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Sindrome del último beso


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 Los créditos de la imágen a:  Lu~

La muerte tiene el trabajo más cruel de todos.

Sus besos saben a muerte, su ser tiene prohibido conocer el amor.

{YooSu}


 

 

 

Síndrome del último beso

Capitulo Único

YooSu

 

Aún llovía, cuando Junsu ingresó caminando entre los pasillos de esa oscura noche de invierno.

No tardó demasiado, los pequeños gemidos de dolor y la respiración contrariada lo llevaron con facilidad hasta la mujer que lograba retorcerse sobre la cama y se quejaba adolorida. Junsu la contempló un instante, su piel blanca y su cabello negro largo y desatado mientras sudaba y las damas de compañía a su alrededor únicamente clamaban por un poco de calma en la mujer que todavía se quejaba y murmuraba maldiciones en silencio.

La vio mirarlo, identificarlo prontamente con el ceño fruncido y sin que nadie más pudiera verlo.

Entonces el sonido pareció ser eliminado para los dos, la mujer pareció recuperar el aliento mientras lo miraba y las voces preocupadas de las nodrizas a su alrededor intentaban llamar la atención de la reina que en ese momento parecía haberse quedado mirando a la nada. Junsu caminó hasta ella y acarició sutilmente la barriga abultada de la mujer.

Era una pena.

—Adiós Elisabeth.

Con esas últimas palabras besó sus labios, pronta y cortamente lejos de cualquier otra mirada que no fuera la de ella. Cuando estuvo a punto de salir por la puerta de aquella habitación, los gritos de Elisabeth empezaron a escucharse con fuera y pudo ver a lo lejos al rey estremecerse ante los dolores de parto que su amada reina estaba por empezar a sufrir.

 

 

—¡Es un varón! ¡Un niño muy hermoso y saludable!

El rey corrió hacía la partera que traía entre sus brazos a su primogénito, miró pequeño cuerpo y sus manos que movían inquietas de un lado para otro, aún con los ojos cerrados y un llanto permanente mientras se movía cada vez más inquieto entre esas manos ajenas.

—Elisabeth… ¿cómo está ella?

Pronto el semblante de la mujer había cambiado, sus ojos parecían lejanos y ahora acariciaba con cuidado el pequeño cuerpo del príncipe entre sus brazos.

—Ella no está bien mi señor.

Pronto Hyunsik corrió hacía la habitación y sus pasos se perdieron velozmente en el pasillo.

 

 

—¿Sabes lo que es el beso de la muerte?

 

Ocho años después Hyunsik caminaba tranquilo por las áreas verdes de su castillo, miraba el pequeño jardín que Elisabeth había decidido colocar en una de las esquinas de su palacio y las rosas que florecían de ese pequeño espacio, a Yoochun le gustaba jugar ahí, pasaba varias horas y a Hyunsik no le molestaba complacer  su hijo cuando le pedía jugar con el hijo menor de su nodriza y pasar incluso horas cerca de aquellos campos.

La ausencia de Elisabeth se había marcado como un halo de vacío alrededor de ellos, uno que Hyunsik no podía superar muy bien todavía, pero Yoochun aún parecía no notarlo y se conformaba con sus sonrisas un poco vacías y sus ganas inherentes por complacerlo en todo.  A veces, pensaba que estaba comportándose como un pésimo padre.

 

—¿El beso de la muerte?

—Sí, es una leyenda que escuché ayer mientras acompañaba a mamá a comprar la comida a la plaza.

 

Changmin se había acercado al rostro de Yoochun con sus ojos muy abiertos y los ojos brillando como dos faroles.

 

—¿Y de qué se trata?

—Dicen que la muerte toma forma humana, y si te selecciona, te besa y desde entonces quedas marcado. Porque sus besos son el último suspiro de tus labios.

 

Yoochun miraba atentamente al menor, con su cabeza llena de cavilaciones y repentinamente había mordido su labio inferior, llevando su índice hasta la boca.

 

—¿Y entonces qué pasa si un día se enamora? ¿Nunca podrá besar a esa persona?

 

Changmin parpadeó sorprendido —¿Qué? —luego simplemente bufó, con las manos en su cintura— Acabo de contarte una historia genial y lo único que se te ocurre son cursilerías… Además, la muerte no tendría por qué enamorarse…

—Es cruel ¿no crees? —Yoochun bajó la mirada un poco— Amar a alguien y no poder besarla porque entonces le quitarías la vida y no la podrías ver más.

 

Changmin rodó los ojos.

 

—Es increíble que eso es en lo único que puedas pensar.

 

Yoochun rió divertido y luego simplemente empezó a correr, habiéndole quitado la gorra que el menor tenía sobre la cabeza. Hyunsik los observó a la distancia, las quejas de Changmin y las risas de Yoochun, su hijo realmente era sorprendente, tenía tanto de Elisabeth, que incluso en momentos como este no podía evitar suspirar y pensar en lo mucho que se parecía a ella.

 

 

 

—Amar a alguien y no poder besarla porque entonces le quitarías la vida y no la podrías ver más.

 

Junsu había alzado la mirada, trepado a unos dos metros de distancia de aquellos pequeños que hablaban tranquilamente. No logró focalizarlos con facilidad, desde aquel árbol la imagen de los dos era un poco difícil de hallar, pero había escuchado su voz desde el inicio de la conversación, y entonces lo divisó.

Con su sonrisa deslumbrante y su piel tan blanca y radiante que podía llegar a dejar a cualquiera estático por un par de segundos. Lo vio jugar junto al muchacho de ojos grandes que tan solo se quejaba una y otra vez.

 

—Así que sientes pena de mí, ¿eh?

 

Sonrió ligeramente, jugando con la pequeña manzana entre sus manos.

Aunque era cruel también que nadie más aparte de sus víctimas lo pudieran ver.

Vivía irónicamente rodeado de soledad.

 

 

—Ya es hora de que se acuesten a dormir.

Eunji había sonreído abiertamente en cuanto un puchero de la boca de Yoochun se había hecho presente, negando rotundamente a sus palabras.

 

—Un par de horas más Eunji noona, Changmin y yo queremos jugar un poco más.

 

A Eunji le hubiera gustado dejar un rato más a su hijo junto al príncipe Yoochun, pero aquello era mucho más complicado de lo normal. De todas formas el rey le había pedido acostar al menor, aparentemente iba a beber y no quería que de ninguna manera el menor lo viera en esas condiciones, así que partiendo de ese punto, Eunji se negó rotundamente.

 

—No, príncipe, lo lamento. Mañana pueden levantarse temprano e ir a jugar desde que salga el sol si lo desean.

—¿En serio?

 

Los ojos de Yoochun se llenaron de ilusión.

 

—Madre, ¿lo prometes?

 

Y ahora también tenía a Changmin jalando de su manga, por lo que a Eunji no lo quedó más que  asentir y acceder a cuidarlos desde temprano cuando salieran a pasear. Yoochun, una vez se encontró solo en su habitación, suspiró. Miró el techo de su habitación y acomodó la manta que lo cubría del frío. Sus dedos tamborilearon sobre su pecho impacientes. En realidad no tenía muchas ganas de dormir.

 

Escuchó los pasos suaves fuera de su habitación y la sombra pasar fuera de su puerta. La curiosidad del menor se despertó al instante, no eran horas para que la gente anduviera deambulando. ¿Se trataría de su padre?

 

Se levantó con cuidado y caminó hasta la puerta abriéndola lentamente, mirando de un lado a otro antes de atreverse a salir de la habitación. Fuera, hacía mucho más frío de lo habitual, por lo que tuvo que juntar un poco sus brazos y caminar rápidamente. En el piso inferior las luces estaban encendidas, pero Yoochun prefirió no bajar, estaba casi seguro que la sombra había pasado de largo.

 

Luego, cuando pasó más de media hora y no encontró a nadie rondando por ahí. Yoochun bufó.

 

¿Acaso lo había imaginado?

 

Finalmente agitó sus cabellos y regresó corriendo a su habitación.

Mañana tendría una historia curiosa que contar a Changmin.

Yoochun no pudo ver a Junsu frente a él, sonriendo como hace años no lo lograba hacer.

 

 

La segunda vez, ocurrió dos años después.

Junsu miraba a Yoochun entrenar junto a Changmin, el cuerpo del menor se había estirado mucho más que el del príncipe y Yoochun solía reclamárselo cada cierto tiempo, pero el otro solo reía y se sentía aún más orgulloso de su altura a pesar de que ambos tuvieran aproximadamente doce años de edad.

 

Curiosamente Junsu regresaba cada cierto tiempo, la belleza de Yoochun había alargado su fama en sentidos incomparables; había llegado incluso a otros reinos, fuera del país inclusive. Su juventud contradictoriamente detenía cualquier intento de casar al príncipe que aún parecía vivir en su propia esfera de cristal. Y Junsu se seguía sintiendo como jalado por un imán.

 

—Nacen pocos como tú…

 

Había comentado una mañana de abril mientras lo veía esquivar un par de ataques del menor, que por lo visto con el paso de los años se convertiría en su mano derecha. Junsu pretendía pocas veces que era algo más que curiosidad, pero sin pretenderlo había estado ahí desde el día de su alumbramiento y ahora seguía ahí. ¿Podría alguien como él merecer uno de sus besos?

 

Junsu esperaba que no.

 

—¡Changmin—ah! —Eunji apareció con un pequeño trapo entre las manos y bastante sudorosa al parecer— ¡Ven ayudarme muchacho, esa gallina es imposible de atrapar!

—¡Sí! —Changmin giró una vez más ante Yoochun— Ya vuelvo…

 

Park apenas había logrado asentir, esquivamente le hubiera gustado ir con él, pero contradictoriamente a sus instintos decidió quedarse un rato más y mover su cuerpo una y otra vez mientras fingía atacar con su lanza a un enemigo invisible frente a él.

 

—Bien. ¿Cuánto tiempo más planeas estar ahí?

 

Junsu parpadeó sorprendido, Yoochun seguía entrenando, no se dignaba a mirarlo, así que dudo que se tratara de él. Sin embargo el pequeño heredero de los Park volvió a hablar.

 

—¿Quién eres? Porque para que Changmin, siendo tan astuto, no te haya visto. Debes ser realmente bueno.

 

Esta vez los ojos de Yoochun se fijaron en él. Junsu que se encontraba una vez más sobre uno de los árboles sonrió. Dio un pequeño salto y quedó justamente frente a él, sorprendido en parte. Agobiado en particular.

Supo inmediatamente lo que debía hacer.

 

Sin embargo era tan joven… tan hermoso.

Era Park Yoochun, el futuro rey de esa nación.

 

—¿Eres un soldado de alguna otra nación? Nunca te había visto por aquí.

 

Junsu nunca pudo saber porque jamás le hablo aquel día. Solo que sus ojos que se enfocaron en él y un aliento refrescante lo envolvió esa mañana.

 

—¡Espera!

 

Solo su voz se escuchó esa vez, y Junsu solo caminó lo más rápido que pudo, hasta que los ojos de Yoochun no lo pudieron seguir más.

 

 

 

—¿Qué te sucede hoy?

 

Ya en la noche, Changmin había fruncido el ceño y Yoochun había tenido que salir de sus pensamientos, enfocando su mirada en el menor y sonriendo lo mejor que podía; esta era la primera vez que le ocultaba algo a Changmin, pero el sujeto aquel sencillamente se había marchado. Desaparecido sin contestar una sola de sus preguntas.

 

—Nada… solo estoy cansado.

—Ni siquiera entrenamos tanto.

 

Changmin había comido un poco de manzana, restándole importancia a la conversación. Yoochun solo había sentido un frio iniciar en su estómago y esparcirse a su cuerpo entero. Ni siquiera sabía si debía sentirse amenazado o preocupado por alguien más. Así que solo bajó la cabeza un poco y suspiró.

 

Ocurrió que en la noche, Yoochun no pudo dormir más.

 

Se removía sobre la cama sin poder conciliar el sueño correctamente, e igual que en sus pesadillas comenzó a llover, Yoochun se abrazó un poco más a las mantas y suspiró, escondiendo su cabeza bajo ella e inquieto todavía.

 

—Vamos… sal para mí.

 

Escuchó una voz masculina junto a él, una desconocida que lo hizo estremecerse aún más cuando una mano acarició suavemente sus cabellos sobre la manta.

 

—¿Quién eres?

 

Susurró, tan bajamente que dudaba haber sido escuchado, pero un trueno encalleció todo a su alrededor; y Yoochun tembló repentinamente. Pero a los pocos segundos cuando sintió el peso sobre el colchón supo que se había sentado junto a él. Y lo esperó, internamente ese silencio le dio tranquilidad, aunque su paranoia lo aturdiera por igual.

 

Bajó despacio y miró el cabello rubio frente a él, esos ojos finos y ese rostro que lo miraba con tranquilidad.

 

—Eres tú… —susurró despacio, y extrañamente se sintió más tranquilo— ¿quién eres?

 

—Puedes llamarme ¿Junsu? ¿Te gusta ese nombre?

 

Yoochun pensó, que eso no era algo que le debieran preguntar.

Sin embargo asintió.

 

—Eres muy joven —susurró Junsu, acariciando una vez más su cabello— ¿cuántos años tienes?

—Doce…

—Sí, muy joven…

 

Junsu parecía lamentar algo en silencio, antes de suspirar y mirarlo a los ojos otra vez.

 

—Debo irme.

—¿Qué? ¡Espera!

 

Yoochun se levantó de la cama inmediatamente, Junsu había salido de la habitación con una velocidad impresionante, sin embargo igual que dos años atrás, la sombra que perseguía se había esfumado de repente y su persecución sencillamente no había tenido final.

 

 

Lo miró, incluso a pesar de la distancia y que esos ojos pequeños del menor lo podían incluso identificar.

 

Pero Yoochun parecía mucho más entretenido en leer, mientras Changmin a su alrededor practicaba con su escudo varios movimientos que eran completamente inútiles. Changmin no tendría a quien defender; no si Junsu disponía hacer su trabajo bien. La única razón por la que Yoochun lo podía ver es porque debía recibir su beso, y entonces todo ese brillo se apagaría por igual.

 

—¿Alguna vez pensaste en cómo serían las cosas si fuésemos chicos normales?

 

Yoochun había despegado la mirada de su libro y había mirado a Changmin que seguía moviéndose a pesar de haberle hablado.

 

—¿Chicos normales? ¿A qué te refieres?

—Bueno, tú eres el príncipe y yo el hijo de tu nodriza, todos dicen que seré tu mano derecha. Un guerrero imbatible, fiero y confiable. Todos tienen puesto mucho futuro en nosotros.

 

—Nunca había pensado tanto en eso…

 

El susurro bajo de Yoochun hizo susurrar a Changmin, detenerse y luego agacharse frente a él para mirarlo a la cara y sonreír.

 

—¿Siempre eres así de inocente?

—¡No digas tonterías! —Se enfadó el mayor— Somos apenas unos niños, no quiero pensar en esas cosas.

—Pues deberías, todos hablan también de con quién te deberían comprometer.

 

Yoochun apretó el libro en sus manos. ¿Comprometer? ¿En serio?

 

—Son tonterías…

—No lo son.

 

Park se había levantado veloz y Changmin lo había seguido de inmediato. Pero sus pasos se detuvieron en cuanto lo vio.

Junsu estaba ahí, mirándolo directamente a él, estático por completo y sin la mínima expresión en su rostro. Yoochun solo pudo detenerse y mirarlo sintiéndose intimidado otra vez.

 

—¿Qué ves?

 

Changmin atrás de él, finalmente lo hizo girar. Miró a Shim por un instante antes de devolver su mirada a Junsu.

¿Acaso no lo podía ver?

 

—Yoochun…

—Nada, entremos que parece que va a llover otra vez.

 

Luego de eso, Yoochun tuvo más dudas que las respuestas que alguien más le pudiera ofrecer.

 

 

—Pero noona, Changmin me lo contó alguna vez.

 

Eunji se movía de un lado a otro dentro de la cocina, llena de otros empleados que trataban de tenerlo todo listo para la hora del almuerzo, sin embargo Yoochun parecía empecinado en que le prestara atención y sus preguntas constantes podían hacerla fácilmente perder la concentración.

 

—Niño esas son leyendas tontas que corren por el pueblo, no les preste atención.

—Pero si la muerte se pasea por aquí es peligroso, anda buscando a quien besar.

 

Yoochun no se detenía, seguía con sus pasos a la mujer y esquivaba a los que podía mientras la mujer andaba con un tazón, luego con un montón de frutas y finalmente con una jarra de agua. Parecía escabullirse con más facilidad que él, que era pequeño, tal vez el conocimiento de años del espacio de esa cocina la hacía tan hábil.

 

—Usted no se preocupe joven, nadie lo puede ver.

—¿Y si alguien pudiera?

—Entonces tal vez está a punto de recibir ese beso.

 

Se quedó quieto al fin, Eunji no pareció notarlo y siguió con su trabajo. Yoochun lo pensó varias veces el resto de la tarde.

¿Esa era la razón por la que solo él podía verlo?

 

 

Para desgracia o buena fortuna Yoochun no lo volvió a ver.

 

Cerca de los catorce años, aún sentía esa sutil paranoia de verlo al cruzar alguna esquina o en los árboles de su casa, pero el temor había amenguado, Changmin lo llamaba aburrido pero él se había dedicado a averiguar todo lo que podía en los libros que encontraba, y sin embargo no había encontrado nada.

 

—Tu papá está bebiendo otra vez.

 

Yoochun dejó el libro sobre sus piernas en cuanto escuchó al menor hablar, miró de soslayo a Changmin que permanecía escondido mientras observaba por un resquicio pequeño de la puerta hacía el interior de aquella habitación lejana, bajó un poco la cabeza y suspiró.

 

—Lo sé, el aniversario de mamá está cerca.

 

Changmin tan solo movió un poco la cabeza y regresó junto a él.

 

—No debería tratarte como lo hace.

 

Si, Yoochun pensó igual que Changmin. No debería sentirse herido cada vez que mira los ojos de sus padres y este lo ataca con reproches y desprecio, el jamás hubiera querido que su madre muriera aquel día. Su padre se había perdido entre los años y no era más el buen hombre que alguna vez conoció. No era ese hombre del que todo el mundo le habla, al menos no con él, y cuando esta fecha se acercaba y él bebía, era todo peor.

 

—No es tu culpa, ¿lo sabes verdad?

—Lo sé, Changmin.

—Tal vez puedas pasar tu cumpleaños con nosotros, mamá podría prepararte un poco de pastel y…

 

—No —Yoochun se levantó con lentitud— También es el aniversario de la muerte de mamá. No es justo que deje a padre solo.

—Tampoco es justo que él trate como lo hace.

 

Vio a Changmin bajar la cabeza y apretar los puños, pero Yoochun solo sonrió. Acarició sus cabellos y recibió una mirada de respuesta.

 

—Está bien, ya ve a casa. Sabes que al rey no le gustan las visitas en estos días.

—Pero…

—Solo ve.

 

Changmin se fue muy lentamente, no queriendo abandonar el lugar, pero Yoochun tenía su propio plan, se encerraría en su habitación hasta que estos días pasaran pronto y esa inestabilidad emocional una vez más se le olvidara. Escuchó a Hyunsik gritar y luego algo romperse dentro de la habitación. Yoochun cerró los ojos y suspiró otra vez.

 

—¡Hasoo! —Los pasos apresurados del sirviente se dejaron escuchar— ¡Tráiganme más para beber! ¡Ya no hay nada!

 

Sintió esa lastima de nuevo, esa pena amarga extenderse y su juventud no le daba el consuelo que necesitaba, las palabras no alcanzaban, así que decidió encerrarse en su habitación una vez más.

 

 

 

 

Ya era de noche cuando Yoochun se levantó lleno de lágrimas.

 

Procuró secarlas de inmediato y vio su habitación, la ventana le mostraba la oscuridad de la noche todavía, generalmente estos días pasaban más lento de lo habitual. Probablemente era ya la una de la madrugada, su cumpleaños y el aniversario de la reina Elisabeth.

 

Los pasos fueron duros y pesados. Yoochun ni siquiera tuvo la oportunidad de levantarse y cerrar la puerta, porque cuando se encontraba a punto de ponerle una traba esta se abrió. El rostro de su padre lo hizo retroceder y sentir ese vacío en su interior que no logró siquiera camuflar.

 

—¿Cómo puedes vivir tan feliz?

—Padre yo no…

—Tu madre murió… y hoy lo único que hago es verte sonreír y saltar por todos lados, ¡como si merecieras el sacrificio de ella! ¡No eres ni la mitad de lo que ella fue!

 

Hyunsik alzó la mirada e instintivamente Yoochun bajó la mirada, encogiendo su cuerpo y temblando fuertemente ante lo que se le venía encima. Pero esa mano no logró tocar su rostro. Y Yoochun fue abriendo sus ojos despacio, su padre no lo miraba más, parecía contrariado viendo uno de los pasillos fuera de su habitación.

 

—¿Qué ha sido eso?

 

Yoochun no se atrevió a hablar, no podía. Su cuerpo temblaba aún.

 

Su padre no había logrado mirarlo una sola vez más, ni siquiera dijo algo antes de perseguir la sombra que había visto unos segundos atrás. Y Yoochun solo atinó a cerrar su habitación y hacerla impenetrable en esta ocasión. Corrió hacía la pared junto a su cama y se sentó en el suelo intranquilo todavía. Abrazando sus piernas, temblando en cada una de sus extremidades.

 

—Junsu… ¿por qué aun no vienes por mi Junsu?

 

 

La luz que solía ser Yoochun se había apagado desde hace unos dos años atrás.

 

Changmin miró a su amigo junto a él y se sintió un poco peor. Cuando eran pequeños Yoochun era la belleza personificada. Él sonreía y el resto del mundo parecía rendirse ante él, ante su piel perlada y su voz encantada por los dioses. Yoochun era como un rayo de esperanza que había llegado después de la muerte de la reina Elisabeth.

 

Eso decía todo el mundo y Changmin lo había aceptado sin objeción alguna.

 

Pero ese brillo de Yoochun se había apagado, Hyunsik la había exterminado y Changmin se llenaba de un resentimiento enrome ante el rey por ello. Yoochun ni siquiera sonreía ahora.

 

—Es mejor que vaya a descansar príncipe Yoochun.

 

Eunji había colocado sus manos sobre los hombros de Yoochun, Changmin lo había mirado negarse por completamente. Al pie de la cama de su padre, el mayor parecía poco convencido de moverse de ahí. Hyunsik había enfermado cerca de los quince años de  Yoochun, su salud debilitada por completo lo había tumbado en la cama.

 

Changmin no veía a Yoochun llorar, pero si permanecer día tras día en vela del cuerpo de su padre. De su salud. No podía descifrar los pensamientos que pasaban por la cabeza del mayor.  ¿Guardaba acaso alguna esperanza de que con la mejora de salud de su padre su trato mejorara también?

 

Lastimosamente, Changmin sabía bien, que ninguna de las dos ocurriría al final.

 

 

Había pasado tres horas en la misma posición.

 

Sentado en el piso de su habitación, con las piernas recogidas y sus lágrimas saliendo todavía. El funeral de su padre había acabado hace tres horas y desde entonces Yoochun no encontraba razón alguna para salir de su habitación. Ni siquiera Changmin había logrado ingresar, y finalmente la voz de Eunji le había permitido la soledad que tanto anhelaba.

 

El rey le había robado a su padre, le había robado la oportunidad de tener un padre de verdad y ahora que el rey se había ido, con todo el dolor que siempre llevaba sobre él, se había llevado consigo la única oportunidad que él hubiera querido tener para tener algún tipo de relación con su padre.

 

Y ahora estaba solo, solo de verdad.

 

Vio la sombra bajo del resquicio de su puerta y como si fueran sus instintos, corrió a abrirla; el perfil de Junsu exactamente igual que años atrás se encontraba frente a él. Yoochun solo pudo respirar profundo y mirarlo con más escepticismo que la última vez. Su rostro seguía siendo igual de joven y su aura continuaba haciéndolo sentir frágil.

 

Retrocedió suavemente y Junsu pareció captar la indirecta de su invitación.

Cuando Junsu cerró la puerta; Yoochun respiró hondo.

 

—Hace tres años… ¿tu ibas a darme el beso, cierto?

 

Ya no había calidez en su voz, ni rastro de inocencia o luz.

Junsu pensó que aquello era injusto. Yoochun en tan poco tiempo había sido devastado.

 

—¿Qué te ha pasado?

—¿Por qué no lo hiciste?

 

Junsu solo miró el rostro de Yoochun, sus ojeras, los rastros de sus lágrimas y la pena que sintió pareció extenderse a su cuerpo entero, cuando una de sus manos se movió hacía una de esas mejillas y la acarició con suavidad.

 

—¿Qué han hecho contigo Yoochun?

—¿Por qué no lo hiciste? —Lloró de repente Park— Si lo hubieras hecho… tal vez no hubiera tenido que vivir así.

 

Junsu se lamentó.

 

—Si lo hubiera hecho, hubiera quedado inmortalizada tu belleza y tu inocencia. Pero fui egoísta, lo lamento.

—¿De qué hablas?

 

—Quería volverte a ver, quería verte crecer. Pero tal vez no fue lo correcto. —Las facciones de Yoochun lucían cansadas, más adultas de lo que deberían mostrarse, aun así esos ojos oscuros lo miraron fijamente y Junsu acarició un poco más su rostro, su piel no parecía haber cambiado del todo— Solo has sufrido.

 

El tacto de esa mano terminó, y Yoochun agarró el brazo del rubio, respirando agitado aún.

 

—Bésame… —susurró de repente— bésame y acaba con todo esto de una vez por todas.

 

Yoochun esperó un movimiento, uno solo, con su corazón agitado y una súplica de sus labios que jamás llegó a cumplirse, porque Junsu se soltó de su agarre e igual que todas las veces anteriores. Se marchó. Yoochun sabía que era imposible encontrarlo otra vez, así que no lo siguió.

 

Dejó que se perdiera una vez más. Igual que sus esperanzas por acabar con todo de una sola vez.

 

 

 

Junsu no se dejó descubrir de nuevo.

 

Perseguía al objeto de su curiosidad regularmente, supo por una discusión entre los dos amigos que los oficiales buscaban una muchacha indicada para hacerla reina, para casarla junto a Yoochun quien inmediatamente heredó  el reino de su padre. Pero Park se negaba, se intentaba imponer. Sin embargo, cuando finalmente se rindió. Llegó el caos.

 

Changmin lo había llamado débil, lo había acusado de no poder reinar sin la necesidad de una mujer y entonces dejaron de hablarse. Durante largos años. La mujer que habían escogido era preciosa, delicada y con la más bella de las sonrisas. Yoochun se había casado joven, cerca de los dieciséis. Joven para un varón.

 

Pero no fue hasta los veintidós que tuvo a su primogénito y único hijo.

 

Jaejoong había nacido dentro de las riquezas que cualquier príncipe debería tener. Changmin había regresado a la vida de Yoochun como los imanes vuelven a su contraparte. Inevitable y sin refugio alguno más que los brazos de ese rey que lo abrazó y sonrió como en años no lo hacía.

 

Victoria, quien había sido una princesa de Austria, había logrado sentir su corazón agitado en cuanto los vio, principalmente porque el rey jamás le había logrado mostrar una sola sonrisa en años. Ahora, como reina de Yoochun podía apreciar lo que siempre le habían comentado de él. De esa belleza que atesorada por su sonrisa parecía incomparable.

 

—Los niños deben salir a jugar, ¿recuerdas cuánto salíamos tú y yo?

 

Yoochun asintió, viendo a Changmin jugar con el pequeño Jaejoong que caminaba con sus piernas temblando ante el esfuerzo, pero que luchaba por llegar hasta los brazos de su padrino. Finalmente el pequeño cayó sentado en el césped y lloró ruidosamente ante lo que Changmin no pudo evitar reír divertido.

 

Inmediatamente la nodriza se acercó a consolarlo y Changmin le empezó a hacer pequeños gestos tontos para que el menor riera. Pero Yoochun solo suspiró y miró a su primogénito que había vuelto a reír.

 

—Yohee… ¿tú no tienes hijos?

—Por supuesto mi señor, dos de hecho.

 

Changmin alzó su mirada interesado y habló directamente hacía la mujer que sostenía a Jaejoong entre sus brazos.

 

—¿Tienes por casualidad un niño de la edad de Jaejoong?

—Sí, precisamente mi Yunho es apenas un añito mayor al príncipe Jaejoong.

 

Changmin tronó los dedos complacido y Yoochun habló solemnemente una vez más.

 

—Entonces tráelo a jugar con Jaejoong, así podrán divertirse los dos y podrás cuidar de tu hijo también.

—¿De verdad, mi señor? —La mujer pareció realmente emocionada— Le estaría muy agradecida, mi hija Boa es ya mayor y no tiene tiempo para cuidar a su hermanito porque con sus gemelos tiene más que suficiente. Sería muy feliz y me sentiría muy honrada si le permitiera a mi Yunho venir a hacerle compañía a su príncipe.

 

—De acuerdo, entonces a partir de mañana puedes venir junto a él.

—Muchas gracias señor.

—Ve a bañar a Jaejoong, que ya es tarde y tiene que tomar su siesta.

 

La mujer asintió inmediatamente y se alejó con sus pasos apresurados pero cuidadosos dentro del hogar. Changmin en ese momento se levantó del césped y se sentó junto a él en el pequeño banco que había cerca del árbol que habían visto crecer.

 

—Victoria es muy hermosa… —Susurró Changmin— ¿Cómo ha sido la vida junto a ella?

—Es una mujer educada y bella. No podía esperar más y el pueblo la adora, supongo que todo está bien.

 

Changmin se movió incómodo de repente.

 

—Desde la muerte de tu padre las cosas no son iguales, te volviste como las personas que solíamos odiar.

—Solo maduré Changmin, tengo el peso de todo un reino sobre mis hombros, debo cuidar de todo el pueblo, ser un padre y esposo también. Las cosas ya no son como cuando tenía catorce.

—Las cosas eran mejores cuando teníamos catorce.

 

Changmin habló bajo. Y Yoochun solo suspiró.

 

—¿Quieres ir a beber un poco?

 

Changmin en ese momento solo pudo asentir y seguir a Yoochun de nuevo, como siempre había sido su costumbre.

Como un buen guardián lo haría.

 

 

Victoria se había agarrado de su brazo en cuanto escucharon el fuerte trueno, la lluvia no parecía apaciguarse y el llanto de Jaejoong se escuchó en cada esquina de la residencia Park y aquello fue como un impulso para el cuerpo de Victoria quien saltó de la cama hacía el suelo de la habitación, como si el llanto del menor hubiera pronunciado estrictamente su nombre.

 

—Iré a verlo.

 

Yoochun había asentido, no se sentía muy seguro de que la mujer lo hubiera visto en realidad pero aun así ella salió y él suspiró ante la lluvia que veía caer desde su ventana. Se quitó las mantas de encima y se asomó repentinamente envuelto por esa nostalgia hermosa que rodeaba las noches de invierno en su pueblo.

 

La lluvia le recordaba tanto a Junsu…

 

—Tu esposa es muy bella y tu hijo, hermoso como lo eras tú de joven.

