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Precedentes: capitulo 4


 

Precedentes de una Adicción no Controlada

¿Lo sabes? Te has vuelto su juguete favorito.

Cuarto Síntoma

 

 

Solía ser alguien bueno, amable y tierno, pero creo que voy a enloquecer.

Por ti me estoy convirtiendo en algo malo.

 

 

 

 

 

Daiki gimió.

 

Mordiendo un poco sus labios, atreviéndose a mover su cuerpo indebidamente, con un ligero y sumiso movimiento de caderas, y esos labios de Kei estuvieron sobre su espalda, deslizándose con cuidado, marcando con una agradable calidez un corto camino desde su nuca hasta la cintura.

 

Y podía sentir incluso el cabello de Inoo sobre su espalda, esas hebras sueltas que se le podían escapar. Daiki solo cerraba los ojos, apretando con fuerza la sábana sobre su cama. Era indecente y se sentía tan resumido a un vil sumiso que le jodía el orgullo.

 

Pero al mismo tiempo sabía que involucrar a Inoo Kei entre sus caprichos, era un plan de varios pasos, entre ellos permitirle lo que quisiera hasta quedara rendido a sus pies. Sin embargo, era la primera vez que Daiki se mostraba tan entregado a los ojos de alguien más. E iba en contra de esa reputación que tanto le había costado conseguir.

 

Todos esos pensamientos se detuvieron cuando la mano de Inoo empezó a recorrer su cintura, acariciaba lenta y suavemente. Y Daiki sintió incluso punzadas en la ingle, el tacto de Inoo provocaba que incluso su respiración no fuera igual.

 

Y se cansó.

 

Se cansó de no tocar, no besar y no participar. Incluso de tener a Kei tan vestido sobre él.

 

Antes de que la mano de Kei llegara a su miembro y por supuesto él perdiera el control, giró, de espaldas a la cama con sus piernas rodeando el cuerpo del mayor, y sus manos apresaron ese cuello, largo y níveo a su disposición.

 

Probó esos labios otra vez, frescos y con una sabor extraño. Contrario a lo que espero Inoo no pareció sorprendido ni esquivo, cuando sus bocas se juntaron el mayor impulso el cuerpo contra el suyo, en una simulación de una embestida que hizo a Daiki gemir cual vulgar inexperto, que no era.

 

Por eso agarró a Inoo con más fuerza, por eso profundizó su beso y dejó que la lengua de Kei se internara todo cuanto quisiera. Le gustaba la piel de Inoo, le gustaba mucho, era firme y suave al mismo tiempo. Como si la cuidara mucho. Todo en Inoo parecía mentira y Daiki le gustaba comprobar que lo que decían las admiradoras de Inoo era verdad.

 

Que el cabello sedoso, que la piel suave, que los ojos profundos que te hacían temblar.

 

Pero ellas no sabrían que a Inoo le gusta estar sobre su cuerpo, pegársele tanto que parece querer dejarlo pegado a la cama. No sabrían que a Inoo le enloquece que lo muerdan en el cuello, ni sabrían que a él le costó apenas un par de besos descubrirlo.

 

Para cuando pudo liberar un poco sus manos, empezó a desbotonar esa camisa del internado, ese uniforme pulcro que hasta hace un momento parecía correctamente planchado. Y la piel de Inoo estuvo más a su disposición. Daiki sonrió ante la idea de que era él, el primero en estar desnudo.

 

Sin embargo eso había sido cuestión de suerte, que Inoo lo encontrara así, es otra cosa.

 

—No, espera…

—¿Qué? No Inoo, no te atrevas a…

—Es mi celular.

 

Daiki recién reaccionó ante la mención de aquel molestoso aparato, que sinceramente Daiki iba a botar en alguna parte. Pero Inoo se levantó sin problemas y Daiki bufó con molestia, agarrando un poco de sábana para medio taparse. Empezaba a molestarse en verdad.

 

—¿Mamá? Estoy en el internado, en unos minutos entro a clase… Si, claro… ¿por?

