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Amor: onceavo drabble


 

Favores que se cobran con favores

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Alguna vez la humillación cubrió su cuerpo.

 

Si fue así, él ya no lo recuerda, su mente añeja recuerdos de otros tiempos. Y momentos que no lo hagan sentir tan ridiculizado ni tan bajamente derrotado.

 

—Entenderán que por tanto, debo suspenderlo. Sus actos poco morales a escondidas de todos, mientras se realizaba uno de los eventos más importantes para todos, no puede pasar desapercibido.

 

Su madre se movió incomoda, y Jaejoong solo desvió la mirada.

 

—Jaejoong se portó inadecuadamente, pero no estuvo solo.

—Mientras el joven Kim no nos diga el nombre de su acompañante, lamentablemente no puedo hacer nada más.

 

Sintió esa mirada profunda. Obtusa y  retadora de su madre.

 

—Jaejoong, ¿no piensas decir algo?

—Solo yo salí en el video. No quiero a nadie más involucrado en esto.

 

—¡¿Ni siquiera dejas entrever la posibilidad de que los hayan grabado y expuesto sin que lo supieran?!

—Madre, basta. Admítelo tienes un hijo promiscuo. Y si, me vas a tener que soportar en casa por un par de semanas.

 

El sonido secó de la bofetada llegó con fuerza, virándole el rostro agresivamente, y el director, detrás de su asiento. Solo carraspeó un poco, la tensión viviente y el silencio fue demasiado, optando bajar la mirada e ignorar que aquello había sucedido.

 

—Entonces no hay nada más que hablar. Te pido Jaejoong que recapacites tus actos, cuidar tus acciones. Y comportarte de manera adecuada. No podrás volver hasta dentro de dos semanas, y te recomiendo que no desperdicies el tiempo, por que los finales se acercan.

 

Jaejoong apretó sus puños, con un extraño dolor en el estómago ante el gesto de su madre que había sido fácilmente ignorado. Pero dolía más, esa extraña y casi nula reacción de odio o rencor. Solo un vacío que se había apoderado de él, tan seco y asfixiante que ni siquiera sabia a derrota.

 

 

 

 

Los primeros días fueron un horror.

 

Su madre se la pasaba reprochándole por su comportamiento, por que estarían hablando de él en el instituto. A él ni siquiera le importaba, ¿por qué entonces su madre lucía más apesadumbrada que él con eso?

 

Oh, tantos ideas estúpidos que el solo se la pasaba en casa, aburrido y desconectado del mundo, prefería con contestar el celular ni navegar en internet. Fingir que estaba castigado con eso también, solo para no tener que dar explicaciones y pensar en algo bueno.

 

Yunho era su maldito talón de Aquiles, y el estúpido le había ganado.

 

Su estomago ardía en furia, al recordar lo estúpido que fue, por confiar y cerrar los ojos.

 

No sabía si vengarse o no, no sabía que hacer realmente.

 

Esa mañana, cuando se asomó en la ventana de su habitación, sus ojos, como si lo buscaran, enfocaron directamente a Jung, bajando de su auto. Sonriente y seguro en sus pasos. Tocando la puerta de la casa de Namin.

 

Y su malestar se acentuó.

 

Ella salió sonriente, desesperantemente radiante. No tan tímida como antes, y apretó sus puños nuevamente. Envuelto por un aura insignificante de odio y deseo, que principalmente iban dirigidos hacía si mismo por haberlos reunido en primer lugar.

 

—Madre, voy a salir.

 

Ya había tomado su abrigo cuando la mujer salió de la cocina, con el entrecejo arrugado y su voz tan firme, que logró incluso detenerlo.

 

—Tú no vas a ningún lado, estas castigado.

—Solo voy…

—¡Y un carajo, Jaejoong! ¡NO SALES! Y no quiero discutirlo más.

 

Ella estaba enojada, aún, a pesar de que ya habían pasado un par de días. Escuchó un carro encendiéndose y corrió a la ventana y observó el auto de Yunho alejarse, con la idiota de Namin dentro.

 

Los celos, malditos celos que empezaban a atormentarlo.

 

Pensando seriamente que debió hacer algo más que empujar a esa insulsa por las escaleras.

 

 

 

 

—No había necesidad de invitarme a salir, Oppa.

—Te lo debía, además quería verte.

 

Namin sonrió, asintiendo con tranquilidad, observando curiosa el moderno carro en el que se encontraba.

 

—¿Namin has tenido novio?

 

La pregunta la hizo sonrojarse, y que su cerebro trabajara velozmente. Yunho tenía una sonrisa victoriosa en los labios, envidiable. Pero a más de eso, tenía el nombre de Jaejoong tatuado en la frente, como si deseara destruirlo para evitar confrontar lo que sentía.

 

Y ella no era tonta, no señor. ¿Cuántas oportunidades habían de que un hombre como Jung Yunho la invitara a salir, se le acercara e incluso le insinuara algo más allá de una amistad?

 

Namin no era tonta, claro que no.

 

Jaejoong le debía una muy grande, y gracias a Kim, ella había aprendido que ser buena persona no la lleva a ningún lado, que favores sin beneficios no servían, pero sobre todo, que cuando te lastiman, hay que lastimar el doble.

 

Una sonrisa tímida en sus labios y comprendió que a Yunho le beneficiaba, una novia tímida, linda y agradable.

 

—No Oppa, yo siempre he sido el patito feo entre mis amigos…

 

“Actúas como si no tuvieras amor,

Y del mismo modo, pretendes que yo me vaya sin él.”

 

..:: To be Continued ::..

 

 

 

La canción es “One” de U2, amo esa canción. Y no estoy muy segura por que inspiró un capitulo así, pero ya ven. Yo y mi loca mente descabellada… xD

Ya veremos más adelante como se enfrascan en ese juego sucio y traicionero de llevar el control. ;D

 

 

 

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Primera plana: capitulo 21


 

 

Primera Plana

 

Capitulo 21: Irreversible

 

 

—Sabe extraño.

 

Boa compungió un poco su rostro, en una expresión algo conflictiva, como una mueca mal establecida, pretendiendo no ser demasiado notoria ante el tranquilo Kibum, que sentado frente a ella había arrugado el entrecejo.

 

—¿En serio? Lo siento mucho…

—Oh, no te preocupes.

 

Boa negó suavemente, dejando el vaso sobre la mesa. Con una sonrisa y el sabor amargo y extraño del champagne en la lengua, tratando de entender por que de repente se sentía incluso mareada, si apenas había bebido y ni siquiera había movido fuertemente la cabeza.

 

—Boa, dígame. ¿Alguna vez OhDae le ha hablado de sus antiguas esposas? Eran mujeres todas muy hermosas y de buena familia, sin embargo, poco se sabe de usted.

 

Key sonrió tan tranquilamente, con una mano apoyada en su quijada. Que Boa no pudo notar malas intenciones, solo se removió un poco y trató de fingir.

 

—Pues OhDae siempre ha sido muy reservado con su pasado.

—Oh, por supuesto. Lo que me sorprende es que los hermanos Kim, siendo tan… territoriales, posesivos, snob y elitistas. Hayan aceptado su presencia con tranquilidad y armonía.

 

Volvió a sentirse incómoda, mirando hacía cualquier lugar que no fuera aquel muchacho. Como si sus comentario fueran finar agujas, decidió entonces que necesitaba un poco más de champagne. Y el sabor extraño volvió a estar en su boca.

 

—No fue fácil al principio, ellos…

 

—Jaejoong, Yoochun, Junsu y Minho siempre se han vanagloriado de la madre que tienen. Rye era sin duda la envidia de todos. Tan sublime, poderosa y millonaria, hermosa como ella sola. Toda una dama. Y OhDae sin duda inteligente, de buena familia, apuesto y todo un caballero. Él uno para el otro, ¿no cree?

 

Kibum llevó a sus labios un poco de champagne. Bebiendo algo despreocupado, sabiendo que había llamado por completo la atención de la mujer.

 

—Cuando OhDae y Rye se comprometieron, según mis padres. Fue la unión perfecta. No había quien no los envidiara. Y por lo mismo, los cuatro hermanos Kim están orgullosos de lo que son, la sangre que corre por sus venas, es más importante que ellos mismos inclusive. Son lo más snob que hay en este país, todos hermosos, inteligentes, con un futuro por delante, y más viniendo de las familias que vienen.

 

Boa sintió un atisbo de fuerza extraña, Key había posado sus ojos en ella, fijamente. Recalcando sus palabras con cuidado, vertiginosamente el mundo a su alrededor desapareció y se concentró en el menor. En esa información que ella no había contemplado.

 

—Ellos veneran etéreamente a Rye, a su padre y todo lo que él representa. Están en un altar y todos los envidian, por que de existir la realeza aquí, ellos serían herederos legítimos, príncipes herederos. La imagen inverosímil que proyectan es tan magnifica. Que pase lo que pase, hagan lo que hagan. Ellos nunca dejaran de ser lo que son.

 

Key sonrió en cuanto notó el primer pliegue de debilidad en Kwon Boa, su mirada alicaída, posada en el borde del mantel, como si analizara y sobre todo un peso enorme hubiera caído sobre ella. Tan metida en sus pensamientos como para percatarse de sus intenciones.

 

Levantó su mano derecha, llamando a uno de los meseros, agarrando un poco de whisky entre las manos, ofreciéndoselo a la mujer. Con una expresión pasiva e inocente.

 

—¿Malos recuerdos?

 

Boa miró el vaso, los hielos acompañando a la bebida, su boca sedienta aclamaba un poco de salvación e inconsciencia. Y cuando tomó el vaso entre sus manos, incapaz de ver la sonrisa en los labios de Kibum, su cabeza dio mas vueltas y se sintió terriblemente frágil. Como si todo perdiera razón y ella se sintiera más desinhibida que antes.

 

La mirada sutil y cuidadosa de Key se deslizó por entre las personas, ubicando a Joonghyun apoyado en uno de los pilares, con sus brazos cruzados. Mirándolo seriamente, afianzó el contacto de sus miradas y Joonghyun asintió, entendiendo sin gestos, sin palabras, tan solo con observarlo a discreción.

 

El susurro discreto de Joonghyun sobre dos muchachas, directo a sus oídos. Fue encantador, las muchachas encantadas asintieron marchándose de ahí, y acercándose a los dos hombres que rondaban y cuidaban la tarima de presentaciones. Boa hipó en ese momento y Key supo que el momento de su jugada había llegado.

 

—Boa, ¿todo está bien en su familia?

 

Los ojos un poco desorbitados fue lo primero que vio, lucía un poco frágil y desconcertada, con su cuerpo no reaccionando adecuadamente para su gusto.

 

 

 

 

El lente de la cámara enfocó con claridad a Kim OhDae.

 

Perpetuo y elegante.

 

Como si se tratara de una vaga contemplación, Heechul se quedó imperturbable mirando al hombre, ocultando su rostro gracias a la cámara. Como si grabara el momento en su memoria, mientras OhDae estrechaba la mano del gobernador.