 

Su cabeza se movió lentamente y sus ojos recuperaron toda esa expresión perdida en cuanto lo volvió a ver.

Junsu seguía siendo igual que las veces anteriores que le había permitido verlo. Su cabello rubio, su rostro joven y su atractivo ser que recién ahora podía apreciar.

 

—No lo entiendo… no te entiendo. ¿Por qué siempre vuelves?

—Recuerdo habértelo dicho la última vez —Junsu caminó sin preocupación hasta él— Eres curioso para mí, quise ser egoísta y verte crecer.

 

—¿Por qué?

—Por qué nunca había visto a alguien como tú.

 

Yoochun se acercó en esta ocasión, sentía que en cada ocasión que lo miraba Junsu se llevaba algo suyo con él. La primera vez se había llevado el miedo, en la segunda ocasión sus lágrimas, ahora quería que se llevara consigo su indiferencia, aunque si podía mejor su vida. Si, que se llevara por fin su vida.

 

Se sentía tan dramáticamente sin sentido, que era justo reclamar por su destino.

 

—Siempre has estado aquí, alrededor de mí ¿verdad? —Terminó de acercarse al rostro de Junsu, quien nunca se alejó y lo miró a los ojos sin dudar— Nunca te has ido en realidad.

—Probablemente.

 

—¿Qué soy? ¿Un experimento?

—Algo interesante, inexplicable. —Junsu volvió a acariciar ese rostro, y lo volvió a comprobar, su piel seguía siendo igual. Tersa y maravillosamente límpida— No lo entiendo muchos darían lo que fuera para evitar a la muerte, tú pareces llamarme cada tanto.

 

—Quizá porque mi destino era morir muchos años atrás.

—Quizá.

 

Junsu se alejó. Caminó despacio dentro de la habitación.

 

—¿Besaste a mi madre, verdad?

—Todo lo dices con una afirmación de por medio, si ya lo sospechas, quizá la mayoría de las veces tengas la razón.

 

—Lo hiciste entonces.

—Es mi trabajo, no lo hago como si fuera una decisión tomada al azar, querido.

—Has decidido dejarme con vida, pudiste hacer lo mismo con ella.

 

—A ella no la conocía.

—¡A mí tampoco!

—Pero te he visto crecer.

 

Yoochun se sintió frustrado en aquel instante. Sentía tantos errores en su vida y Junsu era uno de ellos.

Tal vez el principal de todos ellos.

 

—Vete de aquí.

 

Giró sin importarle que Junsu lo viera temblar de rabia.

Luego de un par de segundos se sintió inmerso en esa soledad latente de su habitación.

 

 

 

 

—¡Padre dile a Yunho que juegue en serio, siempre me deja ganar! ¡Así no es válido!

 

Jaejoong había jalado de su brazo y luego había mirado a Yunho quien había bajado apenado la mirada. Ambos menores rodeaban los ocho y nueve años de edad respectivamente, y de alguna manera le recordaban a aquellos tiempos que él vivió junto a Changmin tantos años atrás.

 

—Yunho, si dejas al príncipe creer que es bueno jamás se esforzará por ser mejor y luego no podrá enfrentarse a oponentes mucho más fuertes, ¿tú no quieres que tu príncipe sea débil, cierto?

—No, mi señor.

 

El muchacho había hecho una pequeña venia y Jaejoong se había acercado emocionado a seguir jugando con el mayor. Yoochun los miró en la distancia. Soltó un pequeño suspiro y volvió a ingresar a la residencia. Yoohee se quedaría junto a ellos lo que les restaba de tiempo.

 

Subió las escaleras con lentitud, había detenido todas sus juntas con el consejo para poder pasar más tiempo en casa. Victoria había enfermado días atrás, una terrible fiebre la había atacado y a pesar de los días esta no parecía disminuir ni un ápice. Eunji incluso se había acercado para tratar de ayudar. Pero Victoria sencillamente no parecía mejorar.

 

Cuando abrió la puerta su cuerpo entero reaccionó. Junsu estaba sentado en el borde la cama y miraba a Victoria con algo parecido a la desolación, acarició su rostro una sola vez y luego depositó un solo beso en los labios de la mujer. Victoria podía verlo, sus ojos estaban enfocados en el rostro de Junsu y contradictoriamente ella solo cerró los ojos y sonrió apenada y con lágrimas.

 

Changmin siempre había visto su rostro hermoso, pero ahora Victoria se encontraba demacrada, pálida y con ojeras, había perdido mucho peso y sudaba por la fiebre. Hizo sentir su presencia con pequeños pasos, ella lo miró y le sonrió.

 

—Mi rey… cuida bien de Jaejoong. —A Victoria se le dificultaba hablar, por lo que Changmin únicamente tomó sus manos y se sentó junto a ella, del otro lado de la cama mientras escuchaba a Junsu alejarse lentamente— Es un hermoso muchacho y tú has sido un buen esposo, jamás me amaste… pero supiste quererme, respetarme y tratarme como tu reina.

 

—Lo lamento mucho Victoria… eres una mujer maravillosa.

—Yo si te amé mi rey, pero no te reprocho nada.

 

Ella volvió a sonreír y luego cerró sus ojos. Su pecho subía y bajaba despacio, parecía al fin estar en paz. Yoochun apretó sus manos un poco más y luego beso el dorso de sus manos con delicadeza. No se separó más de ella. La respiración suave de Victoria acunó sus noches sin dormir, pensó que ella había sido perfecta. La mujer más bella entre muchos reinos, encantadora y dulce. Supo amarlo como nadie más lo había hecho.

 

La iba a extrañar. Tanto como hubiera deseado poderla amar.

 

 

Luego del entierro, Yoochun había tenido que acompañar a Jaejoong, dormir junto a él por semanas enteras y el pequeño espacio en la habitación del menor le estaba destrozando la espalda, sin embargo no pensaba dejar de hacerlo hasta que su hijo lograra sentirse mejor. Que las lágrimas a mitad de la noche terminaran.

 

Para Yoochun era muy difícil despertarse en la madrugada ante el llanto de su hijo que lo abrazaba con fuerza, no sabía cómo sanar su dolor, porque él jamás había tenido algún tipo de consuelo. Así que solo acariciaba los cabellos del menor y susurraba palabras de alivio hasta que se volvía a quedar dormida. Por las mañanas, cuando él se reunía con el consejo sabía por boca de Eunji que se juntaba con Yunho y pasaban horas charlando o estudiando.

 

A su hijo parecía hacerle bien estar con el mayor.

 

—Lo lamento mucho. —Junsu se había sentado junto a él, en el pequeño banco que tenía dentro de su sala principal, como si hubiera sido invitado.

—Alguna vez dijiste que era tu trabajo, no tengo derecho a reprocharte nada.

 

—¿Nada más allá del que continúes con vida?

—Ahora no puedo reprocharte eso. Tengo que cuidar de Jaejoong.

 

Junsu había suspirado contrariado. En el silencio sus expresiones se volvían serias y eternas.

 

—¿Alguna vez te han besado? —Preguntó Yoochun.

—Muchas como podrás imaginar.

—No me refiero a esa clase de besos, sino a uno real. Un beso de amor.

 

Es cruel ¿no crees? Amar a alguien y no poder besarla porque entonces le quitarías la vida y no la podrías ver más.

 

Las palabras de un Yoochun de ocho años dieron vueltas en su cabeza, Junsu solo suspiró y levantó un poco la mirada, quizá hacía ese mismo punto ciego que miraba Yoochun.

 

—No se me es permitido conocer el amor.

—Es cruel… que nunca puedas amar, ni experimentar un beso real.

—¿Te has enamorado tú?

 

Yoochun sonrió entonces.

 

—Quizá la vida ha sido cruel con los dos.

 

 

A partir de entonces las visitas de Junsu se volvieron cada vez más recurrentes.

 

Yoochun dedicaba minutos de su día para hablar con él. A solas, a meditar como lo solía llamar. Nadie debía saber que hablaba a solas, porque Junsu era una imagen etérea para los demás y él debía evitar conclusiones apresuradas sobre su estado mental. Además, de alguna forma le hacía bien hablar con él.

 

—Papá no siempre fue una mala persona —había susurrado un día cualquiera Yoochun— Quiero creer que nunca pudo superar la muerte de mamá, pero en el fondo nunca supo cómo tratar conmigo y lo mucho que le recordaba a ella.

 

Junsu caminó dentro de la habitación. Se detuvo en el instante que las palabras de Yoochun lo hicieron y giró hacía él, con una expresión tranquila en su rostro.

 

—Que no haya sabido hacer lo correcto, no lo exenta del dolor que te causo.

—Lo sé.

 

Yoochun pareció repentinamente atacado por los recuerdos, por lo que Junsu se agachó un poco y acarició un rostro.

 

—Cuando fui por él, la última cosa en la que pudo pensar fue en ti. Estaba muy arrepentido por todo lo que te había hecho pasar. Que solo quería que llegaras a ser feliz, que tuvieras toda la felicidad que él no pudo darte.

Yoochun sintió una lágrima correr por su mejilla. —¿No es contradictorio? Mamá fue en lo único que pensó durante todos esos años, pero su último pensamiento fui yo.

 

—La vida es así, cruel e irónica.

—¿Y la muerte no debería ser de ese modo?

—Estereotipos querido mío, simples estereotipos.

 

 

 

—Si mal no recuerdo, eres pésimo para el ajedrez.

—Pues he mejorado con los años al parecer.

 

Yoochun sonrió orgulloso luego de haberle ganado al menor. Changmin en cambio solo rodó los ojos y bebió un poco de licor antes de poder hablar, luego de haber recordado intempestivamente la razón principal de su vista.

 

—¡Es cierto! Casi lo olvido por completo —Changmin pareció tomar aire de nuevo— Voy a casarme.

 

Los ojos de Park se abrieron de par en par, y después de eso una sonrisa auténtica acudió a sus labios. Y saltó a sus brazos para agarrarlo con fuerza y reír energéticamente.

 

—¿Es en serio? ¡No me habías dicho nada!

—Bueno, quería que las cosas se concretaran primero.

—¿De quién se trata?

 

Changmin respiró hondo de nuevo. Y sonrió de una manera que no lo había visto hacerlo ante.

 

—Su nombre es Seohyun. Es la hija de un oficial de tu guardia, es muy hermosa Yoochun y es tan inteligente.

—¡Es la mujer ideal para ti!

 

—¡Exactamente!

—¡Brindemos por eso!

 

Yoochun llenó la copa de Changmin y aunque el menor se quejó de que él no debería hacerlo, Yoochun insistió y al final terminó sirviendo para ambos. Festejando la dicha de que al menos Changmin había podido encontrar algo parecido al amor.

 

—¡Padre! —Jaejoong tenía ya trece años entonces, pero había llegado corriendo, directo a sus brazos y dispuesto a ocultar su rostro en el pecho de él. Changmin había bebido el contenido de su vaso inmediatamente y Yoochun había hecho lo mismo antes de abrazar a su hijo sin saber todavía por qué— ¡Yunho es un imbécil! ¡No lo quiero volver a ver!

 

Tanto Changmin como él habían suspirados aliviados, alejando un poco la preocupación.

 

—¿Qué ha pasado Jaejoong?

—Yunho tiene novia, padre. ¿Cómo puede tener una novia a esta edad?

—Eso es cierto —afirmó Changmin indiscretamente— Nosotros a esa edad no pensábamos en esas cosas.

 

Yoochun le envío una mirada seria, pidiéndole que guardara silencio.

 

—Le he dicho que es un idiota, nadie se enamora a esta edad y él me ha gritado que soy solo un niño todavía. Y que la única razón por la que venía de pequeño es porque su madre quería tenerlo vigilado.

—Tranquilo Jaejoong… eso lo ha dicho porque se ha sentido herido, no creo que lo haya dicho de verdad.

—¡No me importa! ¡No quiero que lo vuelvan a dejar entrar aquí!

 

—¿En serio quieres eso?

 

Yoochun acarició los cabellos de su hijo y este lo abrazó con más fuerza, soltando un débil— No. —que lo hizo sonreír enternecido mientras Jaejoong suspiraba y Changmin sonreía a la distancia.

 

 

 

—Creí que me impedirías el acceso al palacio.

—Iba a hacerlo…

 

Junsu sonrió al verlos uno frente al otro, sin atreverse a mirarse a la cara y a una prudente distancia.

 

—Lo siento.

—Yo también.

 

—No debí haberte dicho nada de eso.

—Yo tampoco.

 

No había demasiada distancia desde la ventana en la que se encontraba, pero fue reconfortante cuando vio al par de amigos abrazarse como si nada con una sonrisa en la cara cada uno.

 

—Hola.

 

Yoochun había ingresado en la habitación y Junsu asintió levemente.

 

—Hace mucho que no te veía.

—He estado ocupado. —Susurró Junsu, mirando de soslayo a los dos jóvenes que ya se habían alejado con toda la intención de salir a montar a caballo— ¿Cómo han estado las cosas por acá?

 

—Igual… bueno, un gran amigo mío va a casarse.

Junsu suspiró, regresando su mirada hacía Park. —¿Tú no piensas hacerlo de nuevo?

 

—Ya no. Nunca hubiera querido hacerlo en primer lugar, pero es algo que no podía evadir. —Yoochun se sentó frente a la pequeña mesa entre ellos e invitó a Junsu a sentarse— ¿Alguna vez has jugado ajedrez?

—He visto a la gente hacerlo.

 

—Pues vamos a ver que tanto te puedo enseñar.

 

 

 

—Victoria te amaba, ¿qué… se siente ser amado?

 

Estaban cerca del invierno otra vez. Yoochun no era un rey joven más, era un hombre entrando en la madurez de su vida. Y repentinamente encontró triste el haberse sentido amado, pero nunca haber sentido algo así por alguien más. Que sus treinta y ocho años pensaron hoy más que nunca.

 

—Pues, es… ¿hermoso? Sientes en su mirada paz y calidez. Aunque a veces también te sientes pésimo cuando te das cuentas que no puedes devolverle esos hermosos sentimientos— Yoochun movió la pieza de ajedrez frente a él y suspiró— ¿Por qué esa pregunta tan repentina?

 

Junsu solo sonrió.

 

—No lo sé, el invierno me pone melancólico supongo.

 

El invierno me recuerda a ti por alguna razón. Pensó Yoochun sin quitar sus ojos de aquel rostro por el que no parecían pasar los años. Yoochun pensó que era extraño, su belleza no menguaba ni siquiera un poco; Junsu continuaba siendo visualmente joven y hermoso. Los años pasaban y él en cambio lograba verse cada día mayor.

 

¿No sería triste para Junsu verlo envejecer?  Ya no era ese niño adorable al cual no pudo besar.

¿Sería a esa melancolía a la que se refería Junsu?

 

—Tu hijo es realmente la sensación en las fiestas de sociedad, arranca miradas por doquier.

—Es tan bello como su madre.

—Y como su padre, no te quites merito Yoochun, recuerda que desde pequeño esa fue tu fama de aquí y cualquier lugar.

 

Bromeó Junsu mientras estiraba sus brazos y Yoochun sonreía divertido.

 

—Deberías casarlo pronto, o cometerá una estupidez enamorándose de quien no debe.

—Quisiera que eso pasara. —Comentó levemente Yoochun— Que él encuentre el amor.

 

—Todo padre quiere para su hijo lo que él no pudo conseguir.

—Hyunsik deseó tu felicidad a pesar de todo ¿lo eres?

 

Yoochun se detuvo un instante, hace mucho no hablaban de su padre, y ahora su herida era una cicatriz más en su pecho que había aprendido a evadir.

 

—Estoy bien, no soy infeliz, pero tampoco completamente feliz. Sin embargo Jaejoong me hace feliz, hablar con Changmin también, y estar contigo… de alguna manera extraña también me hace feliz.

Junsu que no se esperaba aquello último solo asintió y bajó la mirada hacía sus piezas de ajedrez.

 

—¿Tú te has enamorado alguna vez?

 

Junsu volvió a sentirse incómodo.

 

—Ya te respondí eso años atrás.

—Respóndemelo ahora.

 

Los ojos de Junsu se centraron en los de Yoochun, y aunque sus manos temblaban levemente. Junsu procuró que su voz sonara firme y segura.

 

—No, no lo he hecho.

 

Yoochun solo suspiró, la partida había dejado de importar y sus ojos subieron al techo.

 

—Eres la muerte y eres eterno… pero no vives en realidad. ¿Estás muerto acaso? —Junsu prefirió no interferir en ese momento de reflexión que tenía sumido en sus pensamientos a Yoochun y solo lo miró, cada facción de su rostro— ¿Entonces porque eres tan hermoso? La muerte significa tristeza y pena. El fin. El acabose de la belleza. Desmoronarse poco a poco.

 

Entonces lo notó, la botella vacía junto a Yoochun. Junsu solo suspiró en cuanto vio esa mirada nostálgica y esa sonrisa forzada que junto a sus ojos luchaba por no derramar lágrimas.

 

—Algún día voy a morir… después de esos años ¿vas a recordarme? ¿Voy a desaparecer?… ¿Ya no te podré ver? —Yoochun lo miró y esta vez sus labios temblaron mientras lo miraba, las lágrimas se acumulaban en las lágrimas del rey y Junsu comprendió tarde lo que pasaba ahí.

 

—Yoochun no… —Fue como un susurro lastimero.— No debiste enamorarte de mí.

 

—¿Enamorarme? ¡Por supuesto que no! —Yoochun se levantó agitado, tratando de pasar desapercibida esa lágrima que para Junsu fue más que evidente.— Yo no podría enamorarme de ti, no soy tan tonto ¿sabes? —Yoochun se dejó caer una vez más, con su espalda pegada en la pared y sus piernas estiradas en el piso— Yo no podría amar a alguien que ya está muerto, porque su corazón ya no puede sentirme.

 

Junsu si pudiera llorar, lo haría ahí mismo, y le pediría perdón.

Perdón por un motivo que no conocía bien, pero lo haría.

 

Sin embargo lo abrazó y aunque Yoochun se sacudió bruscamente un par de veces, no lo dejó escapar.

Junsu desapareció aquel día, durante un par de años más.

 

 

 

—No podemos hacer esto, no puedo decepcionar a papá. Él espera que yo herede su reino y me case, y haga todo lo que se supone debo hacer.

—Jaejoong, ¿en serio piensas condenarnos así?

—No es como si pudiera hacer otra cosa.

 

Yoochun abrió la puerta para observar como Jaejoong se alejaba inmediatamente del contacto con Yunho y este a su vez bajaba la cabeza un poco y su hijo restregaba un poco sus mejillas. Yoochun conocía ese gesto bien. Había tapado sus lágrimas muchas veces así. Pero Jaejoong en sus dieciocho años, jamás había intentado ocultarle algo, como justamente parecía estarlo haciendo ahora.

 

—Esta noche saldré con Changmin al reino austriaco y no sé cuánto tiempo demore. Venía a despedirme. —Yoochun abrazó brevemente a Yunho y luego abrazó fuertemente a Jaejoong. Miró sus ojos repletos de vida y dolor por igual— A veces para ser feliz, hay que ser un poco egoístas, hijo mío.

 

Acarició el rostro del menor y besó su frente.

 

—Te amo, padre.

—Y yo a ti, nunca podría sentir más que amor por el ser hermoso en el que te has convertido, por fuera y por dentro.

 

Cuando Yoochun abandonó la habitación. Se quedó unos segundos más apoyado en la puerta. Suspiró y lamentó el que las cosas tuvieran que ser así.

 

Tres meses después cuando Yoochun regresó, Jaejoong y Yunho habían abandonado el reino sin razón aparente.

 

 

 

 

—Minho ha crecido hermosamente.

—Y es un niño muy saludable.

 

Comentó Seohyun mientras veía a Minho corretear de un lado a otro junto a su padre, sus escasos cinco años lo hacían tan adorable todavía que Yoochun no pudo evitar sonreír mientras Changmin reía a carcajadas cargando al menor que con un puchero en los labios se quejaba del mayor por hacerle trampa.

 

—¿Has sabido algo de Jaejoong?

—No… pero espero que donde quiera que esté sea feliz.

 

Seohyun había asentido, con una sonrisa complaciente en el rostro. Yoochun se sintió tranquilo en aquel instante. Jaejoong nunca había querido el reino, y mucho menos casarse con una hermosa muchacha, no teniendo a Yunho y ese amor latente que parecía desbordar por sus ojos.

 

Si él hubiera encontrado a esa persona especial a tiempo, tal vez también hubiera renunciado a todo para ser feliz.

 

 

 

 

—Pensé que no te volvería a ver.

—Pensé que te gustaría saber de Jaejoong.

 

Yoochun levantó la mirada en cuanto vio a Junsu acercarse a él con su andar despacio y su mirada tranquila.

 

—Está feliz, viven en un pueblo pequeño y no planeo visitarlos en muchos años, así que no te preocupes. Trabajan como actores en un pequeño teatro de ahí.

—Es bueno escuchar eso.

 

Inevitablemente su sonrisa salió como un aliento de alivio que hizo sonreír a Junsu. Lo sintió sentase junto a él en la cama y lo miró, con más calma. Sentía que mientras más pasaban los años, más lo veía en realidad.

 

—Nunca te han besado ¿verdad?

 

Junsu lo miró con incógnita. —Ya te he dicho que…

 

Sin embargo esta vez Yoochun reaccionó más rápido que sus palabras y con la mano dispuesta sobre su nuca besó su frente despacio, dejando a Junsu perplejo y con los ojos abiertos. El contacto duro un par de segundos y fue la sensación más extraña de todas. Junsu sintió algo cálido proveniente de su cuerpo por primera vez, una lágrima que abandonó sus ojos e hizo su camino a través de sus mejilla.

 

Lo sabía bien, lo sabía desde hace mucho.

 

—Estás muriendo… —Junsu tocó el pecho de Yoochun y sintió cada espacio de ese momento tan vacío, que otra lágrima repentina volvió a salir— Tu corazón.

—Quizá hay cosas contra ni las que tú puedes luchar. —Yoochun respiró cansado. Junsu se enfadó consigo mismo ¿cómo no se había dado cuenta antes de su estado débil y extenuado?— Esta vida ha sido muy cruel conmigo, pero no me quejo. Conocerte ha sido lo mejor que me ha podido pasar.

 

—Tienes que descansar. —Junsu se apresuró a recostarlo, irónicamente Junsu deseó hacer lo único que no podía, darle más tiempo a Yoochun. Regalarse un poco más de tiempo para él. Él era inmortal, ¿no podía sacrificar un poco de aquello por él? ¿Por unos segundos más de vida junto a él?

 

Yoochun se dejó recostar nuevamente, y sonrió.

Estaba tranquilo y en paz, como en mucho tiempo no lo lograba estar.

 

 

 

—Padrino… te vas a poner mejor, y pronto saldremos a andar en caballo otra vez.

 

Minho arreglaba con cuidado la almohada bajo su cabeza y le hablaba con todo ese amor que lo hizo sentir tan bien en aquel instante; pero Yoochun sabía que no había más tiempo. Miró hacía la ventana y notó que pronto empezaría a llover. La juventud lozana de Minho en sus doce años le recordaba tanto a Jaejoong.

 

—Minho, tu madre te está buscando desde hace rato. Ve abajo, tengo unas cosas que hablar con Yoochun.

—Pero padre…

—Ve, Minho. —Abogó Yoochun— Cuídate mucho ¿de acuerdo?

—Sí, pero volveré de inmediato.

 

Yoochun sonrió ante la energía del menor que salió corriendo. Y Changmin negó suavemente con una sonrisa en los labios, no importaba cuantas veces le dijera que no anduviera corriendo así, el menor jamás iba a entender.

 

—Pronto mejorarás. Eres joven todavía y este reino necesita a su rey.

 

Comentó Changmin tomando su mano con fuerza.

 

—Eso es algo de lo que quería hablarte. —Yoochun respiró hondo— Ya he dispuesto que si algo llega pasarme el reino quede a tus manos.

—¿Qué?

 

Changmin se sacudió violentamente y negó fervientemente.

 

—No digas tonterías, eso no es necesario. Tú estarás bien en unos días y…

—Changmin, mi amigo, mi hermano… Tú y yo sabemos que eso no es verdad. —Changmin apretó sus labios con fuerza y asintió, pudo ver las lágrimas acumulándose en los ojos del menor— Si ves a Jaejoong dile que lo amo, y que soy feliz porque él lo es.

 

—Siempre fuiste como un hermano para mi Yoochun, no eras el rey, ni el príncipe ni nada de eso. Siempre fuiste mi hermano. Mi amigo.

—Lo sé… lo mismo fuiste para mí. Siempre —Changmin limpió sus lágrimas y en cuanto vio a Junsu en la puerta sonrió un poco más mirando una última vez a Shim— Quiero estar a solas un instante, ¿me permites?

 

—Pero…

—Solo unos minutos, por favor.

 

Changmin no se sintió seguro sobre aquello pero finalmente lo complació, Seohyun, Minho y varios de los sirvientes los esperaban afuera. El hombre intentó no derrumbarse, sin embargo abrazó a su esposa con fuerza y esperó los minutos que Yoochun le había pedido.

 

 

 

—Siempre supe que serías la única persona a la que querría ver en este momento.

 

Junsu se acercó despacio, vio a Yoochun sentarse con dificultad y mirarlo a los ojos, con una sonrisa en los labios y toda esa aura que lo había llenado desde el primer momento en que lo vio.

 

—Es mejor así ¿sabes? —Habló de nuevo— Al menos así no me verás envejecer.

—Siempre serás hermoso ante mí, incluso si te hubiera visto envejecer.

 

Yoochun sonrió de nuevo, sintiendo la mano de Junsu acariciando su mejilla.

 

—Lo dice el señor de belleza eterna —Suspiró lentamente y lo miró de nuevo— Gracias por dejarme vivir. Gracias por dejarme conocer tantas cosas y tantas personas, por mi hijo, por Victoria, por Changmin y su hermosa familia. Gracias por dejarme estar junto a ti.

 

Junsu supo las intenciones de Yoochun y cerró sus ojos cuando lo vio tan cerca de sus labios. Fue un contacto suave y lento, los labios finos de Junsu que se acoplaron con su boca. Esos labios lo tocaron con vida por primera vez. Y se sintió como la más bella de las glorias que hubiera experimentado.

 

De eso hablaban lo mortales, de eso tan glorioso que era un beso.

De eso vivían y para eso estaban.

 

Junsu lo abrazó con fuerza en cuanto el beso terminó. Pero Yoochun estaba muy cansado y Junsu prefirió estar ahí junto a él. Se abrazó a su cuerpo y cerró los ojos un instante. Como si pudiera dormir, como si pudiera estar junto a él unos minutos más. Toda esa vida que había compartido junto a él de pronto se le hizo tan corta.

 

 

 

 

Por eso estaba prohibido el amor. Pensó Junsu, una mañana  en la que las gotas de lluvia no habían dejado de caer, frente a la tumba de Yoochun las cosas parecían menos simple entonces. Y la sonrisa se iba de su rostro, aunque a pesar de los años recordaba como su corazón se había llenado de emoción cuando vio al hijo de Yoochun llegar hasta la tumba, de la mano de aquel muchacho junto al que creció.

 

Changmin los había llevado y Jaejoong que parecía haber llorado demasiado en ese instante solo sonrió. Lleno de paz y tranquilidad, fue una mañana que se repitió por varios años en cada aniversario. Junsu no sentía los años pasar. Ya nadie volvió a llenarlo de interés. Ya nada volvió a ser igual. Ya nadie volvió a ser Yoochun.

 

Entonces cuando las primeras gotas de lluvia empezaron a caer, Junsu se agachó una vez más y suspiró. Con su mano acariciando las letras que formaban el nombre de Yoochun. Porque mientras estuviera en sus labios. Yoochun sería igual de inmortal que él.

 

—Alguna vez me dijiste que no me podías amar, porque estaba muerto. —Intentó respirar hondo y bajó la cabeza de nuevo— Pero ahora tú estás muerto… y yo te sigo amando.

 

Volvió a sentir una lágrima saliendo de sus ojos. Y la expresión abatida de su rostro se calmó con el paso de los segundos. Se levantó y trató de sonreír; Yoochun había sonreído hasta el último segundo que podía recordar.

 

Yoochun había dicho gracias muchas veces, Junsu sentía que Yoochun no tenía nada por que agradecer. Él solo había sido egoísta desde la primera vez que lo vio, y Yoochun en cambio le había regalado retazos de eso a lo que los demás llamaban vida.

 

Así que caminó esa tarde que empezaba a ser noche, caminó.

Todo lo que pudo, todo lo que sintió era necesario.

 

 

..:: Fin ::..

 



 

 

Bueno, este es un fic que estuvo participando en el concurso de musicales por Junsu en Lala, y pues, al parecer ganó.  xD

Espero que lo disfruten, me gustó mucho estructurarlo, aunque sinceramente siento ue le faltó demasiado, pero se los dejó aquí para compartirlo con ustedes, y aquellas que no han podido leerlo en la página del concurso.

Saludos~

 

 



 

 

 

Publicado en Fanfics

Si piensas con el corazón


yoosu

 

 

 

“Si piensas con el corazón”

Si piensas con el corazón, a veces las palabras salen solas.

Si piensas con el corazón, las palabras se deslizan como sentidos y olvidas entonces todo lo que has aprendido.

Si piensas con el corazón, intentas no pensar con la cabeza.

Y luego de eso, todo se vuelve un juego a cada paso  un poco más peligroso.


Si piensas con el corazón.

Capitulo Único

..:: YooSu  ::..

 

 

..:: 1 ::..

“Cuando conocí a Joong, fue sublime.

Sus ojos, su sonrisa. Su todo.

De la manera más cursi hizo que mi pecho sufriera las consecuencias, que molestos estragos en mi estómago se produjeran solo con verlo.

Soy así de cursi, así de impotente. Así de esclavo de esos ojos negros.”

..:: Jung Yunho ::..

 

 

Yoochun pisó Corea por primera vez, un veinticinco de diciembre del dos mil once.

Fecha inusual y dramática, debido a su reciente cambio de vida.

El frío era casi insoportable, había tenido varios retrasos en su vuelo, gente exageradamente cerca de su campo de espacio vital. Maletas perdidas, tantas cosas y la peor fecha del año para viajar.

Pero llegó. Y su ser entero pudo saborear la paz, luego de aquel infierno personal que lo había acosado durante tanto tiempo en Estados Unidos.

“¡No te necesito! ¡Repúdiame si te da la gana! Eso no cambiará el hecho de que sea gay, y que siga siendo tu hijo.”

Esas habían sido las últimas palabras que su padre escuchara de su boca.

Antes de agarrar sus pocas pertenencias, cerrar la puerta y marcharse sin mirar atrás.

Alguna vez su madre le comentó, que su país natal era Corea, solo que desde que su padre había sido embajador. Entonces no hubo más tiempo para viajar y conocer su país. Sus costumbres, Yoochun no sabía nada de ese mundo. Nada excepto el idioma a medias.

Y eso, por que su madre aún hablaba coreano y trataba de enseñarles.