 

Sonrió divertido al ver la manera en la que Inoo peinaba como podía su cabello, seguramente pasándosele todo el lívido que él se había encargado de levantar. Pero él solo se dedicó a mirarlo, su perfil, su postura, y mordió sus labios divertido.

 

—¿Cómo que a la hora de la salida?

 

Cuando Kei empezó a arreglar su ropa una vez más, Daiki arrugó el entrecejo. Levantándose de la cama, no importándole en ese momento si estaba desnudo o no.

 

—Está bien, lo haré. Adiós.

—No te atrevas a irte.

 

Agarró por el brazo a Inoo, haciendo que girara y lo mirara otra vez. ¡Estaba desnudo! ¡No podía dejarlo así!

 

—Ahora, no Arioka. Créeme, hablar con mi madre me quitó las ganas.

—¡¿Y a mi que me importa tu madre?!

 

Inoo frunció el ceño, Daiki supo que había escogido mal sus palabras. Y que por supuesto estaba perdiendo el control. Decidió fingir una sonrisa, pero eso pareció no bastar.

 

—Mejor vístete o no llegaras a la primera hora.

—¡Inoo no te atrevas a salir por esa puerta!

—Pues mírame hacerlo.

 

Daiki apretó sus puños con fuerza. Incrédulo aún de lo que Kei acababa de hacer. —¡Agh!

 

Gritó molesto, pateando la silla junto a su pequeño escritorio y trató de calmarse, de respirar adecuadamente y omitir esas ganas que tenía por golpear a Kei y romperle la cara de niño bonito que tenía.

 

 

 

 

Estaba a punto de enloquecer.

 

Quizá un poco más que eso, pensaba en Yabu, en sus palabras, en esos labios cerca de su oído, evidenciando que quien tenía las de perder era él. La imagen del mayor con aquella sonrisa en el rostro lo acosaba, imperturbable. Molesto y desafiante.

 

Ryutaro estaba a un paso, a un exacto paso de dar marcha hacía atrás y pedirle a su hermano que regresara a ocupar su lugar. Pero no podía, su orgullo se lo impedía, mostrarle a Shintaro que había sido superior a él, era peor que tener que aguantar a Yabu sobre él todo el tiempo.

 

Y sin embargo, tampoco quería dejar a Kota ganar.

 

Entonces, ¿qué era peor?

 

Shintaro con aquella sonrisa ganadora, demostrándole que sin duda había sido más fuerte que él.

 

O Kota con esa sonrisa perturbadora que le daba a entender que lo tenía entre sus manos.

 

Ni siquiera podía pedirle ayuda a Keito o Hikaru, como amigos de Shintaro sin duda irían a contarle lo que le estaba pasando. Y Ryutaro volvió a preocuparse, perdido en sus pensamientos. En plena hora de física mientras el profesor hablaba sobre sabrá Dios qué.

 

Poco a poco empezaba a perder la fuerza de voluntad y pensar erradamente que tener  a Kota sintiéndose superior era mejor que dejar ganar a Shintaro. Por que de alguna manera sabía que podía manejar a Yabu, de alguna forma lo sospechaba.

 

El problema es que a Kota le gustaba Shintaro.

 

Siendo así, ¿a qué jugaba con él entonces?

 

 

 

 

—¿Por qué tan feliz Yabu?

 

Takaki se sentó a su lado y por un momento Kota salió de sus pensamientos, solo para regalarle al otro una sonrisa un poco más amplia.

 

—Cosas mías.

—Eres muy retorcido, Kota, que te conozco. Algo planeas.

 

—Mientras no sea contra ti, tú no deberías preocuparte.

—Pobre del alma que se ha ganado tu atención, oh déjame adivinar, ¿acaso lleva por apellido Morimoto?

 

El falso entusiasmo con el Yuya habló, logró hacer sonreír un poco más a Kota, pero apenas apoyó la quijada en su mano, mirando a Takaki empezar a sacar su libro.