 

Su dedo se deslizó cuidadosamente, para captar el momento exacto que la editorial necesitaba. Que su trabajo requería, pero aún así permaneció ahí. Observando a OhDae y su expresión seria y sofisticada, sonriendo a ratos. Muy amable.

 

Tan lejano. Tan imposible.

 

Que un suspiró abandonó a sus labios, del mismo modo en que bajaba la cámara y analizaba el poder que OhDae tenía. La vida que llevaba, todo lo que cargaba sobre sus hombres. No era fácil, que OhDae dejara a su esposa radiante y bella, solo por estar con él.

 

No importaba que Heechul desde que le habló por primera vez hubiera sentido una indescriptible atracción, un poder afianzado en todo lo bueno y esplendoroso que proyectaba el magnate Kim. Todo lo que OhDae era, provocaba en Heechul firme admiración.

 

Demasiado bueno, para ser real.

 

Demasiado fantasioso como para confiar a ciegas.

 

Y se sentía estúpido por que a pesar de todo, su mundo ya había empezado a girar, esperando por OhDae, anhelando por un poco de su atención. Apasionando ante el hecho de que aquel etéreo hombre, todo rectitud, estuviera dispuesto a olvidar sus principios por entregarse a él.

 

La culpabilidad llegaba a ratos, refulgente y molesta, pero a veces era tan difícil cavilar la posibilidad de enfrentar al mundo juntos. No, cuando OhDae representaba todo lo que la sociedad quería ser. Y aún más ahora que el candidato predilecto a presidente. Era imposible, un poco más que eso tal vez.

 

—Últimamente se ha vuelto un conflicto dar contigo luego del trabajo, ¿no?

 

La voz de Donghae, lo tomó desprevenido, el peso de la cámara fue demasiado y sus manos estuvieron a punto de soltarla, provocando incluso que Lee también se agachara para evitar que tocara el suelo.

 

—Hey… cuidado. Que esto es propiedad de la editorial.

—Me asustaste.

 

Heechul acomodó la cámara en sus manos nuevamente y pudo sentir la fija mirada de OhDae sobre él, pero Heechul solo fingió que no era así. Elevó discretamente la mirada hacía OhDae una vez más, pero ahora Junsu hablaba con él, con una expresión extremadamente seria, con Yoochun a su lado tratando de mediar la situación al parecer.

 

—¿Esa no es la esposa de OhDae?— Heechul giró, hacia el lugar exacto en el que Donghae posaba la mirada, lo primero que vio fue a la mujer subir las pocas escaleras de la tarima, torpe y descuidadamente, provocando una sonrisa grande en el rostro de Lee. –Ten lista la cámara, presiento que esto va a ser bueno. Vamos al frente.

 

Heechul miró preocupado como la mujer tomaba el micrófono, mientras los de seguridad se encontraban embelesados con un par de muchachas. Su primer pensamiento fue la reputación de OhDae. La preocupación que caló dentro de él con fuerza y la voz altanera y preocupante de la mujer.

 

—¡Hey, gente presente!

 

Y con esas tres palabras, el desastre comenzó.

 

 

 

 

 

—¡Suéltame!— Boa se removía con fuerza de los brazos de OhDae. Golpeando y sacudiendo las piernas, a pesar de que empezaban a bajar de la tarima, con ella siendo jalada a fuerza. —¡Quiero que todo el mundo sepa la basura de vida que me has dado! ¡El demonio que eres! ¡Lo mentiroso, cruel, infame!

 

Una vez en el piso. OhDae la soltó, pero la ofuscación de Boa continuó. Golpeando el pecho de OhDae con sus puños. Marcando a cada palabra un golpe que lo hiriera, al menos a la mitad de lo dolida y avergonzada que ella se sentía.

 

—¡Dijiste que también querías un hijo! ¡ME DISTE ESPERANZAS! ¡¡Cuando tú ya no puedes tener hijos por esa estúpida operación!! ¡Maldito!

 

Taemin observó con aprensión la situación, el rictus molesto en el rostro del mayor. La desesperación en el rostro de Boa, como si toda ese perfección y sonrisas con las que llegaron, de pronto se hubiera marchitado. Onew llegó corriendo, un poco desorbitado con todo. Pero OhDae lo ubicó rápidamente.

 

—Acaba con toda esta estupidez, no quiero a nadie más aquí.

 

La orden fue acatada con un leve asentimiento antes de que OhDae se marchara con Boa, jalándola por el brazo. Dejando a la prensa enloquecida tras él. Pero Taemin pudo notar la mirada preocupada en Jinki, esos ojos que buscaban con atención a Minho. Mortificado y ausente. Como si de un muerto viviente se tratara.

 

Onew estaba preocupado, anhelando poder servir de confort a Minho.

 

Tan evidente, que Taemin se pudo dar cuenta que había secuelas de su amor por Minho ahí. Por que le afectaba la manera en que Minho se veía desolado. Pero comprendió que ya no era tan fuerte, al menos no como con Onew y de una forma u otra, lo desconcertó.

 

 

 

 

Esa gente que una vez lo miró con adulación. Esa prensa que alguna vez lo buscó con proyección de ejemplo. Todos ahí ahora solo lo miraban de reojo. A él y a sus tres hermanos. Con susurros crueles que eran aún percibidos.

 

Murmullos mal intencionados, miradas de lástima. Critica, soberbia, regocijo.

 

Minho, tenía en claro que no podía mirar hacía ningún lado. Por que se encontraría con toda esa falta de humanidad. Que ahora recaía sobre ellos. Y el aire incluso le faltaba, como si su cerebro aún no le ofreciera la oportunidad de oxigenarse y valorar la situación.

 

De que su poca y buena realidad, era tan solo una mentira más.

 

Rodeado de lo que más odiaba, Minho se percató, que hoy más que nunca, ese era el lugar al que asquerosamente pertenecía, el único mundo que conocía y que ahora le daba la espalda. Volviéndolo frágil, tan fracturado que no podía ni siquiera derrumbarse ahí.

 

—Vámonos de aquí.

 

Changmin agarró su brazo con fuerza, y apenas pudo reconocerlo por el timbre de su voz. Tenía la gorra de su uniforme puesta en la cabeza, casi cubriendo la mitad de su rostro. No tuvo tiempo de reaccionar antes de sentir el jalón y que su cuerpo por inercia obedeciera a Changmin.

 

Su espalda, se enfocó en esa amplia espalda de Changmin. En eso y solo eso, mientras Changmin se abría paso entre la gente y los reporteros, con la cabeza gacha para evitar las fotografías. Como si no escuchara ni viera a los demás a su alrededor a aquellos que se movilizaban sobre él, Minho comprendió y la burbuja interna de Rye con aquella hermosa sonrisa se rompió.

 

Dejando sombras, dolor y rencor.

 

Para cuando llegaron al estacionamiento, sus ojos captaron en las manos de Changmin las llaves del auto, y entonces corrió, siendo ahora él quien jalaba de Changmin, tratando de dejar atrás a toda esa prensa que hostigaba en su contra. Abrió el carro lo más rápido que pudo.

 

Changmin apenas tuvo tiempo de entrar en el carro, cerrar la puerta, cuando el auto ya empezaba a arrancar, y el sonido de las llantas en el pavimento alejaba a los curiosos. Changmin sintió ese desagradable Déjavù de semanas atrás cuando enojado, Minho condujo de la misma manera, tan apresurada e inconscientemente, que volvió a temer.

 

Por esos arranques de furia, que siempre recaían en el menor.

 

Y que ponían en peligro su vida, pero él seguí ahí. Estúpidamente junto a él, para él.

 

…Por él.

 

 

 

 

 

Jaejoong caminó torpe y desequilibradamente.

 

Huyendo lo más pronto que podía de toda esa gente, ya lejos de la mirada y las cámaras, con la mirada desenfocada y una respiración que a veces le faltaba. Sosteniéndose en las paredes a ratos.

 

Asustado por esa castillo que se acababa de derrumbar ante sus ojos.

 

Desesperado, de haber perdido lo que tanto había llenado su orgullo en años.

 

Tropezó y logró medio agarrarse, sin detenerse un solo segundo. Necesitaba salir de ahí, preferiblemente sin que la prensa notara su deploraba imagen. Solo por entre los pasillos de aquel hotel, con uno que otro empleado de ahí mirándolo sin saber lo que le ocurría.

 

—¡Jaejoong!— Yunho llegó hasta él, agarrándolo por los hombros. Haciendo que lo mirara. Enderezándolo por completo. –Demonios, ¿cómo te escabulliste tan pronto?

—¡No me toques!

 

Lo empujó con fuerza, con toda la que pudo reunir. Trastabillando Yunho solo se alejó, frunciendo el ceño ante la acción.

 

—Jae, la prensa te ha de estar buscando. Salgamos de aquí.

—No, yo solo… ¡No!

 

La mirada de preocupación que Yunho le envío fue tan legítima que Jaejoong no tenía cabeza para debatirse si era real o no. Solo lo miró. Y se encogió en su lugar. Presa del dolor y la ofuscación, del poco tiempo y la exagerada preocupación que acongojaba su mente, su conciencia y su orgullo.

 

—Tenemos que irnos, Jaejoong.

 

La mano de Yunho se estiró hacía él, como si dejara en su única decisión el dejarse llevar una vez más. No importaba el juego, lo dolido que estaba, lo retorcido de su relación, Yunho siempre estaba ahí. Para bien o para mal.

 

Entonces tomó esa mano. Apretándola con fuerza antes de empezar moverse. Y Yunho comprendió, por que esperó, por una palabra de él. Dio un paso. Un solo paso inseguro, cerca del rostro de Jung.

 

—¿Quieres calmar mi dolor? ¿Quieres ayudarme en verdad? Por única vez, ¿podrías hacer algo bueno por mí.

 

Dolorosamente, Yunho tardó en contestar. Con su rostro serio y frío. Observando los ojos de Jaejoong tan hondamente, que parecía querer incluso poder leer su mente.

 

—Haría cualquier cosa por ti, Jaejoong.

 

Sabía mentira, cada palabra de su boca, era falsa. Y Jaejoong lo sabía.

 

—Solo por hoy, quiero saber lo que es hacer el amor. Finge que me amas, solo por hoy. Regálame esta noche a mí.

 

No hubieron respuestas ni afirmaciones, solo la mano de Yunho apretando con más fuerza la de Jaejoong mientras empezaban a correr hacía la salida. No necesitaba de palabras, al menos Jaejoong no las necesitaba. Bastaba con ese gesto, por que Yunho rara vez tomaba su mano. Y rara vez se aferraba a él con tal fuerza.

 

 

 

 

—Hay que salir de aquí, antes que los periodistas con sus autos gestionen el transito.