Corea era diferente a cómo se veía en los panfletos de turistas. Y su tío, obviamente a escondidas de su padre había ayudado a que se instalara en un modesto departamento al menos hasta que consiguiera un trabajo. Su madre le había pedido que se cuidara, y Yoohwan lo había abrazado largamente. Sin palabras. Solo calor fraternal.

Horas de viaje acumuladas, pesadas y sofocantes.

Pero finalmente estaba ahí. Entre letras que aún le costaba identificar como su nuevo alfabeto. Pero con el idioma lo suficientemente claro como para defenderse.

—¡Yoochun—ah~!

Escuchó tacones, próximos, aplastantes y a pesar de todo no pudo identificar a la mujer que se acercaba hacía él, con los brazos estirados y un abrigo café que envolvía su cuerpo delgado, los labios rojos y un maquillaje simple.

¿Quién era ella?

Pero la mujer lo abrazó, y él incluso retrocedió un par de pasos, soltando un poco su maleta. Y abriendo los ojos sorprendido. El aroma dulzón del perfume y Yoochun se tensó.

—Disculpe, pero creo que me está confundiendo.

—Muchacho tonto.— La mujer rió divertida, golpeando delicadamente su hombro. —Tu voz ha cambiado mucho, es más masculina de lo que recordaba.

Pero Yoochun seguía confundido, sin saber de lo que le hablaba.

—De verdad, creo que me está confundiendo.

—Por supuesto que no, Park Yoochun.— Entonces se sintió aturdido, frunciendo un poco el ceño. —Mi hermana me pidió que cuidara de ti. Así que, llevémonos bien ¿si?

La mujer más alta que él, colocó una mano sobre su cabello. Le mostró una sonrisa y los recuerdos de Yoochun se confundieron. Ese mismo gesto, cuando era un niño, tantos años atrás. Y su tío, hermano de su madre los visitaba en la embajada para navidad. Esos ojos almendrados y el cabello castaño.

—¿Ti—tío Hangsul?

Los ojos de Yoochun se abrieron con sorpresa y la mujer río, asintiendo más complacida que antes.

—Si, pero ahora dime Han. Solo eso.

—Si… supongo.

Estaba aturdido, la última vez que lo había visto, había sido cuatro años atrás. Con su reluciente sonrisa y una conversación a puerta cerrada con su madre en una de las habitaciones. Sacudió un poco la cabeza y trató de calmar un poco su expresión aturdida.

—Entonces, ¿qué tal las intensas horas de viaje?

—Horribles, pero me alegra haber llegado.

—A mi me alegra que hayas decidido venir.

—Quería alejarme de todo.

La mirada de Yoochun por un momento bajó al suelo, y Han solo suspiró, tomando entre su mano la quijada de su sobrino, haciendo que lo mirara a los ojos.

—No hay nada de que avergonzarse, pequeño. Que el mundo se joda si es tan cerrado. Lo que te haga feliz a ti, nos hace feliz a las personas que te queremos de verdad.

Eso fue autentica paz. Cuando esos ojos volvieron a mirarlo con cariño, cuando se sintió cómodo. Cuando no hubo peso sobre su espalda ni presiones que lo atosigaran.

—Bien, ahora. Llevemos estas maletas hasta el auto.

Han sonrió nuevamente, tomando un par de maletas. Y Yoochun se hubiera negado sino fuera por el cansancio que llevaba por las horas de viaje. Agarró la maleta que quedaba libre y siguió a su tío hacía la salida del aeropuerto.

Fuera, había más gente, sin embargo el largo y ondulado cabello de su tío se abría paso entre las personas sin problema. Yoochun aceleró el paso un poco más. Y finalmente lo alcanzó, frente a un carro sencillo, negro, cubierto con un poco de nieve.

—Guárdalas con cuidado.

—Si, Han.

Apenas pudo ver al muchacho que ahora guardaba las maletas, su cabello rubio era medio cubierto por el pequeño y discreto gorro que cargaba, pero su tío de inmediato giró hasta él. Y llamó su atención, con esa radiante sonrisa.

—Listo, vamos a dejarte en tu nuevo departamento y dejaremos instalado.

—Oh, no es necesario.— Yoochun levantó un poco sus manos, y cuando pudo darse cuenta el muchacho rubio ya había tomado también su maleta y la había guardado. —Basta con que me dejen en el edificio, yo me las arreglaré solo.

—Nada de eso, suficiente tengo con esto de no poder dejarte vivir conmigo. El ambiente en el que vivo es un poco… Mmh, digamos que ‘especial’ y primero necesitas acostumbrarte a tu nuevo ritmo de vida. Antes de que te lleve a vivir en los departamentos de mi negocio.

Yoochun no supo muy bien a que se refería, pero asintió. El muchacho rubio ya se había subido al auto y su tío continuó hablando, sentándose en el lugar del copiloto. Hablando sobre los lugares que debería visitar.

Pero Yoochun observó, las luces, los edificios. Todo tan distinto a aquello que hasta ahora había conocido, las imágenes volaban por todas partes. Hombres y mujeres que vendían sus productos. Eran dulces, torpes o sexy. Muy diferente al concepto publicitario que se manejaba en América.

Se pegó a la ventana, cual niño pequeño, observando el lugar que a pesar del frío, de la ligera nevada, se encontraba repleto de personas en medio de las compras. De familias juntas y parejas que disfrutaban de la fecha.

—¿Estás seguro que no quieres que te ayudemos con las maletas?

Yoochun se negó, moviendo a penas la cabeza, y Han suspiró, provocando un halo de viento que escapó y se elevó producto del frío, con los guantes en sus manos y un beso en la mejilla como despedida.

—Cuídate mucho, cuando tengas tiempo. Puedes ir a visitarme.

Sostuvo la pequeña tarjetita que su ahora tía, le había entregado y asintió. Con una gran expresión de agradecimiento. Observándola subir a auto nuevamente, mientras lo miraba por el espejo retrovisor y sacudía su mano.

Yoochun respiró hondo. Miro el edificio y se llenó de valor.

—¡Bien, Yoochun. Hoy comienzas una nueva vida!

Apretó uno de sus puños cerca de su pecho y volvió a tomar las maletas como pudo. Su tía había concretado el negocio del alquiler, por tanto Yoochun solo tenía que ir hasta la puerta 332 la llave que hace unos minutos Han le había entregado reposaba en su bolsillo.

Mientras tanto, él subía por el ascensor. Dentro el frío era menor.

Cuando el piso tres fue marcado por la luz roja, las puertas se abrieron y Yoochun vio un pasillo con toques amarillos, pocas puertas a su al redor y una decoración navideña que lo tomó por sorpresa.

Sacó las maletas con cuidado, observando el lugar, distraído de la que se le quedaba.

—Cuidado.

Y una mano detuvo las puertas que empezaban a cerrarse, Yoochun suspiró aliviado y miró al hombre que ahora sacaba la maleta y se la entregaba.

—¿Eres el nuevo?

Yoochun tuvo muchos sarcasmos en la punta de la lengua, pero prefirió asentir y concentrarse en hablar correctamente el coreano.

—Si, muchas gracias.— El hombre le extendió la maleta. Y él sonrió. —Soy Park Yoochun.

—Igualmente, mi nombre es Yunho. Es una inusual fecha para mudarte.

—Lo sé… Pero al menos estas vacaciones me van a permitir adaptarme hasta que empiecen las clases.

Yunho entonces pareció sorprendido. —¿Estudias? ¿Qué carrera?

—Estudiaba Administración, pero eso no es lo mío. Empezaré desde cero. Música.

—Oh, ya veo.— Yunho se cruzó de brazos, apoyado en la pared, con aquel gesto de haberlo comprendido todo. —Así que esa es la razón de la mudanza.

—Más o menos.

Yoochun prefirió reservarse las cosas personales para más adelante, si es que su posible vecino resultaba verdaderamente agradable. Por suerte, Yunho no pareció dispuesto a indagar más allá de lo que él mismo le permitía y asintió.

—Bueno Yoochun, un gusto haberte conocido, mi departamento es el 330; Cualquier cosa que se te ofrezca puedes avisarme. Me voy, tengo una cita.— Yunho ya había llamado al ascensor mientras agitaba su mano y finalmente ingresaba en el pequeño artefacto. —Oh, y por cierto. Tienes buen acento.

Le sonrió, y luego las puertas del ascensor se cerraron.

Yoochun se quedó, sin explicación alguna, paralizado unos segundos más. Luego, solo sacudió su cabeza con fuerza. Que hubiera descubierto que es gay. No significaba que cualquier hombre de repente le pareciera apuesto.

Aunque Yunho si lo fuera en realidad.

—Agh, maldición…

Sacudió sus propios cabellos y rió so pena de vergüenza. Y lo poco comunicativo que se había portado frente al hombre, pero luego recapacitó y decidió que había cosas más importantes que hacer, como por ejemplo. Empezar a arreglar su nuevo departamento, y hacer que de algún modo no se viera tan vacío.

Para el segundo día del mes de febrero. Yoochun ya se había instalado lo suficientemente bien como para empezar a buscar un trabajo. Su tía Han le había ofrecido que trabajara en el bar Gay que ella administraba, pero aún estaba en un proceso de acomodarse a su nueva perspectiva de vida, como para sumergirse por completo en ello.

Aunque era un trabajo que quedaba en espera, si no encontraba un trabajo más ligero y que no lo hiciera trasnochar. Las clases pronto empezarían y ya necesitaba dinero y tiempo más que todo. Había salido a almorzar con Han, y su tía como siempre había resultado amena, poniéndolo al día con todo.

Aunque la mitad de las noticias, sobre famosos de Corea él no las entendiera, por que no terminaba de ubicarlos a todos. Pero educadamente asentía y en ocasiones cuando reconocía a algún grupo se mostraba interesado. Cuando abrió la puerta vio la basura que había dejado en el pasillo y que había olvidado sacar.

Entró dispuesto a sacarla, cuando unos pequeños golpes en la puerta abierta lo hicieron girar.

—Yoochun; Precisamente el hombre que andaba buscando.

Yunho estaba a unos pasos de él, con una ligera gorra en la cabeza y un diario en las manos.

—¿Y para que me andabas buscando, hyung?

—Creo que encontré el trabajo perfecto para ti. Hace unos días me dijiste que sabías tocar el piano. ¿No?

Yoochun asintió, interesado en el tema. Y Yunho sonrió ampliamente.

—Pues no te me emociones demasiado. El puesto es para atender en una florería. ¿Sabes algo de flores? Bueno, eso creo que no importa mucho. ¿Qué tanto se necesita saber? El caso es que en el mismo lugar estaban solicitando un profesor de piano a medio tiempo un anuncio más abajo. Así que podrías aplicar y obtener los dos puestos y de paso ganar más.

Yunho hablaba mucho y muy rápido, pero se atrevió a quitarle de las manos el diario y observar la noticia mientras Jung mostraba esa expresión de suficiencia ante un trabajo bien realizado.

—Hyung, muchas gracias.

Yoochun sonrió y Yunho asintió. Colocando una mano en el cabello alborotado de Park y enredándolo un poco más.

—De nada, solo no me regales flores para mi cumpleaños.

—Tampoco pensaba hacerlo.

Yunho hizo un puchero, murmurando lo desagradecidos que eran los jóvenes de ahora y adentrándose en su propio departamento. Yoochun sonrió, feliz ante la posibilidad de un futuro trabajo y por sobre todo. Por el hecho de que su vida ahora, estaba más estable que antes.

..:: 2 ::..

“La primera vez que lo vi, fue lo más normal del mundo.

Luego llegó su sonrisa, su encanto, su voz. Su forma de ser.

El amor llegó a mi, por cada paso que yo di hacía él.”

..:: Kim Jaejoong ::..

Las campanas sonaron en cuanto abrió la puerta de aquella pequeña florería.

Un hombre de cabellera castaña apareció, desde uno de los rosales, con un delantal azul puesto y una sonrisa amable y grande. De esas que pocas veces Yoochun en toda su vida había visto.

—Buenas tardes, ¿qué deseas?

—Hola, vengo por lo del anuncio.

El hombre sonrió, limpiando un poco sus manos.

—Oh, bien. ¿Para el de ayudante supongo?

—Si, además para el de piano. ¿Crees que podría aplicar para ambos?

El muchacho del delantal abrió mucho los ojos, sorprendido al parecer, pero después de un rato asintió. Estriando un poco su mano, para poder ojear su hoja de vida.

—Bien antes que nada, mi nombre es Kim Jaejoong. Soy el administrador de esta florería.

—Mucho gusto.— Yoochun hizo una pequeña venia. —Mi nombre es Park Yoochun.

Jaejoong solo movió su mano deliberadamente. —Tranquilo, conmigo no es necesario ser tan formales.

A pesar de todo, Jaejoong parecía muy atento a su hoja de vida, leyendo cada cosa y confirmando sin problemas incluso hasta el texto que estaba en inglés.

—Así que tienes apenas un par de meses en Corea.

—Si, pero manejo bien el idioma. Y puedo desempeñarme con facilidad en lo que me pongas a hacer. Además, mi madre era una amante de las flores, sé varias cosas sobre ellas.

Jaejoong asintió. —Eso suena bien. Ahora ¿podrías hablarme sobre tu capacidad en el piano?

—Bueno, estuve en academias de música desde los once años. Y sin duda el piano se convirtió en mi instrumento preferido. Así que se todo lo que necesito saber, modestamente hablando.

Jaejoong asintió y parecía concentrado en analizarlo. Como si con observarlo pudiera descubrir cada parte de su ser. —¿Te importaría demostrarlo?

—Por supuesto que no.

—Bien, sígueme.

Y obedeció, siguió al mayor por la parte trasera de la florería, y descubrió un pequeño invernadero repleto de flores, el cual atravesó sin problemas y en la parte trasera a ello, una pequeña habitación, que parecía ser el hogar de Jaejoong.

Un piano negro se establecía en lo que parecía ser la pequeña sala de estar, estaba bien cuidado, correctamente pulido. Yoochun lo miró con admiración, pasando sus dedos por entre la madera en tan buen estado.

—¿Qué te gustaría escuchar?

—Cualquier cosa estaría bien. Fue una herencia de mi abuelo, y creo que es un desperdicio que esté aquí sin que sepa utilizarlo. Además… quiero tocar una pieza para una persona  especial.

Yoochun asintió, seguramente alguna novia.

Se sentó con cuidado, probó un par de veces y se percató de que en verdad estaba en un correcto estado. Sus dedos finos y largos se deslizaron con lentitud, tocando una canción que era la favorita de su madre.

No vio a Jaejoong en ningún momento, pero parecía embelesado, parecía en verdad encantado con la cálida melodía. Y decidió terminar luego de un par de minutos cuando el tiempo se escaseo y Jaejoong suspiró con pequeños aplausos que apenas se escucharon.

—Eres muy bueno en verdad. Espero que seas igual de bueno para enseñar.

—¿Eso quiere decir…?

Jaejoong ya se había girado, caminando de regreso a la tienda y Yoochun apenas tuvo tiempo de seguirle el paso.

—Empiezas mañana, a las siete y media en punto. Por que la tienda abre a las ocho. Trabajaras hasta las cuatro. Y luego una hora de clase de piano. Como las lecciones son para mí, si algún día quieres salir antes puedes avisarme con tiempo y practicamos en la mañana. Hay días que no son tan pesados. Pero días como San Valentín o algo por el estilo. Estrictamente prohibido faltar, esos días en verdad son pesados.

Jaejoong había empezado a hablar, con una voz sería mientras contaba todos los puntos que al parecer eran importantes. Yoochun en ese momento solo asentía, rogando por recordarlo todo.

—Oh, y en ocasiones también hacemos servicios especiales. Ya sabes: decorar una boda, una ceremonia, una fiesta o algo así, aunque también llevamos ramos a los velatorios o por pedidos. De eso te encargaras tú, mi otro ayudante lo hacía todo el tiempo. Yo me encargo del dinero y receptar los pedidos.

Pronto, Yoochun había descubierto una faceta controladora y perfeccionista en su nuevo jefe. Pero de alguna manera no le molestó. Solo asintió, emocionado de haber hallado un trabajo y de que al fin pudiera mantenerse sin hacer uso en su totalidad de sus ahorros.

—Y lo más importante.— Jaejoong de pronto se detuvo, con su dedo índice en alto. Muy cerca de su rostro. —Nuestros clientes tienen absoluta confidencialidad. Si en algún momento te toca enviar hasta tres ramos de parte de la misma persona. Eso no es asunto tuyo, ¿entendido?

Yoochun asintió, entonces Jaejoong volvió a sonreír.

Enumerando un par de cosas más que parecían no ser tan importantes.

Aún así, Yoochun continuó, escuchando atento. Asintiendo cada tanto, con esa sonrisa feliz en el rostro.

Yunho merecía un premio. Probablemente una deliciosa cena en recompensa.

—¡Por tu nuevo trabajo! ¡Y por que ahora vas a oler a deliciosa fragancia de rosas!

Yunho tenía en alto su vaso con cerveza, con una socarrona sonrisa en los labios, pero Yoochun solo frunció el ceño y golpeó deliberadamente en las costillas al mayor, quien se quejó entre risas.

—¡Pero si es verdad!

—Mejor cállate y come, idiota. O me arrepiento de haberte invitado a cenar.

—Oh, pero que genio. Además soy tu hyung no deberías hablarme de esa manera. ¿No tienen el menor sentido por el respeto a los mayores por allá en Estados Unidos?

—Pues no. Así que come y calla.

Yunho empezó a negar dramáticamente mientras el olor a carne a la parrilla se esparcía por el pequeño puesto en el que habían salido a comer. Por un momento Yoochun miró a Yunho comer, sus pequeños ademanes y gestos cuando la comida caliente llegaba a su boca.

Sonrió imperceptiblemente y movió la cabeza.

Idiota Yunho… que a veces sencillamente parecía un niño grande.

—Y, ¿cómo es tu jefa? ¿Una adorable señorita? ¿O una arrebatadoramente sexy mujer?

—Es un él. Para empezar.— Yoochun levantó los hombros desinteresado. —Muy común la verdad.

Yunho mordió un poco de su carne y asintió.

—Pero, ¿es del tipo exigente o amigable?

—Amigable, Jaejoong es muy amigable. Parece ser un buen jefe.

Yunho asintió otra vez. Y Yoochun por un momento sintió que Yunho lo estaba protegiendo demasiado, como si en ese poco tiempo se hubiera hecho acreedor de vigilar que todo el tiempo se encontrara bien.

Y a pesar de eso, no se quejó.

Solo continuó contestando, y Yunho siguió preguntando.

El primer día de trabajo, casi fue aburrido.

Dieron las doce del día, y entonces el lugar pareció llenarse constantemente. Que ramos inmensos para las jóvenes prometidas o aún más grandes, para las esposas enojadas. Un pequeño ramo para los adolescentes.

Flores por doquier. Fragancias y cortadas en las manos de Yoochun.

Estúpidas espinas que en más de una ocasión ya le habían sacado sangre.

Para las cuatro de la tarde, Yoochun estaba agotado, con demasiadas banditas en las manos y hasta una capa de sudor en la frente. Demasiado cansado como para darle clases a Jaejoong.

De repente la puerta de atrás se abrió y el aroma fresco de Jaejoong lo interceptó.

Parecía recién duchado, con el cabello un poco húmedo y una ropa para nada parecida a la que le había visto el día anterior u hoy en la mañana. Tenía el celular en la mano y una sonrisa tan grande que incluso fue hasta envidiable.

—Oh, Yoochun, tendremos que dejar las clases para otro día.— Y como si fuera una gran explicación levantó un poco el celular. Ensanchando mucho más esa sonrisa plasmada en sus labios. —Recibí una llamada importante.

Y en menos de diez minutos, Yoochun ya se encontraba fuera, la tienda cerrada y demasiado tiempo libre antes de su primera hora de clase en la Universidad, miró el reloj en su muñeca y suspiró. El cielo incluso estaba despejado, era un buen día, cerró los ojos y sonrió.

—Bien, al menos espero no estar tan cansado al final del día.

Se sentó, sintiéndose un poco excluido al ser su primer día de clases y no conocer a nadie. Todos parecían relacionarse, conocerse y él solo se sentía un poco ausente, miró con curiosidad el lugar y luego solo suspiró.

En su instituto, era uno de los más populares.

—Si, ya te dije que si. Ven a recogerme pero a las diez por que si llegas antes te toca esperar.— La voz grave de aquel muchacho que caminó hasta él, sentándose en la otra esquina de la banca lo hizo mirarlo de soslayo. —De acuerdo, hablamos en la noche entonces.

Un rato después el muchacho de cabellos castaños cerraba el celular, aparentemente costoso y nuevo. Con un rostro de aburrimiento total.

¿Sería también su primer día?

¿Estudiaría música junto a él?

—¿Ocurre algo?

Era menor, podía notarlo por alguna razón, quizá las facciones de su rostro. Sus rasgos, su perfil. Por alguna razón, Yoochun sabía que ese muchacho era menor, al menos con un par de años. Entonces sonrió.

—Solo me preguntaba por que siendo tan joven tienes el entrecejo arrugado.

En ese momento los ojos café del muchacho lo miraron, la expresión un poco más relajada que en un principio.

—¿Eres nuevo?

—Si, mucho gusto. Park Yoochun.

Estiró su mano, y el muchacho pareció extrañado. Luego, Yoochun recordó que aquel gesto era muy occidental, por lo que sonrió un poco y al rato el de ojos café apretó sus manos un poco, tratando de corresponder al saludo.

—Soy, Shim Changmin. ¿Extranjero, cierto?

—Si, de Estados Unidos.

Changmin asintió, el entrecejo ya no estaba arrugado, más bien parecía pensativo y curioso al mismo tiempo.

—¿Música, también?

Yoochun sonrió. —Si, primer ciclo.

Changmin asintió. —Es bueno.

—¿El qué?

—Entrar a la primera hora de clase conociendo a alguien al menos.

Changmin en ningún momento le sonrió. Al menos no en un inicio.

Pero extrañamente, Yoochun se sintió cómodo junto a él.

..:: 3 ::..

“Si hacía cosas tontas era por culpa de él.

Si no dormía bien, si no comía bien, si iba de un lado a otro pensando en como hablarle por primera vez. Era todo culpa de él.

Así que es culpa de él y solo de él.

Que me encuentre así de estupidizado, aunque bien. Algunos le dicen ‘enamorado’

..:: Shim Changmin ::..

—Es tarde~

Changmin estiró su largo cuerpo, como presa del sueño y el agotamiento, pero por alguna razón, Yoochun, con los lentes sobre su rostro permanecía insistente en cambiar la melodía, en repasar una y otra vez lo poco que habían compuesto.

Eran ya, dos meses, desde la primera vez que hablaron.

No era suficiente. Aún no era perfecto. Eso decía el mayor, y Changmin, por más que tratara de ocultarlo, no podía evitar sentir ciertos despojos de admiración sometida en un orgullo que era innecesario.

Pero Yoochun permanecía concentrado, con el cabello recogido y ya sin escucharlo, quería que esa canción fuera perfecta.

—Es tan solo un proyecto de clase.

—Pero es igual de importante, cada cosa es importante si te apasiona.

Yoochun vencía, con esas pocas palabras sus intentos por ir a dormir entonces, apoyó el codo sobre la mesa. La quijada en su mano y suspiró. No dormirían temprano y al parecer, Yoochun tenía muy claro amanecerse si era necesario.

—¡No seas infantil, espera!

Fue extraño, aquel grito por primera vez pareció desconcentrar a Park, su mirada se despegó del pentagrama y fue a dar directo a la puerta blanca de su departamento. Dudaba entre pararse o no.

Se escucharon unos pasos apresurados y otra vez esa misma voz.

—¡Joong!

Yoochun se levantó, con unos pasos lentos e inseguros, como si de repente ignorara que Changmin se encontraba ahí, pero a Shim no le molesto, incluso le intrigó. Finalmente Yoochun abrió la puerta.

Y en el pasillo estaba un muchacho, vestido con ropa de dormir, justo golpeaba la pared cuando Yoochun un poco perdido dio un paso fuera del departamento.

—¿…Hyung?

Yunho giró, sorprendido, tratando de mostrar al menos una sonrisa calmada.

—Yoochun, siento el escándalo.

—Está bien, no hay problema. ¿Pasó algo?

En el momento en que Jung desvió un poco la mirada, Yoochun supo que algo andaba realmente bien, pero Yunho solo negó y le volvió a sonreír, colocando una mano sobre su hombro y un suspiro cargado en los labios.

—No importa. Solo… una discusión tonta que tuve con Joong.

—¿Joong?

—¿No te lo había dicho?— Yunho entonces volvió a suspirar. Lucía cansado. —Es mi pareja. Desde hace un par de meses.

Los ojos de Yoochun se abrieron con sorpresa, no sabía que Yunho fuera gay. No sabía en realidad varias cosas de él. Pero asintió. Yunho parecía en verdad deseoso por encerrarse en su departamento de vuelto y así lo hizo.

Yoochun permaneció un rato más ahí, tratando de asimilar la información.

Sino fuera por el descaro de Shim Changmin que se hizo presente.

—Te gusta.

La afirmación despertó a Yoochun de su letargo y movió evidentemente nervioso la cabeza.

—¡Claro que no! No digas tonterías, Changmin.

—Usualmente es como una desazón en el estómago, un dolor en un lugar que no terminas de ubicar.

Yoochun llevó las manos a su estómago, mirando al menor que le sonreía con suficiencia.

—Así se siente, cuando a quien quieres, no te quiere de la misma manera.

Changmin levantó un poco los hombros y caminó de regreso al departamento, pero Yoochun se quedó mirando un rato más la puerta de Yunho, la pequeña seña que era tan característica en la puerta que tenía el número 300.

Era un tonto, un grandísimo tonto.

La segunda vez que vio o medio vio al tal Joong, fue tres semanas después.

Yoochun supuso que se habían reconciliado hace mucho, cuando tres días después de aquel incidente, Yunho volvió a ser el mismo, la misma sonrisa, el misma aura amable y divertida. El mismo buen amigo de siempre.

Fue para el cumpleaños de su tía, daban las ocho y media y le había prometido pasarse al menos una hora por su bar, llevaba un hermoso regalo, envuelto en papel dorado y rojo. Llamativo pero elegante, estaba recién duchado. Bajaba las escaleras, cuando escuchó su voz.

—Nos vemos mañana entonces, cuídate.

Era un sonido diferente, la voz de Yunho era diferente cuando le hablaba a Joong. Con más cariño, más respeto. Y lo que debió ser un beso le robó el tiempo que Yoochun se paralizó en las escaleras sin atreverse a girar.

El hombre subió al ascensor, llevaba la fragancia de Yunho encima. Apenas pudo ver su silueta ingresando al artefacto mecánico. No pudo siquiera ver su espalda por que la voz de Yunho lo hizo girar.

—Yoochun.— Estaba con un pantalón de mezclilla y una camisa de algodón y las manos en el pantalón. Yunho se veía realmente bien. —¿Te vas de fiesta?

Y una sonrisa acudió a los labios de Park.

—Si, es el cumpleaños de una tía.

Percibió en Yunho la misma fragancia que la de Joong. Era en efecto, la colonia de Jung.

—Oh, que bien. Pásatela genial entonces.

Y lo hizo otra vez, sacudió sus cabellos y lo despeinó, como si hubiera mucha diferencia de edad entre ellos, aunque jamás fue así. Yoochun solo suspiró. Y apretó el regalo entre sus manos.

Pensaba invitarte… pero aquella vez, estabas ocupado con Joong… otra vez.

—No te quedes hasta muy tarde, recuerda que mañana tienes trabajo y luego la universidad.

—Ya Yunho, no fastidies. Que más que mi amigo, pareces mi madre.

Yunho rió divertido y como despedida, Yoochun solo alzó la mano. Empezando a bajar por las escaleras. Lo más lento que podía, no quería encontrarse con aquel muchacho allá abajo.

“¿Cómo no me di cuenta antes, de todo el tiempo que pasabas con él?”

—¡De todas formas, no te diviertas en exceso!

Yunho se escuchaba animado, pero no era por él.

Se veía feliz, pero no era más que el reflejo de sus propias emociones.

Egoísta, molesto e incómodo.

..:: 4 ::..

“Junsu es…

Es…”

..:: Park Yoochun ::..

Se había demorado apropósito.

Necesitaba pensar, fingir que las cosas estaban bien. Que no era un tonto en absoluto por ir tan despojado de su realidad a un país que no conocía y caer de cabeza con su vecino y amigo, que a más de todo, se portaba más bien como un padre sobre protector.

—¡Yoochun!

Han estaba ahí, su tía, y lo recibió con los brazos abiertos de par en par. Dentro de un vestido rojo discreto que lo hizo sentirse extraño aún. Alguna vez fue su tío y su imagen en ese entonces era muy diferente.

—Cariño que bueno que hayas podido venir.

Lo abrazó con fuerza, con ese olor sutil y dulzón a flores, le respondió de la misma forma. Entre el ajetreo de gente que había en el bar. Suspiró abrazado a ella. Y Han pareció notar algo extraño.

—¿Está todo bien?

—Si, eso creo.

Ella lo vio con atención, pero luego sonrió, acariciando un poco su rostro.

—Puedes contarme lo que sea, ¿lo sabes, cierto?

—Si, tranquila. Ten, es para ti.

Extendió el pequeño regalo frente a ella y la sonrisa hizo aparición.

—Oh, Yoochun. Eres genial, muchas gracias.

—No te preocupes.

Unas manos se posaron sobre sus hombros y por un momento Yoochun imaginó que sería alguno de sus compañeros, pero ¿quién?

—Oh, ¿es él?

—Te quedaste corta, Han. Es en verdad apuesto.

Los dos hombres a su lado lo hicieron alejarse un paso y su tía rió divertida.

—Tranquilo, Chun. Ellos abren la boca pero no muerden. O eso deberían, por que ya se los advertí.

Han envío una seria mirada a los dos muchachos que acababan de llegar y Yoochun sonrió divertido cuando los dos muchachos bufaron y viraron los ojos, como niño regañados. Dentro, todos parecían animados. Y su tía era saludada y felicitada por casi todos.

¿Cómo es que no había venido antes al bar?

—Y bien, Yoochun. ¿Estudias música, verdad?

Estaba ahí, otra vez ese muchacho castaño que hace un rato lo hubiera agarrado por el hombro y Yoochun trató de ser amable.

—Si, primer semestre.

—Es interesante… Una carrera, interesante.

El castaño bebió un poco de vodka y deslizó su mirada hacía el centro del pequeño bar, que ahora que lo analizaba bien, parecía más bien una discoteca.

—Ya va a empezar.

—¿Qué cosa?

—Xiah…

Y como si fuera una explicación valida, las luces se apagaron y el vitoreo comenzó, aún entre la oscuridad. El de la bebida en mano, lo agarró por el brazo. Jalándolo entre la multitud, allí donde el otro muchacho de hace un rato también se encontraba.

Yoochun seguía sin entender, todo estaba casi a oscuras.

¿Qué era Xiah?

Parpadeantes luces color malva, un violeta mezclado con rosa que enloqueció aún más a la gente a su alrededor. Entre silbidos, gritos y luces a medio mostrar. Yoochun lo vio por primera vez. Desde aquel simulado trono. Rodeado por otros chicos que vestidos de negro no parecían siquiera igualar la presencia de aquel pelirrojo vestido de negro que lucía despreocupado desde el escenario.