 

—En efecto, lleva por apellido Morimoto.

—Deja a Shintaro en paz. Ese niño solo es un caprichoso… aunque ayer se comportó extrañamente agradable. O silencio mejor dicho, el punto es que no fue tan insoportable como el año pasado.

 

Oh, mi querido Yuya, si tú supieras…” Kota ahorró sus pensamientos, asintiendo descuidadamente mientras parecían entretenerse un poco más en otra cosa, que no fuera para variar hablar de Shintaro. Pero justo en ese momento, cuando el salón guardó silencio, a pesar de que el maestro aún no llegaba, Kota elevó una ceja.

 

—¿Desde cuando el perfecto Inoo llega despeinado?

 

No es como si la apariencia del recién llegado fuera desastrosa, tan solo lucía un poco menos ‘perfecto’ como solían decir las chicas del salón. Takaki apenas levantó un poco la cabeza y luego levantó los hombros despreocupadamente.

 

—No lo sé y tampoco me importa.

 

Luego de un rato, Kota miró de un lado hacía otro.

 

—A todas estas, ¿dónde está Daiki?

 

 

 

El sol estaba demasiado fuerte para su gusto.

 

Ryosuke se acostó sobre el césped despreocupadamente, intentando escaparse un poco del sol, oculto bajo una pequeña sombra, mientras veía a los compañeros de su salón jugar tranquilamente. Y Chinen estaba entre ellos.

 

El salto que Yuri dio para poder atajar el balón mientras jugaban volley fue sorprendente, su mano golpeó con fuerza el balón y este logró darle el punto necesario a su grupo. A Ryosuke a veces le sorprendía lo hábil que Yuri podía ser para los deportes.

 

Sinceramente, eso de los deportes no iba mucho con él, por eso aprovechaba el descuido del profesor de deportes para descansar. Por supuesto, como todo el mundo estaba maravillado con el deportista estrella de segundo año, momentáneamente nadie le prestaba atención a él.

 

Cuando sus ojos se deslizaron hacía los pasillos del instituto, instintivamente arrugó el entrecejo. Hikaru caminaba junto a Keito. Hablando tranquilamente y al parecer sin problemas, con una pequeña sonrisa de por medio.

 

Keito era de segundo también aunque no estuvieran en el mismo salón, Hikaru de tercero, ¿cómo podían llevarse tan bien? Eso, sin contar el hecho de que su otro amigo, Shintaro, era de primero. Aunque Shintaro era un caso aparte. Shintaro era sociable, efusivo, impulsivo. Lleno de vida.

 

Tan distinto a esos dos, que se la pasaban juntos todo el maldito tiempo.

 

No era de extrañarse que Yuri y él desarrollaran otro tipo de amistad al estar siempre juntos. E incluso le constaba que Daiki y Yuto tenían casi el mismo tipo de ‘amistad’ ¿la tendrían Keito y Hikaru en el mismo nivel?

 

Sonrió ante la disparatada idea que había pasado por su cabeza, Okamoto Keito era demasiado correcto y serio como lanzarse a algo como eso, y Hikaru demasiado tonto para proponerle algo así. Y sin embargo, Ryosuke envidió ese tipo de amistad, posiblemente sincera que él aún no conocía.

 

Yuri seguía en el centro de atención, jugando arrebatadoramente. Y Ryosuke sonrió, a Yuri le encantaba llamar la atención de las personas, le gustaba más que cualquier otra cosa. Ser famoso, eso es lo que le convenía a alguien como Chinen, el foco de atención todo el tiempo.

 

—¡Yamada! ¡¿Qué demonios haces perdiendo el tiempo aquí?!

 

Y el grito de su profesor de gimnasia lo hizo encogerse en su lugar.

 

—¿Qué parte de TODOS tienen que hacer deportes se le hizo difícil de comprender?

 

Ryosuke bufó, hastiado con el comportamiento de aquel hombre que no entendía, que el esfuerzo físico y él no se llevaban muy bien que digamos. Se levantó de su lugar, apenas limpiando su ropa y mirando desdeñosamente al hombre.