 

Kangtae sonaba serio, seguro de sus palabras. Dando vueltas al volante a su disposición. Saliendo lo más rápido que podía del parqueadero. Junsu, desde el asiento de atrás miró a Yoochun, junto a él. Perdido en sus pensamientos, apretando los puños con fuerza.

 

Ese irritado amor que compartían no era ni de cerca parecido al que Kangtae sentía por él.

 

Kangtae que había jalado de los dos, que estupefactos se habían quedado inmóviles ahí. Los había sacado de esa locura en que la fiesta de la compañía de su padre se había convertido. Preocupado por él, presente para él.

 

La oscura noche apenas le daba oportunidad de ver a Yoochun, despojada de tantas cosas en un solo momento, Yoochun solo miraba perdido el asiento frente a él, hasta que la luz de la calle los semi iluminó. Y Yoochun pudo ver en esas facciones el descontento, la rabia desesperada por salir. Y un odio impermutable. Aislante y desolador.

 

 

 

 

—¡Tienes que bajar la velocidad!

 

Changmin gritó, sostenido apenas de algún lugar en el auto, mirando a Minho, ese perfil angustiado, en una expresión extraña que estaba a punto de dejar salir lagrimas, pero tan furioso como para golpear o estrellarse contra lo primero que encontrara.

 

—¡Minho!

—¡¡Entonces bájate, maldita sea!!

 

El auto frenó bruscamente, el cuerpo de Changmin se friccionó hacía adelante con brusquedad, tanta que Minho miró asustado al mayor, estirando su mano hacía él, pero antes de que pudiera hacerlo, su mano se cerró en un puño y desvió la mirada. Esperando por que Shim terminara de bajar.

 

—No voy a dejarte…— Minho regresó a mirarlo, incrédulo. Con su pecho subiendo y bajando. Con ese dolor más latente ahora que se detenía a pensar. –No sé por lo que estás pasando pero no pienso dejarte.

 

—¡No lo sabes y no entiendes! ¡La desesperación, yo…!— Minho cubrió su rostro, con una expresión ofuscada y moribunda. –Boa es mi… madre. ¡Yo le hice lo mismo que me hicieron ellos a mí! ¡La razón por la que los odio, es por el odio que ellos impregnaron en mí! ¡Me lastimaron y yo… solo me convertí en un reflejo de mis hermanos! …Lastimando lo que debería ser importante para mi.

 

La voz de Minho se perdió en cada palabra, con la cabeza baja y su cabello pegado a su frente. Acongojado y perdido. Changmin soltó su cinturón. Acariciando el rostro de Minho con cuidado, para que lo mirara un poco al menos.

 

—No sabías que era tu madre.

 

—No importa.— Minho negó. –Rye… era lo único bueno en mi vida, ella y mi padre. Y ahora no tengo nada. ¡Estoy solo! Absolutamente solo, parado en la mitad de la nada. Nunca he podido… yo solo… solo quería no sentir odio por un solo día. Quería que alguien a más de mi padre me amara. ¿Es tan difícil que alguien me regale algo que otros desprecian?

 

Changmin sintió esa punzada en el pecho que es inefable.

 

—No estas solo, ¿me oyes?— Apretó las mejillas de Minho, buscando que volviera a mirarlo. Una vez más. –Yo estoy contigo. Me tienes a mí.

 

Los sollozos que empezaron con delicadas lagrimas cayendo por las mejillas de Minho, pronto se convirtió en un doloroso y desamparado llanto, apoyando en el hombro de Changmin, Minho solamente dejó salir todo ese dolor que nadie más allá de su padre había alcanzado a ver.

 

Ese desamparo total, esos pocos años de vida en los que jamás había obtenido un pequeño gesto de aprobación o amor. De afecto o cursilería innecesaria que él pudiera rechazar por ser mayor. Por ser un casi adulto.

 

Esas lágrimas que hoy salían, que le robaban la respiración.

 

—Respira, Minho… Cierra los ojos y apóyate en mí.

 

Changmin lo abrazó, acomodando su cuerpo a él. Dejando que el cuerpo de Minho que hoy se le sorteaba tan pequeño se pegara al suyo. Con sollozos comprimidos en quejas y rencores del pasado. En historias repetidas y dolores sofocantes, de mentiras que parecían no terminar.

 

 

 

 

Los besos de Jaejoong viajaban rápidamente, entre el cuello y los hombros de Yunho, con velocidad y pasión, como en cada ocasión, abriendo la camisa de Jung a jalones, esta vez, sin embargo antes de lograrlo. Yunho sostuvo sus manos. Mirando sus ojos, manteniendo estático a Kim.

 

—Me pediste que lo hiciéramos con amor, ¿verdad?— Jaejoong no se movió, solo dejó que las manos de Yunho sosteniendo sus muñecas se grabara en su mente, con su camisa a medio abrir ante el inmune frío de esa noche. –Entonces, déjate querer.

 

El primer beso de Yunho llegó, sublime y lento.

 

Cuidadosamente colocado en lado derecho del cuello de Jaejoong. Los ojos cerrados de Kim, ante su cuerpo estremecido por esa simple caricia. Entregado a esa poca respiración que nuevamente huía fugitiva de su ser.

 

Como si su pulso se acelerara con esas lentas caricias. Con las manos de Yunho colocándose en su cintura cuidadosamente. Rozando, descubriendo su piel, aprendiendo de su sabor. Inmune a su orgullo, las manos de Jaejoong viajaron al rostro de Jung.

 

Esa piel algo suave ante la nula presencia de barba. Esos labios finos que ahora se le antojaban. En un beso que jugó a ser el primero. De conocimiento y recuerdos, de sentencia a sufrimiento. Con la palabra amor cruelmente bailando entre sus bocas, como si fuera real.

 

Casi como una señal de angustia.

 

Bajo cero, impedido de pensar en algo más. Su piel entera se calentó a pesar del frío, a pesar de la oscuridad que se colaba en la habitación de Yunho. Excelsa y angustiante. En ese beso que por primera vez duró demasiado.

 

Como si sus piernas se movieran solas, en una danza imaginativa. Hasta que chocaron contra la cama. Y Yunho se tomó la molestia de desvestirlo por completo, con pasividad y sin apuros, sin jalones, sin tirones ni desajustes que dañaran la ropa.

 

Pero la ropa era lo de menos, Jaejoong lo sabía.

 

—¿Alguna vez me quisiste?

 

Cuando quedó desnudo en cuerpo y alma ante Yunho, esos ojos de Jung no volvieron a mirarlo, por que el rostro de Yunho se perdió en su estómago, bajando de a poco, arrancándole suspiros. Como si no fuera necesaria una respuesta.

 

Ambivalente, Jaejoong no estaba seguro de si quería saberlo o no, de si debía insistir o no. Se sentía perdido, poco concentrado. Con las manos de Yunho acariciando sus muslos, con él cerrando los ojos, y suspiros perdidos en el silencio de aquella habitación.

 

—Casi siempre lo hago.

 

Jaejoong se levantó, sentándose. Con sus labios entre abiertos, ante el rostro algo desamparado de Yunho. Como si luciera triste, casi arrepentido, confundido. Casi venerándolo a él, por primera vez solo a él.

 

La mano de Jaejoong se deslizó por el rostro de Yunho, olvidando que desnudos se encontraban. Como si de pronto hubiera pasado a segunda plana. Como si dependieran más de las palabras.

 

—¿Y en los otros ratos… me odias?

 

—Jaejoong…— Yunho cerró los ojos. Perdido en las caricias otra vez. Pronunciando el nombre de él, como si fuera un mantra. —…A veces me pierdo en ti. Pero nuestra historia está lejos de ser real.

 

—¿Nos falta amor?

 

—Nos falta entender, nos falta vida, nos falta todo Jaejoong. A veces considero que en esta vida, tú y yo no nos debimos conocer. Por que…

—…Solo sabemos hacernos daño.

 

Jaejoong negó suavemente, sus propias palabras, su propio razonamiento que lo asustaba. Como si esa vida fuera inservible. Por que no le servía, no así. No si no podía amar, y Yunho no podía amarlo. No servía y él solo deseaba una cosa de verdad.

 

La mano de Yunho empezó a subir por su pierna, pero él lo detuvo. Abruptamente.

 

—Te quiero en mí. Quiero tu fingido amor sin juegos de por medio, sin antelaciones.

 

La boca de Yunho se volvió a posar en la suya, con una mano en su cuello. Con esa acción de sus labios. En sus lenguas provocando a la otra, pudo escuchar el sonido suave del lubricante al ser destapado. Y ni siquiera le importó saber cuando se volvió a acostar.

 

Ni cuando sus piernas empezaron a levantarse, y aquel frío contacto que hizo temblar su ser otra vez. No importó por que en todo momento Yunho besó sus labios y se apoderó de él. Por que se aferró tanto a esa mentira de Jung. Que a ratos pensó que era verdad.

 

El primer empujón llegó algo incómodo, molesto y sinsabor de pasión. Separando sus labios y haciéndolo suspirar ahogadamente. Pero Yunho solo elevó sus caderas un poco más, mucho más. Y ese contacto volvió a sus manos otra vez. Apretándolas con fuerza, Yunho aferró sus manos a las suyas. Y Jaejoong abrió los ojos.

 

Se hundió en esos ojos, en esa mirada incomprensible. Entre las sacudidas de su cuerpo y los labios entreabiertos de Jung que exhalaban aire, en gemidos perdidos y deliciosos. Movimientos que empezaron a repartir placer en todo su ser.

 

En un vaivén de estragos pendientes.

 

Jaejoong se hipnotizó al gesto de sus manos unidas, a esos ojos. Y a la expresión entregada de Yunho que se parecía mucho, muchísimo al amor.

 

 

 

 

 

No contestó, otra vez, no contestó.

 

Se cansó de llamar, de esperar. De ser echada a un lado, y con una rabia mal disimulada lanzó el celular al piso del auto. Apretando sus puños, maldiciendo interiormente a todo lo que la rodeaba.

 

La prensa salía del hotel y el chofer pareció notarlo, por que miró hacía le mismo lugar que ella. Pero Yoona solo bufó con gracia, de brazos cruzados otra vez. Ni Jaejoong ni Yunho daban señas de vida. Y ella no pensaba seguir esperando por una contestación que no iba a llegar.

 

—Arranca.

 

Desvió la mirada en cuanto tuvo a esos periodistas golpeteándole la puerta el auto. El chofer ni se tomó la molestia de un segundo, encendió el auto de inmediato y arrancó con velocidad. Sacándola de ahí tan pronto, que Yoona solo pudo sentirse vacía una vez más.

 

 

 

 

—No tenías que hacer todo esto, en verdad no tenías.

—Ni tú, ni Yoochun. Estaban bien, no podía dejarte solo. Simplemente no podía.

 

En la puerta de la habitación, Kangtae le regaló una sonrisa. Posiblemente la última que Junsu vería. Y asintió, antes de asirse al cuerpo de él con fuerza, cerrando los ojos y aspirando ese aroma característico en él.

