintió el nirvana en cada ínfima parte de su ser.

 

—¿A qué ha venido eso?

Yunho solo sonríe suave y suspira. —¿Puedo dormir hoy aquí?

 

Changmin lo mira sorprendido, le parece bien, le parece perfecto, pero no entiende esa repentina mirada afligida en el mayor.

 

—Claro que sí, ¿hay algo de lo que quieras hablar?

 

“Hay muchas cosas en realidad”

—No, solo quiero estar contigo hoy —Susurra Yunho, atrayendo al menor y abrazándolo sin demasiada fuerza—. ¿Está mal que piense así?

—Supongo que no… Los demás no llegan, ¿quieres algo de cenar?

 

—No, no tengo hambre.

—Últimamente nunca quieres comer.

 

Yunho se separa despacio, respira despacio y sonríe leve.

 

—Vine comiendo algo del hospital.

 

Changmin no parece complacido con la respuesta, pero aun así pretende olvidarlo a los pocos segundos en los que Yunho le ha pedido tan solo una muda de ropa mientras lo observa escribir; a Changmin le resulta extraño porque nunca había tenido un espectador de primera mano mientras él se dedicaba a escribir en su computadora, pero Yunho es silencioso, lo mira mientras se apoya en la almohada y al poco rato Changmin se ha concentrado lo suficiente como para pasar media hora sin distracción alguna y colocarle punto a parte a la décima hoja numerada en el archivo, gira y Yunho ya está dormido, con su respiración lenta, incluso abrazado al almohadón.

 

La imagen queda grabada repentinamente en su cabeza, Shim solo se mueve para poder arroparlo mejor y apagar la luz de la habitación, acaricia un poco su rostro y decide prender la lámpara pequeña de su escritorio, se sienta una vez más, dispuesto a escribir por lo que no ha podido en meses, de pronto la presencia de Yunho parece el mejor de los alicientes, y la sonrisa en su boca no desaparece sino hasta varios minutos después.

 

 

 

 

Junho vuelve a levantarse a la mitad de la noche, y ocurre igual que el día anterior, Jaejoong se ha quedado dormido en el sillón del salón, esta vez el televisor no está encendido y más bien parece haberse concentrado en la imagen de la ventana del departamento, los cabellos del mayor caen hacía un lado de su frente y parece encogerse por el frío de la noche. Junho una vez más trae una de las mantas del cuarto de Jaejoong y logra abrigarlo con cuidado.

 

Como si reconociera la sensación, Jaejoong se mueve un poco y se acomoda mejor, agarrando la manta un poco más y suspirando levemente, no sabe lo que está sucediendo últimamente, especialmente para que Yunho no llegara a dormir durante dos noches seguidas pero sabe de la preocupación de Jaejoong que es como un hermano para Jung, pero sabe también que esas madrugadas en las que Yunho se levanta a vomitar no son normales.

 

Inconscientemente aprieta el dije de su collar, no se ha atrevido a enfrentar a Jung, ni a hablar con Jaejoong, a veces tanto miedo que se llega a paralizar, pero el que Yunho bajara tanto de peso repentinamente solo logra dejarlo en el limbo una vez más, ¿qué es lo que sucede con él? ¿puedo hacer algo por él?

 

Mira a Jaejoong una vez más y suspira intranquilo. Yunho ya no va a regresar, al menos no hoy.

Y el mal presentimiento que parece nacer de su estómago, acrecienta cada vez más.

 

 

 

 

Yunho está corriendo a las cuatro y algo más de la mañana hacía el baño que hay en uno de los pasillos. Corre con una mano tapando su boca y la otra abriendo velozmente la puerta, cae de rodilla al suelo, alzando la tapa del baño y vomitando lo poco que había alcanzado a meter a su boca el día anterior, la sensación horrible que recorre su boca vuelve a hacerlo sentir sin fuerzas de levantarse, trata incluso forzadamente de hacer el menor ruido posible.

 

Pero igual que en cada ocasión, cuando cree que ha terminado las náuseas lo atacan nuevamente y la bilis empieza a pasar amargamente por su garganta, la poca comida ha evacuado de su cuerpo y ahora tan solo ese sabor queda en su boca. Escupe un par de veces y siente la respiración regularse poco a poco.

 

Así que cuando ve esos pies en la entrada del baño su mirada sube asustada por encontrarse con Changmin ahí, sin embargo es Junsu quien se acerca despacio y se arrodilla frente a él. Tapa la taza del baño y empieza a limpiar su boca con tranquilidad, sin la menor mueca de asco de por medio, Yunho sin embargo permanece estático ahí.

 

—Debes agradecer que tanto Yoochun como Changmin son como unas momias al dormir.

 

Comenta Junsu bajamente, Yunho está pendiente de las manos de Junsu y la forma en que limpia su rostro que escasamente se ha ensuciado. Sin embargo cuando Junsu aleja su mano una mancha roja parece llamar la atención de ambos, Junsu sube inmediatamente la mirada, y en auto reflejo Yunho lleva los dedos a su nariz, ve sus dedos manchados de sangre, su propia sangre logra asustarlo en un instante, pero Junsu vuelve a limpiarlo de nuevo y lo hace echar la cabeza hacía atrás.

 

—Tranquilo… es parte de los síntomas.

 

Incluso aunque las palabras de Junsu suenen suaves y tranquilizadoras, Yunho no las siente así. Solo deja un par de lágrimas salir de sus ojos y estas por la posición en que se encuentra resbalan hacía su cuello.

 

—No quiero morir así… No me dejes morir así, por favor.

 

Junsu está sosteniendo con una mano su cabeza hacía atrás y con la otra ha empezado a apretar su mano. Yunho siente la calidez de ese contacto y trata de calmarse nuevamente. Junsu no es solo un compañero de trabajo, no es solo un gran amigo de Changmin, es su esperanza que no muere y parece aferrarse a él.

 

—Entonces ve a la quimioterapia hoy, habla con tus amigos, no puedes ir solo. —Yunho no parece querer contestar demasiado rápido, así que Junsu solo aprieta un poco más el contacto de sus manos y suspira—. Debes hablar con Changmin también.

—No será necesario.

 

Junsu no puede saber bien a lo que el otro se refiere, pero prefiere no hacerlo hablar demasiado en este momento. Intenta que se calme y que al menos cuando pueda levantarse de nuevo, logré descansar un poco más antes de que termine de amanecer.

 

 

 

 

—¡¿Dónde está Yunho?!