Fue como… perder la perspectiva.

Sus sentidos se concentraron en él y solo él.

Ni los bailarines que se movían de un lado a otro, que enérgicos preparaban el lugar para cuando Xiah se levantara. Por que si, fue fácil para Yoochun comprender que Xiah no era una cosa, era un él. Un ser enteramente supremo.

Y cuando Xiah abrió la boca, terminó por deslumbrar.

Su voz, tan propia, tan asfixiante. Tan sencillamente complaciente a los sentidos.

Y entre el humo y los pasos de baile. Mientras Xiah se movía de un lado a otro, con pasos que Yoochun pensaba, ni loco podría imitar. Olvidó. Olvidó por completo el resto de mundo allá afuera.

Cuando esos ojos grises se posaron en él. En el momento en que Xiah permanecía por primera vez estático, con su rostro frío apenas moviendo esos labios al ritmo de la canción, con los bailarines detrás de él. Yoochun sintió el ‘clic’ de una puerta abrirse en su interior. Como ese algo, que no se comparaba en nada a lo que antes hubiera sentido.

La canción no terminaba, pero aún así Xiah empezó a bajar y la gente se empezó a abrir. Excepto por él, que permaneció con la mirada fija en esos ojos y esa imagen etérea y perdida que el hombre de cabellos rojos proyectaba.

Los pasos lentos y felinos no lo tomaron por sorpresa, ni siquiera cuando se puso a su lado y lo miró con atención, con una sonrisa que se ensanchaba en cuanto más se acercaba. Xiah lo rodeó, lentamente. Y Yoochun apenas pudo seguirlo de soslayo.

Pero así como empezó, terminó.

Xiah volvió a estar en el escenario. Junto a sus bailarines, con su voz radiante. Por encima de todos, con esa expresión de autentica fuerza mientras bailaba, con esos labios finos moviéndose de una manera tan al compas de su cuerpo.

Yoochun volvió a sentirse terrenal, cuando las luces se apagaron, y lo último que vio fue el destello de esos ojos grises por última vez.

—¡Tienes una suerte del demonio!

Lin, ahora que sabía su nombre era más fácil. Parecía emocionado, entusiasta, extasiado. Luego de la discoteca volviera a su ritmo y Xiah hubiera dejado a su paso un deje de admiración y deseo.

—Lastimosamente, es demasiado para tus vírgenes hombros.

Gongsu, del otro lado solo se apoyó sobre sus hombros otra vez y sonrió.

Yoochun seguía sin entender. Y prefirió ignorar.

—¿Quién es él?

—¿Xiah?— Yoochun asintió. —Oh, él es el protegido de tu tía. Llegó un día a la discoteca y todos los ojos se posaron en él. Pero es demasiado arisco—

—Y molesto, prepotente y egocéntrico.

Lin sonrió, ahora apoyándose también en él.

—En otras palabras, Xiah es el hombre perfecto…

—…Mientras no abra la boca.

Los dos rieron divertidos mientras chocaban las manos, pero Yoochun solo sonrió apenas un poco, con la mirada perdida entre la gente.

—¿Y baila por diversión? ¿O es cantante…?

—Lo hace por auto vanagloriarse. Sabe que está bueno y le gusta demostrárnoslo a cada rato. Es lo mejor de por aquí y del país diría yo.

Han apareció en ese momento. Con una sonrisa de oreja a oreja y un collar que antes no había visto colgando de su estilizado cuello.

—Yoochun—ah~ que bueno que no te has ido. Ven, vamos a tomar un coctel con un par de amigos.— Los otros dos muchachos parecieron levantarse junto a él. —En privado.— Recalcó Han, antes de tomar a Park por el brazo y llevarlo hasta la zona privada.

Yoochun solo se dejó guiar, y mientras más caminaban, menos personas habían. Las puertas negras resguardadas por dos hombres grandes y musculosos estuvieron frente a él.

—Buenas noches, señorita Han. Pase por favor.

—Muchas gracias.

Su tía lució una sonrisa orgullosa. Mientras caminaba tranquila y dentro el ambiente era diferente, los pasillos blancos, la decoración lujosa. La música suave. Endeble de la música escandalosa de allá afuera.

—Oh, aquí está la festejada.

Y en aquel salón revestido de toques sofisticados, de meseros y cuadros costosos. Yoochun sintió que hace mucho había perdido la perspectiva de su situación.

—Lee, que bueno que hayas podido venir.

—Es un placer verte Han, hermosa como siempre.

Habían a lo sumo doce personas dentro, cuatro eran meseros, uno el chef al parecer y el resto eran invitados. Incluyéndolos a su tía y él por supuesto, un grupo reducido en extremo.

—Yoochun, ¿right?

Asintió ante el rostro de la hermosa mujer que se había colocado a su lado.

—Mucho gusto soy Boa.

—Park Yoochun, igualmente.

Asintió educado, y la mujer pareció ampliar su sonrisa con la copa de champagne en mano.

—Aléjate Boa. Vino por mí.

A Yoochun no le molestaba el contacto físico, lo que le incomodaba era que completos desconocidos lo tocaran con tanta familiaridad que no era ni propio en Estados Unidos, cuando ni siquiera se habían hablado.

Pero el aroma masculino y fuerte del hombre que pasó un brazo por encima de sus hombros lo hizo girar. Eran los mismo ojos grises, y el mismo color de cabello rojizo que tanteaba a ser estrafalario.

—Oh~ Que molesto eres Xiah… Siempre te quedas con lo mejor.— Boa hizo un puchero, de manera juguetona antes de guiñarle un ojo y sonreír coqueta. —Si te aburres, búscame.

Sin embargo Xiah, que aún persistía en su contacto bufó aburrido. Bebiendo un poco del whisky que sostenía en su mano derecha.

—Ten cuidado con Boa, le encanta venir a estos bares y encontrar un aire heterosexual la enloquece. Pero ella solo juega con los chicos nuevos.

—Pero soy gay.

Hubo un silencio. Yoochun sintió que por primera vez lo decía con tanta naturalidad, que le resultó hasta inaudible. Pero la mirada de Xiah fue de extrañeza, fue larga e insistente antes de soltarlo y buscar otro vaso.

—Entonces el radar de Boa empieza a fallar.

Xiah sonrió mínimamente, apenas de lado mientras se servía un poco de whisky a su gusto, indicándole al mesero que se alejara apenas con un movimiento de mano. Yoochun quería hablar, comentar algo y sin embargo nada parecía oportuno.

—Yoochun, ven.

Han, desde uno de los asientos de cuero sacudió un poco su mano, rodeada por otras personas a las que seguramente quería presentarle. Sonrió tranquilo y decidió alejarse, por más incómodo que fue sentir la fija mirada de Xiah sobre su espalda.

—Es curioso.

—¿Mmh?

Jaejoong sonrió, aquella tarde de mayo como si se encontrara sencillamente satisfecho.

—Luces distraído, soy tu jefe y debería regañarte pero me hace gracia la idea de verte tan… particularmente concentrado.

Yoochun sonrió, rascando un poco su cabeza y avergonzado por aquello que Jaejoong había sacado en evidencia sin problema. Apenas hace un par de días había sido el cumpleaños de su tía, y deseaba volver a aquel bar.

—Los exámenes se acercan así que…

—Mentira.— Jaejoong golpeó su cabeza con el diario envuelto en un tubo. —Se te nota en la mirada. No es la Universidad en lo que piensas.

Yoochun alejó el periódico de su cabeza y sonrió.

—Es mi verdad hyung.

—Pues es de mala educación mentirle a tu hyung.

Yoochun le sostuvo la mirada un rato más. Y luego solo deslizó un poco su cabeza, con la sonrisa un poco más amplia que antes.

—Son las cuatro. Vamos a ensayar.

Por un momento, Jaejoong se quedó perdido en ese gesto apacible del menor, luego solo sacudió la cabeza y sonrió. Estaba proporcionalmente desligado a aquello, desde hace mucho tiempo, y así debería seguir.

—Si, tienes razón. Vamos.

Otra vez el bullicio, otra vez la gente.

Otra vez aquel bar y aquellos dos muchachos que lo ubicaron tan fácilmente que lo sorprendió.

—Yoochun, ¿qué te trae por estos sub mundos?

Un poco más relajado con la presencia de esos dos, Yoochun sonrió.

—Venia a distraerme un rato.

—Mmh…— Lee lo rodeó cauteloso. —¿Por qué me huele a mentira?

¿Es que ahora todo el mundo se daba cuenta cuando mentía?

Mintió sobre su condición sexual por muchos años, ¿por qué ahora todos los veían tan transparentemente?

Era exasperante.

Por suerte, Gongsu se puso al otro lado y sonrió, un poco menos molesto que Lee.

—Si vienes por Xiah, el jamás viene los jueves, martes. O sábados.

—Ya veo…

—¡Así que no lo niegas!

Lee lo señaló descaradamente, pero Yoochun solo rodó los ojos.

El resto de lo que quedó de la noche, Yoochun se la pasó en la discoteca, conversando un con aquellos dos. Bebiendo poco, bailando un par de canciones. Mirando de vez en cuando de un lado a otro. Por si veía la presencia de Xiah en algún lugar.

—Irritante…

Yoochun bufó otra vez. —¡Lo digo en serio!

—Y yo expreso mi falta de interés con un bufido muy serio, Changmin.

El menor rodó los ojos, cruzado de brazos frente a él, en la biblioteca de la facultad. Podía sentir la analizadora mirada de Changmin en ese instante. Pero para esos ratos, Yoochun ya estaba lo suficientemente cansado con el día en su trabajo, como para soportar las exigencias del ‘señorito’ Shim.

—Tenemos que reunirnos mañana, sea como sea, Yoochun.

—Y yo ya te dije que tengo que trabajar. Podemos ir a mi departamento después de clases o dividir el trabajo y luego unirlo.

Changmin agitó su mano. —No, no, no. Eso no nos garantiza que sea un trabajo coherente si cada uno trabaja por su lado, además no pienso hacer el trabajo durante la madrugada como la última vez, es muy cansado.

—Pues no veo otra solución.

Yoochun se apoyó en su asiento y Changmin tuvo que bufar de nuevo.

—Está bien, mañana después de clases. Hoy aviso que me quedó a dormir en tu departamento.

Yoochun sonrió gustoso de haber encontrado una solución, pero Changmin únicamente empezó a recoger sus cosas.  —Tengo que irme. Hoy tengo que preparar la cena.

Cuando Changmin hubiera comentado aquello, Yoochun recién se percató de lo poco que sabía del muchacho. ¿Para quién cocinaba? ¿Con quien vivía? Pronto ambos estuvieron fuera de la facultad camino a la zona principal donde pasaban los autos.

Changmin parecía pensar seriamente en algo.

—¿Sucede algo?

—Oh, no nada. Es solo que… no le gusta que duerma fuera.

Yoochun lo miró. ¿Quién? ¿De quién hablaba Changmin?

—Bien, me voy.

De repente un auto estuvo enfrente, Yoochun percibió cierto de grado de déjavù en la situación. Changmin sencillamente entró en el asiento junto al conductor, a pesar de que por la posición no pudo ver quien conducía.

Sin embargo y a pesar de eso, aquel auto le resultó vagamente familiar.

La noche siguiente habían llegado casi a las once de la noche a su departamento.

Changmin lucía más cansado de lo normal y Yoochun incluso tenía hasta ganas de decirle que mejor lo dejaran para otro día, pero Shim lo ahorcaría si osaba decir algo que cambiara sus planes estratégicamente diseñados.

—Iré a cambiarme de ropa, ¿vas a comprar algo de comida?

Changmin tenía una particularidad, tenía una cara de niño en navidad cuando lo deseaba, aunque su actitud distara mucho de eso, así que de eso se había valido Shim para pedirle que fuera a comprar un poco de comida mientras él seguramente descansaba un poco.

Las puertas del ascensor se abrieron y Yoochun, que iba tarareando una canción, lo primero que vio fue unos zapatos blancos y costosos que había visto hace un par de días en las vidrieras del centro comercial.

—Dime exactamente ¿cuánto sería?

Sus ojos se abrieron estupefactos, subiendo la mirada lo más rápido que podía para poder encarar ese rostro, lamentablemente el hombre ya había ingresado y parecía concentrado en su llamada como para girar, esperando que las puertas se cerraran.

—¿Pollo frito?

Yunho se había acercado a su rostro, con una sonrisa despreocupada en el rostro y Yoochun había perdido de vista al hombre rubio que inusualmente expedía esa aura a Xiah.

—Eh… si, es que…

—¿Yoochun, te pasa algo?

—No solo… ¿Quién era el que entró al ascensor.

—Oh, un amigo. Tengo que presentarlos un día de estos. Y por supuesto también tengo que presentarte a Joong, pero como andas tan ocupado, ¡apenas te veo!

Yoochun asintió, sintiéndose un poco perdido aún, con ese malestar extraño en el estómago, y habiendo perdido el apetito cuando entró en su departamento, dejó a Changmin dormir hasta las tres de la madrugada, que fue cuando recién empezaron a trabajar.

—Dieciséis.

Jaejoong lo señalo de nueva cuenta y colocó una mueca graciosa, que pretendía ser de enojo. Yoochun solo pudo levantar un poco las cejas.

—¿Eh?

—Es la dieciseisava vez que bostezas.

—Lo siento, hyung. No he dormido nada, estaba haciendo un deber para la Universidad.

Jaejoong movió un poco la boca y elevó los hombros.

—Tienes suerte de que hoy no sea un día tan ajetreado.

Yoochun asintió. Bostezando una vez más, tapando su boca por educación y estirando el cuerpo lo más que podía.

—¿Por qué no vas por un poco de café a la cafetería de la esquina y de paso me traes un mocaccino?

Con otro bostezo en la boca, Yoochun asintió, extendiendo un poco la mano y recibiendo los billetes que Jaejoong le entregaba con aquella sonrisa en la boca. Mientras caminó hasta la cafetería. Pensó en que no había sido tan buena idea desvelarse aquella noche pensando en si se trataba de Xiah o no.

Era un poco imposible después de todo.

Yunho no era del tipo de andar en discotecas ni cosas como esas. No lo había podido ver con exactitud, pero por lo que decían Xiah no era una maravilla de persona. Y dudaba, seriamente que alguien como Yunho anduviera con alguien egocéntrico, manipulador y todo aquello que decían de Xiah. Ni siquiera como amigo.

Bebió su café de camino a la florería, con el mocaccino de Jaejoong en su otra mano. Probablemente Changmin se encontraba durmiendo. Claro, como él no trabajaba. Pero para el final de la calle, cuando otra vez se encontraba frente a la puerta blanca con pequeños toques de flores y gracias al café, Yoochun ya se encontraba más despierto.

—Jaejoong hyung, no sabía que azúcar preferirías, así que traje azúcar morena por… si acaso…

Su voz perdió fuerza en tanto se percataba de la soledad que había en la tienda, giró hacia la puerta y recién entonces se percató que Jaejoong había cambiado el letrero por ‘cerrado’

Frunció el ceño preocupado. ¿Habría pasado algo?

Caminó por el estrecho pasillo hasta la oficina de Jaejoong y casi sin pretenderlo o imaginar que estaba ocupado abrió la puerta. Jaejoong estaba sentado sobre el escritorio, con una pequeña risa escapándosele de la garganta. Y aquel hombre que a él le daba la espalda, aparentemente mordiéndole el cuello.

Yoochun sintió esta vez, la molestia muy cerca de su pecho.

—¿…Yunho?

Su voz fue un susurro vago y débil. Que después de dos segundos se reprochó así mismo por ser tan evidente. Yunho giró sorprendido, y Jaejoong carraspeó un poco avergonzado antes de bajar del escritorio. Y arreglar su cabello.

—Yoochun, pensé que demorarías. ¿No compraste tu café?

—Si, pero preferí tomarlo de camino acá.

Jaejoong asintió y Yunho se empezó a acercar a él.

No, no te acerques… por favor”

Quiso retroceder, pero solo dibujó una sonrisa en su rostro.

—Yunho, no sabía que conocieras a Jaejoong.

—Si, nos conocimos hace un tiempo. Ahora que lo recuerdo, un tiempo después de que empezaras a trabajar para él. ¡Ni siquiera recordaba que esta fuera la tienda!

“¿No recuerdas ni siquiera el trabajo que me recomendaste?”

—¿Ah? ¿Ustedes se conocen?

Jaejoong se apoyó desde atrás en los hombros de Yunho y Yoochun asintió, apretando el café en sus manos, con su expresión tranquila, normal, igual que siempre. Aunque el malestar en su interior se hubiera extendido incluso hasta su estómago.

—Si, es mi vecino, del que siempre te he hablado.

—Oh, mira que coincidencia.

Jaejoong en verdad parecía encantado.

Tenía que ser así… ¿verdad?

Yoochun amplió su sonrisa un poco más a riesgo de que pareciera en extremo fingida, pero era eso o desdibujar su expresión calmada por una que esta vez, en verdad lo pondría en evidencia.

—Pero Yunho, tú me habías dicho que su nombre era Joong.

—Oh, si.— Jaejoong respondió por Jung, tomando delicadamente su mano. —Así me dice Yunho de vez en cuando, Jaejoong al parecer le parece muy largo de pronunciar.

Yunho sonrió divertido.

Así de cruel y retorcido.

—¿Qué le pasa?

Lin habló bajo, lo más que podía dentro del bar y para que Gongsu le escuchara, pero el más alto solo levantó un poco los hombros, moviendo la cabeza de un lado a otro. Frente a ellos, el sobrino de Han bebía vaso tras vaso de whisky, vodka, lo que se le pusiera en frente. Como si se tratara de agua.

—El amor… es un asco.

Luego de cuarenta y cinco minutos, aquellas habían sido las primeras palabras de Park después de sentarse a beber como poseso y que tanto Lin como Gongsu fueran a buscar a Han sin hallarla por ningún lado para mala suerte del menor.

—Oye, Yoochun, ¿por qué no descansas un rato y nos cuentas lo que pasó?

—¡No!— Yoochun pegó a su pecho el vaso con ron, elevando un poco su cuerpo ante el hipo que se le presentó. —¡Necesito emborracharme hasta no poder ni siquiera deletrear su nombre!

—Créeme, Chun. Justo ahora no puedes deletrear ni el tuyo.

—¡Claro que puedo! Y-o-o-c-o-n-o.

—Si, que lindo nombre.

Lin y Gongsu rieron, pero Yoochun solo frunció el ceño y bebió lo que le quedaba de ron en la mano. Yoochun descubrió, que tenía poco equilibrio cuando se levantó de golpe de su asiento y tuvo que agarrarse de los brazos de ambos muchachos a su lado.

—Estoy bien, estoy bien…

—No lo estás. Ahora mismo dinos la dirección de tu casa para irte a dejar.

—¡NO! ¡Jamás! Yunho y Jaejoong seguramente están ahí y no soy tan masoquista como para verlos juntos y fingir que soy feliz por ellos. ¡Agh! Soy un asco de amigo, los dos son mis amigos. ¡Pero no quiero que estén juntos!

Yoochun se liberó bruscamente de los brazos de los otros dos y empezó a caminar por entre la gente, logrando que Lin y Gongsu lo perdieran totalmente de vista. Vio entonces las puertas resguardadas otra vez, trató de pasar una mano por su cabello, erguirse nuevamente y enfriar su expresión.

—Buenas noches.

El hombre musculoso lo miró receloso.

—¿Tu eres el sobrino de la señorita Han, cierto?

—Park Yoochun, así es.

Los dos hombres asintieron y Yoochun medio sonrió cuando le cedieron el paso, empezando escuchar a lo lejos a los dos muchachos que por fin habían dado con él.

—¡Oh, por dios! ¿A dónde vas?

—¡Maldición, no entres ahí!

Giró apenas un poco, cuando vio a uno de los guardias retener a sus dos amigos en la entrada, justo antes de que las puertas se cerraran. Pero únicamente levantó dos de sus dedos, formando una ‘v’ y sonrió.

Después las puertas se cerraron. Y Yoochun recordó que no tenía la menor idea de cual era el salón privado de Xiah.

—¿Vas a bailar hoy?

Boa arrugó el entrecejo en cuanto notó el silencio por parte del muchacho pelirrojo que apostaba por mirar el televisor como si en realidad le importara lo que allí exponían.

—¿Estás en ese plan? Recuerda que no eres tan importante.

Xiah rodó los ojos. Y cambió de canal. Pero Boa se plantó frente a él y Xiah lo único que hizo fue levantarse, dispuesto a servirse algo de tomar, pero Boa fue rápida, lo agarró por el brazo y acentuó su expresión molesta.

—¿Por qué me tratas así?

—Por que ya me tienes aburrido Boa, Junho fue tu primer amor, pero ya acéptalo, se casó con una de sus pacientes hace un año. Y no importa lo mucho que me parezca a él. NO SOY ÉL. Ni me gustan las mujeres, y definitivamente no me gustas tú.

La cachetada llegó, sublime y dolorosa, lo suficiente como para que permaneciera en la mejilla de Xiah la marca enrojecida de su piel, incluso los finos dedos de la mujer que ahora lo veían con su expresión a punto de cambiar por una de tristeza.

—En verdad… no te pareces a él.

Los tacos de Boa resonaron por entre el salón y finalmente se permitió suspirar tranquilo cuando la puerta fue abierta y cerrada con la misma velocidad. Abrió un poco la boca, para intentar verificar que todo estuviera bien debido al golpe de Kwon.

Pero antes de que pudiera acercarse a las bebidas, la puerta se abrió de nuevo.

Ya no tendría tanta paciencia.

—¿Qué demonios quieres ahora Boa?

Pero, con las puertas abiertas de par en par, estaba aquel muchacho de cabellos oscuros, con una sonrisa tonta, ahora señalándolo con su dedo índice.

—¡Al fin! Creí que nunca iba a encontrarte, Tarantallegra.

—¿Tarantallegra?

—¿No fue esa la canción que cantaste?

Junsu frunció el ceño. —Lo es, pero ese no es mi nombre.

—Tampoco lo es Xiah.

Abrió los ojos sorprendido. Dejando el vaso de lado y observando al otro cerrar las puertas mientras caminaba un poco tambaleante hasta él.

—¿Cómo lo sabes?

—¿El qué?

—¿Qué Xiah no es mi nombre?

—Oh…— Yoochun elevó un poco la mirada y luego sonrió, levantando un poco los hombros y riendo brevemente. —Solo lo sé, nadie podría llamarse así.

Se sintió molesto, ofendido. —¡Es mi nombre artístico!

—Pues es un nombre muy estúpido.— Y cada palabra Yoochun fue tocando la punta de su nariz, por un momento, ver las mejillas sonrojadas de Park lo hicieron encasillar sus acciones. —No va contigo que eres todo sexy…

Era sexy. Pero muy estúpido. Pudo darse cuenta en ese momento cuando Yoochun movió sus labios lentamente, hablando sin problemas, y luego sencillamente cayó sobre su pecho. Al parecer, dormido.

—¡Quiero matar a alguien!

Han giró ante la entrada del menor quien había arrojado su maleta sobre el sillón y sonrió divertida por la expresión de viejo amargado que el muchacho llevaba.

—Que genio, Changmin.

Pero Shim solo bufó, rascando un poco su cabeza, frustrado y molesto.

—No tengo ánimos para tus ironías, Han. El estúpido de mi compañero jamás llegó para la presentación de nuestro proyecto y me tocó inventarle a nuestro profesor que había tenido un problema familiar y no sé cuanta tontería más.

Se sentó frente a la mujer en la mesa comedor, y recién entonces se percató de la taza con te que tenía entre las manos.

—Por cierto ¿qué haces aquí?

—Que buen anfitrión eres, definitivamente Min.

Esta vez, Shim rodó los ojos. —¿Y bien?

—¿Y bien, qué?

—¿Qué haces aquí?

Han parecía divertida con hacerlo enfadar, pero Changmin solo la miró de mala gana y ella no tuvo más que suspirar y dejar la taza en su lugar.

—Junsu me llamó, tuvo un problema con un cliente.

—¿Junsu? ¿Está bien?

Changmin se había levantado, casi de inmediato corriendo hasta el dormitorio a unos pasos de él, la puerta siendo abierta unos segundos antes de que Changmin llegara.

—Junsu… ¿qué pasó?

—Bueno, digamos que el sobrino de Han, supongo estaba buscándola.

Changmin frunció el ceño, moviendo un poco la cabeza hacia la cama donde reposaba un cuerpo de espaldas a él, aparentemente dormido.

—No sabía que tuviera un sobrino.

—Si, se llama Yoochun.

Los ojos de Changmin se abrieron. —¿Yoo…chun?

Apartó de un empujón a Junsu quien se quejó un poco mientras Changmin agarraba por el hombro al hombre y lo hacía girar sobre la cama. —¡¡Reverendo idiota!!

—¡Changmin, no!

Estaba dispuesto a zarandearlo cuando Junsu lo agarró por los brazos y lo hizo alejarse. Pero Yoochun, sobre la cama únicamente sonrió y Junsu volvió a suspirar. Hastiado de toda esa situación.

11:12

Aquello, fue lo primero que vio cuando abrió los ojos, producto del sol que le pegaba directo en el rostro bruscamente y que le proporciono un calor muy distinto al que sentía hace un momento.

—¡¿Once y doce?!

Se levantó de golpe, sentado sobre aquella cama, completamente desubicado cuando se percató de que no tenía la menor idea de donde estaba, hasta que claro, descubrió a Xiah frente a él, cruzado de brazos, apoyado en una pequeña repisa y con una manzana medio comer en las manos.

—…Tienes el cabello negro.

Junsu bufó.

—¿Es lo único que se te ocurre decir después de haber irrumpido en mi salón, y que tuviera que traerte hasta mi casa, y de paso arruinaras la exposición de mi hijo?

Yoochun, que empezaba a sentirse apenado, abrió los ojos asombrado.

—¿Tienes un hijo?

—Si, su nombre es Changmin.

Asoció poco a poco, lo mínimo que la resaca se lo permitía.

—¿Conoces a Changmin…? ¡Un momento! ¡¿Cuántos años tienes?!

Junsu rodó los ojos, prefiriendo darle otra mordida a su manzana antes de contestar.

—Eso no te interesa, y de todas formas. Tenías razón.

—¿Eh?

—Mi nombre, es Kim Junsu.

—Oh…— Yoochun asintió, si, eso sonaba más normal. Más terrenal. —Pero en serio ¿Changmin es tu hijo?

Cuando se dio cuenta, Yoochun tuvo lo poco que quedaba de la manzana golpeándolo en la cabeza.

—¡Auch! ¿Por qué hiciste eso?

—¡Para ver si se te quita lo idiota! Evidentemente Changmin no es mi hijo, apenas es cuatro años menor a mí. Pero es un hijo para mí, porque yo lo he criado desde que éramos adolescentes. Bueno él era casi un niño cuando se escapó del orfanato.

Yoochun asintió. Changmin era huérfano.

En verdad sabía muy poco de él.

—Changmin quiere matarme ¿cierto?

Sonó lamentable y Junsu pareció contagiarse por ello y solo torció un poco la boca.

—Debería. Pero no al parecer, ¿sabías que está en esa universidad por una beca? El muy tonto no me dejó pagarle los estudios. ¡Y por tonterías como las tuyas no debería bajar su promedio! Tsk… en realidad que eres una molestia.

Auch… Eso de verdad había dolido.

Sin embargo, Yoochun solo suspiró. Y se bajó de la cama parsimoniosamente, no tenía ánimos de ser regañado. No con ese malestar y dolor de cabeza insoportables.

—Lo siento mucho de verdad, pero trataré de solucionarlo con el profesor para que al menos a él no le bajen la nota. Ahora, debo irme a ver si trato de no perder el trabajo por que es muy tarde y…

Junsu bufó otra vez.

—¿Qué parte de ‘debería odiarte’ no entendiste? Changmin está cubriéndote, aduciendo que te sientes peor que con la fiebre amarilla.

—¿En serio?

—Si, y yo tampoco entiendo el por qué.— De repente Junsu sacó de uno de los cajones una funda blanca con varias pastillas dentro. —Ahí tienes, Han las dejó para que no te sintieras tan horrible. Al fondo hay un baño, puedes ducharte y salir. Tenemos que hablar.

Así de fácil y rápido. Junsu había hablado y salido de la habitación.

Dos segundos después, Yoochun estaba preguntándose que demonios estaba pasando con su vida.

Recién duchado y con una ropa que parecía ser la de Changmin, media hora después Yoochun finalmente salió, Junsu ya lo esperaba sentado en la mesa, aparentemente ojeando una revista con una mano apoyada en su quijada.

Definitivamente se veía mejor con su apariencia normal.

Su cabello y ojos negros. Aunque pareciera odiarlo cada vez que lo miraba.

—Hasta que sales.

Yoochun solo respiró hondo.

—¿Vas a seguir regañándome? Por que es un poco odioso viniendo de alguien que es probablemente menor a mí.

—Que seas un par de centímetros más alto que yo no quiere decir que seas mayor.

—¿Un par?— Yoochun sonrió burlón y Junsu volvió a mirarlo con instintos asesinos. —Bien, soy del ochenta y seis…

—Yo también.

—…En junio

Creyó que iba a golpearlo, en verdad lo creyó. La manera en la que Kim cerró la revista fue agresiva, pero suerte solo se cruzó de brazos, con el entrecejo arrugado.

—Da igual. Apenas son unos meses…

—¿Cuándo?

Estaba tentando a su suerte, Yoochun lo sabía. Pero aún así Junsu contestó.

—…Diciembre.

Yoochun trató de que su sonrisa fuera pequeña.

—Como sea, ¿por qué llegaste hasta mí de esa manera?

—Oh…— Yoochun entonces, se removió incómodo. —Es por… problemas personales.

En ese momento, Junsu volvió a tener el control de la situación. Colocó una sonrisa elitista en sus labios. Y se apoyó mejor en la silla.

—No entiendo por que el amor está tan sobrevalorado.

—¡No es amor!

Maldita sea, ¿por qué siempre tenía que terminar siendo tan evidente cuando le hablaban de Yunho y el amor en la misma frase? Junsu solo elevó una ceja.

—Patético y triste. Tienes la apariencia ideal como para ser admirado por demasiados y sin embargo prefieres ser tan… común. Por no decir otra cosa, claro.

—Otra cosa ¿cómo qué?

—Simplón, aburrido, pragmático, ¿sigo?

—No, gracias.

Junsu trató de remediar las cosas.

—Escucha, le das a pena a Changmin y me pidió que te ayudara.

Yoochun solo lo miró incrédulo. ¿En serio tenía que ser tan frío?

—No, gracias. Ahora tengo que irme a mi departamento y…

—Le debes una a mi hijo, deberías agradecer que estoy dispuesto a ayudarte.

Yoochun solo sintió que esa imagen tan atrayente de Xiah se evaporaba, realmente Lin y Gongsu tenían razón. Xiah era perfecto, mientras no abriera la boca. O mejor dicho. Xiah era perfecto mientras Junsu no apareciera.

Xiah era misterioso y silencioso.

Junsu era molesto, egocéntrico y por supuesto tenía ciertos dejes de poder.