 

—¿Tiene que ser tan insoportable todo el tiempo?

 

Su voz salió algo susurrante mientras sonreía apenas levantando la comisura de su labio. Pretencioso y sintiéndose superior todo el tiempo. Metió las manos en el bolsillo de su pantalón y camino hacía donde se encontraban el resto de los estudiantes.

 

Ryosuke, odiaba, mucho, tener que hacer deportes.

 

Pero más que todo, odiaba que le dieran órdenes.

 

 

 

 

Shintaro ocupó el teléfono una vez más.

 

Exasperado por que Ryutaro no le contestara una sola de las llamadas. Estaba en ese instituto y no podía siquiera disfrutar adecuadamente de su primer día de clases en un lugar normal, por culpa de esa estúpida fiesta en la que su hermano se había visto involucrado.

 

Volvió a entrar al buzón de voz, y Shintaro exhaló con fuerza. Miró el uniforme que llevaba puesto, no podía quedarse ahí como si nada. Sus padres ya habían salido de viaje, y en realidad había muy pocas posibilidades de que alguien se enterara si salía del instituto.

 

Primer día de clases, todos despistados. Todos confiaban en Morimoto Ryutaro y él llevaba el disfraz perfecto. Mordió su labio inferior y miró de un lado a otro en el pasillo de aquel instituto. Unos minutos antes de que las clases empezaran.

 

Una sonrisa surcó por sus labios, él tenía que hablar si o si con su hermano.

 

Tan solo, que no le quedaba otra opción.

 

 

 

 

—¿Y?

 

Keito rodó los ojos, sentándose junto a Hikaru en el receso.

 

Cruzado de brazos y con el entrecejo arrugado. Su entrevista con el director, junto a sus padres no había sido precisamente buena, maldita suerte la suya de que sus padres estuvieran en el país. Hikaru sin embargo lo miró esperando una respuesta y él solo bufó.

 

—Mis padres no me quieren en casa por las próximas cuatro semanas. Castigo, sin salidas, sin dinero: ‘Para que aprendas a comportarte como debe ser’

 

Hikaru sonrió, ante el pequeño mohín por parte de Keito y por un momento pensó que parecía un niño pequeño siendo regañado por sus padres. Cuando finalmente Keito suspiró, Hikaru colocó una mano sobre su hombro.

 

—Ya se les pasará Keito, además tu padre sale en gira la otra semana y tu mamá esta a cargo de ese montón de modelos problemáticas que seguramente hasta se olvidarán que estas castigado.

 

El optimismo de Hikaru siempre era algo envidiable,  Keito supuso que lo mejor para él era creerle. Colocó una mano sobre la pierna de Hikaru y sonrió un poco más. Los ojos de su amigo lo observaron letargo por un breve instante, pero luego bajó un poco la mirada y sonrió también.

 

Un hueco en el estómago fue lo primero que Hikaru sintió.

 

Así de molesto, así de incomprensible.

 

 

 

 

La hora del receso era como un breve descanso que nunca llegaba.

 

Yuto tenía el balón de soccer en las manos, jugaba con él mientras caminaba junto a sus amigos hacía una de las canchas. Y la imagen de Okamoto lo atravesó de repente. Ese odio extraño que había desarrollado por el hijo de aquel cantante lo hizo arrugar el entrecejo y apretar el balón en sus manos.

 

Estaba junto a aquel muchacho de tercero que era su amigo, y con el que iba de arriba para abajo todo el tiempo. Yuto entonces supo que ese mal sabor en la boca solo lo provocaba Okamoto, le molesta por alguna razón verlo. Tan cerrado y parco que solo podía pensar en el mucho fastidio que le provocaba.

 

Takaki hablaba con Yabu, a unos pasos de él, distraídamente y sin problemas.

 

Yuto encontró su mejor forma de pasar el enojo y dolor en el estómago que la presencia de Keito le había provocado.

 

—¡Hey, Yuya! ¡Atrápala!