 

La voz de Changmin logra despertar a Yoochun quien todavía medio dormido caminaba hacía la cocina, Junsu cierra los ojos en ese instante, haciendo una idea de lo que acaba de pasar. Changmin llega frente a ellos tiene un papel entre las manos y luce tan terriblemente enojado que prefiere no preguntar.

 

—¿Se volvió a quedar aquí?

 

Yoochun todavía parece confundido, y Changmin prefiere centrar su atención en Kim.

 

—¿Junsu lo viste salir? ¿A qué hora se fue?

—No lo sé Changmin… Yo tampoco sabía que estaba aquí.

 

—¡Maldita sea!

 

Changmin vuelve a ingresar en su habitación, con un portazo de por medio que hace a Yoochun pegar un pequeño salto desde su lugar, la verdad es que Junsu escuchó a Yunho salir a eso de las seis de la mañana. Lo que dice esa carta es un completo misterio para él. Lo que tiene tan molesto a Changmin un misterio mayor, pero prometió guardar silencio y aunque Changmin es su amigo, no es algo que le corresponda decir a él.

 

—Voy a salir.

 

Repentinamente Changmin está de nuevo fuera de su habitación, parece haberse puesto un jean y un abrigo encima, apenas coge las llaves y Junsu lo mira confundido sin saber que esperar.

 

—¿Qué estás haciendo? ¿A dónde vas?

—Voy a su departamento, ya me cansé de esta tontería.

—Pero…

 

Junsu ni siquiera logra decir otra palabra cuando Changmin ya ha salido de su departamento.  Casi corriendo. Dejando a Junsu completamente paralizado con las tostadas a medio cocinar en las manos y sin saber que hacer exactamente.

 

 

 

 

Junho siente ese sacudón familiar, abre los ojos sin entusiasmos, pero apenas distingue la imagen frente a él, se reincorpora de inmediato y es como si el sueño se hubiera marchado velozmente y él estuviera repentinamente asustado.

 

—¡Yunho! ¿Qué ha pasado? ¿Por qué no has estado viniendo a casa?

 

Pero el mayor solo sonríe un poco y acaricia sus cabellos con el mismo afecto de siempre.

 

—Vamos al comedor, Jaejoong ya se ha despertado, necesito hablar con los dos.

 

Yunho se aleja un poco, a una distancia prudente que le permita levantarse de la cama sin problema alguno, incluso toma la mano de Yunho para ponerse en pie y caminar tras de él. La imagen de Jaejoong cruzado de brazos y con la expresión seria es lo primero que recibe al entrar al comedor. Yunho en cambio parece tranquilo y relajado mientras toma asiento frente a los dos.

 

No, que esperen. Que esperen los dos.

Él no quiere escuchar. No quiere saber.

 

Pero cuando Yunho ha empezado a hablar él automáticamente ha empezado a llorar, luego escucha a Jaejoong gritar, hay reclamos de por medio, confianzas destruidas. Junho ni siquiera puede moverse cuando ve a Jaejoong empujar a Yunho con golpes en el pecho que terminan con Kim perdiendo la fuerza en sus piernas y siendo sostenido por Jung, quien lo abraza con fuerza mientras Jaejoong ha empezado a llorar, como nunca antes lo había visto hacer.

 

Por eso Junho no quería escuchar, no quería saber.

Todo de repente daba vueltas demasiado rápido en su cabeza.

 

 

Temo porque en un presente, el pasado y el futuro se entremezclen en mi mente y no te vuelva a ver de verdad.

 

….

 

 

To be continued…


 

 

Bueno, mis disculpas por demorar tanto, espero no volver a fallarles así, espero que les haya gustado, todas las respuestas serán para el próximo capitulo, aunque ahora recién empieza el drama… ¿listas?

La canción a la que se hace mención es Lotus de Arashi.

Nos leemos luego! ;3

 

 

 

 

 

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Cuenta la leyenda


bh

«Que  algún tiempo atrás, el príncipe sostuvo entre sus manos las dos mitades de su corazón y entonces, el imperio entero sucumbió.»

BangHim

CAPITULOS

Capitulo 1: La historia de un principe.

 

Bueno he aquí un regalo más, por el cumpleaños de una gran amiga. Son capitulos cortos, pero la historia avanzará a su ritmo y de todas formas ya tengo casi el 80% escrito así que espero no demorar demasiado. 

Se cuidan~

 

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Cuenta la leyenda: capitulo uno


 

Cuenta la leyenda

La historia de un príncipe

..:: 1 ::..

 

 

Si el cielo se quedaba oscuro Himchan había aprendido a esperar, oculto bajo el techo de su hogar mientras la lluvia hacía su trabajo y las personas lejos de ahí corrían de un lado a otro, los entrenamientos de los guerreros no finalizaban jamás y Himchan a la distancia los podía ver, practicando con más fuerza sus movimientos, la lluvia molestaba su vista y no parecía tener importancia. Himchan sentía el frío recorrer su piel y el invierno cada noche era más pasado.

 

—Hermano.

 

La voz de Sunhwa fue abrumadora, sus sentidos colapsaron de inmediato y fue como si en su pecho galopara el más salvaje de los caballos cuando la descubrió parada en la entrada de su habitación junto a la puerta corrediza, entallada en aquel traje tradicional lleno de lujos y detalles que no pasaban desapercibidos a la vista de nadie.

 

—Sunhie…

 

La atolló entre sus brazos, sin demasiada fuerza y con toda la delicadeza que ella merecía, entonces escuchó su risa suave y baja mientras apenas y correspondía a su abrazo.

 

—¿Tanto me has extrañado?

—Por supuesto que si —Himchan ni siquiera dudó su respuesta, tomó sus manos con premura y miró sus ojos grandes y brillantes— Te ves igual de hermosa que siempre Sunhwa…

 

—Lo sé —sonrió ella— ¿A qué el matrimonio me ha sentado bien?

 

Himchan negó sutilmente, con una sonrisa débil en los labios y la mirada baja, pero pronto sintió el tacto suave de Sunhwa en su mejilla, obligándolo a levantar la cabeza y que sus ojos se encontraran de nuevo.

 

—Vamos, Chanie… ¿qué sucede?

—Eres muy joven para que te casaras.

 

Él todavía no podía entender, y su alma se sacudía incomprensible ante la idea de haber perdido a su compañera de juegos, a su protectora, a la que sabía todo de él y a la que le enseñaba sobre la vida y filosofía con la mayor de las paciencias, a escondidas como debía ser, porque Sunhwa no debía saber ni la mitad de las cosas que conocía en realidad.

 

—Ya tengo dieciséis, en realidad habían demorado en casarme.