—¿Se puede saber en qué piensas?— La molestia era evidente en Kim.

Yoochun frunció el ceño. —En por qué razón eres tan popular si eres insoportable.

Se había levantado, dispuesto a marcharse, cuando la voz elevada y pretensiosa de Junsu se dejó escuchar.

—Puedo ayudarte a que te quites esa imagen de estúpido que el ‘amor de tu vida’ cree que tienes.

—No es el ‘amor de mi vida’.

Yoochun incluso arrugó la nariz. Aquello en verdad se oía peor de lo que parecía.

—Mira, no planeo que lo conquistes o lo que sea que tengas en esa loca cabeza tuya. Planeo hacer de ti alguien que valga la pena, punto. Ayudarte a conquistarlo, sería encerrarte en un círculo vicioso y seguirías siendo igual de patético.

Si, definitivamente entre más lo escuchaba, más desaparecía el encanto de Xiah.

—No, gracias. Ya me voy.

—Yunho no es cualquier persona ¿verdad?

Sintió un frío tremendo recorrer su cuerpo.

Recordó, aquel sujeto que había visto subir al ascensor ese día. ¿Era él?

Enserio ¿era él?

—Sabía que no me equivocaba, cuando corté la llamada ese día en el ascensor me pareció haberte visto en alguna parte y luego ayer, no parabas de decir su nombre.

Oh, dios… Iba a morir de vergüenza ahí mismo.

—Mira…— Trató de recordar su nombre. La jaqueca empeorando a cada segundo. —…Junsu. No es amor, ¿de acuerdo? Si, tal vez me guste. Pero definitivamente no es amor. No puede, no debe, no quiero, no es.

—Entonces, te emborrachaste ¿por qué…?

Junsu hizo el ademán para que continúe, pero sinceramente Yoochun no sabía como continuar.

—De acuerdo tal vez me guste mucho.— Volvió a sentarse. —Pero no es amor.

Junsu sonrió, era ley de equivalencia.

Él siempre ganaba.

—Así que se llama Jaejoong.

Junsu jugó por un momento con el jugo en su vaso, dentro de aquella cómoda cafetería que el mismo había escogido para citarse con Jung, quien parecía más bien un poco disperso ese día.

—Si, tenemos unos cuantos meses juntos. Me gustaría hacer una pequeña cena en casa en estos días. Para que mis amigos más cercanos lo conozcan.

—¿Y quienes son tus amigos más cercanos?

—Solo tú y Yoochun.

Junsu sintió ese escozor de picardía en la punta de la lengua.

—¿Y cómo es Jaejoong?

Yunho sonrió, recordando lo mucho que Kim había insistido en que lo llamara por su nombre completo.

—Es muy divertido, le gusta cocinar y definitivamente es esa parte de mí que no es en absoluto cuidadoso o delicado.

—¿Te gustan afeminados?

Yunho frunció el ceño.

—Por supuesto que no, Jaejoong solo es… único.

Junsu enarcó una ceja.

Oh, Dios… Con razón le gustaba a Yoochun.

Ambos igual de cursis.

Yoochun hacía tareas, cuando le quedaba tiempo, durante el trabajo. Componía en medio del inusual silencio que solía tener y se concentraba en ello. Hasta que claro las pequeñas campanas sonaban y el cliente aparecía.

—¿Qué haces aquí?

Junsu sin embargo caminó hasta el mostrador, envuelto en aquel abrigo beige y sus gafas oscuras. Ahora que lo pensaba, ¿en qué demonios trabajaba Junsu?

—Me da pereza.

—¿Disculpa?

—Me da pereza convertirte en alguien que valga la pena, creo que más fácil es que conquistes a Yunho y se lo quites de las manos al tal Jaejoong.

Yoochun tapó de inmediato la boca de Kim.

—¿Estás loco? ¡Baja la voz!

Junsu asintió sin terminar de comprender. Notando el momento en que una de las puertas traseras se abría.

—Yoochun por favor, ¿podrías llevar este ramo a la cafetería de la esquina? Al parecer un novio va a pedir la mano de una afortunada señorita.

El muchacho castaño habló con cierto deje de burla y Junsu lo analizó rápidamente con la mirada, Yoochun sin embargo ya había asentido.

—Si, claro. Vuelvo enseguida.

—Tranquilo, después van a decir que te exploto.— El hombre sonrió un poco y se dirigió directo a Junsu. —Buenas tardes soy Kim Jaejoong, ¿en qué puedo ayudarte?

Los ojos de Junsu se abrieron con ascetismo y una sonrisa en la boca.

—Un ramo de rosas rojas estaría bien.

—En seguida.

Jaejoong sonrió amable. Y Yoochun salió de la florería viendo con preocupación a aquellos dos que se quedarían a solas apenas él cruzara el umbral de la puerta.

Yoochun contó las monedas en su mano y sonrió.

Había tenido una buena propina.

Pero en cuanto recordó a Junsu en la florería decidió mejor apresurar el paso. Hasta que claro, ese montón de rosas rojas estuvo frente a su rostro, haciendo que varias se desbarataran ante el choque.

—Es complicado.— Junsu apareció detrás del árbol, con su rostro serio y una mano en el bolsillo de su pantalón. —Jaejoong es amable, carismático, familiar, y arrebatadoramente apuesto.

—Si, eso ya lo sé, gracias.

—Va a ser difícil que conquistes a Yunho.

Yoochun abrió los ojos con sorpresa otra vez.

—¡No quiero conquistar a Yunho!— Miró asustado de un lado a otro. Tenía que dejar de alterarse cada que le mencionaban a Jung. —Yunho es mi amigo, Jaejoong también. Los respeto y los quiero. Y son felices juntos. Es todo, mi historia con él terminó antes de siquiera empezar. ¿Si?

Junsu torció un poco la boca.

—¿Y si le damos celos?

¿Es que Junsu nunca escuchaba a las demás personas?

—Ya lo entendí, fue en venganza. ¡Jamás quisiste ayudarme!

Changmin observó pasmado la manera en la que Yoochun lanzaba su pequeña maleta en una de las sillas del comedor de la facultad, dejándolo con la botella a medio beber y sorprendido por el rostro enojado en el mayor.

—¿De qué hablas?

—De la ayuda que le pediste a tu ‘padre’— Yoochun imitó las comillas con sus dedos. —La noche que me quedé en tu casa.

Esta vez Changmin sonrió ampliamente.

—Tardaste en darte cuenta.

—Eres un demonio, un demonio malvado y cruel y despiadado y…

—Y estas haciendo un uso extremo de la conjunción.

Yoochun solo bufó, sentándose en la silla junto al muchacho y bufando con fastidio.

—Junsu es demasiado…

—¿Irritante?— Changmin bebió un poco más de agua. —Sí, lo es.

—¿Cómo puede…?

—¿Ser Xiah y Junsu al mismo tiempo? No lo sé, a veces pienso que es bipolar. Otras que es demasiado talento en el cuerpo equivocado… En realidad no lo sé.

Yoochun suspiró. Notando recién el montón de comida, o al menos lo que quedaba de ella que había en la mesa.

—¿Estabas comiendo con alguien?

—No ¿por qué?

Yoochun entrecerró los ojos. —¿Por qué siempre tienes que comer tanto? Te va a hacer daño.

—Nah… no fastidies, Yoochun.

Y en momentos como esos, Yoochun no entendía a donde había ido a parar todo el respeto que se suponía Changmin debería tener hacía él.

Era viernes, y Junsu brillaba en medio del bar otra vez.

Admirado, rodeado. Siendo tan etéreo. Que parecía solo una ilusión.

Había descubierto por boca de Changmin que Junsu hacía doblajes, de series, películas o anime. Pagaban bien y Junsu vivía además de los regalos de sus admiradores en el bar, lo suficientemente bien como par un día hacerse socio de Han y tener la vida lo suficiente cómoda para él y Changmin.

Lo sabía por Changmin, por que Junsu únicamente le hablaba para sacarle en cara que él era evidentemente mejor, o que era estúpido estar enamorado. O contarle su plan. Oh, si y para ordenarle que hiciera algo.

—Esos ojos han cambiado~

La voz de Lin sonó cerca de su oído y Yoochun sonrió. —¿De qué hablas?

—Xiah, ya no lo miras de la misma forma.

Yoochun pensó en tantas cosas que debería decir.

Tal vez la primordial de ‘Tenías razón’ pero prefirió callar.

—Nunca nos dijiste ¿qué pasó ese día que entraste a la zona privada?

—Mmh… Nada en especial. Fui a buscar a Han, eso es todo.

Lin lo miró con suspicacia, no muy convencido aún, pero Gongsu llegó con un par de bebidas y luego todo pareció estar olvidado.

Esperaba como cada noche, que se le venía haciendo costumbre, a Junsu en el salón.

Miraba justamente su cabello que ya estaba casi por la oreja y que había olvidado en cortar, pensó en lo mucho que odiaba su padre que lo tuviera así.

—No lo cortes.

Junsu apareció por la puerta del baño, con su bata puesta y recién duchado.

—¿Ah?

—Tu cabello, piensas cortarlo. ¿Cierto?

Oh, maldito Junsu… ¿Cómo podía saber antes que él mismo lo que estaba pensando?

—No iba a hacerlo.

—Si, claro.

Junsu se sentó en el sillón. Con tanta tranquilidad y pastosidad que fue envidiable. Con aquella copa de champagne en las manos.

—¿Qué hago aquí? Mañana tengo que ir a trabajar.

—Renuncia. Conviértete en mi manager.

Yoochun rió divertido, sentándose junto a él.

—Si, claro y viajaremos los dos por el mundo. Con lo mucho que me quieres.

—No suena tan mal.

Junsu bebió un poco de champagne y Yoochun por algún motivo sintió, que esas palabras iban con algún deje de verdad.

Alguna vez, sus padres le dijeron:

‘Ten cuidado con las sonrisas. Son armas de doble filo.’

Y su ser se apegó como buen escucha a aquello que podría ser en algún momento el eje de su desgracia, asintió y guardó el consejo para más adelante. Con la conclusión latente de que mientras vas creciendo, más crudos se vuelven los consejos.

Aunque Yoochun tenía el particular privilegio de siempre haber convivido con sus padres de aquella manera. Pero todo lo que en algún momento pudo haber aprendido, se esfumó cuando lo conoció.

Eso, lo tenía claro ya desde hace mucho.

Pero de algún modo tenía que estar agradecido con Junsu, su presencia hacía un poco más amenos sus días en los que vivió con el corazón roto, si, por más cursi que sonara. Cuando descubrió a Yunho y Jaejoong.

Estaba entonces ese pequeño deje aventurado de creer que ya no dolía tanto.

Es más, ya no dolía.

—Entonces ¿me estás queriendo decir que si yo digo primero ‘te quiero’ le estoy dando a esa persona el poder en la relación?

Junsu sonrió feliz. —Exactamente.

Yoochun rodó. —A ti sí que te han roto el corazón varias veces ¿verdad?

Y aunque sonó irónico, Junsu de inmediato frunció el ceño y se cruzó de brazos.

—Es una de mis reglas más importantes.

—De acuerdo, ¿y si me quedo esperando por que esa persona lo diga primero, pero esta persona piensa lo mismo sobre no decirlo primero?

Junsu torció un poco la boca.

—¿Por qué tienes que hacerlo todo tan complicado?

Yoochun sonrió divertido. —¿Yo lo hago complicado?— señaló su pecho y Junsu asintió como si fuera lo más natural del mundo. —Eres inconcebible.

—Ya llegué…— La voz de Changmin se escuchó desde la entrada y pronto tuvo al menor frente a él que de inmediato levantó un poco las cejas. —¿Y tú que haces aquí? ¿Ahora también tengo que verte los domingos?

—Que lindo, Changmin. Me conmueven tus muestras de afecto.

Pero Shim solo rodó los ojos y camino hasta su habitación, aparentemente cansado. Yoochun lo siguió con la mirada.

—¿No va a comer?

—¿Changmin?— Junsu sonó divertido. —Rara vez come, no entiendo como le hace para no adelgazar tanto.

Yoochun lo miró curioso.

—¿Cómo que no come? Si en la facultad lo que más hace ese muchacho es tragar, no comer. Tragar.— Yoochun acentúo sus palabras y Junsu frunció el ceño.

—No es posible… Changmin nunca come tanto.

Sígueme.

Si, Yoochun casi estaba seguro que esas eran todas las palabras que Junsu le hubiera dedicado esa tarde desde que lo recogió en el trabajo aquella tarde de lunes para poder descubrir en que se hallaba Changmin.

Y se sentía estúpido, tratando de esconderse por los pilares, con aquellas gafas oscuras, a unos metros de donde estaba el mesón del bar de la cafetería en la facultad. Pero Junsu había insistido.

Y desde esa perspectiva, Yoochun seguía preguntándose ¿dónde estaba Xiah?

—Ahí está.

Yoochun fijó su mirada en el bar, en aquel muchacho que atendía a Changmin en ese instante, mientras Shim le dedicaba una sonrisa, que sinceramente nunca había visto en el rostro del menor.

Changmin conversaba, incluso reía mientras avanzaban por la sección de comida. Changmin escogía lo que deseaba en su charola y el otro muchacho con una sonrisa en el rostro le servía y continuaba con su pequeña charla.

Junsu tuvo que bajar un poco las gafas del rostro.

—¿Quién es él?

—Mmmh… si no me equivoco su nombre es Minho, ayuda en la cocina cuando puede. Está estudiando en el instituto todavía… creo.

—¿Acaso no estás seguro de nada?

—No, ni que me pusiera a conversar de largo y tendido como Changmin lo hace al parecer.

Ambos regresaron sus miradas a los muchachos y pudo percatarse del movimiento sutil que hacía Changmin, sacando su celular, luego de que Minho asintiera. Al parecer Minho escribió algo en el celular de Changmin y se lo devolvió. Logrando que Changmin sonriera todavía un poco más.

—Le pidió su número.

—¿Qué?

—Changmin le pidió su número ¿Qué se ha pensado este muchacho? ¡Todavía no está en edad de andar con esas tonterías!

Yoochun miró a Junsu como si le hubieran salido tres brazos. —Estas bromeando, ¿verdad?

Sin embargo la mirada de Junsu le indicó, que no era así.

No estaba obedeciendo a Junsu.

En verdad… no lo hacía.

“Compartir intereses, que Jaejoong no comparte con él.”

Eso había dicho Junsu. Pero en verdad no lo hacía por seguir las pautas de Kim. Claro que no, sucede que un amigo en la universidad tenía esas entradas para el partido de baseball y con Changmin odiándolo por haber llevado a Junsu a la universidad, sencillamente no tenía con quien más ir.

—Fue divertido.

Yunho rompió el silencio que se había establecido dentro del ascensor, y Yoochun sonrió volviendo a la normalidad. Sacando de su cabeza a Kim. Con la gorra y todos esos artilugios que habían comprado durante el partido.

—Si, lo fue. En especial cuando la bola salió del campo.

—¡Exacto! Todo el mundo se emocionó.— Yunho rió, Yoochun había olvidado lo mucho que le gustaba esa risa masculina y grave. —Es bueno salir juntos, hace tiempo que no iba a un buen partido. A Jaejoong… no le agradan estas cosas.

Yoochun sintió un pequeño momento incómodo esparcirse.

—Yoochun…

Pero las puertas del ascensor se abrieron y lo primero que captaron sus ojos, fue a Changmin sentado en el pasillo frente a su puerta, con una maleta en la espalda y abrazado a sus piernas.

Yoochun se preguntó ¿cuántas veces habría adoptado el menor esa posición al escuchar las puertas del ascensor abrirse? Con lo manipulador que era…

—Changmin, ¿qué haces aquí?

Pero Shim se levantó de inmediato, con una expresión resignada en el rostro.

—Me peleé con Junsu, se puso en un plan estúpido de que primero debería terminar mi carrera y dejar mi intento de relación con Minho para un par de años después ¿puedes creer? Ni que tuviera quince años.

Yunho pareció un poco sorprendido.

—Tú eres… ¿ese Changmin?

Yoochun se movió. —Oh, Changmin, él es Yunho.

—Mucho gusto.

Ambos asintieron un poco y de inmediato, Yoochun pudo ver su celular timbrar.

Era Junsu.

—¡¿Perdiste la cabeza acaso?! ¡¿Por qué tengo que pedirte permiso?!

—¡Por que eres mi responsabilidad, maldición!

Yoochun cerró los ojos otra vez. Apoyado en la pared fuera de su departamento, escuchando como a pesar de todo. Y con la puerta cerrada, los gritos se escuchaban a viva voz.

—Creo que esto va para largo.

—Lo sé.— Se lamentó Yoochun, Yunho pareció sentirse mal por él. —Y mañana tengo que trabajar.

Jung en ese momento suspiró.

—Tienes razón. Vamos…

—¿Eh?

Yoochun sintió que algo andaba mal cuando su corazón latió acelerado, Yunho lo había agarrado por el brazo, caminando directo hacía su departamento.

—¿Yunho?

—No voy a dejar que duermas en el pasillo, menos en ese departamento que justo ahora es puro grito.

Pronto estuvo dentro del departamento del mayor, respirando hondo y lo más calmado que podía. Yunho empezó por quitarse la chaqueta que había llevado, y Yoochun solo suspiró. No tenía por que ponerse a pensar de más.

Yunho solo lo tenía ahí por consideración.

Por que era demasiado buen amigo.

—Nunca me contaste como conociste a Junsu.

Yunho le ofreció un poco de agua y Yoochun sonrió nervioso.

—Bueno… él es, socio de una tía mía.

—Oh, esa no me la sabía.

Yoochun sonrió, sintiendo esa tensión desaparecer tan pronto, que fue incluso hasta divertido. Por que las divagaciones desaparecieron y él se sintió tan plácidamente cómodo que incluso hasta su corazón dejó de latir acelerado.

—¿Quieres ver alguna película?

—Claro.

A Yunho le gustaban las películas de acción.

Lastima que a él, no.

—¡Despierta!

El aplauso cerca de su rostro lo hizo abrir los ojos de repente.

Jaejoong sonrió, y Yoochun solo bostezó un poco.

—Lo siento, hyung. Es que no dormí muy bien.

—Lo sé. Yunho me contó de la pelea de tus amigos en el departamento.

Yoochun asintió, en verdad ¿se contaban todo?

—Yoochun… ¿tú crees que ya estoy listo como para tocar una canción por mi mismo?

En ese momento, hubo un suspiro de su parte. Recordando las palabras de Jaejoong, el primer día que se conocieron. Quería tocar el piano, para alguien especial.

—Si, hyung. Has avanzado rápido. Seguramente si lo intentas tú solo, lo harás bien.

Jaejoong pareció contento, yendo al invernadero para poder continuar con lo que hacia hace unos minutos. Pero Yoochun únicamente levantó un poco los hombros, las semanas no pasaban en vano. El tiempo estaba haciendo mella y por suerte su amor no correspondido estaba quedándose atrás…

…Sino fuera por él.

—¿Estás solo?

—No, Junsu. Jaejoong está adentro.

Junsu le restó importancia a aquello y terminó de entrar en la tienda, haciendo sonar las campanas y acercándose a él velozmente.

—¿Y bien? ¿Qué tal?

—¿Qué tal, qué?

Kim bufó con exasperación.

—¿Qué tal te fue ayer con Yunho? No montamos todas esa pantomima con Changmin solo por diversión ¿sabías?

—¿Panto…mima?

Era mentira, tenía que ser mentira.

—Si, bueno. Changmin y yo si discutimos un poco ayer. Pero al final Changmin me dijo que apenas y se estaban conociendo. Así que decidimos dejarlo al tiempo y más adelante si las cosas funcionan, llevará a Minho a cenar a la casa. El punto es que luego de la discusión se nos ocurrió la idea de la huida de casa de Changmin para que pudieras dormir en el departamento de Yunho y avanzar un poco. ¿Lo hiciste?

Un tic, su parpado medio cerrándose, medio abriéndose, eso tenía que ser un tic en el ojo, por culpa de esos dos malditos inconscientes. Manipulador e inconsciente Kim Junsu. ¿Cómo había caído tan estúpidamente?

—¿¡Están locos o qué les pasa!?

—Shh… baja la voz.

Junsu agitó un poco las manos, pero Yoochun solo entrecerró los ojos.

—No, no más. No me des más órdenes. No quiero que sigas controlando mi maldita vida a cambio de un favor que no te pedí. Me da igual si Yunho está enamorado o no de Jaejoong, ¡que hagan lo que se les venga en gana! Entre ellos yo no pinto ni medio centímetro de historia, así que deja de intentar que me le meta por los ojos a Yunho. Y sal de mi vida para siempre.

Yoochun apretó sus puños con fuerza.

—¿No puedes entender que esos dos se quieren? ¿E interceder es egoísta y molesto? Pero que digo, no lo sabes. Claro que no lo sabes. Solo te crees superior por que jamás te has enamorado, estás tan alto que el amor no te toca, pero no por eso tienes que hacernos miserables al resto.

Los ojos de Junsu se abrieron mucho, y por ese pequeño instante. Poco tiempo después de haber terminado de hablar. Yoochun se arrepintió de haber sido tan impulsivo.

—Tienes razón, lo siento. No debí entrometerme.

Lo vio agachar la cabeza, por primera vez lo vio agachar la cabeza y salir de ahí. Tan velozmente que el arrepentimiento llegó casi con la misma fuerza.

—Fuiste cruel.

La voz de Jaejoong lo tomó por sorpresa. Yoochun giró para verlo con una caja de claveles entre las manos y una expresión de empatía por Junsu que él desconocía.

—Jaejoong hyung…

—¿Yunho… él aún te gusta?

—¡No!— Yoochun sacudió un poco sus manos, y le sorprendió lo rápida y real que fue esa respuesta. —En verdad no, me gustó mucho hace un tiempo. Pero ya no, hyung. Lo digo en serio. Es un buen amigo, solo eso.

—Entonces, ¿por qué fuiste tan cruel con él?

Buena pregunta.

Yoochun suspiró, bajó un poco la cabeza y pensó que hubiera sido bueno si aquel día no se hubiera emborrachado por Yunho y Jaejoong. Y así su imagen etérea de Xiah jamás hubiera desaparecido.

..:: 5 ::..

“Es extraño, el amor y las cicatrices que deja.

Un corazón intacto está en proceso de aprendizaje.

Un corazón herido, sabe que grietas no pisar para no salir herido otra vez.

Pero sabe también, que hilos no jalar para no herir a otro corazón.”

..:: Kim Junsu ::..

Llegó de improviso.

Brusco y violento. Un golpe directo en su mejilla proporcionado por aquel puño cerrado de Changmin que se estrelló con verdaderas ganas en su rostro.

—Maldición Changmin… ¿Había necesidad de ser tan brusco?

Yoochun se quejó débilmente, con una mano en su mejilla que ya estaba hinchada, pero Shim solo sacudió un poco su mano, con el entrecejo todavía arrugado y esa expresión molesta que parecía no variar en cualquier momento.

—¿Se puede saber que le hiciste a Junsu?

—¿De que hablas?

—¿Qué le dijiste?

Park suspiró. Todavía con una mano en su mejilla y la expresión arrepentida clavada como perpetua mascara en su rostro.

—Cometí un error, ¿vale? Le grité que desapareciera de mi vida. Y que él nos hacia la vida miserable a todos, por que jamás se había enamorado.

Changmin bufó con molestia y rodó los ojos.

—Eres patético.— Yoochun se sintió perdido otra vez. —¿Conoces a Boa, cierto?— Yoochun asintió, entonces Changmin decidió continuar. —Junsu tiene un hermano gemelo, llamado Junho. Junsu siempre estuvo enamorado de Boa, pero ella solo tenía ojos para Junho, un día Junho viajó al extranjero y conoció a una muchacha. Boa se deprimió por que al final nunca pudo tener algo con él y ahora era más que imposible por la distancia y esa chica. Y Junsu estuvo ahí para ella.

—Entonces… ¿Junsu y Boa salieron?

—Algo así. Junsu sabía que en el fondo Boa accedió a salir con él por su parecido con Junho, fue una relación si me preguntas, muy autodestructiva. Lo más estúpido que Junsu ha hecho hasta ahora. Pero ambos se dieron cuenta de que eso no iba ni para atrás ni para adelante y cortaron por lo sano, supuestamente.

Yoochun se removió incomodo. —¿Supuestamente?

—El corazón de Junsu quedó muy deteriorado. Fue entonces cuando apareció Xiah. Se dio cuenta que atraía muchísimo las miradas, aprendió a disfrutar de ello. Y colocarse esa mascara de frialdad que no posee. Solo para que no le hagan más daño. Es estúpido, cliché y todo lo que quieras. Pero lamentablemente así funciona la lógica en ciertas personas.

Changmin rascó un poco su cabeza y mordió su labio inferior.

—Yoochun tu crees que has ido conociendo al verdadero Junsu y que Xiah es un espejismo, pero no es así. Tú en verdad estas trayendo de vuelta al Junsu de antes y haciendo que se olvide de esas tonterías del amor en segundo plano. Estás siendo algo así como una cura.

—¿Qué sucede, cariño?

Han colocó una mano sobre su cabello, y Yoochun únicamente pudo suspirar. Su tía masajeando suavemente su cabello. Siendo reconfortante y pacifica.

—Hoy no has querido hablar con tu hermano.

—No estaba de ánimos. Además seguramente la llamada hasta acá es costosa.

—No le cuesta a él.

Yoochun sonrió, reincorporándose un poco y con un suspiro evacuando de su boca.

—¿Hace cuanto conoces a Junsu?

—Un par de años.

—Él siempre ha sido… ¿así?

Han sonrió. —Creo que me gusta este Junsu que estoy viendo a diario si me preguntas. Aunque en esencia siempre fue el mismo Junsu, solo que ahora lo puede demostrar con más facilidad.

—¿Y por qué yo?

—¿A qué te refieres?

—Changmin dice que soy yo quien está trayendo al Junsu de antes, ¿por qué yo?

Yoochun miró con atención a su tía, pero ella solo dibujó una sonrisa en sus labios.

—Hay personas, cariño. Que llegan y lo cambian todo. Y entre más intentas comprenderlo, más difícil se te hace.

Junsu, o mejor dicho Xiah ya no bailaba en el bar.

Ya no se apagaban las luces y los reflectores lo iluminaban, ya no había aplausos y ovaciones, ahora era Junsu, quien salía a bailar como cualquier otro, sin bailarines ni corografías que le rindieran pleitesía, ahora solo bailaba y se divertía.

La gente extrañaba a Xiah.

Por que pensaban que se había ido, y nunca más regresaría.

Por que no sabían, que Junsu, estaba ahí. Que era Xiah con distinto color de cabello y diferente color en sus ojos.

Yoochun iba a veces y se asustaba por tener que confrontarlo.

Por que no sabía como mirarlo y pedirle disculpas. O que Junsu de pronto con lo descarado que solía ser le dijera de frente que le gustaba.

No, prefería mirarlo.

Verlo reír y bailar junto a los demás.

Junto a Lin y Gongsu que sin saberlo bailaban con la leyenda que una vez llevó por nombre Xiah y que un día sencillamente desapareció.

Prefería que ese extraño sentimiento que ahora se alojaba en su garganta se quedara ahí. Que el malestar en su estómago fuera ignorado cada que Lin y Gongsu le coqueteaban directamente a Junsu, o peor cuando algún extranjero le hablaba en el oído y Junsu sonreía gustoso de salir a bailar. Si el malestar en el pecho era mil veces peor.

—Me aburres~ ¿Cuánto tiempo más pretendes seguir fingiendo que Junsu no te importa?

Yoochun miró de mala manera a Changmin quien ni se inmutó, tomado de la mano de Minho a su lado quien solo lo miró atento.

—Por cierto, ¿qué hace Minho aquí, no tiene diecisiete todavía?

—Cumplí los dieciocho la semana pasada.

Minho sonrió orgulloso y Yoochun rodó los ojos.

—Creo que me voy.

—Claro que no, vamos a bailar.

La mano de Jaejoong lo tomó por el brazo y lo jaló hasta la pista de baile, pero de ninguna manera tenía la intención de bailar y eso fue claro cuando, segundos después Jaejoong le quitó la pareja a Junsu y lo puso a él. Aunque el gusto le duró poco al extranjero por que pronto Yunho llegó y bailó junto a Jaejoong, dejándolo completamente fuera de juego.

Por su lado, Yoochun se quedó estático, justo frente a Junsu que solo sonrió.

—No tienes por que poner esa cara. Ni que fuera a saltarte encima.

—No es eso… es solo que, es extraño. No lo sé, hace mucho que no te veo.

Junsu asintió. Y Yoochun se percató que mientras el resto bailaba los dos permanecían completamente estáticos en medio de la pista de baile.

—Ven.

De acuerdo, era estúpido. Pero tenía que admitirlo. Había extrañado incluso esa maldita manía de Junsu por jalarlo de un lado a otro. El bar estuvo a su disposición y Yoochun sintió que no era el momento para ser estúpido, pidió solo un coctel. Junsu sin embargo un whisky.

—No suelo beber, no me gusta y soy malo con el licor.

Yoochun sonrió. —Con razón nunca te veía beber otra cosa que no fuera champagne.

Él asintió y volvió a sentir la incomodidad entre el silencio.

—Lo decía en serio.

—¿Eh?

—Cuando te propuse que fueras mi manager, lo decía en serio.

Yoochun miró el perfil de Junsu, la manera en que sostenía el vaso sobre el mesón, el poco licor que quedaba, acompañado apenas por los cubos de hielo.

—Sigo opinando lo mismo, ¿sabes? Eres muy… común.

—Por no decir otras cosas.

Junsu sonrió ante las palabras de Yoochun, recordando aquel día y luego solo suspiró.

—Aún no he terminado mi carrera.

—Lo sé.

—Puede que aún me guste Yunho.

—Sé que no es así.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Por que soy Xiah Junsu.

Yoochun sonrió, la expresión de Junsu tan grabada en su cabeza de repente.

—Entonces, ¿qué dices?

—Recién voy a concluir mi primer año de estudios.

—Puedes continuar cada que tengamos unas vacaciones.

—No tengo experiencia como manager.

—Aprenderás rápido. Además no es como si tuvieras que dejar tus estudios justo ahora. Evidentemente mi carrera como cantante empezará acá en Seúl. Cosa que tendremos que ir poco a poco. Ya luego veremos que hacer.

Tenía ese presentimiento, esa voz de la razón desvaneciéndose poco a poco. Y Junsu a su lado, esperando por una respuesta. Y Yoochun ahora que se percataba, en ningún momento había hablado con Junsu respecto a lo otro.

—Junsu por cierto…

—¡Oh, demonios!

Y las manos de Junsu fueron con fuerza hasta su ropa, jalándolo hacia él en un movimiento brusco y un encontrón de labios que lo tomó por sorpresa, probablemente a ambos. Los impulsos de Junsu hasta hace poco arraigados habían despertado justo en ese momento.

Los labios suaves y finos habían chocado con los gruesos y atrayentes del otro. Yoochun había cerrado los ojos. Presa de ese borbotón de sensaciones que despertaron tan solo con un beso. De las emociones latentes que se escribieron luego de ese beso.