 

Takaki  apenas había movido la cabeza hacía él, agachándose oportunamente en el momento en que vio el balón hacía él. Y tal como lo había supuesto Yuto, Takaki al esquivarlo, le dio camino abierto hacía el lugar donde Keito y Hikaru se encontraban.

 

Y el balón golpeó la espalda de Keito, con fuerza y esa sonrisa repleta de satisfacción apareció en los labios de Nakajima.

 

—¡¿Qué maldito problema tienes conmigo, Nakajima?!

 

Furioso, con el rostro incluso un poco rojo, Keito se levantó de su lugar, dejando atrás a Hikaru y caminando hacía donde Yuto se encontraba. Por supuesto el muchacho solo levantó un poco los hombros y amplió su sonrisa un poco más.

 

—No es mi culpa que Yuya se haya agachado.

—¿Sabes qué? Púdrete, modelito frustrado.

 

Ya para entonces, Yuto había fruncido el ceño, mientras Keito le daba la espalda dispuesto a marcharse, pero Yuto lo agarró por el brazo haciéndolo girar con fuerza. Pronto, todos durante el receso, poco a poco iban posando su atención en ellos.

 

—¿Qué dijiste, imbécil?

—Que te pudras, eso dije. ¿O es que la verdad dicha a la cara fue lo que te molestó?

 

En esta ocasión Keito sonrió, y Yuto levantó su puño, dispuesto a golpearlo. Pero antes de que pudiera hacerlo, Takaki ya lo había tomado por el brazo.

 

—Ya déjalo, Yuto. Acabamos de salir de un problema de dirección, ¿quieres otro?

 

Y el humor de Yuto empeoró cuando divisó a Hikaru llegar junto a ellos, y agarrar a Keito por el brazo. En verdad empezaba a ser insoportable ver incluso a Yaotome también.

 

—No le hagas caso, Keito. Vamos al comedor.

 

Para ese momento, Keito le sostuvo la mirada un rato más, antes de girar y alejarse con Hikaru, cuando aquello sucedió y la mirada de los demás fue escaza, Yuto se soltó del agarre de Takaki y el mayor solo arrugó el entrecejo.

 

—¿Qué te traes con Okamoto?

—No lo soporto.

 

—¿Y se puede saber por qué?

—No lo sé, solo no lo soporto.

 

Yuto empezó a alejarse, molesto por entre el patio donde los otros estudiantes se encontraban y Yuya encontró toda esa situación, terriblemente fastidiosa.

 

 

 

 

—Hay algo extraño en Shintaro, ¿lo has notado?

 

En el momento en que esas voces llegaron hasta sus oídos, Shintaro se detuvo, ajustando las gafas a su rostro y con aquella boina sobre la cabeza, tratando de mirar disimuladamente hacía el lugar donde ese par de alumnas hablaban.

 

—Si, como que ya no es tan coqueto como antes.

—Exactamente, antes al menos me saludaba con una sonrisa y etc. Pero ahora, parece como si ni me conociera.

 

Shintaro rodó los ojos, en realidad ni siquiera recordaba a esa muchacha. Hasta donde tenía entendido, toda chica linda que veía, la saludaba con una sonrisa y una suave caricia en su rostro. Así que no era de que preocuparse en realidad.

 

De todas formas su propósito era otro.

 

Cuando divisó a Ryutaro, viendo el tablero de anuncios durante la hora del receso frunció el ceño. Y caminó directo hacía él, agarrándolo por el brazo. Sin importarle en lo más mínimo el hecho de que varios estudiantes los miraran.

 

—¡Oye! ¡¿Qué demonios te sucede?! ¡Suéltame ahora mismo o…!

 

Shintaro había olvidado lo fuerte que Ryutaro podía ser, así que cuando estuvieron en uno de los pasillos, Ryutaro había tomado su brazo y lo había colocado de cara contra la pared, con su brazo completamente inmóvil a su disposición.