—Pero…

—Himchan estoy bien, mi esposo es un buen hombre.

—Que te lleva veinte años.

 

Sunhwa volvió a sonreír, con la mayor de las ternuras mientras acariciaba el rostro blanco y suave de su hermano menor, perdido en sus cavilaciones e inocencia. Alguien tan puro como Himchan no podía ser contaminado por el mundo y ahora su trabajo de cuidarlo había quedado a medias.

 

—Debes entender que nosotros no elegimos Himchan, estamos obligado a continuar con la línea que nos ha tocado seguir. Tú te convertirás en el rey de este imperio algún día, yo en la reina del imperio de mi esposo, es así como las cosas deben ser. Nosotros hemos sido concebidos para seguir con la tradición.

 

—Padre dice que nunca seré un buen rey, que soy demasiado débil.

—No le hagas caso Himchan… Solo concéntrate en tus estudios y en los entrenamientos del señor Han.

 

Himchan solo asintió, su hermana acariciando su rostro como si de un niño pequeño se tratara. Sunhwa miraba el semblante frágil de Himchan, sus doce años que les caían encima mientras le hablaba de trivialidades que habían ocurrido en el lugar. Himchan siempre había sido propenso a las enfermedades, su constante toz que ni la mejor de las curanderas parecía aliviar, le preocupaba ya no estar ahí, no estar para defenderlo de los gritos de su padre exigiéndole que se vuelva más fuerte, como si con gritos lo fuera a lograr.

 

Su hermano era perfectamente bello, sus negros y su piel blanca, su toque suave y delicado, la piel más hermosa que Sunhwa haya visto jamás, incluso superior a la suya. El frío solía empeorar la condición de Himchan que entraba en un constante estado de debilidad cuando el invierno llegaba, si no era por la fiebre, era por la toz y Sunhwa encontraba enternecedor como cada día la imagen de sobrecogida de su hermano con las mejillas sonrosadas y su cuerpo delgado encogido.

 

Si ella no iba a estar ¿quién protegería a Himchan?

 

Sus visitas no podían ser tan seguidas, pronto su esposo le prohibiría salir casi todos los días para visitar a su hermano menor y entonces Himchan quedaría desprotegido. El dolor en sus huesos lo haría sucumbir como cada invierno y no habría quien estuviera al pendiente de él. Sunhwa se estremeció de solo pensarlo y se prometió en ese mismo instante, que si de ella dependía, Himchan jamás estaría solo otra vez.

 

 

—Deja de sobreprotegerlo, si sigues así, Himchan jamás se convertirá en un hombre digno de gobernar.

—Pero padre ¿cuándo entenderá que Himchan podrá ser un gran rey siempre y cuando pueda controlar su enfermedad?

—¡Lo suyo no es enfermedad! ¡Es debilidad! Y es culpa tuya, por tenerlo bajo tu falda todo el tiempo.

 

El hombre sacudió su brazo con fuerza y Sunhwa apretó los puños con fuerza, no podía contradecirlo, no más, no con los guardianes a su alrededor y la mirada de advertencia de su madre que parecía dispuesta a abofetearla cuando fuera necesaria. ¿Por qué no podían comprender que el hecho de que Himchan estuviera enfermo no limitaba su fuerza?

 

Sunhwa solo quería un futuro tranquilo para su hermano menor. Uno donde no tuviera que preocuparse por cada minuto en el que su padre lo llevaba a entrenar a la intemperie o lo hiciera soportar terribles castigos para mejorar su aguante físico. No, Sunhwa no quería un futuro así para Himchan y aunque su padre se pusiera en contra haría lo necesario para que Himchan no estuviera solo otra vez.

 

Publicado en Fanfics

La Soledad del ángel


“Estás parado a la mitad del camino.

Entre la salvación y la propia autodestrucción

¿Sabes pequeño ángel, cual es la mejor opción en estos momentos?

Esa única ayuda presta frente a tus ojos, y el olvido de esos seres que una vez dijeron amarte, y que hoy, tan solo te han dejado de lado.”

Soohyun & Kibum

..::  Capitulos ::..

Capitulo 1: Todos los días, rezo por ti.

 

 

Notas del Fanfic: Bueno, este es un fanfic en pedido a Ale que luego de una charla de como dos dos horas, analizamos que sería una buena idea un fanfic así, va a haber un poco de Angts, aunque no estoy segura de como manejarlo, o si lo haré adecuadamente.

Espero poder cumplir tus expectativas, pero al menos lo intentaré, el primer capitulo lo publico en una hora más o menos. Gracias a los que me sigan en esta nueva aventura… ;D

Publicado en Fanfics

Imprevistos {Oneshot}


 

Imprevistos

 

 

Está marcado y puede ser una realidad.

Cuando deseas algo con tanta intensidad.

Cuando hay incluso muchas más personas deseando lo mismo por ti.

Ese ‘algo’ en algún momento se puede llegar a cumplir.

En mayor o menor medida, un deseo siempre es escuchado y expresado en sus diferentes formas.

Ese cielo azul que un día vieron juntos, que un día los separó. Está otra vez ahí.

…Y ellos están de la mano otra vez…

Los milagros en navidad, tienen más probabilidades de ser.

 …

~ DB5K ~

Imprevistos

Capítulo Único

~ DB5K ~

 

 

 

 

La gente se acumuló un poco más.

 

Y Junsu temió por su propia seguridad, cuando entre la multitud se sintió solo un poco más apretado. La gente se exasperaba, gritaba, y eso que se encontraba en la sección a la que ni la prensa tenía acceso. Las salidas de los aviones privados había sido paralizado.

 

Rodeado por ejecutivos, gente de dinero que planeaba viajar a unas horas de que navidad empezara. Entre esa pequeña multitud, enojada y bulliciosa Junsu dudaba que a alguien le importara que el fuera el famoso integrante de JYJ como para prestarle atención, al menos no cuando todo el mundo empezaba a alterarse.

 

La pequeña multitud se reducía a personas adultas, incluso funcionarios de distintos países. Y si, en un principio algunos lo habían reconocido, incluso tomado fotos con él, pero luego cuando el desastre llegó. El dejó de ser famoso, por que todo el mundo se ocupó en pensar en sus familias, y en que no estarían en casa para navidad.

 

Se abrió paso entre la multitud que había, y logró llegar hasta donde Jaejoong y Yoochun se encontraban, apoyados en una de las paredes, con sus bolsos de manos en el piso. Jaejoong de inmediato se quitó las gafas y se acercó a él.