—¿Es esa una razón suficiente para ti?

Yoochun por un momento se preguntó, ¿Qué si de haber hecho desde un inicio hubieran estado hablando por tanto tiempo?

—Vale, acepto.

A Yoochun no le gustaba aceptar el hecho de que tenían una relación.

Todavía no, aún estaban… intentándolo.

Aunque muy por fuera, Junsu decía que eso de ponerle título a las relaciones era fastidioso. Yoochun se empeñaba en tomarse las cosas con calma, en especial con Junsu. Por que quería que las cosas salieran bien.

—¿Saldré en televisión? ¿De verdad?

—Si, mí tía Han, conoce a la esposa del dueño de un canal de televisión muy popular y han encontrado un pequeño programa de variedades para que te presentes.

Los ojos de Junsu parecieron brillar, antes de abrazarlo con fuerza y depositar un beso en sus labios. ¿A eso sabía el éxito? Pues entonces Yoochun iba a volverse un hombre de éxito.

—Hay que celebrarlo. Deberíamos llamar a todos los muchachos.

Junsu de repente parecía emocionado, y Yoochun solo pensó que por un momento que hubiera estado mejor celebrar a solas con Junsu. Pero era la celebración de Junsu y era mejor complacerlo.

—Yoochun, espera.

Antes de que levantara el teléfono, Junsu lo había tomado de la mano, haciendo que dejara el teléfono en su lugar. Con una sonrisa en los labios, sentándose descaradamente sobre sus piernas.

—¿Sabes una cosa?— Y el mismo Junsu había empezado a guiar las manos de Yoochun tras su espalda, en toque algo lascivo que combinaba a la perfección esa sonrisa que Kim ahora le proporcionaba. —Me gustaría antes que todo, seguir intentando que cambies de etiqueta a esta situación de tú y yo juntos.

A Yoochun le gustaba esa palabra… ‘intentar’

Junsu atrapó sus labios otra vez, y las manos de Yoochun por instinto viajaron hasta el cuello de él, terso y límpido. Ajustando ese cuerpo al suyo con una facilidad asombrosa. A las manos de Junsu que pronto se metían bajo su camisa y lo hacían querer besar cada parte de esa piel.

Intentaba, al menos poco a poco que sus sentimientos no incrementaran con esa velocidad sospechosa que empezaba a suponer lo estaba haciendo.

Intentaba no enamorarse tan pronto. Aunque ya lo estuviera.

Intentaba no darse cuenta, del momento exacto en que empezó a olvidarse de Yunho y solo empezó a pensar en Junsu. Y más que nada intentaba que Junsu se diera cuenta de lo mucho que esperaba por que lo dijera primero, que soltara él primero ese ‘te amo’

No por el control en la relación o esas estupideces que Junsu antes proclamaba.

Deseaba escucharlo, por que necesitaba que Junsu dejará atrás sus tontas reglas con él.

En cuanto sintió las manos de Junsu empezar a alzarle la camisa, él estaba dispuesto a alzar los brazos, sino fuera por el inoportuno timbre y el bufido de ambos, que termino en ambos arreglando su ropa y cabello lo mejor que podían.

—¡Felicitaciones~!

Amigos, dulces e inoportunos amigos atrás de la puerta con pastel en mano encabezados por Han quien con una sonrisa en el rostro comprendió lo que sucedía.

—Ups, creo que interrumpimos.

—Si, pero ya que… Pasen.

Junsu sonrió, y tomó el pastel entre sus manos. Changmin como siempre rodó los ojos y continuó hacia el departamento. Y resultaba extraño tenerlos a todos ahí, de repente. Formando parte de una vida que Yoochun de pronto había formado.

Que comenzó con una decisión en otro país y ahora se aventuraba a un futuro prospero.

Tenía esa imagen de Junsu grabada en la mente.

La primera vez que lo vio y sus instintos despertaron ante su presencia.

—Oh, por cierto. Yoochun…— La voz de Han se escuchó desde la cocina. —Nunca te mencioné que viste a Junsu mucho antes aquel día en la discoteca.

—¿Disculpa?

—Si, el chico que manejaba el auto. Era Junsu.

Los ojos de Yoochun se abrieron con sorpresa, buscó la mirada de Junsu, pero Kim solo sonreía tranquilo, sirviendo un pedazo de pastel a Yunho y Junsu. Minho sin embargo se sentó junto a Changmin en el sillón.

—Y eso nos deja en claro que Park Yoochun es un superficial, solo se fijó en Junsu cuando lo vio violando el escenario.

Las risas escaparon de un lado a otro y Yoochun buscó de inmediato abrazar por la espalda a Junsu.

—¿Sabes que no es cierto, verdad?

—Claro…— Yoochun sonrió contento. Pero Junsu levantó un poco los hombros. —Aunque tienes que admitir que en parte tienen algo de razón.

Yoochun hizo un pequeño mohín con la boca. Pero Junsu solo sonrió divertido, girando apenas un poco para poder depositar un beso en sus labios, Junsu intentaba, que Yoochun se percatara de lo mucho que lo amaba, sin tener que usar las palabras.

“Si pienso con el corazón,

Junsu es… esa parte de mi que me hacía falta.”

..:: Park Yoochun ::..

 

 

 

 

::: FIN :::

 

 

 

 Bueno, la verdad es que no sé que pasa conmigo xD

Estaba revisando mis carpetas y me encontré con este fic que al leerlo de pronto lo recordé y dije «¡Me encanta!» xD y no sé porque razón no lo tengo publicado en mi blog. Es raro~

Medio recuerdo haberlo hecho para un concurso, pero no sé si lo envíe o que mismo pasó, lo más seguro es que no lo terminé a tiempo y luego simlemente fui olvidando el publicarlo xDD

Así que espero que les haya gustado  o al menos los haya hecho sonreír.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Publicado en Fanfics

Memorias prohibidas: capitulo 17


 

Memorias Prohibidas

Capítulo 17: ¿Cuánto falta para que el sol vuelva a salir?

 

 

—¿Has oído de él?

—¿De Jaejoong? ¡Por supuesto! Es como ese tipo que lo ha logrado todo vendiendo su alma, no quisiera ser como él, pero lo envidio muchísimo.

 

A medida que sus pasos se habían acostumbrado, avanzaba. Las baldosas eran un poco más ruidosas de lo normal para sus zapatos que hacían eco mientras avanzaba y su rostro frío solo podía marcar la distancia con los demás.

 

Si se abría camino a Leesang el resto solo observaba y la imagen de Jaejoong quedaba prendida en alguno de esos lugares ajenos. Tan ajenos como él y su estoica presencia mientras soñaba, como alguna vez lo hizo Heechul con un lugar muy lejos de ahí.

 

No estaba presente, no tanto como los silencios de Heechul cuando cruzaban miradas en algún lugar, porque era instintivo que no llegaran a llevarse bien. Pero Jaejoong en el fondo, a pesar de haberle vendido su alma a Leesang y no arrepentirse aún, si hubiera deseado un pasado distinto. De esos que la gente aburrida solía tener.

 

El peso de sus decisiones pesaba ya en su joven vida.

 

Solo a veces guardaba tanto silencio como la cantidad de pensamientos que burbujeaban en su interior, solo a veces cuando creía que nadie más lo podía escuchar. Y se lo prometió, sería la última vez. Shim Changmin sería la última alma en extinguirse frente a él.

 

—¿Estás de acuerdo?

—Lo estoy— Habló sin reparo, apenas observando la fotografía —Pero es la última vez.

 

Leesang no se molestó en mostrar más expresiones que las necesarias. Solo ocupó un pedazo de su tiempo en colocarse contra el sillón y suspirar, con las carpetas todas sobre el escritorio y Jaejoong correctamente vestido frente a él.

 

 

 

 

Jaejoong no creyó sentirse más perdido que justo ahora.

 

Aún persistía ese carácter suyo férreo y agudo. Sus entrañas quemaban ante la traición y sus venas frías lo obligaban a mantenerse impasible en aquel lugar, pagando por unas culpas que merecía, y de las que no necesitaba ser exculpado. Nunca lo hizo bajo la manta del odio, fueron recursos que cualquiera en desesperación hubiera decidido usar.

 

Pero entonces lamentaba sus pocos meses atrás, cuando esa sonrisa estúpida vislumbró desde sus labios, y portó como jamás lo hubiera esperado. Y sintió tantas cosas fuera de lugar por él.

 

—¿Aún no saben algo?

—Dicen que el enfrentamiento fue bestial, hay muchas bajas.

 

Jaejoong solo deslizó su mirada con cuidado, donde algunos guardias se encontraban reunidos frente al televisor. Su corazón pequeño, reducido a escombros lo molestaba, desde las primeras horas de la mañana cuando luego de pocas horas de sueño al fin despertó.

 

Pero se acumulaban ahí, y comentaban bajito, se preocupaban y compartían frases a medio entender para él. Yunho era como un recuerdo borroso que quería eliminar pero persistía en cada espacio de él.

 

En realidad, Jaejoong siempre fue consciente de que enamorarse, siendo la palabra más idiota de la historia, no era con lo cual él tendría que convivir, tal vez desarrollaría afecto por alguien en algún momento, tan fuerte como Yunho. Así de intenso y adverso por igual, pero hablar de amor aun le era repulsivo. No creía en las fantasías después de todo.

 

Así que respiró hondo y trató de cerrar los ojos, aunque ni así pudiera escuchar bien.

 

—Parece que Choi y Jung están en terapia intensiva.

—¿En serio?

—Algo así escuché, no han permitido a nadie saber exactamente lo que pasó.

 

Jaejoong de pronto se encontró en medio de un camino bifurcado, entre ese Jaejoong de esperanzas meses atrás y su naturaleza pobre y deformada por la realidad. Ambos igual de atentos a lo que la vida les podía dar, esperando aun por la sombra de Yunho entrando por aquel lugar.

 

Se llenaba de suposiciones su cabeza y prefería negarse a pensar, porque ahondarse en lo que había sucedido en realidad era recordar que dolía, tan fisiológicamente, que creyó, podría gritar de desesperación en cualquier lugar.

 

 

 

 

Mir entró corriendo, evitando la prensa, la gente y las enfermeras que parecían pulular por todos lados como si se hubieran propuesto no dejarle camino, pero cerca del lugar todo era un poco peor, había tantos policías como gente en la sala de espera y todos parecían encerrados en armaduras de acero.

 

Sin embargo miró de un lado a otro, espacios vacíos donde pudiera encontrar a algún doctor, uno que le diera señales de algo, pero su corazón solo se agitó un poco más. Giró de un lugar a otro desorientado todavía, sin siquiera entender las vertientes internas que lo habían arrastrado hasta ahí.

 

Pero tenía esa necesidad absoluta por saber de él, se conformaría con tan solo saber que al menos no estaba entre los nombres en lista que saldrían en un par de horas como víctimas de aquel terrible encuentro.

 

—Buenas tardes— Trató de que una de las enfermeras se detuviera, pero ellas solo se disculpaban con palabras a medias y corrían de un lugar a otro apresuradas —Señora— Tocó suavemente a una de las policías que habían reunidas y luego olvidó que decir.

 

—¿Sucede algo?

—Jung Jihoon— Pronunció despacio, como si la realidad acabara de golpearlo. Él no tenía razones lo suficientemente fuertes para estar ahí —¿Cómo está?

 

—¿Quién eres?

 

Ella lo miró con evidente desconfianza y Mir sintió de nuevo ese malestar en su estómago.

No tienes por qué estar aquí…

 

—No deberías estar aquí— La otra mujer alzó su rostro mirándolo directamente y Mir no quiso admitir las formas en que había logrado colarse por amistad de su familia con los del hospital, retrocedió nervioso repentinamente como si ellas pudieran con sus preguntas atravesar sus propios medios —¿Cómo te llamas?

 

Pero si él no lo quería admitir, ¿por qué ellas lo iban a obligar?

 

—¿Mir?

 

Giró instintivamente la voz masculina y gruesa de Rain hizo saltar sus emociones en un trampolín violento, lo descubrió sentado en una de las sillas en el pasillo, rodeado por más policías, con su ropa sucia y su rostro sucio y algo marcado por pequeñas cicatrices.

 

Y sin embargo fue como si se sintiera satisfecho solo con eso.

 

—¿Eres idiota?— Pateó su pantorrilla con descaro, sintiendo la tensión de los demás ante su imprudente actitud, ante su descaro y rasgo infantil —¿Cómo se te ocurre…?— Entonces no quiso hablar más, porque si lo hacía iba a dejar salir todo ese estrés transformado en lágrimas.

 

Apretó los puños y juntó sus dientes, mirándolo ahí, con sus ojos abiertos de par en par contemplándolo tan fijamente que cuando el mayor se levantó, Mir solo pudo retroceder un paso, y luego otro más.

 

—Por alguna razón— Habló el mayor —Yo también tenía ganas de verte.

 

Los brazos de Jihoon se cerraron sobre su cuerpo y Cheolyong descubrió que en verdad era un poco más bajo que él, que singularmente no le molestaba su ropa sucia y desgastada de ese instante ni le importó quedarse inmóvil mientras apreciaba que en verdad se encontraba bien.

 

Lo sabía bien, si hubiera hablado un poco más hubiera terminado por llorar, y estaba cansado de hacerlo frente a él. Estaba agotado de que todas sus emociones se vertieran peligrosamente sobre ese ser extraño que en cada encuentro esporádico se graba más y más en su cabeza. Como una lección que pronto podría arrepentirse en aprender.

 

 

 

 

Yoochun recordó las perspectivas completas de su vida muy tarde, cuando la imagen de Changmin dejó de brillar por un instante con tanta intensidad, cuando su corazón ya no saltó conmocionado y sus ojos al fin pudieron dejar de mirarlo así, con esa epifanía deliciosa, parecida al mejor de los regalos.

 

Pero luego se removió incómodo, con una presión enorme sobre él y un poco de fe en sí mismo perdido en algún lugar. Era como un escozor extraño que recorría cada parte de si y lo hacía sentir en conflicto.

 

Pero cada vez que marcaba el número de Junsu, sonaba y sonaba sin darle la más mínima oportunidad, entonces Yoochun decidió salir muy temprano de ahí, con la imagen de Changmin dormido muy marcado en sus ojos, apenas pudo hablar con Choihang y aclararle que volvería pronto pero cuando se encontró en recepción solo logró sentirse más inestable que antes.

 

¿Qué le podía decir?

¿Cómo podía mirarlo a la cara?

 

—Yoochun…— Junsu llegó con su ropa de dormir, y su mirada algo confusa, apenas las puertas del ascensor se abrieron y Yoochun volvió a caer en ese abismo horrendo de incomprensión. Era Junsu. Ese Junsu en toda su magnificencia, y la mirada de Yoochun se opacó. —Hablemos arriba.

 

Junsu jaló de su mano buscando una privacidad que en aquel lugar no iban a tener, pero el contacto duró poco, mientras las puertas del ascensor volvían a cerrarse, y luego el silencio mortal los abrazó.

 

Dentro de la habitación no había demasiado, solo las pocas cosas que Junsu había decidido traer y Park momentáneamente sintió unas intensas ganas de vomitar. De que el cielo se abriera y le permitiera una excusa valedera para no tener que alejarse de él.

 

—¿Entonces?— Junsu decidió darle la espalda, a unos pasos de él —¿Has venido a disculparte y decir adiós?

—No es así… Yo…

 

—Yo te entiendo.

 

Junsu machacaba una a una las excusas que pudo tener y no funcionaban, pasaba todo tan rápido que Yoochun se sintió mareado de repente, como si el cerebro lo traicionara y jugara con su estado físico. Como si incluso respirar fuera difícil.

 

—Junsu— Aclaró su garganta y respiró hondo —Cuando te pedí que vinieras conmigo en verdad tenía puestas muchas esperanzas en esto. Yo estaba seguro de que eras la persona indicada. Pero no puedo dejar a Changmin, yo no puedo simplemente dejar de lado a la persona por la que… No sé cómo hablar contigo sin hacerte daño.

 

—Yo sabía— Susurró despacio Kim —Sabía que esto terminaría así. Siempre es así, siempre me equivoco, nunca tomo las decisiones adecuadas ¡Todo pasó tan rápido! ¿Por qué no lo pude ver?

 

Junsu llevó las manos a su rostro. Exasperado y con un bufido que intimidó a Yoochun como pocas veces le podía pasar.

 

—Está bien, vete ya. Vive tu vida aquí en Corea que yo me regresó a Paris en unos días, Solo has como si nada pasó.

—Pero…

 

—¡¿Qué no lo entiendes?!— Gritó —Tenerte aquí, pidiendo disculpas me humilla más, me hace sentir peor. Mientras más pronto desaparezcas, más pronto te podré dejar como una mala decisión. No te quiero cerca, no quiero recordarte así, no de esta manera. No quiero recordarte en lo absoluto.

 

Yoochun asintió, con su boca apenas moviéndose en intentos de palabras que morían más rápido que las ideas.

 

—Yo nunca quise que esto terminará así.

—¿Nunca quisiste volver a verlo?

 

Junsu se escuchó tan lleno de resentimiento.

 

—Sabes que no me refiero a eso.

—Lo sé. Y no te culpo, que es lo más… terrible. Si estuviera en tú lugar, si lo amara tanto, yo que tú no lo dejaría ir de nuevo. Estas oportunidades no suelen ocurrir.

 

Junsu descubrió sus ojos húmedos, justo frente a Yoochun. Y a pesar de que respiró hondo su vista solo logró nublarse un poco más.

 

—Por favor, perdóname— Para el momento en que Yoochun se arrodilló frente a él, con las manos por delante, Junsu solo pudo desviar la mirada y borrar con sus manos las lágrimas que lo acosaban. Como si hubiera cometido el peor de los pecados —En verdad me siento horrible. No quisiera que estuvieras pasando por esto. Lo siento.

 

Kim mordió su labio inferior con fuerza “No llores, no te desbarates frente a él” Lograba pensar, apretando sus puños con intensidad. Yoochun siguió a sus pies un rato más y finalmente él pudo respirar hondo y suspirar.

 

—Vete ya Yoochun.

 

Park estaba ahí, de nuevo a su altura, sin saber qué hacer, ni que decir.

 

—Por favor cuídate mucho— Murmuró con pena —Y si necesitas algo…

—Serás la última persona a la que recurra, tenlo por seguro.

 

Junsu estiró un poco su mano y Yoochun asintió con sus pasos lentos a la puerta, con Junsu cruzado de brazos y la mirada lejos de él, esperando escuchar el eco de sus pasos fuera de ahí, las palabras suyas no habían alcanzado a Junsu, no había forma de que llegaran hasta él, cuando él mismo no sabía exactamente qué decir.

 

Salió atormentado por su corto pasado, por la sonrisa de Junsu que no recuerda la última vez que vio, con un dolor de cabeza angustiante y una felicidad encarnizada que lo hacía sentir todavía peor.

 

No podía simplemente dejarlo a un lado y abandonarlo ahí.

Pero tampoco podía acercarse sin que Junsu intentara la próxima vez que lo viera golpearlo.

 

Quería y a la vez no deseaba estar junto a él.

Temía por los pocos y escasos retazos de afecto que podía tener.

 

 

 

 

Recorrió la estancia con cuidado, Changmin procuraba no tocar demasiado para no sentirse involucrado, sin embargo veía las imágenes que permanecían repartidas por cualquier lugar, las fotografías y esos ojos que transmitían mil cosas a la vez.

 

Podía quedarse ahí, observando una sola de esas fotografías, tratando de descifrar a ser ese extraño que aparentemente era él y parecía tan estremecedoramente entregado a esas tres personas que parecían ser su familia sanguínea.

 

El lazo con Yoochun era mayor, mucho mayor, quizá por ser el único recuerdo desarrollado en su cabeza hasta la fecha y levantarse a solas fue como un terrible vacío sin ser expresado a continuación.

 

—Changmin— Cuando su madre, denominada así por las pruebas presentes llegó hasta él, envuelta en ese hermoso vestido y con sus pasos un poco indecisos, Changmin apretó los puños reticente ante la imagen de ella —¿Quieres hablar un rato?

 

Si bien sus emociones no definidas lo tenían atrapado. Changmin luchó porque su rostro no mostrar ni un ápice de esa terrible negación que quería exfoliar incluso a costa de romperle el corazón a la mujer.

 

—Claro.

 

No quería ni un poco de contacto humano desconocido, no quería sentirse mínimo e indiferente, con tan poco conocimiento que sentía que todo lo que se sentía a su alrededor eran puras mentiras. Esa desconfianza tan suya que no lo dejaba avanzar.

 

Contaba una a una las verdades que eran susurradas en sus oídos y pretendías separarlas y asimilarlas, tratar de darles argumentos valederos para toda esa sensación hueca y el espacio vacío de Minho, aquel que simplemente había desaparecido.

 

A veces Changmin pensaba que preguntar por él sería imprudente, pero de repente vagaba en sus propios desvaríos y pensaba que regresar con él movería las piezas de ese enorme juego de ajedrez. Minho no era un completo extraño en Seúl, tenía incluso a su hermano mayor aquí.

 

—Vamos al salón.

 

Choihang tomó su mano con soltura, su tacto cálido y agradable lo guio entre los pasillos vacíos y él solo pudo deslizar sus pensamientos hacía Yoochun, al hecho que lo había llevado lejos de él, dejándolo afrontar todo esto solo.

 

Porque podía estar ocultando sus miedos, pero de algún modo, internamente, deseaba su mano, su apoyo junto a él, lo único creíble en medio de tanto desconocimiento tan bestial que arañaba lentamente su cordura inestable.

 

 

 

 

—¡¿Dónde has estado?!

 

Changmin ingresó azotando la puerta de su habitación, Yoochun apenas alcanzó a terminarse de sacar la camisa que llevaba puesta cuando la mirada profundamente molesta del menor lo atravesó sin reparo, con sus puños apretados y sus cejas juntas por el enojo.

 

En un instante breve Yoochun se sintió acorralado, como si hubiera salido a hacer algo realmente malo y Changmin quien clamaba tanto su presencia solo lograba sentirse ofuscado y endeble al mismo tiempo.

 

—Tuve que salir un momento…

 

—¡Estuve esperando por ti!— Cuando Changmin gritó con fuerza, descubrió tarde que la pregunta anterior no necesitaba una respuesta en verdad —Esa mujer intentó hablar conmigo pero fue un absoluto fracaso, siento… que no hay ninguna conexión.

 

Finalmente esa fuerza intensa con la que Changmin había ingresado quedó disminuida a las cenizas y Yoochun caminó hasta él con un suspiro pequeño entre los labios, Shim era como un vacío interpolado y sus manos agarraron con ligereza los brazos de él.

 

—¿Hablas de tu mamá?

 

Changmin asintió con la mirada perdida de un lugar a otro, sin reparo ni astucia, solo despojos suaves de evitar su mirada ante el sofoco propio de la debilidad que caía sobre sus hombros. El desconcierto y el miedo envueltos por igual.

 

—Tendremos que buscar ayuda.

 

—No me vuelvas a dejar solo— Changmin se atrevió a abrazarlo, a que sus brazos rodearan a Park con débil fuerza —Eres lo único que recuerdo, lo único real— Se asqueó mientras lo pronunciaba, depender de otro lo hacía sentir infravalorado, pero Changmin solo suspiró moviendo un poco los cabellos de Yoochun ante el gesto.

 

Estaba envuelto por un giro constante, los recuerdos creados desde que hubiera abierto los ojos luego del accidente parecían dispersos ahora, Yoochun era lo único presente. Su único pasado al que podía mantenerse aferrado aunque su orgullo pisoteado lo odiara justo ahora, pero acorralado Changmin no podía vislumbrar la luz y sus miedos ante tantos cambios, tan rápido lo dejaban sin fuerzas y sin armas.

 

—No tengas miedo Changmin.

 

Y la manera en que Yoochun podía leerlo lo aliviaba y lo asustaba por igual.

 

 

 

 

Minho dio pasos suaves en medio de toda esa locura que eran los sujetos a su alrededor, sus ojos cansados y mitigados por los malos augurios lo llevaron hasta ahí, su corazón pequeño y destrozado lo hizo sentir más joven de lo normal. Tan pequeño e insignificante que acercarse al pequeño estado del vidrio frente a él lo hizo sentirse paralizado.

 

Cuando colocó la mano sobre el vidrio y observó el cuerpo de Siwon su cuerpo entero sintió el vacío emocional que venía suponiendo desde que recibió la llamada. Escuchó los susurros lejanos y una voz en su cabeza que le decía que algo debía hacer.

 

Madurar pronto nunca había sido lo suyo, su relación subjetiva con Changmin eran muestras de ello. Pero no era tiempo para pensar en él, solo podía sufrir del choque emocional que tenía mientras veía a la persona más saludable y fuerte que había conocido, lleno de tubos, heridas y moretones que lo hacían casi irreconocible.

 

Su rostro completamente ausente lo hizo sentir que el mundo se abría frente a él y Siwon, un espacio que jamás podría ser saldado, luego la realidad cumplió su cometido y las lágrimas salieron solas, sin que su expresión variara demasiado. Su corazón se adelantaba a la fisiología de su cuerpo y Minho no sabía si agradecerle o no.

 

Solo salían, como pequeñas gotas rebeldes que escapaban de sus ojos, tan vacío e indispuesto que sintió la imagen de Siwon marcarse en sus ojos por un tiempo indefinido.

 

No lo vas a olvidar” gritaba su mente y Minho le daba la razón.

 

 

 

 

—Vamos hyung.

 

Heechul, débil todavía no lograba entender las acciones de Sungmin. Lo había sacado de la habitación sin tomar demasiadas cosas en cuenta, como su precaria salud que podía empeorar en cualquier momento.

 

Y no es como si Heechul quisiera hacer muchas cosas con su vida o no, pero las acciones del más bajo le dejaban entrever algo más peligroso todavía. El miedo en sus facciones mientras lo ayudaba a acomodarse en esa habitación repleta de cinco personas más, en una habitación de uso general.

 

Solía jactarse siempre de poder tener una de esas habitaciones privadas, pero Sungmin lo había llevado hasta allá, un pase implícito que no terminaba de entender.

 

—¿Qué está sucediendo? ¿Por qué pediste que me cambiaran de habitación?

—Aquí estaremos bien. Entre tanta gente hay menos riesgo— Sungmin parecía hablar solo y a veces miraba constantemente a la puerta.

 

—Sungmin…

—Tienes que recuperarte pronto, hyung. Tenemos que huir, no creo que él haya muerto, no tan pronto… no tan fácilmente.

 

—¿De qué hablas?

—Leesang.

 

Los ojos se le abrieron de par en par, en un movimiento que casi lo hizo sentir mareado, pero quizá era propio de su estado precario. Mientras Sungmin seguía nervioso y casi pálido frente a él.

 

—¿Qué hiciste Sungmin?

—Nada— Lee lo miró a los ojos y Heechul solo intensificó su mirada —Tú solo ocúpate de mejorar pronto, hyung.

 

Las muñecas vendadas de Heechul dolían todavía, no las podía mover demasiado y el apetito era menor que el habitual, sin embargo Kim parecía dispuesto a ignorar lo sucedido. Sungmin parecía comprometido con la situación.

 

Las alas de Heechul estaban tan rasgadas como sus brazos ahora, si miraba a Sungmin por ratos, su rostro cansado evidenciaba las noches sin dormir. Heechul se sabía importante para él, pero solía ser más egoísta de lo normal ahora. Y buscaba huir. Solo eso como base principal. Inexplicable y monótono. Como eso que Sungmin parecía tan empeñado en ocultar.

 

Suavizó un poco sus expresiones mientras los acompañantes de los que permanecían en otras camas hacían cosas para lograr animar al otro, suponía no estar en un lugar especial, solo en el lugar que aquellos a punto de salir solían usar.

 

Heechul se negaba a hablar con la psicóloga, pero tenía la firme idea de mentir hasta donde pudiera, si eso le otorgaba la salida inmediata de ahí.

 

 

 

 

Un paso tras otro Jaejoong caminó. Guiado por la desesperación y la insoldable caricatura que era él dentro de sus recuerdos, como un odioso video de amor: entre sonrisas desubicadas y sutiles roces, besos menguantes y situaciones que parecían vistas a través de la pantalla de un televisor.

 

Las sentía tan ajenas y tan parte de él, que se terminó por rendir.

 

—Guardia— Habló, aún con la mirada perdida y las emociones muertas. El hombre giró con la sorpresa dibujada en sus facciones, aunque velozmente las cambió por una indiferencia renuente que Jaejoong ignoró, agarrándose fuerte de los barrotes de la celda —Estoy dispuesto a confesar.

 

El guardia abrió sus ojos un poco más, todavía sorprendido por el hecho de oírlo hablar desde que fuera capturado, a pesar de las constantes iniciativas de la psicóloga porque diera un paso hacía ellos.

 

—Iré a llamar a mi superior.

—¡Espere!— Apenas estiró su mano, saliendo de los límites de su libertad pasiva —Antes necesito pedir algo a cambio.

 

—¿Crees que te encuentras en posición de exigir?

—¿Tienen alguien más?— Jaejoong sonrió advirtiendo la tensión en los hombros del otro —Vamos… No es la gran cosa en realidad. Será algo muy fácil de concederme.

 

 

 

 

Cheolyong solo observó de lejos a Jihoon la manera en que se mantenía con la cabeza un poco baja escuchando con atención a la mujer un poco más bajo que había llegado de urgencia a comunicarle algo sumamente importante. Rain tenía sus brazos cruzados y una expresión seria total.

 

Mir se había mantenido renuente a moverse de ahí, había llegado a casa a avisar, pero mientras Rain no saliera del dichoso hospital, Cheolyong sentía con el paso de los segundos que poco a poco su presencia era cada vez más innecesaria.

 

Lo contempló pensar durante largos segundos, hasta luego pronunciar pocas palabras y volver junto a él. La mujer en cambio solo había asentido moviéndose velozmente de ahí. Cuando llegó, la mirada de Jihoon había cambiado un poco, parecía tratar de leer en sus ojos algo y Mir intentó no desviar la mirada.

 

—¿Ocurre algo?

—Es hora de que vayas a casa, Mir.

—Pero…

 

—Yo estoy bien— Le cortó de inmediato Jihoon —Agradezco mucho que estés aquí, pero debo quedarme con mi escuadrón y luego atender cosas importantes del departamento ya que Siwon no…— Repentinamente la lengua de Jihoon se trabó —Bueno, creo que es mejor que vayas a descansar, por favor.

 

Mir asintió, tratando de no convertirse en esa molestia de la cual Rain se pudiera arrepentir, había tantos huecos en medio de ese abrazo y esa repentina frialdad con la que hablaba ahora. Por eso sonrió suavemente y luego respiró hondo.

 

—Cuídate.

 

Luego de eso los latidos sonaban en su cabeza, sus palabras agotadas morían mientras salía del hospital y recién entonces se avergonzaba por sus acciones impulsivas, por lo que el resto del mundo había podido contemplar y por Rain, en toda la extensión de lo que representaba inestablemente para él.