 

—Estoy harto, de que todo el mundo me agarre y me lleve a lugares raros para meterme la lengua hasta la campanilla, ¿qué maldita vida de semi prostituto llevas tú aquí?

 

La voz de Ryutaro sonaba llena de rencor, y Shintaro sintió imposible soltar una carcajada, Ryutaro lo soltó y Shintaro pudo girar. Lejos de las miradas de cualquier curioso, pero aún así opto por no quitarse ni las gafas ni la boina.

 

—En primera, ¿medio mundo? Lo dudo, no cualquiera tiene acceso a mi boca, que tú se los hayas permitido deja mucho que desear de tu pulcritud Ryutaro.

 

Shintaro sonrió levemente y Ryutaro apenas acrecentó la mueca molesta en sus labios.

 

—Déjate de bromas Shintaro, sabes que me refiero a Kota. Maldito abusador, él esta en tercero, tú en primero.

—¿Y? no es su experiencia algo envidiable e interesante.

 

Ryutaro enarcó una ceja, pero Shintaro solo rió un poco más.

 

—Como sea, Ryutaro no soy ningún prostituto. Tengo sexo por diversión, no por dinero. El dinero nos sobra.

 

Shintaro se dedicó a caminar por el pasillo, mirando curioso los anuncios de ese año en el internado. Como si de pronto sintiera nostalgia de no estar ahí, aunque sinceramente prefería la libertad de un instituto que estar encerrado en un solo lugar.

 

—De todas formas, ¿para qué viniste?

—Mi querido Ryutaro, creo que no estás sabiendo llevar el peso de mi personalidad sobre la espalda. Mira que dejarte agarrar en la mejor fiesta de inicio de año.

 

—En primera no solo caí yo, sino varios de tus amiguitos estúpidos.

—Ah, que lindo que eres Ryutaro.

 

El sarcasmo sobre llevó a esas palabras de Shintaro, pero para ese momento Ryutaro se debatía mentalmente entre pedirle ayuda o no, con respecto a Yabu. Confesarle que había sido descubierto apenas en el primer día. Pero esa actitud tan confiada de Shintaro le hacía ver que no debía perder. No frente a él.

 

Maldito sea su orgullo e instinto competitivo.

 

—¿Y tú, Shintaro?  ¿Cómo va mi vida?

—Aburrida, excepto en las noches. Ya llamé a unos amigos y nos reuniremos en estos días. Así que no esperes que de verdad siga al pie de la letra lo que haces con mi oportunidad de libertad.

 

Ryutaro se sintió entonces en la oportunidad de cometer cuanta estupidez se le pasara por la cabeza a razón de que él tampoco tenía por que olvidarse de su propia vida. Pero a Shintaro no lo habían descubierto, a él si. Y Ryutaro volví al debate de pedir ayuda o no.

 

Vio a Yabu, los miraba desde el patio principal, tratando de fingir que le seguía la conversación a sus amigos cuando en realidad solo lo miraba a él.

 

¿Podía haberse dado cuenta que estaba junto al verdadero Shintaro?

 

Lo dudaba, Shintaro estaba muy bien oculto, pero eso solo podía levantar sospechas. Ryutaro decidió que prefería estar en las manos de Kota, que perder ante Shintaro. Su orgullo pesaba, mucho más que la confianza que se pudiera tener en el mismo en ese instante.

 

—¡Ryutaro!

—¿Qué?

 

—Parecías perdido en tu mundo.

—Ya Shintaro, ya comprobaste que vivo. Ya vete, no quiero que nadie te vea.

 

Shintaro arrugó un poco el entrecejo, extrañado por la actitud de pronto acelerada del mayor, pero decidió que de cierta forma era lo mejor. Obedecer por esta ocasión para no acarrear más problemas. Señaló a Ryutaro con fijeza, con su mirada profunda y sin remordimientos.

 

—Ten cuidado, Ryu. Todos aquí son medio peligrosos. Juegan sucio y a su favor todo el tiempo.