 

—¿Y? ¿Qué sucede? ¿Por qué no podemos tomar el avión?

—Hay un problema, al parecer hay una tormenta muy fuerte y han suspendido todos los vuelos, incluso los de aviones privados.

 

Yoochun abrió los ojos, soltando los brazos que hasta hace un momento se mantenían cruzados.

 

—Es decir, ¿qué no vamos a poder viajar?

—Creo que no… no lo sé.

 

Antes de que Junsu pudiera siquiera agarrarlo por el brazo, Yoochun caminó hasta esa pequeña multitud, abriéndose paso como podía, y llegando hasta el sujeto que intentaba calmar a esa gente.

 

—Oh, por Dios… ¡Jaejoong hyung detenlo!

—Ahg, maldición. ¡Yoochun ven acá!

 

Pero Yoochun ya se había parado junto al hombre, con el entrecejo arrugado y visiblemente molesto.

 

—Oiga, llevamos horas esperando, ¿cómo es eso de que no va a salir ningún vuelo desde aquí? Nosotros debimos viajar hace dos días, y llamamos para preguntar si no iba a haber inconvenientes con que viniéramos hoy. Incluyendo el factor clima. Y nos dijeron que no había problema. ¡Necesito ir con mi familia! Nos están esperando en Corea.

 

—Señor, lo sé y créame que lo entendemos, pero no podemos hacer nada, afuera el clima es terrible. Y en este momento ningún vuelo está saliendo desde Japón.

 

La gente alrededor volvió a llenarse de quejas y gritos, Jaejoong llegó a tiempo como para jalar a Yoochun del brazo y evitar que siguiera armando escándalo e incitando a la gente alrededor a seguir haciendo bulla. Suspiró frustrado, una vez estuvieron lejos del resto de personas una vez más.

 

—Vuelve a hacer eso Yoochun, y te dejo botado en la torre de Tokio.

 

Yoochun bufó molesto, cruzándose de brazos y desviando la mirada.

 

—Al parecer no podemos hacer nada… Creo que llamaré a Junho y a mamá.

 

Jaejoong pasó una mano por su rostro, mientras veía a Junsu alejarse. Él en realidad había deseado pasar esta navidad en compañía de su familia. No siempre tenía el privilegio de pasar fechas importantes con ellos. Y parecía ser, que este año, una vez más no podría.

 

 

 

 

Lee levantó la mirada, escrutiñador y fingidamente calmado.

 

El hombre frente a él, retrocedió un paso, encogido y nervioso, con sus manos un poco temblorosas. A expensas de saber que todo eso no era su culpa. Pero al mismo tiempo de saber que eso por ningún motivo podía ser una endeble posibilidad.

 

—¿Qué me estás queriendo decir exactamente, Hankyun?

 

La voz del presidente sonó grave, incluso intimidante, mientras sus ojos se posaban en el menor que logró encogerse un poco más si eso era posible.

 

—…Señor, es que… bueno. No sé que pasó exactamente. Pero al parecer el vuelo que Yunho y Changmin debían tomar tuvo inconvenientes y pues tuvo que retrasarse unas horas mientras hacían una pequeña revisión… pero luego se reportó lo de la tormenta y…

 

—¡Y ellos tienen un avión privado! Jamás hemos tenido ese tipo de inconvenientes en Japón.

—Lo sé señor, pero… ellos están en el aeropuerto ahora… y…

 

Lee golpeó el escritorio a su disposición con fuerza. Con el ceño fruncido. Pensando en todas las fechas que serían retrasadas por culpa de esa ineficiente aerolínea. Apretó inconscientemente los puños, recordando un pequeño punto que había olvidado comprobar.

 

Una espina en su pecho y supo que debía asegurarse.

 

Él se valía mucho de sus instintos. Necesitaba confirmar algo que amenazaba su estabilidad.

 

—Esos tres, debieron tomar un vuelo hacía acá hace dos días. ¿Ya están aquí? Según entendí querían pasar tiempo de ‘calidad’ en familia.

 

La voz del hombre estuvo repleta de sarcasmo e ironía, Hankyun solo suspiró, otra mala noticia que lamentaba ser él quien tenía que darla.

 

—No, señor. Tuvieron un par de acontecimientos en Japón y cambiaron la fecha de su viaje.

—¿Para cuando?

 

Lee volvió a mirar a su trabajador fijamente, todavía apoyado en el escritorio. Y ese mutismo en él, lo hizo acrecentar el enojo que pugnaba ya por destruir lo primero que encontrara en su camino.

 

—¡¡Te he preguntado algo!! ¡¿Para cuando tenían planeado esos tres regresar a Seúl?!

—…Para hoy, en la noche.

 

 

 

 

 

Changmin suspiró por octava ocasión.

 

Jugando con el cordón que colgaba de la sudadera de Yunho, viendo distraídamente el tiempo pasar. Ambos sentados en la sala de espera. Y Yunho, con su quijada apoyada en una de sus manos, empezaba a cerrar los ojos.  A ratos. Changmin entonces se acomodó en su asiento y Yunho pareció despertar.

 

—Esto es un asco hyung. Estoy acostumbrado a pasar fechas importantes contigo, lejos de mi familia. Pero esto es ridículo. Mira que pasar noche buena en la sala de espera de un aeropuerto por que nuestro avión tuvo inconvenientes y ahora esa estúpida tormenta.

 

Yunho sonrió, confortantemente. Sacudiendo un poco los cabellos de Shim.

 

—Lo siento, Min. Me gustaría que al menos pudiéramos estar en Corea, para escaparnos y que estuvieras con tu familia.

—Deja de disculparte hyung, esto es algo que se te sale de las manos, ¿por qué siempre te tienes que andar disculpando conmigo?

 

El pequeño tono de fastidio con que salieron las palabras de Changmin hizo a Yunho sonreír, contemplarlo por unos segundos y callar la respuesta a esa deliberada pregunta con tanto significado que el menor había soltado. Sabiendo que no solo a él quería pedirle disculpas, pero las otras tres personas estaban ahora tan lejos.

 

Un suspiró salió de Yunho y Changmin creyó que era debido al cansancio.

 

—¿Dónde crees que estén ahora?

 

De pronto Changmin miró por los grandes ventanales. Esa oscura noche, en aquel casi solitario lugar. Donde solo ellos debían esperar. Por que la tormenta se detuviera y ellos pudieran viajar. Algunos habían optado por retirarse y según tenían entendido en otra sección incluso había escándalo por los vuelos cancelados.