 

—Cuídate mucho, Junsu. Hagas lo que hagas. Hazlo todo por amor. No importa que la gente te diga que el amor no existe, mientras exista en ti. Tú manda el resto al demonio. El amor duele, pero a ti ya te ha dolido demasiado. Es hora de sonreír, Su.

 

Era sorprendente la manera que tenía Kangtae para leerlo. Tan claramente que Junsu sentía que en ocasiones, en otra situación, hubieran podido ser buenos amigos, tomó las manos del mayor y suspiró. No necesitaba afirmar nada, bastaba con aquello como despedida.

 

—Gracias por todo.

—Cuídense mutuamente, siempre.

 

La puerta se cerró y Junsu suspiró, ante la partida de Kangtae, quiso ser un soporte para Yoochun, pero no sabía cómo, cuando él ni siquiera había asimilado lo suyo con Junho, cuando no había tenido tiempo para pensar, solo para fingir y llenarse de rabia.

 

Yoochun estaba ahí, sentado en un mueble de la habitación, viendo la noche. Oscurecido en sus pensamientos, con las manos bajo su barbilla. Optó por sentarse junto a él. En silencio, en un mutismo claro de consternación. Como si hubieran perdido ambos el rumbo. Y la pena ya los hubiera atacado tanto y por tanto tiempo, que incluso parecían anestesiados ante él.

 

Él único movimiento que Yoochun realizó fu estirar su mano derecha hacía él, apoyada en el brazo del mueble, Junsu miró el oscuro cielo, buscó la mano de Yoochun por instinto. Y entrelazó sus dedos, juntando sus manos con fuerza.

 

Entre el cielo oscuro de esa noche, preludio de su futuro.

 

Esa noche, solo hubo un sutil y amable silencio.

 

 

 

 

Minho no sabía donde estaba, suponía que al menos en lo que parecía ser el departamento de Changmin. No observó detalles ni se molestó en hacerlo, mucho menos el lugar donde Shim vivía. Por que su mente justo ahora estaba en otra parte.

 

El olor del café recién preparado lo hizo sonreír. Nunca lo había percibido así. Arropado con aquella manta que Changmin le había dado, por primera vez se sintió cómodo en un lugar. Esperando por Changmin que se sentó junto a él, con aquella taza en la mano.

 

—Estás haciendo demasiado por mí, puedo acostumbrarme.

—Independiente de que sea yo, tú estás acostumbrado a que hagan todo por ti.

 

Minho sonrió, un poco al menos. Y Changmin se sintió aliviado con eso. Pasando una mano por entre el cabello de Minho, ese cabello suave, y algo ondulado en algunas partes. Logrando que su caricia se perdiera.

 

No quiero llenar ese vacío en ti, no quiero que dependas de mí, solo por que no tienes a nadie más…

 

Minho lo abrazó, apoyándose en su pecho, como si pretendiera encontrar el sueño apoyado en el cuerpo de Changmin, y casi sin darse cuenta, Changmin se fue acomodando en el sillón. Con el rostro de Minho, muy cerca de su cuello.

 

No quiero que me ames, solo que estás solo.

 

Miró su rostro adormecido, despojado de esa desesperación que contempló hace unos minutos, comprendió que esa noche dormirían ahí, contradictoriamente en el lugar más incómodo, tan solo por que Minho había decidido que el latir de su corazón, era lo más cercano a la paz que había encontrado.

 

 

 

 

El cristal de algo más logró romperse con brusquedad.

 

El llanto desconsolado de aquella mujer que gritaba a ratos, que atrancada en su dolor y la semi inconsciencia rompía todo aquello que se encontraba en la habitación, como si de alguna forma se mitigara el dolor.

 

—¡Te odio! ¡Te odio tanto!

 

OhDae permaneció ahí, apoyado en la puerta cerrada de aquella habitación que compartió con Boa, algo más se rompió dentro. Y cuando el ruido cesó, escuchándose apenas un sollozo desamparado, supuso entonces que las fuerzas de Boa se agotaban, que seguramente se encontraba de rodillas en el suelo.

 

Cerró los ojos, apoyando la cabeza en aquellas puertas blancas, deslizándose hacía el suelo. Con aquel traje mal ajustado, perdido, por completo entre la absolución y la perdida.

 

—Lo siento tanto…

 

Y por primera vez, luego de la muerte de Rye, sus ojos volvieron a dejar que las lágrimas mojaran su rostro, ajeno a sus empleados fieles, que un rincón, miraban con aprensión la situación.

 

De ese contradictorio instante, tan parecido a la reencarnación y la ausencia.

 

Fin Capitulo Veintiuno.

 

 

 

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Amor: décimo drabble


 

Cada día, a partir de hoy, desde la interminable interfaz

..:: 10 ::..

 

 

 

El cuerpo delgado y ligero de Sunha se pegaba a la perfección al suyo.

 

Era como la noche perfecta. A la mitad del salón, con las luces y los reflectores, con la gente mirándolos con envidia, con admiración y otras cosas que Jaejoong ya no podía identificar, faltaban apenas minutos y él ganaría.

 

Y Yunho doblegado ante él, solo volvería a caer.

 

Una y otra vez.

 

Hasta que lo vio, en una pequeña y graciosa vuelta que logró darle a Sunha, vestido con aquel elegante traje negro, con la camisa blanca entre abierta. Caminando en uno de los laterales del salón. Fuera de la mirada de alguien más.

 

La adrenalina en su interior se alborotó, el solo verlo, la manera en que sus ojos se conectaron con los de él, tan fija y penetrantemente. Verlo caminar entre los pilares hasta desaparecer por uno de los pasillos, sintió incluso un abrasante calor. Abrumante y sofocante.

 

—¿Jaejoong?

—Vuelvo en unos minutos.

 

—Pero ya van a anunciar a los ganadores.

—Vuelvo enseguida, Sunha.

 

La muchacha arrugó el entrecejo, pero Jaejoong ni se molestó en mirar hacía atrás una vez más, solo camino directo hacía la muda invitación de Jung.

 

 

 

 

—¿A qué juegas Yunho?

 

Jaejoong pudo ver la manera en la que el muchacho caminaba, con una botella con whisky en la mano. Bebiéndola a ratos, con esa sonrisa boba que evitaba que se acercara hasta no tentar el terreno concretamente.

 

—Eres malo Jaejoong, mira que lanzar a Namin por las escaleras.

—¿Eso te dijo? Mira que es una mentirosa de lo peor. Jamás haría algo como eso.

 

Kim solo sacudió un poco su cabello, despreocupado por si Yunho le creía o no, pero Yunho solo lo miró fijamente por un par de segundos antes de alzar un poco los hombros y beber más del licor en sus manos.

 

—Da igual, ella me tiene sin cuidado.

—¿Y qué es lo que te ha puesto en ese estado entonces?

 

—Yoona, ella vino, a hacer su tarea de amiga, ella cree que podemos ser amigos. Mira que es insulsa e hipócrita, amándola tanto y quiere que sea su perro rastrero o en sus palabras, quiere que sea su amigo.

 

Jaejoong sonrió, verdaderamente complacido con ese tono seco y repleto de resentimiento que Yunho afloró, antes de beber un poco más. Decidido, se acercó, dejando que su cuerpo se rozara con las manos de él, quitándole el licor.

 

—¿Quieres que la borre de ti?

—Ni tu ni nadie puede hacer eso.

 

—No me retes, Jung. No lo hagas, por que no sabes de lo que soy capaz para lograr lo que quiero.

 

Y la boca hambrienta de Jaejoong se lanzó sobre la de Yunho, posesivamente, sediento de ese sabor tan propio en Yunho que ahora iba adornado por ese alcohol que se mezclaba en todo su ser.

 

Las manos de Jaejoong se metieron en medio de esa mal puesta camisa, tocando esa piel caliente, despertando de inmediato ante los contactos firmes y seguros de Yunho, ante la forma en que apresó su cintura y pegó sus cuerpos.

 

 

 

 

Goongsu miró la hora en su reloj.

 

Nervioso, con las mano un poco hiperactivas, mirando de un lado a otro. Con la única indicación de Yunho en un mensaje. Conecta la pantalla, cuando se anuncie a Jaejoong como ganador.

 

La muchacha de anteojos que le pareció ver en alguna clase permanecía de rodillas en el suelo, conectando un par de cables que él no terminaba de entender para que servía, pero ella ante un par de gestos de Jung, había decidido obedecerlo ciegamente.

 

Aunque supiera incluso menos que él sobre lo que iba a suceder.

 

—¡Bien, mis muchachos! Ha llegado el momento que todos han estado esperando. La hora en que la Reina y el Rey deben tener su baile a mitad del salón, con los reflectores iluminándoles. Pero antes, obviamente debemos mencionar a los representantes de este año.

 

Goongsu se asomó un poco, ahí donde el director hablaba en la pequeña tarima, manteniendo expectante a los alumnos. Logró ver a Sunha, ella se movía nerviosa, mirando de un lado a otra, abrazada a sus brazos, preocupada y avergonzada seguramente.

 

—Listo, solo presiona este botón y la pantalla atrás del director cambiara las imágenes cursis para el baile de los reyes, por el video que Yunho quiere transmitir.

—De acuerdo, gracias.

 

La muchacha asintió, tomando sus pocas cosas velozmente y saliendo de ahí, como si nada hubiera ocurrido, podía escuchar la voz y los aplausos anticipados por que se anunciara a los ganadores y Goongsu solo pensó inocentemente que Yunho tal vez hablaría para todos contando algo horrible de Jaejoong.

 

Después de todo, para eso deseaba la cámara, ¿no?

 

 

 

 

—Y el Rey de este año es… ¡Kim Jaejoong!

 

Hubieron aplausos, gritos emocionados y chiflidos divertidos en aprobación, todo el mundo mirando de un lado a otro. Ubicando a Sunha con rapidez, pero la muchacha estaba sola y visiblemente sonrojada y molesta.

 

Los murmullos comenzaron a extenderse, todos preguntando por Jaejoong, y en el momento en el que la pantalla que mostraba fuegos artificiales cambió a un blanco permanente todos guardaron silencio. El directo giró, asombrado por el desperfecto.

 

Pero los gemidos fuertes y repletos de pasión que se empezaron a escuchar arrancó suspiros, risas y vergüenza ajena que se extendió tan velozmente que los nervios comenzaron a apoderarse del lugar.

 

Sin embargo cuando la pantalla volvió a aclararse, los ojos se agrandaron y se plantaron con sorpresa en la imagen. En aquella mesa mal enfocada y la manera brusca en la que el cuerpo de Jaejoong, desnudo casi por completo, se apoyaba en ella.

 

El sudor que corría por ese cuerpo, el rostro ansioso, lleno de deseo y los gemidos mientras las manos de Kim se aferraban a la mesa. No se podía ver bien, apenas hasta la cintura de Jaejoong o la mitad de ello.