 

Ryutaro asintió, viendo su oportunidad de salvarse de Kota irse con pasos tranquilos, perdiéndose por el pasillo, confiado como siempre Shintaro abandonó el internado. Y Shintaro se quedó en medio de aquel pasillo, tratando de convencerse que estaba haciendo lo correcto.

 

Que Kota no podía ser peor que Shintaro.

 

 

 

 

Tenía un par de minutos buscando a Inoo.

 

Era molesto e incluso indignante para él, pero Daiki había tomado la decisión de que definitivamente  tenía que insultarlo un para de minutos solo para descargar esa molestia que le había provocado temprano en la mañana.

 

Pero no lo encontraba por ninguna parte y empezaba a ser exasperante.

 

—¡Daiki! Que bueno que te encuentro, necesito… ¿Daiki?

 

Yuto a su lado pasó una mano por su rostro, así que Daiki recién comprendió que en algún momento, Yuto se había acercado y él no tenía idea de cuando.

 

—Yuto, solo… Oh, por fin. ¡Hey, Inoo!

 

Perdió la concentración en lo que hacía. Caminó directo hacía donde Kei se encontraba, parado frente a la entrada del internado observando cada tanto la hora en su reloj. El porte elegante y tranquilo, pero Yuto lo agarró por el brazo inmediatamente.

 

—¿Qué haces?

—Nada en especial, solo quiero insultarlo un poco.

 

Trató de soltarse, pero en el momento en que aquel auto lujoso se estacionó justo frente a Inoo, por precaución, Daiki decidió que debía aguardar solo un poco más.

 

—Oh, así que ha sido cierto…

—¿Cierto?

 

Giró hacía Yuto, y el muchacho solo asintió tranquilo, soltando por fin su brazo. Mirando como Inoo abría la puerta del auto, y le extendía caballerosamente su mano a la bella muchacha que salía del auto.

 

—Habían rumores durante las vacaciones, mientras tú estuviste en el extranjero, de que acababan de comprometer a Kei con la hija de un empresario coreano muy importante, Seung Ohdara, o algo así.

 

Daiki regresó su mirada, el cabello castaño de la muchacha, la apariencia risueña y la estoica expresión en el rostro de Kei mientras la saludaba amablemente, ella encantada, él… era algo indescifrable aquella expresión que Kei tenía en el rostro en ese instante.

 

La sonrisa volvió al rostro de Daiki, siempre le habían gustado los retos, y no es como si quisiera algo formal con Inoo, tan solo le resulta divertida la idea de enloquecerlo un poco, de arrastrarlo por el camino equivocado hasta que perdiera la cabeza por él, y dejara de ser tan correcto.

 

Si, definitivamente aquella Ohdara, solo incrementaba la diversión del juego.

 

 

 

 

—Maldito estúpido, él y su vida promiscua que solo me traen problemas…

 

Ryutaro tenía en mente, destrozar a su hermano con palabras, estaba a punto de terminar la hora de receso y lo único en que podía pensar es en que no había comido absolutamente nada, más la angustia que sufría al huir de Yabu todo el tiempo. Definitivamente si no comía algo iba a morir de inanición.

 

Pero ocurrió, otra vez, de la misma forma.

 

Igual de imprudente, molesto e insoportable.

 

Yabu lo agarró por el brazo, con fuerza, con más que las veces anteriores, asentándolo contra una de las paredes, con una mano en aquella pared y esos ojos repentinamente molestos. Ryutaro incluso pudo percibir su aroma, otra vez demasiado cerca de él.

 

—¿Vino un amiguito tuyo a visitarte, Ryutaro?

—¿De qué demonios hab..?

 

Ryutaro abrió los ojos, comprendiendo de inmediato. Efectivamente, Yabu no había logrado identificar a Shintaro.

 

—Te vi con el muchacho ese que te agarró de repente y te llevo quien sabe a donde, ¿quién era?

 

Yabu era un sujeto muy extraño, de pronto la molestia se borró, y comenzó a acariciar el rostro de Ryutaro, provocando en el menor que tan solo respirara profundo, solo para no decirle todo lo que se le pasaba por la cabeza en ese instante.