 

—No lo sé… me pareció escuchar en televisión, que pasarían en Corea con sus familias.

—Dichosos ellos que ahora pueden hacerlo.

 

Yunho asintió, ahorrándose el pequeño pensamiento de  ‘Les ha costado demasiado’ Changmin volvió a suspirar. Apoyándose descuidadamente sobre el hombro de Yunho.

 

—Al menos no pasaré la navidad completamente solo.

—¿Estás diciendo que yo soy mejor que nada?

 

Changmin rió ante la fingida indignación por parte del mayor, y solo negó levemente. Recogiendo un poco las piernas y mirando distraídamente la pared frente a ellos. Hacía frío. Y de repente ni siquiera tenía sueño.

 

 

 

 

 

Jaejoong miraba su celular, mordiendo su labio inferior, indeciso todavía.

 

Yoochun levantó una ceja.

 

—¿Qué haces? ¿Viendo fotos de alguien desnudo?

 

Jaejoong se sonrojó violentamente.

 

—¡No seas imbécil!

 

Sacudió un poco sus cabellos y decidió guardar el celular, pero antes de que pudiera hacerlo, Yoochun se lo arrebató. Y Junsu, quien tomaba un poco de agua, estuvo a punto de atorarse cuando tuvo que retroceder inesperadamente ante Yoochun que pasó corriendo frente a él.

 

—¡Devuélveme el celular!

—¡No me da la gana!

 

Junsu rodó los ojos.  Jaejoong perseguía a Yoochun, quien ya había empezado a registrar el pequeño aparato tecnológico. Y de repente se detuvo, abruptamente. Logrando que el cuerpo de Jaejoong se estrellará contra el suyo.

 

—¿Otra vez con lo de sus números?

 

Jaejoong frunció el ceño.

 

—Esta vez si es seguro.

—¿Cómo sabes? Has tenido siquiera ochenta ‘seguros’ números de Yunho y ochenta ‘seguros’ números de Changmin. Esperanzado de que esta vez si se trata de sus nuevos celulares.

 

Junsu miró al mayor de los tres. Brevemente Kim agachó un poco la cabeza, desviando la mirada. Pero luego pareció llenarse de valor incluso ante lo ligeramente molesto que se veía Yoochun.

 

—Me lo dio Heechul, unas semanas antes de irse a la militarizada.

—¿Y hasta ahora no has comprobado si son sus números o no?

 

Jaejoong apretó  los puños. Callando la obvia razón, de no tener que afrontar una vez más que se trataba de un número erróneo. Pero quería creer en Heechul, en esa pequeña y discreta forma en que se encontraron, y la forma encarecida en la que le pidió que manejara con discreción aquel número. Él se iba a la militarizada por dos años, así que el resto no importaba para él mucho que digamos. Pero Yunho y Changmin seguirían allí.

 

—Yoochun ya basta, creo que todos estamos un poco alterados por lo de los vuelos.

 

Junsu intentó mediar, por el mutismo de Jaejoong y por la manera en que las facciones de Yoochun empezaron a relajarse. Evidenciando que estaba entendiendo que había cometido un error. Sin embargo Yoochun siempre era así de renuente.

 

—Entonces, si no lo intentas tú, lo haré yo.

 

Jaejoong levantó la mirada, observando con una pasmosa lentitud como Yoochun empezaba a presionar el botón rojo en el táctil entre sus dedos, y llevaba el celular a su oído. Fue como si el tiempo se detuviera y existiera un gran silencio de repente.

 

Junsu y Jaejoong miraban a Yoochun. El esperar calmado mientras Yoochun miraba el techo esperando por que finalmente le contestaran. Luego del quinto tono, finalmente hubo un atisbo de respuesta. Y esa voz algo grave sonó tan cerca, que heló por completo todo su ser.

 

—¿Si? ¿Quién habla?

 

Yoochun movió sus labios no terminando de saber que podía decir, por que esa voz la reconoció de inmediato. Aquel muchacho, el menor de todos ellos. Quien siempre lo acompañaba cuando tenía ganas de fastidiar a Junsu.

 

—…¿Quién es?

—No lo sé, creo que un mudo.

 

Cuando la voz de Yunho llegó a sus oídos también. Yoochun esbozó una sonrisa, una grande, que hizo que Jaejoong diera un paso hacía él, repleto de expectativas, Junsu sin embargo solo llevó las manos a su boca. Atento a que algo pasara y definiera la situación.

 

—¿Changmin?

 

Hubo un corto silencio, uno de un par de segundos, antes de que la voz del menor sonara menos segura que antes.

 

—Yoochun… ¿eres tú?

—¿Yoochun? ¿Estás hablando con él? ¿Cómo tiene tú número?

 

—¡Hyung cálmate! Ni siquiera me ha respondido… Habla imbécil, ¿eres o no el idiota de Park Yoochun?

—Que linda manera de responder, mocoso. Que hubiera pasado si se tratara de una fan loca enamorada. Te le caías del pedestal, ¿sabías?

 

Changmin soltó una sonora carcajada. De esas intensas que te contagiaban de inmediato. Y Yoochun se descubrió extrañando aquello. Hubo un pequeño forcejeó y finalmente la voz de Yunho dejó de escucharse tan lejana.

 

¡Yoochun! ¿Cómo están? ¿Están en Corea, cierto? Mándale saludos a tu familia. Espero que todos estén bien.

—Yunho, se nota que no has perdido esa mala costumbre de preguntar demasiado rápido las cosas.

 

Yunho rió, y Yoochun no pudo evitar sonreír ante eso. Imaginó que el primero en quitarle el celular sería Jaejoong, pero él más bien parecía paralizado ante la evidencia de que en realidad si estaban hablando con ellos. Sin embargo Junsu corrió hasta él y le arrebató el celular de las manos.

 

—¡Hyung! Dios… no sabes cuanto extrañaba poder hablar con ustedes. Te extraño mucho, hyung. Dile a Changmin que es un idiota, ah… como extrañaba insultarlo. ¡Hyung, hyung! Tienes que ver a mis gatos tenemos muchos. Bueno, más que antes, por cierto…

 

—¡Junsu! Déjalo respirar. Que seguramente no te entendió nada.

 

Yoochun volvió a apoderarse del celular, e inconscientemente Junsu dio un pequeño saltito cuando Park puso el celular en alto para alejarlo de sus manos.

 

—¡Chun! Devuélveme el celular quiero hablar con Yunho y Changmin.

— ¡Yo estaba hablando primero!