 

 

 

 

Jaejoong entró de la peor manera aquella noche, cuando el reloj marcaba las once y algo más y el lugar estaba casi desierto, casi porque la gente no estaba en todas partes y apenas y había unos cuantos dormidos en las salas de espera. Porque las enfermeras parecían ocupadas en revisar únicamente las habitaciones y porque afortunadamente la prensa había abandonado al fin el lugar.

 

Sus manos apresadas por las esposas molestaban, a su lado dos policías escoltaban su paso por el lugar y Jaejoong, inseguro de lo que iba a encontrar solo pudo morder su labio y tratar de eliminar esa contradictoria sensación de malestar total que lo recorrió de pies a cabeza.

 

Cuando llegó, Rain estaba ahí, con algunos rasguños y su expresión seria. Parecía esperar frente a la puerta, metido en sus pensamientos, desconfiando de él plenamente. Y cuando estuvieron frente a frente, Jihoon se tomó el tiempo de analizarlo, diestramente por un par de minutos antes de atreverse a hablar.

 

—Diez minutos— Le aseguró —Y no estarás solo.

—Yo pedí que…

—No te puedo dejar solo con él, eres un elemento demasiado peligroso.

 

Saberlo no era lo mismo que reconocerlo. Y Jaejoong sintió nuevamente el deseo impune de arrodillarse si era necesario con tal de que lo dejaran pasar. Ese desconocido allá dentro, ese que había jugado con su ‘yo’ ajeno e ingenuo sin pasado ni memorias lo estaba obligando a la más grande estupidez de todas.

 

Pero esa parte democrática suya no se rendía y clamaba por verlo otra vez.

 

—Tú decides Jaejoong— Habló otra vez Rain —Te acompaño, o te vas de regreso a la jefatura.

—Pues si me regresan no diré una sola palabra.

 

—De todas maneras irás a la cárcel— Rain era renuente —Es tu decisión. Solo tú sales perdiendo, yo puedo encontrar a más que estén dispuestos a hablar.

—Nadie como yo.

 

Jihoon pareció abrir un poco más sus ojos, Jaejoong por un momento pensó ganar, sin embargo Rain respiró hondo y luego solo dejó sus palabras escapar.

 

—No pienso cambiar de decisión.

 

Y Jaejoong tuvo que resignarse una vez más, todo por culpa de él.

 

 

 

 

Así que entrar fue poco más que devastador, extraño y asfixiante.

 

La habitación mantenía ese sonido mortal y constante, la vida de Yunho pendiendo de ese aparatoso ruido, su cuerpo sobre aquella pequeña cama y ese tubo grueso entrando por su boca, haciendo que cerrara los ojos un instante, tan intenso verlo así que cuando la puerta tras él se cerró, no pudo evitar girar de inmediato.

 

Solo estaban Rain y él acompañando a Yunho esa noche, solo eran decadentes diez minutos otorgados para todo lo que le hubiera gustado decir. Jihoon se acercó serio todavía, quitándole las esposas sin apuro y mirándolo directamente a los ojos luego de contemplar a Yunho un rato más.

 

—Es todo lo que puedo hacer.

 

Murmuró sin que él alcanzar a comprender, pero cuando lo vio sentarse en la cama vacía junto a Yunho y correr una cortina, Jaejoong sintió un pequeño espacio de privacidad casi inmune, caminó aterrorizado por las heridas que veía en su cuerpo, el ojo izquierdo lo tenía hinchado ¿perdería la visión?

 

Su pierna estaba inmovilizada y apenas cubiertas las heridas más graves en sus costados. Caminó abstraído por el pequeño momento que le fue entregado y analizó su estado de asombro total. Había visto a gente morir a sus pies, de todas las formas posibles, los había visto agonizar inclusive. Yunho era un nombre más en su larga lista.

 

Pero sus manos tocaron las ásperas de Jung con cuidado y sin interponerse entre todo aquello que lo mantenía con vida ahí, su cabello y sus facciones, todo tan diferente al Yunho que pudo ver días atrás.

 

Acarició su rostro y notó en ese momento que su mano temblaba, que estaba tan irritadamente molesto y nervioso a la vez que solo quería poder encontrarlo despierto, pero él no hacerlo solo ponía en declive todas las cosas que pasaban por su cabeza.

 

—Lo siento mucho. Soy dañino para todas las personas a mi alrededor, si te hubiera conocido con mis recuerdos en su lugar, ¿te lo hubiera llegado a decir? ¿Te hubieras alejado de mí? ¿Me habría alejado yo de ti?— Arregló un poco ese cabello despeinado y trató que su boca mostrara una sonrisa —Me debes una disculpa, Yunho. Pero si hablas conmigo, ahora que se quién soy en verdad ¿te decepcionarás?

 

Su monólogo estaba siendo pronunciando en las voz más baja que encontró. Yunho seguía sin mostrar reacción alguna y Jaejoong solo podía respirar hondo y olvidar como llorar.

 

—Llegó la hora de hacer lo correcto, aunque yo nunca creí en eso— Bufó de repente, alzando la mirada ante el blanco techo del lugar —En realidad yo solo quería huir y hacer como si mi pasado no hubiera existido jamás. Ahora es difícil con la policía sobre mí ¿no?

 

Rió repentinamente, tapando un poco su boca y luego volvió a respirar profundo, evitando tocar demasiado a Jung, porque su cuerpo parecía delicado incluso ante el más mínimo toque. —Si hago lo correcto, alguien como tú… ¿me podría llegar a querer?

 

La sonrisa tembló de repente y luego sacudió la cabeza con fuerza —¿Pero qué estupideces estoy diciendo?— Sonrió un poco más confiado y apretó deliberadamente la mano de Yunho —Si despiertas espero que te digan que estoy haciendo las cosas bien, y quizá así te atrevas a mirarme a la cara otra vez. Aunque sea para decirme adiós. Si estás vivo no me importa si te vas a otro país u otro continente ¿me oyes?— Jaejoong sintió la respiración fallarle porque fue incluso hasta inestable —Dentro de la cárcel de todas maneras no te voy a poder ver. Solo recupérate por favor, Boa seguramente ha de estar viajando para acá, ¿lo recuerdas? Ella siempre decía que nos veíamos realmente bien juntos.

 

Los recuerdos de sus paso jugaron deliciosamente con su presente, la imagen de ella tan presente en su cabeza mientras Yunho seguía inmóvil y sin parpadear.

 

—Yo nunca te lo dije… Pero eso me pareció tan real, como un anuncio del destino. Ya sabes, mi otro yo, sin memoria, que era un ridículo de lo peor. Este yo, el Jaejoong de verdad, con sus recuerdos y experiencias completas ¿te agradará? ¿Le seguiré agradando a Boa? Yunho… ¿recuerdas aquel globo que hiciste llegar hasta mí? Seguro ya reventó, pero ese es el mejor de los recuerdos que tengo, ahora, consciente de toda mi vida, te lo puedo decir: es mi más preciado recuerdo. Lo simboliza todo para mí. Y justo ahora quiero que ese deseo que pedí meses atrás se cumpla, que se haga realidad.

 

Se cansó de esas emociones revoloteando por todas partes en su interior y sencillamente pasó una mano por su rostro cuando al fin vio a Jihoon moverse, el tiempo se le había agotado demasiado pronto y Jaejoong únicamente quería quedarse ahí, junto a él hasta que llegara a despertar, pero su realidad lo alejaba cada día un paso a más.

 

—Despierta pronto por favor.

 

Besó sus labios sin reparo, con un toque breve a pesar de las heridas limpias que tenía Jung, luego solo dejó otro suspiro leve escapar. Y apretó sus puños sin cuidado. Trató de borrar esas expresiones de su rostro y que todo ese dolor se mitigara dentro de él.

 

—Ya es hora— Jihoon trató de sonar suave mientras abría las cortinas y miraba a Yunho una vez más —Espero que cumplas con tu palabra.

—Lo haré.

 

Las esposas volvieron a él, y su caminar fuera de la habitación fue más pesado de lo habitual, lo miró por última vez, justo antes de que la puerta se volviera a abrir y deseó, que el tiempo lo dejara llegar hasta él otra vez.

 

Fin Capitulo Diecisiete

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Memorias prohibidas: capitulo 16


 

Memorias Prohibidas

 

Capítulo 16: He aprendido tan pocas cosas del amor.

 

 

Donghae esa mañana se encontraba más atareado de lo normal, tenía sus manos puestas en demasiadas cosas como para poder centrarse en una sola tarea, y la aparición del hijo mayor del funcionario público solo había logrado revolucionarlo todo.

 

Hace mucho que no sabía de Heechul, porque la investigación por su parte con él ya había terminado, y Siwon ya no creía necesario seguir sus rastros, pero esa mañana en particular resultaba inquietantemente ligera, tanto que Donghae solo pudo suspirar resignado en un par de ocasiones.

 

Aún tenía esas emociones extrañas galopando entre la angustia y la desesperación porque no tenía noticias de esa persona que hace más de año y medio había desaparecido en una misión que él consideraba exageradamente riesgosa, pero que a su mejor amigo parecía sacudirlo todo y brindarle la oportunidad que tanto requería.

 

Pensaba en él y en lo mucho que lo extrañaba cuando salió de una de las oficinas y se encontró con aquel muchacho que tantas veces había visto salir con Heechul, su rostro fino y su piel blanca, su expresión vacía y las manchas de sangre en su ropa, acompañado por ese rostro con evidencias de llanto.

 

—Qué bueno que apareces— Una de las mujeres se acercó sutilmente hacía él, con voz baja y profunda —Ese muchacho necesita hablar con alguien de un rango superior. Es muy extraño, pero parece estar en estado de shock.

 

Donghae analizó cada facción de Lee Sungmin en ese instante, sin adivinar todavía lo que lo traía por un lugar como la jefatura de policía, ni mucho menos comprendía por qué repentinamente tuvo otro de esos presentimientos fuera de lugar.

 

 

 

 

—En verdad me sorprendió tu llamada— Siwon dejó lentamente las llaves sobre el pequeño mesón a la entrada de su departamento, Minho solamente cargaba sus maletas y las dejaba cerca del sillón, con ese inusual silencio alrededor de él —Ni tampoco esperaba que ese amigo al que querías que ayudara se tratara de Shim Changmin.

 

—Creo que ni siquiera yo pude medir la importancia de todo eso.

 

Minho tenía ese tipo de expresión en el rostro, lucía abatido y cansado mientras se dejaba caer en el sillón y suspiraba largamente. Siwon tenía tantos problemas en la cabeza como para regalar algunos de ellos y poder así aligerar sus penas, sin embargo Minho estaba absorto en algo, tan profundo y preocupante que solo pudo sentarse junto a él y mirar, el mismo exacto punto vacío que el menor contemplaba.

 

—Te extrañé mucho Minho.

 

No solía ser un hombre de muchas palabras, pero en ese instante parecieron ser las adecuadas cuando Minho tomó su mano fuertemente y luego asintió mordiendo sus labios, y con otro de esos suspiros nada reparadores.

 

Minho y él habían crecido prácticamente solos, sus padres con una temprana muerte habían dejado a Siwon a cargo de un muchacho joven y aventurero que gustaba vivir de los placeres de la vida a cargo propio, no pudo detenerlo cuando decidió abandonar Seúl algunos años atrás dejando atrás estudios, amigos y por supuesto a él.

 

Siwon no quiso detenerlo, Minho era tan libre y diferente a él, que regirlo era imponerle sentencias. Habían crecido solos a cargo de varios familiares, pero solos al fin y al cabo, pero aun así, sabían tan poco del otro que era gratificante descubrirlo todavía a pesar de los años.

 

Siwon siempre supo, que su hermano menor era como un libro abierto, por eso brindó apoyo y buscó apoyo por igual, abrazándolo suavemente al principio, dejando que Minho escondiera el rostro en su pecho y luego suspirara de nuevo.

 

Cansado y abatido igual que él.

 

 

 

 

—Bebe un poco de té.

 

Yoochun apenas tomó el pequeño recipiente entre sus manos, luego de que la prensa se marchara y la familia entera se reuniera en el salón. Sus ojos miraban fijamente la imagen de Changmin frente a él, casi etérea, casi como un alma.

 

Podía haberse golpeado en la cabeza y alucinar tan fuertemente, tan cruelmente que sus instintos podían bloquearlo todo por igual, sin embargo todos parecían ver lo mismo que él y podía notar que Changmin empezaba a incomodarse.

 

—Deja de verme así— Habló por fin y se levantó de su lugar, Changmin se movió de un lado a otro, exhalando con fuerza y luego regresando junto a él —En verdad eres tú— Yoochun vio sus ojos, la manera en que las manos de Changmin tocaron su rostro, reconociéndolo de nuevo —En verdad te veía… Mi mente es impresionante.

 

Yoochun sonrió sin poder evitarlo, esa esencia de Changmin tan presente que solo podía creer que se estaba volviendo loco, o quizá ya lo estaba y solo estaba sumido en sus desvaríos personales sin poder ser rescatado.

 

Pero, si era así ¿qué importaba?

Changmin estaba ahí, presente, justo frente a él, tocándolo, probándole que era real.

Si había perdido la razón, sinceramente ya no le importaba.

 

—¿Qué te pasó?— Susurró sus palabras lentamente, tomando una a una las manos de Changmin, sentir su calor y su piel algo suave entre sus manos —¿Por qué desapareciste así? ¿Dónde estuviste?— Sin embargo la mirada de Changmin lució débil, gacha mientras movía un poco la boca y finalmente dejaba a un lado el valor para hablar.

 

—Es complicado…

 

Yoochun sintió que incluso empezaba a dolerle la cabeza. Quizá eran demasiadas cosas al mismo tiempo, pero el punto final a esa angustia dolorosa lo calmaba todo, era como si estuviera embelesado por el rostro de Changmin y su presencia, no quería siquiera cerrar los ojos y que luego la imagen de Shim se marchara, justo como en algunas de sus pesadillas.

 

—Luego tendrán tiempo de hablar— Choihang finalmente levantó la voz, tan suave y hermosa que Yoochun apenas pudo levantar el rostro y asentir, no le importaban las explicaciones en ese momento, si Changmin era real y podía permanecer con él —Será mejor que ambos descansen.

 

En verdad para Yoochun no existían las incomodidades con Changmin, siempre fue un gesto mutuo entre ambos y los ojos de Shim lo observaron plenamente, esperaban algo de él que Yoochun reconoció y se atrevió a intentar.

 

—¿Podríamos…?— Incluso se sentía inseguro —Ya sabe, quiero hablar con él, necesitamos hacerlo.

 

Miró a la mujer con suplica, como si fuera un adolescente pidiendo un permiso difícil, apretando la mano de Changmin con fuerza, y se sentía tan unido a él, cuando sintió al menor retribuyéndole casi con la misma fuerza el agarre. En la distancia, Mir apenas sonrió en silencio, reviviendo escenas viejas que ya habían sido contadas mientras su madre sus piraba y cedía como en cada ocasión ante ellos.

 

—Vayan, pero tómense las cosas con calma.

 

Yoochun llevaba la batuta en esa situación, parecía ser la mano líder que los guiaba, incluso en el momento en que asintió velozmente y caminó de la mano con Changmin, subiendo unas escaleras que el menor ya se sabía de memoria mientras desaparecían entre esos pequeños y suaves pasos en la residencia de ellos.

 

Hangsook suspiró sentado junto a él una vez su esposa estuvo a su lado, sonriendo un poco mientras ella parecía más bien conmovida por todo lo que estaba ocurriendo, todo tan pronto, tan rápido que él únicamente tenía espacio en sus emociones para sentirse agradecido, porque aunque los ojos de Changmin siguieran mirándolo con algo de vacío.

 

Era su Changmin al fin y al cabo, el que volvería en su totalidad en el momento indicado.

 

 

 

 

—Tienes visita.

 

Jaejoong en verdad tuvo la esperanza de que fuera era él.

 

—Hola Jaejoong— Pero sus ojos se alzaron al reconocer esa voz gruesa, que lastimaba a sus recuerdos mientras lo veía y su mundo entero se sacudía, confundido entre su pasado y el presente que había estado viviendo sin sus recuerdos —Mira que encontrarte vivo es una gran sorpresa.

 

Pero Jaejoong frunció el ceño, apretando con fuerza los barrotes entre sus manos, mirando a Leesang con desprecio mientras este sonreía abiertamente e incluso se permitía esconder las manos en los bolsillos de su pantalón, con esa expresión orgullosa y repleta de vanidad.

 

El mundo para él seguía dando vueltas, esa ingenuidad casi delatora con la que había logrado acercarse a Yunho, olvidando ese pasado que había hecho mella en el carácter compuesto por las manos de Leesang. Sin embargo seguían ahí, cada uno de sus sentimientos por Jung, pero también estaba ahí el Jaejoong que Leesang había moldeado.

 

Confabulaban ambos dentro de su cabeza.

¿Cómo exactamente debería comportarse ahora?

 

—¿No piensas hablarme?— Leesang parecía conmovido, con su rostro cerca, y Jaejoong solo pensaba, ¿realmente qué responderle? Pero el hombre solo suspiró y lo miró —¿Acaso perdiste la lengua?

 

No había compasión en Leesang por ninguna parte eso Jaejoong lo sabía tan bien que era incluso ridículo pensar que podía solo olvidarlo. Así que terminó por reír, a carcajadas completas, como no lo había hecho probablemente en años, apretó las manos contra su estómago e incluso se encogió un poco.

 

La mirada del mayor, repleta de espasmos y rechazo mientras lo miraba volverse loco en su misma inmundicia. Pero Jaejoong solo rio, una y otra vez como si las carcajadas fueran una necesidad igual que respirar para sus pulmones.

 

—Estás loco…

 

El deprecio de Leesang tan palpable que Jaejoong únicamente sonrió y lo miró marcharse, tan aturdido como confundido por igual y de algún modo extraño sintió internamente que estaba haciendo un buen trabajo.

 

No lo quería volver a ver. No quería nada de su pasado en su vida ahora.

No se quería así mismo… Ocho meses atrás.

 

 

 

 

Rain había tenido una de esas mañanas por demás contrariadas, su trabajo exigía tantas cosas en su vida que sentirse así de confundido y estresado era algo que definitivamente no iba con él, pero mientras Siwon parecía sumergido por situaciones ajenas a él y que prefería desconocer, supo que tomar el mando era lo adecuado.

 

Sin embargo Yunho parecía ser intencionalmente alejado de hablar con Jaejoong, a cada momento surgía algo que lo mantenía entre papeleos o visitas importantes que requerían de su atención mientras Shindong lo relacionaba con diferentes casos atrás.

 

Jihoon sabía poco, pero sentía la necesidad de Yunho por hablar con Kim.

Necesidad que hasta ahora había sido vetada por sus necesidades en el trabajo.

 

—Permiso— Dos toques en su puerta anticiparon la entrada de Cheolyong que parecía incluso un poco pasivo mientras ingresaba en la pequeña oficina llena de cajas con demasiados papeles a su parecer —¿Estás ocupado?

 

Y negarse a esos ojos fue un poco más que imposible.

 

Había aprendido con el paso del tiempo que Mir era diferente a las demás personas para él, y cosas como esas, un adulto como él solamente las debía resguardar sin quedar demasiado en evidencia. Por eso accedió a tomar un poco de café, aquel que vendían en la cafetería aledaña a la estación de policía y que parecía ser uno de los negocios más acertados en el lugar.

 

El frío era invasor e incluso pudo contemplar a Mir cerrando mejor su abrigo mientras se cubría y caminaba junto a él casi sin parecer demasiado apurado.

 

—¿Qué querías decirme?

 

—Es sobre los últimos días— Mir se escondía en ese abrigo, y parecía incluso más pequeño —Lamento haberme comportado de esa manera. Pero… todo era extraño, eran demasiadas cosas, todas pasando al mismo tiempo.

 

—Está bien— Sonrió —He tenido casos de familiares en peores situaciones.

 

Entraron en la cafetería casi al mismo tiempo y Jihoon pudo notar la pequeña sonrisa de Mir incluso a pesar de únicamente poder divisar su perfil, apenas un poco más bajo que él.

 

—Mi familia y yo estamos muy agradecidos por todo.

—En realidad no…

 

—Padre dijo que les enviara un presente.

—No es necesario— Su negativa absoluta hizo al otro levantar el rostro desconcertado —En verdad nada de eso es necesario.

 

Así que Cheolyong volvió a sonreír mientras buscaba la billetera en su abrigo y respiraba hondamente, como agarrando el valor necesario.

 

—Entonces al menos déjame invitarte un café.

 

Mir ni siquiera esperó una respuesta de su parte. Rain solo lo vio hacer fila mientras esperaba para poder hacer su orden y lo contempló tan poco tiempo, que la llegada brusca de Donghae lo tomó desprevenido y con los ojos abiertos de par en par al notar su rostro agitado y su respiración contrariada.

 

—¡Al fin te encuentro!— Lee parecía exasperado, casi rayando los límites de su propia tranquilidad mientras lo sostenía del brazo y Jihoon sentía la mirada de Mir en ambos en aquel instante —Ocurrió algo, es severamente importante.

 

—¿Tiene que ver con el caso principal?

—Totalmente— Donghae se permitió respirar hondo otra vez —Debemos movernos rápido, te necesitamos en la oficina ahora.

 

Rain asintió casi sin problemas, sin dudarlo un solo segundo —Ve, yo te sigo— La mirada de Donghae se resbaló delicadamente hacía el muchacho que continuaba a su lado y Rain solo movió un poco su cabeza, obligándolo a Donghae a obedecer mientras abandonaba la cafetería y él se encontraba con la mirada expectante de Cheolyong.

 

—Ya oíste— Se excusó —Debo irme, queda pendiente lo del café.

—De acuerdo.

 

Ni siquiera se molestó en más formalidades entre ambos y de pronto mientras caminaba de regreso a la estación de policía le resultó extraña la pequeña convivencia de ambos, compartiendo espacio y tiempo, de un momento a otro. Tan cercanos, que incluso el mismo Rain sintió escalofríos.

 

 

 

 

Yoochun empezaba a sentir que exageraba cada una de sus miradas, y sus actitudes, tan alejado de su realidad que incluso aunque lo pensaba y lo sentía así, prefería ignorar las voces y continuar, con su mano cerca del rostro de Changmin, recostado en la cama frente a él, ambos contemplándose, con palabras cortas y frases pequeñas.

 

—¿En verdad lo olvidaste todo?

 

Era más fácil si tocaba suave el tema, aunque su estómago quemara y se sintiera incluso decepcionado al verlo tan vacío a ratos.

 

—No todo en realidad— La voz de Changmin no había cambiado, era su tono algo previsivo que Park reconocía como el tono que el menor usaba antes de que fueron amigos —Hay cosas, que me venían a la cabeza todo el tiempo.

 

—¿Cosas como qué?

 

Hablaban casi en susurros, dentro de la habitación de Changmin, como si el lugar les perteneciera desde hace tanto.

 

—Te recordaba, todo el tiempo— La sinceridad de Shim lo atacó brutalmente, lo suficiente como para dejarlo paralizado —Primero era tu voz, y hasta hace unas semanas al fin pude ver tu rostro. Identificarte de entre todas las manchas borrosas que se me aparecían entre sueños— Tan pequeño frente a él, que llorar hubiera sido tan patético, estaba abrigado por la sensación más maravillosa de todas.

 

Changmin seguía en medio de su propia ignominia buscándolo, recordándolo a él, Changmin continuaba en el fondo, con sentimientos fuertemente arraigados y los brazos de Yoochun se movieron suaves hasta la camisa de Shim, apretando la tela entre sus puños y respirando muy cerca de su cuello.

 

Era un poco menos patético si lloraba lejos de la mirada de él.

Y con suerte Changmin ni lo notara.

 

Pero el letargo breve de ese abrazo complicado lo hizo permanecer así demasiados minutos, con tantas cosas en la cabeza que cuando se pudo dar cuenta, la respiración de Changmin había sido calmada, tan lenta y pausada que cuando se alejó, se encontró con su rostro adormecido, bajo la misma tranquilidad de su rostro apacible y portando toda esa belleza que siempre le pudo ofrecer.

 

Yoochun no creía haber sido tan bueno en esa vida.

Pero estaba infinitamente agradecido, tanto, que podría fácilmente dudar de su cordura de vez en cuando. Aunque Changmin fuera más real de lo que pudiera aceptar.

 

 

 

 

Minho sabía que Siwon había pedido ese día para estar con él, y aunque no se había atrevido a hablar más allá de lo debido, poco había conversado con él sobre Changmin, pero cuando el teléfono sonó, su mirada lo siguió en cada paso, y miró con un mal presentimiento en todo el cuerpo la manera en que el mayor bajaba la voz y se movía inquieto.

 

Notó la manera en que apretaba su puño, su voz aún más disminuida y pensó seriamente en decirle que no saliera, porque era como leer cada una de sus expresiones, en los próximos segundos lo único que sabría de él era que tendría que salir, y quería pedirle que no fuera, que se quedara.

 

Pero luego se arrepintió.

No era un niño llevado por impulsos.

 

—Minho, me tengo que ir— Demasiado veloz para su gusto, Siwon ya había agarrado una chaqueta y la ponía sobre sus hombros.

—¿Es necesario?— Intentó detenerlo sutilmente, sin hallar las excusas necesarias —Porque…

 

—Son cosas del trabajo, en verdad debo ir.

 

—Siwon— Lo detuvo justo antes de que tomara las llaves y miró sus ojos, fijamente durante varios segundos, de pronto se vio así mismo como un niño pequeño corriendo hacia él por cualquier tontería —Por favor ten cuidado.

 

Embebido por esos recuerdos, que parecieron también tocar a Siwon, Minho se permitió suspirar un poco y dejarlo marchar tranquilo, con una pequeña sonrisa en los labios.

 

—Ve a acostarte temprano.

—Te voy a esperar.

 

Siwon se negó de inmediato.

 

—Es un operativo, probablemente no regrese hasta mañana— Con un gesto que no tenía desde hace años, Siwon se acercó y besó su frente, dejándolo impávido con los ojos abiertos de par en par —Descansa.

 

Minho solo pudo asentir, viendo su espalda ancha abandonar el departamento y esos hincones en su pecho, persistiendo como nunca antes.

 

 

 

 

Sungmin caminó despacio y lento.

 

La habitación sola y blanca apenas iluminada, llegó con su rostro cansado, sin haber conciliado el sueño en tantas horas que solo pudo arrastrarse sin vida de regreso al hospital, luego de intensas horas de interrogatorio y miedos que ya no tenía.

 

Como si estuviera vacío otra vez.

 

Solo pudo verlo ahí, con esa palidez exagerada y todavía durmiendo, con la sangre cayendo en cuentagotas hacía su cuerpo, sintió su cuerpo temblar un rato, y terminó devastado otra vez, sentado en aquel sillón y con las piernas flexionadas como si fuera un niño pequeño y asustado.

 

Lloró de nuevo y hundió su rostro lo mejor que pudo, asustado y cansado por igual, tapando su boca para evitar el ruido, Heechul dormido a unos pasos de él, salvado por un milagro que él no entendía, pero que agradecía.

 

Convencido de haber hecho lo correcto, lloró un poco más. Era hora de terminar con todo, no importaba si Heechul lo odiaba luego, él solo lo quería ver en paz, lejos de él, aunque su traición fuera suicidio, y aunque por sobre todo ahora su invisible existencia por fin hubiera servido de algo.

 

Al menos como vía, de salvamiento para los demás.

 

 

 

—Este muchacho nos proporcionó toda la información necesaria, cosas que incluso nuestro contacto desconocía todavía, cosas de Leesang que solo Heechul le había contado a él, podemos ponerle fin a todo esto, y tenemos que hacerlo de una vez. Leesang está muy confiado, incluso se apareció por aquí, es ahora o nunca, porque seguramente luego de haber visto a Jaejoong se pondrá mucho más en alerta.

 

Yunho apretó los puños descuidadamente, lastimándose en el camino, a pesar de la mirada de discreta de Jihoon sobre él por un par de segundos, Siwon sin embargo permanecía con el ceño fruncido y los brazos cruzados.

 

—¿Por qué ese repentino cambio? ¿Por qué el amigo de Heechul hablaría así de fácil?

—Luego hablaremos de eso, por ahora vayan a prepararse, ya he arreglado los equipos necesarios y la gente. Salimos en un par de horas. Este es quizá nuestro último intento.

 

Choi asintió, mirando de soslayo a Yunho que seguía inmóvil frente a Rain.

 

—Siwon sigue por favor, necesito hablar con Yunho.

 

Recién entonces Jung levantó la mirada y cuando la puerta se abrió Rain suspiró, rodeando el escritorio para poder sentarse en el borde de este y mirarlo fijamente. Yunho no supo atinar a las cosas que pasaban por la cabeza del mayor.

 

—Si necesitas verlo antes de ir, te concedo exactamente veinte minutos. Luego necesito que te empieces a preparar.

 

No pudo acotar algo más, ni siquiera estuvo muy seguro de que decir algo fuera lo más adecuado, así que solo asintió y caminó fuera de ahí, lo más despacio que pudo mientras acariciaba sus manos y caminaba inseguro hasta el lugar donde no se había atrevido a verlo.

 

Pero el lugar a oscuras, y el libre paso que le dieron a pesar de las horas le hizo saber que Rain lo conocía incluso mejor que él mismo. Se acercó despacio, y lo encontró dormido, apenas tapado por la pequeña manta en su poder.

 

Quiso tanto poder hablar con él, más que sea un par de palabra, ver sus ojos y pedirle perdón por tantas cosas que pasaban por su cabeza. Pedir perdón por cosas que ni siquiera sabía que debía pedir perdón. Sin embargo otra vez no tuvo el valor.

 

Más bien se conformó con verlo un rato más, contemplar su imagen aunque fuera lejanamente. Jaejoong seguía sin hablar, no quería hablar con nadie y Yunho se prometió, que si salía con vida de aquella última carta que estaban a punto de jugarse con Leesang, entonces volvería con él, culpable o no, a rehacer una vida a su lado.

 

Una promesa muda entre su mirada alicaída y el silencio de esa noche.

 

Yunho luego se marchó, tratando de hacer el menor ruido posible, sin notar siquiera la forma en que Jaejoong desde su lugar fruncía el ceño y apretaba con fuerza la manta, arrugándola tanto, arrepintiéndose por no haber hablado cuando tuvo la oportunidad.

 

 

 

 

Junsu no recordaba muchas cosas de Corea.

 

Tenía años sin pisar su país natal, sin embargo sus instintos lo habían llevado sin problemas a un bar cualquiera y entonces había bebido todo lo que podía. No solía beber, no solía comportarse así, y ahora se encontraba en la peor de las situaciones.

 

Relegado tan cruelmente que solo pudo sentirse tan equivocado.

Aunque desde el inicio fue así, nunca debió esperanzarse, nunca debió pero lo hizo.

 

Así que llegar al hotel fue fácil, en cuanto se subió al taxi y le entregó la tarjeta del hotel, fueron apenas diez minutos de viaje, con todo dándole vueltas alrededor, recordaba haberle insistido a Yoochun por dejarlo hospedarse en un hotel mientras tanto.

 

Y al menos, por eso se felicitaba, porque aunque fuera temporal, esa noche tenía un lugar al que regresar. No quería pensar en Park, en su desconsiderada desatención, en su llanto, o en su felicidad extraña.