 

—Ya sabes que no soy Shintaro, ¿tengo que responder?

—Tienes que. No me gusta que toquen lo mío.

 

Ryutaro abrió los ojos, mucho en realidad. Esa cercanía empezaba a ser incómoda.

 

—Déjame en paz. Y más te vale no decirle a nadie sobre esto.

—Ryutaro, ¿tienes siquiera una idea del poder que tengo sobre ti en este instante? No te me confundas demasiado.

 

Y antes de que pudiera responder, esos labios demandantes de Yabu lo atraparon, posesivos y sin una pizca de dulzura que ahora que lo notaba jamás había demostrado. El cuerpo de Kota se pegó un poco más y Ryutaro solo pudo abrir mucho más los ojos, como si ya no pudiera pegarse más contra la pared.

 

Ese beso lo sofocaba casi hasta dejarlo sin aire, era diferente lo sentía diferente. Y su suerte empezaba a jugarle en contra. Para cuando Yabu soltó sus labios, una sonrisa pretenciosa estaba en los labios de Kota, una ganadora que le daba la victoria sin haber empezado a jugar en realidad.

 

Ryutaro sintió una suave palmada en su mejilla, tragó duro y miró a Yabu alejarse, con la pequeña amenaza implícita sonando dentro de su cabeza, y las piernas ligeramente débiles luego de aquel beso. Tal vez, no había sido tan buena idea pensar, que Kota era menos peligroso que Shintaro.

 

 

 

¿Qué es lo que hace una persona como tú, tan metido en mi corazón?

No me importa lo que digan, haré cualquier cosa por tenerte junto a mí.

 

 

 

Fin del Cuarto Síntoma

 

 

 

Me he atrasado mucho en las fechas de mis actualizaciones, mil disculpas por eso.

 

El trabajo me consume demasiado tiempo últimamente.. u.u

 

Anhelo mis vacaciones, en fin espero que les haya gustado. Este capitulo iba a ser mucho más extenso pero iba a ser exageradamente largo, así que opté por dividirlo en dos partes. xD Nos vemos en la próxima actualización.

 

Oh, y por cierto la canción de este capo es Abracadabra de Brown eyed girls. J

 

8 comentarios sobre “Precedentes: capitulo 4

    1. nooooo *^* fue demasiado cortooooo, pero ahora si lo digo en serio, y quizás no sea porque esté corto sino porque hubo menos YabuTaro. Rayos u_u yo y mi necesidad.

      Gracias porel capítulo *^* no importa que publiques tres días después a la fecha que habías puesto, lo importante es que no te olvidas de tus fics.

      Buaaaa TOT Kota, acosa más a Ryutaro por favor(?) Y Ryutaro, golpea a Kota con todo tu amor(?)

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  1. ya bueno el capo,
    me gusto.
    sigue asi
    en este fic son todos «peligrosos» a su manera
    asi que a cuidarse.
    fighting¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

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  2. asddadas XD casi lloro al leer que Inoo estaba comprometido LOL
    pero AMO saber que Daiki jugará a los retos y que incluso XD lo hará con más ganas
    Aasdasdasd la parte Yabutaro está tan genial D: quiero entender mejor ;3;
    Y Ryutaro hubiera aprovechado para sacarle celos y mandar al demonio a Yabu
    Quiero conti ;3; no demores

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  3. esta genial tu fuc me la he pasado las tres ultimas horas en la compu sin despegarme ni un solo instante esta genial me encanto amo el inoodai y el yabui taro esta increible, yo no sabria si acceder ante yabu o decirle a shintaro tod ala verdad esta increible enverdad me encanto esperare la conti espeor que sea pronto porque me dejaste metida en el fic XD

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  4. Muchas gracias. me encanta como se va desarrollando la historia…
    A Yuto no le gusta la amistad entre Keito y Hikaru, celos!
    Ojala puedas seguir actualizando por favor…
    =)

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