 

Justo antes de que la pelea continuara. Jaejoong le quitó el celular a Yoochun, lo sostuvo con fuerza en sus manos y lo llevó a su oído derecho. Alejándose de ellos, dándoles la espalda de inmediato.

 

—¿Yunho? ¿Cómo has estado? ¿Estás bien de salud? ¿Y Changmin, se está alimentando bien? ¿Se están alimentando bien los dos?

Jae, tranquilo. Que estamos perfectamente bien. ¿Ustedes como están?

 

—Algo mal, queríamos pasar navidad en Corea, pero nos fue imposible.

—¿Cómo así, no están en Corea?

 

Jaejoong arregló un mechón de su cabello y suspiró.

 

—Tuvimos inconvenientes y tuvimos que atrasar dos días nuestro vuelo, por un par de asuntos pendientes y ahora que íbamos a tomar el vuelo hubo una tormenta.

 

De pronto hubo un poco de silencio. Jaejoong incluso escuchó los susurros de Yunho y Changmin. Aunque no podía entenderlos, podía identificar esa otra voz que le pertenecía a Changmin. Y deseó tanto hablar con él.

 

—Jaejoong, ¿ustedes están en Japón?

—Si, claro… ¿puedes pasarme a Changmin?

—Por supuesto.

 

Nuevamente escuchó un poco de silencio, incluso unos pasos, pero no le tomó mucha importancia, mientras esperaba por la voz del menor, escuchando algo a lo lejos la pelea de Yoochun y Junsu.

 

¿Hyung?

—¡Min! ¿Cómo te encuentras? ¿Te estás tomando lo que te recomendé para el cansancio?

 

¿Quieres dejar de comportarte como una madre, hyung? A veces eres insoportable.

¡Oye! ¿Hace tanto que hablamos y eso es lo único que se te ocurre decirme?

 

Jaejoong sintió la mano de uno de sus amigos, empezar a jalar de su camisa. Giró tranquilo, con esa sonrisa en el rostro que era indescriptible y descubrió a Junsu, junto a él, mirando hacía el pasillo. Y unos pasos más adelante a Yoochun. Mirando hacía el mismo lugar.

 

Yunho estaba a unos metros de ellos. Mirando de un lado a otro. Buscándolos, Changmin estaba unos pasos más atrás, con el celular en la mano, siguiendo los pasos del mayor.

 

—¡Yunho!

 

Yoochun levantó un poco su mano y de inmediato logró llamar su atención. El corazón de Jaejoong se agitó, ahí estaban los dos. Sus dos compañeros, hermanos, amigos del alma. Y lo vio correr, como hace mucho no lo hacía. Yunho en dirección hacía Yoochun quien solo avanzó un par de pasos.

 

El impacto de sus cuerpos fue algo levemente sonoro, la ropa junta que se apegaba a través del abrazo. Jaejoong cortó la llamada. Changmin venía unos pasos más atrás. Y la manera en la que Yunho se aferraba a Yoochun le hizo recordar lo mucho que había esperado por este momento.

 

Y antes de que pudieran darse cuenta, los cinco ya estaban juntos. Uno junto al otro.

 

En un abrazo profundo que los encerraba ahí, a los cinco por igual.

 

 

 

 

—Siento como si hubieran pasado años, como si Yoochun hubiera dejado de ser un idiota, Jaejoong un cursi de lo peor y Junsu un insoportable. Ahora todos somos unos adultos.

 

La voz de Changmin mientras pestañeaba y sonreía hizo reír a Yunho. Pero Yoochun solo levantó el rostro.

 

—Si, claro y tú has dejado de ser un ente desagradable y Yunho un maldito perfeccionista, ¿no?

 

En esta ocasión Jaejoong sonrió. Pero Junsu levantó un poco las manos. Sentándose junto a Yunho y sonriendo abiertamente.

 

—De acuerdo, ya basta. No vamos a pelear. Que este es un momento especial.

—…Del cual lamentablemente nadie más se debe enterar.

 

Jaejoong habló pausado, un poco desanimado al mismo tiempo. Pero Yoochun agitó sus cabellos regalándole una sonrisa.

 

—Mejora el ánimo, Jae. Que por algo nos hemos escondido de toda esa gente.

—Me jode que tengamos que escondernos como si estuviéramos cometiendo un delito.

 

Changmin hizo un puchero. Uno de esos que no hacía desde hace mucho. Y Yunho se llenó de nostalgia. Para cuando se dio cuenta. Todos se encontraban sentados en el sillón. Jaejoong junto a Yoochun. Sentado en el brazo del mueble y Changmin entre Yoochun y él. En medio del sillón. Cuando Junsu puso una mano en su hombro, sonrió. Saliendo de sus pensamientos.

 

—Hace un buen tiempo que no pasamos juntos la navidad, ¿por qué no jugamos al santa secreto?

—¿Comenzaste?— Changmin miró fijamente a Junsu. —¿De dónde quieres que saque un regalo decente?

 

—¡No es necesario que sea un mega regalo, inconsciente! Basta con que sea algo significativo.

—…Y comenzaste con las cursilerías de navidad.

 

Yunho cerró los ojos negando suavemente, mientras escuchaba la pelea entre Junsu y Changmin. Cuanod abrió los ojos. Yoochun y Jaejoong lo miraban con una sonrisa en el rostro.

 

—…Y eso es algo que no había extrañado en absoluto.

—¡¡Hyung!!

 

El grito al unísono por parte de Junsu y Changmin. Lo hizo sonreír divertido. Mientras se levantaba de su lugar y arreglaba su ropa.

 

—Está bien, Junsu tiene razón. Juguemos al santa secreto y cada uno regalara lo mejor que pueda.

—Todas las tiendas están cerradas. Estamos en la parte privada, ni siquiera en la zona de tiendas.

 

—¿Puedes dejar de ser tan malditamente negativo por una vez Changmin?

—NO me da la gana.

 

Yoochun entrecerró los ojos, dándole un golpe al menor en la cabeza. Por lo que Jaejoong pateó a Yoochun y otra vez se armó el escándalo. Entonces, Yunho volvió a suspirar.

 

—¡Bien, se callan!

 

El silencio se hizo afortunadamente. Y Jaejoong se levantó también, sonriente.

 

—Yo tengo una libreta en mi bolso. Y tu siempre cargas un bolígrafo, ¿no, Yunho? Con eso podemos empezar con el sorteo de los regalos.

 

Yunho asintió, y Jaejoong de inmediato empezó a buscar la dichosa libreta.

 

 

 

 

Changmin arrugó el entrecejo.