 

Su acompañante era un misterio total.

 

Y cuando el cuerpo de Jaejoong empezó a ser empujado con firmeza, contra la misma mesa, arrancando más gemidos de placer, susurros y expresiones casi vulgares que el director agradeció el hecho de que no se mostrara nada más allá de la cintura hacia arriba del muchacho o todo sería mucho peor.

 

Sunha tapó con una mano su boca, como si el tiempo se detuviera y deseara fervientemente que la tierra lo tragara.

 

¡¿Es que nadie podía apagar esa maldita transmisión?!

 

Él es mío, soy la única cosa en su cabeza. Piensa en mí todo el tiempo

Aunque sigas mirándolo a los ojos, él ni siquiera lo nota.

..:: To be Continued ::..

 

 

 

 

¡Capitulo enorme! xD

Mis disculpas por mi ausencia de estos días, ya tengo planeado que hacer con este fic. Y estará separado en tres partes. La que ya estoy escribiendo: Amor y las otras dos que será bajo la misma interacción de capítulos cortos, el nombre de las otras dos, será Odio y Pasión.  Que casualmente va de acuerdo al resumen del fic. Pero eso ya lo veremos luego.

Ahora, dejemos al fic extenderse. Por cierto, a veces me dan ganas de extenderlo un poco más, pero de algún modo siento que así va bien. Todo y este amor extraño y lujurioso del YunJae me agrada… ;D

La canción es DJ is mine, de mis amadas Wonder Girls.

Aún no estoy segura de cuantos capítulos tendrá cada parte, pero espero que no sean demasiados para no aburrirlas. Nos vemos en la actualización siguiente, que tal vez sea Primera Plana el martes, si es que puedo con otra antes mucho mejor. 😀

 

 

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Calendario de Actualizaciones


Chic@s!

 

Bueno, gracias a todos por haber participado en la encuesta para la culminación del próximo fic. Como sabrán Primera PlanaRegalo de una Cassiopeia ya están en lista por el motivo de mi promesa por JYJ.. xD

 

El caso es que el fic que ha ganado en votos es, Tradición Familiar.  Con 48 votos como lo podrán ver en la imagen, así que en total son tres los fics que se actualizaran semanalmente. He decidido empezar a terminar mis fics.   Así que apenas termine uno de estos tres fics, lanzaré otra encuesta y así sucesivamente, se irán terminando los fanfics. Decisión en base a algo que ya he consultado con una de mis amigas.  Pero por el momento no es necesario mencionar… ;D

 

Muchas gracias a todos, por su apoyo de siempre.

 

 

 

El calendario será el siguiente:

 

Primera Plana → Martes y Viernes.

Regalo de una Cassiopeia → Domingo.

Tradición Familiar → Sábado.

 

Los demás fics se actualizarán de acuerdo al tiempo que tenga disponible, probablemente esta semana ya me desocupe y tenga mis pequeñas vacaciones antes de empezar las clases, y volver al trabajo. Así que ahí si olvidenme, mis publicaciones serán solo para los fics en calendario.. xD

 

Mientras tanto, procurare terminar estos fics que tengo pendientes, más los pedidos. Y por supuesto «Amor» que se actualiza saltando un día. ;D

 

Hoy no actualizaré Regalo de una Cassiopeia, actualicé hace poco, así que consideren mi pobre mente… xD Se cansa a veces. Por cierto sé que a veces no tengo tiempo para revisar mi página en Facebok, o mejor dicho la del blog, pero en serio agradezco a todas por su apoyo. Y como sabrán Yume también me está ayudando con eso. =D

 

Si desean consultar los resultados de la encuesta, pueden entrar a este link, pero ya no se tomaran en cuenta más votaciones.

 

Gracias una vez más, y nos encontramos en la próxima actualización.

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Primera plana: capitulo 20


 

Primera Plana

 

Capitulo 20: Insostenible.

 

 

 

El ruido molesto del celular al no ser contestado. Lo hizo exasperarse.

 

La operadora indicándole que mejor dejará un mensaje, y Siwon lanzó el celular un poco lejos de ahí, dejándolo caer sobre el escritorio. Pasando las manos por su rostro, a media luz en su oficina, con ese montón de papeles en el escritorio.

 

Trató de despejar un poco su mente, pero no funcionó.

 

¿Dónde estaba Heechul?

 

Últimamente contactar con él fuera del trabajo era imposible. Y había fines de semana en los que para nada lograba siquiera que le contestara un mensaje. Luego, le sonreía con falsa inocencia acusando a la batería de su celular.

 

Pero hace mucho que Siwon había dejado de creerle. Su trabajo absorbía su tiempo de manera asombrosa. No tenía tiempo para el amor, al menos no para vivirlo, pero si para sentirlo. Y saber que Heechul, ni siquiera sospechaba lo que él se sentía era ya algo exasperante.

 

Él ya no era un chiquillo para andar amando a escondidas o en secreto. Era un adulto, estable. Y como tal necesitaba expresar lo que sentía, aceptarlo y vivirlo con madurez. Pero si Heechul no estaba ahí para presenciarlo. El resto carecía de sentido.

 

Sentía incluso que su amistad se veía afectada. Ya ni a almorzar salía juntos y entonces la pregunta más peligrosa asaltaba su cabeza. ¿Y si Heechul ya había encontrado a alguien?

 

Su pobre estado emocional luchaba con decir no. Con mantener la esperanza. Pero los cientos de llamadas perdidas, las salidas canceladas. La poca conversación y confianza que parecían tenerse ahora, eran prueba fidedigna, de que las cosas caminaban hacía ese lugar.

 

 

 

 

 

Boa miró de soslayo, la manera en la que el doctor charlaba con un serio Minho, que apenas hace poco había recuperado la conciencia. El muchacho asentía, escuchando tranquilo la platica del hombre. Con su padre a su lado.

 

Llamar a OhDae, y notificarle lo sucedido con Minho había hecho que le hombre se movilizará extremadamente rápido de regreso a su hogar. Boa solo pudo encogerse un poco de hombros, al no poder estar dentro y apoyar un poco al menor.

 

Yoochun sin embargo. Estaba apoyado en la pared, con sus brazos cruzados y la mirada en el suelo. Como si de pronto sintiera incluso un poco de culpa injustificada. Sus ojos se deslizaron en él y suspiró.

 

—¿Qué… fue lo que le pasó a Minho?

 

Había tantas cosas que ella ignoraba. Ella no estuvo en la infancia de Minho. En sus momentos más preciosos. Y cuando ella llegó, el carácter de Minho ya se había formado. Y el menor había decidido odiarla por intrusa, por querer ocupar el lugar de Rye.

 

Yoochun solo pasó una mano por su cabello, al parecer no muy cómodo con la idea de tener que contarle algo a Boa, pero aún así, como si necesitara sacar aquello de su sistema. Yoochun suspiró y miró la pared frente a él. Escuchando los suaves susurros del doctor dentro de la habitación de Minho.

 

—Cuando éramos pequeños. Jaejoong, Junsu y yo nos encargamos de hacerle la vida imposible a Minho. Lo culpábamos por la muerte de nuestra madre. De Rye. Por que quedamos huérfanos de madre a muy temprana edad y nunca tuvimos la oportunidad de crecer con ella. Por que ella estaba siempre muy enferma, y apenas la podíamos ver y el embarazo de Minho fue más complicado aún. Casi ni la veíamos, cuando ella murió culpamos a Minho. Ella era de las pocas cosas buenas en nuestra vida. La amábamos de verdad.

 

Mordió su labio inferior, sabiendo que Boa estaba atenta a sus palabras y sin embargo. Decirlo lo hacía caer en cuenta, de que hacerlo era más fácil. Por que al escucharse, sentía el peso de la culpa.

 

—Enloquecimos de dolor cuando nos enteramos de su muerte. Ella nos hacía sentir especiales. Era la madre ideal, perfecta. Y a cambio de ella, regresó Minho. Todo llegó a un punto que al crecer, nuestro odio por Minho se expandió entre nosotros. Y Minho empezó a odiarnos también. Pero la culpa que nosotros influenciábamos en él. Lo estaba carcomiendo por dentro muy lentamente.

 

De repente, Yoochun había empezado a jugar con sus manos, masajeándolas suavemente. Como si algo se atorara en su garganta.

 

—Padre trabajaba mucho, se sumergió en eso. Su amistad de años con el padre de Yunho por algún motivo sucumbió, todo estaba mal. Y nadie se dio cuenta que Minho había dejado de comer, que dormía mucho y que había empezado a consumir las pastillas que mamá usaba para dormir. Y nosotros seguíamos hundiéndolo más en el infierno… Éramos jóvenes, Minho era como seis años menor a nosotros… ¿Cómo pudimos hacerle tanto daño?

 

Yoochun empezó a mostrar su respiración inconstante. Como si eso que había guardado por tanto tiempo. Empezara a salir, y necesitara expiar sus propios dolores y culpas.

 

—La primera vez que nuestro padre nos abofeteó fue cuando Minho tenía doce años y se desmayó frente a todos nosotros. Minho tenía una gastritis severa, no comía y cuando lo hacía lo hacía a deshora, tomaba muchas pastillas a escondidas y casi ni bebía agua. Su cuerpo entero se estaba sobre esforzando. Sus defensas estaban sumamente bajas. Había bajado tanto de peso que estaba casi en los huesos. Padre nos gritó que debíamos cuidar de él, por que era nuestro hermano, por que era él último regalo de nuestra madre.

 

—¿Él…?

 

Boa avanzó un paso y Yoochun asintió en silencio.

 

—Él casi se deja morir.

 

Boa llevó las manos a su boca. Luchando contra sus propios instintos que luchaban por gritar y golpear a ese muchacho. Por el trato injusto que le habían dado a Minho.

 

—Desde entonces Minho lucha contra esa horrible enfermedad que le provoca severos dolores cuando olvida su medicación. Si se va de fiesta al día siguiente está de un horrendo humor por las repercusiones, tiene que cuidarse mucho de lo que come. De lo que bebe. De todo. Seguramente toda esta situación del diario y el rechazo de nuestro padre lo han puesto mal y ha dejado de comer y tomar sus pastillas. Cuando eso pasa, su cuerpo entero es vulnerable. Y empeora.

 

—¡Ustedes arruinaron su vida! ¡Él no puede ser un adolescente normal! ¡Está enfermo por su culpa!— Boa agarró por el brazo a Yoochun, sin importarle sus gritos. Sin embargo Yoochun solo se soltó, con una mirada fría. Ya no tenía tiempo para arrepentirse. –Ustedes lo convirtieron en lo que es hoy… Por eso odia tanto y es incapaz de querer…

 

—Minho, luego de recuperarse. Fue otro, nos devolvía cada insulto y golpe. Se escudó bajo la protección de nuestro para ponerlo en nuestra contra y volverse la victima y el hijo perfecto. Minho nos hizo pagar cada cosa que le hicimos. Entonces quedamos a mano, Minho se volvió fuerte, y volvimos a lo mismo de siempre. Solo que Minho no se dejó vencer más.