 

Por Changmin…

 

Estaba perdiendo tanto, que solo pudo llegar con dificultad a la habitación y dejarse caer en la cama, abatido y mareado, sin ánimos de perder lágrimas innecesarias, únicamente esperanzado con que el sola pareciera pronto, se compadeciera de él y le demostrara que todo había sido parte de una gran pesadilla.

 

 

 

Mir despertó esa mañana de lunes de estupendo buen humor, su padre leía el diario y su madre desayunaba tranquila, mientras la ausencia de Yoochun y Changmin era evidente, ni siquiera se tomó la molestia de preguntar por quienes seguramente continuaban dormidos, agotados no solo física sino también mentalmente.

 

Cuando entró en la cocina, tenían encendido el pequeño televisor, varias empleadas bastante atentas a las noticias de esa mañana, pero Cheolyong solo agarró una manzana y la limpió, proporcionándole una mordida pequeña antes de acercarse curioso a aquello que tenía a todos tan pendientes.

 

—Y en los últimos reportes recibidos: el gran allanamiento realizado durante la madrugada de hoy ha terminado con muchas muertes y varios heridos que aún no han podido ser contabilizados, la información todavía es reservada. Pero el lugar ha quedado prácticamente en escombros, es asombroso lo poco que ha podido capturar nuestra cámara en el terreno y los destrozos causados por lo que parece ser una bomba pueden ser vistos desde nuestra cámara área. Los moradores a varios metros de distancia pronunciaron que todo habría comenzado alrededor de las…

 

Mir abrió los ojos en demasía, era ese muchacho, sin miedo a equivocarse, era el mismo que había entrado por Rain en la cafetería la mañana anterior. Ahora la televisora mostraba imágenes de la entrada del hospital donde estaban las ambulancias metiendo a los heridos que podían.

 

Lo vio entrar en el hospital, cojeaba un poco y estaba completamente sucio. Tan velozmente y aun así lo reconoció. Lo supo como si hubiera visto al mismo Rain en el peor de los estados. Y no pudo resistir un instante más ahí, salió de su hogar casi sin despedirse, con sus pasos apresurados hacía el auto y con el corazón latiendo acelerado.

 

 

 

 

Minho despertó relativamente temprano, y lo primero que pudo hacer fue ir hasta la habitación de Siwon y decaerse en cuanto la descubrió vacía, caminó todavía preocupado, con esa molesta sensación en el pecho que no lo había dejado dormir tranquilo.

 

Caminó hasta la cocina con el apetito nulo y apretó la toalla de cocina sobre el mesón. Algo malo estaba pasando, lo podía presentir casi con cada entraña que tenía y cuando el  celular en la mesa de centro sonó, sus ojos preocupados se levantaron directos hacía él.

 

Observando asustado de contestar.

Con ese malestar incrementando tan velozmente que incluso sintió nauseas en ese mismo lugar.

 

 

Fin Capitulo Dieciséis.

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Memorias prohibidas: capitulo 15


 

Memorias Prohibidas


Capítulo 15:
Esperó, ese tardío reflejo opaco de luz.

 

 

Los tacos de la mujer se escuchaban a lo largo de la habitación. Jaejoong no se acostumbraba, nunca iba a hacerlo, encogido en aquel lugar, abrazado a sus piernas vio la puerta abrirse y esporádicos como nunca antes vinieron a su mente los recuerdos de horas atrás. Los golpes: uno tras otro sobre su puerta y finalmente sus muñecas apresadas por aquellas esposas, la vergüenza, la incomprensión y el sin sabor de no poder ver a Yunho, de pensar aunque quisiera colgarse por hacerlo.

 

Ella entró, dentro de su ropa pulcra y lo suficientemente decente como para mirarlo con pretendida comprensión y sus lentes cayendo sutilmente por el puente de la nariz. Tenía los ojos marcados por la experiencia y una boca pequeña que apenas se abría cuando le dirigía la palabra.

 

Jaejoong no confío en ella un segundo, ni en los títulos de psicología que decía tener, ni en su voz suave y las veces que intentó sacarle palabra alguna. Sencillamente se quedó ahí, justamente como lo había hecho desde que esas rejas lo hundieran sin salida, sin poder ver la luz del sol.

 

—Jaejoong…— Le volvió a hablar, con el mismo ritmo pausado de su voz —Sino me dejas ayudarte, no podremos avanzar.

 

Pero Jaejoong solo desvió la mirada, ella suspiró y pronto el aroma dulce de su perfume abandonó el lugar. Tan rápidamente como llegó, la mujer solo abandonó resignada y suspiró, mirándolo de reojo mientras le abrían las rejas y él solo sentía su profunda mirada. Oscura y determinada a la vez.

 

—Volveré pronto, pero espero que hayas pensado mejor las cosas.

 

 

 

 

—Maldita sea…— Yunho exhaló con fuerza y torció sus gestos, como si el licor apaciguara una paz que no podía ser encontrada. Pero Siwon a su lado únicamente repitió el mismo movimiento de sus manos, llevando el vodka a su boca y realizando muecas después de ello.

 

Jung lo miró, como si lo descubriera de repente. Pero Choi estaba inmune, con su uniforme correctamente puesto y su mirada más perdida de lo habitual mientras parecía estar empecinado igual que él por borrar lo que pudiera de ese día.

 

Conocía a Siwon en base a los años de experiencia en el departamento de policía. Su posición siempre seria y determinada. Los logros que portaba con orgullo y su mirada escrutiñadora para lograr todo lo que se proponía. Esperó un rato, el instante adecuado porque él lo mirara y pudiera descubrir un poco de ese estado tan fuera de lo común en el menor.

 

—¿Por qué tú ganas de beber?— Terminó preguntando cuando las conclusiones no llegaron por si solas hasta él —Tú nunca bebes así.

—Ha sido un día difícil.

 

—No creo que sea igual que para mí.

 

Se dejó al descubierto, bebiendo otro poco de vodka mientras el sabor amargo resbalaba por su garganta y el otro solo parpadeaba confundido. Yunho de pronto sintió que incluso el olor del vaso lo mareaba y restaba ganas de continuar.

 

—¿Por qué?— Preguntó unos segundos después Siwon, sus ojos perdidos todavía —Al fin terminó tú suplicio con Kim Jaejoong ¿no?

—Él es el motivo absoluto de mis problemas.

 

El vaso se estacionó con fuerza en el mesón y Siwon sacudió su cabeza.

 

—Disculpa, ¿qué?

 

—Cometí un error tras otro, Siwon…— Las penas de su pecho golpetearon consecutivamente, buscaban ser expulsadas, y Choi era lo más cercano que tenía. Lo más confiable a sus ojos —No debí involucrarme e incluso cuando me di cuenta de que no estaba haciendo las cosas como debía… Aun así… No dejé de acercarme, soy un absoluto imbécil. Pero él era como…

 

—…Como sino pudieras dejar de mirarlo, porque inexplicablemente todas tus barreras solo desaparecían— Que Siwon bajara la mirada, que susurrara sus palabras con aquel aliento a licor, hizo sentir a Yunho un poco menos desafortunado —Tu lo mirabas y él te miraba analizando tu alma entera.

 

—Era perder sin intentar ganar.

 

Yunho observó entonces esos ojos de Siwon alzarse hasta él. Otra vez esa sensación esparcida en su interior. Quemaba igual que vodka pasando por su sistema, pero era diferente al encontrar la similitud, al notar los ojos vacíos de Choi.

 

—¿Quién es?

—Kim Heechul.

 

Yunho dejó que una sonrisa atravesara sus labios, su cabeza confundida formando teorías comprensibles que Siwon captó sin el menor problema.

 

—¿Tú crees que fuimos estúpidamente usados?

—Es lo más probable.

 

Aceptarlo dolía un poco más. Yunho tenía esa sensación de estar caminando en reversa cuando lo miraba, cuando escuchó en boca de los demás que Jaejoong había llegado y había sido encarcelado, que una psicóloga real hablaría con él para tratar su caso, pero Yunho se habían enfundado en sus confusiones y ese amor in extremis que profesaba por él.

 

—Ha sido el peor día de mi vida…— Siwon pronto se colgó de su hombro y susurró las palabras cerca de su oído, a punto de desfallecer y con sus palabras mal sonadas cerca de terminar en espasmos —Solo quiero abrir los ojos y olvidarme de él. Lo quiero de verdad, quiero que desaparezca como llegó— Siwon agitó sus manos con un bufido de sus labios —Quiero que desaparezca en medio de la nada y me deje en paz.

 

—No es tan fácil… Ser adulto significa cargar con el peso de tus decisiones. Y Jaejoong fue una decisión que tome hace mucho tiempo.

 

Ni siquiera estuvo muy consciente de en qué momento Siwon se había emborrachado más que él. Solo sintió que era su deber palmear la espalda de Choi mientras este murmuraba cosas poco entendibles. Tal vez hablar de Jaejoong lo traía de regreso a la realidad.

 

O simplemente su vida acortada por los hechos, le revolvían la poca esperanza que quedaba en él. Esa pérdida en medio de la oscuridad, apartada exclusivamente para él y su historia con Jaejoong.

 

 

 

 

Había sido un caos total a su alrededor.

 

Tan fácil se había ido Changmin de su lado, que el vacío era un hueco vacío entre su pecho y el aire que no parecía llegar a sus pulmones, como si la vida llegara a darle una fuerte bofeteada por ser tan ingenuo y pensar que podía llegar a tener un retazo, por mínimo que este fuera, de la vida del mayor que ahora seguramente ni pensaba en él.

 

Todo se movió muy pronto, de pronto llegaba ese muchacho agarrando a Changmin, mirándolo a la cara, tocando su rostro, como si sus ojos pudieran descifrar un código secreto entre ambos. Y esas lágrimas no podían ser falsas. Ese rostro aferrado a la esperanza en tanto lo abrazaba con fuerza y Changmin lo miraba esperando que le dijera que hacer.

 

Pero Minho había estado más paralizado que él, luego la policía había llegado, un muchacho joven siendo custodiado entre algunos policías, y notó por supuesto que notó la manera en que Changmin y aquel hombre cruzaron miradas. Changmin parecía seguir vacío pero el otro se confundió y luego todo fue caos.

 

Uno de los agentes se había acercado, el joven aferrado a Changmin había logrado alejarlo todo mientras jalaba a Changmin aún más lejos de él, entonces la policía rodeó a Changmin y luego de eso no lo volvió a ver más.

 

Llevaba sentado en aquella silla más de media hora, sintiéndose más pequeño de lo habitual. Esperando porque Siwon apareciera en cualquier rato o que al menos Changmin diera muestras de vida.

 

Pero no sucedía nada, y el celular en sus manos le indicaba la hora que lograba ponerlo más nervioso todavía.

 

—Disculpa— Es agitada mujer, de rasgos finos y definidos se paró frente a  él y lo miro con los ojos rojos, seguramente a punto de derramar lágrimas —¿Tú eres quien llegó con Changmin?

 

Luego Minho solo recordaría el dolor de estómago tan intenso que lo hizo sonreír tan falsamente como podía. Egoísta y cruel, solo podía pensar en estarlo perdiendo tan velozmente que hasta su vacío repentino parecía un castigo justo.

 

 

 

 

No entendía mucho de lo que sucedía, de repente estaba junto a Minho ingresando a la estación de policía, y de pronto se encontraba encerrado en la oficina de uno de los policía a cargo. Miró el lugar confundido y nervioso, sus manos se movían y esperaba por ese joven, por aquel que había saltado hasta él y lo miraba con la esperanza en la mirada.

 

Habían llegado a revisarlo, un doctor que había hecho su trabajo bastante rápido o era quizá el encontrarse en perfecto estado. Pero su memoria vacía únicamente lo había hecho asentir con un gesto comprensivo y profesional antes de que lo dejaran solo otra vez. Y finalmente lo trasladaran a una oficina extraña para él.

 

—Bien, Changmin— Finalmente apareció uno de los oficiales, todavía con su chaleco puesto y una expresión cansada en el rostro —Mi nombre es Jung Jihoon. Soy detective y no tienes la menor idea de lo afortunado que eres.

 

Apenas asintió, reconociendo cada expresión en el rostro de mayor. Desde alivio hasta empatía por su confusión y estado de desconfianza.

 

—¿Quieres que hablemos un poco de todo lo que está ocurriendo?

—Se lo agradecería muchísimo— Soltó aliviado, acercándose un poco más al borde de su asiento para poder mirarlo a la cara —Primeramente me gustaría saber quién era ese muchacho que me reconoció hace un par de horas.

 

—Él es Cheolyong. Tú hermano menor.

 

Sus pulsaciones aumentaron, velozmente mientras asentía confundido. Parpadeando a cada instante y sus manos buscaban ávidamente ese collar que colgaba de su cuello, tan pretendido entre sus deseos más ocultos y sus miedos por más pequeños que estos fueran.

 

 

 

Mir volvió a tapar su boca y sentir las lágrimas salir de sus ojos cuando miró a través del espejo antirreflejo la imagen de Changmin, su rostro atento a las palabras de Rain mientras asentía, cual niño pequeño ante cada cosa que le era explicada.

 

Estaba ahí, como un regalo de la vida que no alcanzaba a medir.

Se había cansado de llorar, de actuar como si se negara a verlo en verdad.

 

Pero su madre abrazaba con fuerza Hangsook, lloraba en su pecho abiertamente y él solamente apretaba con sus puños cerrados el abrigo de la mujer, calmando esas lágrimas que pugnaban por salir de golpe. Esperando sin paciencia por entrar y verlo, por abrazarlo, tocarlo, verificar que era real, que todas sus lágrimas derramadas solo habían sido un mal suplicio de la vida.

 

La charla se alargaba y Cheolyong no sabía cómo ingresar, como acabar con esa conversación incesante, miraba el techo y pasaba las manos por su rostro. Esperando y esperando, volver a abrazarlo para no soltarlo más.

 

Cuando Minho llegó, con sus pasos suaves solo se ubicó detrás de la familia de Changmin, lo suficientemente escondido como para ser visto, los brazos Choihang, la madre de Changmin lo habían abrazado sin reparo. Agradeciendo una y otra vez por ese milagro que él representaba. Tantas palabras hermosas, tantos agradecimientos que no creía merecer.

 

Permaneció callado hasta que finalmente el momento llegó. Jihoon, el detective que parecía estar a la cabeza de todo salió y habló con la familia, minutos después entraron todos y Minho se acercó, observando cual espectador tras el espejo.

 

Era una escena de esas perdidas en el tiempo, que él no había tenido la oportunidad de disfrutar a cabalidad con su familia. Fueron pasos pequeños hasta allá. Los vio, los tres frente a Changmin mientras Rain hablaba entre ellos y Changmin temeroso apenas asentía. Desconocido a sus ojos, Changmin parecía un poco renuente.

 

De lejos la situación era tan hermosa que Minho apretó los labios y bajó un poco la mirada. Los brazos de la mujer habían apretado con fuerza a Changmin, rodeado en un abrazo, en un mundo sin palabras. Un mundo de promesas y comprensión, que Changmin acepto cuando cerró los ojos y se dejó querer.

 

Si la vida le otorgaba un poco de consideración.

Minho esperaba que ese mal presentimiento desapareciera de su interior y lo dejara sentirse infinitamente feliz por él.

 

 

 

 

Estás pasando por un golpe mental muy fuerte, necesitas hablar con alguien.

 

Si las memorias se sacudían en su interior era algo que Jaejoong esperaba sucediera. Había anochecido tan pronto, que una de las cosas que más agradecía era estar solo en aquel lugar. Llevó las manos a su cabeza y suspiró, la imagen de ese hombre en la entrada de la estación taladrándole la consciencia.

 

—¿Quién era?

 

Lo sabía, había una conexión, tan grande como el espeso tiempo que se le iba entre las manos y la voz de aquella mujer que había abandonado el lugar horas atrás. Traspasaba las barreras propias de su ingenuidad creyendo en que Yunho aparecería al menos una vez.

 

Pero Jung nunca llegó.

 

Entonces Jaejoong volvía forzarse, a que esos sueños extraños que tenía vinieran y lo ordenaran todo. Que su consciencia le gritara si era culpable o no. Pero no importaba cuanto tiempo pasara, nada parecía pasar.

 

Y sus lágrimas en silencio resbalaban.

Desesperado y angustiado por igual.

 

 

 

 

Sungmin últimamente lucía cansado, apenas y había recordado aquella cita pactada con el muchacho de la tienda de vinos que Heechul solía visitar. Con pesar había tenido que cancelar, luego había salido a comprar algo de comida y entre sus bostezos propios, esa horrible sensación de no dejar a Heechul demasiado tiempo solo lo impulsó a volver.

 

Heechul había sido fuerte, con una personalidad arrebatadora. Era de esas personas a las que bien podías amar u odiar bajo la misma intensidad, Heechul era tantas cosas hasta que dejó entrar a Leesang en su vida y entonces las cosas cambiaron completamente, todo ese ser deslumbrante que era Heechul se perdió y se ocultó bajo las sombras.

 

Pero había llegado a un punto crítico días atrás cuando lo encontró en aquel lamentable estado y por el cual no quiso abandonar jamás el departamento. Sungmin nunca había sido tan fuerte como Heechul. Y por eso en ocasiones se encontraba llorando por él, deseando una libertad tan fuera de su alcance que aunque suplicara una y mil veces, ni siquiera así sería escuchado.

 

Abrió la puerta esa noche, con una sonrisa en su rostro. Leve y comprensiva, tratando de borrar todo rastro de pena y tristeza que pudiera alterar ese estado tan voluble en el que permanecía Kim.

 

Lo encontró sobre la alfombra del salón, casi a oscuras y con la mirada puesta en el gran ventanal, en la hermosa noche que le era entregada. Miró su perfil, la manera en la que el mayor no parecía reaccionar ante su llegada y curioso caminó hasta él, Heechul entonces levantó su mano derecha, temblaba y sus labios separados y secos llenaban de un mal presentimiento a Sungmin.

 

Esa mano delgada y fina se levantó con esfuerzo, directo hacia la luz de la luna que golpeó en su piel y Heechul contempló su piel siendo bañada por esa luz. Parecía hipnotizado, completamente ajeno a que Sungmin caminaba confundido hasta él.

 

Cayó una primera vez, al menos frente a los ojos de Lee.

Una gota precisa y resplandeciente. Tan roja que los ojos de Sungmin se abrieron sin contemplación y esa muñeca rasgada lo hizo correr y gritar sin reparo.

 

—¡Hyung!— Miró horrorizado la alfombra blanca, completamente manchada de sangre. Ambas muñecas cortadas, prendió la luz con velocidad y sus ojos abiertos más no poder. Sintiéndose más débil que nunca, sin saber que hacer —Hyung… Por favor… No debiste hacerlo… ¡Hyung!

 

Pero Heechul solo sonrió, acariciando despacio su rostro, manchando la camisa de Sungmin con más gotas de su sangre. Tan pálido que Sungmin odió a la oscuridad por no haberle dejado notar antes su estado.

 

—Siempre fuiste un buen dongsaeng… Min…

 

Sacudió su cabeza con fuerza y actuó lo más rápido que pudo, sus pasos nerviosos fueron por un par de toallas a la cocina, de esas completamente limpias y largas, amarrando con premura y cuidado las muñecas del mayor que parecía solo desvanecerse entre sus brazos.

 

—Hyung, abre los ojos. No los cierres, por favor.

—Sungmin… Lo siento tanto…

 

Pero prefirió no escuchar, la voz débil de Heechul era algo que prefería no reconocer. Llamó lo más rápido que pudo, pidió la ambulancia, sollozó desesperado ante el montón de datos que solo retrasaban más la ambulancia y terminó por gritar y exigir una ayuda que supuestamente llegaría pronto.

 

Soltó el teléfono desesperado, sus manos temblorosas alejaban el cabello de Heechul de su rostro y esa palidez lograba que la preocupación solo aumentara.

 

—Hyung… Por favor… No me dejes aquí, no lo hagas.

 

Se abrazó a su cuerpo asustado, sintiéndose únicamente como un niño pequeño, aturdido y confundido a la vez.

 

 

 

 

Junsu no estuvo muy conforme cuando bajó del avión, ni cuando recogió su equipaje, su mirada se perdía por ratos y tenía esa escandalosa sensación de que regresar sin mirar atrás era la mejor de sus ideas, pero calló como cada vez que veía a Yoochun con esa actitud callada y tranquila. Era una paz irreconocible para él, una que no había visto en él antes.

 

Sentía con cada pasar del tiempo y gracias al largo viaje, que finalmente no lo conocía lo suficiente, que estaba arriesgando demasiado por unos latidos de su corazón y una persona que había sacudido su vida en tan poco tiempo. ¿Y si se equivocaba, si salía lastimado otra vez?

 

—¿Listo?

 

Yoochun se acercó con sus maletas tras de él y esos ojos buscando la respuesta mayormente en sus ojos que en sus palabras, por eso asintió, tratando de ocultar las reacciones propias de su cuerpo cuando vio el collar en ese cuello, apenas visto por la camisa que llevaba puesta.

 

—Sí. Solo estoy algo nervioso.

—No te preocupes— Le sonrió Park —Te aseguro que esto pasara pronto.

 

Quería guardar recuerdos con él, que la vida le sonriera por primera vez y le otorgara la sensación de hacer las cosas correctamente, pero no se permitió llegar más allá cuando Yoochun apretó su mano despacio y jaló de él hasta un lugar fuera del aeropuerto.

 

Tomaron un taxi que no parecía tener problemas en ir demasiado veloz, porque Yoochun se encargaba de decirle y enseñarle lugares que le mostraría después, se llenaba de promesas que Junsu esperaba pudiera cumplir.

 

Mientras tanto, cuando Yoochun no lo podía ver, Junsu apretaba fuerte sus manos y mordía sus labios, preocupado y angustiado todavía. Perdiendo la seguridad en cada kilómetro que recorría junto a él.

 

 

 

 

Yunho abrió los ojos con el brazo de Siwon cruzando su pecho, y el calor exfoliando de su piel con molestia, cada gota de sudor esparcida por su frente, habiendo olvidado prender el aire acondicionado, pero el rostro adormecido de su compañero contra la almohada solo lo hizo cerrar los ojos y abrirlos otra vez.

 

Después pasó una mano por su rostro y el malestar llegó como si fuera una mala broma de su cuerpo. El sol pegaba directo en su rostro como cada mañana y recordó instantáneamente, el haber bebido de más junto a Siwon. Luego el trabajo que representaba llevar a Choi hasta su departamento para al final acabar ambos en la misma cama empujándose el uno al otro por espacio y finalmente caer rendidos sin moverse un centímetro de su lugar.

 

Movió con molestia su ropa mal puesta y arrugada, esa desagradable sensación de la resaca repercutía en cada espacio de su cuerpo, se levantó golpeando sin intención a Siwon, pero este solo murmuró un par de cosas y se movió, mareado todavía, Yunho caminó hasta el baño, su estómago revuelto y las náuseas a primera orden esa mañana.

 

El celular sonó, Jung difícilmente lo escuchó mientras se encerraba en el baño y eran vencido por el malestar.

 

—¿Diga?

 

Escuchó la voz rasposa de Siwon. Perdido por unos instantes, un silencio pasmoso mientras el vomitaba con la respiración pesada y sus ojos distorsionados.

 

—¡¿Qué haces en Seúl?!

 

Siwon no terminaba de gritarle a quien sea que estuviera al celular, cuando el de Yunho empezó a sonar y el mayor solo se sostuvo del lavabo con esfuerzo. Y el peor de sus temores se cristalizó a sus oídos. Gracias a la voz descompuesta de Choi.

 

—Yunho… Es Rain.

 

 

 

Su nombre es Shim Changmin. ¿Podrás solo? No creo que represente un gran problema para ti.

 

Jaejoong se removió sobre el espacio que parecía estar destinado para dormir, frunció el ceño agitado y con el sudor por su frente, se movía incesante y su memoria jugó con fuerza, sacudió las debilidades de su cuerpo otra vez.

 

Curiosamente odias a Heechul hyung porque tiene algo que ni tú mismo sabes si de verdad quieres.

—Deja de entrometerte, Sungmin. Que si Heechul es la puta de Leesang es por elección propia, no porque alguien lo haya obligado.

 

Se encontró solo en la mitad de la nada, con las voces dando vueltas en su cabeza, con las paredes blancas tomando formas y mostrándole rostros y visiones de su pasado, caminando fugaz hasta un lugar que no terminaba de determinar.

 

¿Qué esperas que no le disparas?

 

Recordó brutalmente, incapaz de controlar el dolor de cabeza que aquello le provocó, de sus ojos abiertos en demasía mientras sostenía su cabeza y gritaba de dolor. Interrumpía la mañana silenciosa sin percatarse de que las lágrimas corrían por sus mejillas.

 

La soledad, y el orfanato donde todo había sido penumbras para él. Ese resentimiento extraño con la vida y esa juventud prendida por la ambición, la envidia de aquel que lo obtenía todo por el método más fácil, mientras él se ensuciaba las manos y el otro solo tenía que sonreír.

 

Se aseguró de que su cuerpo se encogiera, que las lágrimas ante cada mirada vacía que dejó atrás no lo atormentara, de su mano sobre un arma cargada cobrando favores y vertiendo trabajos que luego Leesang agradecería con creces.

 

Jaejoong lo recordó todo.

Cada instante, más fulminante que el anterior.

 

Y la imagen de Yunho se desmaterializó, tan pronto como su esperanza, pequeña y casi mínima de verlo llegar. Porque era exactamente todo, por lo que Jung Yunho jamás lo querría volver a ver.

 

Tan aturdido e inferior, como esa vida que hace tanto había decidido llevar.

 

 

 

Cuando el taxi al fin se estacionó, Yoochun le hablaba sobre los padres de Changmin, sobre la idea firme de que ellos eran como una familia para él, al haber perdido a la suya cuando apenas era un niño.

 

Se acentuaba entonces la imagen temerosa de Junsu sobre no ser el momento indicado para enfrentarlo, sin embargo otra duda cubrió los ojos de Junsu cuando bajaron del auto y Yoochun miraba asombrado de un lado a otro el montón de autos que habían estacionados fuera de la residencia Shim.

 

—¿Qué está sucediendo?

 

Pronto se vieron rodeados por un montón de reporteros e indudablemente Junsu se sintió extrañado, pegándose sutilmente a Yoochun cuando las rejas de la residencia fueron abiertas y unos guardias los dejaron pasar solo a los dos, encargándose algunos empleados de las maletas.

 

Junsu se sintió tan fuera de lugar…

 

—Yoochun…

—¿Será porque ya apresaron al… asesino de Changmin?

 

Y todavía se le dificultaba a Park pronunciarlo, las puertas grandes de la casa fueron abiertas y la casa grande logró que Kim se sintiera más intimidado si eso era posible. Pero la sala principal parecía estar repleta de más reporteros y Yoochun de inmediato frunció el entrecejo. Junsu solo apretó su mano con más fuerza. Que no lo suelte,  era lo único que el menor pedía en silencio.

 

Sin embargo el corazón de Yoochun latía desbocado, escuchaba los susurros desubicados y las miradas del mundo entero sobre él, como si el tiempo pasara lento, Yoochun ni siquiera se preocupó en mirar atrás. Soltó a Junsu sin problemas, usando ambas manos para poder abrirse paso entre todos y que el aire volviera a él.

 

Porque sus oídos no le podían fallar así, no podía ser vilmente engañado.

 

Así que caminó sin importarle las quejas por sus empujones, quejas que luego morían y el flash de las cámaras lograban aturdirlo todo. Hangsook y Choihang tomados de las manos estaban encabezándolo todo y junto a ellos estaba Mir, acompañado por alguien más.

 

Trató de vocalizar palabra alguna, pero solo logró que su boca se abriera y cerrar, sus ojos parpadearon velozmente, llenándose de lágrimas al reconocerlo incluso de espalda mientras escuchaba atento a Mir. El discurso de Hangsook ante la prensa se detuvo al verlo ahí.

 

Y fue como si el silencio se volviera presa de él, el resto desapareció y sus pasos torpes y apurados corrieron hasta él. Hasta su presencia atenta y sus ojos que se abrieron reconociéndolo sin saber hasta qué punto lo hacían. Pero Yoochun estaba al borde del colapso. Tocaba el rostro de Changmin, y lo miraba de pies a cabeza, enteramente.

 

Luego su llanto amargo lo venció y perdió la poca fuerza que le quedaba, tapando su boca y cayendo de rodillas frente a él, justo a sus pies. Como si la vida disfrutara jugar con él y su eterno amor profesado al hombre que se encontraba observándolo con presta atención.

 

Entonces Changmin se arrodilló frente a él y sus ojos parecían contemplarlo con un anhelo impresionante, Yoochun solo pudo llorar, con un montón de espinas atravesando su corazón.

 

—¿Eres Park Yoochun?

 

No importaba que su corazón se hundiera más y más. Solo le bastó con escuchar su voz. Su maravillosa voz deslumbrándolo todo a su alrededor. Lloró entregado a él, a su imagen, a las noches enteras sin dormir llorando su pérdida. A su ausencia que lo sacaba del infierno de repente y lo jalaba sin pensar en lo demás.

 

Pronto esos brazos delgados de Changmin lo envolvieron, lo encerraron en un abrazo. El menor hundió su rostro en el cuello de Yoochun y suspiró, como si aquello fuera lo único que hubiera estado deseando desde tanto tiempo atrás. Como si sus cuerpos se reconocieran automáticamente.

 

Y el resto del mundo fuera insignificante para los dos.

 

 

Fin Capitulo Quince.

Bien… Les aseguro que tenía muchas cosas que decir, pero con tantas cosas prácticamente las olvidé. u_u

Bueno, hay varias cosas que destacar de este capitulo, primeramente no estoy muy convencida del resultado, pero en verdad espero, y pongo mi fe que no tengo en ello, en que haya quedado mediana y decentemente bien. En especial por el asunto de Jaejoong, el YooMin y Heechul (especialmente Heechul)

Este fic ha sacado cosas de mi, que ni yo esperaba, y espero estar haciendo un buen trabajo y por supuesto que ustedes lo estén disfrutando.  Lamento la hora en la que publico (00:31) ya es prácticamente Martes, pero no quería irme a dormir sin actualizar lo que tocaba el lunes.

Por alguna razón disfruté escribiendo todo el capitulo (especialmente las partes de Siwon y Yunho) Sé que soy un poco contradictoria, pero diría yo, que me siento complacida con lo que ha quedado, finalmente desde que empecé a escribir este fic, esta fue una de las partes más culminantes a las que quería llegar y me descubrí a mi misma disfrutando con lo que quedaba mientras avanzaba.  Pero eso no quiere decir que tenga el bichito de que hubiera podido haberlo hecho mejor… (u_u)

Como sea, espero que no las haya decepcionado, que sigan por aquí leyendo. Y agradezco infinitamente sus comentarios. Es la manera de saber que el fandom sigue vivo. Y por supuesto que leo cada uno de ellos. Disfruto mucho haciéndolo  ya saben ‘es mí único sueldo’ xD

Nos leemos en la próxima actualización.

Abrazos de oso de Yunho~~ xD  ((Ando repartiendo mucho amor y madurez hoy)) xDD