 

Moviendo un poco la boca y jugando con las llaves entre sus manos, con el bolso con el que viajaba entre las manos. Y observando un montón de cosas inútiles que no le servían para nada. Mucho menos para un regalo. Encontró incluso su último álbum en Japón. Llevaba el Tone y aquello le recordó a la época en la que por alguna inexplicable razón Junsu también hacía lo mismo.

 

Pensó en llamar a Eunhyuk pero luego recordó el hecho de que supuestamente ese encuentro no debió suceder. Vio a Yunho caminar hacía él. Tenía el celular en las manos y parecía ligeramente preocupado.

 

—¿Hyung?

—Es el presidente.

 

Changmin alzó las cejas, un poco preocupado.

 

—¿Le vas a contestar?

—No lo sé. Seguramente ya se enteró, que Jaejoong, Junsu y Yoochun también están en Japón. Nos pedirá que abandonemos el aeropuerto. Y vayamos a algún hotel.

 

—¿Qué vas a hacer?

—Nada.

 

Yunho apagó el celular, tan rápido que Changmin apenas pudo reaccionar cuando finalmente lo vio desarmar el pequeño artilugio para luego guardarlo en su bolsillo. Y cuando Yunho le sonrió, todo supo un poco mejor.

 

—Estaremos bien.

 

Changmin asintió. Imitando las acciones de Yunho y guardando el celular en su bolso. Mordió su labio inferior y suspiró.

 

—Iré a ver como hago con mi regalo.

—Hyung, espera…

 

Se levantó, apretando el CD entre sus manos. –Antes que te vayas, quiero pedirte un favor…

 

 

 

 

—Ya sé por que Changmin dice que eres un cursi de lo peor.

 

Jaejoong tapó de inmediato el trabajo que estaba haciendo cuando escuchó la voz de Yoochun a su espalda.

 

—No fastidies, Chun. Ve hacer tu regalo.

—Ya lo hice.

 

Yoochun levantó su cámara. Y sonrió un poco. –Ahora solo necesito un minuto de tu tiempo.

 

 

 

 

—¡Bien, cálmense!

 

Yunho volvió a gritar, respirando profundo antes de pasar una mano por su rostro y mirar severamente a los cuatro enfrente de él. Cada uno con diferentes presentes en las manos. Exceptuándolo a él.

 

—Quien dijo que Leeteuk era un súper líder por manejar a trece muchachos. Nunca conoció de cerca a los Dong Bang Shin Ki. Es decir, ustedes.

 

Yoochun rió disimuladamente. Mientras Junsu se levantaba de su lugar con una sonrisa en el rostro.

 

—Bien, yo comienzo.

—¿No se supone que debe comenzar el menor?

—Pero quiero comenzar yo.

 

Changmin rodó los ojos, sacudiendo un poco su mano. –Déjenlo, que viva su infancia no completa.

 

Junsu rodó los ojos, retomando la palabra y mirando a sus amigos.

 

—Bueno, como estaba diciendo. Antes de ser interrumpido. Como ya saben no tuvimos oportunidad de ir a comprar nada, así que decidimos poner a prueba nuestra imaginación. Mi regalo es para uno de mis mejores amigos.  Aunque siempre se unía a una jirafa molestosa para fastidiarme. Ese ratón sabe que lo quiero igual de lo que quiero a esa molesta jirafa.

 

Yoochun sonrió y se levantó. Abrazando con fuerza a Junsu, balanceando un poco sus cuerpos antes de abrir la pequeña caja que sabrá Dios de donde sacó el menor.

 

—Lo había comprado para dártelo en navidad. Pero ya que todo esto sucedió, pensé que sería lindo dártelo con un pequeño agregado.

 

Yoochun sacó el sombrero un poco intrigado y Junsu fue quien le dio la vuelta al sombrero. En el interior en la parte que rodeaba la cabeza de Yoochun, estaban escritos los nombres de los cinco. Con la letra de cada uno de ellos, excepto la de él.

 

—Gracias, Su.

 

Junsu asintió regresando a su asiento. Y Yoochun odió lo sensible que podía ser en ocasiones. Se colocó el sombrero, y respiró profundo, limpiando sin vergüenza la lágrima que se le había escapado descaradamente.

 

—Bueno mi regalo es para una de las personas que mejor me entiende. Y te voy a pedir algo, no veas el video hasta que estés en tu casa y puedas abrazar a tu gato y llorar con él. Por que no quiero que hagas escenitas aquí, ¿entendido Soulmate?

 

Jaejoong miró de un lado a otro, sorprendido y levantándose. Antes de prácticamente saltar a los brazos de Yoochun y abrazarlo hasta casi dejarlo sin aire.

 

—Puedes quedarte con la cámara.

 

Asintió tranquilo, y mientras Yoochun se sentaba, ojeaba tranquilo los videos que había dentro. Mostrando los rostros de los cinco. Con pequeños minutos de grabación en los que decían algún mensaje importante. Jaejoong decidió obedecer a Yoochun y verlo luego, cuando no estuviera tan sensible como ahora.

 

—De acuerdo. El mío es sencillo.— Jaejoong suspiró. Bajando un poco la mirada y mirando la libreta en sus manos. –El único líder que he reconocido como tal. El único que merece ese título. Feliz navidad, Yunho.

 

Como si de pronto todos recordaran que no habían dicho esas palabras todos compartieron breves miradas y Yunho abrazó a Jaejoong con un suspiró de por medio, un abrazo medianamente más largo que los dos anteriores.

 

—Gracias, Jae.

 

Cuando abrió la libreta. Había varias anotaciones de Jaejoong, su letra inconfundible. Cenas, citas, presentaciones, incluso un par de frases de las canciones que ahora todo mundo escuchaba estaban ahí, pero fue Jaejoong el encargado de llevarlo a la página donde estaba diciembre.

 

Y ahí, había dos páginas repletas de fotos de los cinco. Recortes de revistas, fotos que hubieran sido captadas en cualquier momento, que de pronto formaban un hermoso collage como si el tiempo no hubiera pasado y los cinco pudieran ocupar una página entera sin polémica de por medio. Solo estaban los cinco. Con sonrisas, con esperanzas en los ojos.

 

Respiró hondo. Y sonrió.

 

—Para mi regalo debemos pararnos, así que muevan el trasero.

 

Yunho empezó a caminar, seguido por los cuatro. Hasta llegar a uno de los grandes ventanales. Justo detrás de uno de los pilares. Donde las cámaras difícilmente podían captarlos en la parte inferior al ventanal, donde ya había solo cemento. Discretamente escrito, con letras extremadamente pequeñas. Todos pudieron observar las iniciales de los cinco. Esculpidas por la letra de Jung.