 

—¿Y eso es mejor para ti? ¿Eso aminora la culpa? ¡A él le tocó buscar el amor en otras personas fuera de su familia! ¡Por que gracias a ustedes ni siquiera sabía lo que era el afecto! Tú que dices amar tanto a tú madre, que dices profesar tanto amor por tu otro hermano. ¡¿Puedes dormir con la culpa de haberle arruinado la vida a un niño inocente que no tenía la culpa de nada?!

 

Yoochun cambió sus gestos completamente, lleno de rabia agarró a Boa por el brazo, haciéndola gemir de dolor, jaló tan fuerte, que la hizo doblegarse frente a él, con los ojos entrecerrados por la fuerza que ejercía el hombre en su agarre.

 

—Ya guarda silencio. Que por sobre todo, sabías a lo que te metías en este infierno. Nunca he terminado de entender por qué te preocupa tanto Minho y no me interesa. Pero no voy a dejar que creas que tienes el derecho de juzgarme.— Empujó a Boa con fuerza, hasta que el cuerpo de la mujer chocó contra la pared. —…Tú menos que nadie.

 

La mirada escalofriante de Yoochun antes de bajar las escaleras e irse, hizo a Boa temblar. Antes de sobar delicadamente su brazo. Aquel lugar rojo que Yoochun había dejado en ella. Trató de calmarse, aún llevada por la sorpresa.

 

Había traspasado la línea con Yoochun y su carácter fuerte.

 

Pero no había podido quedarse callada.

 

Por que empezaba a sentir, que mientras más conocía los secretos de esa casa, más sentía que los odiaba. Por haberle dado la vida que le dieron a Minho.

 

 

 

 

En cuanto la puerta de la habitación de Minho volvió a cerrarse, con la salida del doctor. Minho bajó un poco más la cabeza. Fijándose en las sábanas que tapaban sus piernas, con la poca luz de ese día entrando por la ventana.

 

Escuchó incluso el suspiro de su padre, provocando que su cuerpo entero se hundiera en sentimientos perdidos de nostalgia. Pero contrario a lo que esperaba, no escuchó regaños. Aún un poco mareado por lo ocurrido, pudo sentir a su padre sentándose junto a él.

 

El contacto de las manos fuertes y grandes de su padre sobre las suyas, fue reconfortante. Minho creyó nunca poder sentirse seguro otra vez, desde que era un niño. Y su padre era el único oasis en ese desierto de afecto al que otros llamaban hogar.

 

—¿Por qué te has descuidado con tus medicinas y tú alimentación?

 

Minho miró directamente a los ojos de OhDae. Esos ojos que ya no lo veían severamente ni con decepción. Solo estaba ahí, otra vez esa calidez en los ojos de su padre que hicieron que Minho volviera a sentirse estúpidamente débil otra vez, como seis años atrás.

 

—Es solo que… han pasado muchas cosas.

 

Crecí y me di cuenta que dejé de importarte.

 

OhDae de pronto empezó a acariciar los cabellos de Minho, tan suavemente que fue reconfortante. OhDae pudo comprobarlo, cuando Minho cerró los ojos y poco a poco fue cayendo sobre su pecho, abrazándolo suavemente, como si tuviera miedo de ser rechazado.

 

—Sé que has pasado por muchas cosas, desde muy pequeño. Pero siempre has sido fuerte.

—Lo sé…

 

Me tocó ser fuerte, me tocó aprender solo a levantarme de cada golpe.

 

Las manos de Minho se afianzaron un poco más en la cintura de su padre y OhDae se vio obligado a acomodarse un poco mejor en la cama, para que Minho no se sintiera incómodo. A pesar de las pequeñas muecas de dolor que sentía, seguramente por el dolor en su estómago.

 

…Y no es justo.

 

—Me hubiera gustado tanto darte, darles esa familia que merecen. Darles más amor y felicidad. O al menos un poco de paz. Me hubiera gustado calmar ese dolor que tenías.

—Estás aquí. Solo eso importa.

 

Pero ansío tanto ser feliz… que hace mucho comprendí que eso solo es un sueño.

 

Como si de un niño pequeño se tratara, Minho cerró los ojos. Y OhDae continuó acariciando suavemente el cabello del menor.

 

—Minho…

—Lo lamento, haberme comportado de esa forma, haber arruinado tu campaña. Me comportaré mejor, pero… por favor no me odies.

 

Es solo que… necesitaba tanto, ser amado por alguien.

 

OhDae levantó el rostro de Minho. Para que esos ojos lo ubicaran. Las cejas de Minho estaban un poco unidas ante su gesto de desamparo. OhDae ya no sabía si Minho estaba jugando con sus sentimientos, o si Minho se sentía tan despojado en realidad. Pero quiso creer en él y afirmar sus palabras.

 

—Escúchame bien, Minho. Yo jamás podría odiarte. Eres lo más importante en mi vida. ¿De acuerdo?

—Si…

 

Necesito tanto de ti, papá. De tu aprobación. Del único cariño real que he conocido.

 

Luego de eso, Minho volvió a abrazarse a OhDae, un poco más. Por que lo necesitaba realmente, por que ese dolor en su estómago era insoportable. Por que sentirse tan frágil entre los brazos de OhDae le recordaba tanto a cuando era un niño, pequeño. Y todavía no conocía del odio o el rencor.

 

Por que con Changmin… no sé a qué atenerme.

 

 

 

 

No debía beber, pero hace mucho que a Yunho dejó de importarle su salud.

 

El sabor del vodka se quedó en sus labios, leyendo atentamente la carpeta en sus manos. Lleno de hojas, copias y fotografías. De datos fundamentales que bien le podían servir más allá de lo necesario, como si de un golpe de suerte se tratara.

 

Desde que aquel muchacho pisara su departamento, semanas atrás.

 

Yunho supo que algo no andaba bien, que habían muchas preguntas y silencios que no eran fáciles de ignorar. Su instinto jamás fallaba. Y sabía que lo había visto en algún otro lugar.

 

Choickang Changmin o Shim Changmin. Sería quien le ayudara a terminar de una buena vez por todas con todo. Su mente estaba trabajando lo más rápido que podía. Tratando de unir de manera adecuada lo que en realidad pudiera requerir de aquel reportero. Que seguramente estaba buscando la forma de destruir a OhDae.

 

Sin problemas, y sin demasiadas complicaciones.

 

El final de su plan, había llegado en bandeja de plata, gracias a Changmin.

 

 

 

 

Junho pisó tierra Corana en mucho tiempo.

 

Sus ojos se deslizaron de un lugar a otro, curioso.

 

Con unos pequeños tintes de nerviosismo mientras sostenía la pequeña maleta en su espalda. Entre el montón de gente que había. Por supuesto parado junto a Changmin para no perderlo de vista, aún así. Su mirada andaba de aquí para allá. Como si la curiosidad no bastara y necesitara un poco más para cubrir esos nervios y el montón de preguntas que tenía.

 

Su hermano había crecido entre mucho dinero. Gastos indefinidos, buena vida, buenas escuelas casi nada de esfuerzo para lo que quiere. Y empezando por ahí, los dos eran muy distintos.

 

—Si. ¿Me escucha? Por supuesto necesito hablar hoy mismo con usted, ¿podría a las dos de la tarde?

 

Giró cuando pudo distinguir un poco la voz de Changmin, tapando uno de sus oídos mientras con el otro procuraba escuchar adecuadamente.

 

—Exacto, en esa cafetería, muchas gracias.

 

Changmin suspiró. Cortando la llamada y finalmente guardando el celular.

 

—¿Quién era?

—Junsu.

 

Y el estomago de Junho recibió un pequeño retorcijón.

 

—¿Él… quiere verme?

—No creo que sea bueno abordar el tema por teléfono. Hablaré y trataré de explicarle todo cuando nos veamos.

 

—Cuando me vea, va a empezar a entender, ¿no?

 

Changmin respiró hondo, Junho tenía un muy buen punto. Supuso que debía tratar de dejar al muchacho en un buen hotel y luego dirigirse donde Junsu. El problema real era que no tenía la menor idea de cómo empezar a hablar con él.

 

Al menos no, sin darle el susto mortal de ver su rostro en el cuerpo de alguien más.

 

 

 

 

—¿Qué te dijo?

 

Yoochun miró con algo de reticencia a Junsu quien guardaba su celular, un poco intrigado también por la razón que el chofer lo hubiera llamado.

 

—Me dijo que papá le había dado un recado para mi, y que necesitaba verme.

—Es extraño, Changmin tiene vacaciones.

 

Junsu apenas giró, mirando a su hermano sentado en la cama de aquella habitación de hotel. Que estos últimos días había estado ocupando.

 

—Supongo que debió haber regresado hoy al trabajo.

—Pues antes de venir aquí, no lo vi. Es mejor que no vayas.

 

Como si un presentimiento lo recorriera por completo. Yoochun se levantó de su lugar, tomando suavemente le brazo de Junsu.

 

—Tengo que ir Yoochun.

—Junsu, no. Por favor…

—Yoochun basta.

 

Junsu caminó hasta la chaqueta que reposaba en una de las sillas de la habitación, colocándosela sin apuros y Yoochun rodó los ojos. Algo exasperado por la actitud de Junsu.

 

—Al menos déjame acompañarte.

 

Y si la duda en lo ojos de Junsu vaciló en algún instante, él no lo notó. Junsu lo miró directo a los ojos, y luego de un par de segundos asintió. Como si su presencia en realidad no fuera problemática.

 

Y esperaba no equivocarse.

 

 

 

 

Evidentemente Jinki y Taemin habían llegado un par de horas antes.

 

Ya vestidos para la ocasión, con sus elegantes trajes, mientras lo meseros y demás personas alistaban los últimos detalles. Onew pudo notar mientras hablaba con el bar tender, acerca de las bebidas. Que Taemin lucía realmente preocupado por que todo ocurriera bien.

 

El lugar estaba provisto de toques elegantes y lo más lujoso que el hotel les podía ofrecer, y pronto, la gente estaría llegando sin falta. Uno más elegante que el otro. Haciendo pomposidad de su poder y dinero.

 

Y sin embargo, sin algo faltante en la presentación. Onew seguía sintiéndose nervioso y por sobre todo con un extraño dolor en la boca del estómago. Como si de un mal presentimiento se tratara.

 

 

 

 

Changmin entró en el restaurante.

 

Divisó a lo lejos la espalda de Junsu, su cabello y por supuesto a su lado Yoochun, como era de esperarse, ambos sentados del mismo lado de la mesa. Si bien no había tomado en cuenta esa posibilidad, tampoco es como si no lo esperara.

 

Respiró hondo, jugando a su suerte.

 

Tenía en sus manos la puerta a su nuevo puesto y debía manejar las cosas adecuadamente. Llevado por una impulsividad inoportuna de hacer las cosas ahora mismo. Caminó hasta los dos muchachos y con un leve asentimiento se colocó frente a los dos.

 

—Buenas tardes.

—Hola, Changmin.

—No sabía que ya se te hubieran acabado las vacaciones.

 

Yoochun fue directo, mirándolo con algo de desconfianza. Pero Changmin únicamente se sentó frente a los dos, con aparente calma.

 

—Necesito que por favor me escuchen atentamente. Por que lo que voy a decirles es de absoluta importancia. Y sumamente vital para ustedes.

 

Brevemente Yoochun miró al menor con algo de reticencia, como si en realidad solo quisiera salir de ahí y llevarse a Junsu de la mano de ahí. Esa desconfianza extrema que de pronto se había apoderado de él, era angustiante.

 

—¿Qué tendrías que decirnos?

—Es sobre sus respectivas madres. O al menos la de Junsu.

 

Junsu arrugó el entrecejo, tensando su cuerpo y colocándose a la defensiva de inmediato.

 

—¿De qué demonios estás hablando? Nuestra madre es la misma.

Changmin negó suavemente. –No es así. OhDae es padre de ambos, pero Rye no era la madre de Junsu.

 

Estaba cruzando y arriesgando demasiado. No le convenía aún develar demasiado. Y la respuesta de Junsu fue inmediata. Soltando la servilleta en sus manos y levantándose de su lugar.

 

—Me hiciste venir bajo la excusa de que mi padre te había encargado algo, pero no creo que eso sea verdad. Ahora por favor deja de inventar estupidez tras estupidez. Kim Rye es la mujer más elegante y digna que ha tenido mi padre como esposa. Y ella, y solo ella puede ser mi madre.

 

Fuera de todo límite y consciencia que su pobre entendimiento fuera capaz de soportar, Junsu se negó a la realidad. A que una de las pocas cosas buenas que le pertenecían le fuera arrebatado de sus manos sin clemencia. Yoochun lo miró con aprensión, confundido aún. Pero antes de que Changmin abriera la boca nuevamente, Junsu giró dispuesto a salir de ahí.

 

Pero sus pasos fueron detenidos por la presencia de aquel hombre que ingresaba en el restaurante. Un par de centímetros más alto que él. Con el cabello oscuro y esos ojos perturbablemente parecidos a los suyos, desde los rasgos físicos hasta ese escalofrío que recorrió a su cuerpo entero.

 

Yoochun se levantó de su lugar, asombrado por aquel hombre que acababa de ingresar y que se había colocado frente a ellos. Asustado, Junsu retrocedió, chocando contra la mesa y sosteniéndose de ella para no caer. Pegando su vista a ese rostro un poco más serio y maduro que el suyo.

 

—Mariah fue empleada en la casa de OhDae, se embarazó de él y tuvo gemelos. La única razón por la que te entregó a él, es por que de pequeño estabas enfermo y ella no podía costear los gastos de tu enfermedad. Sin embargo, OhDae nunca supo nada de Junho.

 

Con bocanadas de aire que pretendía asemejar a su respiración, Junsu fijó su vista en Junho otra vez. Como si las palabras de Changmin se estuvieran repitiendo dentro de su cabeza constantemente, como un mantra molesto e imperturbable.

 

—No… no, es posible.

—Su…

 

Yoochun colocó una mano en el hombro de Junsu, pero él se sacudió de inmediato. —¡No es posible!

—Junsu, cálmate.

 

—¡¿Cómo quieres que me calme?! Tengo… ¡¡Tengo tantos pensamientos contradictorios en mi cabeza ahora!!— Las manos en la cabeza y Junsu cerró los ojos enceguecido por el dolor. —¡Lo odio! ¡Lo odio por mentirme tantos años! ¡Por engañar a Rye, a nuestra madre! ¡Y al mismo tiempo siento que me hundo cada vez más, por que lo que más pedía… lo que más quería se cumplió a medias!

 

Yoochun caminó hasta él, los pocos pasos que los separaban.

 

—Junsu…

—…Por que al final de todo si tenemos la misma sangre, por que de un modo a otro seguimos siendo hermanos…

 

Los ojos de Junsu enfocaron solamente a Yoochun y la pena ingresó en su alma de la misma forma que cuando lo veía derrumbarse frente a él, como si el resto sencillamente hubiera dejado de existir.

 

—Tenemos que hablar con Changmin, tiene mucho que explicar. Siéntate y…

—No, no quiero saber nada más, no necesito saber nada más.

 

Casi de inmediato, sin volver a mirar a Junho, Junsu salió del restaurante. Con el paso apurado y sin mirar atrás. Junho luchó contra sus propios instintos que gritaban que fuera tras su hermano. Pero optó por dejarlo asimilar las cosas a su manera.

 

Yoochun sin embargo se detuvo un rato más, mirando a Changmin fijamente.

 

—Ve a la casa, Minho está mal. Ni siquiera estoy seguro de que vaya hoy a la fiesta.

—¿Qué le pasó?

—Tuvo una recaída.

 

¿Una recaída? ¿De qué?

 

Los ojos de Changmin persiguieron innecesariamente a Yoochun hasta que salió del lugar, sin saber a lo que se refería, ni el por que Minho de pronto se había puesto mal. O la razón por la que veía necesario informarlo de ello.

 

—Creo que las cosas no salieron tan bien.

 

Changmin miró a Junho, recordando su presencia ahí. Justificando su tiempo a todo lo que tenía pendiente. Sintiendo que su lugar debía ser, en ese preciso instante en la residencia Kim, donde seguramente Minho se encontraba.

 

 

 

 

El vestido negro que se ajustaba al cuerpo de Yoona, fue contemplado por Jaejoong de primera mano, desde aquella habitación que compartían, mientras él terminaba de colocarse la respectiva leva, su esposa ahí, trataba de darse los últimos retoques frente al espejo, contemplando su cuerpo entero.

 

Su cabello largo, en una hermosa trenza, con varios detalles de pequeñas rosas y pétalos plateados que combinaban a la perfección con los zapatos de tacón alto. Y aquel suave semi abrigo. El collar que permanecía guardado en una caja de madera lo hizo sonreír.

 

—Realmente bella, Yoona.

 

Su presencia pareció tomar por sorpresa a la mujer, que giró asombrad ante el halago, pero Jaejoong solo se acercó imperturbable. Tomando el costoso collar entre sus dedos. Colocándolo alrededor del cuello de ella.

 

Observando la imagen de ambos que el espejo les devolvía, con ese hermoso collar como acompañante. En un momento de extraña intimidad.

 

—Tú también te ves bien, Jaejoong.

—Ambos, amor. Por eso somos la pareja ideal.

 

Jaejoong tomó la quijada de Yoona, presionándola sin demasiada fuerza. Haciendo que se fijara en esa imagen de los dos. Hermosos y relucientes con aquellas costosas ropas. El matrimonio envidiable del momento. Sin embargo Yoona solo guardó silenció y Jaejoong besó su mejilla.

 

—Te espero abajo.

 

Yoona asintió, escuchando los pasos de Jaejoong al salir de la habitación. Contemplando por un rato más su imagen en el espejo. Esa imagen de papel que se había encargado de llevar por tanto tiempo, que ahora era incluso hasta una costumbre tan normal.

 

 

 

 

OhDae sentía las hábiles manos de Boa arreglando el moño de su corbata, con presteza y cuidado. Vestida en aquel fino vestido comprado semanas atrás. Pero OhDae solo pudo ver a su hijo menor que bajaba las escaleras. Con una expresión apacible, llamando la atención de los dos.

 

—Minho, ¿en verdad piensas ir? ¿no quieres descansar un poco?

—Estoy bien padre, quiero ir.

 

Esa afirmación, luego de la corta conversa que habían compartido temprano, hizo que OhDae asintiera tranquilo. Mirando con atención a su hijo. Regalándole una pequeña sonrisa de agradecimiento y aliciente.

 

A los pocos segundos Jaejoong bajó, y poco tiempo después Yoona los alcanzó.

 

En un extraño mutismo entre todos, que fue difícilmente opacado en el transcurso que duró el viaje hasta el glamuroso hotel.

 

 

 

 

 

Cuando Changmin llegó a la recepción, escudándose bajo el hecho de que era el chofer de la familia Kim, se sintió intimidado. Con tantos periodistas por todas partes. Su rostro bajo mientras se abría paso entre las personas, lo más pegado a la pared que podía.

 

Y el lugar estaba repleto de personas cargando encima miles de dólares, nada más en vestimenta y joyas. Las bebidas costosas, los empleados a disposición. Todo a aquel nivel que la familia estaba más que acostumbrada.

 

La música instrumental en vivo, el logo de la empresa, y el símbolo de los años que se celebraban. Todo, por donde se viera era abruptamente sorprendente. Y Changmin sintió que sería casi hasta imposible encontrar a Minho.

 

—¿Qué haces aquí?

 

El susurro agresivo de Junsu lo tomó por sorpresa. Giró por completo, solo para encontrarse con el muchacho vestido y arreglado de acuerdo a la ocasión. Con su cabello cayendo casualmente en su frente. Asombrosamente apuesto.

 

—Necesito que me escuche.

—No necesito más mentiras.

 

Changmin abrió los ojos sorprendido, recién captando el hecho. De que Junsu estuviera como si nada en la fiesta de las empresas de su padre. Obviando lo sucedido en la tarde apenas hace unas horas.

 

—Pero…

—Pero, nada. Lárgate ahora mismo.

 

Junsu avanzó un paso hasta él, sosteniéndolo por el brazo con fuerza. Dispuesto a sacarlo a jalones si era necesario. Pero Yoochun llegó en ese momento, agarrando a Junsu delicadamente de aquel brazo.

 

—Su, por favor. Todo mundo está aquí y la prensa especulará cualquier movimiento extraño.

—Yo solo vine para hablar con mi padre, pero no soportaré verlo aquí hasta que mi padre no me haya aclarado toda la verdad.

 

Yoochun miró preocupado a Changmin, como pidiéndole que se marchara. Pero antes de que Changmin si quiera pudiera acceder a ello. Minho apareció detrás de él. Paralizando por completo a Changmin, dejando que un aire frío cubriera todo su ser.

 

—¿Qué pretendes?

 

El tono amenazante de Minho, fue directo hacía Junsu. Y el agarre que tenía sobre Changmin. Sus ojos se posaron directos en los de su hermano mayor, pero Junsu solo soltó a Changmin con fuerza. Antes de girar y alejarse con Yoochun hacía algún lugar de la fiesta.

 

El estómago de Changmin sufrió los estragos, por esos días sin verlo. Sin saber de él, por los días que lo antecedieron, su pelea, su poco contacto. El enterarse que había estado mal. Todo fue un revoltijo de sensaciones imperiosas y enloquecedoras mientras giraba hacía el menor de la familiar Kim.

 

Minho estaba ahí, con una mirada fría y desafiante, con una copa de champagne en las manos. Casi mirándolo como el día en que se conocieron.