 

—Al muchachito que siempre cuidé, desde que llegó siendo casi un niño a nosotros. Con sus miedos e inseguridades. A ese niño que un día me demostró que creció y se hizo más fuerte que yo. Que me arrastró hasta que logré levantarme. Feliz navidad, Changmin.

 

Shim miraba el pequeño lugar, se agachó para rozarlo suavemente con sus manos. Y sonrió con esfuerzo, por evitar esa debilidad expresada en lágrimas. Levantó la cabeza con una sonrisa un poco más suelta y abrazó a Yunho.

 

—Gracias, hyung…— Changmin suspiró, sacando del bolsillo de su chaqueta el CD. –El mío ya es obvio. Delfín insoportable. En serio se te extraña, aunque sea para joderte la existencia.

 

Junsu rió divertido. Tomando el CD entre sus manos y abriéndolo. Dentro estaban las firmas de Yunho y Changmin, pero dentro del cancionero, en cada página había pequeños mensajes de la mano de Changmin.

 

‘NO hagas tanto ejercicio, que si ese trasero sigue mejorando un día de estos las fans te van a violar’

‘No comas todo lo que Jaejoong hyung prepare, no es precisamente un chef como las fans creen’

‘Yoochun es un pervertido, siempre lo ha sido, y siempre lo será. Que no se te peguen sus malas costumbres’

 

Abrazó a Changmin por la espalda, cerrando los ojos y tratando de respirar profundo. Apretando con fuerza el CD, procurando no olvidar esas pequeñas horas.

 

 

 

 

—Ahora si, ¡finjan que son dioses!

—Somos dioses, los dioses del este.

 

—Sabes a lo que me refiero Jaejoong.

—¿Pueden dejar de pelear el flash está a punto de… salir?

 

Todos miraron hacía la cámara que acababa de tomar la foto, todos sentados en una de las bancas de la sala de espera del aeropuerto. Junsu corrió a ver la foto y rió divertido, por lo que pronto todos se acomodaron para poder ver mejor.

 

En la foto Jaejoong y Yoochun discutían, Changmin rodaba los ojos, Junsu se rascaba la frente y Yunho con una mano en el rostro negaba levemente.

 

—Otra, por favor.

 

Todos asintieron. Pero esta vez Jaejoong sostuvo la cámara. Todos se acercaron y el flash salió una vez más. Hubo una nostalgia tremenda cuando pudieron comprobar lo bien que había quedado. Todos demasiado juntos para poder salir, con Yoochun y Yunho que iban a los extremos uniéndose todo lo que podían para salir completos en la imagen.

 

Una sonrisa cómplice y un suspiro fue el resultado de aquella acción.

 

 

 

 

—¿Creen que este sea nuestro regalo de navidad por parte del destino?

—Supongo que si, nos hemos portado bien.

 

Junsu sonrió ante la respuesta de Yunho. Y recién notó, que los cinco se habían acomodado en el asiento. Mirando el gran ventanal y la noche oscura, la nieve que aún caía. El viento fuerte y lo cálido que se sentían en ese preciso instante. Como si nada más faltara.

 

—Ya es navidad.

 

Jaejoong miraba su reloj, levantándolo un poco para que todos lo pudieran comprobar y todos se pegaron un poco más. Escuchando el débil susurro de Changmin, antes de hundir el rostro en el hombro de Yoochun para ocultar sus evidentes lágrimas.

 

—…Feliz navidad.

 

 

 

 

Cerca de las cuatro de la mañana. Jaejoong vio con pesar que aparentemente los llamados empezaban a hacerse una vez más. Que debían volver a su sala de espera y que debían separarse una vez más. Poco a poco agarraron sus maletas. Y Yoochun fue el primero en hablar.

 

—Cuídense mucho.

—Ustedes también.

 

La barrera se había vuelto a imponer. Se encontraban los tres separados por unos pasos de sus otros dos amigos. Con miradas leves y suspiros escondidos. Pero fue esta vez Yunho quien decidió avanzar un paso más.

 

—Para año nuevo, Changmin y yo debemos viajar para Estados Unidos.

—Nosotros viajaremos el dos de enero para China.

 

Changmin se acercó también, apoyándose un poco en Yunho.

 

—Tal vez nosotros podamos perder el vuelo.

—Y tal vez nosotros podamos adelantar el viaje.

 

Hubo una sonrisa cómplice en ese momento. El lugar iba a empezar a llenarse, en cualquier momento. Personas pidiendo y avisando la reanudación de los vuelos. Compartieron una última mirada. Debían marcharse antes de que los vieran juntos.

 

Yunho y Changmin fueron los primeros en girar. Luego Yoochun, Junsu y Jaejoong. Esas cortas horas que habían sido un regalo de navidad. Que compensaba la ausencia y los planes no realizados. Esa promesa implícita de un mañana a escondidas.

 

Y de esa nieve blanca que limpiaba todo lo demás.

 

Por que mientras tanto, sus vidas debían seguir.

 

 

Fin

 

 

 

 

 

Nota 1: Santa secreto, o amigo secreto, como lo denominen en su país. O si es que no lo conocen es un juego tradicional en Navidad, en el que una familia, o grupo de amigos se reúne. Pone los nombres de todos los integrantes en una bolsa, y sortean uno a uno para que vayan escogiendo un papel a la suerte. Y el nombre que te tocó es a quien le debes dar un presente en navidad.

 

Como podrán darse cuenta no tiene nada que ver con parejas, o algo de romanticismo entre solo dos personajes, es sobre los cinco. Sobre su amistad y sobre algo que recónditamente sería lindo que pasara. La idea vino de la nada. Y planeaba publicarla en navidad, y todavía estoy a tiempo por que son las cinco y media en mi país.

 

No estoy muy segura de si es posible que puedan refugiarse en algún lado del aeropuerto, pero para algunas cosas que pueden parecer incongruentes, o falta de realidad  digamos y finjamos que  que pueden  ser así. Solo para propósitos del fic. Después de todo, es precisamente eso, un fanfic. Cuando lo leí pensé que iba muy rápido en la secuencia y tal vez si, pero particularmente me pareció, después de que lo releí, que estaba bien.

 

Espero que les haya gustado. No quise darle prioridad a ninguna pareja. Quise darle prioridad a los cinco. Y a un deseo de navidad que seguramente todas las Cassiopeia tenemos. Espero que tengan unas felices fiestas y disfruten de estos pequeños días de tranquilidad y paz.