 

—¿Dónde habías estado?

 

Changmin no se tomó la molestia de responder, por que jaló de su brazo. Lo más discreto que pudo, llevándolo lejos de las miradas.

 

—¿Qué haces?

 

Minho se apresuró en mirar de un lado a otro, en que nadie pudiera ver la manera impulsiva en la que Changmin estaba actuando frente a todos. Aprovechando la poca gente que había y que la frente estaba más fijo en Jaejoong y Yoona, Minho se dejó llevar.

 

Cuando se detuvieron, estaban tras unos pilares. Fuera del alcance de los demás y de cualquiera que pasara. Changmin lo soltó con algo de brusquedad, contra una de las paredes. Y el corazón de Minho palpitó fuerte.

 

Las manos de Changmin, algo frías, estuvieron en sus mejillas. Sosteniéndolo con fuerza, acercando su boca a la de él. Sus labios se encontraron después de mucho tiempo y fue como si Changmin en ese beso le robara aire y fuerza.

 

Participó de ese beso, de la pasión con la que sus bocas volvieron a descubrirse, como si hubiera pasado mucho tiempo. Dejando que la lengua batallara por un poco de territorio y poder dentro del beso. Empezando a sentir el calor de la ropa sobre si.

 

El vaho de la boca de Changmin, cuando se alejó fue sensual. Sus ojos cerrados, sus frentes juntas y el perfume de Minho envolviéndolos por completo, antes de que Changmin hablara tan bajo, que casi fue como un murmullo ajeno que confortó a Minho.

 

—Te extrañé…

 

 

 

 

—¿Listo?

 

Joonghyun se removió incómodo. –Si. Ya hablé con las muchachas para que distrajeran a los de seguridad mientras Boa destruye a su familia.

 

Key sonrió ladinamente, rodando los ojos ante la visible culpabilidad anticipada en Joonghyun. Temía por que el muchacho se arrepintiera a última hora. Pero él solo necesitaba de un par de minutos de distracción, en los que Boa haría lo suficiente.

 

Solo necesitaba un poco de manipulación y los implementos adecuados.

 

Caminó hasta él, a esa expresión insegura y besó cortamente los labios de Joonghyun. Llamando la atención del muchacho.

 

—Tú solo confía en mí.

—No, gracias. Hace mucho que aprendí a no confiar.

 

Key sonrió, complacido de alguna manera con esa respuesta. Hurgó en su bolsillo, mientras sostenía la copa de champagne en su otra mano. Sacando entre sus dedos la pequeña capsula.

 

—¿Estás seguro de que está eso bien medido?

—Tú tranquilo, ahora me toca a mi, mi parte.

 

Abrió la capsula a la mitad y dejó que el poco polvo cayera en la bebida, desapareciendo casi al instante, sacudió un poco la copa y sonrió complacido. Dejando atrás a Joonghyun y su expresión un poco desconfiada aún.

 

Caminó poco, ahí donde Boa se encontraba sentada en una de las mesas, en una de las esquinas un poco desoladas, como si se encontrara verdaderamente metida en sus pensamientos.

 

—Hola, Boa.

 

La mujer giró sorprendida al verlo ahí.

 

—Oh, Kibum. No esperaba que te acercaras.

—Quise saludar un poco, tenga.— Le ofreció la copa a Boa, y confiada, la mujer sonrió agradecida. Bebiendo un poco del licor. –Y, ¿cómo están las cosas por la residencia Kim?

 

 

 

 

—¿Dónde habías estado?

 

Jaejoong se acercó sonriente, con aquel vaso con whisky entre las manos, apenas pudo ver a Yunho libre de ese montón de gente que siempre lo rodeaba. Mientras el resto se la pasaba de lado en lado pretendiendo disfrutar de la recepción.

 

—Saludando a los contactos que van a llevar a la presidencia a tu padre.

 

Sonoramente, Yunho chocó su propio vaso con el de Jaejoong, logrando que el mayor sonriera un poco más.

 

—En una hora vámonos de aquí.

Yunho frunció el ceño. —¿Te has vuelto loco? ¿Y los invitados? ¿Y Yoona, y tú padre?

 

Jaejoong rió discretamente, fingiendo que deslizaba su mirada hacía los otros invitados con interés. Captando la imagen de su padre siendo entrevistado por varios periodistas del medio.

 

—Regresaremos en una hora, Yunho. Nadie notará nuestra ausencia.

 

Aunque la respuesta de Yunho demoró. Cuando Jaejoong giró nuevamente hacía él, para fijarse en sus ojos y esperar su respuesta. Yunho únicamente terminaba de beber el contenido en su vaso. Para luego cerrar los ojos y asentir sin problemas.

 

Con una leve sonrisa en la boca.

 

 

 

 

El mayordomo Lee resguardó en la mesa de la cocina un rato más.

 

Con una pequeña taza con café como acompañante, con su mirada perdida en aquella pared. Ese día no se había cocinado en la residencia Kim. Y prácticamente la noche, los empleados la habían tenido libres.

 

Todos gozando de aquella glamorosa fiesta en aquel hotel.

 

Los años, le habían dado el poder de antecederse a lo que ocurría. Sabía que desde la muerte de la señora Rye, esa casa se fue desmoronando. Tal vez, había sido un error que el señor OhDae hubiera traído a todos esos niños a casa.

 

Por que entonces, otra sería la historia de todos ellos.

 

Justo ahora lo tienen todo materialmente, dinero, poder y belleza. Pero están tan vacíos por dentro, que Lee tiene la firme creencia que de nunca haber llegado hasta Seúl, ellos hubieran podido ser felices en verdad. Entonces, otra sería su historia.

 

Pero el destino juega de maneras insospechadas.

 

En medio de un matrimonio por obligación, el señor OhDae nunca se sintió a gusto con ello. Nunca compartió la idea de aquello, aunque fuera su obligación. Convirtiendo los primeros años de matrimonio en un dolor de cabeza.

 

¿Se estaría repitiendo esa historia con Yoona y Jaejoong?

 

Aunque contradictoriamente, ellos se habían casado por voluntad. Sin embargo, tarde, OhDae se había dado cuenta del amor que había desarrollado con el paso de los años por la hermosa Rye. La dulzura de su ser y ese calor maternal con el crío esos pocos años a Jaejoong, Yoochun y Junsu.

 

Pero ese amor llegó tarde y vivió poco.

 

Rye cayó enferma y la felicidad no duró. Desde entonces todo ha sido parte de una pantomima mal estructurada en las que todos al final, solo terminan haciéndose daño. Entre las muchas cosas, Lee solo pide por un poco de paz para todas esas almas.

 

Solo una reivindicación.

 

Un renacer, que los saque de la oscuridad. Y de una manera u otra, les de paz.

 

 

 

 

—Junsu, ¿qué vas a hacer?

 

Yoochun agarró del brazo a su hermano, pero determinado, Junsu solo se soltó caminando directamente hacía donde OhDae se encontraba, conversando con varias de sus amistades, con una sonrisa en los labios.

 

—Padre, necesitamos hablar.

 

OhDae giró sorprendido por la tensión que rodeaba a Junsu, por sus palabras carentes de emociones, y por la manera acelerada en que Yoochun se acercó a ellos. Se disculpó con los presentes y se alejó un poco, para poder hablar con los dos.

 

—¿Qué sucede?

 

—¡Hey, gente presente!

 

El sonido molesto del micrófono tomó por sorpresa a todos, y OhDae abrió los ojos demasiado, al ver a Boa ahí, parada en la pequeña tarima para el discurso de los años de la empresa. Los camarógrafos se ubicaron de inmediato y los hijos de OhDae solo pudieron permanecer horrorizados en su lugar.

 

Como si el tiempo de pronto se hubiera detenido.

 

—¡Mi gran amigo, Key tiene razón!— Boa agarró con fuerza el micrófono. Mirando severamente a OhDae y con su otra mano ocupada en un poco de whisky. –No tengo por que permanecer guardándoles el secreto de nada. Cuando no lo valen. Cuando son un asco de personas y me tratan mal.

 

El corazón de todos latió fuerte. Onew corrió a buscar a los guardias de seguridad y Taemin intentó subir a pesar de que la mujer lo detuvo con gesto de su mano.

 

—¡Quieto ahí niño lindo!— Boa bebió un poco de whisky y rió. —¿Quieren saber algo, todos ustedes asquerosos pedantes elitistas? Esos niños, herederos Kim a los que ustedes tanto admiran, ninguno, absolutamente ninguno es hijo de la hermosa y altruista Kim Rye.

 

Junsu avanzó, casi sin darse cuenta, y Yoochun arrugó el entrecejo. Yunho pudo mirar de soslayo a Jaejoong a su lado, que había empezado a apretar la copa en sus manos con fuerza. Y Minho, solo había empezado a caminar deliberadamente hacía donde los demás se encontraban.

 

—Jaejoong es hijo de una loca, ex secretaria de OhDae. Yoochun de una semi prostituta que solo buscaba abrírsele de piernas al mejor postor, Junsu de una don nadie que no tenía ni en que caerse muerta. ¡Si, señores. OhDae no el perfecto hombre de familia que ustedes creen! ¡¡No es más que un maldito embustero y mentiroso!!

 

OhDae caminó lo más rápido que pudo hacía el escenario, abriéndose paso entre la gente. Entre los susurros y las miradas que a cada paso pesaban más y más.

 

—Y Minho…— Los ojos de Boa de pronto se posaron en el menor. La mirada obnubilada de la mujer, a punto de brotar lágrimas. –Mi Minho… te juró que yo jamás hubiera querido dejarte… he sufrido tanto estos años con tu rechazo, hijo…

 

Los ojos de Minho se abrieron, retrocediendo asustado ante lo que escuchaba. Las miradas sobre él, las cámaras de la prensa. Todo enloqueciendo por completo.

 

—¡No! ¡Suéltame…!

 

OhDae fue el encargado de arrancarle el micrófono de las manos a Boa, en tanto la seguridad se hacía cargo de lo demás. Jaejoong, sintió que el lugar empezaba a dar vueltas que a donde viera solo había afiladas y crueles miradas, susurros mal intencionados.

 

Entre la locura y la desesperación, Junsu solo pudo ver a Yoochun, separados por un par de metros de distancia. Que se hacían enormes, por que al menor movimiento todos parecían dispuestos a juzgar.

 

Era la destrucción total, de una perfecta casa de naipes.

 

El viento había soplado y destruido su construcción.

 

Casi sublime y etéreamente.

 

 

Fin Capitulo Veinte

 

 

 

 

Sé que debí haber actualizado ayer, pero tuve compromisos sociales que atender.. ;D

Espero que hayan disfrutado del capitulo. A partir de aquí, las cosas se vienen un poco feas. Aunque habrá un breve espacio de paz. Pero será muy breve. Están advertidos.. xD

Se cuidan mucho..! 😀